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En un hotel de paso en Tlalpan

en Voyerismo

En una ocasión, tenía 22 años y estaba harto de no hacer el amor, así que junte un poco de dinero y me fui a un hotel de paso en la Calzada de Tlálpan. Primero pasé a un mercado sobre-ruedas y compre unas medias rosas con encaje en el elástico y un corsette rosa con ligero. También llevé un dildo, que eran bolas de hule unidas en fila. Estacione mi carro en el hotel y pedí una king size. Me preguntaron si saldría esa misma noche y contesté que sí.

Mi cuarto se encontraba en el tercer piso. Abría la puerta, prendí la TV y busqué el canal XXX. Me masturbé. Cuando llegué a un grado alto de excitación, me desnudé, me puse las medias y el corsette y me dirigí a la puerta. Apagué las luces y abrí la puerta lentamente. Me masturbaba cada vez más rápido y me encontraba excitadísimo. Saqué la cabeza y miré a ambos lados del corredor. Nadie. Di un paso afuera. Entrecerré la puerta y comencé a caminar lentamente hacia las escaleras y el elevador. Cualquier ruido me sobresaltaba y corría de regreso al cuarto. Cuando me daba cuenta de que no era nada volvía a salir. Caminaba cada vez más lejos y volteaba a ver el camino recorrido. Era maravilloso sentir el calorcito del corredor y sentir la alfombra en tus pies. Cada vez llegaba más lejos y los ruidos ya no me espantaban.

La puerta la había dejado abierta y no llevaba las llaves del cuarto. Llegué al final del pasillo y a las escaleras. Subí algunos escalones, lentamente, luego otro y otro y otro, hasta llegar al cuarto piso. Alguien abrió una puerta y bajé corriendo al tercero. No había nadie. Escuché pasos en el piso de arriba y luego el elevador accionándose. Paró en planta baja y regresé corriendo al cuarto. El elevador volvió a accionarse y salí del cuarto caminado en dirección del elevador, cuando aparcera alguien me metería de inmediato. Nadie apareció, pero sonó el teléfono de mi recamara. Brinqué del susto y se me heló el cuerpo y la sangre. Cerré la puerta y deje que el teléfono sonara hasta que paró. Volvió a sonar. Lo contesté y una voz de mujer dijo: "Hablamos de recepción. Le suplico que ya no abra su puerta. Es por su seguridad". "Sí, perdón. Discúlpeme, por favor", contesté y colgaron. Me sentí como un niño de 12 años disculpándose con su maestra. Luego supe que en ese tipo de hoteles tienen cámaras en los pasillos. Eso no me agrado mucho porque busco la emoción de ser descubierto, no de que me descubran.

En fin, estuve un par de horas fantaseándo, masturbándome y fumando y luego busqué "masajes" en el Aviso Oportuno del periódico. Marqué varios anuncios, pero encontré uno que me llamó la atención más que los demás: "Mariana, joven preparatoriana. 18 años, se realizan fantasías". Hablé de inmediato y me contestó una mujer. Pregunté como era Mariana, cuanto cobraba y si era delgada. Cobraba 1,000 más el taxi. OK, di la dirección del Hotel y llegaría en media hora. Me vestí, ventilé el cuarto y miré porno.

Cuando tocaron la puerta me puse muy nervioso. Abrí y apareció una chica muy guapa, delgada y de piel blanca. Me saludó muy seria. Estaba nerviosa. Habló por teléfono para avisar que ya había llegado y estuvimos platicando un rato. Me contó que organizaba orgías swingers. Me preguntó si podía pasar al baño. Fue al baño. Se notaba nerviosa. Entonces le dije que tenía una fantasía, si no le importaba que me pusiera unas medias. Dijo que no había problema. Me pidió ir nuevamente al baño y cuando regresó entré yo. Me desnudé y me puse las medias y el corsette. Me masturbé un poco hasta tenerla parada y salí del baño.

Creo que me miró con aburrimiento. Le dije que no se desvistiera y si podía amarrarla a una silla. Dijo que de ninguna manera, entonces le dije que me la chupara. Me puso un condón y yo le metí el dedo por la vajina.

Estuve insistiendo en que me dejara amarrarla y le ofrecí más dinero. Ella accedió si le daba otros 100 pesos. Se los tendí y le dije que se sentara en la silla y la até de las piernas, de las manos y le cubrí los ojos. La puse de espaldas a mi y prendí la TV en el canal XXX. Subí el volumen. Me senté frente a ella y comencé a masturbarme. Me preguntó que hora era y le dije que no hablara. Todavía faltaba 1 hora. Le bajé los pantalones y le subí la blusa y continué masturbándome. Cuando estuve suficientemente excitado saqué el dildo de bolas, le desaté una mano y le dije que me lo metiera por el ano, me lo introdujo mientras me masturbaba. Por fin le quite la venda de los ojos y me corrí sobre su ropa y sus pantalones.

La desaté, se limpió y se fue.