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La aventura de mi vida (07: Visita a la clinica)

en Transexuales

Un saludo a todos. Antes que nada quiero agradecer a todos los que aun continúan leyendo esta serie de relatos. Les agradezco sus comentarios y los invito a que me sigan mandando correos mostrándome sus preguntas, sugerencias o comentarios. A los no han leído los relatos anteriores de esta serie, les recomiendo que lo hagan antes de leer este para poder ir entendiendo todo lo que en este les explico.

Después de aquella tarde en que tuve ese sueno tan increíblemente erótico. Me dedique a mi tarea de saber que debería hacer para alcanzar ese sueño tan anhelado: el transformarme en la bellísima Carolina. Para lo cual y aprovechando la ya amistad que se había formado entre Débora (mi sirvienta) y yo con las experiencias tan calientes que habíamos vivido, le pedí que me diera algunas sugerencias. Ella muy linda y amable me recomendó una clínica que se encontraba en una ciudad cercana a la mía, en donde según ella eran muy profesionales y tenían una gran calidad en sus trabajos. Ella me advirtió, que debido a eso, sus costos eran altos, pero eso no me desanimo. Al fin y al cabo, contaba con una gran fortuna que me daba oportunidad a gastar sin reparo en eso con tal de alcanzar mi objetivo. Así que le pedí el teléfono y el nombre del doctor y al día siguiente me lo paso.

Hice la llamada para concertar una cita, y quedo todo fijado para dos días después. Yo estaba tremendamente emocionado y excitado. Inclusive el día anterior de la cita, llegue a la casa temprano para darnos Débora y yo una tremenda cogida mutua. Ella se quedo a dormir conmigo esa noche.

Al día siguiente me apresuré para vestirme y estar listo y puntual para la cita fijada. Le pedí a Débora que me acompañara, ya que me encontraba un poco nervioso y quería a alguien conocido junto a mi. Ella acepto. Cuando me estacione, pude ver que la clínica por fuera se veía bastante bien, lo cual me dio gran confianza. Entre y la recepcionista nos pidió que esperáramos sentados en una salita que estaba enfrente de ella, que el doctor me recibiría en cualquier instante. Pasaron unos 10 minutos, y por fin nos hicieron pasar a la oficina del doctor.

El doctor tenia un aspecto muy diferente al que yo me esperaba, ya que era alto muy alto, corpulento, fuerte y por el tipo parecía de aquellas personas muy velludas. Tenia buen tipo. El se presento muy formalmente y me pregunto que era lo que yo buscaba al visitarlo. Yo le explique al principio un poco temeroso, y con el pasar de los minutos ya un poco menos. Al final de mi explicación, Débora le dijo al doctor que quería ser mas o menos como ella.

El doctor nos explico detalladamente cual seria el proceso, no sin antes mencionarme que para alcanzar lo que yo buscaba debería de ser paciente, soportar algunos momentos no muy gratos, aunado con el costo que se generaría. Yo le explique que por el costo no existía ningún problema y que ya me imaginaba algunos de los síntomas por los que debería de pasar, y que si bien no me encantaba la idea, estaba dispuesto a soportarlos.

Dicho lo cual me empezo a realizar unas preguntas para llenar un formulario previo. Mientras yo fui respondiendo cada una de las preguntas, de pronto entro una enfermera bastante guapa debo reconocer. Ella era morena oscuro sin llegar a ser negra, de una estatura mas o menos alta, aprox. 1.75 y venia vistiendo un uniforme blanco bastante entallado que por lo corto de la falda mostraba generosamente unas impresionantes piernas, En la parte superior el escote también dejaba disfrutar un par de melones exquisitos, redondos y desafiantes.

Algunos minutos después, y con el doctor en su escritorio, la enfermera a un lado de el y Débora sentada junto a mí, me pidieron que me sentara en la cama de auscultación que se encontraba a unos pocos metros. Esto me puso un poco nervioso, pero me levante como resorte y me senté. Me tomaron la presión, me revisaron mis ojos, etc. Lo normal. Entonces me pidió que me quitara la ropa detrás de un biombo que se encontraba junto y que me pusiera una pequeña batita blanca que allí se encontraba. Esto obviamente me causo mas nervios, pero lo hice. Camine hasta detrás del biombo, y poco a poco me fui quitando las ropas, cuando solamente me encontraba en trusa y me disponía a bajármela, alcance a ver por mi espalda como paso la enfermera rumbo a una puerta que por allí estaba.

