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Yo Sola

en Voyerismo

Yo sola

Luz Marina

Este es mi cuarto relato de una serie que estoy escribiendo relacionados a mis experiencias sexuales. Los tres anteriores, publicados también en este sitio de internet tienen que ver con mis primas Rosaura y Laura (ver: Mis primos y mi tía, y Laura –amor filial) y Mi nuevo vecino (Primera vez).

Como les he contado, digamos que soy adicta a satisfacerme sexualmente yo misma, masturbándome de diferentes maneras y en distintos sitios. Comúnmente lo hago al despertar por la mañana cuando me quedo unos cuantos minutos tendida en la cama desperezándome. En esos momentos mi recuerdo recorre los instantes más intensos que sexualmente haya vivido en esos días; en Rosaura y su exquisita manera de chupar mi cosita o en alguna otra chica que me haya brindado la delicia de sus jugos en días anteriores. Con esos pensamientos, me dejo llevar por un viaje mental hasta hacerme venir divinamente. De esa manera comienzo bien el día.

También disfruto mucho masturbándome en la tina del baño con el chorro de agua, el cual, controlando la presión, la hago que choque contra mi vagina, sobre mi clitori o que se estrelle en la entrada de mi dulce cuquita, como si buscara penetrar todos sus rincones. Tendida en la base de la bañera, elevo mis piernas apoyándolas contra las paredes, de manera que mi cuca quede a la disposición del chorro. Por supuesto que esa situación me lleva al éxtasis y a movimientos involuntarios de cadera que me hace venir muy rápidamente. Junto con el chorro no puede faltar la ayuda de mis dedos.

De mil maneras me he hecho gozar yo misma, pero de todas, la que me ha proporcionado los más poderosos, ardientes e incontrolables orgasmos que en mi vida haya tenido ha sido las masturbadas que me di en un motel de Barquisimeto.

Barquisimeto es una de las más importantes ciudades de Venezuela, ubicada al centro-occidente del país, donde cuento con un par de clientes. Como Directora de Arte Creativa que soy, realizo trabajos freelance o libres para la creación de piezas artísticas para agencias publicitarias y empresas particulares, los cuales desarrollo en mi propio estudio de diseño. Pues bien, mi viaje a esa ciudad fue para atender a una de estas firmas comerciales. Llegué a Barquisimeto por dos días, instalándome en un motel de lujo cercano a la fábrica que debía atender. Después de ducharme y ponerme linda me trasladé a la reunión prevista. El día se pasó discutiendo planes creativos con la gerencia de mercadeo y conociendo las nuevas instalaciones para la producción del zapato deportivo que sería lanzado al mercado en dos meses, y del que yo sería responsable de su campaña publicitaria

Regresé al motel a eso de las 9:30 de la noche, después de cenar con el gerente de marketing, quien no perdió oportunidad alguna para enfilar hacia mi toda su batería de conquista, la cual supe afrontar y salir triunfante, y él derrotado en su propósito de llevarme a la cama. Ya en la habitación me puse lo más cómoda posible, desprendiéndome de toda la ropa con excepción de la pequeña tanga de satén púrpura que llevaba puesta. Encendí el televisor y me tendí de espalda en la amplia cama posando la cabeza sobre dos buenas almohadas que había dispuesto para mi mayor comodidad, y relajando totalmente mí cuerpo cansado me dispuse a ver una película que estaban pasando. De inmediato me dejé llevar por la trama de la película, dedicándole toda mi atención a la acción que se estaba desarrollando, mientras mi mano, casi automáticamente, se paseaba suavemente sobre mi pecho y mi estómago, bajando algunas veces hasta la vulva, donde los dedos jugaban con los ensortijados pelitos que salían por lo lados de la panty. No me estaba preparando para una mayor actividad erótica, solo me distraía con la suavidad de mi piel al contacto de mis dedos, mientras disfrutaba de la TV. No habrían pasado diez minutos de estar inmersa en aquella película cuando uns sonidos robaron mi atención al televisor.

