miprimita.com

Ensayo: Con la -S- de sumisión

en Textos educativos

Con la "S" de sumisión

Ensayo de Gabrel, para la Escuela Ciber Sumisas. © Gabrel, Mayo 2003

¿Sumisión es sometimiento?

Antes que nada, ¿por qué no revisamos qué dice nuestro diccionario de la Lengua sobre qué significan dos palabras parecidas, pero que en BDSM pueden llegar a ser contrapuestas?

Sumisión: Sometimiento de alguien a otra u otras personas. || 2. Sometimiento del juicio de alguien al de otra persona. || 3. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones. || 4. Acto por el cual alguien se somete a otra jurisdicción, renunciando o perdiendo su domicilio y fuero.

Sumiso, sa: Obediente, subordinado. || 2. Rendido, subyugado.

Sometimiento: Acción y efecto de someter.

Someter: Sujetar, humillar a una persona, una tropa o una facción. || 3. Subordinar el juicio, decisión o afectos propios a los de otra persona. || 6. Hacer que alguien o algo reciba o soporte cierta acción.

Uf, ¡Qué parecidos! ¿Verdad?

Podría escribir mucho para discernir las diferencias que en las relaciones D/s hay entre sumisión y sometimiento, así como las coincidencias. Pero en estos momentos me viene a la memoria la cita que recientemente me recordó mi amiga, la sumisa haida, que aparece escrita en el libro Historia de O: "Ya ves lo que te hago si eres mía, O, y si eres mía, no puedes negarte, pero ya sabes que en todo momento puedes negarte a ser mía".

Y es que en efecto, hay un matiz que hace convergente o divergente ambos conceptos. El matiz es la libertad: La libertad de ceder.

Sumisión: Conseguir satisfacción sexual cediendo el control al dominante. Se puede hacer siguiendo sus órdenes, dejándose atar, arrodillándose, dando al dominante un título respetuoso, etc.

Sumiso, sa: Alguien que cede temporalmente el control a su dominante, dentro de los límites consensuados y negociados.

Estas dos últimas definiciones las he tomado del Glosario del libro "Los secretos del sadomasoquismo" de Pat Califia.

Las diferentes formas de sumisión posibles

Me propongo escribir, a modo de ensayo, en qué consiste una relación Dominación/sumisión desde la perspectiva de las diferentes formas de sumisión posibles.

En mi tiempo de estudio, en mis ratos de lectura de algunos textos que he encontrado, principalmente en inglés (con la dificultad añadida de no dominar este idioma adecuadamente) he observado que pocos se dedican a ensayar sobre las formas de sumisión conjuntamente, globalmente, completamente. Con esto no quiero decir que no existan, solo quiero decir que no los he encontrado y que por eso me animo a hacerlo.

Sí me he encontrado con textos que hacen referencia a lo que una sumisa puede dar de sí, a lo que un Dominante puede hacer en una relación segura, sana, consensuada. Estos textos incluso hacen referencia a diferentes grados de sumisión que puede llegar a realizarse, diferenciando desde una sumisa puntual hasta una esclavitud completa.

Me he encontrado (leído, estudiado, descargado de Internet o incluso comprado) listas muy completas de ejercicios, escenas, sesiones o juegos BDSM, también conocidas como playlist y a las que hago alusión más adelante.

Me he encontrado con poca literatura experta especializada en español que haga referencia a técnicas de Dominación, tales como bondage, spanking, agujas, enemas; o en su grado de control de la higiene y la salud del cuerpo sumiso.

Me he encontrado con mucha literatura que describe secuencias y secuencias de situaciones de BDSM que no son precisamente del todo consensuadas, mucho menos seguras y alguna que otra nada sana. También he leído, claro, muchas más que entran en la literatura de fantasías eróticas muy realizables en sesiones o juegos puntuales y temporales de BDSM.

Y me he encontrado con experiencias personales, artículos de opinión particular muy serios, escritos por personas que puedo reconocer como Dominantes o sumisas (o al menos a mi me lo parecen por cómo escriben y lo que transmiten) donde en efecto advierten o cuentan experiencias relacionadas con su Dominación sumisión en algunos aspectos como la práctica sexual, el amoldamiento corporal o los castigos.

No me cansaré de insistir en que para que hablemos de una relación D/s tiene que haber una relación consensuada, de mutuo acuerdo en las cosas que se proponen hacer y aquellas que no se van a realizar. Por tanto, hablamos de concesiones, y por ahí es por donde se debe empezar a hablar si se quiere una relación D/s.

Una vez reiterado lo anterior, todas las acciones de BDSM posibles se encuadran en estas formas: Sumisión Mental; Sumisión Corporal (incluida la sexual); Hábitos y Conductas; y, finalmente, Castigos.

¿Y por qué un ensayo?: Porque me limito a exponer mis ideas, sin mas aporte que mi experiencia o mi deseo de cómo deben ser las cosas, sin necesidad de mostrarme como un erudito, que para nada lo soy, en esta materia, sin tener que estar aportando documentación bibliográfica de aquellos otros autores que he y hemos podido leer y que sin duda sí lo son, al menos para mi. Aunque, ahora que lo pienso, ¿Hay eruditos en ésta materia?

Sumisión Mental

Tiene que ver con la obediencia, disciplina, lealtad, entrega, honestidad, sinceridad… En definitiva, la sumisión mental es la más lenta, la más prolongada en el tiempo, no se consigue de un día para otro. Trabajar en ella proporciona altos niveles de placer, de confianza, de amistad, de complicidad. En particular y referido a la sumisión mental se pueden desarrollar actividades, sesiones o juegos relacionados con el estudio, escritos (diarios) de sumisión, obediencia en otras actividades (corporales), tratamiento y dedicación de tiempo al Dominante, identificación (nombre) de la sumisa, humillación, etc.

Se da con bastante frecuencia que hay limitaciones reales para que sea posible una Dominación y una sumisión mental por ambos roles. Situaciones que tienen que ver con desde dónde se conecta, o situaciones profesionales o personales del Dominante o la sumisa (son muchos y muchas los que descubren sus deseos de dominación y sumisión cuando es tarde para elegir pareja, viven en casa de padres, están casados). En estos casos, poner en práctica juegos o sesiones de sumisión mental se hacen particularmente difíciles, y es en estos casos cuando más se valora el esfuerzo que hacen el Dominante y la sumisa por conectarse, por comunicarse, por entregarse, por ser honestos entre ellos… aun a riesgos de que no sea posible un vínculo D/s.

Encontrarás muchos supuestos Dominantes que no quieren una sumisión mental. No la quieren porque implica conocer, y darse a conocer ellos también, y posiblemente descubras de éste modo lo poco Dominante que es y que lo que realmente quiere es un "sexo BDSM" (por esperar algo bueno de él).

