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Alçapius

en Grandes Relatos

Alçapius

-Mmmmmm

Tengo un coño empapadito (el de Bea), en la boca y tengo otro coño también empapadito en la polla (el de Cristina). No puedo quejarme, mientras subo y bajo la lengua por la vagina de Bea y esta me separa con sus dedos la vulva, Cristina sube y baja en mi pene lo que me produce gran satisfacción. Oír a las dos jadear incrementa mi placer pues, eso quiere decir, que no les estoy defraudando. Tengo suerte de haber conocido a estas dos lesbianas y de haberles caído en gracia. Ahora las dos se besan y frotan sus cuerpos.

Mis manos no pueden estar quietas, a veces en las tetas de Bea, a veces en el culo de Cris.... no sé como acabará esto. Aunque no les gusto ni un ápice (no es por que sea poco atractivo, sino porqué son lesbianísimas), las dos se lo pasan en grande con mi manguito y mi lengua. Debo reconocer que me utilizan como objeto sexual pero, ¡que cojones!, cuanto me alegro de ello. Nunca sospeché que Bea era lesbiana y mucho menos tan viciosa....

Todo empezó un día en clase; los dos vamos a la misma academia (de informática) y, no sé como salió la conversación, me dijo que quería presentarme a su amiga Cristina, que debía conocerla. Acepté de buena gana pues me había explicado que estaba muy bien. Cierto. Estaba y está muy bien. Pues bien, un día Bea me dijo de irnos a las once y media para que yo conociera a su amiga. Nos fuimos. En diez minutos llegamos a Zara que es donde trabaja Cristina. Tras los dos besitos de rigor y el "encantado", "lo mismo digo", me ofrecieron acompañarles al piso de Cristina para tomar algo. Vale. Llegamos a su piso (en la calle Félix Pizcueta, a cinco minutos de donde estábamos), y Bea me dijo que se iba al servicio mientras Cristina me sacaba una coca-cola. Estuvo hablando conmigo como diez minutos de su trabajo, su pueblo (Alberic) y demás tonterías y yo le pregunté porqué Bea tardaba tanto en salir del lavabo. Me dijo que Bea estaba en la habitación esperando a que nosotros entráramos. ¿? Extrañado entré con Cristina a la habitación y lo que vi me sorprendió: Bea estaba masturbándose en la cama.

Como lo digo, masturbándose; tenía los dedos de la mano izquierda empapados de un líquido como viscoso que, rápidamente deduje de donde era.... Atónito como estaba, me volví hacia Cristina para preguntarle si era o no verdad lo que estaba viendo. La sorpresa fue mayor cuando vi a Cristina desnudándose. Yo no sabía donde mirar; el suelo, la pared, el techo... estaba sudando y no poco. Quería mantener la imagen de niño bueno (que no soy) y estaba muy nervioso. Entonces ocurrió.

-Ven hombre, no tengas miedo.

Todo me daba vueltas, me puse blanco como la pared y permanecí inmóvil. No podía moverme debido al shock que me produjo la situación. Sucedió. Cristina dejó de frotarse con Bea y vino donde yo estaba.

-¿Acaso no te gustan las mujeres?- me dijo al oído mientras metía su pequeña mano por mi pantalón y cogía mi polla que estaba durísima.

Cerré los ojos y al sentir por primera vez una mano de mujer que, además estaba mojada con líquidos de Bea, en mi polla, me corrí. A ambas les sorprendió que eyaculara tan pronto y, les explique el porqué. Casi sin voz dije:

-Ahhh, es que soy virgen.... nunca he tenido novia.

Empezaron a soltar carcajadas que yo entendí como burla hacia mí por ser tan lamentable pero, tras mirarse a sus ojos y acercarse las dos a mí, pasó lo que jamás me atrevería a soñar...

-Tranquilo, nosotras haremos de ti un hombre- me volvió a decir Cristina al oído mientras yo volvía a cerrar los ojos y me corría otra vez.....

El segundo encuentro no fue mejor y también me corrí enseguida. La vergüenza que sentía era inmensa. Tenía una pequeña condición que cumplir si quería seguir viendo a mis "amigas"; no le tenía que contar a nadie lo que ocurría. Fácil. Esto me gustaba demasiado como para contarlo. Yo era el primero que no quería dejar de "ayudarlas".

