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Historietas encantadoras de una nenita inocente 3

en Bisexuales

HISTORIETAS ENCANTADORAS DE UNA NENITA INOCENTE TRES

SUSANITA AYUDA A SERENA A VENGARSE DE SU MARIDO DIPLOMÁTICO

A Susanita se le ocurrió ir a ese club nocturno, en el cual no dejan entrar hombres; lo que pasó a continuación fue el resultado de un plan preconcebido y milimétricamente preparado por ambas hembras con ánimo profundo de concretar su desquite.

Se trataba de hacerle llegar unas fotos de Serena a su marido, tirándose a cualquiera, con cara de estar disfrutándolo al máximo.

Ambas entraron absolutamente divinas, con sus mejores vestimentas de conquista, jueves de lujuria que las hacían ver hermosas, modernas y deseadas por todas las miradas.

Claramente y sin desparpajo, dieron a entender que eran pareja, agarradas de sus manos, felices se sentaron en una mesa reservada especialmente al frente del escenario y disfrutando la buena música entre trago y trago, sin reparar demasiado en el show nudista que empezaba a calentar a las más recatadas, se dieron deliciosos besos de lengua con sabor a sal, limón y tequila.

Como a las dos de la madrugada, se apareció en la pista, el único hombre que logró distraerlas de sus bocas y miradas arrechas; no era para menos, se trataba de un negro de uno noventa y siete metros de estatura y veinte cinco años de experiencia, dueño de un cuerpazo que parecía esculpido por la perfección misma y un rostro hermoso y fino enmarcado en unos rizos que descendían hasta sus musculosos hombros.

Las dos quedaron atónitas y más que admiradas, se sintieron cachóndas, al ver el enorme paquete que este fiel representante de su raza, escondía debajo de su abultado calzoncillo; deseando ambas, al mismo tiempo que esa verga gigantesca, las penetrara por todas partes, inmisericordemente y sin reserva.

No esperaron a que el hombre se quitara el pantaloncillo, cuando ambas, espontáneamente y sin meditarlo un segundo, saltaron a la pista y enfrente de todo el auditorio, se engulleron todo lo que el negro traía escondido, con tantas ganas, que nadie intento impedirlo, chupando las dos a la vez, como si nunca… Hubieran comido.

Cuatro manos se aferraron, una encima de la otra, sin poder cubrir la descomunal verga y se dedicaron a acariciar los cojones de aquel individuo mientras las dos lenguas empapadas en pocos minutos de saliva, enjuagaron la barra tiesa que enfrente de sí, tenían.

Sus dedos delicados de uñas bien cuidadas, se dirigieron a las divinas y redondas nalgas metiéndose al mismo tiempo, ano adentro.

Las hermosas mujeres jugaron con tal animo, con el juguete que tenían entre sus manos, que suscitaron en todo el salón incontenibles ganas de masturbación inmediata, lo que se convirtió en sólo unos minutos, en una sola orgía de placer que duro toda la noche para el auditorio, aunque aquel hombre, de solo sentir a dos de las más hermosas y perfumadas hembras de la sociedad capitalina no se pudo contener y no tuvo más remedio que descargar su esperma guardado de tres días, que salió despedida a varios metros de distancia en su primer envión, inundando con el resto, a las dos damas en sus rostros y cabellos, mientras que arrodilladas en un rito sagrado de placer extremo, se repartían el semen cedido, con sus lenguas entrelazadas apretando sus manos libres, con afán y apasionada fuerza, sus respectivos coños.

Después de tragar chorros y chorros que parecían provenir de inagotable fuente, se pasaron el semen con tequila; pidieron la cuenta y cogiendo al negro por la verga, como si de verdad les perteneciera, lo llevaron sin permitir que se pusiera nada encima hasta el Mercedes 500 SL Coupé, convertible que los esperaba afuera, dejando a todos tan excitados, después de su presentación pública, que ninguno se dio cuenta…. De su partida.

