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La historia extraña de Laura

en Sexo con maduros

Historias sexuales en un Buenos Aires duro, actual e impersonal.

Capitulo 3ero.

Historia tercera.

 

La historia de Laura, quien vivía en barrio de Flores.

Nunca se sabe el destino definitivo de las personas, por momentos creemos que ello depende de la suerte que puedan tener en la vida, o la simple sucesión de acontecimientos que se desencadenaran el la vida misma, como una cadena de acontecimientos.

Para Laura G…, la vida le deparó un giro inesperado, duro e insalvable que terminó con su insípida vida de enfermera y ama de casa a la vez.

Más diría yo, con el tiempo con su matrimonio.

Quizá el amor no es más que la suma de buenos momentos, o de un singular estadía provisoria económica, yo creo que es la combinación de ambas cosas sumado al deseo de progresar.

Eso era la vida de Laura una joven típica de clase media de Buenos Aires, que un día decidió unir su vida junto a Juan, ambos de iguales ideales, de formar una familia y así lo hicieron pero entonces ellos eran algo jóvenes, demasiado a mi entender.

El tiempo y los avatares de Argentina, los desgató mucho y eso se paga.

Lo que ocurrió con Laura me llegó a mi contada por la amiga quien era una asidua concurrente a mi negocio que tenía en el barrio de Balvanera o mal llamado "Once", se comprometió diciéndome que era muy amiga de Laura G, que trabajaba junto a ella en el hospital Clínicas y siempre se caracterizó por contarme cosas verdaderas por lo que no tardé en comprender que la historia también era real, pero si ello fuese poco conocí a Laura, sin querer una tarde muy cruda de invierno, en que ella vino junto a su amiga, pero se la veía un tanto diferente a la mujer del relato, mas …

Generosa, mas mujer y con una… vientre de embarazada.

Al tiempo dos días creo me contó su historia, ante la necesidad de un consejo de parte mía, y en cuanto al hijo a una imprudente pregunta mía, dijo que sería o no de su marido Juan o de Francisco, no importaba.

Jamás lo sabré que tuvo, al tiempo yo me mudé...

Nunca más la volví a ver.

 

Gustavo Camisasca.

Noviembre del 04.

 

 

Barrio de Flores, en el verano del 2003.

Para Laura sería la única solución a sus problemas, y era casi de inmediato.

Su amiga Cristina abandonaba un trabajo mensualizado en el cuidado de un chico autista, de un matrimonio de profesionales del barrio de Flores.

Las causas del abandono de Cristina, eran que se había encariñado de sobremanera con Ezequiel, así se llamaba el joven de doce años especial, autista y le estaba haciendo mal a su salud mental.

¡No te hagas problema Laura!, le dijo Matilde su amiga yo te reemplazaré.

Esa pareja es de los mas agradecida, la paga es muy buena y solo estarás fuera de tu casa, no mas que ocho horas

Además ayudarás a tu marido, que no anda muy bien con el trabajo.

Juan el marido estaba trabajando en un bar de la calle Rivadavia en la zona de Liniers, que estaba poco concurrido después de un periodo de cierre por problemas de sus socios y sus comisiones de venta eran muy pequeñas así como su sueldo, que eran la suma de las dos partes.

Si lo tomaré Matilde, a ese trabajo lo haré además, y él me ayudará a terminar de pagar las cuotas del coche que nos están ahogando económicamente.

El lunes a la mañana Laura llegó a la casa de Ana que era la madre de Ezequiel, presentando sus correspondiente recomendaciones así como el titulo de enfermera otorgado por la Ciudad Buenos Aires.

Después de ciertas recomendaciones, además de la ubicación de los implementos especiales que necesitaba Ezequiel, para lo sanitario como lo de su higiene personal, le dejó así de simple al cuidado del mismo.

Antes de irse Ana al trabajo, le anunció que en cinco horas llegaría su marido Francisco, que arquitecto y que no se preocupase que el siempre estaba en el estudio.

La casa de Ana consistía en eso chalet bajos de dos plantas construidos en forma gemela en un mismo lote que era generalmente muy grande

De ladrillos en el exterior, y en el primer piso un amplio balcón a la entrada guardaba lugar para el coche.

El estudio de Francisco estaba en la planta baja a la izquierda del comedor y el baño de planta baja pero en diagonal a la cocina

De esa manera cuando no había clientes Francisco miraba a Ezequiel, dejando abierta la puerta.

La casa estaba en un coqueto lugar de Flores, muy cerca de la avenida Gaona.

Pasaron los días, y la confianza entre Ana y Francisco se fue incrementando, al principio el hombre dudaba de la capacidad de Laura en el cuidado de su hijo, del cual era muy severo, pero al correr los dias y ver como Laura le atendía, las sospechas se fueron calmando.

