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La historia de Isabel

en Sexo con maduros

(Introducción.)

En realidad vuelvo a éste agradable pasatiempo que es en mí, es el escribir

Lo hago después de un periodo de dos años de absoluta inactividad, retorno contando ocho historias abarcando el plano solamente de lo sexual, (ya se sabe que en un país en que el trabajo es un lujo, lo sexual se incrementa como chantaje).

Es por ello que surgen comentarios o se deslizan historias, de ese estilo sobre personas comprometidas con la realidad de un país.

En mí las capté de terceros, o simplemente fueron ellas las confidentes para trascribirlas.

Yo he agregando algunos comentarios mínimos, escasos para encuadrar la historia en un marco no tan duro y mas llevadero de la historia, pero reservando el respecto para el lector,

Por dos motivos: yo también soy lector y no me gusta ser defraudado.

Verán que son realmente verídicas pero solo he quitando el lugar donde verdaderamente ocurrieron y los nombres de los protagonistas, agregando a la fantasía de lugares por mi conocidos y nombres imaginativos.

La mayoría de las historias transcurren en Buenos Aires

Argentina

Así marcaré la primera de las historias que la llamaré: La pequeña historia de Isabel

Ocurrió hace aproximadamente unos tres años, entre un "aprovechado empresario", y la necesidad de tener un trabajo, por una mujer casada desesperada por su situación económica después del diciembre del 2001, tan conocidos para los argentinos.

La Historia de Isabel.

 

Terminaba de leerlo y subrayarlo.

A, los pocos segundos y después de traer una tijera, le recortó prolijamente apoyando el mate en la mesa.

A simple vista se podía ver el texto del anuncio:

"Empresa dedicada a la exportación e importación, busca mujer con conocimientos de sistema de fiscalización, además del programa Tango, y arancelado internacional, que sea mayor de 35 años con conocimientos fluidos de Ingles.

Su sueldo, será acorde a sus conocimientos y se otorgarán beneficios por mejoras.

Se tomará un examen de aptitudes entre las 8 AM a 15 PM, en la calle Pasteur al 1…".

Así expresaba el aviso publicado en el matutino Clarín del día domingo y daba la perspectiva para el día lunes, de una buena promesa económica lo cual ya era una excelente oportunidad para Isabel.

Ella desde hacia mas de quince meses se hallaba desocupada y su marido con lo que aportaba al matrimonio, producto de una prestación salarial al estado de cientos cincuenta pesos, y un trabajo eventual los sábado y domingo de mas quince horas, apenas conformaban, los quinientos pesos.

Lo mínimo para un matrimonio que afortunadamente (no tenía hijos), que estaba atrasando en el pago de las expensas de su casa, la luz y hasta el gas, además de adquirid ya mas de siete cuotas impagas del mismo departamento que desde el banco, le cuestionaban severamente por su incumplimiento.

Todo un panorama pero no era ajeno a los miles que en la Argentina empobrecida de después del 2001, había conocido un derrumbe estrepitoso sin igual.

Pedro, tengo fe de que éste es mi anuncio.

Se que lo necesitamos tanto, amor que emprenderé el todo o nada al mismo, le dijo al acostarse en una fría noche de domingo y de invierno.

El lunes de junio, amaneció lluvioso, pero de ninguna manera redujo la fila que para las ocho de la mañana era de mas de medía cuadra de mujeres, llegando a la hora hasta casi la mitad anterior de la calle Pasteur, pero que la misma a las diez de la mañana ocupó toda la cuadra llegando a la misma, avenida Rivadavia.

A ella le tomaron examen a eso de las 13 horas de ese día, quedando seleccionada después de una hora entre un grupo de mujeres que en su, mayoría era de igual capacidad técnica y edad.

A las seis después de haber pasado tantas horas en esa empresa, le dieron un número de aprobada, el quince que le otorgaba para el día miércoles a ella en una reunión delante de los ejecutivos, le afirmó un empleado larguirucho y desabrido cansado de repetir lo mismo todo el día.

Allí demuestra lo mejor de ti, le dijo al retirarse mirándola morbosamente.

Y era verdad, de esa reunión surgiría su aceptación o no a la empresa

El miércoles se despertó sobresaltada, había algo en su interior que le decía que el puesto dependía exclusivamente de lo que ella mostrase, pero además le tenía preocupada una afirmación de una mujer que le acompañó el lunes

"Estos van a pedirte, lo mejor de lo que sabes pero alguien me contó que también van a querer algo mas de una".

