miprimita.com

Mi Nana Sureña

en Erotismo y Amor

Espero que te haya gustado mi mail anterior, en tu mail de ayer me pedías que te contara alguna experiencia de mi adolescencia... bueno, ahora me atreveré a contarte mi historia con una nana que teníamos en la casa algunos años atrás....

Cuando estaba en el liceo vivíamos en el Barrio Brasil (ahora vivo en Las Condes) la casa de mis padres era muy grande, herencia de una tía que tenía una familia muy numerosa en los años cuarenta. Esta historia sucedió a mediados de los noventa y en aquel entones solo vivíamos ahí mi papá, mi mamá y yo. Como la casona, era de un tamaño considerable, siempre teníamos una nana puertas adentro para hacer el aseo.

En aquel entonces estaba terminando cuarto medio y tenía como 17 años. Con esto te puedes imaginar que como todos los pendejos de esa edad, mi libido estaba en pleno desarrollo y me encontraba ansioso de tener cualquier experiencia con el sexo opuesto, y aunque fui siempre muy precoz y había tenido ya bastante experiencia con varias de mis pololas, andaba siempre atento a cualquier oportunidad que se presentara y dándome cuenta hoy, diez años después, también estaba dispuesto a crear esas oportunidades.

En ese entonces trabajaba en la casa lo que se podría decir era la típica nana sureña. Venia de un pueblo muy pequeño del interior de Temuco en busca de mejores oportunidades y se llamaba Rosa. Tenia aproximadamente 6 meses trabajando en la casa cuando en un momento de calentura mientras me masturbaba en mi cama por la mañana, escuché su voz en el pasillo, sólo bastó escucharla y me la empecé a imaginar... me fui al tiro!! Entonces me di cuenta que con ella podía correr el riesgo de tener una aventura y saciar mis cada vez más grandes deseos sexuales.

Ella tenía 22 años y era de estatura baja, alrededor de un metro sesenta centímetros, morena y delgada, como el resto de las araucanas que se dedican a limpiar casas, pero debo decir que su cara, aunque de rasgos fuertes, tenía una belleza intrigante. Sus facciones eran bellas y su cabello era intensa y brillantemente negro al igual que sus ojos.

Esos ojos rasgados, que iría descubriendo al calor de las caricias, reflejaban una luz seductora y me insinuaban un gran deseo contenido que malamente intentaba disimular. Su cuerpo era delgado y firme por las tareas diarias pero a la vez tenia todas las características que tanto me atraen. Busto redondito, más bien pequeño pero firme y levantado, cintura delgada y caderas y nalgas amplias sin caer en las exageraciones. Tenía perfectamente formado su cuerpo, pero siempre lo ocultaba bajo su delantal. Otra característica que encontré muy excitante es que ella no hablaba mucho ni con mi papá ni conmigo, quizás por las costumbres de provincia, pero sus palabras durante nuestros encuentros me sorprendían y solo provocaban en mi mas deseos de hacerla gozar y que se entregara a mi sin limitaciones.