Ana en cuanto a Laura le había dejado entrever, que las relaciones emocionales entre ellos, estaba distante

Ello es le dijo un día a Ana, es que Francisco inconcientemente le acusaba de la enfermedad del hijo, ya que ella tuvo un hermano en una situación similar, y que ya estaba fallecido.

Con el correr de los meses se sinceró aún mas, y un día justo en ese, en que las mujeres se sienten muy frágiles, Ana le confió que desde hacía mas de cinco meses ella, estaba saliendo con un medico residente mucho menor que ella que tenía cuarenta y dos, pero a ella, le enloquecida.

Me ama, ese mocoso

Y lo que es peor, que yo también le terminó diciendo a Laura…

Laura, con el esposo de Ana, a su vez mantenía conversaciones intrascendentes, las más de las veces en que él estaba en casa, eran sobre Ezequiel, la situación económica del país pero jamás hubo un atisbo de un arden sexual y menos sin intención alguna

Laura se sentía protegida por Francisco cuando estaba en la casa porque sabía lo severísimo que era con su hijo y él asistía en todo los cuidados de Ezequiel.

Un día en que Ezequiel, estaba en el comedor, jugando con Laura cuando ella presintió el ser observada por Francisco, al principio estaba incomoda y no atinaba a moverse del lugar, sabia que el estaba estudiando, y a un momento un tanto forzado por ella, quedó mirando hacia donde estaba él.

Allí pudo ver como Francisco, le miraba con los ojos perdidos en ella, y al darse cuenta que ella le miraba también, esbozó una sonrisa, delicada y a la vez muy sensual

Laura por primera vez sintió una energía un tanto diferente, le agradó y además le puso en guardia porque su vagina respondió inconcientemente a ese hombre

Ese hombre la estaba mirando no como la institutriz de su hijo, sino como una mujer y sin que ella lo contase su relación de cama con su marido también como la de Francisco, atravesaba no por los mejores momentos.

Hacía ya un tiempo largo que su marido no la buscaba, y ella por el cansancio del trabajo, no hacia lo suficiente para el encuentro. Y así pasaban los dias, las semanas.

Al poco tiempo de ese incidente, una mañana en que la mujer de Francisco salió enojada con su esposo, casi sin saludarla a Laura (ya las reyertas eran comunes y mas frecuentes) y cuando Laura subió a el dormitorio a cambiar a Ezequiel que aun dormía y para no despertarlo y al encontrar la puerta abierta del dormitorio aprovechó a entrar sin anunciarse pensando que Francisco ya había salido a su trabajo, cuando se encontró con ese hombre aun dormido sin estar totalmente tapado, observándolo Laura no pudo de dejar de mirar la parte inferior de su cuerpo.

Se sorprendió porque Francisco llevaba pantalones holgados el ver en el bóxer un bulto que a simple visto era muy superior al de su marido, marcándole también dos pelotas de regulares dimensiones

Después de unos segundos, ella muy turbada se retiró a la pieza de Ezequiel, y notando que al rato Francisco se levantara, tenía marcada su verga, en forma desproporcionada.

Desde ese día no pudo dejar de pensar en esa imagen, la de Francisco en la cama, o en la cocina exhibiendo un buen miembro.

Siempre es buena la oportunidad.

Ocurrió, cuando Ana le comunicó que debía asistir a un congreso desde el jueves hasta el martes por la mañana, le pidió que si bien no se quedase a dormir en su casa, le ayudase hasta dejar dormido a Ezequiel y preparada la cena, a cambio le ofrecía un extra.

El dinero venía muy bien y cuando le consulto al marido, éste estuvo de acuerdo.

El primer día las cosas ocurrieron con normalidad era un viernes y Francisco ese día estuvo gran parte de la mañana en atender a unos nuevos clientes, en la tarde se dedicó a hacer las compras en el supermercado, así llegó bien tarde.

El sábado amaneció muy lindo, y pese a que era julio y estaba llegando la época de los fríos y vientos ese día merecía ser vivido a pleno.

Francisco cuando llegó le dijo a Laura, hoy haremos una día especial para honrarlo pues nos iremos a almorzar al Tigre que (que es una localidad del gran buenos aires) al parque de los juegos mecánicos y mas al mediodía, almorzaremos

Nos tomaremos la tarde para no hacer nada, más.

La idea parecía propicia y Laura estaba entusiasmada con la idea, ya que hacia mucho que no salía con su marido y Ezequiel, más porque dispondría de un día diferente.

Fueron al parque de diversiones y subieron a todos los juegos en que Ezequiel podía, y en algunos Laura hospicio de ayuda, hasta que los tres, subieron a la montaña en un carrito, allí Ezequiel reía pero Laura se asustó e inconcientemente le tomó la mano a Francisco quien a su vez le pasó el brazo por detrás de su cabeza.