Tras dos meses de "prácticas" al fin podía controlarme y hacer que las dos se lo pasaran en grande. Es como tener novia pero muchísimo mejor; follo cuanto quiero y más, probamos constantemente posturas de películas porno que alquilamos y, lo mejor de todo, es que no me dejo un duro. No hace falta invitarlas al cine ni a cenar ni nada. Todo eso lo hacen ellas mismas. Yo solo soy un accesorio sexual como los consoladores que ellas tienen pero con una pequeña diferencia, yo me lo paso en grande. Al principio la idea de que sólo sería eso, un objeto, me producía un poco de grima pero, tras cuatro encuentros con mis amigas, cambié de parecer.

Decidí que seguiría siendo un objeto el resto de mi vida. El viejo amor que sentía por una muchacha que conocí en otro pueblo mientras trabajaba el verano anterior se disipó por completo. Ahora soy casi inhumano, he cambiado total y radicalmente. Antes yo me abría a casi todo el mundo, escuchaba sugerencias, iba a ver el fútbol a los recreativos... ahora soy como el águila que mira desde las alturas, me estoy volviendo solitario, irresistible para las mujeres (que antes no me hacían ni puto caso), en fin, que soy lo que podría llamarse un gigoló. Y contento que estoy de serlo. Gracias a Cris y Bea soy lo que ahora soy. Además y, por si fuera poco, Cris está buenísima. Bea no está mal.

Ahora hemos cambiado de pose. Haciendo como una escena de una película que hemos visto antes, se ponen una encima de la otra mientras se besan y rozan constantemente. Bea, que está debajo, me coge la polla y comienza a meneármela; yo, que estoy de pie al lado de la cama, me agacho y comienzo a lamerle el coño a Cris que no para de soltar líquidos que enseguida degusto y paladeo mientras va saliendo más y más. Al cabo de un par de minutos, cambiamos y ahora Bea está encima y le hago lo mismo que le acabo de hacer a Cris.

Al cabo de un ratito, llevamos unos veinte minutos en total, me corro y dejo de actuar para ponerme a mirar como acaban el acto Bea y Cris. Ha estado bien. Es tarde, debo irme. Me despido de las dos, que están exhaustas en la cama, y les digo que de aquí dos días habrá más marcha. Me visto. Cris se levanta y, para despedirme me da un tornillo con el cual me deja todo el sabor de Bea. Dos palmaditas en el culo pétreo, perfecto de Cris y me voy.

A la que me doy cuenta, ya estoy otra vez en la habitación de la risa, que es como la llamamos amistosamente. Hoy me duele un poco la cabeza. Pero aún así comenzamos. Cris comienza a morderme el lóbulo de una oreja mientras Bea me muerde el otro. Sentir sus salivas que ya tienen un poquito de líquido vaginal en esta zona tan erógena sirve para que se me levante un poco el dolor de cabeza y otra cosa que está más abajo y que, con el paso del tiempo ha crecido una barbaridad. Mi polla es enorme. Ya era de un tamaño aceptable antes de conocer a Bea y Cris pero, ahora es impresionante. Mis dos amigas opinan lo mismo. Les da más placer que así sea.

Me siento en la butaca del salón y Bea se sienta encima de mí con, que casualidad, su coño encima de mi polla. Mientras tanto, Cris está de pie detrás de la butaca y comienza a morrearse con Bea, al tiempo que yo meto mi cabeza entre sus grandes tetas (las de Bea) y con mis manos cojo sus pequeñas pero bien puestas nalgas y comienzo a sobárselas suavemente a modo de masaje. Después de un breve instante, paso los brazos por detrás de la butaca y localizo de inmediato el coño húmedo de Cris. Sigo en la misma postura que antes pero ahora le estoy haciendo un dedo a Cris que jadea como una perra. Bea grita. Esto me quita momentáneamente el dolor de cabeza. Que placer. Suena el timbre. Ni caso. Llaman al teléfono. Yo hago como que no oigo nada. Cris y Bea también. Estamos demasiado a gusto para detenernos. Tras cinco minutos, cambiamos y ahora es Cris la que se pone encima de mi polla, pero con una diferencia respecto a Bea, me pone el culo. Oh, que bueno. Tan apretadito y tan mojadito..... esto es la gloria. Mientras me chupo los dedos, la tan agradable fricción que produce el perfecto culo de Cris en mi polla es tal, que le hago la seña ya acordada de corrimiento para que se levante rápidamente de mi pene y acabe la tarea manualmente como hacemos casi siempre. Hummmmm, ahhhh..... que bueno. Se me ha ido totalmente el dolor de cabeza. Recomiendo seriamente esta medicina, es mil veces mejor que la aspirina.