Había llegado a Santiago hacía casi dos años, el año y medio anterior trabajó en la casa de un tío, por lo que en ese tiempo también se dio maña de hacerse de un pololito que la pasaba a buscar los fines de semana para salir. Mi pieza estaba en el segundo piso, por lo que cada vez que su pololo la venía a dejar, ella lo hacía pasar a escondidas por un portón lateral  hacia el patio interior donde estaba su pieza. Yo me asomaba a la ventana para verlos despedirse. Se ganaban en un sector del patio donde ellos creían que quedaban ocultos de toda mirada y daban rienda suelta a toda su calentura, desde mi ventana, yo tenía el único ángulo posible para ver las tremendas escenas que se mandaban: se manoseaban, el le chupaba las tetas, la sobajeaba descaradamente por delante y por atrás, ella un par de veces hasta lo masturbó, pero a pesar de la calentura y de la insistencia de él, ella nunca accedió a dejarlo pasar, pues de alguna forma sospechaba que desde la ventana yo los estaba observando. Luego se lo llevaba a empujones hasta la reja y lo despedía. Yo me quedaba muy caliente después de verla y confieso que muchas veces me corrí varias pajas mirándolos, es que ella era tan rica y con ropa de calle parecía otra. Luego de cerrar la reja volvía por el mismo portón, yo la estaba esperando, y ahí empezaba lo mejor: su ventana era bastante grande y daba directamente a la mía que estaba enfrente y arriba, entonces ella abría las cortinas de par en par y pegaba una larga mirada hacia mi ventana ( la única desde la cual le podrían estar observando) y parece que luego de cerciorarse de que la estaba mirando, prendía la luz del velador y comenzaba a desvestirse lentamente, a cada tanto miraba hacía arriba, como para asegurarse de que yo a través del visillo tendría una buena panorámica, y completamente desnuda se iba a la ducha, que era una ventanita chica y ahumada a un costado de su casita de servicio. Yo, verga en mano esperaba su regreso, hasta que aparecía envuelta en una toalla y comenzaba a secarse, luego se ponía aceite emulsionado en todo el cuerpo, se iba a acostar y apagaba la luz.

Una noche, mientras ella hacía su ritual, a mi se me quedo prendida la luz de mi velador, por lo que supongo ella podía ver mi silueta traslucida a través de mi visillo. Yo no me di cuenta y estaba de pie, de medio lado masturbándome, mientras por la juntura de los dos visillos la observaba untarse con aceite todo el cuerpo. Ella miró hacia donde yo estaba, se tendió sobre la cama y se cubrió sólo con la sábana, dejó la luz de su velador prendida y abrió sus piernas y se comenzó a acariciar la entrepierna con la mano.... Dios mío!!!! Nunca había visto a una mujer masturbarse; yo me masturbaba con ella, pero ahora ella lo estaba haciendo conmigo!!! No podía creerlo me fui altiro, tan rápido que no me contuve y manché el visillo. Ella cuando acabó, dio como una gran sacudida, y luego apagó la luz.

No todos los días, pero por lo menos dos o tres veces por semana, nos masturbábamos, mirándonos por la ventana, la cosa fue pasando de algo accidental, a una cosa muy cara dura, de hecho las últimas veces, cuando yo notaba que a ella le faltaba poco, yo abría la cortina y me dejaba ver mientras me corría la paja frente a ella hasta eyacular. Varias veces tuvimos orgasmos simultáneos mirándonos el uno al otro. Sin embargo, al otro día ella me ignoraba totalmente como si no hubiera pasado nada, incluso llegaba a ser cortante conmigo, eso me desconcertaba. ¿cómo podía ser tan caliente y luego tan fría? Eso me ponía en la duda de saber si lo que sucedía era real o ella cuando miraba por la ventana hacia arriba en realidad no veía nada y yo me estaba pasando rollos con ella.

En la semana Rosa acostumbraba cenar y lavar los platos después de darse el baño (y a veces hacer nuestro ritual), pues no se iba a la cama hasta alrededor de las diez y media de la noche. Para esos momentos, la mayoría de las veces mis padres ya estaban acostados y la cocina estaba lo suficientemente retirada de las piezas como para que intentara mis primeros contactos físicos con ella.

El pretexto para estos primeros acercamientos consistían en ir a tomar un vaso con agua, esto me daba la oportunidad de llegar a sus espaldas y suavemente tomarla de la cintura con el pretexto de sacar un vaso. "Rosita, déjame sacar un vaso para tomar agua, a estas horas siempre me da mucho calor y sed", fueron las palabras que utilice la primera vez mientras la tomaba de la cintura con delicadeza para evitar cualquier sobresalto y lentamente mover su cuerpo. Por sus costumbres tan recatadas de provincia, fue mucha mi sorpresa al darme cuenta que no puso objeción a que la tocara, si note la lógica sorpresa, pero sentí que no le disgustaba que la tomara de la cintura. Así sucedió algunas noches hasta que estuve seguro que no le molestaba mi contacto. No quería tener problemas en la casa y quería ir poco a poco para lograr mi fin.