Ella hizo una pausa para ver como yo me quitaba mi ropa interior. Yo estaba de espaldas a ella, por lo que cuando lo jale hacia abajo, quedaron expuestas mis nalgas ante ellas. Y alcance a escuchar un tímido suspiro por parte de la enfermera. Esta situación provoco que mi verga se empezara a despertar. Lo malo es que como ahora yo solamente tendría puesta la batita, la erección iba a ser bastante evidente. Trate de esperarme un momento, para ver si se bajaba, y si lo hizo, pero no fue demasiado. Así que no pudiendo hacer esperar demasiado al doctor, me decidí a salir y me senté nuevamente en la cama. Esta cama, como todas las normales en los hospitales, contaba con unos accesorios en un extremo que permitían levantar y descansar allí las piernas. Entonces tanto el doctor como su excitante enfermera se acercaron a mi, para continuar la revisión. Él traía algunos instrumentos médicos, y ella una tabla y unas hojas en donde iba anotando lo que el doctor le dictaba. Me levanto una pierna primero, y luego la otra, pasando suavemente sus manos por mi piel.

Me indico que tendría que someterme a un tratamiento para perder el vello que mis piernas mostraban. Este tacto que me realizo, nuevamente encendió mi pené, que se fue levantando lentamente por debajo de la bata y que en unos cuantos minutos era imposible disimular. La enfermera se dio cuenta de esta circunstancia y solamente hizo una pequeña sonrisa, pero siguió anotando en su libreta. Luego el doctor subió un poco mas sus manos, haciendo que se hiciera bolas un poquito la bata sobre mis muslos y los empezo sentir, eso mas bien era una caricia para mi. Hasta que llego el punto en que mis huevos se asomaron a la vista de todos. Entonces le pidió a la enfermera que siguiera el tratamiento. Ella dejo la tabla con las hojas en la mesita con ruedas que estaba junto a ella, y me empezo a tocar las piernas ya muy cerca de mis partes más intimas. Haciendo que pareciera accidental, logro que la bata se subiera aun más y fue cuando mi erección quedo expuesta totalmente. Ella seguía acariciando toda mi piel, pero sin llegar a tocar en si mi pené o mis testículos. Siempre se detenía a unos cuantos milímetros antes. Mi excitación era completa, yo necesitaba que alguien ya me ayudara a aliviar esta situación.

Entonces Débora, se acerco hasta donde estábamos y le dio un poco de risa, la situación. Por que por un lado veía mi tranca completamente erecta y desafiante y por el otro lado veía mi cara que expresaba una mezcla de preocupación, vergüenza y excitación. Los ojos de Débora también se cruzaron con los de la enfermera y aparentemente alcanzo a guiñar, dando una especie de aprobación. Débora tomo mi pené sin previo aviso, lo apretó ligeramente y empezo a hacer un sensual sube y baja sobre él, al recorrer mi piel ligeramente hacia abajo, dejando el glande al descubierto, permitió que un poco del liquido preseminal se escurriera lentamente.

Entonces y sin previo aviso también la puntita de la lengua de la enfermera hizo contacto con la punta de mi verga. Después cambio la forma de su boca y me planto un formidable beso. Ella argumento después que solamente era una prueba para conocer algunos de mis reflejos. Evidentemente era una excusa solamente, ya que continuo una formidable mamada, por espacio de unos minutos. Con una mano aprovechaba para acariciarme mis huevos, mientras que con la otra se empezaba a acariciar sus propios senos por encima del uniforme. Pasaron algunos minutos así, y fue cuando le avise que estaba próximo a venirme, entonces ella se detuvo solamente un momento para abrirse el escote del uniforme dejando a la vista completamente desnudos sus dos magníficos senos, y prosiguió la mamada. No sin antes pedirme que cuando me viniera le echara mis mecos en sus senos. No paso demasiado AHHHHHHHH!!!!! tiempo cuando por fin lo hice, y fue muy gratificante como los chorros que salieron de mi pené rebotaban graciosamente y luego escurrían entre sus pelotas.

