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La monita

en Jovencit@s

Llegaba aquella tarde del colegio después de una jornada extenuante, era viernes y las responsabilidades propias del estudio iban por fin a desaparecer del panorama, por los menos un par de días.

Lancé el maletín con los libros hacia mi derecha sin importar su paradero y me desplomé sobre la cama dispuesto a echarme un sueñito de unas cuantas horas, como lo hacia todos los viernes.

Pero ¡oh maldita suerte!, mi hermanita entró corriendo como desalmada escapando de otra niña que la perseguía aun a mayor velocidad. La escapatoria no dio resultado y ambas chiquillas fueron a dar de un golpe sobre mi, impidiendo mi merecido descanso y seguramente dándolo por terminado, jamás puedo dormir con alguien haciendo alboroto por ahí.

Ellas continuaron el juego y posteriormente salieron corriendo hacia la sala.

En aquel entonces yo tenia 16 años y mi hermana 11, vivíamos de pelea, ella era, y aun es algo malcriada. La otra niña que jugaba fervorosamente con ella, se llamaba Vanesa, era compañera de curso, eran muy unidas, no era la primera vez que estaban juntas en nuestra casa.

Pero la verdad ellas son personajes de reparto en el meollo del asunto que me lleva a relatarles esto.

Cuando salieron corriendo para la sala, y al ver truncadas mis esperanzas de un sueño placentero, me dispuse a levantarme. Entonces enfrente de mi apareció una chiquilla muy bonita que nunca antes había visto, sus cabellos rubios rizados, amarrados en una cola que no pasaba mucho mas allá de sus hombros, su carita sonriente y unos hermosos ojitos verdes, me enternecieron de inmediato, le dije un "hola" curioso, y ella salió volando hacia las otras dos para tirarseles encima en el sofá.

Esa tarde la pase escuchando música y tratando de contactar a mis amigos para ver que plan había para el fin de semana, pero naturalmente la idea era la misma de los últimos meses, llegar a la casa de alguno, ver porno, comer pizza, hablar hasta altas horas de la madrugada, la escasez de mujeres nos tenia realmente mal, como estudiábamos en un colegio masculino y la falta de contacto diario con gente del otro sexo era casi nulo, (a excepción de unas dos o tres profesoras que siempre eran firmes nominadas a ser recordadas en el pajaso nocturno), no éramos muy buenos conquistadores, una que otra caía de vez en cuando.

Le avisé a mi mamá que saldría a las seis y ella me preparó algo de comer antes de irme.

Me senté en la mesa esperando los usuales manjares, cuando de la nada llegaron las tres damitas y tomaron respectivos lugares junto a mi.

La monita tierna se quedó mirándome curiosa.

-hola- dije sonriente.

Solo acertó en sacar una leve sonrisita.

-¿cómo te llamas?- intenté de nuevo.

-Sofía- respondió rápidamente algo tímida.

En eso llegó la comida y ahí quedo la conversación.

Salí en dirección a la casa de mi amigo pensando en Sofía y en el extrañísimo pero hermoso mundo jovial y pintoresco que rodea a los niños. Cada que recordaba su cara me entraban unas inmensas ganas de reír y trataba de recordar como había sido yo.

Llegué entonces a mi destino, en la casa del huésped ya se encontraban dos amigos mas, y el grupo de cuatro quedo completo conmigo.

Estuvimos hablando como desde las siete hasta las once de cualquier cosa, del colegio, de las profesoras, de las pocas mujeres que conocíamos, también de música, yo que sé, éramos chicos muy inteligentes, hasta de política internacional pudimos haber hablado.

Y entonces de un cajón salió lo que esperábamos con ansias, un cassete de videos pornográficos que alguien se había conseguido.

Las primeras escenas eran algo bastante normal, una chica morena con dos tipos encima que mostraban orgullosos el tamaño de sus palos mientras ella gritaba de placer. Y así, las siguientes no fueron muy diferentes, pero excitantes a fin de cuentas.

El dueño del cassete nos hizo una seña pidiéndonos especial atención a lo que venia.