A veces ella estaba cocinando o lavando los platos y yo me sentaba en la mesita del servicio y la observaba: miraba sus formas a través de su delantal, sabía que cuando mucho abajo tendría su ropa interior, y me ponía a recordar cuando la veía con su pololo o cando la observaba en la intimidad, entonces mi pene tomaba un tamaño terrible y como a esa hora yo andaba en la casa sólo con buzo de dormir y polera mi verga hacía un tremendo bulto, entonces buscando la forma de acercarme iba a dejar el vaso al lavaplatos, pasando por detrás de ella y restregándole mi pene en sus nalgas. Ella se hacía la que no había sentido nada y no me pescaba y eso me ponía peor....

Al estar convencido que no corría peligro, decidí ir más lejos…… Una noche puse en marcha mi plan: Mis papás habían ido a un matrimonio y no volverían hasta pasadas las dos de la mañana. Estábamos solos, así que bajé con unos boxers blancos bien ajustados y un polera que me quedaba bien corta, antes me estimulé un buen rato el pene para que adquiriera su máximo tamaño y bajé a la cocina. Cuando aparecí en la puerta ella me miró y no pudo evitar el bajar su mirada y clavarme los ojos en mi paquete, se ruborizó y su rostro denotó una expresión de sorpresa y a la vez calentura que me volvió loco! al volver en sí, rápidamente dio vuelta la cara y continuó lavando haciendo como si nada. Me acerqué lentamente por detrás y esta vez al tomarla de la cintura le dije, "tu nunca te ríes, parece que siempre estas enojada... a ver: ¡¡ríete!!". Acto seguido me apegué completamente a ella y la tome a la altura de las costillas para hacerle cosquillas, pero mi verdadera intención era tratar de tocar sus senos. Por supuesto que no se rió (estaba tiritando, yo creo que de nervios) pero tampoco opuso resistencia ni se quejó y decidí tomar el riesgo y continuar con mis avances. Estaba tocándola y lentamente moví mis manos hacia sus senos. Al tocarlos no podía creer la suerte que estaba teniendo. No decía nada y empecé a masajearlos. No pasó mucho para sus pezones comenzaran a despertar y responder al roce de mis manos. Su respiración comenzó a acelerarse y nuestros cuerpos por primera vez estaban totalmente pegados. No sabía si enfocarme en el masajeo, que estaba siendo bien recibido por esos preciosos pezones; o desviar mi atención a mi pene que en ese momento estaba con una increíble erección descansando en medio de sus nalgas.

Me percate que esas nalgas eran preciosas, las sentía tan duras, grandes y apetitosas. Era mi sueño hecho realidad, ya que tengo una predilección especial por las caderas y nalgas amplias. En ese momento quise comerlas a besos pero a la vez no quería desperdiciar ningún momento y gozar cada instante y cada caricia. Después de unos momentos que parecieron horas, baje suavemente mis manos hasta tomarla de las caderas y tocar sus nalgas. Mi cintura, como reflejo natural realizaba los movimientos propios de la ocasión y querían traspasar las telas que nos separaban. Estos movimientos me estaban enloqueciendo al igual que a Rosa. Todo este tiempo transcurrió sin que dijéramos una palabra hasta que le pedí que se diera la vuelta, quería verla a los ojos y saber que estaba disfrutando el momento tanto como yo. Como si de una orden se tratar, se volvió y me miró directamente a los ojos. No necesite palabras para darme cuenta que podría hacer lo que quisiera con ella. Podía ver en sus ojos unos deseos enormes de sentirse mujer y vivir su sexualidad. No era la primera vez que la tocaban pero quizás si era la primera vez que lo hacían con la delicadeza que estaba yo mostrando y los deseos de que ambos disfrutáramos al máximo el momento.