Desafortunadamente encontramos muchas sumisas que tampoco quieren una sumisión mental. Abrirse mentalmente, en tus cosas íntimas, secretas, tus fantasías, no es fácil; pero cerrarse completamente nos hace advertir que debemos tratar con cuidado una relación así. Podemos estar ante una sumisa que oculta verdades premeditadamente, incluso su propio sexo (oculto bajo un nick feminizado y sumiso), que oculta taras, que miente.

En la sumisión mental hay mucho que profundizar entre Dominante y sumisa. En esta forma de sumisión, realmente, a un Dominante le importa menos lo que la sumisa ha sido o es, importándole mucho más lo que quiere ser y sobre todo, lo que de su mano puede llegar a ser y hacer.

Requiere paciencia (estrategia), tiempo, pericia, equivocarse (y esto la sumisa lo debe permitir), para ir conociendo y explorando todas y cada una de las cualidades y personalidad de la sumisa, descubrir aquellas que le resultan más afines, potenciar esas cualidades en que la sumisa se manifiesta más sublime aún, más entregada si cabe en su qué hacer diario, ya sea profesional, en las relaciones convencionales, en su entorno más personal. Es descubrir y trabajar sobre todos y cada uno de los tabúes que condicionan el comportamiento de la sumisa, también del Dominante.

Porque del Dominante es descubrirse también hasta dónde está dispuesto ordenar (y ceder) en la entrega de la sumisa. Es un orgullo para un Dominante encontrar a una sumisa que porta su señal de pertenencia sin el menor recato en su entrega dónde, cómo y cuándo esta entrega se produzca.

Y el papel que juega la sumisa en esta forma de sumisión mental requiere de su parte un gran aporte de iniciativa, de reflexión, de introspección. Iniciativa a la hora de ir cediendo partes de sí misma, de su intimidad, de sus fantasías, de su tiempo. Reflexión acerca de su personalidad, de cómo todas sus obligaciones diarias pueden ser direccionadas en favor de su Amo. Introspección sobre ella misma, sus puntos fuertes y potenciables, sus áreas de mejora y los esfuerzos que sobre ellos debe hacer. Y por supuesto, iniciativa, reflexión e introspección sobre las metas que su Dominante pretende alcanzar con su entrega.

En las relaciones reales la sumisión mental se manifiesta de muchos modos, por ejemplo: No es lo mismo preparar la mesa para comer una pareja que preparar la mesa para que coma tu Amo. O, en el trabajo, en cosas tan sencillas como el aprovechamiento del tiempo, la pulcritud y calidad del trabajo, hacer las cosas con esmero, poner los cinco sentidos en cada cosa que hace. O, en las relaciones personales, mediante un control de sus emociones, ya sean de alegría o de tristeza o de enojo, en la forma de hablar, expresarse, dirigirse a otras personas. O, en sus tareas diarias, mediante la dedicación de un tiempo específico a su Dominante (sin él presente) y creándose nuevos hábitos o ejercicios diarios que tienen que ver con su conocimiento, su cuerpo, su sexualidad.

En las relaciones por Internet la sumisión mental es más compleja, no de hacerse, sino de ser percibida por el Dominante. Se me ocurren algunas formas más o menos sencillas que además pueden realizarse de modo continuado y manifiestan la sumisión mental, siendo algunas de ellas:

La elaboración de escritos diarios donde la sumisa cuenta al Dominante todo lo que ha hecho durante el día, aquellas cosas que específicamente él le ha mandado hacer contadas con todo lujo de detalles, transmitiendo sentimientos y placeres percibidos y anotando también todas las veces que se ha acordado de su Amo y por qué.

No creo necesario profundizar que el modo más evidente de sumisión mental tiene que ver con la obediencia y la disciplina: en la comunicación con su Amo los días y horas y formas previstos; la relación con otros Dominantes y sumisas de su entorno evidenciando el respeto, lealtad y entrega a su Amo; pidiendo permiso sobre aquellas cosas que piensa que su Amo no le tiene autorizado y debe conocer previamente; incluso estando dispuesta a cambiarse el nombre por aquél con el que desea darla a conocer su Amo.

Antes mencioné el juego o sesiones o escenas de humillación BDSM. Unas líneas para precisar qué entiendo por humillación BDSM. ¿Es insultar? ¿Es llamar a una sumisa, puta? ¿O perra? ¿Es cambiarle el nombre? Es todo eso si no se hace porque sí. No concibo un Dominante que inmediatamente que conoce a una sumisa la llama como zorra o puta o perra o nada simplemente porque es humillante. No concibo un Dominante que utilice o aluda descalificando al esposo de una sumisa casada simplemente porque es humillante. Más bien pienso que no es humillante, es solo ofensivo y al punto indignante y de poco o nada experto el Dominante que se emplea de ese modo.

Las sesiones o formas de humillación BDSM son una expresión de orgullo de la sumisa, sí, es la manifestación pública y evidente de los deseos, sentimientos y prácticas que desarrolla una sumisa. Es en ellas sobre las que trabaja el Dominante, descubriendo o delimitando nuevos límites de una sumisa. La humillación radica no es el sentimiento que percibe la sumisa (que insisto, es de orgullo por serlo y manifestarlo) sino por cómo lo perciben terceras personas que conocen una relación BDSM del Dominante que la somete y sumisa que le obedece. Una vez más, me cuesta expresarme, por eso dejo que sea una cita de Vanessa Duriés, en el capítulo 1 "La revelación" de su libro La atadura quien exponga a lo que me refiero: "Hasta que conocí a Pierre, me costaba imaginarme en situaciones que se me antojaban escabrosas y, por ejemplo, jamás me habría atrevido a hacer de prostituta. Me habría negado a ello arguyendo que ese papel no casaba del todo con mis fantasías. Pero mis experiencias con Pierre me han enseñado que, si bien era capaz de convertirme en una buena y auténtica puta, aceptaba gustosamente interpretar ese papel para que mi amante gozara. Verlo enorgullecerse de mi sumisión me procuraba una exaltación rayana en el placer físico. ¿Se trataba únicamente de experimentar la satisfacción del hombre amado? ¿O es que el hecho mismo de entregarme sin condiciones a un tabú social para transgredirlo, con la coartada de gustar a mi amante y de estar cumpliendo una orden suya, me procuraba sensaciones inauditas? ¿Era la humillación que sentía al verme tratada como una putita lo que me proporcionaba ese placer?, ¿o era la maravillosa posibilidad de evadirme a un universo en el que jamás me habría atrevido a adentrarme sola, sin Él?"

En definitiva, la sumisión mental, por su dificultad de ponerse en práctica, por la lentitud de su evolución y por lo particular (subjetivo y personal) de quiénes la practican encubre todo un mundo BDSM muy hermoso, muy placentero, motivo de mucho orgullo tanto del Dominante como de la sumisa; que genera lazos de pertenencia o vínculo muy sólidos y hacen posible una relación muy estable, nada monótona y muy prolongada en el tiempo.