Almorzamos, hablamos un poco y me vuelvo para casa. Ha estado bien.

Mis amigos me notan cambiado y, es cierto, estoy cambiado. Ahora parece que tengo un aura tipo DBZ alrededor de todo el cuerpo y creo que ya sé porqué es. Durante un día de descanso y me explico, yo voy a "trabajar" con Bea y Cris cada dos días; los días intermedios hago vida normal, o sea, voy a la academia hasta las 12:30 y hago mi recreo con los amigos de clase: Vicente, Santi, Román, Alfonso, Hugo Boss y alguno más que suele salir con nosotros, una tía se me insinuó delante de todos. La sorpresa fue bárbara; ninguno de mis colegas se esperaba que una tía así podía insinuárseme; pues bien, aún fue mayor cuando la rechacé. "¿Pero estás loco o que te pasa?" o "¿Pero tío que haces, ves a por aquella chorva?" fueron de las preguntas que atónitos me hacían los que se quedaron conmigo. Los demás salieron despedidos detrás de la tía buena diciendo cosas como "ese es maricón", "quédate conmigo chata" o "hagamos sex-fighting" mientras la aludida pasaba del tema más por el rechace por mi parte que por los moscones que la rodeaban. Luego claro, vinieron las preguntas, "¿Pero como pasas de esa tía?", "¿Estás bien de la cabeza?" y demás tocándome responder que no quería rollos poco duraderos como el que aquel se presuponía. Tras reflexionar, me dijeron que era verdad, que no merecía la pena, pero que seguía siendo un gilipollas por decir que no a esa tía buena. Que le voy a hacer....

Al día siguiente, a "trabajar". Esta vez probamos una cosa exótica, teníamos un pequeño látigo que le dejaron a Cris. Uha, se sale con látigo....

Otro día normal, durante el patio, se me insinuó otra tía que no estaba nada mal. Pelirroja, ojos verdes, grandes labios carnosos, tetas grandes, bonitas piernas y culo prieto. Le dije que pasaba de ella y cuando los compañeros comenzaban otra vez a volverse locos con mi decisión, la tía buena, me dijo que era amiga de Cris y que quería conocerme personalmente.

Esto cambió del todo mi opinión y raudamente quedé con ella para el día siguiente en el piso de Cris (tenía la llave ya más de un mes). Mis amigos alucinaban horrores. Mientras la tía se iba guiñándome un ojo, a los demás les decía "otro día probaré con alguno de vosotros, pequeñines". Creo que fue el día que más vi despotricar a mis compañeros. Sencillamente, lo que sucedía no era real para ninguno de ellos; que un tío como yo, se le ofreciera una tía como aquella y no era la primera. Pero que le vamos a hacer....

Estamos en el piso de Cris y Carla (que es el nombre de la tía buena), empieza a sobarme el pantalón a la altura del rabo. Poco a poco, se me va levantando la cosa. Ahora que está semiduro, me despasa el botón y comienza a comerme la polla. Sus labios, en efecto y como yo pensaba, trabajan muy bien mi polla. Comienza por lamerme suavemente la punta del glande lo que me produce un cosquilleo muy agradable. Luego sigue engullendo todo lo que le cabe en la boca de mi gran verga, arriba y abajo repetidas veces cosa a la que de momento ya estoy acostumbrado. Lametón de huevos, otra vez engulle que te engulle y para finalizar la mamada, suaves roces con la comisura de los labios superiores en la superficie del glande. Esto me gusta mucho y es nuevo con lo que le digo que siga durante un instante..... Como no conozco a esta tía, me pongo un condón para seguir con la sesión de ejercicios. Elijo los Durex extra suaves porque, me vienen muy ajustados y hacen que a la hora de eyacular, primero se acumule gran cantidad de sangre en el glande haciendo que se haga más gordo y que la corrida me dé más gusto.