"Me encanta que te guste que te toque, me estas volviendo loco. Dame un beso." Y nuevamente sin decir una palabra así lo hizo. Nos besamos y mi lengua inmediatamente quiso descubrir cada rincón de su boca y entrelazarse con la suya. Pude darme cuenta en ese momento que sus previas relaciones habían sido mas para satisfacer a su novio que para disfrutar del acto sexual. No tenía experiencia al besar y decidí invertir tiempo en enseñarle. Me parece esencial unos buenos besos para comenzar los juegos sexuales y así lo hice. Mientras la besaba seguía tocando sus caderas y nalgas y comencé a subir su delantal lentamente, quería dejar las ropas a un lado y sentir el calor de esas carnes que necesitaban de atención. Al tener su delantal desabotonado a la altura de la cintura y tocar directamente con mis manos sus piernas sentí como su cuerpo se tensó. Quizás quería que me detuviera pero sus instintos deseaban que continuara, lo mas importante es que yo sentía que cada caricia era nueva para ella y deseaba continuar mostrándole el placer que le haría conseguir.

Estaba tocando sus muslos y lentamente subía mis manos acercándome a su pubis, su respuesta era increíble. Con su respiración sentía que estaba consiguiendo el efecto deseado. Cada vez que me acercaba a su pubis su respuesta natural era abrir sus piernas para facilitarme el acceso a su tesoro. Varias veces me detuve cuando estaba apunto de tocarla para crear mas tensión y hacerla desear más el toque de mis manos.

Finalmente no resistí más y me decidí a tocarla como ella lo deseaba. Primero fue sobre sus pantaletas y mi erección fue mayor al darme cuenta que estaba empapada, parecía que se hubiera puesto la ropa recién lavada, sus jugos no aguantaron mas y estaban desbordándose deseosa de sentirse mujer. Moví la tela a un lado y comencé a tocar el exterior de su vulva, que sensación mas bella el sentir que estaba respondiendo a mis caricias. En ese momento y por primera vez reaccionó visiblemente. Al estarla tocando me tomó de la cintura y me aproximó a su cuerpo, sus besos comenzaron a ser mas desesperados, como si quisiera que mi lengua llegara a su garganta y se aferraba a mi. Mis dedos empezaron a conocer cada pliegue y sus fluidos ayudaban a que esa búsqueda llegara a su clítoris el cual estaba como una rosa apunto de florecer. Inflamado, caliente y mojadísimo. Me dedique a tomarlo entre mis dedos y jugar con el y tocarlo, sobarlo levantando los pliegues que lo cubren. Rosa dejo de besarme y se recostó en mi hombro buscando mi oído en el cual me regalo con unos quejidos y suspiros maravillosos que me indicaron que estaba cerca del orgasmo. Seguí frotando su clítoris y los dedos que tenia libre los introduje en su vagina y no tardo mucho en desencadenarse lo que creo que fue su primer orgasmo o quizás el mayor que había tenido. Su vagina oprimía mis dedos como si no quisiera dejarlos libres, por sus piernas escurría todo el néctar que me estaba ofreciendo.

Seguro de que podría disfrutarla a mi antojo y decidido a todo, me saqué el miembro de los pantalones con mucho trabajo, por la tremenda erección que tenia. No quería darle tiempo de recuperarse. Su gozo junto con la conciencia de saber que estaba a mis ordenes ejercían en mi una sensación de poder y lujuria que no había experimentado. Comencé a frotar mi verga en su vagina, quería sentir su lubricación sobre mi miembro y ella gemía de gozo, sin embargo tuvo un momento de lucidez que yo no esperaba. "Aquí no porque nos pueden ver". Me sorprendí, pero tenía razón. Mis instintos se estaban apoderando de mi conciencia pero debía ser cuidadoso, si quería que nuestros encuentros continuaran. La tomé de la mano y la llevé a la despensa que está detrás de la cocina, conectada por una puerta que siempre permanecía cerrada. Era el lugar mas apartado de la casa y el ideal para continuar nuestro encuentro intimo.