Fue un acto reflejo, pero lo cierto es que ambos se separaron cuando el juego termino, Laura excitada de alguna manera no quiso mirarlo a él, y él después de que emprendieron el camino a otro juego, le tomó la mano

Señor, le dijo.

No te asustes Laura, no nos pasará nada más que lo que ambos deseamos.

Ella quiso desprenderse de la mano, pero Francisco se la retuvo.

Así ambos avanzaron al próximo juego que era la cueva mágica.

Francisco, es necesario que me lleves de la mano, mira si…

Que le dijo él, si se lo cuenta a la madre, y riéndose…

Yo no se que estará ahora ella haciendo Ana en Mendoza, pero presiento que no dejaría de perderse de una oportunidad como ésta.

Una vez que Laura llevó a Ezequiel, Francisco los esperó a la salida, y en cuanto ella, bajó él le ofreció su ayuda diciéndole al oído:

Tonta no vez, que me agradas, como mujer

Francisco, que decís.

Que me gustas como mujer y estirándole el brazo le obligó a que ella, a que se tomara de él

Así llegaron al restaurante, estaba a la salida del parque, pidiendo su comidas ella empezó a cortarle la carne a Ezequiel, que estaba embelesado con el viaje.

Ella no atinaba a mirarle a los ojos a Francisco, en verdad le gustaba y constantemente se le ofrecía en su mente el cuerpo desnudo de él.

En medio de la comida, ella sintió por debajo de la mesa como el pie de él, le buscaba primero pasándole despacio sobre la pierna, luego asentándose en sus pies, hasta que de alguna manera le fue separando las piernas.

Ella al principio se sorprendió, le miró y miro en derredor a ver si ello eran observado por los otros comensales, pero los pocos que había, estaban en sus cosas, o mirando la televisión en pantalla grande.

Le hizo gestos, al que él ni se inmuto es mas, presionó mas sobre las piernas abriéndoselas por completo

Ello le excitó y se sorprendió al tiempo que su vagina se empezase a lubricar, a mojarse como por largos días no le había ocurrido.

Ella sin querer, o queriendo fue tomando también con sus piernas el pie de ese hombre, entrando en un juego que ella misma no sabría como terminaría.

Laura ahora estaba descontrolada, y le estaba abriendo el paso a ese hombre que ella, desde hacía un tiempo deseba.

Al tiempo no sabía cuando sintió que el pie se desprecia de sus piernas y se sorprendió cuando el mismo se encontraba en su asiento, pretendiendo ingresar entre sus muslos.

Ella tomándole las manos, le dijo

No Francisco, termine el juego que me da vergüenza y de vernos, me estará dejando como una cualquiera.

Francisco tomo realidad de su aventura y se contuvo hasta el final del almuerzo.

Cuando subieron al coche ella iba a sentarse atrás como acostumbraba, pero Francisco le dijo:

Ata bien a Ezequiel, acomódalo que se quiere dormir y siéntate adelante junto a mi.

Así lo hizo y apoyó la cabeza de Ezequiel sobre la almohada, durmiéndose de inmediato el viaje a Flores era de una hora, así que en el podría aclararle la situación a éste hombre, pensó Laura.

Ni bien salieron a la autopista Francisco sin que medie palabra le dijo:

Laura, no te enojes pero desde hace un tiempo que me gustas, me agradas y me gustaría estar envuelto en tus cosas

Pero Francisco, tu mujer y mi marido.

No se la relación con tu marido, pero la mía con mi mujer es un desastre, además y ahora tomándole la mano, me gustas

Y frenando al costado del camino en un lugar solitario le dio, su primer beso.

Al principio ella asustada le cerró la boca pero la insistencia de Francisco pudo más y ella se sintió invadida por él

Era un beso suave, tierno profundo así lo sintió Laura, Francisco acompañaba sus movimientos en pequeñas y sentidas caricia sobre el pelo de Laura, que ahora un tanto mas segura ella, había cerrado los ojos, dejándose recostar sobre la puerta del auto.

Sentía y eso le agradaba también el peso de ese hombre, y ella le respondía a las caricias cada vez mas sensuales de él, con su lengua.

La introducía dentro de él, como buscándole sus dientes para luego esas misma lengua escondiéndose en las cavidades profundas de Francisco.

Al rato ella cambiaba su saliva con él, y eso a Francisco eso, le enervó.

Al final Laura había vencido su propia inhibición festejándolo con un abrazo a Francisco y cerrando sus brazos en la espalda masculina de él.

Estaba excitada Laura ya que sus treinta y cuatro años así se lo exigían.

Y él lo comprendió.

