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La tentación vive al lado (1)

en Confesiones

Cada uno estábamos en nuestra habitación, después de esa conversación no podía quitármela de la cabeza. La forma en la que me miraba mientras sus labios me confesaban su secreto me había activado todos los sentidos.

Esa noche nos habíamos quedado solos como tantas otras, pero esta vez ella decidió contarme lo que sentía hacia mí. Llevaba poco tiempo en el piso, una de las chicas se tubo que ir y buscando nuevo compañero apareció ella.

Se llamaba Esther, Desde el día que llegó no podía dejar de pensar e ella, en su cuerpo, en su sensualidad. Teníamos química, lo tenia muy claro, pero no quería enrollarme con mi compañera de piso, no me parecía buena idea teniendo en cuenta que si por algún casual salía mal la cosa tendríamos que vernos todos los días y no me gustaba la idea de una convivencia incomoda. Todo este cúmulo de pensamientos y autoprohibiciones le daba a la cosa un erótico morbo que me había hecho volver a la tierna adolescencia pues no podía dejar de masturbarme pensando en ella y habían subido con mucho las raciones de "autocariñitos" que me hacia de un tiempo a esta parte.

Yo sabía que ella también se sentía atraída por mí, esas cosas se sienten, se saben, pero tampoco parecía querer meterse en líos, hasta que esta noche, ya con un poco más de confianza nos pusimos a hablar de relaciones y de nuestra vida sexual. Fue una conversación muy interesante hasta que en un momento dado me confeso su atracción por mi y que a veces se masturbaba pensando en nosotros dejándonos llevar por la pasión y el fuego sexual. Yo me quedé sin palabras, no supe reaccionar bien. Es gracioso como en las películas siempre tienen la frase perfecta o la salida ingeniosa apropiada, en la vida real somos mucho más patosos y no siempre sabemos llevar bien una situación comprometida… y ese fue mi caso.

Yo le dije que si, que lo había pensado y que era reciproco el sentimiento, pero que no sabia si estaba bien. Me sentía idiota a medida que esas palabras salían de mi boca. Cuando le dije esto me miro de una manera extraña, se levanto del sofá y se fue a su habitación, yo me quede un rato pensativo, sin saber muy bien que hacer y opte por irme a mi habitación a escuchar música mientras estudiaba la forma de arreglar esta difícil situación. No podía quitarme de la cabeza su imagen masturbándose en la cama. En mi pensamiento ella me miraba con ojos lascivos mientras se tocaba y mi pantalón empezó a apretarme.

Tumbado en la cama me imaginaba como ella pensaba en mí y no pude evitar sentir como mi cuerpo subía de temperatura. Mi cama es grande y permitía estirarme a mis anchas dejándome disfrutar del escalofrió y mis manos ya empezaban a recorrerme y desnudarme buscando saciar mi sed de pasión. Un ruido me hizo abrir los ojos y ahí esta ella, no me había dado cuenta de su presencia, debió entrar muy sigilosamente. Llevaba puesta una camisa abierta que mostraba las increíbles curvas de su vertiginoso cuerpo y un conjunto de ropa interior negro de encaje que me quitaba la respiración. Se acerco a la cama dejando caer la camisa a sus espaldas y sin decir una palabra se tumbo encima de mí sin dejar de mirarme a los ojos, la expresión de mi cara debía ser digna de una foto, creo que nunca había deseado tanto a nadie en mi vida.

Intenté incorporarme para abrazarla pero con una mano evitó mi movimiento. Era la dueña de la situación, me tenía completamente en sus manos, haría lo que me pidiese en ese momento, me sentía su esclavo sumiso y complaciente.

Estaba sentada encima de mí justo por debajo de mi cintura dejando libre el paso a mi dureza que sobresalía suplicante por una caricia. Con una mano se quito el sujetador mientras con la otra saciaba la necesidad de mi carnoso miembro de ser agarrado, el contacto de su piel con la mía hizo que mi corazón bombease fuertemente entre sus dedos.