Una vez dentro del cuarto y seguro que ahí tendríamos la privacidad necesaria, sin mediar palabra comencé a desnudarla. No podía más. Tenía que ver ese cuerpo que al tacto parecía estallar de deseo. Desabotoné su delantal de un tirón y le quité su ropa interior en lo que pareció un segundo. Comencé a desnudarme y mi sorpresa fue en aumento ya que estaba perdiendo su actitud pasiva y mientras yo me quitaba la camiseta ella comenzó a bajarme el Bóxer. Una vez libres de ropa la tome en mis brazos y comencé a besarla desesperadamente a lo que ella correspondió de la misma forma, era una alumna excelente ya que los besos previos le sirvieron para darse cuenta de como debía hacerlo. Nos queríamos comer a besos, nuestra saliva escurría a veces por nuestras bocas cayendo en sus pechos. Mis manos recorrían todo su cuerpo, el aroma de su piel era intoxicante. Su espalda, sus pechos, su cintura, su cadera, sus nalgas, sus muslos, su vagina. Era como una guitarra que respondía a las notas de mis manos interpretando la canción mas sensual y erótica que nuestros cuerpos iban componiendo.

Suavemente nos recostamos sobre la misma ropa y mi boca empezó a explorar su piel. Su cuello fue el primer destino, al besarlo sentí como se erizó su cuerpo, con sus manos me tomaba de la cabeza como guiando mis movimientos. Pasé a cada uno de sus hombros y de ahí recorrí toda la distancia hasta sus manos. Bese y chupe cada uno de sus dedos como los niños chupan sus dulces. Estaba jadeando de excitación y con la mano que tenia libre me llevo directamente a sus pechos. Estaba maravillado de lo delicados y bellos que eran. La aureola era muy pequeña y el pezón grande. Inmediatamente comencé a chupar y chupar, con mi mano libre apretaba el otro pecho y mis dedos pellizcaban su pezón. Así estaba y ella comenzó a quejarse pero con esos quejidos que son de puro placer. "Chúpalo fuerte que me gusta, aprieta el otro por favor" me dijo. Así lo hice pero el perfume que me llegaba de su entrepierna me hipnotizaba y de sus pechos fui bajando lentamente por su vientre hasta llegar al lugar que yo deseaba saborear. Besaba y recorría con mi lengua su pubis y su ingle y cada ves que me acercaba a su vulva seguía de largo haciendo que Rosa siguiera elevando su excitación. Ese aroma me estaba embriagando y no pude resistir otro momento. Con la punta de mi lengua baje y fui recorriendo el borde de sus labios de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, lentamente una y otra vez. Ella estaba en otro mundo. Sus manos estaban sobre mi cabeza como para asegurarse de que mi lengua le diera todo el placer que pudiera.

No hizo falta mucho para que mi lengua encontrara su clítoris. Al primer contacto de ambos su cuerpo se electrizo y a partir de ese momento solo escuche suspiros y murmuros de gozo. Sus piernas se cerraron alrededor de mi cabeza pero poco a poco se fueron relajando para permitir que siguiera comiéndola. Chupaba delicadamente su botoncito y metía mi lengua lo mas profundo que podía dentro de su vagina. Nuestros cuerpos se fueron cubriendo de sudor mientras yo continuaba con mi festín, mis dedos empezaron a buscar el calor de su interior y así lo hicieron con delicadeza. Rosa resulto mas estrecha de lo que esperaba para unas caderas como las suyas. Sus jugos y mi saliva se mezclaban como el cóctel mas sabroso jamás creado, este se desbordaba hasta su ano y hacia ahí me dirigí enseguida.