Era porno del ilegal, salía una pequeña de 10 u 11 años no mas creo yo, un tipo algo mayor se la follaba durante largos minutos, por la conchita, por al ano, y después recibía toda la descarga de esperma en la boca. Ella no lloraba, solo aguantaba, yo tenia entendido que algunas niñas ingenuas por la edad o por necesidad, lo hacían por un poco de dinero.

Debo confesar que en primer momento me quedé sorprendido mirando desconcertado semejante cosa. Al terminar el video todos empezamos a hacer comentarios, de enojo, de indignación, de incredulidad, pero todos concluimos que fue excitante ver eso, que no nos parecía justo con la pobre niña, pero que era muy excitante.

Al día siguiente volví a mi casa, ya las amiguitas de mi hermana no estaban allí, de por si en el aire se respiraba tranquilidad.

Esa noche tratando de dormir, se cruzaban por mi mente las imágenes de la escena del video y posteriormente aparecía la carita de Sofía revoloteando. Hasta que a mi cabeza se le dio por jugar con la calentura y con las ganas, imaginaba a Sofía en aquel video, pero siendo yo quien hundía mi pene en los agujeritos profundos de la inocente pequeña.

La razón y la moral, bien entradas en el subconsciente gracias a la estereotipada educación que me daban en aquel plantel educativo, me hacia sentir sucio solo por pensar en la monita. Pero como a estas edades el valor y la posición de las cosas van cambiando según la dirección y el entorno propio del individuo, y después de pensarlo y analizarlo desde muchos puntos de vista durante toda esa semana, concluí que no había nada de malo en el echo de sentirse excitado por aquello, lo malo era hacerlo con semejante brusquedad tal cual lo hacia el hombre del video. Todo esto no significaba que quisiera follarme a Sofía, es mas, después de que aclaré mi mente no volví a pensar en ella de esa forma.

Pasaron un par de semanas en las que me enteré, que Sofía era la hermana menor de Vanesa, y si Vanesa tenia los mismos once años de mi hermana, la monita debería tener nueve u ocho, no se.

Total las cosas siguieron su cauce natural, solo hasta ese viernes, que como el de semanas antes venia cansado y dispuesto a dormir.

Sentí que se abría una puerta y tras ella se soltaban una inmensa cantidad de ronroneos, chillidos y gritos, mi hermana y sus amiguitas estaban de vuelta y justo entrando a mi cuarto, me topé de frente con Sofía.

La saludé con la mano de manera infantil, ella hizo lo mismo y después se fue corriendo. Me fui a mi habitación y coloqué música, pero de la nada las tres chiquillas guiadas por mi hermana, saltaron sobre mi incitándome a jugar a la lucha libre, yo sabiendo que no iban a parar hasta hacerme entrar al juego, me decidí a pelear un rato.

Brincando, gritando, gruñendo, jugamos largas horas, lógicamente siendo yo el mas fuerte, tenia la misión se lanzarlas lo mas lejos posible sobre algo acolchonado.

En una de tantas, me hice el que caía sobre la cama por un golpe inexistente, de inmediato Sofía, tierna e ingenua como siempre, se subió sobre mi sentándose justo sobre mi pene y tomándome por el cuello con ambas manos, yo la tomé suavemente por la cintura y de repente sentí un fuerte tirón en la entrepierna.

Mi palo empezaba a coger tamaño sintiéndose presionado levemente por el menudo cuerpo de la monita, ella hacia unos intentos de ahorcarme con las manitas empujándolas hacia mi, pero con cada movimiento, su cuerpo se batía también y enviaba una onda deliciosa hacia el animal que estaba bajo mis pantalones.

Las otras dos niñas gritaron que iban a buscar algo para golpearme, que no me soltara, y entonces quedamos los dos solos en el cuarto, yo sobre la cama, y la monita sobre mi en esa posición en la que había soñado tener a tantas mujeres.