Antes de entrar al coche, le prestaron a tan deseado personaje, un fino abrigo alemán de cuatro mil dólares, para evitar que se les fuera a resfriar, mientras que la calefacción del auto y la música los calentaba.

El hombre, era hijo de un Diplomático de Kenia, acreditado ante el Gobierno nacional; estudiante de antropología y de las diferentes culturas de los países que visitaba, que era precisamente lo que estaba haciendo trabajando como prostituto, en esos momentos interesado en el comportamiento sexual de las damas de sociedad que le ponían cachos a sus maridos.

Dominaba seis idiomas: Castellano, italiano, Portugués, inglés, francés, y el de su propia tierra, conocedor de mil artes, todas placenteras y como el que más, de los protocolos diplomáticos, el savoir faire, los buenos vinos y la buena mesa, a la que había accedido después de dos años de estudios en Lausana…. Suiza.

Músico y romántico consumado, conocedor del reague y la champeta, los ritmos Africanos, el jazz antiguo, el bluss y la guitarra española. De excelentes maneras, era fuerte y tierno a la vez, poseía una dentadura perfecta y utilizando perfectamente todos sus atributos, de esta manera obtenía información de primera mano venida directamente de sus conquistas.

Al entrar al coche, en medio de las dos hermosas hembras, lo primero que hizo fue encender un tabaco de marihuana y les dijo:

Les voy a hacer sentir tantas cosas maravillosas que ustedes ni se imaginan que existan.

Concluyendo con un:

Pinta bien la noche.., ¿Ah?

A donde vamos? pregunto Susana mientras aspiraba algo que le dejo su nariz empolvada, a lo que sin perder tiempo le contesto Serena: Al sitio más cercano porque no aguanto, ni siete cuadras, las ganas que tengo de sentir a esta hermosura de hombre, adentro.

Agregando:

Acuérdate que tenemos la "American Platinum" de mi marido, con una sonrisa de triunfo que manifestaba un ardiente deseo de gastarle mucho dinero dándose los gustos más exquisitos.

No pasaron seis cuadras, cuando se hallaron entrando al garaje del hotel más selecto, costoso, elegante y discreto, sobre todo discreto, de todo el país. Suites de tres mil dólares noche, que además de poseer todas las comodidades tecnológicas, combinaba las bañeras de porcelana francesa y grifos de oro, con lavamanos de plata, alfombras persas y chimeneas que a la vez que calentaban, iluminaban un ambiente palaciego al que no le hacía falta… Nada.

El mismo, donde ambas desarrollaban sus preciosos encuentros, en los días en que se encontraba ocupada la finca.

Subieron por ascensor privado y directo a la suite que más les gustaba, en donde los esperaba una botella de fina y costosa champaña helada, a la cual llegaron mientras ambas mujeres por solidaridad con su anfitrión y otras variables circunstancias, afanosamente se desnudaban, dejando sus vestimentas por todas partes… regada.

Mientras el hombre, tomando la iniciativa, abría el Dum Perignon haciendo volar el corcho por los aires con el característico sonido que produce tal destape, comprobando los tres que la pieza se encontraba agradablemente climatizada.

Brindaron sonrientes, presentándose amablemente y disponiéndose a poner en orden cuidadoso lo que habían de hacer.

Lo primero, por común acuerdo: Un relajante baño, caliente y placentero.

El hombre tomó la vocería, al tiempo que encendía otro tabaco mientras que cariñosamente decía:

Bueno mis niñas, llegó la hora de… Divertirnos.

Sin que ellas contestaran, lo metieron en la tina de agua tibia, enjabonándole todo el cuerpo, cada una por su lado, comenzando por los fuertes brazos, pasando por el pecho y el sobaco, bajando poco a poco, hasta llegar a su prepucio, masajeándole las bolas y por supuesto, pasándole las esponjas, por el ojo del... Culo.

Ellas no se bañaron, porque les encantaba sentir el mar de jugos naturales que por más de cuatro horas este hombre en sus coños les estaba produciendo y como excelentes anfitrionas, lo que más deseaban era atender a su invitado, haciéndole sentir, como en efecto lo era, un Sultán Africano.