No es por vacilar pero, soy todo un experto en condones. Al principio de conocer a Cris y Bea, yo siempre utilizaba condones con ellas aparte de por si tenían alguna cosa no deseada (sífilis, sida, gonorrea....), porque me corría enseguida y eso no es bueno. Probamos todas las marcas, todos los estilos y hasta los presevartivos de colorines y sabores que también se vendían en la farmacia de la calle colón. El farmacéutico cogía rollo conmigo porque al principio, iba cada semana a comprar una caja de condones.

Que se joda. Envidioso. Ya le gustaría a él follar cien veces menos lo que yo. Que mezquino me estoy volviendo. Me estoy cansando de follar. Yo le decía a mi amigo Jessie que no creía que me cansaría de follar como él me aseguraba, cuanta razón tenía. Claro, cuando él me decía eso, era el año pasado y yo era tan virgen o más que María. Ahora francamente, me estoy cansando de follar. Mola y eso pero no le veo aliciente porqué ya lo he probado casi todo. Hasta he probado las eyaculaciones por excitación anal, las cuales recomiendo porqué son más largas y más placenteras que las normales y corrientes aunque suenen a mariconada.

Probamos de varias posturas Carla y yo y gastamos un poquito el látigo cosa que produce extrañeza y a la vez emoción en la tía y, al cabo de media hora, terminamos cansados los dos pero satisfechos; yo por cambiar de tía tras meses y meses con las mismas y Carla de conocerme personalmente mediante recomendación de Cris. Le digo que no se haga muchas ilusiones conmigo y que yo sería el que en un caso muy remoto la llamaría. "Desde luego que sí" dijo ella mientras se iba con las medias aún mojadas de su propio líquido.

Hablé con Bea y Cris y les dije que me tomaba unas vacaciones. Estaba hasta los huevos de follar y follar, así que se lo dije. Aceptaron. Ellas también estaban algo cansadas de follar. Acordamos que en acabar el verano y bien entrado el otoño seguiríamos con nuestra rutina. Mientras tanto seguiríamos siendo tan amigos y con una vida menos ajetreada.

Se fueron de vacaciones y yo a trabajar. Que casualidad al mismo sitio que el año anterior. Alexia, mi antiguo amor se pasó un día a visitarme con su novio. Casi que me alegro de que sea así, porqué ahora que la veo, vuelve a atraerme un poco. Tras un año sin vernos, la noto igual que cuando la vi; pelo corto, cara redonda, tetas normales pero bien puestas y culo prieto un poquito más ancho que el año anterior. Ella también me nota cambiado y me lo dice. Me nota como más hombre (si ella supiera...), me ve más ancho y sobre todo con más pelo (ahora tengo barba y bigote cuando el año anterior era impensable verme con pelo en la cara debido a que no me salía).

Lo que más le gustaba de mí ahora son las patillas; más claras que el resto del pelo y tan brillantes... su novio hacía rato que había salido a la calle a fumar, porque se estaba poniendo celoso. Tras un ratito de cháchara, se despide diciendo que tiene que ir al horno a trabajar. Antes de que reaccione, la abrazo, le meto la mano por debajo de la pierna derecha y la aparco en su culo mientras que con la otra la aprieto contra mí. Extrañada se propone decir algo, pero mientras abre la boca, yo sin darle tiempo a articular palabra le meto la lengua hasta el paladar y le hago un recorrido por el interior de su boca. Noto el gusto a tabaco y café que hay en ella pero también el sabor de Alexia que como es de suponer es diferente a las demás mujeres. Es como dulce y ácido al mismo tiempo. Cuando acabo con ella, la suelto y está como extasiada.