Empezaba a pasar sobre su vestido sus manos, como buscándole el camino apropiado para llegar a los senos de Laura que se dejaban aplastar sobre el pecho de Francisco cuando ella le suplicó:

No Francisco esto es una locura, lo que estamos haciendo y,

¡Donde lo hacemos!

Te amo Laura, le dijo ya muy seguro de su sentimiento, fue solo al poco tiempo que llegaste a la casa, que lo supuse

Y desde una mañana en que jugabas con Ezequiel comprendí cuanto te querría.

Dame tiempo, Francisco solo te pido ello.

Aun tengo a mi marido en mi casa, mis cosas sin resolver y escucho de vos que me queres.

Pero aun no te amo, Francisco, si te deseo.

Como hombre en verdad siento algo por vos, pero aun no es amor, es deseo de mujer que no se siente conformada en casa

Pero ahora sigamos hasta tu casa, allí mas tranquilo hablaremos de los dos, cuando deje a Ezequiel en la cama.

Si tienes como siempre razón aun nos quedan unas cuantos días en casa.

Así lo hicieron en el viaje ella se había recostado sobre Francisco, además se sentía mojada en su entrepiernas, y una sensación extraña le embriagaba, estaba deseando acostarse con Francisco.

Llegaron a la casa, en silencio Ezequiel aun seguía dormido y lo acomodaron en la silla transportándolo de inmediato a su dormitorio, en donde Laura lo vistió para dormir dándole la medicación correspondiente para terminar apoyándolo en su cama y tapándolo.

De inmediato se fue a su pieza, a buscar una bombacha limpia y fue al baño.

Se higienizo, se puso perfume entre sus senos, estaba convencida que en minutos haría el amor con Francisco, lo que le excitó aun mas, se miró al espejo acomodándose su cabello, y salió a la planta baja en busca de Francisco.

Tuvo una extraña sensación al bajar las escaleras, su esposo.

Ello la cohibió, se detuvo un tanto pero nunca más oportunas las palabras de Francisco cuando le dijo

Ven, sin temor es algo que ambos lo deseamos, Laura.

Ella bajó un tanto sonrojada, y de un solo movimiento le besó, el enseguida buscó su lengua y ambos se tranzaron en un desenfrenado abrazo que a ella, le pareció infinito.

Ahora Laura no tenía ya control de sus movimientos, él le estaba buscando en sus senos, sentía como buscaba los botones de su blusa para desprenderlos, ella le ayudaba inconcientemente permitiéndoselo, y fue cuando sintió por primera vez las manos de Francisco sobre su corpiño.

Buscaron sus pezones, que duros sobresalían del liviano corpiño, estaban tontamente parados, duros llenos de sangre Laura y Francisco se encontraban en medio del living, besándose, tocándose, como adolescentes llenos de fuego, calientes

A un tiempo, Francisco la lleva hacia el sillón de pana, despacio tomándola de la cintura, obligándola a sentarse

Ella intuitivamente más que racionalmente, se desprende de la camisa y se saca su corpiño, tirándolo hacia el costado, fue ahí que Francisco la miraba extasiado.

Son hermosos, tiernos, eres una mujer muy bella Laura, demasiado premio para un hombre como yo, es solo lo que atina a decir:

Ella se puso orgullosa, a decir verdad Laura, tenía un hermoso busto, joven aun sin niños que le amantara, sus senos se mantenían duros, de pezones fuertes a la vista bien compuestos, eran coronados por unas aureolas, en que se podía definir círculos perfectos, de un tona mas apagado que su piel.

Francisco, es la primera vez que un hombre me toma sin que sea mi marido, se consiente de ello, espérame a mis tiempos no me exijas mas de lo que hoy te voy a dar, le cuestiona ella, sin que ellos sonase a arrepentimiento, pero a su vez dándole la fuerza suficiente para que prosiguiese.

Así lo haré mi amor, te amare como nadie en tu vida la habría hecho, y tomándole la mano, la llevó hacia el dormitorio del matrimonio.

Cuando entraron a la pieza del matrimonio, Laura se encontraba ya semidesnuda y era la primera vez que entraba en esas condiciones a esa misma pieza.

Francisco sintió de resquemor pero no fue que algo pasajero, el sexo lo dominaba, era mayor su calentura que el respecto a la persona de Ana.

Se sentó en la cama, Laura apoyando los brazos hacia atrás.

Francisco aprovechando esa misma condición de sometimiento de Laura se empezó a desnudar, lento pero seguro de sus cosas.

Laura lo observaba. Primero se sacó la camisa mostrando un cuerpo un tanto flaco, sin grandes contexturas, después se sacó el pantalón, y allí pudo observar que Francisco era realmente un hombre que le iba a causar placer.

Era o llamaba la atención el bulto del bóxer, estaba como apisonada una masa de carne, que realmente sorprendía, era llamativo:

Francisco a estas condiciones se inclinó tomándole la cintura le bajó, el pantalón donde apareció su bombacha negra.