Es al mismo tiempo una forma de sumisión que hay que leer entre líneas, en los relatos, en la literatura, en los libros especializados sobre BDSM. Es la sumisión que los autores dejan en los pensamientos de los personajes, que dejan en la repetición de determinados actos o acciones, que apenas ocupan líneas en un prólogo, en un capítulo o párrafo introductorio.

No digo bien si me quedo en lo anterior. La literatura sí ha aportado mucho sobre la sumisión mental, pero en otro contexto, el místico y religioso. Aquí traigo unas palabras de Sta. Teresa de Jesús: "En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entendía en mi, sino grandísima voluntad. A la hora, me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca me faltó hasta hoy; y mudó mi Señor la sequedad que tenía mi alma en grandísima ternura: dábanme deleite todas las cosas de la relisión; y es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo sólo solía ocupar en mi regalo y gala; y acordándome que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba y no podía entender por dónde venía. Cuando de esto me acuerdo, no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase en acometerla. Porque ya tengo experiencia en muchas que, si me ayudo al principio a determinare a hacerlo (que, siendo solo por mi Señor, hasta encomendarlo quiere –para que más merezcamos- que el alma sienta aquel espanto, y mientras mayor, si sale con ello, mayor premio y más sabroso se hace después), aun en esta vida lo paga Su Majestad por unas vías, que sólo quien goza de ello lo entiende. Esto tengo por experiencia, como he dicho, en muchas cosas harto graves, y ansí aconsejaría –si fuera persona que hubiera de dar parecer- que cuando una buena inspiración acomete muchas veces, se deje por miedo de poner obra; que si va desnudamente por sólo mi Señor, no hay que temer sucederá mal, que poderoso es para todo".

No dejes que su dificultad te impida experimentarla. Mantente alerta cuando observes que un Dominante o una sumisa no la quieren porque entonces algo pasa que no es seguro o sano. Consigue delimitar a través de esta forma de sumisión las concesiones o consensos a los que llegues con tu Dominante o con tu sumisa. Disfrútala trabajando en ella, no desprecies lo infinito que la personalidad, las cualidades, las capacidades de tú Dominante o tu sumisa pueden llegar a manifestar, ser, hacer. Encuentra en la sumisión mental una forma del verdadero arte y magia que encierra el BDSM como Estilo de Vida.

Sumisión Corporal

En realidad en ésta forma de sumisión voy a detenerme casi nada, porque es la más conocida, difundida, expresada y ejercida por Dominantes y sumisas, más en éste medio de Internet y la escrita.

Tiene su sentido que así sea. ¿Acaso no nos movemos en ambientes BDSM porque hemos decidido dar salida a nuestros deseos más íntimos y ligados con nuestro cuerpo, nuestra sexualidad? Entonces es comprensible que la sumisión corporal sea la más escrita, descrita, leída y sobre la que concentramos muchas de nuestras fantasías. Es descubierta antes que muchas de las formas de sumisión mental antes descritas, a través de la sexual, la corporal, nos introducimos en las mentales.

Hay quienes se quedan en la sumisión corporal, sexual. Creo que además hacen bien si dejan claro que es la que desean. Sentir como atas, sentirse animal en una sesión, azotar o ser azotada… Incluso, en parejas donde hay incompatibilidad de roles, o roles dobles, solo pueden llevar a cabo sesiones de BDSM relacionadas con su cuerpo, casi exclusivamente.

Y realmente son muchas las posibilidades que nos ofrece la sumisión corporal, que además son las que más frecuentemente encontramos en los playlist, aunque como nos advierte mi amigo Dominante Whipmaster, la mayoría de ellos están escrito en inglés, salvo el suyo, que además podéis encontrar en la Escuela Ciber Sumisas, en su página, o en diferentes páginas de relatos y textos educativos donde él mismo lo ha publicado. Como le cito y me remito a ese documento tengo un motivo más para no detenerme demasiado en la sumisión corporal salvo para a grandes rasgos explicar algunas formas de sumisión.

Para mi es importante que la sumisa comience a explorarse su cuerpo, no solo y exclusivamente sus órganos y zonas propiamente erógenas. Espalda, manos, brazos, cuello, cara, muslos, pies, nalgas…, son muchas las partes del cuerpo que tenemos adormecidas, mal acostumbradas por nuestras posturas habituales, por las ropas con las que nos vestimos, los elásticos, los cinturones. Detenerse unos minutos en realizar ejercicios exploratorios sobre el cuerpo de una sumisa da pistas muy interesantes para producir un enorme placer en la sumisa y prolongar su excitación y retardar al máximo su orgasmo.

Además de esto, el cuerpo de la sumisa es como un lienzo virgen que puesto a disposición del Dominante le permite dibujar sobre él su obra maestra. Dejar que sea el Dominante quien poco a poco lo module, lo dibuje, lo amolde conforme a sus gustos, a sus deseos genera en la sumisa una belleza que irradia, adicional. Muy pocas son las personas que emplean su cuerpo para gusto de otro. Por tanto, la sumisa que esto hace irradia con orgullo una belleza mágica sobre su propio cuerpo que está conforme su Amo desea.

El Dominante que tiene el cuerpo de su sumisa en sus manos se place en experimentar sobre él muchas y muy variadas cosas: el corte de pelo y su color; el vello en las distintas partes; el maquillaje en todas sus intensidades; el olor corporal y sus perfumes; el ejercicio físico y la alimentación; la relajación del cuerpo y el aprendizaje de determinadas posturas que requieren esfuerzo; los diferentes grados de esfuerzo, resistencia y control del dolor; por supuesto el control sexual o de los esfínteres; el control del sueño; las diferentes formas de grabación de la piel; los ornamentos externos y el vestido y calzado.

Como consecuencia de todas las posibilidades y juegos que da lugar el párrafo anterior, la sumisa debe estar presta a cuidar de su cuerpo, en los aspectos relacionados con su salud, prevención de riesgos, exploración permanente y control de sus estados de clímax. Introduzco aquí el concepto "orgasmo SM" que Pat Califia define en su libro "Los secretos del sadomasoquismo" como: "alcanzar un estado emocional, psicológico o espiritual de catarsis, éxtasis o trascendencia durante una escena SM sin tener un orgasmo genital".

Y es que en efecto, en el desarrollo de sesiones, escenas o juegos de sumisión corporal propiamente sexuales, la sumisa puede desarrollar muchos grados de entrega: moverse sin sobrepasar la rodilla de su Dominante; todas las formas de animalismo; la penetración vaginal, anal, oral, y la doble y triple penetración; uso como muebles, alfombra, objeto, etc. Puede emplear para ello su propio cuerpo desnudo o todos aquellos ornamentos fetiches que el Dominante quiera utilizar para adornar el cuerpo de la sumisa.