Creo que el musculitos del novio que tiene, no sé cuanto tiempo ni me importa, jamás la a hecho disfrutar como lo he hecho yo ahora mismo. Alexia tiembla, suda y su voz es un frágil destello que gracias a mi fino oído logro oír, "si llega a mirar mi novio, ¿qué?" a lo que le digo que le hubiera besado con más énfasis. Al oír esto, separa las piernas un poquito, lo que me indica que se ha mojado las bragas al imaginarse lo que podría ser sentir mi lengua en la suya con más énfasis. Al rato entra el gilipollas del novio, al cual no conozco e igual es una bellísima persona, y diciendo que es tarde se la lleva arrastrando pues ella es incapaz de andar por sí misma. Extrañado y confuso, el gilipollas se despide moviendo perezosamente la cabeza y agarrando lo que queda de su novia. Menos mal que estábamos en el descanso y ninguno de mis actuales alumnos me ha visto hacer eso. He actuado creo, que con demasiado ímpetu. Aunque en realidad da igual; si hubieran estado todos, lo habría hecho de todos modos.

Tenía que sacarme la espinita que me clavó el año pasado al rechazarme. También es verdad que dadas las circunstancias de lo que me sucedió durante el otoño-invierno pasado he actuado con tanta frialdad; si no hubiera conocido la faceta jovial de Bea, creo que cuando hubiera entrado Alexia con el gilipollas, habría tenido mi antigua personalidad de gilipollas conformista que tenía hacía un año. Gracias Bea y Cris, me habéis hecho un hombre.

A partir de ese día, Alexia pasaba a visitarme todas las tardes justo a la misma hora que vino a verme el primer día, la hora del descanso. Cada vez viene más provocativa, minifaldas, pantalones cortos ajustaditos, camisetas pequeñas que hacen que se le marquen más las tetas.... hasta viene maquillada, cosa que no he visto nunca y a despertado en mí cierta curiosidad.

Cuando viene habla de trivialidades, de su coche nuevo, de su trabajo en el horno, etc, y yo la trato como a una niña pequeña a la que hay que reñir porqué ha roto algo. Ella cada vez se siente más nerviosa y lo noto. Creo que el simple hecho de escuchar mi voz le pone y cada vez que la miro se sonroja con una muesca de picardía que entiendo perfectamente pero la ignoro completamente. Quiero que se sienta como me sentía yo el año pasado con ella. A veces le doy un poco de manga, pero simplemente para mi propio regocijo porqué así la vuelvo aún más loca por mí.

Creo que los tres meses que voy a estar aquí dando clases, se le van a pasar más rápido a ella que a mí. Así es. A finales de octubre, ya acabando las clases y sabiendo que yo ya me iba a ir dentro de poco, Alexia ya había dejado al gilipollas del novio, seguía llevando minifaldas y ropa ceñida y continuaba haciéndome las visitas de "a ver si me cae algo". Yo, mientras tanto, seguía en mis trece de hacerle sufrir por una cosa que está al alcance de la mano pero al mismo tiempo en el lado totalmente opuesto, algo tan cerca pero tan lejos. Pienso además, que ella ya se ha dado cuenta de lo que pretendo y más de una vez en la soledad de su habitación habrá llorado con la cara dentro de la almohada por ello. Habrá pensado que porqué no aprovechó la ocasión del verano pasado de coger a un mono como yo, que era feo pero encantador con todos los que le rodeaban y así lo demostraba a lo largo de los tres meses que duró su primer trabajo. Ahora que estoy curtido en mujeres, y ellas mismas parece que lo noten pues ahora se me adhieren por donde quiera que vaya, ahora es cuando ella quiere atraparme.

Mala suerte, porqué un defecto muy grave en mí es la tenacidad. Soy un cabezón además de orgulloso. Mi orgullo hace un año era poco, ahora es más grande que el vasto océano. Y por mis huevos que esta tía no me atrapa. Dos días antes de irme, le dije que se subiera a las escaleras que tengo detrás de un biombo con el culo en pompa pues quería hacerle una prueba. Accedió instantáneamente y se colocó conforme yo le había pedido. Le levante la minifalda tan apretada como pude y allí contemplé lo que un año antes hubiera dado mi vida por conseguir: su coño dentro de sus bragas blancas. Caí en la cuenta de que las bragas eran de satén. Ese detalle me hizo ver lo desesperada que estaba por mí aquella tía. Pero en fin, yo a lo que iba. Le bajé un poco las bragas dejando, ahora sí al descubierto su coño que empezaba a estar mojado, y yo no había hecho nada todavía. De repente se abrió la puerta, clientes. Vaya, le dije que esperara así, que enseguida volvía con ella. Un abuelo había entrado por la puerta y quería que le hiciese fotocopias. Bromeando con él pasé unos cuatro o cinco minutos hasta que se fue.