Luego del baño, lo llevaron a la cama pero primero se aseguraron, desarrollando el plan trazado que una recepcionista de su confianza absoluta, subiera a tomar un mar de fotos de cuanto estaba sucediendo.

Esto a el no le preocupó en lo más mínimo; menos cuando Susanita de una cajita de plata, le ofreció unas pastillitas traídas de Suiza que con el mayor de los gustos aceptó, pues felizmente se dio cuenta que se trataba del mismo tipo que tomaba cuando estudiaba para ser chef de Gordon Blue.

La mujer que subió sin ser percibida y sin distraerlos en nada, pues para estos menesteres ya se encontraba por ellas entrenada, tomo una cámara digital de última tecnología que se encontraba lista para ser disparada. Además de ser su cómplice de historias anteriores, se ganaba buen dinero tan sólo por tomarles fotos sin participar en sus cuentos, a menos claro está que fuera invitada; lo que aceptaba gustosa, pues sin duda este par de hermosas casi a diario fabricaban… Historietas encantadoras.

Esta noche en particular, como si no estuviera allí presente, asistiendo a la escena sin ser notada, hizo su laborioso trabajo en forma tan profesional que todo lo acontecido quedo debidamente registrado, sin que ninguno la advirtiera, al menos por entonces.

Ambas hembras, calientes ya en demasía, con sus respectivos coños que ardían, le dijeron a su "victima" de aquel día, muy cerquita a sus oídos:

Vamos a secarte todo el cuerpo, con nuestras lenguas.

Lo acostaron desnudo boca abajo, sobre las finas sabanas blancas rellenas de plumas y poniendo manos a la obra, o más bien, lenguas a la obra, cada una se encargó de su propia pierna, comenzando por chuparle uno a uno, los dedos de los pies hasta que quedaron secos y lamidos. Succionaron y tragaron delicadamente las pequeñas gotas que encontraban en su lento recorrido, hasta que ambas llegaron a sus musculosas y redondas nalgas.

Fue entonces, cuando Susanita corrió hasta la nevera y trayendo una fina y exquisita mermelada, le derramó medio frasco en la raja del culo.

No tuvieron que pelearse el objetivo, mientras que una pasaba su lengua estirándola de abajo hacía arriba, la otra le hacía lo mismo en sentido contrario, de arriba hacia abajo, hasta que sus lenguas se encontraban encantadas, una y otra vez, en el hoyo del culo, haciendo que aquel personaje, no pudiera menos que aullar cómo coyote solitario a la luz de la luna, acomodándose por instinto en cuatro patas, ofreciendo su espectacular culo, para que aquellas mujeres se encargaran de el.

Se lo gozaron de tal manera, entrelazando sus lenguas entre turno y turno, con tal pasión y deseo, que ambas tuvieron un orgasmo, de solo saberse haciéndole aquello.

Cuando el negro estaba a punto de no aguantar más y derramarse encima de las sabanas, las hembras lo voltearon y para que no explotara, no insistieron en su agrandado miembro, sino que le fueron lamiendo el vientre de six pack perfecto, hasta que se entretuvieron con sus tetillas, regándolas con champaña para chuparlas con más ganas.

Pocas veces este experimentado ser, había sentido semejante placer, realizado por hembras tan divinas. Y él que creía que esa noche les iba a enseñar muchas cosas, se dejó sorprender, cerrando sus ojos, sin afán ninguno y se dejó consentir esperando, paso, a paso, a que llegaran hasta donde ellas… quisieran.

Por su lado, ellas dispuestas como siempre a disfrutar al máximo sin afán ninguno; siendo que el marido de la Argentina, estaba poniéndole cachos por Nueva York con su asistente de siempre y que Susanita a pesar de seguir viviendo con su prima, la tenía acostumbrada a no llegar cuando "algo" verdaderamente inevitable se le presentaba y sabiendo todos que no tenían compromisos, ni mucho menos que levantarse temprano, las dos apasionadas sabían perfectamente que no las aguardaba nadie… En ninguna parte.

