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El apagón

en Jovencit@s

Acababa de salir de la ducha, eran las seis de la tarde y a la nueve tenia una cita para cenar, bueno para cenar solo no claro, tenia tantas ganas de sexo esa noche que me había preparado a conciencia.

Duchita relajante, depilación, todo mi coño rasurado, suave y en aquel momento ya muy caliente. Me había recomendado una amiga una esencia de jazmín, que distribuida en la frente, entre los pechos y cerca de mi clítoris hacia maravillas, despertaba pasiones incontroladas, ya me había dado una gotita en cada punto, me acaricie lentamente, mejor dejarlo ahí, esa humedad contenida, lo mejor vendría después.

Todo estaba a punto, solo quedaba vestirme, cuando de pronto vio la bolsa de basura allí, que pereza. Pero debía de bajarla, sin pensarlo dos veces me coloque un albornoz, tal y como estaba y baje, al entrar me encontré con dos vecinos, hermanos, que Vivian dos pisos mas arriba, eran unos adolescentes de 15 y 17, que me sacaban una cabeza de altura y con los que nunca había hablado.

Cogimos juntos el ascensor,

¿Qué piso señora ¿?

Al tercero

Pensé, que mal suena eso de señora, claro mis 35 comparada con ellos, en fin me concentre en él numero digital, pero de pronto, un paran brusco y la oscuridad más absoluta. Los espacios cerrados me dan un miedo terrible, pero intentaría controlarme. No se oía nada, solo podía oler el intenso aroma a jazmín que inundaba el ascensor. Uno de mis vecinitos encendió un mechero:

- ¿que emocionante no? Y los dos se echaron a reír como si fuera lo mas divertido del mundo.

¿Que pasa vecina, no dices nada? Dijo el mayor

Me estaba entrando un sofoco terrible, intentaba respirar hondo y eso abría mas y más mi albornoz, yo en ese momento no estaba para nada, solo quería salir de allí, se apago el mechero.

Por favor enciéndelo, no soporto esta oscuridad, ¿gritamos?

Gritar ¿ para qué? Aquí sé esta bien, otra vez risas, yo no sé que encontraban esos niñatos de gracioso.

Me senté en el suelo, en un rincón, con las piernas encogidas, y el albornoz se me subió hasta el muslo, todo me daba igual. Note que uno de los dos se sentaba junto a mí:

Vamos, no te preocupes, ya vendrá la luz.

Note su boca en mi cuello, sus labios en mi oreja, y me quede quieta, sentí como el otro se sentaba enfrente de mí, y ponía sus manos en las rodillas.

Que bien hueles vecina, me estoy poniendo a cien.

Y yo, pensé, pero no lo dije, me calle, pero mi calor subía, note como una mano me abría las piernas, mucho, del todo y como otra mano desabrochaba el cinturón del albornoz, me deje llevar, igual el ascensor se caía abajo, había que aprovechar el jazmín.

Una lengua recorría mis muslos en dirección a mi coño, que estaba allí, oscurito y húmedo, llego con vigor, un poco torpe pero larga y mojada, me corrí enseguida agarradole la cabeza y apretándolo, mientras el otro hermano lamía mi pezón derecho como un lactante, lo había puesto tan gordito como un chupete, y lo chupaba sin parar.

El que estaba enfrente de mi, tiro de mis piernas y quede con la espalda en el suelo, note su polla, dura y mojada en mi clítoris y luego de un empujón en mi coño, entrando con tanta potencia y dureza que me volví a correr en silencio mientras el otro, seguía chupando, ahora el otro pezón, y había acercado su pantalón a mi mano, le baje la cremallera y empecé a meneársela.

Se corrieron a la vez el que estaba dentro de mí y el que estaba afuera, de repente se hizo la luz, nos levantamos, nos vestimos y apreté al tres, había lefa por el suelo, por mi albornoz, por sus pantalones.

Abrí la puerta y salí casi corriendo, mientras ellos estaban acabando de vestirse, hacia mi puerta pero cuando llegue me di cuenta de otra tragedia , no tenía las llaves , ¿las habría perdido en el ascenso? O tal vez las había olvidado en casa?

Continuará..........