Puse el dinero en la caja (310 pesetas), y me dirigí otra vez detrás del biombo. Allí estaba en la misma posición mi amiga que, según aprecié por la tensión de sus músculos, no se había movido ni un ápice con respecto a como yo la dejé. La sumisión era absoluta. Le puse las manos en el culo y aparté hacia los lados para ver completamente lo que quería ver. Ahí estaba tan cerca como nunca, ni en mis sueños del año pasado lo había imaginado, el coño de esta chica por la que perdí la cabeza. No me supuso nada. Estaba harto de ver coños y culos (aunque sólo de tres chicas; dos de ellas durante 8 meses), pero eso no me impidió estudiarlo. Era más oscuro que el de Bea y Cris y no notaba su aroma porqué notaba el olor a la fuerte colonia que utilizaba Alexia. El tamaño era muy inferior al de mis amigas lo cual delataba lo poco que había empleado el coño Alexia y lo mucho que había empleado yo el coño de Bea y Cris. Alexia jadeaba, ahí se notaba también las pocas situaciones en las que estaba realmente expuesta al placer extremo las cuales, yo ya tenía aborrecidas.

Me acerqué un poco más y olfateé, ahora con éxito, el coño de Alexia. Olía distinto al de Bea, pero de forma similar al de Cris. Era un aroma raro pero a la vez atrayente. Llegó el momento de la cata. Pasé mi lengua suavemente por su vulva y la saqué llena de líquidos de Alexia. Aparté un poco la cabeza y saboreé sus fluidos. Estaban ricos, más que los de Bea y Cris. Eso me gustó. Ella gemía y quería más. Entonces empujé la lengua al interior de su coño hasta que toqué su clítoris.

Gritó de una manera que denotaba placer, excitación y miedo. Esa mezcla de sentimientos también me gustó. He de decir que no se me había puesto ni dura. Alexia ya se había corrido un par de veces y yo tan tranquilo. Se volvió a abrir la puerta. Salí relamiéndome a atender a una mujer que quería dos libretas, un lápiz y un paquete de folios. Después de despedirla volví de nuevo al biombo. Allí estaba Alexia con una sonrisa en la cara que jamás había visto y que de verla seguro que me habría chiflado más aún el año anterior. Ahora la veía como una niña pequeña que recibe por vez primera las carantoñas de unos padres novatos, indefensa y encantadora.

Le dije que ya estaba todo y que se podía marchar. Casi a punto de llorar me preguntó que porqué no seguía haciendo cosas con ella y le dije que por que sencillamente ya no me gustaba como el año pasado. Alexia se echó a llorar como una niña cuando escuchó lo que en realidad, se estaba temiendo, que mi amor por ella el año pasado era verdadero y no una tomadura de pelo como, supuestamente, no lo sé, habría pensado ella. Para consolarla le dije que su coño estaba bastante bueno y que, a lo mejor algún día haríamos ejercicios prácticos. Dejó de llorar al instante y, con una sonrisa picarona, se vistió y me dio un beso que implicaba que sentía hacia mí un amor inmenso y que denotaba al mismo tiempo que la sumisión era tan grande como el amor. Eso me satisfizo sobremanera. Descubrir que gracias a mis muchas otras experiencias con otras mujeres, (Bea y Cris), había hecho en mí tal cambio que las mujeres se rendían ante mí, fue una gran sorpresa.

Acabé mi trabajo del verano, continué con Bea y Cris durante todo el año siguiente, llamé a Alexia un par de veces y al final me hice gigoló y actor porno. Al principio hacía películas españolas pero con el tiempo y mi representante acabé haciendo películas en EEUU cobrando un pastón y follándome a las putas más buenorras del mundo.

Desbanqué por completo a Rocco Sifredi y a la edad de 41 años dejé el negocio del cine. Ahora dirijo la compañía Playboy, tengo cuatro hijos monísimos (tres de Alexia que, al final acabé casándome con ella y el otro con Cris, para que tanto ella como Bea tuvieran un hijo que les hiciera compañía en la mansión de la moraleja que les compré cuando gané mi primer millón de dólares) y todo me va de maravilla.