Y para finalizar, aunque ya lo he mencionado, el control de peso, de dietas, de estado físico del cuerpo (ejercicios físicos) y control de esfínteres y del propio sueño. Estos grados de sumisión tienen una alta vinculación con la sumisión mental sin duda, requieren de un alto convencimiento y esfuerzo por parte de la sumisa, y sin duda aportan mucho a un vínculo D/s.

Insisto que no pretendo desplegar aquí toda la lista de posibilidades relacionadas con la sumisión corporal, porque no es mi fin, ya para eso están las listas antes mencionadas. Pero lamento profundamente cuando leo experiencias vividas por sumisas que sólo quedaron en una sumisión corporal concentrada en la exhibición de su cuerpo desnudo ante su Dominante, el empleo de sus órganos genitales y la adopción de determinadas posturas animales (generalmente de perritas).

Y por supuesto que lamento profundamente las oportunidades perdidas por los Dominantes que no pensaron lo suficiente en todos los reportes de placer y satisfacción que puede dar una mayor sumisión corporal, quien sabe por qué, quizá porque tampoco exploraron lo suficiente su propio cuerpo masculino, de Dominante, y desconocen las sensaciones que pueden recibir en todas sus partes, o porque no saben cuidar su cuerpo, o porque no saben contener sus propios orgasmos. No pretendo insultar a nadie con esto, es más, pretendo hacerle pensar: ¿Has pensado todo el placer que te puede dar una sumisa si la enseñas, en su sumisión corporal, a cómo debe tratar de dar placer, atender y estimular tu propio cuerpo de Dominante?

Por tanto, la sumisa que aspira a dar completo placer a su Amo, descubre que su sumisión corporal trasciende más allá de su propio cuerpo, al cuerpo de su Dominante, y debe esforzarse por ser liviana en sus movimientos sobre el cuerpo de su Amo, debe esforzarse en ser hábil con sus manos, con sus pies, sus pechos, su lengua, etc., porque todas esas son las armas con las que puede emplearse para dar placer.

Hábitos y Conductas

Agrupo aquí todo aquello que tiene que ver con el comportamiento de la sumisa. En las relaciones por Internet adquiere una gran importancia, puesto que hábitos y conductas son las formas de comunicación verbal y no verbal y por ende las que primero percibe un Dominante cuando otros Dominantes o sumisas le hacen referencia y cuando se encuentra con su sumisa.

En las relaciones reales, físicas, los hábitos y conductas adquieren importancia en las relaciones 24/7, esto es, relaciones de Dominación/sumisión que se desarrollan durante todo el tiempo del Dominante y la sumisa; y como señal (muy a menudo no verbal) de inicio de una sesión o escena de carácter temporal y puntual.

Por estos motivos, los Dominantes enseguida elaboran una lista de autorizaciones en cuanto a hábitos y comportamientos para la sumisa. Y todas las listas que se hagan me parecen bien, me parecen necesarias, me parecen divertidas y practicables.

Pero siempre me queda la duda. ¿Qué sentido tienen, qué pretenden, qué persiguen? ¿Sólo la constatación de la sumisión? ¿Presumir en público? ¿Recibir un tratamiento y escuchar una forma de hablar inusual en la vida corriente pero propia de una sesión o escena BDSM?

Son pocos los Dominantes que me han llegado a explicar sus fines más allá del propio divertimento de ambos, que ya es suficiente si, pero que me deja un tanto insatisfecho personalmente. A las sumisas que le pregunto y ¿para qué haces tal o cual cosa?, apenas extraigo una frase como "porque así lo desea mi Amo".

Creo que el Dominante que prepara una lista de hábitos y comportamientos para su sumisa debe explicarle o hacerle ver frecuentemente a su sumisa para qué lo hace, puesto que entiendo que el por qué está explicado por el placer que le reporta al Amo y a la sumisa.

Una sumisa que adquiere pericia en sus hábitos y conductas desborda sensualidad por todos los poros de su piel, en sus comportamientos, en sus palabras, en su comunicación, en las relaciones con otras personas.

He observado también cómo las palabras y el argot propio de ambientes BDSM empleadas por las sumisas se erosionan al punto de convertirse en palabras dulces, en palabras de entrega pero vacías de sentimiento. Quien lee Historia de O siente la profunda intensidad que tiene un "Soy suya" que O le repite más de una vez a su amante René primero y luego a Sir Stephen. ¡Cuántas veces he leído en Internet a sumisas que proporcionan enormes palabras de amor, entrega y admiración a un Amo con el que apenas le vinculan dos semanas y, a la tercera o cuarta semana dejó de serlo! ¿Dónde quedó el amor, la entrega, la admiración? ¿Fueron estas palabras respondidas adecuadamente por el Dominante?

No creo que el comportamiento y el lenguaje verbal de una sumisa puedan separarse de sus sentimientos. Todos nos damos cuenta cuando somos atendidos en un restaurante por un buen camarero (mesero) profesional o por otro que no lo es. Pueden ir vestidos del mismo modo, podemos llamarlo por su nombre profesional a ambos pero, ¿Acaso producen la misma sensación agradable, de bienestar, de placer? ¿Acaso se saborea del mismo modo las viandas? ¿Acaso son las mismas ganas de permanecer en el lugar en la sobremesa?

Una sumisa reporta las mismas sensaciones de agrado, de bienestar y de placer cuando se relaciona con otras personas, incluso fuera de un ambiente propiamente BDSM: Procura un tono de voz agradable, modulado, adecuado a los propios ruidos de ambiente; igualmente sus movimientos corporales; procura dirigir su mirada y conectar mediante una sonrisa con todos los que se relacionan con ella; se muestra dispuesta a complacer en cosas sencillas, o si esto no es posible, al menos a no generar situaciones de rechazo; controla enormemente su estado somático procurando un equilibrio positivo al interactuar con otros. Aprecia el roce corporal como modo de expresión de la amistad; escucha más que habla.

No, no estoy hablando de una persona pusilánime, insulsa, voluble, de una persona ajena a su personalidad o sin personalidad definida. Hay sumisas que profesionalmente ejercen posiciones de poder, de dominación, que cuentan con equipos y personas subordinadas a sus órdenes, y que tienen una alta consideración profesional.

Estoy hablando por el contrario de una persona asertiva, afirmativa: Un comportamiento que respeta, ante todo y por encima de todo, a las personas, aunque tenga que oponerse a las ideas, decisiones o comportamientos que éstos muestren que no son de su condición, educación o parecer. Un comportamiento que busca escudriñar en las personas y sus circunstancias, desde el más absoluto respeto, con la única intención de ganarse su bienestar, su amistad, su complicidad, una comunicación abierta y de confianza. Y esto es posible, si, porque conoce, ejercita, desarrolla y controla todas y cada una de las cualidades inherentes a su personalidad (las buenas y las menos buenas), a su cuerpo, a su comportamiento, confiriéndole una enorme seguridad sobre sí misma (la misma seguridad que le permite entregarla a su Dominante).