Eso último la intranquilizó que le pidiesen algo a lo que ella no estaba dispuesta a dar como era tan común, en estos últimos tiempos

En verdad la reunión se hacia en un departamento que según le dijeron era de los ejecutivos, es decir del presidente de la empresa y un grupo de accionistas, en el barrio de San Telmo sobre la avenida Independencia

Era un viejo edificio de arrendameinto, y la empresa que ella estaba citada ocupaba todo un piso.

Tenía hora para las quince, su marido ese día había salido a reparar una instalación eléctrica, al barrio de Almagro, así que regresaría algo tarde y traería el dinero necesario para las compras de la semana.

Se miró en el espejo después de salir del baño, a eso de las trece horas.

Se tomó su tiempo, aun conservaba firme el busto y a ella, eso le gustaba.

Firme sus senos además de pulposos, coronados por una aureola rosada que terminaba en un pezón alargado y duro.

Siempre sus senos fueron lo que a ella, le pudieron.

Su marido su único hombre desde el noviazgo lo entendió y comprendió, que para llegar al éxito debía atacar esa zona.

Para ella era como un conducto directo hacia su vagina, haciéndola que se lubricase de inmediato y con facilidad, y si hasta muchas veces en el subte o el colectivo cuando apoyaba sus senos en la espalda de cualquier hombre por estar lleno el medio de transporte, se empezaba a excitar y por mas que pusiese en blanco su mente, terminaba mojada en sus entrepiernas.

Isabel bajo la mirada, a su vientre

Era el único lugar en que no correspondía a su gusto, después de su embarazo perdido a los seis meses que casi le cuesta la vida, ya no se pego tanto a sus huesos y dejaba notar en su cintura una adiposidad aun no resulta por lo ejercicios, tendría que operarme hacerme un retoque en la cirugía pero ello era excesivamente caro, luego, paso a su entrepiernas

Aún se consideraba demasiado frondosa en esa zona, como mi madre recordó de sus comentarios, y ciertamente en su madre fue lo último que se le cayera de vellos.

Esbozando una sonrisa, siguió mirándose.

La "Y "de sus piernas llamaba la atención, mas cuándo sus muslos aun conservaban la fuerza de sus años, y su largo de piernas, era el correcto y donde de atrás sus piernas eran contorneadas, lo que hacia que cuando usaba polleras (en contadas ocasiones) las mismas mujeres se las mirasen con admiración y los hombres con deseo.

Ciertamente, la expresión de su cara era dura, la situación económica, el mal dormir y la ausencia de sexo con pasión, de entrega total estaba alejada

No porque su marido no se interesase por ella, es mas lo hacia pero la cosa a medida que avanzaron los apremios económicos fueron entibiándose al punto de mantener solo dos o tres secciones de sexo por semana.

Es más hacia más de quince días que con su marido no se amaban.

Hay, que estupida, yo mirándose en el espejo y falta poco para la entrevista

Se vistió interiormente de negro, que de algún modo resaltaba con su cuerpo blancuzco, uso un corpiño suave de modo que sus senos se contuviesen pero no se marcase tanto esos ridículos añillos de acero de los corpiños armado así, me lucen mas pensó

Se puso una blusa negra y una pollera un tono más bajo

Botas de cuero al tono y una bandolera sobre un abrigo americano que le daba un aspecto aun más juvenil

Resaltó aún más éste aspecto, con un pañuelo al cuello color amarillo.

Se pintó suave pero de modo interesante, y se aliso el cabello terminándoselo en forma de rodete.

A las quince la secretaria la hacia pasar a un recibidor, en el cual al cabo de mas de quince minutos oyó su apellido y la secretaria la presentó ante su supuesto entrevistador

El señor Francisco, la señora Isabel de…

Por favor, señora siéntese

Póngase cómoda y si ya sé, que estas entrevistas son formales y no dejan escapar la verdadera personalidad cuando pasan las mismas y son parte de la empresa le dijo Francisco a modo de inicio de la entrevista.

Así lo haré, señor le contestó Isabel.

