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Deseo

en Erotismo y Amor

Deseo

Sentir que tu cuerpo reacciona al contacto con el mío. Que tu piel, tersa y perfumada presenta espasmos al paso de mis manos. Por tus poros un embriagador aroma a mujer en celo llena la habitación de una manera que cualquier hombre notaría. Tus entrañas piden a gritos que lo esperado no se dilate más, y tus labios respetan la decisión al llamarme a continuar.

Tus pechos desafiantes a la gravedad se hinchan y endurecen por la excitación presentando su perfecta curvatura a mis dedos que los rodean si titubear, pero no logrando cubrir toda la superficie. Pruebo la tensión en la piel de estos senos que han aumentado su tamaño normal notablemente y tu reacción no son mas que gemidos guturales que me dan a entender lo bien que se siente.

Unas aureolas que junto con los pechos aumentaron su diámetro y muestran el elevado grado de excitación dejando de ser meras superficies lisas, al tiempo que tus pezones totalmente erectos y firmes apuntan al cielo buscando mi hambrienta boca que se aprisiona de ellos cual bebé q sabe que su vida depende de estos diminutos botones. Mi lengua recorre la superficie de las aureolas sin hacer contacto casi con la piel y los pequeños espasmos que involuntariamente das solo logran que me excite aún más.

Desnuda ante mí, te observo y disfruto de una visión angelical. Entonces abres los ojos, y me miras, ahí me ves a tus pies observando cada centímetro cuadrado de tu piel. Una llama que ya estaba encendida en esos ojos, aumenta en una especie de enojo y lujuria. Se hace palabras en tus labios rosa intenso por los cuales deslizas tu lengua de la manera mas sensual posible. Son palabras que intentan darme órdenes, pues no quieres que me detenga; las gotas de sudor empapan tu cuerpo que brilla a la luz de la lámpara. Me obligo a no moverme, y es algo que me cuesta porque yo también estoy excitado al verte así y quiero que suceda eso que ambos sabemos es ya inevitable.

Tus palabras cambian de entonación al notar que no voy a ceder a tus dictámenes. Y esa voz que intentaba ser dura e insensible y con la que me exigías que te poseyera, te hiciera mujer, mi mujer, pero que no podía ocultar el grado de intensa fogosidad y ansia; se transformó en la más sensual de las melodías alguna vez oídas, las imperativas palabras se transformaron en seductoras frases que llenan mis oídos. Sabés lo que haces, y en verdad que tus incitaciones a tomarte en esta cama, empiezan a hacer flacos mis esfuerzos de contención, pero reaccionó y logro contenerme al tiempo que te recuesto nuevamente sobre tu espalda.

Nuevamente frustración en tus ojos, y una frustración que se ve apenas apaciguada al tiempo que mi mano nuevamente recorre tus piernas casi sin tocarlas por supuesto. Te recorro desde los tobillos hacia arriba, tus gemelos, y rodillas. Tus muslos a los cuales les dedico un poco mas de atención utilizando toda mi mano y ejerciendo presión en esos puntos de las casaras interiores que tanto te encienden. Llegando a tu ingle y a lo que tanto espera ya totalmente empapada en tus propios fluidos, además de la transpiración, pero no me detengo y continúo a subiendo. Mi cara va a la par de las manos repartiendo fugaces lengüetazos aquí y allá para excitarte aún más. Y entonces me encuentro nuevamente con tu ombligo, si, se que te molesta pero no puedo evitar centrar un poco de atención en él. Te encuentras algo desconcertada por el hecho de que no me detuviera bajo tu monte de Venus, pero estás muy enardecida para prestar atención a ello. Nuevamente tu respiración agitada da paso a pequeños sonidos guturales y algunos espasmos que recorren tu cuerpo. Es el cielo pero todavía falta más y lo sabes.

Tus pechos, adoro tus pechos, y juego con ellos tratando de no caer en la tentación de devorar esos pezones nectarinos que saben tan bien. Continúo así, en mi recorrido de tu cuerpo y cuando tus brazos y manos marcan el final me centro en tu cuello. Mi dedicación a los lóbulos de tus orejas te parece eterna y tu boca entreabierta intenta juntarse con la mía, pero la esquivo.