El mismo Dominante que cuando esto observa de su sumisa fuera de una sesión BDSM siente una profunda admiración y, permíteme, enamoramiento continuado y altivo sobre su sumisa, reportándole a él, más que a nadie, un profundo placer y unos altos grados de sensualidad y disposición a seguir recibiendo, a seguir ordenando, a seguir trabajando formas de sumisión.

Recuerdo ahora, al escribir esto, a Vanessa Duriés en su libro "La atadura", en el Capítulo 2 "Las reglas del juego" que dice: "Cuando a lo largo de sesiones muy duras me empuja hasta el paroxismo del agotamiento y del dolor físico, llevándome al borde de la ruptura psicológica, me basta con mirarle para constatar su placer y centuplicar mis fuerzas. Hay algo muy obvio que quienes no han sido iniciados en este universo marginal y mágico ignoran: el amo nunca es quien la gente cree que es. El amo se halla en una situación de absoluta dependencia con respecto a su esclava. No existiría ni tendría justificación alguna si no fuera por la esclava. En realidad, el amo es el esclavo de la esclava, pues depende de que ésta acepte someterse a las sevicias que lo excitan. Cuando uno llega a comprender esta realidad paradójica, ya no tiene por qué avergonzarse de ser esclava. Al contrario: debido al sutil juego de las relaciones de dependencia, el esclavo puede ser quien ostente el auténtico poder en la relación sadomasoquista".

Claro que el Dominante también debe hacer una parte muy importante para ello. No es posible encontrar hábitos y conductas en una sumisa como los que hemos descrito más arriba si no encontramos sus comportamientos correspondientes en el Dominante. Del mismo modo que para que exista una sesión D/s tiene que existir una alta compenetración de los dos roles, su simbiosis, como una pareja de ballet, o mejor aun, de tango, que expresa como pocos la Dominación/sumisión; así también en los hábitos y las conductas que como pareja tienen con otras personas debe quedar manifiesta esa misma simbiosis, esa misma coordinación, esa arquitectura del comportamiento acompasado, equilibrado, armónico.

Así es por tanto que el desarrollo de hábitos y conductas de la sumisa en un vínculo con su Dominante no se limita simplemente a decirle a una sumisa que es lo que tiene que hacer o dejar de hacer, cómo y cuándo; sino que también requiere que el Amo se exprese en su forma de hábitos y conductas dominantes. Basta un gesto, muchas veces, una palabra serena, casi imperceptible, para expresar una orden, para que la sumisa dispuesta atienda u obedezca. A esto me refiero, a que hace falta comportarse en ese gesto, en esa palabra, en esa serenidad.

Son hábitos los quehaceres diarios, aquellas cosas y actividades que la sumisa hace como muestra y señal de sumisión hacia su Amo: una llamada a determinada hora, un e-mail, una forma de saludo, una forma de vestir, algo que beber o comer, etc. Estos serían hábitos autorizados, es decir, aquellos que han sido consensuados con el Dominante que aprueba que se hagan. Es sumamente difícil, por no decir imposible, que una sumisa requiera de la autorización de su Dominante para cumplir con sus obligaciones y responsabilidades familiares, profesionales, sociales. Por tanto, en un vínculo D/s estas obligaciones entran en los hábitos autorizados, lo que no quiere decir que por ello durante las horas que le ocupan la sumisa no pueda hacer determinadas cosas que le recuerden su entrega y manifiesten al Amo que se está entregando en sumisión.

Existen asimismo hábitos que requieren la debida autorización del Amo para poderse realizar. Por lo general se encuadran aquí aquellos que tienen que ver con el ocio de la sumisa o que le ocupan en su tiempo libre. Si recordamos ahora algunas formas de sumisión corporal antes descritas, vemos que, en efecto algunas relacionadas con el amoldamiento corporal pueden incluirse aquí: Permiso para adquirir ropa, acudir a la peluquería, maquillaje, etc.

Y pueden existir hábitos adquiridos por la sumisa por costumbres procedentes de otros grupos de relación, de su familia, de su cultura, que no son aceptados por el Dominante y que por tanto procede a prohibirlos directamente. En éstos prohibidos debemos añadir aquellos que el Amo introduce con la finalidad de romper barreras, impedimentos, tabúes, más de carácter psicológico o moral que una sumisa puede tener. Hablo de cosas simples como tomar un baño solar con sus senos descubiertos; o el empleo de palabras insultantes, mal sonantes; de la posibilidad de fumar, o beber, en presencia de su Dominante, en una determinada cantidad, etc.

Y dentro de los hábitos y las conductas deseadas por el Dominante, éste introduce en la sumisa nuevas dinámicas que estimulan y desarrollan formas de sumisión mental y corporal. Son aquellos que la sumisa debe hacer porque es así del gusto y agrado del Dominante, por encima y casi exclusivamente por eso, porque son del gusto y agrado del Dominante. Ejemplos nos pueden sobrar, pero me atrevo a poner algunos: Realizar ejercicio físico diario; un mayor control sanitario de su cuerpo; interés por otras formas de ocio más afines a las de su Dominante, ya sea música, lectura, interés por determinadas expresiones culturales; reemprender estudios; un sentido diferente de la posesión de las cosas, de las marcas comerciales, del consumismo; del sentimiento del afecto o del amor como algo comercial, canjeable, negociable, basado en los detalles recíprocos. Una sumisa sabedora de su poder, entrega tantas veces como requiera su Dominante sin esperar una respuesta inmediata a esa entrega, sin duda porque sabe que será complacida como mínimo en la misma medida, por lo general aún más magníficamente a como ella entregó. Y siendo así, la magia de la relación D/s volverá a comenzar su ciclo.

Perfectamente me puedo cuestionar si todo esto que he escrito es realmente realizable, incluso más, puedo rechazarlo automáticamente de plano si recuerdo formas de relación D/s que implican exhibicionismo y emputecimiento de la sumisa. ¿Qué tiene que ver el exhibicionismo con hábitos y conductas con las descritas anteriormente? ¿Acaso el emputecimiento pretende hacer de una sumisa el tipo de mujer asertiva, afirmativa, que describo líneas arriba?

Nuevamente tengo que lamentar el comportamiento de aquellos Dominantes que exigen un exhibicionismo de la sumisa porque sí, o del mismo modo su emputecimiento si más. Y lo lamento porque me parecen planteamientos de sumisión (bastante mental, por supuesto corporal e indudablemente de conducta) muy pobres. Con todos mis respetos al Dominante que lo exija, más respetos aún a la sumisa que lo practique, mi punto de vista personal es que o tiene una finalidad, o el exhibicionismo porque sí y el emputecimiento porque sí no tiene relación con el BDSM.