Al cabo de mas de quince minutos en que el hombre le dijese las bondades de la empresa, Isabel fue estudiando al su entrevistado

Aparentaba tener unos cincuenta y tantos años, se veía muy estructurado, y mas de una vez ella notó que su mirada estaba dirigida a su blusa, cometí un error se decía le estoy dando la impresión de ser una mujer ligera, debía haberme puesto un suéter pero el que tenía estaba muy gastado.

Después el hombre le pidió que se sentase en un ordenador y resolviese un interesante ejercicio de finazas, además de un calculo de IVA compuesto y demás problemas, él se mantenía de espaldas a ella, y en varias oportunidades notó que al acercase a la computadora dejaba rozar sensiblemente el cuerpo de él, sobre su hombro

Ella mantenía su cordura, dejando pasar esa seguidilla de incidentes que se empezaban a repetir

Y si hasta en un momento creyó notar que algo más que la panza de ese hombre se le había acercado

Al cabo de un tiempo en que Francisco, siguió interesado el desarrollo de los ejercicios, le fue diciendo que de entrar lo cual le parecía ciertamente posible, por la rapidez de la resolución de sus ejercicios, el sueldo sería de más de mil quinientos pesos

Cuando oyó semejante cifra, cerró los ojos Isabel y pensó inmediatamente en cuanto pondría influir esa cifra en orden su casa.

Pagar las cuentas pendientes y hasta le podría comprar a Pedro, las herramientas que necesitaría para emprender su propia empresa de reparaciones, dejar libre de deudas el departamento y empezar a vivir como lo hacían antes del deflagio económico.

Isabel, Isabel

¿Le pasa algo?

Se despertó de ese sueño cuando el hombre le tomara de la mano pasándole con la otra una caricia en su cara.

No., perdóneme, es que sinceramente al oír esa cantidad, me sacó de la realidad, señor...

Tienes problemas económicos, no Isabel serios problemas le dijo el ejecutivo.

E Isabel le contó casi llorando como era su situación, la de su marido

Bueno, veremos con tus ingles y un ejercicio más y listo, no te preocupes, ahora el tono de voz de ese hombre era mas cordial, mas paternal.

Al cabo de unos segundos, le dijo a su secretaria por medio del intercomunicador.

Maria, tráeme un informe para que la mujer concurra a revisada médica como lo exige el seguro, y un reglamento de la empresa para que lo vaya estudiando.

Si señor, ya voy se escuchó por el amplificador.

Isabel apenas lo podía creer, tenia el puesto y sin que hasta ahora nada de lo que esa mujer le hubiese dicho.

Bueno Maria, le dijo a su secretaria, le voy a hacer a nuestra amiga Isabel, que me de su informe sobre las nuevas inversiones, así que no me pases nada mas.

Isabel no sabía que era eso, pero las mismísimas pruebas de lo hablado por el hombre estaban en la mesa.

Le tomó sus datos, y dejó la firma, para más adelante

Bueno ahora Isabel todo depende de ti, quiero yo te voy a dar una serie de datos y tu me dirás lo que mejor corresponda hacer. Ese en el futuro será tu trabajo así que presta mucha atención.

Y si ello es bueno firmo tu ingreso a nuestra empresa será una realidad, haciéndole notar que era el todo por el todo.

Isabel tomó los datos que el ejecutivo elaboró y empezó a facturar, era algo difícil y ahora si sus respuestas no eran tan ágiles, empezando a sospechar si en ello, no había trampas.

Señor, a no mi hijita

Estás sola, yo no existo.

Resuélvelo.

Francisco con cierto grado de supremacía se fue acercándole,

A Isabel eso le molestaba porque intuía que la estaba desnudando con la mirada.

Al tiempo se había puesto por detrás de ella, en el piso se escuchaba solo el tableteo de sus manos con el ordenador, y nada más.

En un momento en que ella estaba verdaderamente nerviosa, notó que las manos de él, se le posaban en sus hombros como aprisionándola sobre la silla. Ella se dio vuelta y le miró:

Estas sola mi hijita yo no estoy, termina el ejercicio y firmaré tu ingreso.

Pero me aprisiona usted, señor le dijo

Me deja casi sin aliento.

No soy yo sino el problema que te presenté en el ordenador, él es que te tiene prisionera de mí…

Ciertamente, no lo sé se dijo internamente Isabel, éste viejo puto me cagó con este tema.