Una vez libres de sujeción sus pechos no parecía que siguieran las leyes de la gravedad, eran como dos grandes manzanas, perfectos, redondos. Mientras iniciaba el vaivén con su mano los cogí a ambos masajeándolos y sintiendo su suave textura notando como los pequeños y oscuros pezones se endurecían con mi tacto.

En sus manos mi falo parecía mucho más grande por el pequeño tamaño de estas, en perfecta proporción con el resto de su cuerpo, deliciosamente pequeño y lleno de curvas. Su morena melena le caía por los lados, me observa buscando el placer en mis ojos. Tenía la boca entreabierta, como si fuera ella la que estuviera disfrutando del placer que me estaba causando, mordía sus carnosos labios suavemente, inconscientemente, haciendo que mi corazón se acelerase por la excitación.

Mis manos se deslizan por su piel sintiendo cada centímetro como si un imán las dirigiese desde dentro. Hice un amago de quitarle el delicado tanga y ante mis asombrados ojos aparto mis manos y se los arranco… me estaba volviendo loco

De un suave pero rápido movimiento se dio la vuelta clavando ambas rodillas en la cama dejando mi cabeza entre sus piernas muy abiertas con su depilado sexo expuesto desde atrás. Una húmeda y calida sensación se deslizaba por mis huevos, dios…, su lengua me recorría con maestría y su cintura se movía lentamente ofreciéndome sus manjares. Unos labios rosados que piden a gritos una lengua que los recorra. No los hice esperar, empezando por sus calientes ingles saboreaba su cuerpo degustándolo como el más exquisito de los manjares, acercándome cada vez más hasta encontrarme con su húmeda entrada que parecía deshacerse en mi boca por la suavidad de su piel. Mis manos manejan con precisión sus nalgas perfectas, suaves, moldeables.

Su boca se llenaba con mi dura excitación mientras sus manos acarician suavemente mis sensibles testículos, me siento como un volcán a punto de entrar en erupción. Me ofrece su sonrosado anillo y lo acepto con pequeños círculos de mi lengua hasta que llego a su entrada produciéndole un escalofrió que le hace gemir. Noto como rápidamente se dilata haciendo que mi lengua resbale a su interior. Sus manos arañan mis piernas y succiona con más fuerza. La aprieto contra mi cabeza, sabe que me voy a correr y ralentiza un poco sus movimientos haciéndome llegar al éxtasis previo del orgasmo, ese maravilloso limbo previo a la explosión en el que me podría estar horas, días, semanas…

Vuelvo a su húmeda apertura y meto entera mi boca dejando que mi lengua la explore mientras uno de mis dedos se desliza por su ya humedecido ano, siento su escalofrío, así que bajo un poco más y con los labios succiono su inflado clítoris, acelera de nuevo el movimiento y también la siento dentro de mí, las sensaciones se multiplican por mil.

Mi entrepierna se disparaba y ella en vez de apartarse succionaba con más fuerza, todo mi cuerpo estallaba mientras mis fluidos le llenan la boca. Por los espasmos de su cintura siento como se corre conmigo, así que aprieto más todavía su sensible botón. Suelta mi chorreante miembro para dejar salir sus gritos de placer mezclándolos con los míos. Fueron unos segundos que se hicieron interminables, no recuerdo haber tenido un orgasmo más largo en mi vida.

Extenuados todavía nos mantenemos un rato fuertemente abrazados, yo besándole y mordiéndole los pies mientras con las manos acaricio su cuerpo suavemente ahora que esta tan sensible. Se estira como un gato todavía con algunos escalofríos recorriéndole.

Una vez recuperado el ritmo de respiración se da la vuelta y me besa con los ojos abiertos y con una preciosa sonrisa picara. Nos abrazamos y con una dulce voz me susurra al oído.

- Nunca digas que no a algo que realmente deseas.

Y levantándose de la cama desapareció su desnudo cuerpo por la puerta.