Gemidos y palabras, originados de alguna de las habitaciones vecinas a la mía, muy familiarizados conmigo, se escuchaban tan cerca. Definitivamente era melodía erótica combinada con palabras sensuales. El "sssssshhhh… sssssshhh…así… así, papi…sssshh…así…", generado por labios femeninos despertó de inmediato mis sentidos. Me levanté de la cama buscando el sitio exacto de donde aquellas excitantes expresiones se hacían sentir más. ¡El closet!, de ahí venían. Me introduje en él para escuchar más cerca, con la suerte de que pude detectar una ranura por donde se colaba la luz de la habitación contigua. El ropero de mi habitación compartía el mismo espacio con el otro cuarto, separados únicamente por una pared de madera en el medio, donde alguien había abierto un hoyo que brindaba una buena visión del otro lado. Al acercar mi ojo a la abertura el espectáculo que saltó a mi vista me sacudió.

Una amplia cama y sobre su lecho un hombre y una mujer. El sujeto tenía su cabeza metida en el medio de unos muy bien torneados y esculturales muslos, con su cara pegada a la vulva, donde le estaba dando gozo con la lengua a la preciosura de mujer que, tendida sobre su espalda con las piernas abiertas, se veía que estaba disfrutando a lo grande.

Me impresionó sobre todo la belleza de aquella chica. Una delicia de entre 20 a 24 años; no sabría precisar con exactitud su edad, pero se notaba joven, de piel blanca nacarada con larga cabellera negra muy lacia que caía como cascada desde su cabeza a los hombros, cubriendo parte de su espalda. Su cara angelical y su fantástico cuerpo, que volvería loco al más tímido de los hombres, me arrastraba al placer que ya mis dedos habían comenzado a darme. Aunque ella estaba acostada sobre su espalda podía imaginarla como una persona alta, tal vez de un metro 75 ó más, con largas y hermosas piernas, senos redondos y firmes pezones virginales (siempre he llamado "pezones virginales" a aquellos que como copas se levantan sobre los senos hasta su punta). Su vulva, cuidadosamente afeitada, brillaba con los lubricados jugos que la lengua experta del hombre hacía brotar de aquella deliciosa abertura. El dominio que la joven tenía sobre sus caderas era de tal forma que los movimientos circulares que generaba, combinados por los que realizaba de abajo hacia arriba, se acoplaban al ritmo que proporcionaba la lengua experta en aquella exquisita raja, dándome así un espectáculo extremadamente erótico.

Para ese momento yo ya estaba inmiscuida entre las piernas de aquella hermosa hembra, imaginándome que era yo la que mamaba tan rica vagina y no su amante, quien recibía directamente todos sus placeres. Embriagada por aquella visión y por los gemidos y palabras entrecortadas de la chica, me aferré al hoyo que me estaba brindando tan excitante momento. Dos de mis dedos invadían mi cuca, mi encharcada caverna, rotándolos dentro ella, metiéndolos y sacándolos, y acariciando con desesperación mi erecta frutita. Mis olorosos jugos corrían hacia el piso por entre mis mulos. Sabía que si seguía tocándome como lo estaba haciendo me vendría antes que la chica, por eso, bajé el tono de mis caricias para continuar disfrutando de mis vecinos amantes.

Al concentrar mi mirada a la cama no podía encontrarme con mejor panorama. La cabeza de la "galleguita", como yo la llamaba, estaba enterrada en la almohada, moviéndose a los lados descontroladamente. Sus muslos al aire se extendían lo más que podían y ese vibrar persistente que sacudía cada fibra de aquel par de blancas columnas, anunciaba que se estaba desatando de lo más profundo de su ser un torrencial orgasmos. Sus ahogados gemidos y su acelerada respiración presagiaban que se estaban abrieron las compuertas de una descomunal acabada, lo que hacía que el temblor en sus muslos. Su nalgas y en su estómago se presentara con mayor fuerza. La chica parecía pedir que no se terminara el instante que estaba vivieno (yo tampoco), cuando con sus manos empujó la cabeza del tipo contra su vulva, restregando la vagina en la boca. Mientras más presionaba la cabeza contra su cuca más aceleraba los movimientos de sus caderas hasta que, no aguantando más, comenzó a explotar en un espasmódico orgasmo que sacudió todo su cuerpo e inundó, con los más desesperados gritos, toda la habitación.