Una disciplina puntual o continuada de exhibicionismo o/y de emputecimiento BDSM se realiza porque Dominante y sumisa lo desean, o al menos uno de los dos. Tiene su sentido en la ruptura de tabúes y limitaciones del Dominante y de la sumisa. Tiene sentido en el sentido de desposesión que adquiere la sumisa de su propio cuerpo. Tiene sentido como forma de expresión sexual, buscando más el placer ajeno antes que el propio. Tiene sentido en el aprendizaje de técnicas y el desarrollo de nuevas formas de ejercer la sumisión. Tiene sentido si logra el convencimiento de que cada cuerpo tiene una forma diferente de exhibirse, moverse y estimularse y actuar sexualmente, diferente, no mejor ni peor, simplemente diferente, y cuanto antes el Dominante y la sumisa queden satisfechos y convencidos con esa su forma diferente de ser corporal más goce van a obtener sistemáticamente, y en BDSM una forma muy acertada de conseguirlo es mediante el intercambio o sesiones conjuntas con otras parejas de Dominantes y sumisas.

Ejemplos no me faltan. No todos los Dominantes disfrutan igual del sexo oral, no todos los penes son del mismo tamaño, no todos los cuerpos huelen de la misma forma, la plasticidad de los movimientos de los cuerpos de cada persona es diferente. Todos somos diferentes. Aprender con nuestra forma de practicar sexo, el tamaño de nuestro pene, nuestra resistencia sexual, nuestros movimientos, interactuando no solo con nuestra propia sumisa sino con otros Dominantes y sumisas nos permite alcanzar y explorar nuevos límites de placer, nuevas formas de satisfacción. Y todo ello en un ambiente seguro, sano y consensuado.

Me viene a la memoria, otra vez, Vanessa Duriés y su libro "La atadura", cuando en el capítulo 5 "La prueba" escribe: "Obedeciendo a los deseos de Pierre (su Amo), me levanté el vestido y me abrí de piernas, arqueándome de una forma que me encanta, que acentúa la curva de la grupa y realza el contorno de mis nalgas, en forma de manzana. Presentarse de esa guisa obliga a la esclava desnuda a hacer ofrenda de su cuerpo, sean cuales fueren sus defectos, y también la ayuda a conocerse, aceptarse y a asumirse mejor. En su absoluta desnudez, ese cuerpo entregado, despojado de ropa, escudriñado por todos hasta el último rincón, es escarnecido y humillado sin concesión alguna. El ser que se exhibe de esa forma descubre el poder de su cuerpo, y la esclava extrae su fuerza de la fascinación que ejerce sobre el amo". Mas adelante, en el capítulo 8: "El hechizo del sótano" escribe: "Me he convertido en una persona distinta. He cambiado mucho, he aprendido a dominarme, a reprimir mi agresividad y, sobre todo, a comunicarme. En realidad, estas prácticas constituyen un nuevo lenguaje corporal, un nuevo medio de expresión que me ha revelado Pierre a través de nuestras fabulosas experiencias sadomasoquistas".

Castigos

Tampoco voy a detenerme demasiado en los castigos, porque de esto si que sabemos y hemos leído mucho. No es concebible una relación BDSM sin castigos.

El castigo es también la manifestación del poder del Dominante sobre su sumisa. Esta hace porque el Amo le ordena, o porque el Amo la castiga.

¿Todos los castigos son consecuencia de una falta? ¿Todos los castigos tienen que ser recibidos en el cuerpo o tienen forzosamente que implicar privaciones para la sumisa? Un manual de psicología del comportamiento enseguida nos dice que no. Que el castigo que conocemos de las disciplinas de la escuela (arrodillados de cara a la pared soportando el peso de los libros), inglesa (generalmente azotainas), sexual (privación de caricias u orgasmos) no son solo las únicas formas de castigo. ¡Cuántos Dominantes pierden la oportunidad de castigar de otro modo a sus sumisas!

Se puede ser igualmente Dominante y manifestar el poder sobre una sumisa siendo un Amo premiador, castigando de modo positivo, incentivando y estimulando los comportamientos deseados en la sumisa, potenciando como premio aquello que la sumisa más desea a partir de un esfuerzo adicional de lo que ella debe y tiene mandado hacer.

Compaginar ambos métodos de castigo, el castigo negativo, penalizante, doloroso, privativo, humillante; con el castigo positivo, premiador, se alcanzan niveles de complicidad, confianza, progreso y desarrollo en las relaciones BDSM más consolidadas, placenteras, eficaces y sobre todo, posibles de ser llevadas a la práctica real en vínculos que se desean del tipo 24/7.

Descrita esta opinión acerca de los posibles castigos, quiero exponer a continuación mi visión sobre los castigos negativos o penalizantes:

Un castigo no se puede aplicar nunca inmediatamente de momento de enojo o enfado. Un castigo tiene como finalidad expiar el enfado, recobrar rápidamente el autocontrol emocional de Dominante y sumisa.

Son castigos que surgen a partir de una falta, que debe ser argumentada hasta ser aceptadas por la sumisa. Las faltas argumentadas son la evidencia de que la comunicación que se da en ese momento es para algo positivo, como es el interés, la atracción y el amor que existe entre Dominante y sumisa. Por tanto no es una conversación unidireccional donde el Dominante actúa como juez mientras la sumisa guarda silencio de reo esperando la sentencia. El Dominante, en mi opinión debe dejar claro su interés, cuando lo haya su atracción y cuando exista su amor y pasión por la sumisa. El Dominante debe esperar de la sumisa que ésta, al recibir el castigo sienta ese interés, atracción y amor, y acepte el castigo para demostrar su interés en continuar con el vínculo y demostrar su entrega con esfuerzo y con pasión.

Pueden darse situaciones en que el castigo no sea recomendable aplicarse en el momento previsto, porque la sumisa atraviese por situaciones emocionales o fisiológicas que puedan verse dañadas. Esto igualmente puede ocurrir en otras formas de sumisión, ya sea mental, corporal y de comportamiento. Se recurre entonces al empleo de señales o palabras de seguridad.

En el caso concreto de una falta, la sumisa puede y debe emplear la señal o palabra de seguridad para protegerse cuando no se encuentre bien por algún motivo emocional ó fisiológico. Pero no debe emplearla cuando el castigo está siendo aplicado.

Nuestra imaginación, con la ayuda de la literatura, el cine, nuestras propias fantasías, seguro que nos permiten hacer una lista interminable de castigos posibles. Así que mejor ni intentar hacer una lista por mi parte.

Pero si creo que merece la pena recordar que hay formas de aplicar un castigo utilizando las dimensiones espacio y tiempo, así como el grado de publicidad o privacidad para que un Dominante ejecute el castigo que tiene previsto para su sumisa. Pueden aplicarse castigos más allá del cuerpo receptivo de una sumisa, empleando juguetes, ornamentos, utensilios, ropas o calzados que manifiestan públicamente que la sumisa está cumpliendo un castigo. Pueden aplicarse castigos que duren minutos, horas o días. Pueden ser castigos que la sumisa reciba en privado, en ambientes elegidos por ellas o en cualquier espacio público a los ojos de cualquiera. Insisto, la imaginación es tan ilimitada que se ocurren muchas ideas al respecto.