Tranquilamente fueron pasando sus lenguas encantadas por todo el cuerpo de su invitado, sin dejar ningún punto descubierto, al mismo tiempo como era su costumbre, atentas y sincronizadas, llegando hasta sus orejas encargándose cada una, de cada una de ellas.

Sintiendo como se le humedecían ambos oídos por la acción de dos bocas cálidas e inquietas cuyas lenguas lo penetraban descaradamente hasta lo más profundo, al punto, de no dejarlo escuchar nada, este hombre suspiraba, al tiempo que sentía cuatro manos deseosas que le acaparaban sus gónadas que más bien parecían dos pelotas de billar.

En perfecta sintonía, ambas se detuvieron; tomaron un sorbo de Champán y le dijeron al tiempo que derramaban media botella en sus respectivos coños, cuyo recorrido acostadas boca arriba, obviamente les empapó sus culos:

Negro, ven y prueba a qué saben las frutas jugosas de dos blancas muy distinguidas, que quieren sentirte adentro.

Pero ¡Ya! papacito rico, reforzó Susanita con voz necesitada, abierta de piernas y rozando con un dedo la cresta de su clítoris rosadito, que con solo esperar lo que deseaba adentro, se hallaba totalmente hinchado ofreciéndo un panorama muy… Exclusivo.

El hombre no tenía para qué, hacerse esperar.

Viendo a semejantes mamacitas divinas, la rubia y la trigueña, calientitas y temblorosas por las ganas, medio asustadas de sentir lo que en sólo pocos minutos, se les iba a meter en lo profundo, más allá de lo previsto y de cualquier experiencia vivida, que de piernas abiertas de par en par, lo esperaban ofreciéndole a la vez orgullosas, sus frutas jugosas, mientras que se excitaban mutuamente metiendo sus dedos, por todas partes con la facilidad que permiten mares de jugos concentrados, mezclados con cantidades maravillosas de champaña derramada por sus bocas, cuellos, tetas, torsos, ombligos, coños, espaldas y nalgas, sin importarles cinco, las sabanas de seda y las almohadas de plumas, que lo miraban, como suplicándole que se hiciera cargo de inmediato y sin demora alguna….

Comenzó la que sería, la mejor función de su vida.

 

En un solo e ininterrumpido lengüetazo, desde la raíz del culo, hasta los parpados cerrados; una primero y de inmediato la otra, el negro recogió en su boca, en un solo instante, todos los sabores que aquellos excitados cuerpos habían acumulado en más de seis horas de autentica arrechera.

Decidió darles igual trato y hacerles exactamente lo mismo, al menos los primeros minutos, sin descuidar a ninguna para que no fueran a sentirse discriminadas ni ofendidas.

Las succionó, atendiéndolas perfectamente sin dejar pasar más de veinte segundos entre una y otra, cual aspiradora de secreciones corporales, hasta que empezó a sentir los efectos del champán sin dejar perder una gota, rescatándola de sus coños húmedos y sus coños peludos, más que impregnados, empapados de jugosos sabores, los que absorbió con ganas de no desperdiciar nada.

Chupó con la misma intensidad que dispuso para sus ombligos torsos y tetas, atendiendo perfectamente la pasión solicitada y requerida por aquellas hembras que sintieron igualdad de condiciones, cuando el hombre las recorría de pies a cabezas con su gruesa y democrática lengua.

El segundo orgasmo compartido al unísono, no se hizo esperar y coordinadas como siempre que desde que se conocieron era su costumbre, sintieron a la vez, como sus coños se derretían en medio de calores que ni el Champán helado podía bajarles la temperatura, como cascadas, al paso de aquella lengua que no cesaba de proporcionarles toda clase de placeres mientras seis manos inquietas, las acariciaban a la velocidad de la luz y de las ganas y los dedos de básquetbolista se hundían, en todos los huecos disponibles con la rapidez que la pasión y el deseo sincronizado, les permitían.