Por un momento quise bajar un poco mas mis manos y palpar sus pequeñas y redondas nalguitas aunque fuera por encima de la ropa, pero me detuve y me la quité de encima dando así el juego por terminado.

Corrí al baño y me hice una buena paja, solo podía pensar en Sofía y en como sus nalguitas se apretaban contra mi palo, tremendo.

Ya entrados en mas confianza, la monita me decía cosas y me contaba experiencias de cuando su papi la llevaba al parque y cosas así, del colegio, de sus amiguitas, y yo enternecido empezaba a dejar las culpas atrás dando por sentado que con la pequeña, cualquier cosa podría pasar.

En fin, a la mañana siguiente me levanté temprano no se porque, caminaba hacia el baño, cuando me topé de frente de nuevo con Sofía, su carita sonriente posaba sus ojitos vedes a la altura de mi cadera.

-tienes el pipi parado- dijo riendo y de manera cómplice.

Me quedé helado y dirigí la vista hacia el área en cuestión, tal y como ella lo había dicho, tenia el pene erecto, una de esas erecciones espontáneas mañaneras. Ni siquiera trate se cubrir lo que la suave tela de la pijama dejaba ver con tanta definición, solo pregunté si había alguien mas despierto, a lo que ella respondió negando con la cabeza.

La llevé hasta la sala, quería saciar mis ganas con la monita pero no tenia nada planeado, es mas, la idea de desvirgar aquel cuerpo a tan corta edad no me parecía del todo buena. Pero la calentura llegó, y con ella las ideas de primer momento.

Nos sentamos en el sofá uno al lado del otro.

-¿por qué lo tienes así?- preguntó aludiendo de nuevo a mi pene.

-no se, a veces se pone así-

-¿por qué?-

-eso le pasa a todos lo hombres-

Dije esto ultimo levantándome el pantalón como viendo con curiosidad lo que me es tan normal, pero desde donde ella estaba no podía ver nada. Entonces se inclino un poco sobre mi y estiro el cuello hasta poder ver dentro al monstruo que palpitaba de excitación.

-¿y eso para que es?- preguntó.

-para jugar- respondí.

-¿para jugar?-

-si... es que es muy suave, tócalo-

Y entonces la pequeña sin el mayor recato debido a su ingenuidad, estiró la mano, tocó levemente con el dedo la parte izquierda de mi glande y me hizo retorcer de placer

Lo tanteo solo un par de veces con el mismo dedo y después lo retiró.

-conozco un juego, ¿te lo enseño?- pregunté ya demasiado caliente.

-bueno- respondió ella con un ligero dejo de emoción.

-como es tan suavecito el pipi, los niños y las niñas a veces juegan un juego que

consiste en que el niño le pasa su pipi por la cara a la niña, para acariciarla un rato-

-¿si?- preguntó sorprendida.

-si. Pero debe ser secreto, tu no puedes decir nada porque después no puedes volver

a jugar-

-¿no?, ¿por qué?-

-no se linda, yo no hice las reglas. ¿jugamos?-

-bueno-.

Pasada toda esa maraña de invenciones ridículas me puse de pie frente a ella, mi cuerpo andaba a mil, la sangre se agolpaba a través de todo mi torrente sanguíneo, el corazón estaba apunto de salírseme, solo podía ver su carita sonriente, sus ojitos verdes posados sobre mi entrepierna esperando el prometido masaje facial, y entonces me saqué el palo tal cual como si fuera a orinar y lo acerqué lentamente hasta posarlo en una de sus mejillas.

El solo contacto casi me hace venir, pero aguanté como todo un macho y proseguí.

Mi pene se rozaba sobre su piel blanquita y tersa, hice el recorrido mas cuidadoso para no perder centímetro. Con mi palo, acaricié sus cachetes, su frente, sus ojos, sus pestañas, sus cejas, lo desplacé desde su ceño hasta la puntica de la nariz, y después la coloqué en cada uno de los orificios nasales, rodé por sus orejas, incluso la enredé entre sus rizos rubios, y ella seguía muy atenta con la vista el recorrido de mi verga sobre su rostro angelical. Dejé lo mejor para lo ultimo, bajé hasta su mentón y fui subiendo despacio disfrutando de cada poro hasta posar mi palo sobre sus labios rosaditos.