Es hora, pienso para mi, dejo q con tus manos tomes mi ya por demás erecto miembro, tus manos tiemblan al tacto con mi candente piel y un pequeño suspiro escapa de tu boca al tiempo que palpas su extensión. Abres tus ojos para observar aquel objeto sexual que tanto deseo te produce, y nuevamente un escalofrío recorre tu espalda al pensar en que muy pronto serás penetrada y puesta a gozar por él.

Sin siquiera pensarlo comienzas a masturbarme suavemente como autómata y sin dejar de mirar lo que tienes entre tus manos. Pero yo te tomo por las muñecas, te recuesto con los brazos separados y ante tu atónita mirada te los ato a la cabecera de la cama. Hago lo mismo con tus pies y formas una equis en la cama. Tu expresión cambia y una sonrisa se esboza en tu rostro al tiempo que yo mismo sonrío en pos de lo que vendrá.

Pero aún te tengo más sorpresas. Con un antifaz cubro tus ojos y todo para ti se torna oscuro, tus latidos aumentan su frecuencia y respiras agitada. Yo simplemente observo tu cuerpo estirado sobre la cama, saboreándome la presa que ante mí se encuentra lista para ser sacrificada a los Dioses paganos del amor. No hablo y eso te empieza a poner nerviosa, pues tampoco te toco, no me sientes cerca y pronuncias mi nombre en un estado de abstracción total. Yo no respondo y me preparo para la siguiente etapa. Y cuando ya crees que tu sufrimiento será mi único placer algo te toca y es como una descarga eléctrica que recorre todo tu cuerpo, te esfuerzas por entender que es lo que sientes en la punta de tu pezón y que lo pone totalmente enhiesto y duro como una roca. Continúo en rozarte con ello y recorro lentamente tu aureola y tu pecho en una espiral de placer y sensaciones que te vuelven loca.

No puedes soportar lo que sientes, no porque no sea placentero, todo lo contrario, pero es que tus sentidos se han acrecentado por el antifaz en tu cara. El elemento que estoy utilizando va dejando mella en tu piel y el frío intenso del hielo hace que arquees la espalda cada vez que lo apoyo sobre los distintos puntos de tu cuerpo elegidos con la eficacia que me caracteriza a la hora de complacerte.

Terminada la pequeña tortura en tus labios que derriten lo poco que queda del hielo, ya que todo tu cuerpo está afiebrado. Las fragancias de tu piel juntos con los vestigios del agua te hacen un manjar digno de reyes, y no lo desaprovecho. Es mi decisión recorrer con mis labios todo tu cuerpo tomando recaudo de ciertos puntos que se te agrada tanto, con la excepción de uno. Me odias pero me amas por lo que te hago pasar y estas tan mojada por tus propios jugos que no se distingue de las gotas de transpiración que te cubren.

Te muerdes los labios a la espera de lo próximo y nuevamente el silencio invade la habitación, salvo por tus jadeos constantes y tus peticiones de que no me detenga. Peticiones que se han transformado en ruegos constantes. Estando al borde del éxtasis no quieres que deje lo que estoy haciendo, entonces me acerco a tu cuerpo y poso un dedo que recorre en una caricia sutil tu cuerpo desde el comienzo de tu vello púbico a tus labios. En ese momento reaccionas y aprisionas mi dedo con tus dientes y labios no me quieres dejar ir, y tu lengua juega en el interior de tu boca con la punta del mismo.

Pero repentinamente decides soltarlo y es otra sensación la que te lleva a hacerlo, pues algo más se encuentra en la comisura de tus labios. Un aroma sexo llena tus pulmones al tiempo en que permites que mi miembro recorra tus labios y con la punta de tu lengua juegas con su glande. Entonces intentas que entre en tu boca y yo no lo impido, por el contrario te dejo satisfacer el hambre sexual que tienes.