Mientras Camila que así se llamaba la enfermera, se limpiaba el pecho, me pidió que me diera vuelta acostándome boca abajo. En ese momento pude ver como Débora ya se había acercado al Doctor y le estaba propinando una estupenda mamada al pené del doctor, el cual era impresionante. Parecía estar sacado de una mismísima fotografía. Enorme, largo grueso, venoso y con ayuda de la saliva de Débora, tenia la cabeza deliciosamente brillosa. Débora estaba de rodillas frente al Doctor y su minifalda ya estaba un poco enrollada hacia su cintura dejándome ver su hermoso culito. El doctor sostenia la parte trasera de la cabeza de Débora para incrementar la fuerza de cada entrada, y cada vez lo hacia con mas velocidad, hasta que un grito de satisfacción y completamente varonil salio de el cuando eyaculo finalmente.

Yo cambie mi posición tal y como me lo habían solicitado. Por la altura de la cama, la batita se enrollo un poco hacia arriba, dejando expuestas la mayoría de mis piernas y el borde de la bata quedo justo en el borde de mis nalgas. Si alguien se hubiese agachado ligeramente podría alcanzar a ver lo oscuro de mi culo, el cual estaba únicamente tapado por los pelos que lo enmarcan.

En ese momento el doctor volvió a donde yo me encontraba, sin embargo ahora yo no lo podía ver, ya que se encontraba justo detrás mío. Enfrente de mi se encontraba Camila, y por la altura de la cama, mi rostro quedo a unos cuantos centímetros del borde de su mini uniforme a la altura de su sexo. Sentí las manos cálidas del doctor abriéndome las piernas y empezo a acariciarlas según él para hacer una revisión de mi piel. Mientras tanto Camila, me acariciaba desde mi espalda, pasando por mis hombros, llegando a mi cuello y a la parte posterior de mi cabeza. Metió sus dedos entre mi cabello, haciendo que mi peinado se deshiciera por completo.

Al mismo tiempo acercaba mas y más su cadera, para que mi cabeza se encajara mas y más en su cuerpo. Ella hizo una pausa, retrocedió apenas unos centímetros y se fue abriendo su uniforme por los botones delanteros. La formidable enfermera no traía brasier, y solamente usaba una tanguita negra con un par de hilitos a los costados. Tal parecía que esa formidable hembra había sido un previo cliente del doctor, ya que por debajo de la tanguita una poderosa verga luchaba por salir de su encierro. Era impresionante, yo no sabia si estaba mejor que la que le había visto al mismo doctor. Mi instinto hizo que acercara mis manos y le acariciara ese pené por encima de la tela. Alcanzaba a escuchar unos gemiditos de Camila cuando hice el primer contacto. Al mismo tiempo ya mis nalgas estaban completamente descubiertas y eran masajeadas delicadamente por el doctor. Algunos dedos de el, se entretenían muy cerca de mi ano, y me empezaba a aplicar un gel o crema por encima.

Mis manos se fueron a los costados de la tanguita, y comenzaron a bajarla lentamente, de pronto la poderosa verga que se encontraba aplastada verticalmente debajo, salto como si tuviera vida propia y alcanzo a golpearme el rostro. Era impresionante esta verga, tremendamente dura y desafiante. No lo pensé dos veces y me dedique a mamarla como si la vida se me fuera en eso. – dale, dale – me decía la enfermera. Era caliente y ya babeaba líquidos deliciosos. Mis manos cambiaban constantemente de sus preciosos testículos a sus nalgas empujándolas para que la poderosa verga me entrara mas aun en mis labios. Las nalgas de Camila eran abundantes y duras también, sin unos vellos por encima. también empecé a coquetear con su hoyito. Para ese momento las manos del doctor se introducían de forma descarada en mi propio culo. Y sin dar aviso, enterró algo que era mucho mas grueso que un simple dedo. AHHHH!!!! Era la verga del doctor, que ya tenia la cabeza adentro. Esa misma verga que hace unos minutos me había sorprendido, siendo mamada por Débora, ahora se encontraba preformándome el culo.