Ella se dejaba desnudad sin inhibiciones, luego tomó sus botas y se las quito, quedando solo en la cama con la medias bombacha y su bombacha.

La paró y ella se sometió a su voluntad así le fue besando en los hombros para llegar a los senos, en donde Laura ya estaba lo suficiente caliente entregándose a sus caricias con la complicidad de la pasividad.

Mientras el le besaba los pezones ella inconcientemente alargó su mano para posarla sobre la piel de él, primero se detuvo en su panza para despacio ir metiéndola la mano dentro del bóxer hasta llegar hasta su miembro.

No pudo dejar de asombrarse, lo que había visto ese día y era ahora una realidad.

Francisco le dijo, acuéstate mi amor.

Ella sumisa se acostó en la cama y se dejó sacar la bombacha, apareció así una vagina que a la vista de Francisco se le hizo hermosa, ya que Laura era no muy peluda sus dos labios vaginales excitados sobresalían a la vista y el reflejo de su concha era rojiza oscura.

Se quedó así tendida en la cama mientras él se desnudó y ella le miró:

Se acercó a Francisco, le tomó con suma delicadeza su miembro, estaba rígido, y húmedo en verdad Laura se moría de ganas de tenerlo dentro de su sexo, pero aguardó quería brindarle el mayor placer a él.

Se fue acercando y a un momento le empezó a recorrer con la lengua, su punta haciendo un juego que a Francisco le posesionó de inmediato

Dándole pequeños besos en la punta del sexo, retirándose cuando él se la quería meter en la boca, pero ella emprendía de nuevo el juego.

Pasando sus labios por el grande bebía toda la lubricación que de ese miembro empezaba a salir, y fue así que en un momento Francisco se la empujó metiéndosela lo que ella pudo en la boca.

Laura en ese momento sintió como casi llegaba al fondo de su garganta, y suavemente se la retiró empezando un juego que al marido de ella le enloquecía.

Suavemente la sacaba de su boca, mientras entraba y salía al compás de su mano, marcando en un momento la circunferencia del glande para luego metérselo de nuevo en la boca.

Francisco acostado en la cama, deliraba ya que su mujer últimamente no había practicado este juego con él, y empezó a decirle casi a los gritos:

¡Si así Laura!, seguí querida, que me enloqueces.

Ésto a ella la energizó, lo había vencido desde el inicio ese hombre y era ya de ella,

Y con ello indirectamente había vencido el recuerdo de Ana y por ello gozaba doblemente.

En cambio a él lo notaba sudoroso y en la frente de Laura, se delineaban las primeras gotas de sudor.

El olor a sexo había invadido la pieza y ahora solo se escuchaba los quejidos callados de él, y el movimiento rítmico en la cama de dos cuerpos.

A un momento en que ella consideró ideal, con la otra mano le tomó los huevos, ahora no solo le tenía en la baca sino en sus manos. Paró como respondiendo a una orden mental. Se detuvo y nuevamente le tomo la pija con la mano, echando la piel hacia atrás y delicadamente empezó a apretarle los huevos, y pajéandolo al mismo tiempo, mientras su lengua recorría el sexo.

El dolor y el placer se combinaron en Francisco. Rara combinación de placer absoluto.

Laura, me estremeces, seguí jamás nadie me había echo esto es el paraíso.

Ella se arqueó un segundo y bajó su boca, empezó pasándole la lengua por los huevos, mientras seguía pajeándole despacio llegó a un tiempo a sus huevos los fue recorriendo con la punta de la lengua, jugando y provocándole pequeñas descargas de placer mientras seguía masturbándole pero ahora casi imperceptiblemente, quería que él no se viniese, además Laura estaba afiebrada, caliente, como jamás lo había estado, era la primera vez que se lo hacia a otro hombre y no tenía ningún cargo de conciencia en ello.

Me corro le dijo, Francisco ahogado de placer.

Espera, y parando el juego se acerca, le besa en los labios profundos y escucha, de nuevo

Me corro por favor Laura recíbeme.

Se agachó tomó el sexo y notó los tradicionales movimientos del recorrido de la leche hacia el exterior y estallo esa pija en su cara, en su pechos, en su pelo.

Laura le paso los labios sobre el ahora miembro fláccido, y sacada de sí le dijo:

Me encanta tu leche, amor, me encarta chupártela.

El le sonrió desde la cama, ella se encontraba arrodilla ante él sudorosa mojada en su cabellos por el, liquido y sus senos duros, apuntado a él, aun no había acabado pero ella no le molestaba en un tiempo le exigiría a él que le penetrara.

Se acostó al lado de él y este le pasó una mano sobre el hombro.

Sos toda una mujer, querida le dijo.

