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Sexo con mi becaria

en Hetero: General

Media mañana.... me encontraba sentado en mi despacho, delante de los informes de un nuevo proyecto, del cual debía de hacer la valoración de viabilidad económica del mismo. Estaba espeso, tenso. Las ideas no iban en mi cabeza, no se que pasaba, pero era incapaz de trabajar.

Tres personas formábamos la empresa de asesoramiento en la que trabajo, a la que se había unido hacia poco una chica en practicas. Siempre ha habido un respeto mutuo con mis dos compañeras de trabajo. Nunca ha sido bueno mezclar el sexo y los negocios. Como dice un refrán, donde tengas la olla, no metas la polla.

Una de mis compañeras se encontraba de vacaciones, y la otra, habiéndose sentido indispuesta, se había ido a casa, y no volvería al despacho hasta el día siguiente. Y allí estaba yo, con mala cara pues no era capaz de finalizar mi tarea. Y un juramento salió de mi boca.

De pronto, Jani, que así se llamaba la chica de practicas, entró en mi despacho. Tenía 25 años. Una larga melena color castaño claro, ojos color miel, unos labios preciosos y un cuerpo bonito. Muy bonito. Media aproximadamente un metro y setenta centímetros. Delgadita, con un culo precioso, alto, respingón, y unos pechos altos y abundantes.

Se situó frente a mi. Mirándome a los ojos, me preguntó: -¿qué te pasa? Te veo tenso. –Esto no va, respondí. Relájate, dijo ella. Déjame hacer. ¿sabias que también soy quiromasajista? Al tiempo que se situaba tras de mi, posando sus manos en mis hombros y haciéndome reclinarme hacia delante. Y empezó a masajear mis hombros, mi cuello, mi espalda. Notaba sus manos sedosas sobre mi cuerpo, sensación que se acrecentó cuando me obligó a quitar la camisa. Con ella no puedo estimular tus músculos... mejor quítatela. Y así lo hice. Recorrían sus manos toda mi espalda. Mis omoplatos, mi columna vertebral.... poco a poco la recorría toda. Y yo me sentía excitado.

Entre sus manos, su aliento en mi oído, y los leves, pero creo que intencionados, roces de sus pechos con mi cuerpo, hacían que cada vez me excitase más. Dejó mi espalda y se situó frente a mi. Llevaba una blusa blanca bastante escotada, con un punto de transparencia, un pantalón vaquero, botas negras, de corte vaquero y tacón alto y un foulard azul al cuello. Yo seguía sentado en mi silla. Y miró mis ojos. Y creo que vio en ellos el fuego encendido de la pasión. Estaba muy caliente. Y se dio cuenta. Y eso, creo que le gustó. Un botón más de su blusa se había desabrochado dejando ante mis ojos la hermosa vista de unos bonitos pechos encerrados en un sugerente sujetador de encaje blanco.

Seguía frente a mi, deslizando sus manos por mi cuerpo... masajeaba mis hombros, mi pecho. De pronto se movió. Deslizó su mano hacia su cuello, quitándose el foulard, a la vez que susurraba –"Tranquilo... no digas nada ni hagas nada... solo déjame hacer". A lo que yo obedecí sumisamente, quedándome quieto a la vez que ella lo ponía sobre mis ojos, impidiéndome ver. –"tu solo disfruta. Deja el resto de mi cuenta". Y comencé a notar sus labios besando mi cuello, mi rostro, mi pecho. Y eso me excitó aún más. Notaba el calor de su boca, la humedad de sus labios y las caricias de su lengua sobre mi piel... y sobre mis labios.

Enseguida sentí como se sentaba sobre mis piernas. Notaba como rozaba su sexo con el mío a traves del pantalón... y también notaba como unas masas de carne se frotaban en mi cara. Eran firmes y suaves... rozaba sus pezones en mis mejillas mientras notaba como cada vez mi pene crecía y crecía más bajo mis pantalones... estaba claro que le gustaba el sexo, y le gustaba provocar... y sabia hacerlo. Acerco sus pechos a mi boca a la vez que decía –"aquí están, son tuyos, bésalos despacito... disfrútalos" algo que sin duda hice.

Y ya apenas podía aguantar más. Pensaba que mi polla iba a reventar mi pantalón.. o ella misma!!, cuando la sentí moverse... sentí sus manos bajar hacia mi entrepierna... con decisión. Hábilmente soltaron mi cinturón y desabrocharon mis pantalones, deslizándose una de sus manos bajo mi calzoncillo, y acariciando mis testículos y mi pene, que a estas alturas ya estaba tan crecido como era capaz de hacerlo y duro como una roca. –"menuda verga tienes... ¿te importa que la mire de cerca? ¿no verdad?", susurró a mi oido, a la vez que sus manos dejaban al desnudo la parte inferior de mi cuerpo y separaban mis piernas. Y sentí su lengua rozar mis huevos. Los lamía con gusto, jugueteaba con ellos, los moridisqueaba suavemente, introducía ambos en su boca, y jugaba con ellos... Dios!!!! Casi me corro en ese momento.. y se los sacó de su boca, y comenzó a besar mi pene.

Deslizó hacia atrás la piel de mi polla, dejando el capullo totalmente al descubierto y empezó a chuparmela de una forma brutal. Sentía como llegaba a su garganta. Sus labios apretaban firmemente mi polla, su lengua la lamía con placer... y no pude aguantar mas. Me saqué el foular de los ojos, y allí estaba ella, arrodillada frente a mi totalmente desnuda. Sujeté su cabeza, y a la vez que la incitaba a levarse, besé sus labios de forma casi violenta, mis manos empezaron a acariciar su cuerpo, deslizándose rápidamente a su coño, a la vez que mis boca chupaba sus tetas y besaba sus pezones. Ahora era yo quien llevaba la iniciativa.

Cuando mis dedos llegaron a su coño, se encontraron con un cuerpo ardiente. Y extremadamente húmedo. Estaba claro que su excitación era enorme, al igual que la mía. Y la senté en la mesa, frente a mí. Separé sus piernas, y mi cara se perdió en su entrepierna. Sus labios vaginales estaban totalmente abiertos, así que prácticamente me encontré de frente con un clítoris dilatadísimo. Y comencé a besarlo, a chuparlo lascivamente mientras ella soltaba suaves pero profundos gemidos de placer. Luego, mi lengua comenzó a besar sus labios internos, estaban también prácticamente abiertos, así que durante un ratito la follé con mi lengua. Y le gustaba. Y ella no aguantaba más, y yo tampoco.

Así que colocándola de espaldas a mí, con sus manos apoyadas sobre la mesa, y levemente inclinada hacia delante, separé sus piernas y comencé a penetrarla por detrás. Le gustaba gemía de forma cada vez más frecuente y cada vez más rápida. Sentía su coño caliente y húmedo en mi polla. Y así estuvimos, follando durante los apenas 20 minutos que aguantamos en el acto. La penetraba fuerte, con envites profundos y rápidos, a la vez que mis manos tocaban sus tetas y apretaban sus pezones erectos y mi boca besaba su espalda. Y cuando pensaba que no ya no aguantaba más, paré, la hice girar, y la senté en la mesa frente a mí. No hizo falta separar sus piernas, ya estaban abiertas esperando mi polla, y así, frente a frente, seguimos follando hasta que ella, entre escandalosos gemidos y convulsiones se corrió. Y yo la seguí. Córrete en mi, gemía. Dame tu semen cálido. Vacíate en mí. Y así lo hice. Y le gustó. Le gustó tanto que cualquier día escribiré otra historia distinta con los mismos protagonistas.