Los gritos de repetidos orgasmos se alcanzaron a oír seis cuadras a la redonda. Si no hubiera sido por que se encontraban en un hotel de tres mil dólares la hora, verdaderamente discreto, algún vecino, sin duda alguna, hubiera llamado a la policía pensando que a estas hembras las estaban matando...

De la dicha.

La fotógrafa, no aguanto más y sin dejar de trabajar, de su uniforme saco dos grandes, redondas y hermosas tetas blancas a las que en muchos meses no habían tocado el sol, con sus grandes pezones parados y desafiantes, mientras que con una sola mano tomaba la cámara y con la otra libre, se metía cuatro dedos anhelantes, entre sus panties. Con la falda de su uniforme ya por encima de sus caderas comenzó a masturbarse rápidamente, como intentando alcanzar el número de orgasmos que estaba presenciando.

El hombre, sin darles tiempo de recuperarse, sabiendo que apenas estaba comenzando la faena, tomó su descomunal verga de treinta centímetros de largo y cuatro pulgadas de gruesa entre las manos y la puso a disposición de las hembras, metiéndola primero y sin pedir permiso, estrellándola contra la garganta de la Argentina, haciéndola sentir horcadas que la ahogaban, penetrándola más allá de lo establecido, para traspasarla por unos segundos, hasta el esófago, lo que la hizo pensar por un instante, en aquellos faquires que engullían espadas.

A Susanita le hizo lo mismo, hasta que cambiando de posición les dijo:

Bueno, llego la hora de la verdad, preguntándoles orgulloso: ¿Quien quiere sentirla primero?

La suegra decidió darle preferencia a Susana, pero antes, de comenzar este nuevo capítulo, más champaña, y más perico.

El negro, que conocía perfectamente sus atributos y lo que les estaba ofreciendo, agarrándosela, se acomodó contra la cabecera, en mitad de la cama ofreciéndoles convencido, por ser cierto, treinta centímetros de carne temblorosa y dura, dispuesta a ensartase en cualquier…. Hueco.

Las hembras no podían creer que aquello fuera cierto, en su vida se habían metido, ni la tercera parte de una verga tan grande, gruesa y dura, en sus respectivos coños. Hasta ese instante, ambas pensaban que las películas porno y los cuentos sobre negros, eran exageradas y pura paja, pero viendo que aquella barbaridad dispuesta para ellas era de verdad y allí estaba lista para ser abordada, ambas sintieron ganas de ser nuevamente desfloradas, como si se tratara de su primera vez en la vida

Susana, la primera, de espaldas al hombre, se paro encima de la cama buscando la mejor manera de acercar a su mojado coño aquella mole que cual poste de alumbrado la esperaba. Ayudada por su suegra que con ambas manos a ese monumento, por la base se aferraba, abrió sus piernas más que nunca, atenta a esta operación y como si se tratara de un peligroso acoplamiento de naves espaciales, fue bajando lentamente ofreciéndole a su invitado un primer plano de su hermosa espalda arqueada, sus dos hoyuelos en su cadera y sus redondas y perfectas nalgas, en posición de cuclillas, tensionando sus torneadas piernas. Con mucha precaución y gran cautela se fue acercando nerviosa, hasta hacer el primer contacto.

Su coño henchido a reventar y lubricado como si fuera una catarata, abierto totalmente, enfrente del rostro de su suegra amante que seguía aferrada con sus dos manos a la antena, siguiendo muy de cerca la operación, ayudando a direccionar el acople y cuidando que su amor no se fuera a desgarrar, ni a pasarle nada, empezó a incrustarse aquel poste. Poco a poco; jadeo a jadeo; apretando con sus perfectos dientes sus labios inferiores y frunciendo el seño, hasta cuando la cabeza enhiesta se perdió adentro, siendo evidente que aquel coñito divino y estrechito, se estaba abriendo más de lo acostumbrado y lo que hasta ese momento, creía, permitido; haciendo su mejor esfuerzo, mientras la suegra solidaria y atenta, le pasaba suavemente su lengua por el clítoris.