Él me estaba atravesando lentamente de forma deliciosa. – quieres ser una putita, verdad? – me decía el doctor. Una vez que llego hasta el fondo, espero unos segundos para que mi cuerpo se amoldara a eso. Después empezo un rítmico ir y venir. – te gusta esta verga verdad?- Yo sentía como mis huevos y los del doctor rebotaban cuando su pene llegaba hasta lo mas profundo de mi ser. Era delicioso estar ensartado por ambos extremos en ese momento. – tienes un buen culo, un culo para ser cogido – decía entre embate y empujon el doc.

Pasaron los minutos y Camila fue la que primero hizo gestos de que se iba a venir. Levanto una de sus piernas para ponerla sobre la cama, permitiendo que su culo se abriera mas aun y yo pudiera acariciarlo hasta donde emtraban los dedos. Ella me aviso de esto, para que yo me preparara. Así que me aleje ligeramente, por que quería ver como esos chorros salían disparados hacia mi boca. No tardo demasiado para que sucediera. Estaban tremendamente calientes esos mecos. El grito de ella fue sexy pero un poco ronco. El cuerpo de Camila se convulsionaba a cada lanzamiento, el sudor le escurría entre las nalgas y le llegaba hasta su culito. Me tomo de la cabeza y parecia que no la queria separar de su arma. Mi espalda, y nalgas también sudaban. Y ni que decir de mi estomago que se encontraba aplastado contra la cama. Mi verga estaba completamente dura y para entonces ya era mamada salvajemente por Débora, que se había acomodado por debajo de nuestros cuerpos.

Las embestidas que me arremetía el doctor eran cada vez mas largas y fuertes. – vas a ser una buena puta, se ve que te encanta en el culo- gritaba el doctor para este momento. Tenia una resistencia increíble, ya que para entonces ya habían pasado no se cuantos minutos y el dolor inicial ya se había convertido en un placer increíble.

El doctor para entonces ya tenia mis piernas completamente estiradas volando a los lados de su cuerpo, no había nada que impidiera que entrara hasta que su pene tocara en fondo de mi ser. Yo empecé a expulsar leche de mi verga, la cual no fue desaprovechada en lo absoluto por Débora. Nuestros cuerpos completamente escurridos en sudores hacían sonidos tremendamente sexuales cuando golpeaban. Por fin, después de mas minutos, el doctor sin avisarme empezo a chorrearme copiosamente mientras seguía taladrándome. – cométela, es toda tuya!!!!- La cantidad de leche era increíble, esta empezo a escurrir de mi culo, y Débora también la lamió.

Luego el doctor saco su impresionante herramienta y se la dio a Débora para que se la limpiara. Al mismo tiempo yo deje la tranca de Camila completamente limpia, toda su leche me la trague.

Hubo una pausa, para que nos acomodáramos y después de un rato, el doctor me indico que tendría que pasar con la psicóloga para que me realizara otros estudios. Así que me acomode nuevamente la batita y pase a otra oficina que estaba cercana.

Esta oficina estaba semiobscura, solamente se veía un gran sillón para tres personas iluminado, entonces junto con Débora me senté al centro del sillón y espere. Camila se acerco y dejo una charola con una jarra con agua y un par de vasos. Esperamos unos minutos, escuchando una agradable música de fondo.

Entonces escuchamos como se abrió la puerta y entro una rubia bellísima, enfundada en una bata blanca que le llegaba por debajo de las rodillas. Debajo de eso solamente se veía un par de zapatillas negras extremadamente puntiagudas.

Se presento con nosotros como Larissa. Saludo a Débora, denotando que ya la conocia previamente. Entonces se volteo hacia mi y me dijo - así que te quieres convertir en una señorita -. A lo que le respondí que mas o menos esa era la idea, sin embargo no quería cambiarme completamente de sexo, quería tener el cuerpo de una bella dama, pero conservando mi pene tal y como lo tenia hasta el día de hoy. – ok - me respondió.