Mi lengua jugueteaba alrededor de su orificio, la sensaciones para ella como para mi eran extraordinarias. Se sujeto de mis brazos con más fuerza y sus murmuros crecieron. Le dedique toda mi atención a los besos que le daba y también mi lengua quiso entrar a conocerlo, primero un dedo fue el que facilito que se relajaran sus músculos y después mi lengua hizo su trabajo. Era la primera vez que yo hacia esto y por un instante sentí que me podía ir en cualquier instante, por la intensidad del momento y por estar probando cosas nuevas. Tenia que penetrarla por lo menos para después poder irme. Regrese a su vagina para bajar un poco mi excitación.

Mi lengua estaba hurgando las profundidades de Rosa cuando me dijo suplicante: "Métemela que no aguanto". Eso fue suficiente para cumplir mis deseos. Me incorpore un poco y coloque la punta de mi miembro en la entrada de su vagina entreabierta. Era una sensación deliciosa, caliente y húmeda y comencé a frotar mi glande desnudo directamente sobre su clítoris mientras nuestra bocas se volvían a fundir. Ella estaba excitadísima y mientras nos besábamos, bajó sus manos y alineo mi pene con su vagina y sin decir más, me agarró de las caderas y me empujó con fuerza para que la penetrara. Sentí que las paredes de su vagina apretaban mi miembro. Me daba una sensación exquisita, sin embargo debido a nuestra excitación y a que la lubricación de ambos era abundante, a pesar de su deliciosa estrechez, mi entrada fue muy suave. Un gemido se escapo de sus boca y eso me hizo perder el control. Saber que estaba haciéndola gozar me nublo la conciencia.

Comencé a moverme lento para ir aumentando la velocidad paulatinamente. Mi verga parecía tener voluntad propia, de adentro hacia afuera, de arriba hacia abajo, de lado a lado, en círculos. Así me movía para que ambos disfrutáramos al máximo. Esto fue demasiado y comenzó su segundo orgasmo de la noche. Sus piernas se cerraron a mi cintura y sus brazos a mi espalda, gemía de placer y su vulva comenzó a contraerse una y otra vez como si quisieran ordeñar mi miembro hasta que después de algunos minutos todo su cuerpo se relajo y me beso en los labios agradecida.

Yo sentía que también estaba cerca de terminar pero quería ver sus nalgas que era la parte de su cuerpo que mas me gustaba. Le saque el pene y la puse boca abajo, hice que flexionara una pierna para poder tener una entrada mas fácil. El ver sus nalgas levantadas, redondas y duras; y su vagina abierta y mojada me excitó aún más, baje mis labios y comencé a chuparla nuevamente. En esa posición su culo se veía delicioso y relajado y estuve chupándolo por unos momentos mientras con mi mano frotaba su clítoris. Rosa comenzó a agitarse nuevamente y me dijo con esfuerzo: "Ya no puedo más; acabemos!". No me importo su cansancio, subí por su espalda recorriéndola con la lengua hasta alcanzar su oído y empecé a besarlo y chuparlo. Mi miembro quedo en la posición ideal y muy suavemente lo fui metiendo nuevamente en su estimulada vagina. La lentitud de la penetración me permitió experimentar un cúmulo de sensaciones increíbles. Una vez que la tenía llena, comencé a bombearla lentamente.

Quería vivir cada sensación al máximo, muchas sensaciones viajaban desde la punta de mi verga hasta mis pies, hasta mis manos, hasta mi cabeza. El ritmo de las penetraciones fue en aumento al igual que la excitación de Rosa. Con delicadeza puse mi brazo derecho por encima de su vientre y con la mano frotaba su clítoris mientras que seguía llenándola con mi pene que sentía había tomado su mayor envergadura. El sentir sus nalgas golpear mi pelvis a cada punteada fue demasiado. Incremente el ritmo de las acometidas y Rosa respondía a ellas de una manera precisa. Estábamos en total sincronía. Ella empezó a venirse nuevamente y esto ya fue demasiado para mi. Nuevamente su vagina comenzó a contraerse y ahora si iba a ordeñarme. Sentí mis testículos duritos y desde ellos como mi semen subía caliente e iba llenando mi pene poco a poco, poniendo mi glande hipersensible... hasta que no aguanté más y mi vista se nubló...  Sentía como salía el torrente de mí; como cada chorro rebotaba en su interior. Con el último espasmo mi espalda se arqueó y sentí como una corriente eléctrica viajo desde mi cabeza a mis pies. No resistí más y mareado, me deje caer sobre ella.