Muy despacito, Susanita logró meterse aquella monumental mole que parecía una torre, hasta lo más profundo de sus entrañas, sin embargo de lo cual, aún quedaba por fuera de su cuerpo, lo suficiente como para que su divina suegra permaneciera aferrada con sus dos manos a la base.

Sintiendo que aquella potente masa le llegaba hasta la boca del estómago, cerró los ojos por un rato, tomando una necesaria bocanada de aire y quedándose quieta por un instante.

Mientras que subía sacándosela, la apretaba con su coño, como si quisiera ordeñarla muy despacio, hasta que llegaba a la cabeza que más parecía una campana y entonces dejaba de apretarla, soltándola, para rítmicamente repetir el despacioso movimiento de nuevo en dirección contraria, sintiéndola fuerte, dura y desgarradora como iba penetrando y tocando todos los puntos en trescientos sesenta grados de sus paredes…. Vaginales.

No pudo repetir sus movimientos demasiado tiempo, aquello para ella era demasiado, sólo aguantó repetir sus movimientos durante cinco entradas y salidas, cada cual, más rápidas que las anteriores y sin proponérselo, de solo sentir lo que estaba sintiendo por primera vez en su vida adentro, se vino y se vino sin tregua doblando sus preciosos ojos azules que se le pusieron morados hacia atrás, al tiempo que su cabeza en la misma dirección, caía desgonzada intentando dar un grito silencioso que le salía de las entrañas, sin que pudiera por más que quiso…. Ser escuchado.

La mezcla de dolores y placeres unidos, sabiéndose literalmente ensartada en algo que no hubiera imaginado que pudiera existir, la hizo convencerse que su coñito apretado, - hasta ese instante - no iba a resistir, deseando que aquella tranca se le saliera de inmediato.

Mientras tanto, su suegra viéndola gozarse aquella mole a más no poder, no pudo aguantarse las ganas de meterle la lengua en la boca y abrazarla fuerte como para prestarle asistencia y darle necesario apoyo, al tiempo que Susanita se contorneaba una y otra vez obteniendo mil orgasmos, antes de caer desmadejada a un costado, medio atolondrada tomando bocanadas de aire intentándose reponer.

La Argentina, al ver libre lo que a ella ahora le correspondía y tanto deseaba olvidándose de Susanita por completo, volvió a aferrar aquella verga con sus dos delicadas y bien cuidadas manos, pasándole la lengua por todos lados, deseando recoger los humores de su mujer y los del negro… Mezclados.

De frente y sin pensarlo dos veces, su vagina mojada hasta la garganta, se metió de una, toda la verga completa sin contemplación alguna, ante los ojos atónitos de su hembra, la fotógrafa y el negro que no podía creer, pues era la primera vez en su vida que aquella enorme verga se perdía completa adentro del coño de una hembra.

Se la clavo a ritmo acelerado agarrándose del cuello de su visitante, mientras que les tomaban mil fotos, de sus movimientos anhelantes, su mirada de pasión perdida, su respiración agitada y su rostro de satisfacción plena que parecía la de una puta holandesa, vendiéndose en una..... Vitrina.

La degusto y la disfruto al máximo, hasta que el visitante, altamente agradecido con la vida por vivir aquella experiencia y con la pasión de aquella hembra que desde luego le fascinaba, se levantó de la cama sin permitir que su verga se saliera y recorrió la habitación cargándola como si no pesara, bajándola y subiéndola a velocidad máxima, mientras que la camarógrafa los perseguía captando las mejores tomas y Susanita, con una sonrisa picarona de solidaridad con su novia encantada de tal goce, los seguía con su mirada ganosa y excitada, frotando su coñito una vez más y cerrando sus piernas, disfrutando a más no poder de aquel… Espectáculo.