Me pidió que me levantara y me pusiera de pie frente a ella. Así lo hice. Ella camino a mi espalda, y soltó el nudito trasero de la bata. Entonces mi bata cayo dejándome completamente desnudo. Con una mano firme tentó mis nalgas comprobando su consistencia, incluso me dio una pequeña nalgada. Con la otra mano me empujo ligeramente la espalda, sugiriendo que solamente bajara la espalda para dejar mis nalgas a su disposición. Una vez en esa posición, ella se puso en cuclillas y con ambas manos, me abrió los cachetes de las nalgas. -Me gusta tu culito - dijo. Se acerco y metió su lengua puntiaguda directamente en él. Esto fue rápido, y se levanto nuevamente, caminando hacia mi frente. Entonces su mirada se quedo fija en mi verga que obviamente para entonces ya estaba completamente erecta.

La tomo con una mano, y la acaricio suavemente. - Definitivamente, es una buena verga...... no valdría la pena, desperdiciarla- dijo. Se volteo hacia donde estaba Camila y camino solo algunos pasos. Entonces le pidió a Camila y a Débora que la ayudaran a quitarse la bata. Débora se acerco por un costado y Camila por el otro. Poco a poco le fueron retirando los botones frontales de la bata y la abrieron dejando ante mi expuesto su cuerpo apenas cubierto por un conjunto de body negro con medias copas que solamente llegaban a la parte inferior de sus tetas, dejándolas estas completamente desnudas . Esas formidables tetas estaban terminadas con un par de pezones impresionantemente negros y puntiagudos. Sin duda se encontraba en un gran nivel de excitación. Mas abajo el body terminaba justo arriba de su ombligo. El estomago era impresionantemente plano. Y más abajo estaba una tanguita negra semitransparente. Las dos piernas impresionantes estaban enfundadas en unas medias que eran sostenidas por un liguero también de color negro. Era una diosa.

Luego le pidió a Camila y a Débora que se quitaran lo que traían, pero que se ayudasen mutuamente. Camila, le quito la minifalda y el top que traía Débora. Se agacho y soltó la tanguita para dejar libre a su verga. Y después Débora hizo lo mismo con la enfermera. Unos segundos después ellas dos se encontraban completamente desnudas, paradas cada una a un costado de la psicóloga, mostrando sus poderosas vergas en actitud de guerra, sin ningún pudor. Larissa acariciaba ambas vergas con cada una de sus manos.

Entonces le pidió a Camila que fuera por su instrumental. Camilo salió apenas unos segundos y regreso con un consolador con arnés para Larissa. Le pidió a Débora que le cambiara la tanga por el consolador y así lo hizo. El consolador que ahora usaba la doctora era de goma negro y enorme. Parecía que ella estaba completamente a gusto con esta nueva herramienta. Entonces me indico que me pusiera de espaldas hincado en el sillón y que levantara mis nalgas. Como autómata y sin preguntar por que, así lo hice. Larissa, le pidió a Camila que me pusiera un antifaz negro sobre mis ojos, y la otra obedeció inmediatamente.

Entonces sentí como unos delicados deditos, colocaron sobre mi ano, un gel. Jugaron, entrando y saliendo, primero uno, después dos y por ultimo tres. Por las voces que escuchaba, me imaginaba que Camila y Débora se encontraban a un lado mío. Ellas me acariciaban los pezones y me frotaban las nalgas. Entonces sentí como algo, se recargo en la entrada posterior mía, y de manera salvaje, lo empujo hasta el fondo, y sin titubear. El dolor fue extremo, me había partido en dos. – así la querías? Así te gusta? - Solamente se detuvo hasta que su cuerpo choco en mi parte mas interna. Era el consolador negro que traía Larissa. De pronto lo saco por completo y repitió la salvaje arremetida.