Pasó un tiempo, no se cuanto pero ambos nos quedamos dormidos, sería una hora media no importaba la casa estaba en silencio Ezequiel, dormía solo se escuchaba el reloj de horas desde el living, él se despertó y me besó en la boca.

Le respondí atrapándolo en mis manos, aun con sabor a su sexo.

Francisco se colocó encima de mi, a lo largo yo empecé como pude a abrir ligeramente las piernas, mientras me besaba con una extrema pasión, con delicadeza recorría mi cara mi cuello ello me iba excitando, a un tiempo noté como su miembro rozaba mi clítoris, ello me enloquecía lo notó, en la forma que le abrazaba.

Moviendo un tanto mi cintura terminé de abrir mis piernas y ahora elevando mi cintura me penetró.

Al principio, le recibí con dolor.

Espera, Francisco se lento que me duele aunque me dilato fácil lo tuyo es importante, empieza lento amor

Empezó metiéndomela, despacio sentía como mis paredes se llenaban sentía el sexo caliente de él, y un mar de sensaciones me transportaban, luego en un movimiento que ayudé con mi cintura se dejó caer un tanto mas, y allí entró lo que seguramente era su cabeza y algo del miembro.

Exploté de placer y una serie de pequeños tirones aparecieron, nacían de mi mente recorriendo mi cuerpo acabando en la punta de su pija, que hervía dentro de mi sexo.

Jamás había sentido tanto placer ese miembro se acomodaba despacio en mi interior, llenándome.

Así lo sentí; estaba llena de su carne en mi concha…

Nos mirábamos a los ojos él estaba perdido en un lugar cualquiera, y yo le comía de deseo

En verdad fue todo un caballero con mi sexo, la hizo entrar despacio.

Lo hizo la más espaciosamente posible, disfrutando del privilegio de hacerlo sin que el tiempo nos corriera, aprovechando mi dilatación que por ahora ella la mayor posible.

Jamás me imagine que me hubiese comido esa pija, que ella invadiese totalmente mi cueva, que por ahora estaba lubricada al máximo.

Sentí desde el interior de mi cuerpo un flechazo, jamás había disgustado en mis entrañas esa sensación que se convirtió en un espasmo.

Al principio me quitó el aire, luego como sofocadas me aventuré con el recorrido de ese polvo mágico y termine gritando, acabando como una aloquecida.

Creo que de ser un departamento me hubiesen escuchado en su totalidad los habitantes.

Con el espasmo le apreté, la pija a él dentro de mi concha.

Laura exclamó eres la mujer ideal.

Y se corrió dentro de mí.

Ambos nos volteamos, casados.

Yo jamás había acabado de esa manera con mi marido, notaba como ahora lentamente, me bajaba su leche entre mis piernas, no había tomado ningún cuidado y estaba cerca de la fecha peligrosa…

Mi sexo estaba rojo su pija la de Francisco, arqueado y brillante por mis fluidos,

La noche se reflejaba en nuestros cuerpos, y la respiración ronca que se estaba calmando.

Serían las nueve de la noche, cuando me desperté sobresaltada, debía llamar a casa, mi marido

Bajé al living así desnuda como estaba, tomé el teléfono y dizque, a casa

Mi marido me atendió después de un rato.

Me estaba bañando me dijo, Laura

¿Que pasa que no llegas?

Ezequiel, esta con fiebre mentí y el señor me dijo que si podía quedarme, no te preocupa ello, Juan.

Si quieres puedes venir a verlo, si dudas le dijo jugándose

No, pero Laura había preparado ya la comida, y luego de un momento de confusión le dijo:

Hasta cuando seguirá nuestra vida Laura, así la verdad es que…

Bueno Juan no es el momento de discutir, mañana saldré mas temprano y cenaremos afuera hace tanto que no lo hacemos

Bueno, hasta mañana.

No le gustó el tono de Juan pero ella, hoy estaba viviendo el sueño de su vida.

Laura, oyó desde la planta alta pasa algo.

No querido llame a mi esposo, me quedo contigo toda la noche.

Bien, muy bien por mi mujer.

Atendieron a Ezequiel y esperaron que se durmiese nuevamente, abrasados se durmieron la mañana los encontró ardientes, amanecía y ella salía del baño despierta, distinta contenta.

Amor, dúchate que Ezequiel nos dará algo mas de tiempo yo te preparé el café y te lo traigo de paso, aprovechamos…

A los quince minutos subía con el café, la esperaba en la cama, bien despierto y duchado.

Sos toda una mujer, le dijo mientras bebía el café.

¡Y con Ana cuando venga!, ¿que vamos a hacer?

Yo no resistiría que te maltrate Francisco sos un tipo bárbaro y casi se va de lengua, además…ella.

¿Ella que Laura?,

No, no claro te grita, dijo corrigiéndose casi le iba a decir te engaña.