A cada envión del negro, la Argentina sentía espasmos musculares eternos y continuos orgasmos que no cesaban, haciéndola gritar como si fuera toda una puta de sociedad, la actriz porno más cotizada por lo…. Degenerada.

Sin darle oportunidad de revirar, llegó el momento en que el negro, en un solo movimiento la desensartó para ubicarla en cuatro patas sobre la cama y metiendo tres dedos en el frasco de la dulce mermelada que quedaba, se embadurno la verga, mientras que la hembra, jadeante adivinaba la dirección que tomarían los acontecimientos, la esperó al igual que deseosa…Resignada.

Lentamente, sin querer hacerle daño, el hombre sudoroso que en verdad estaba disfrutando cada paso de su encantadora vivencia, le fue metiendo su verga, por ese culo blanco y elegante al que hacía varios años, nadie penetraba, hasta que ante los ojos atónitos de los asistentes, la mermelada logró el efecto deseado y la verga se perdió adentro... por completo.

Parecía que el culo se le fuera a partir en dos y eso era precisamente lo que esta hembra deseaba, apretando sudorosa sus dientes, mientras que lentamente el hombre bombeaba.

La fotógrafa capto las últimas fotos que pudo o quiso tomar esa noche, y viendo a Susanita, masturbándose sola, se le metió entre las piernas para ayudarla.

No podía abstenerse más de participar en aquel banquete y cuando Susana terminó en su boca, desvistiéndose del todo se dirigió pidiendo turno, en busca de aquel... poste.

Jamás en la vida, se hubiera perdido la oportunidad que Susanita y su suegra habían ya vivido y acercándose sin ser notada, pues los dos amantes estaban tan distraídos que habían olvidado que en aquella habitación había más personas, les pidió que... la dejaran.

No hubo resistencia, llegó en el momento justo en que la Argentina viendo estrellitas de colores dándole mil vueltas a su cabeza, le rogaba a su contraparte que no le diera más, porque ya no podía… con tanta dicha junta.

Agradecida con la recepcionista por quitarle semejante mole de adentro, Serena, cayó desmadejada sobre la alfombra.

El negro, que de la excitación parecía un animal feroz en plena cacería, transportado por aquella delicia, dejó que la nueva participante, se metiera en la boca toda la barra y con la lengua lo desembarrara de la mezcla de mermelada y mierda de la que estaba untada, lo que a sabiendas le produjo a esta, un placer indescifrable que la hizo soltar un grito que no pudo salir de su boca completamente abierta, por tenerla en aquellos menesteres absolutamente ... ocupada.

Susana fue en busca de su amor para prestarle ayuda, y juntas, ya recuperadas, muertas de la risa por que todo lo propuesto les había salido perfecto, se abrazaron encantadas, más enamoradas que nunca y esperaron viendo entre risas de satisfacción y aprobación absoluta.... las fotos tomadas.

Media hora después de que aquel monstruo seguía follándose a la fotógrafa sin venirse, pues además poseía la envidiable cualidad de demorarse horas enteras con su verga tiesa antes de descargarla, les pidió gritando que se acercaran rápido, pues había llegado de nuevo la hora del... baño.

Las tres, arrodilladas en la alfombra persa, muy juiciosas, deseando recibir cada una la parte que anhelaban, juntaron sus caras para no perderse nada ; y el hombre, trastornado por la delicia, soltando un grito que le salió con el semen desde la raíz de las pelotas, se les derramo encima a las tres dichosas.

Untando sus rostros y tetas, chupándoselo como si se tratara de miel de abejas o más bien de… Leche achocolatada.

El hombre se vino tanto y tan copiosamente, que Susana le paso la cámara, para que desde su grandiosa perspectiva tomara las últimas fotos de aquella maravillosa noche, registrando a las tres felices tragonas, toditas embadurnadas, frentes y pestañas…. Chorreadas.