Apenas comenzaba a desencadenarse aquel descomunal orgasmos cuando el hombre, apresuradamente se levantó y agarrando su grueso y largo pene lo introdujo de un solo tirón dentro de la caliente concha, para iniciar seguidamente y con una tremenda fuerza, un mete y saque que hizo salir todo lo que segundos antes había empezado a reventar dentro de la chica. Ella se aferró a su cuello y sus pies se entrelazaron sobre la espalda de su amante. El hombre seguía perforando sin contemplación las entrañas de aquella insaciable hembra que respondía a las embestidas abrazada a su cuello y, empujando su cuca al compás de la penetración que le estaban dando, lo mordía y lo besaba. Nuevamente el volcán erótico estalló dentro de si, esta vez con mayor potencia, sacudiendo una vez más su precioso ser hasta dejarla rendida debajo del hombre, quien, aún sin acabar, permitió un respiro para ambos al detener sus movimientos. Sin sacar su pene ni un centímetro, permaneció abrazado a ella por espacio de unos pocos minutos, al cabo de los cuales, giró su cuerpo junto con el de ella para quedar debajo, con el erecto pene dentro de la destilante vagina. El cambio de posición me favoreció enormemente ya que un hermoso culo, ahora pigmentado por un rosado encendido que mostraba lo caliente que estaba la chica, se colocaba frente a mis ojos. Perfecta y claramente podía admirar todo su esplendor; la exquisita raja de hinchados labios con tres cuartas partes de un duro pene reposando dentro y el brillo húmedo empapando sus nalgas y sus muslos, y hasta los testículos del tipo.

Aún con el pene dentro de la mujer y continuando debajo de ella, el hombre comenzó una vez más a meter y a sacar muy suavemente su herramienta, recibiendo repuesta inmediata de ella, quien hizo lo mismo a la vez que lo besaba y lo abrazaba. Poco a poco se fue incrementando tan rico taladrar en una danza acopladamente bien llevada por ambos. Cuando la alta temperatura hizo presa nuevamente de la pareja, la chica levantó su torso para quedar totalmente sentada entre las piernas del hombre, donde ajustó sus nalgas para no permitir que ni un milímetro quedara fuera de su ardiente coño, quedando íntegramente encajada por tan tieso tronco. Una vez así se fue moviendo lentamente de atrás hacia delante. Su adorable cuerpo me hacía perder los sentidos; apreciar deseosa esas redonditas nalguitas echadas hacia atrás, su pequeña cintura dirigiendo tan eróticos movimientos, sus senos mirando al cielo y sus maravillosos muslos a cada lado de aquel cuerpo varonil que la hacía gozar al máximo. Todo eso permitía que mis dedos se sintieran más ricos sobre mi clítori, el que intensamente no dejaba de masajear y que me estaba dando los más extraordinarios goces. Ahí estaba ella, glotonamente tragándose aquel ardiente hierro, que como dije antes, no dejaba escapar ni la más mínima parte de su interior. Solo las bolas del hombre eran testigo fiel de que dentro de aquella mojada caverna había un pene íntegramente ensartado. A medida que se iba incrementando la excitación, la chica se movía con más fuerza, de atrás hacia delante, más y más. "No te muevas…quédate tranquilo… déjame hacerlo yo sola…", le dijo, al tiempo que incrementaba la sabrosa cogida que le estaba dando a su amante, quien, con sus manos apretaba los preciosos senos. Gemía y mantenía presionado su vientre contra la vulva de la joven..

Lo que estaba pasando ahí era más de lo que yo esperaba. Podría decir que la calentura que estaba teniendo frente a esa visión no la había experimentado nunca antes. Ya me había venido dos veces y esperaba más, es por eso que no quería despegarme de aquella primera fila donde me encontraba, porque estaba segura que mi tercer orgasmo vendría tan descomunal como el de la "galleguita", tal como se estaba previendo, así que continué con la atención puesta en la pareja, sin perderme detalles y con los dedos frotando mi dura pepita

¡Ahí se veía venir! De nuevo se activó la vibración intensa de los muslos y las nalgas de la chica, a la vez que era sacudida espasmódicamente. La aceleración de su respiración que se hacía notar junto con los gemidos agónicos mezclados con sus gritos, me indicaba que una avalancha de orgasmos se estaba desprendiendo de su interior. Más gritos, más gemidos, espasmos repetidos y una aceleración descontrolada de sus movimientos se adueñaron de aquella criatura. Su amante, a sabiendas que había llegado el momento de actuar, recogió sus rodillas y abriendo las piernas, con la chica sentada entre ellas, empezó con una descomunal arremetida. Para el momento, la joven se había desplomado sobre su pecho. La tomó con fuerza entre sus musculosos brazos, consiguiendo así apoyo para bombear con más furia en la encharcada cuca. El sensual golpeteo de los dos sexos generaba ruidos lujuriosos que llegaban hasta mi alma. Mientras él metía y sacaba desesperadamente, las nalgas de ella solo respondían con sacudidas, producto de los múltiples orgasmos que estaba teniendo. Yo, por mi parte, seguía como loca con mis dedos. Mis nalgas y mi vientre también comenzaron a temblar y mis piernas a aflojarse. Creí que me iba a morir con lo que me ocurriría en unos pocos segundos.