Los tanteé horizontalmente e incluso pude sentir sus dientes cuando intenté adentrarme mas, la calentura llego al punto mas alto y sin mas ni mas, me vine.

Los chorros interminables de semen se esparcieron por todo el rostro de Sofía, incluso sobre algunos sectores de su cabello.

Cuando el éxtasis me permitió abrir los ojos noté semejante desastre y la cara de la chiquilla confundida, regada de mis fluidos hasta donde se podía ver, me guardé el pene y la tomé de la mano llevándola a la cocina, donde con un trapo húmedo pude retirar todo el reguero, también tuve que limpiarle algunos chorros en la ropa.

-¿qué pasó?- preguntó.

-nada nenita, nada-

-¿te hiciste pipi sobre mi?-

-no, como se te ocurre linda, es que eso a veces pasa, no te preocupes-

-¿es parte del juego?-

-exacto, es parte del juego-

-ah ya-

-y recuerda que no puedes decirle a nadie para que podamos volver a jugar-

-si-

-Sofía, ¿te gusto linda?, ¿se sintió rico?-

-si, se sintió muy rico, me hacia cosquillas-

Y ahí termino aquello, consolidando todo con un acuerdo de completo silencio.

El resto del día la pasé erecto tratando de disimular con todos en la casa, le echaba unas cuantas miradas a Sofía de reojo, pero nunca respondía, ella me miraba cuando quería mirarme, total lo que había pasado no había sido mas que un juego, ¿o no?.

Jugamos todo el día hasta que calló la noche y con ella el cansancio, todos se fueron a dormir excepto yo y las niñas, aun jugábamos a cualquier cosa, yo solo quería estar cerca de la monita y no veía la hora que mi hermana y Vanesa se durmieran.

Entonces con aire de autoridad, me puse de pie.

-bueno niñas, a dormir ya, es muy tarde-

-otro ratico- suplicó Vanesa.

-no, nada de otro ratico, a dormir ya-

-pero es que yo me duermo con la luz prendida, me da susto- añadió Sofía.

-no, tranquila, podemos apagar la luz y yo me acuesto un rato contigo mientras te

duermes y ya-

No podía se mejor, apagué la luz y me acurruqué junto a la monita mientras se escuchaban los últimos susurros.

Sofía estaba acostada de medio lado dándome la espalda, yo ya totalmente empalmado, me acomodé detrás de ella colocando mi palo justo sobre la línea que dividía sus moldeaditas nalgas. Ella llevaba puesta la misma pijama que en esa mañana había recibido mi semen, solo una tela suave y otra aun mas ligera, (la de su panty), me separaban de tocar su piel, pero como estaba podía sentir muy bien su cuerpecito.

-linda, ¿quieres jugar otro ratito?- le susurré al oído.

-bueno- me respondió ella igual.

Empecé a deslizar mi mano por debajo de su camisita, tanteé su ombligo y seguí hasta alcanzar sus diminutos pezones, que rico, eran suavecitos, las yemas de mis dedos se deleitaban tocando aquellos dos botoncitos, talvez por el contacto se empezaron a poner un tanto duros, pero no mucho.

Ahora me sacaba el pene y se lo restregaba por entre las nalguitas y un poco en la conchita, por lo menos lo que su ropa y su posición me permitían, también lo pasé por sus muslos, incluso con el mismo aparato traté de bajarle el pantaloncito, pero no pude.

Bajé lentamente para no ir a asustarla, por sus pechos, a su estomago, y después justo a la parte superior de su rajita. La tranquilizaba diciéndole que era una parte nueva del juego, que la probara y que después me decía si le había gustado.

Fui retirando su pantalón hasta que quedo con el a las rodillas, solo la cubría la braguita de suave textura.