Y en cuando a castigos positivos o premios digo exactamente lo mismo, la lista es ilimitada. El cumplimiento esmerado o anticipado de los deberes de la sumisa ante su Amo, la especial satisfacción obtenida por el Dominante a partir de un comportamiento cuidado y especial de su sumisa, permiten al Dominante complacerla con detalles o regalos (no tienen por qué ser materiales, dejemos el consumismo, las flores y los perfumes de un lado si lo prefieres) que reporten un placer emocional en la sumisa.

A mi me gustan más esta segunda forma de castigos, los premios, aunque reconozco que es necesario emplear los castigos negativos. Pero los avances en las relaciones de D/s, el descubrimiento más rápido de la personalidad de la sumisa, la potenciación de sus cualidades, el perfeccionamiento de sus hábitos y conductas, no me cabe duda, se consiguen mucho antes desde los premios que desde las privaciones.

En la sumisa adquieren los premios y los regalos unos lazos de confianza, de disposición a la entrega, de esfuerzo en lo que hace para su Dominante que la alejan del miedo, del dolor no deseado, del sentimiento de fracaso que llevan implícito los castigos negativos.

Algunas consideraciones finales: la dependencia, el amor.

¿Dependencia de quién sobre quién? ¿Es posible controlar la dependencia que la sumisa tiene de su Dominante? ¿Es adecuado que el Dominante ejerza un alto grado de control sobre la sumisa al extremo de ella ser totalmente dependiente del Amo? Está la dependencia afectiva, la dependencia psicológica, la dependencia material, ¿Se pueden ver afectadas todas ellas en un vínculo D/s? ¿Una sumisa debe depender totalmente de su Dominante?

Por todo lo que he expuesto, queda claro que desde mi punto de vista el Dominante no puede comportarse como un elemento que ordena, que goza, que castiga y que procura, cuando quiere, placer a su sumisa. Para nada comparto esa idea. Pero de esto ya hablaré en mis conclusiones.

Lo que si está claro es que en un vínculo D/s estable o que al menos pretende serlo, Dominante y sumisa son por igual, dependientes y responsables de esa relación.

Creo haber dejado claro también que la sumisa es libre de ceder solo aquello que desea, que busca y que quiere entregar a su Dominante. Por tanto, si pienso que es posible controlar el grado de dependencia que de su Amo tiene. Y ejemplos no faltan, especialmente en aquellos que tienen limitaciones profesionales o civiles por las que no pueden recibir o entregarse completamente a su pareja D/s.

Opino que un Dominante debe pensarse más de dos veces, y de tres y de cuatro, ejercer un control de dominación total sobre la sumisa que la lleve a ser totalmente dependiente de él. Por eso me sorprendo cuando leo y conozco de experiencias en que el Amo, casi al comienzo de la relación o vínculo, ejerce un control absoluto sobre todas y cada una de las cosas y tareas de la sumisa al punto que ésta, llegado un momento, tiene que elegir entre la realidad de sus obligaciones y responsabilidades o su Amo. Claro, elige por la realidad de sus obligaciones, y claro, el vínculo se rompe. Pero esto ya no me sorprende. Sí me sorprende por el contrario que ésta modalidad de Amo prolifera con demasiada frecuencia en el medio Internet. ¿Cómo podemos protegernos de estos Dominantes? Hacen tanto mal en la difusión de éste Estilo de Vida; hacen tanto daño en las sumisas que se inician, que tratan de descubrir sus límites; hacen tanto mal a los Dominantes que buscamos profundizar y descubrirnos más y más en el BDSM, también por Internet, que debemos hacer algo para protegernos de ellos.

No hay que ejercer control sobre todo para sentirse poderoso sobre una sumisa. Una sumisa que profundiza en la relación BDSM con su Dominante, alcanza una soltura en sus movimientos, en sus acciones, toma iniciativa en lo que hace, en lo que debe de hacer y entregar, y precisamente porque lo entrega a su Amo, éste no requiere de controlar todas y cada una de las actividades de la sumisa, simplemente marcar pautas que son seguidas lealmente por su sumisa. Claro que esto lo da el tiempo, la comunicación, la confianza.

Y el tiempo, la comunicación y la confianza generan afecto, aquí en una relación D/s o en cualquier relación convencional de cualquiera dos personas en cualquier lugar o ambiente. Y ese afecto es recíproco. Llamémosle a partir de ahí como queramos llamarlo: compañero, amigo, colega, conocido, amante… Y entonces reformulemos la pregunta. ¿Se genera dependencia afectiva? Claro que si, de la misma manera que en las relaciones antes expuestas y con el mismo grado de intensidad en todas y cada una de ellas y de la forma de expresarlas de cada uno. Las relaciones BDSM en este sentido no tienen ninguna forma especial o adicional de dependencia afectiva que todas las demás.

Queda claro también en mi opinión personal que la dependencia psicológica que experimentan Dominante y sumisa está directamente relacionada con los efectos positivos que causa una relación de sumisión mental y desarrollo de comportamientos de autocontrol, de autoestima, asertivos y afirmativos en ambos. Por tanto, esta dependencia psicológica permite que Dominante y sumisa se relacionen con otras personas, adquieran compromisos de otra índole con otras personas e incluso que persevere sus lazos de amistad y de comunicación incluso más allá de la propia duración del vínculo D/s.

Es por ello que se puede justificar en mi opinión la Dominación/sumisión múltiple, es decir, una sumisa dispuesta a entregarse a más de un Amo; un Dominante dispuesto a aceptar y recibir de más de una sumisa.

No quiero, premeditadamente, tratar ahora las formas de dependencia psicológica que generan daño. Me acuerdo ahora del texto de autor anónimo que tradujo mi sumisa ona{JV} sobre las "Etapas (anímicas) después de la libertad o liberación (no deseadas por la sumisa)" que nos hacen referencia a: La etapa de negación de lo sucedido; etapa de conmoción emocional; etapa de auto-desvalorización de su condición como persona como sumisa; etapa de depresión y baja autoestima; etapa de odio y rechazo; etapa de aceptación de lo sucedido y su situación actual; etapa de empezar de nuevo, de seguir adelante y vuelta a empezar.

Y la tercera forma de dependencia es la material. Mis ojos no han dado crédito a lo que leían en más de una ocasión cuando sumisas me preguntaban confidencialmente qué debían hacer ante la petición de su Dominante de recibir, obtener, entregarle ya su documentación, el dinero, información sobre las propiedades o bienes de la sumisa. ¿Esto forma parte del BDSM? No, no forma parte. ¿Más claro? Si, más claro: No, no forma parte, ni siquiera en un grado de esclavitud absoluto.