Seguía haciendo cuentas y mas cuentas embarullándose en sus mismillos conocimientos, caminado un camino para luego, desandarlo

Ya no sentía la fuerza del viejo en sus hombros hasta que de imprevisto una mano de él se posó en su seno.

Se hizo un silencio atroz, ella no fue capaz de mirarle, él se mantuvo con su mano, apoyada en su seno, por sobre la blusa.

Isabel empezó a sentir esa corriente en sus piernas, y lo dejó estar allí sabia que tenia todas las de perder, si lo sacaba.

Pero sabedora que al momento de avanzar él, ella lo pondría en su lugar

Señor, que hace le dijo.

Sentirte, Isabel porque me gusta lo que toco, desde que te vi me gustaste.

Señor eso no es el trato.

Pero a estas alturas:

¡Que es lo que es real y que es lo que es abuso del poder, Isabel!

Y la levantó de la silla.

No déjeme, mientras ella era aprisionada sobre la cintura.

Por favor déjeme.

Francisco sin que ella pudiese resistir le abrió su blusa, y de inmediato tomó por debajo de su corpiño un seno, ella cerró sus ojos por vergüenza y la incapacidad de reaccionar, es y ahora que una mano extraña le aprisionaba sus senos.

Aprovechó Francisco para levantarle el corpiño y meter su cabeza entre sus senos.

Ella ya no decía nada, y Francisco, aprovechó para meter ahora su boca

Isabel solo ensayaba pequeños quejidos.

Al cabo de unos segundo ella sentía como su entrepiernas no solo se estaba mojando sino, que empezaba a sentir pequeños tironcillos, producto de un elaborado PRE-orgasmo.

Todo ello se desarrollaba en silencio y bien lejos de un sillón largo de cuero

Francisco empezó a mover a Isabel hacia el mismo pero lentamente para que ella no lo advirtiese y de advertirlo no lo impidiese.

Pero lejos estaba ese hombre de saber que Isabel estaba obnubilada con esta inédita situación, jamás presentada en su vida.

Era la primera vez que engañaría a su marido

Ya lo tenia resulto, pero lo demoraría quería gozar de esa vejación en que tantas veces imaginó, a la tarde en ausencia de Pedro, en su cama cuando, se masturbaba.

No, déjame no puedo hacerle esto a mi marido, déjeme Francisco respéteme

Isabel me calentaste demasiado, eres una gran hembra, y quiero comerte tenerte, cojerte

Esas palabras lejos de humillarla a ella, producían un resquebrajamiento mayor de su voluntad, ya había perdido noción de sus actos y del lugar en que se encontraban y de alguna manera esperaba lo que ella sabia que ese hombre tenía previsto.

La paró frente al sillón y le sacó la blusa, después casi le arrancó el corpiño al no poder sacar una presilla por su propia calentura, ha lo que Isabel ayudó levantado un brazo.

Se sentó, Francisco la observó por un largo momento, ella solo permanecía parada con los ojos cerrados, y al poco tiempo la hizo sentar.

La apoyó sobre su pecho, avíese sacado la camisa y el pantalón, en un tiempo record, ella aun permanecía con la pollera puesta.

Lentamente Francisco le fue besando los hombros, luego el cuello y a un momento notó que sus labios eran penetrados con una singular fuerza por una lengua ansiosa que le recorría todo su interior y se abrasaba con pasión a su propia lengua.

Isabel, permitía ya todo de él.

Atrás habían quedado sus miedos por su marido, por la secretaria a quince metros de ella, el lugar en que estaba siéndole infiel, a Pedro por primera vez.

Le tomó la mano Francisco, eso la hizo abrí los ojos y lentamente su mano fue guiada hacia el miembro de Francisco.

No, Francisco, atinó a decir retirándole la mano que aviase apoyo en el pene del hombre aquí paremos,

Es una locura pero sentía en su interior en ese momento la descarga de su propia sangre en un orgasmo profundo, visceral, desde lo hondo de su vagina porque no lo amaba a Francisco y solo era un objeto de sexo para ella.

El se dio cuenta, de su reacción y la paró pero ahora bajándole la pollera y contemplando exauto esa mujer que ahora exhibía una larga media bombacha color negra con un tanga al tono.

