Este relato es la continuación de la venganza de Johana
Al día siguiente me desperté cansado aunque extremadamente satisfecho en mi cama. Apague la alarma y me di cuenta que no estaba solo. Ahí fue cuando pensé que había cometido un error, yo quería ser libre pero por caliente había adquirido un compromiso con una mujer prácticamente desconocida. Sin embargo también sabía que ella era vulnerable, así que decidí no ir a trabajar ese día, para arreglar la situación.
- mmm, ¿que hora es?
- es temprano, duérmete.
- no voy a poder, ¿me puedo bañar?
- claro, ahorita te alcanzo
Ella se levanto todavía desnuda y fue al baño, en cuanto oí el sonido del agua en la regadera, abrí la puerta y entre. La encontré tratando de regular la temperatura, y la ayude. Ella comenzó a enjabonarse, y yo solo sentía como mi erección llegaba a su máximo esplendor al verla lavarse. Como todo un caballero, entre a ayudarla a tallarse la espalda, cosa que no la sorprendió en lo absoluto. Por supuesto, cuando baje mis manos enjabonadas a su trasero y al canal que separa las nalgas, ella se apoyo como ofreciéndomelas, cosa que por supuesto me excito mas. Sus redondas y suaves nalgas naturalmente se abrían un poco exponiendo su intimidad. Así que aprovechando el flujo del agua talle con mi mano sus nalgas y posteriormente fui a buscar su vagina y su culito, dejándolos relucientes. Al terminar de enguajarla, me arrodille y les di un breve repaso con la lengua, por supuesto bebí mas agua que nada, pero realmente no me importo.
Me levante y ella me correspondió el favor enjabonándome, frotando mi duro miembro cubriendo y descubriendo la cabeza con el prepucio. También lo estimulo de rodillas, se notaba que tenia muchas ganas de hacerlo y mucho placer. Johana empezó a pasear la lengua en círculos, con mimo sobre la sensible piel que forma el borde de la cabeza, como si se tratase una sabrosa bola de helado que se deshiciese al contacto líquido y tibio de su lengua. El tronco lo frotaba con sus manitas, de repente sus dientes participaban y ese dolorcito era encantador.
Para este momento ya estábamos empapados en lujuria más que en agua. Así que tome una toalla para secarla rápidamente, me seque en menos de 20 segundos y regresamos a mi cama.
La senté en mi regazo y nos besamos con ganas, con todo el deseo que nos consumía. Sus pezones estaban un poco flojos, pero los reviví con un par de caricias, mientras que ella hacia pequeños círculos con la cadera. Se levanto un poco y agarrando mi garrote con la mano, se daba masaje con la verga en las nalgas, en el ano y en la vagina, mientras yo abrí el cajón del buró para pasarle un condón. Me lo coloco y luego la puso en la entrada de su vagina y se fue sentando en ella lentamente, hasta que sentí como desaparecía, quedando fuera únicamente los huevos. Ella comenzó un lento subir y bajar sobre mi miembro erecto y jugoso, la tomaba con mis manos para que no perdiera el equilibrio (tal vez, mejor dicho, para que no cesaran esas penetraciones que me estaban volviendo loco).
Johana se colocaba las manos en las caderas y se agitaba como toda una yegua, o se las llevaba a la nuca, tomándose el pelo, pero sin dejar jamás de moverse como toda una puta experimentada. Yo solo le acariciaba los pechos, jugando especialmente con sus pezones, preciosos y enormes, que a esa altura ya tenían la textura de las gomas de los lápices. Mientras sus pezones no se quedaron sin recibir su ración de caricias, sus caderas bajaban para encontrarse con mi pelvis a un ritmo vertiginoso. La sentí como jadeaba, y para calentarla más le dije
- Que rica estas, mamacita, tu panocha esta deliciosa
- así, así, que duro estas papito
A lo que su respuesta no verbal fue acelerar sus movimientos y aumentar sus jadeos. Obviamente no estorbaba que le acariciara la espalda y los senos, ella llevaba un ritmo violento, entrando y saliendo mi verga de su dilatada concha, hasta que sentí como literalmente se quedaba sin aliento.