Después de unos instantes de estar tiritando y dando punteadas a intervalos sobre ella para tratar de recobrar el aliento le dije al oído: "Ojalá te haya gustado tanto como a mi" a lo que ella contesto: "Nunca había sentido nada parecido. Jamás olvidaré lo que hemos hecho hoy", A lo que yo respondí "Pero ya lo habías hecho con tu pololo, ¿no?", "Si. Pero él sólo me culea hasta que se va cortado y ya. Nunca se preocupa por mí." De pronto sus ojos se humedecieron y me lanzó una mirada triste. Para consolarla (y sacar partido de la situación) le dije: "Bueno, mientras no le digas a nadie lo que hacemos, podemos seguir haciendo cosas ricas... eso si tú quieres". A lo que ella mirándome fijamente a los ojos me respondió: "Pues si TÚ quieres, si. Tu eres mi patrón!".

En ese momento entendí que había logrado mi objetivo. Tenia en la casa una mujer disponible para apagar mis deseos a la hora que yo quisiera y además ella gozaba haciéndolo sin pedirme nada más.

Esto sucedió como a fines de año, Luego vino la Pascua y el Año Nuevo. Ella se fue al sur a ver a su familia y tomarse vacaciones. Antes de irse termino con su pololo y me prometió que regresaría para estar conmigo otra vez.

Regresó a mediados de Enero. Luego pasamos como un mes juntos, en los que estábamos prácticamente todo el día, solos en casa. En cuanto mis papás salían al trabajo ella se iba a mi pieza y se metía en mi cama. Era una verdadera puta. Luego se iba a hacer su trabajo y yo me quedaba en mi pieza escuchando música o salía con mis amigos. A medio día almorzábamos y nos íbamos a dormir la siesta a mi dormitorio y no parábamos de hacernos el amor por una o dos horas cada tarde. Con ella lo experimenté casi todo. Incluso tuvimos sexo anal tantas veces que a ella le llegó a gustar tanto que me lo pedía. Se iba al videoclub de la vuelta y llegaba con una porno y nos poníamos a culiar imitando las posiciones. Pero aparte del buen sexo, de la calentura y la degeneración que nos consumía, había como una buena onda, con ella aprendí a fumar y a tomar, y ella conmigo aprendió a apreciar la música Anglo. Jamás voy a olvidar ese verano en Santiago. En las tardes cuando refrescaba abríamos el ventanal y dejábamos que el sol nos bañara mientras desnudos sobre mi cama fumábamos y escuchábamos a los Cure, a Depeche Mode, a los U2, a The Police. Ella me tejió una pulsera de cuero que aún guardo en mi cajita de los recuerdos. No se si realmente estábamos enamorados, no, no lo estábamos, pero esas tardes fueron inolvidables.

Luego, con mis padres nos fuimos de vacaciones a mediados de Febrero, la verdad no quería ir. Pero no deseaba que mis papás notaran lo nuestro, así que nos fuimos ese verano a Algarrobo. Cuando regresamos. Ella no estaba. Jamás la volví a ver. Cuando le pregunté a mi mamá que había pasado con la Rosita ella me dijo:

"Esta cabra de mierda quedó embarazada de su pololito ese... ¿Te acuerdas ese flacuchento que la venía a dejar? y ahora el huevón no le quiere responder, así que la mande cagando de vuelta al sur. El irresponsable dice que la guagua no puede ser de él, porque no la había tocado en seis meses... Maricón, cómo no la iba a tocar ¡Si la cabra era más recaliente! Menos mal que la eché, ya veía que te echaba el ojo a ti y te encalillaba con un cabro chico"