Sácate las botas Isabel hazlo despacio, déjame gozar este espectáculo a un hombre de cincuenta y ocho años en su mejor tarde su vida.

Ella obedeció, lentamente soltó su cabello, que llego tapando a medias un seno el derecho, se inclinó aun mas y desabrochó el cierre de la bota, luego hizo lo mismo con la otra y alzando una pierna en un acto que ni ella misma supo como lo hizo diciéndole a Francisco

Sácamelas tú, mi dueño.

Francisco enrojeció, y alargando las manos tomó primero una le retiro y de inmediato le besó el pie sobre la media, luego hizo lo mismo con la otra pierna.

Isabel permanecía sobre la alfombra del piso, y fue por más

Ahora Francisco, sácamelas las medias.

Francisco se paró, tenia el miembro ridículamente fuera de bóxer y ante la mirada de ella, lo escondió como para no pasar por un idiota calentón.

Tomo de la cintura las medias y de a poco las fue enrollando dejando al descubierto la tanga que exhalaba un perfume de mujer ardiente.

Luego al dividirse las media en dos optó por la que estaba más cerca de él la izquierda de ella y él la bajó, arrastrando en ese movimiento a la de la otra pierna, ella ahora lo ayuda levantando la pierna y al sacársela totalmente dejo las mismas a un costado del sillón.

Estaba semidesnuda Isabel, pero no era ella era esa mujer normal la de siempre, sino la que vivía (una fantasía) la misma que tantas veces imaginó, al masturbase, y que después de culminado su orgasmo en la cama, se dormía esperando al marido.

Ahora era algo similar en ella.

Pero el marido en éste caso era ese desconocido que había roto, ese pequeño engranaje que la detenía de su pasión dormida.

Siéntate Francisco, ahora ella le dirigía.

El obedeció.

Se bajó lentamente la tanga, enardeciendo por enésima vez a ese hombre.

Isabel gozaba de esta situación,

Te gustó lo que viste, le dijo al tirarle la tanga sobre su bóxer.

Eres realmente hermosa Isabel.

Hermosa es poca.

No digas mas nada, Francisco

No me compares, y solo actúa como debes hacerlo con una mujer exasperada.

La tomó acercándola y metió directamente su cabeza sobre su sexo,

Isabel sentía, como esa lengua le buscaba en lo más íntimo de ella, su clítoris

Al encontrarlo Francisco con sus labios, le presionaba alargándolo y mordisqueándole, para luego bajar inmediatamente a su vagina.

Después, le subsanaba, en un juego endemoniado para ella, que Francisco practicaba a la perfección y que vencía, ya su poco pudor

Papá, me estas comiendo la concha, le dijo una Isabel que no era ella, sino la que soñaba ser mientras se masturbaba.

Seguí méteme la lengua, así así, mas.

Francisco estaba ya casi ridículamente arrodillado en el piso con su bóxer a medio sacar y su culo al aire, era patético el cuadro, el poder vencido por dos labios vaginales que arrojaban un néctar que Francisco bebía apasionadamente.

El clímax llego cuando ella le dio su segundo orgasmo, se descargó aprisionado la cabeza de él, sobre su sexo.

Ahogándolo con sus líquidos y lo apretado de la nariz en sus pelos de la concha.

Le echó al terminar su orgasmo, para atrás, estaba rojo con la boca espantosamente mojada de su propia saliva y el líquido de ella.

Nunca sentí a una mujer así, Isabel lo juro

Aun no te he sentido Francisco ahora, es mi turno

A esta hora se repreguntaba Francisco:

¿Quien era el violador?

¡Espera Isabel dame tiempo, no soy un pendejo¡

Te voy a coger de tal manera Francisco, que jamás te olvidaras de mí,

Pero a eso solo lo sabrás con el tiempo

Solo con el tiempo…

Lo ayudo a parar y le saco el bóxer.

Apareció un miembro un tanto menor que el de su marido, pero caprichosamente inclinado hacia arriba.

Ella lo tomó con la mano y sin mirarle la cara parado así como él estaba, arrodillándose se lo introdujo en la boca de un solo y nada rítmico movimiento.

Empezó eso si, a un ritmo, lento.

Como acostumbrarse a un sabor y hasta un olor, diferente al de su marido.

Pero que a los segundos, ya le parecía igual.