Y vos, Laura.

Seguiré con Juan, me ama además, vivimos en la casa de la madre, que nos la prestó, seguiré así.

Pero nos podemos seguir viendo, Francisco.

Si...claro mientras ella no se de cuenta, Ana digo

.

Bueno terminemos este diálogo y empecemos a aprovechar el tiempo.

Nos empezamos a besar y mi calentura aumentaba, no se de que forma Francisco me giró quedando a espaldas de él, me sorprendió pero no le presté atención, sería una experiencia nueva para mi, me empezó a besar la espalda, acariciar la nuca, era algo nuevo que me producía placer, además sentía las manos sobre mis muslos, lo que ello me producía una sensación de que él, era mi dueño.

Me tocaba los muslos, apretándomelos, hasta que una de sus manos llegó a mi vagina.

Yo levanté un poco mi cola para facilitarle su trabajo.

Sintiendo los masajes que me repercutían en el fondo de mi vientre, mientras su mano derecha se desplazaba en idas y vueltas por mis piernas y mis nalgas hasta sentir su mano sobre mi vagina. Remontaba su mano desde abajo hacia arriba pero sin entrar en mi vulva y cuando sus dedos llegaban hasta mi ano, jugaba con el introduciéndome un poco su dedo

Ello me extasiaba me llevaba a un aturdimiento de placer sin igual.

¡Que sensación fuerte se estaba produciendo en mi cuerpo!... iba aprendiendo con ese hombre una nueva rutina, nuevos sentimientos nuevos gozos era sin dudar Francisco una persona ideal en la cama.

Ya no era una simple excitación la que me había producido, que se confundían en ganas de ser penetrada lo que me estaban produciendo sus manos, era una especie de mezcla extraña que me invadían enteramente desde la cabeza a los pies, desde el cerebro al corazón que parecía reventar por sus latidos.

Era la impotencia de se poseída, mi sexo respondiendo a un juego delicioso nunca descubierto en mi por mi propio esposo, es mas creo que…

Una especie de excitación, frustración y deseos locos que aumentaban la eternidad del tiempo.

Porque el tiempo parecía haberse detenido.

Cuando Francisco descubrió que yo, estaba por llegar a mi orgasmo se detuvo.

Me pidió que me pusiera en cuatro patas, a lo largo de la cama.

¡Métemela por favor!, le dije Francisco de una vez, casi suplicándole.

No querida.

Acepta lo que te indico, y de mala gana le obedecí, pero estaba recaliente.

Se retiró Francisco un paso atrás y apoyando su mano sobre la cola, empezó un juego con sus dedos

Ellos le penetraron lentamente en la vagina y a la vez en el ano, y cuando estaban dentro el los apretaba moviéndolos al mismo tiempo, enterrándolo en mi cuerpo.

Ello llamó mi curiosidad pero aumento mi placer a mil.

Entonces ya no pude contenerme y mi cuerpo se sacudió. Como un yegua en celo movía mi cabeza a medida que el líquido me invadía la concha mojándole los dedos.

Acabé como jamás lo hice, fue en una serie de espasmos menores mientras se me presentaba un orgasmo superior, el que me estremecieron, que había bajado directamente desde mi corazón.

Amaba y ahí me di cuenta a Francisco, además estaba caliente con él.

Le entregaba a ese hombre todo mi cuerpo.

Reventaba con fuerza tanto en mi cerebro como en mi sexo en sus dos dedos y ahora veía como él subsuionaba mis jugos en su boca. Jamás pensé ver un cuadro así.

Yo sentía mi vagina toda mojada por el flujo que emanaba, hasta sentía la sensación que mi ano se había lubricado en espera de una penetración profunda del mismo.

Sin embargo me hizo sentar de nuevo. Jugaba con mi cuerpo, y yo le respondía en todo.

El estaba ahora parado en el piso dejando su pene erguido a escasos centímetros de mi cara.

¡Tenía un sexo enorme!

Como yo se lo había visto esa mañana cuando entre a su pieza.

Su miembro era violáceo y largo con venas rosadas que recorrían a lo largo, y su glande parecía una flor abierta.

Era un sexo grueso que estaba frente mío como nunca lo hubiera imaginado en él; entonces abrí la boca y lo tragué alocadamente. Fervientemente repetí el juego de la noche anterior

Mamaba como desposeída, mis labios hacían presión y con la lengua le cacheteaba su glande.

El me sostenía la cabeza con una mano para que su miembro entrara hasta el fondo de mi garganta, y con la otra mano iba apretando mis senos, uno al otro, sintiendo su contextura, su firmeza y sus tamaños.

Ello me excitaba, me hacia sentir dolor al apretar mis tetas pero yo recordaba los de sus huevos en mi mano.