Metí la mano por entre la prenda, palpé primero la parte superior de su concha y le di un masallijo en el área, la respiración de la monita ahora subía de revoluciones. Luego bajé solo un poco mas, con un dedo repasaba una y otra ves su rajita tocándola por fuera, cuanta delicia en un cuerpecito tan pequeño.

Entonces le quité la braguita también, pero algo en mi me llamó la atención, me hizo detenerme en la tarea de penetrar a la monita, tenia su huequito hay, justo enfrente, en mi mano y a mi completa disposición, pero pensé que podría hacerle daño y me detuve.

Simplemente coloqué mi palo en la entrada de su cosita y lo restregué ahí, antes mi cara se fundía con sus rizos dorados, pero ahora la besaba apasionadamente por el cuello, en la oreja y en su mejilla.

Eché unos pensamientos veloces, la tomé de la mano suavemente y la llevé hasta el baño llevando bajo el brazo toda la ropa.

Ya en el recinto, cerré la puerta con seguro, encendí la luz y la ví.

Que monita mas bella, que piel mas pura, no podía creer que yo fuese su primer hombre.

Le quité la camisa que era lo único que aun llevaba encima, la senté sobre el escusado y como en la mañana, me engolosine poniendo y masajeando mi palo contra su cara, hice el mismo recorrido de horas antes hasta finalizar en su labios.

De un momento a otro sentí unas ganas irrefrenables de besar esos labiecitos, mi incliné y lo hice, primero solo junté mis labios con los suyos, pero luego introduje mi lengua hasta donde cupo. Ella no se movía, solo observaba con demasiada ingenuidad mi trabajo sobre su ser.

Le pedí que se diera la vuelta, coloqué sus manos sobre el lugar donde estaba sentada obligándola así a adoptar la posición del perrito, lo hizo sin el menor reparo.

Como quien abre las puertas de un palacio que acaba de heredar, yo abrí sus nalguitas, pude ver su agujerito, chiquito, cafecito, las ansias me vencieron y posé mi lengua justo en medio. La monita hizo un pequeño movimiento instintivo cuando sintió aquel húmedo miembro en su culito.

La resonancia que tiene el baño, me permito oír como su respiración se agitaba ahora a pasos agigantados, ambas piernas le temblaban, y le temblaron aun mas cuando mi lengua dejo su ano, para irse a posar sobre su rajita.

Le separé los labios vaginales y su rosado coñito fue todo mío, lo succioné, lo chupé, lo lamí, creo que incluso le di un par de mordiditas.

Estaba en mi limite, no daba mas y era la hora de eyacular.

La senté de nuevo frente a mi.

-¿te ha gustado mi nena?- pregunté.

-si- respondió con la voz entrecortada.

-ahora te toca a ti-

-¿cómo?- y me miro confundida.

-abre la boca grande y saca la lengüita-

De inmediato lo hizo, parecía que fuera a recibir un dulce o algo, sus ojitos verdes estaban sobre los míos, pero cuando fui acercando mi verga a su boca, se dirigieron hacia abajo.

La introduje, no lo puedo describir, fue tan delicioso, cabía perfectamente de ancho, por supuesto no le metí toda, su boca era chiquita.

Yo mismo comencé a meter y a sacar, su lengua rugosita raspaba con dulzura la parte inferior de mi pene, su baba me cubría todo el palo y resbalaba por sus mejillas.

Entonces lo saqué por un momento y empecé a tocar con la punta, la punta de su lengua, y fue todo, llegó el punto máximo. Chorros y chorros de semen salían para descender justo en el cuerpo de Sofía.

Quedé como en shock unos segundos, después abrí los ojos y vi a la monita tratando de limpiarse todo mi semen de sus ojos, pero lo único que lograba era esparcirlo mas, entonces tomé papel higiénico y la limpié, tenia semen hasta sobre su rajita, ¿qué como llegó allá?. Después le pasé un trapo húmedo por todo el cuerpo y nos fuimos a acostar.

Me aseguré de que me prometiera una vez mas no decir una sola palabra de lo vivido a nadie, la dejé en su cama y me fui a la mía a descansar.