Como yo estaba caliente pero fresco, sin romper el contacto la recosté en la cama y reinicie el metisaca, siendo mi recompensa sus gemidos y jadeos. Al tocar fondo ella gimió de placer y yo empecé a moverme mas rápidamente, aumentando mis movimientos. La humedad de su vagina era tal que la sentía en los huevos. Sus gemidos empezaron a aumentar y como para demostrarme toda su expresión de excitación y cansancio soltó un grito
- Muévete mas rápido, ¿te gusto? ¿Te gusto?
- claro que si Johana, estas riquísima, me encantan tus tetas y tus nalgas
- son tuyas, hazme lo que quieras
Con esas palabras de aliento le di durísimo, al menos tanto como podía en esa posición. Solo la veía retorcerse, se tomaba los pechos no se si con la intención de acariciarlos o de darles soporte, pero la verdad a mi no había forma de detenerme de explorar con el pene sus delicias vaginales.
-nunca pensé que estuvieras tan rica mamacita, podría cogerte el resto de mi vida sabes?
-Papito, tu también estas riquísimo, así mi rey, cógeme más
Rápidamente yo también empecé a resollar, pero no bajaba el ritmo, me sentía muy excitado y cerca de lograr mi orgasmo. Ella se vino y dio un chillido que me excito muchísimo. Mis embestidas eran frenéticas, le metía todo el miembro hasta los testículos, sentía como el placer nos envolvía, y con los gemidos de ella como coro, explote. Me viene en chorros largos, con fuerza, mientras apretaba sus tetas y sentía como se pegaba a mi cuerpo.
Un poco mas recuperado, acomode su cabello para descubrirle la cara, y me incline para besarla. Así que empapamos de sudor al abrazarnos y besarnos, fuimos recuperándonos de este glorioso momento. Entonces se incorporó y mirándome a los ojos me dijo
- me quieres?
Tarde algo en contestar, lo que ella acertadamente tomo como respuesta. Sentí que era muy poco el tiempo que teníamos juntos y no me atreví a mentirle.
Volvimos a bañarnos y ya vestidos y saciados, fuimos de nuevo al departamento de su exnovio. Yo iba medio confundido, pero había tomado la decisión que si las cosas se ponían feas, defendería a Johana. Así que con esa determinación fuimos a recoger sus pertenencias. Como ya sabía lo que representa un cambio de casa, antes de llegar pasamos a comprar cajas de cartón. Subimos y afortunadamente no había nadie, así que comenzamos a empacar, fueron 3 maletas y 4 cajas, lo que me sorprendió un poco. Yo esperaba que ella tuviera mas cosas, aparentemente no tenia mucho viviendo con el.
- ¿Desde cuando vivían juntos?
La pregunta me granjeo una mirada no muy amigable, aunque me contesto
- hace relativamente poco, desde mayo
- OK, no te enojes conmigo, yo vengo aquí como cargador
- pues cárgame
Y me rodeo el cuello con sus brazos y brinco para que le cargara las piernas. Nos besamos un momento y entonces procedimos a bajar sus cosas. Hicimos 2 viajes, y pudimos regresar sin más novedad a mi depa. Me extraño que no dejara ni un recado o nota para avisar, aunque era bastante obvio que ella se había llevado sus cosas. Algo que no me gusto fue que no regreso las llaves, pero eso no era de mi incumbencia.
Una vez que tuvimos sus cosas en mi lugar, de nuevo sentí dudas: me estaba comprometiendo a vivir con ella e internamente sabía que no podría salir con ninguna otra mujer; además no la conocía y no sabía si tenía hábitos incompatibles con los míos. Y aquí hice la reflexión de que tampoco yo soy un galán, que ella también se estaba arriesgando y para terminar, que hasta ese momento todo había sido maravilloso. Así que ya bien seguro, fui por ella y mientras la abrazaba le dije de corazón
-Johana, eres bienvenida aquí. Todo lo mío es tuyo, ten la confianza de tomar cualquier cosa, porque esta es tu casa.
La sonrisa que me brindo hubiera licuado corazones más duros que el mió. Sentí que había hecho bien las cosas, el tiempo me demostraría lo correcto de ese juicio.
Espero que les haya gustado mi historia, es 90% real porque si bien los diálogos no son precisos en tanto a las palabras exactas, lo son en la intención. Si tienen algún comentario, me gustaría recibirlo en mi dirección petttt@hotmail.com