"Tu confundes el amor con la obediencia. A mí me obedecerás sin amarme, y sin que te ame yo", dice Sir Stephen a O en la novela de Pauline Réage (Dominique Aury).

Es delicado hablar de amor en una relación BDSM. Porque el amor no siempre justifica la relación D/s, ni tiene por qué surgir amor entre un Dominante y una sumisa que se vinculan. Claro que, si no me ha temblado la firmeza de las palabras con las que he comenzado este párrafo, tampoco puedo dudarlas para afirmar que es muy habitual que el amor preexista para darse una relación BDSM y que el amor surja con fuerza en una relación D/s.

Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. || 2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. || 3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

Pues si el diccionario al que otra vez recurro para dejar claro de qué concepto de amor estamos hablando, nos da esas definiciones genéricas, no hace sino avalar la primera afirmación de dos párrafos más arriba. Es amor es posible, se da, se encuentra en las relaciones BDSM si quien lo practica, ya Dominante ya sumisa, quiere tenerlo, darlo o encontrarlo.

A partir de aquí, mi aportación y opinión personal viene con la necesidad que tenemos en las relaciones BDSM de saber graduar el amor.

El hecho de sentir la Dominación o la sumisión, y expresarla mediante un vínculo y darle salida desde nuestra intimidad, nuestros sueños o nuestras fantasías, es una clara manifestación de la insuficiencia satisfecha por el otro rol con el que nos relacionamos. Por lo general, al comienzo de una relación así, puede crear un incontrolable deseo y una alta aspiración a colmarla y satisfacerla. Es entonces cuando Dominante y sumisa deben esforzarse en establecer con claridad los objetivos, los límites, las formas y condiciones del vínculo para ponderar y controlar esas emociones y deseos vividos tan intensamente. A esto me refiero con la necesidad de graduar el amor.

Se que los sentimientos y las emociones son del corazón (amor) y que los objetivos, los límites, las formas y las condiciones del intelecto (pensamiento). Y por eso me ratifico en el permanente ejercicio y esfuerzo de autocontrol que debe existir en una relación D/s, también para saber graduar y valorar exactamente que grado de amor tiene que darse en un vínculo.

Mis conclusiones: Con la "D" de Dominante

Me causa respeto iniciar las conclusiones. Tengo claras mis ideas, mis deseos, conocidos por los íntimos, los muy próximos. Me causa respeto darlos a conocer a otros Dominantes, a otras sumisas. No se, siquiera, si podré expresar pautas para el comportamiento de un Dominante. Pero las que tengo claras, porque siempre estoy motivado al cambio, a la evolución, al desarrollo, son las que quiero que sean mis conclusiones.

El Dominante debe asumir desde el primer momento que en cualquier modo de relación BDSM recibiendo los sentimientos de una sumisa. Ya sea sumisa recién iniciada o acumule experiencia. Los sentimientos le vendrán expresados a través de las fantasías, intimidades, confesiones que ella proveerá a su Amo. Sentimientos que le vendrán demostrados en la propia evolución del vínculo y entrega de la sumisa. Sentimientos que se harán propios con la amistad, confianza, complicidad que mutuamente tendrán. De ahí que, el Dominante debe saber conjugar la exigencia de Amo con la ternura del compañero, conjugar los deseos y límites de la sumisión con la cercanía y el cariño.

El Dominante, por muy experimentado que esté, siempre aprende algo nuevo de una relación D/s. Podrá utilizar las mismas formas de sumisión mental, corporal, inculcar similares hábitos y comportamientos en su sumisa, asignar similares castigos. Pero la respuesta de la sumisa, de cada sumisa, será siempre diferente. Podrá emplear los mismos juguetes, las mismas técnicas y disciplinas. Pero cada cuerpo reaccionará de un modo distinto a la caricia, al estímulo, a la presión, al calor, al dolor. Incluso el suyo propio recibirá sensaciones y placeres distintos, porque la sumisa le ofrecerá placer en su modo particular, propio y único de hacerlo.

"Mi Amo puede conseguir de mi cuanto se le antoje. Puede forzarme a hacer todo lo que desea, incluso aquello que no se atreve siquiera a confesar. A mi me ampara y sostiene la confianza que tengo en él, y esa ciega confianza me impulsa a dejar que me cubran los ojos con una venda o una máscara de cuero para someterme a ciegas a ciertas pruebas en lugares y con personas que sólo el conoce. La confianza que une al amo y a su esclava es fundamental; es una confianza que condiciona y autoriza todos los excesos, y con ellos todas las dichas". Vanessa Duriés, "La Atadura" Capítulo 1: La Revelación. Esto es, confianza.

El Dominante debe hacer, sobre todo al principio, un esfuerzo permanente de sinceridad, de claridad en lo que espera de la sumisa, hasta donde incluso está dispuesta a llevarla, aún incluso de turbar y provocar la huida de la sumisa. No forma parte de los vínculos D/s la mentira, la duda, la falsedad incluso estratégica, aquello que se oculta premeditadamente para conseguir algún fin dentro de la propia relación; eso le llevará al fracaso.

El Dominante debe conocer cuánto antes los límites de la sumisa, sin transgredir los límites morales o físicos aceptados por la sumisa. En este sentido, corresponde al Dominante adaptarse a la personalidad y a la capacidad de obediencia y de resistencia de la sumisa. La sumisa debe, a su vez, conceder al Amo los privilegios de su rol, proporcionándole placer por dominar. Pero la sumisa debe tener su independencia, incluso te propondrá la prueba de la desobediencia, porque de éste modo también sabrá y conocerá los deseos de su Dominante.

El Dominante se esfuerza en encontrar el punto de equilibrio, de compenetración y complicidad adecuada con su sumisa, y a partir de él, evolucionar. Es saber qué espera que puede darle la sumisa y lo que ella está en su derecho de esperar.

El Dominante debe esforzarse en preparar su estrategia, marcarse los objetivos que desea cumplir en una relación de D/s, incluyendo ahí también la iniciativa que tiene que tomar y aportar al vínculo la propia sumisa. Una relación no se consigue con los aportes, objetivos e iniciativas de uno solo y la pasividad del otro, el solo sometimiento; es necesaria la aportación de ambos.

Y vuelta al principio, ¿sumisión es sometimiento? Y hago mías, otra vez, unas palabras de Vanessa Duriés, la esclava laïka: "Porque si hay una cosa de la que puedo dar fe pese a mi insignificante experiencia es que a una esclava jamás se le impone nada que ella no quiera hacer. En el ámbito del sadomasoquismo, la esclava elige, con la complicidad de su amo, las pruebas y los ritos a los que desea someterse para su mutua felicidad".

dedicado a ona{JV}, con ilusión. Gabrel.

- FIN -