NUNCA ES TARDE
Después de enviudar descubro lo que es bueno....
Después de escribir varios relatos, mi tia quiere contar su experiencia por medio mio, asi que los dejo con este relato, esperamos les guste....
Si hace diez años alguien me dice que llegaría a contar un relato de contenido sexual, le hubiera tomado por loco o algo por el estilo.
Mi nombre es Clara, tengo 40 años y desde los 23 estuve felizmente casada con Luis, bueno, lo de feliz eso creía yo. Llevábamos una vida sexual de lo más corriente porque la moral de ambos era de lo más arcaica. Me casé virgen y durante el noviazgo apenas hubo unos pequeños e inocentes toqueteos.
Recuerdo la noche de bodas como una experiencia espantosa. Tenía puesto una bata blanca cubriendo un camisón con encajes del mismo color, regalo de mi madre para el ajuar y esperaba en la cama como una obediente esposa a que mi marido hiciera lo que se le suponía como macho. Pero todo fueron suposiciones porque el pobre torpemente empezó a meterme mano a desnudarme y cuando intentó penetrarme con su "cosa " , plaff gatillazo y me quedé con la miel en los labios. Lo achacamos a los nervios del momento, a la bebida que tomamos en el convite, pero todo eran falsas ilusiones porque su cosa nunca llegó a funcionar. Intenté que fuéramos a médicos, especialistas, sexólogos o que sé yo, pero el "macho" a la vieja usanza nunca puede reconocer ante nadie que es impotente.
Así pasaron los años y mi sexo estaba como el primer día. Luis empezó a beber y nuestra relación se fue deteriorando. Mi vida ya no tenía aliciente, hasta que llegaron mis nuevos vecinos Hugo y Ana.
Desde el primer momento se inició una gran amistad, los dos eran jóvenes (32 y 30 años), alegres y su físicos eran envidiables. Me invitaban a salir, pero por aquel entonces yo era prisionera de mi marido, que por si fuera poco enfermó y apenas podía levantarse de la cama.
Una noche de verano al apagar las luces y acercarme a la ventana para acostarme mis ojos se clavaron en lo que estaba sucediendo en la habitación de mis vecinos, tenían la ventana abierta de par en par, Hugo estaba besando y acariciando a Ana, le quitó la camiseta que llevaba puesta y sus labios empezaron a recorrer todo su cuerpo, sus pechos, su vientre, sus muslos hasta que se posaron en el tanga que llevaba puesto, primero su lengua pasaba por la seda de las bragas arriba y abajo, hasta que las hizo a un lado y fijó su objetivo en su coño. Los gemidos de Ana fueron aumentando cada vez más y más.
- Fóllame por favor, fóllame, se le oía en un susurro
- Qué bien me chupas el coño, ahhhh, sigue, sigue . - Ana se incorporó como pudo y sus manos se dirigieron al sexo de Hugo todavía cubierto por un slip, empezó a tirar para abajo y "madre mía" lo que apareció allí, una polla enorme, toda erecta, empinada y gloriosa.
Yo nunca había visto un espectáculo así y casi sin darme cuenta mi mano bajó hasta mi sexo y empecé a masturbarme con la visión de esa polla tiesa. Ni que decir tiene que era mi primera masturbación, porque desde pequeña me bombardearon con que eso de tocarse era pecado. Pues si esto es pecado, más lo es pasarse toda una vida sin tener un orgasmo.
Hugo dirigió su herramienta (taladradora, diría yo) al centro de placer de Ana y estuvo bombeando un buen rato, y yo por mi parte continuaba con los masajes, introduciendo cada vez más mis dedos, hasta que terminé por correrme casi al mismo tiempo que mis vecinos.
Mi sexualidad cambió y rara era la noche o el día en que no me hacía mi propio trabajito manual imaginándome, como no, el pedazo de carne que tenía Hugo entre sus piernas.
Luis, mi marido, falleció al poco tiempo, y yo recapacité sobre mi vida con él. Ahora quería otra cosa que el pobre nunca me dio.
Comencé a arreglarme, a llevar ropa más sugerente que enseñara todo lo que estaba escondido de mi cuerpo. No me voy a engañar, no soy Miss Mundo pero soy atractiva, muchos hombres al verme pasar se voltean para verme mejor y también me salgo de la moda actual de chicas anoréxicas, porque dos buenos pechos y un culo como el mío, pueden levantar algo más que pasiones.
En la cabeza seguía estando "el paquete" de Hugo y algo había que hacer para sustituir mis dedos otra cosa mas consistente. Como buena viuda le llamaba para me ayudara en ciertos trabajos que no podía hacer sola, que si mover un mueble, colgar un cuadro, etc. Yo lo recibía en casa con un vestuario cada vez más menguado, me agachaba más de lo debido, cruzaba las piernas con más descaro, en fin, quería provocarle.
Ana se marchaba por unos días a cuidar de su madre en el pueblo y decidí que mi plan tenía que dar un paso al frente, así que puse un vestidito de gasa algo corto, prescindí del sujetador y me puse unas braguitas negras que transparentaban toda mi mata de pelos con una tirita para la parte trasera y llamé a Hugo para que me ayudar a bajar unas mantas que estaban en un armario, cogí la escalera y me subí. Me excité sólo con pensar el panorama que tendría desde esa posición. Al bajar simulé que había apoyado mal la pierna y le pedí que me llevara hasta el sillón.
Hugo comentó que tenía una crema para los dolores musculares y empezó a masajearme la pierna con ella, primero por el tobillo y fue subiendo poco a poco, yo ya no podía mas, notaba mi coño mojado como nunca en la vida, abrí mis piernas y descaradamente puse su mano sobre la tela de mis bragas, se me acercó y empezamos a besarnos.
Te deseo y quiero que me hagas tuya, le dije, y le conté que nunca me habían echado un polvo como Dios manda.
Suavemente me quitó el vestido y las bragas y, se desnudó el también.
- Ahora me vas a chupar la polla porque yo también hace tiempo que tengo ganas de darte lo tuyo.
No me lo pensé y llevé a mis labios esa polla que había despertado mis anhelos de sexo. Le chupaba la punta y recorría con mi lengua el resto del tallo hasta llegar a sus pelotas.
Me tomó en brazos y fuimos hasta la cama, volvió a ponerme su polla en mi boca a la vez que bajo su cabeza hasta mi sexo. Era un maestro, con la lengua separó mis pelitos y empezó a jugar con mis labios y mi clítoris.
Me corro, me corroooooo,
Era la primera vez que un hombre me hacía sentir un orgasmo y eso solo fue el comienzo.
Me puso boca arriba y su polla empezó a rozarse con la parte exterior de mi conejito
Métemela ya. Fóllame.
Muy despacio introdujo la punta en mi coño, ya todo mojado y aunque le costaba algo al principio, termino cediendo y amoldándose al tamaño de su verga. Yo ya no llevaba la cuenta de todas mis corridas, estaba en el séptimo cielo. Lo que me había perdido en todos estos años, no creía que esto me estuviera pasando. El ritmo de sus bombeos iba en aumento hasta que me la clavó hasta el fondo, con huevos y todo.
Así, toda la polla, qué gusto, todaaaaa
Toma mi leche yaaaaaaa.
Por fin sabía lo que era follar y mis ojos se humedecieron con lágrimas de alegría. Ya no había vuelta atrás.
Hugo y yo seguimos manteniendo relaciones aunque yo no quiero limitarlas, ahora necesito más y ya os contaré mis nuevas experiencias en algo tan, tan viejo, pero que para mi es un mundo que comienzo a descubrir.
BESOS