Por momentos yo hacía arcadas porque me costaba respirar con todo ese pedazo de carne que pegaba en el fondo de mi garganta.

El lo comprendía y se retiraba un tanto y tomándole las piernas lo volvía a acercarme

Pero era tan delicioso sentir ese gusto de sexo en mi boca que me hubiera quedado toda la mañana chupándole.

Luego me volvió a poner en cuatro patas y con su verga comenzó a jugar en la puerta de mi vulva, acariciaba mis labios, frotándola contra mi clítoris.

Y abrí más las piernas como una loca lo más que puede

Estaba recaliente jamás mi marido Juan me había llevado a semejante placer y sin ninguna vergüenza por liberar mis ganas de ser penetrada, fue hasta que sentí su glande detenerse justo en la puerta de mi vagina.

Luego comenzó a penetrarme poco a poco.

Yo tenia la concha toda mojada y bien dilatada que no presentaba resistencia a esa enorme verga, pero la que hubo él la iba venciendo con pequeños bombeos, con una presión siempre hacia el fondo.

Creía que ahora si se destrozaría mi vagina.

Llegó, ausente la noche anterior pero es que Francisco se había transformado saliéndose de su normalidad

Estaba actuando primitivamente cuándo se copulaba por la descendencia.

Produciéndome dolor, pero ese mismo dolor que simultáneamente se transformaba en placer;

Ese dolor que estimulaba mis sensaciones más primitivas también de ser inundada de leche.

Yo estaba extasiada gozando la sensación cuando lo sentí apoyando su sexo contra mi culo. Eso me asustó aunque con Juan desde hacia un tiempo me había desvirgado analmente, especialmente en los periodos que lo hacíamos era los de mi regla, con Francisco la cosa cambiaba.

Pero estaba el poseído y creo que yo le ayudé a hacerme el culo.

Sin dilatarme mucho, suavemente lo empujó dentro de mí, haciéndome arquear la espalda ante esta sensación de esa cosa que dilataba mi esfinge.

Francisco me destrozas le alcancé a decir, y como respuesta dijo aguanta es la cabeza lo que duele, espérame. Y cuando el creyó suficiente me llenó,

Mi grito fue terrible, mis lágrimas se juntaron junto con mis manos que apretaron las sabanas hasta casi desgarrarlas. Un dolor, parecido a un fuego recorrió el largo del conducto de mi culo. Me llenó completa. Sentía los vellos de su piel rozando mis nalgas. Se movía, primero suavemente y después con fuerza hundiéndose y saliendo de mis entrañas. Pasaron los minutos sin dejar de movernos, gemíamos de placer hasta que los dos nos conseguimos en el punto más alto y acabó dentro de mí. Caímos sudados en la cama. Los dos apoyados con la boca en la cama y la cola, hacia arriba Al tiempo antes de dormirme, sentían como por dentro de mis muslos recorría el semen de él.

Un dolor profundo me despertó, no podía creerlo,

Era como una palmada fuerte en mi culo y me di vuelta mirando, pensando en Francisco.

Pero él dormía junto a mí.

Ezequiel,

¿Que haces dije?

Y me di vuelta para mirarlo.

Me puse roja

Vi a Ana, con un zapato en la mano que arrojaba al piso y me estampaba un sonoro cachetazo.

Puta, mil puta ándate de ésta casa, infame.

Epilogo

Después de tres días la amiga de Laura le llevó el sueldo conformado, y la ropa que había dejado en su pieza la de todos los días.

Además de unos cuantos, efectos personales.

Esa mañana Laura se cambió como pudo y salió para no volver nunca más.

Razones creo que tenía ambas mujeres.

Por esa misma amiga, que le recomendó el trabajo, Laura a las semanas se había enterado del inicio de la separación de Ana y Francisco también al tiempo cuando caminaba con la esperanza de ver a Francisco, vio el cartel de la venta de la casa y se enteró por un vecino que los conocía al matrimonio del cuidado de Ezequiel, en una institución privada.

Laura nunca más desde ese mañana vio a Francisco, aunque le buscó y dos veces él, le cortó el telefono cuando la atendió.

Juan y Laura pasaron un tiempo lamentando del despido, después entraron en un cono de peleas por falta de plata y trabajo. Laura a un tiempo se fue de la casa de Juan.

Nunca más volvió, pero no salió sin que su esposo supiese que llevaba un hijo en sus entrañas.

La llegada anticipada de Ana, fue que el congreso ante la ausencia de dos auspiciantes se recortó, y ella decidió salir antes para que Laura no tuviese inconvenientes en su matrimonio, con Juan.

Ironía de la vida.

Gustavo Gabriel Camisasca.

Contemporáneo

Buenos Aires

Argentina

Escrito en Almagro, que es un

Barrio de la Argentina.

En noviembre del 04.