Se estaba comportando como una puta

Pero ni ella misma sabía a que obedecía

Ya ni siquiera en ella estaba presente el trabajo, era ahora ello una excusa tan lejana que para este entones Francisco pensaría, mas estar enfrentando en una puta profesional que en una ama de casa sencilla.

Pero a lo hecho estaba y ahora quería gozar, como hacia tiempo que no lo hacia.

Francisco tímidamente le tomo de la cabeza y ella para hacerlo vibrar mas a medida que sacaba el mienbro de la boca suavemente apretaba con sus dientes en el produciéndoles espasmos y contorsionándolo, de tal manera que el le preguntó

¿Quien te enseño ello, Isabel eres unas diosa?

Ella pensó lo mismo pero era toda pasión luego a la vez subsanaba sobre la abertura del grande y le envolvía ya con en su lengua, haciéndole las delicias de ese hombre totalmente vencido, que para esos momento exclamaba solo extensos y no tan calladas expresiones, de placer

Cuando noto que él se venia, se paró.

El comprendió y se acostó en lo largo del sillón

Era cómico verlo con su vientre hacia los costado su tetillas de ya una persona mayor embobado y dejándose hacer lo que ella quisiese.

Ella se subió delicadamente sobre él, y éste le tomó los senos con las manos, allí ella se estremeció y como obedeciendo a una implícita orden:

Tomó su miembro

Pero tan delicadamente con la mano y despaciosamente, que a Francisco le saco un ayees de placer profundo desde su interior

Luego, a ese miembro duro y húmedo lo fue recorriendo por todo el largo de su vagina, lentamente parándose por segundo y penetrándoselo solo un pequeño espacio dentro de su vagina, hasta que al tiempo y para cuando la respiración de Francisco era profunda, gruteral llegó al mismísimo clítoris

Ello a Francisco le hizo cerrar sus ojos y ella por el contrario los tenia demasiados fijos en cada unos de sus movimientos

Y así al cabo de unos minutos se dejó caer sobre él en forma frenética y ambos quedaron unidos internamente.

Fue como en un sueño ella empezó a sentir las típicas contorciones en su interior mientras se movía sobre su miembro de arriba hacia abajo.

El obedecía soplado y emitiendo pequeños y pausados ayees de placer.

Ella no manifestaba nada solo esperaba que estallara su orgasmo, y felizmente lo logró al poco tiempo que Francisco hacia, lo mismo.

Ella se acostó sobre él, abrasándolo y le dijo:

Pedro he gozado, como cuando éramos novios, te amo Pedro te amaré siempre.

El escucho ello con arrepentimiento, y solo al cabo de unos minutos se le atrevió a decir.

Isabel, me llamo Francisco.

 

Epilogo

Las cosas para el matrimonio de Isabel empezaron un día a mejorar.

Pudieron pagar las cuotas atrasadas del departamento, y hasta Pedro pudo alquilar un local muy cerca de plaza Once

Al tiempo no mucho incorporó a un mecánico de cortinas y después a un cerrajero

Yo he lo he visto, a ese negocio es un emprendimiento de mediano éxito y bien concurrido, de prestigio.

Dejó la ayuda del plan trabajar, y es muy feliz

Recobró la dignidad de llevar la plata al hogar producto de su trabajo y ser él, quien maneja la economía hogareña.

Claro está, que Isabel no entró a trabajar en esa empresa, era la lógica consecuencia.

Pero si mágicamente al cabo de unos días ella encontró una actividad que le acercó la suficiente plata para que Pedro se desenvolviese, sin que se diese cuenta de cómo ella lo obtenía.

Si, ella llevaba una contabilidad muy especial, solo de vez de en cuando, en un departamento que Francisco, alquilaba en la zona de Retiro se encontraban.

Allí se veían esos dos amante al principio con frecuencia, después más espaciada hasta que Francisco un día decidió cortar para siempre esa relación, por temor a enamorarse.

Ahora Isabel es la orgullosa mujer que atiende el teléfono para las reparaciones en el taller del barrio de Balvanera, y solo de vez de en cuando aparece Francisco en su cama, cuando ella se masturba…

Siempre por la tarde en el descanso, que ella misma se otorga para si.

 

 

 

Gustavo Gabriel Camisasca

Contemporáneo

Almagro. Buenos Aires

Argentina.