El hombre no pudo aguantar más y sus gemidos, que se venían haciendo más intensos, tomaron cuerpo en uno solo, muy fuerte y prolongado, como muestra de la acabada que estaba teniendo, la que llenaría con su caliente semen la agradecida vagina de la joven. Para ese momento, mi entrega al placer que todo aquello me estaba dando no encontró resistencia para liberar el orgasmo más intenso y delicioso que jamás haya tenido. Casi al mismo tiempo de la descomunal acabada del tipo, estalló el mío en mi interior. Apoyando mi espalda a la pared del closet me entregué al sabroso placer de la tremenda venida que estaba teniendo. Mi cadera se contorneaba sin parar y para evitar ser descubierta cubrí mi boca con una mano para ahogar los agónicos gritos eróticos que comencé a soltar. Caí sentada en el piso con mis dedos metidos en la vagina, mientras continuaba estremeciéndome en sacudidas que se sucedían una detrás de la otra, disfrutando a la vez de las exquisitas sensaciones electrizantes que se adueñaban de toda mi humanidad. Totalmente liquidada quede en el piso no se por cuanto tiempo; fueron largos minutos que me mantuvieron en la gloria.

Al rato, ya más recuperada, quise enterarme de lo que estaba sucediendo en la habitación contigua. Enfoqué nuevamente mi mirada hacia la cama a través del hoyo de la pared; ahí estaban ellos, tendidos uno al lado del otro. El hombre, con su pene tan flácido y muerto como si hubiera sido derrotado en la más feroz batalla, acariciaba la negra cabellera de la chica, quien con cara de satisfacción apoyaba la cabeza sobre el pecho peludo. Por la posición boca abajo en que se encontraba, con una pierna montada sobre la de él y la otra extendida a los lados, podía apreciar su cuca hinchada por las arremetidas que por largo tiempo había recibido esa noche de placer. De su rajita, un grueso hilo de espesa esperma caía sobre la sabana, lo que mostraba lo saturada que la satisfecha cuca se encontraba por la inmensa acabada que le habían dado y la gran cantidad de líquido blanco depositado en su interior. Pasaron unos minutos entre charla y tiernos besos hasta que se levantaron y se dirigieron al baño. Aproveche la pausa para hacer lo mismo y asearme con una buena ducha de los jugos que estaban regados en gran parte de mi cuerpo. A los pocos minutos ya estaba como nueva, aunque sin quitar de mi mente la imagen del encuentro sexual que acababa de presenciar.

Por curiosidad me acerqué de nuevo a la ranura del closet viendo como ellos se estaban vistiendo. El encuentro de los amantes había llegado a su fin, tal vez el de algunos novios que se escaparon a aquel motel o de alguna esposa que con la complicidad de la noche entregó todo su placer clandestino en aquella habitación.

Eran las 12:20 de una noche que me había dado la dicha de compartir con ellos los más ricos orgasmos. Me sentía muy ligera, como flotando entre aquellas cuatro paredes. La hora me indicaba que era el momento de recogerme en la cama. El vuelo que me llevaría a Caracas saldría muy temprano, así que, completamente desnuda como me encontraba, me dispuse a dormir con el propósito de que en mis próximos viajes a Barquisimeto, obligatoriamente incluiría a la habitación 37, del Motel La Estrella.

 

Nota: Este relato forma parte de una serie que estaré publicando tanto en este sitio de relatos como en mi página web, www.gratisweb.com/misrelatos junto a los ya colocados sobre mí prima Rosaura, Mi primera vez (Mis primos y mi tía - amor filial y Mi nuevo vecino - mi primera vez) y Laura

Me gustaría conocer tu opinión: luzvelasquez_17@hotmail.com