Mientras te dedicas a mi hombría decido visitar ese lugar que aún no he tocado y sin embargo se encuentra listo para recibir a su visitante. Observo con tranquilidad su forma y se divisan los labios internos completamente hinchados, los cuales rozo y piensas finalmente para tus adentros. Los abro un poco y tu rosa intimidad parece pedirme más. Allí, como un pequeño mástil se encuentra el botoncito que te hará llegar a la cima, y porque yo mismo no puedo contenerme mas, me consagro a devorar ávidamente tu vagina. La recorro con mi lengua en toda su extensión y por momentos te penetro con ella. Y lo que tanto has estado deseando desde el comienzo se hace realidad, un orgasmo que nace desde lo mas profundo de tu ser crece hasta que todo tu cuerpo se sacude con violencia y extasiada la presión que realizas con tu boca en mi miembro me hace acabar como hacía mucho no lo hacía. Pierdo el control por unos segundos de placer que nos invaden a ambos y en los que por tus comisuras se desborda lo que en tu boca he descargado.

Pero no desistes en dejarme ir y continúas sin dejar que mi miembro pierda fuerza. Por mi parte con dos dedos en tu interior y mis labios alrededor de tu clítoris no voy a dejar que ganes control de la situación y entonces para tu desagrado me retiro de tu alcance, algo que no me resulta nada fácil dado que te empeñas en mantenerme dentro de tu boca.

 

Sin embargo y antes de que puedas protestar me coloco entre tus piernas y lo sientes allí, a la entrada de tu sexo mi miembro se mece con impaciencia. Y no necesito presionarlo contra tu ser, porque levantas tus caderas a mi encuentro tensando las cuerdas que te sujetan. Lo que sigua a continuación es un sin fin de penetraciones frenéticas que no deseo terminar, sin embargo tampoco es mi intención acabar el acto tan pronto, y disminuyo el ritmo realizando movimientos mas lentos y largos, sacando mi pene en su totalidad y volviendo a penetrarte hasta lo profundo de tus entrañas. Se que ello te deleita, y continúo por largo tiempo, puesto que la primera eyaculación a retrasado consistentemente mi segundo orgasmo. Entonces nuevamente tus jadeos tienen mayor intensidad y te desato para que puedas abrazarme. Lo haces con tus piernas y me calvas las uñas en la espalda al tiempo que repites lo tanto que me amas. El antifaz vuela y entonces puedo ver tus ojos con lágrimas, y un brillo único que me llena totalmente pues sé lo que significa.

El segundo orgasmo comienza a producir espasmos eléctricos por todo tu cuerpo y entonces te doy vuelta, apoyas tu cabeza en la almohada y tus codos y rodillas sirven de apoyo para resistir los profundos embates que sientes llegan a lo mas profundo de tu ser. Aumento el ritmo al tiempo que ya te sientes llegar y acabamos juntos en un orgasmo interminable. Sientes que tus entrañas reciben el semen que expulsa mi miembro y caes exhausta. Yo me recuesto a tu lado y te observo empapada en una mezcla de sudores míos y tuyos, tus ojos cerrados que recuerdan cada momento e intentan hacer perdurar lo mas posible lo vivido, tu pecho que se agita al ritmo de una respiración que no cede, y una sonrisa en tus labios, que me acerco a besar con ternura. Te acaricio con suavidad y te vas sumiendo en un sueño sereno y agradable.

Ahora ya duermes mientras y miro el cuadro ante mí, la cama revuelta casi tanto como tus cabellos que con mis caricias voy alisando. Mi cuero desnudo junto al tuyo el contraste en el color de nuestras pieles, y una marcada diferencia en la longitud de nuestras piernas que me hace esbozar una sonrisa. Mi pequeña, pienso para mí y me recuesto abrazándote para sumergirme también en los brazos de Morfeo.

Esto escrito ha nacido del recuerdo de nuestro último encuentro y el pensar en el próximo, que será pronto. Lo hacemos posible?

Espero les haya gustado, ya que es mi primer escrito. Véanse libres de escribirme a maj3169@hotmail.com por cualquier comentario que gusten realizarme, y gustosamente responderé a quienes asi lo deseen.