La venganza de estas hembras estaba asegurada y usando el semen como mascarilla de células vivas, para mantener el cutis terso y suavecito sin arrugas, corrieron al computer, mientras que el negro y la fotógrafa se subían a la cama enredándose en un abrazo con ánimos de tomar aire y relajarse ya hasta dormirse.

De una, escogieron las fotos en las que únicamente aparecía la suegra divina, con el negro apoteósico y las enviaron en orden invertido desde la última, hasta la primera, sin descartar ninguna, al e – mail del marido diplomático que siendo las ocho de la mañana en Nueva York las recibió.... de inmediato.

El desenlace no se hizo esperar, tan solo en pocos minutos aquel marido sorprendido por lo que estaba viendo, sintiéndose traicionado por la mamá de sus hijos, olvidándose de su amante peli-teñida de tetas de silicona mal puestas, que se encontraba en la cama dormida y desnuda en su lujosa suite del Waldorf Astoria, comenzó a tener un infarto, que se convirtió en definitivo cuando vio la última fotografía en la que su mujer pasaba feliz, su lengua por el hoyo a semejante y negro…. Culo.

No la pudo resistir, El último infarto fue fulminante y le partió en tres su debilitado corazón; no solo porque era la primera vez que veía a su esposa, que a pesar de su comportamiento machista, debía serle fiel, según él, hasta la muerte, sino porque su corazón no aguanto al saberla disfrutando a más no poder, mientras que descaradamente le pasaba su lengua al culo de un…. ¡Negro!

La tradición familiar y el racismo de este multimillonario, no le permitió, su vida continuar, muriéndose en aquel instante, dejando a su amante, con las ganas de quedarse con su dinero y de desplazar a la esposa a la que ya sentía podía… Destronar.

La venganza fue una pieza maestra de ingeniería, mientras que aquel cachón moría, sin que las fotos quedaran grabadas en su computador y sin que nadie se diera cuenta de lo que había producido su infarto, pues el negro y la fotógrafa se hallaban ya dormidos y por lo tanto no quedaron pruebas de aquel ataque provocado, la policía de Nueva York atribuyó su muerte a excesos de trabajo, estrés y sexo en exceso, pues el hombre muy mayor que su acompañante, se esforzaba demasiado en hacer que esta ramera de pacotilla fuera complacida, sin lograrlo nunca, ya que la ninfómana barata, ni siquiera se mojaba cuando estaba con su patrón , aunque se había hecho experta, como todas las de su calaña en fingir orgasmos apoteósicos.

Por supuesto que Serena, su esposa, heredo la fortuna completa, convirtiéndose a las nueve de la mañana, hora colombiana, en……MULTI.... MILLO....NARIA.

Sin saber lo que las fotos enviadas, habían producido en su marido en ese preciso instante, los cuatro felices se metieron en la cama dispuestos a dormir abrazándose y entrelazados, con cara de satisfacción total para descansar de todo lo que en aquella noche…. Habían disfrutado.

Tres meses después del sepelio y de la lectura del testamento, que por supuesto declaraba a Serena como única heredera y dueña de la fortuna y la empresa, luego de tomar posición en la junta y botar a la calle y de inmediato a la secretaria como la perra que era, aun quedaba pendiente la venganza de Susana con su novio y su nueva hembrita de la farándula.

De común acuerdo decidieron armar paseo para las islas del Rosario, sin que nadie tuviera la más mínima idea de lo que tenían Serena, ahora super agradecida y Susana en mente.

Invitaron a Alberto, a su presentadora de T.V., a Natalia su amiga del colegio, a su prima y obviamente al negro como único apoyo para que las ayudara.

El plan había sido diseñado de tal manera como para que nadie sospechara nada. Susanita y sus amigos sabían de qué se trataba, pero disimularon para lograr el objetivo trazado sin levantar sospechas.

Tenían ocho días para ejecutarlo.

A las ocho de la mañana de un lunes lluvioso, se citaron todos en la terminal de aviones ejecutivos y jets privados del aeropuerto el dorado.

Continúa..