Así lo hizo como 8 veces, en las primeras el dolor fue increíble, violador, desgarrador. El consolador era bastante grueso, y por el material del que estaba hecho, no se doblaba. Ya en las veces posteriores, ese dolor se fue transformando en placer. El sonido de su piel contra mi piel era embriagador. Me daba una y otra nalgada de cada lado, pronto mis nalgas empezaron a tornar en un color rojizo. – así, que te gusta la verga – me decía, al principio a un volumen bajo, pero como si la fuerza de las embestidas se contagiara, al rato las palabras eran mas fuertes, casi al convertirse en gritos. Todo esto acompañado de nalgadas cada vez más fuertes. Al mismo tiempo Camila y Débora me pellizcaban cada vez mas fuerte mis pezones y también, enterraban sus uñas en mi espalda. – cométela, acábatela – me decía la psicóloga una y otra vez. Mi pene rebotaba de un lado a otro, yo no podía tocármelo ya que con mis brazos me sostenía después de cada embate. El pene golpeaba contra el asiento del sillón, y como este era de piel, también se escuchaba un cierto sonido en cada rebote. Larissa saco el consolador y escupió mi culo, y lo volvió a meter de golpe. – ahora cogetela tu – le indico a Camila.

Gustosa se cambio de lugar y sin dar aviso también, me empalo completamente, sus huevos chocaban contra los míos una y otra vez. Las manos me agarraron las nalgas fuertemente para tener mayor posición, ella aprovechaba para tomar mas fuerza en cada embate, jalaba mi cuerpo contra el suyo. En ese momento Larissa ya se había medio subido al sillón dejándome su culo frente a la cara y me ordenaba que me lo comiera. – comételo, te gusta como huele? Te gusta el culo de tu doctora?- Camila siguio varios minutos ensartándome con su verga, clavando sus uñas en mis nalgas, hasta que aviso que iba a correrse. – dasela en la boca – ordeno la psicóloga. Así que Camila me la saco y jalo uno de mis brazos para que quedara arrodillado ante ella, me froto vigorosamente la verga en la cara y yo alcanzaba a sentir la humedad de mi interior embarrada en su verga. No tardo mucho y me la metió fuertemente expulsando mecos y mecos que me trague por completo. Las nalgas de Camila temblaban y escurrían de sudor.

Para este momento yo ya me había venido una vez sobre la piel del sillón, y estaba nuevamente derecho. – me lo puedo coger yo también – pregunto Débora. A lo que ella le respondió que era su obligación hacerlo. Loca de gusto, y sin pedir siquiera permiso, me aventó al sillón boca arriba, jalo mis piernas para ponérselas a los hombros, y me la metió también de manera violadora. Mi verga rebotaba entre mi estomago y el de ella. La doctora nuevamente se subió encima de mi y empezo a orinar sobre mi rostro. – trágatela, bébetela – me decía. Esto, es por demás que no lo esperaba, sin embargo a pesar de que no me encantaba, tampoco me molesto, y le bese su sexo cuando ya solamente le salían algunas cuantas gotitas. Luego continué las lamidas hasta su culo. Ella recorrió su cuerpo hasta apoderarse de mi verga y se la metió. De tal forma quedaron Débora y la psicóloga una frente a la otra, la primera cogiendome y la segunda siendo cogida. Entre ellas se jalaban y pellizcaban las tetas mutuamente. Algunos minutos después, todos llegamos al orgasmo.

-creo que con esto, terminamos por hoy – me dijo Larissa. -Programaremos todo para el lunes que viene, y te pido que venga alguien contigo para tu internacion.- finalmente dijo. Yo pregunte por un baño para asearme un poco, y Camila me pidió que la siguiera. Aprovechamos para coger una vez mas y al acabar, me despedí de la clínica para regresar el lunes siguiente.

Este relato esta dedicado a Carolina Cruz, quien con sus formidables relatos ha sido una inspiración de alguna u otra forma en los míos. Te mando muchos saludos, negra linda.

Esta serie comenzó con algunos datos reales, sin embargo con el pasar de los capítulos, ya mas bien los hechos se han vuelto ficticios. Se ha convertido en un sueno delicioso, que aunque no creo que se pueda llegar a hacer realidad, constantemente aparece en mis sueños noche tras noche.

Como en los anteriores relatos, les agradezco mucho los comentarios que me han llegado y espero recibir muchos más. También les comento que me encantaría estar en el Top 50 de esta pagina, por lo que sí te gusto el relato, te pido no dudes en votar, para que pronto ese sueño pueda ser también realidad.