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La Baby come chupeta de carne en el circo

en Grandes Series

La primera vez que vi a la Baby Kandy Lips la fuerte erección que se me vino casi me golpea el pene contra la cara. Esa hembrota de 1.75 mts de altura, caminando sensualmente por las calles de MorboCity, meneando sus voluminosos senos apretados por su pegadísima playera blanca, contoneando sus enormes nalgotas bajo su olgada y tranparente minifalda rosa, al ritmo de sus cortos y cruzados pasos de tacon alto de 8 cms, haaaa siiiii, esos taconazos negros e infantiles, acompañados de esas medias colegialas de rayas horizontales rojas y negras, claro que si, sobre las rodillas. Todo esto en juego con su piel dorada de playa, y esos cabellos rubios, dos colas estilo candy candy, y la infaltable chupeta roja abrazada por sus mas rojos labios, labios gruesos, labios rojos, labios de prostitución, todo un deleite para la virilidad.

Enamorado de aquel cuerpo del deseo ataviado de ropas infantiles, la masturbación fue inminente, mientras la seguía calle abajo manipulaba mi miembro con fuertes y rápidos tirones. Mis apenas 95 cms de estatura – soy un sátiro – me permitían pasar desapercibido entre el gentío que deambulaba caóticamente por el centro de la City. Aunque debo decir que por donde pasaba la Baby Kandy se abría una estela como por arte de magia. No había macho que no la mirara. No había pene que no se parara, que mujer por diux.

Sentía que me iba a derramar, cuando caí en cuenta que llevaba más de 4 cuadras siguiendo aquel portentoso culo, habíamos salido del centro y la muchedumbre de los mercados informales se había cambiado por la de seres patéticos en busca de diversión en el viejo circo sin nombre de Morbo City.

La cola para entrar superaba la centena de personas, sin embargo, la baby no se detuvo, y los encargados de la taquilla, babendo, la dejaron pasar, no sin antes soltarle unas morbosidades en el oído, cosa que ella agradeció con una sonrisa y una sonora chupada a su roja chupeta, momento que este servidor aprovechó para escabullirse entre la confusión y entrar al circo.

La Baby Kandy pasó inmutable frente a la jaula de los monos, que me imitaron en el sagrado rito de la masturbación, alocados al ver tan jugosa carne contoneándose groseramente. Como dato extra, eran eyaculadores precoces, y más de un espectador recibió, de mala gana, las gracias de los monitos.

Oculto detrás de un carrito de helados – y sin parar de masturbarme – observé como la Baby compraba una chupeta en un puesto de chucherías. Lo de comprar es un decir, ya que el vendedor, al que todos llaman Axl de Largo por su pinta llamativa igual a la del sádico de la Naranja Mecánica, no le cobró con dinero, sino que le pidió una pequeña muestra de afecto, una apretadita en el mas tierno lugar. Kandy, generosa, le echo unas sobaditas en el bulto, apretando luego sobre la tela del pantalón, para finalmente provocar una humedad repentina pero predecible a la vez. Axl, vencido pero feliz, le entregó una nueva chupeta, esta vez una combinación de colores pasteles en una forma innegablemente fálica, a esa chupeta solo le faltaban las bolas.

Tumbada a la sombra de un granero apartado del bullicio del parque, Kandy se masturbaba con la fálica chupeta. Aquel espectáculo, de ese mujeron metiéndose esa cosa en los labios para luego introducírselo en la vagina fue demasiado para un joven y erótico sátiro como yo. Acabe, y mira que estuve aguantándome desde que la vi por primera vez.

Sudado y cansado casi pierdo la conciencia por las sensaciones que me invadieron. Volví en sí cuando escuche un lamento. Tome mi posición en las sombras y pude ver algo terrible. La chupeta no soporte los empujes de la dama y se partió en dos. Kandy lloraba como una pequeña, como una bebé, su objeto de placer ya no daba más. Fue entonces cuando me di cuenta que no era el único fisgón, pues, un payaso de grandes zapatos y sin pantalones entró en acción. Con su cara pintada como popi, sin sombrero y sin camisa, con un lazo de pepas rojas en el cuello y un gran afro, el payaso de piel moreno había estado oculto al otro lado del granero, esperando el momento apropiado, y el momento llegó.

Kandy, aún sentada sobre la paja del granero, observó al payaso de arriba abajo, y luego detuvo la mirada en el miembro erecto, decorado de igual forma, con los colores pasteles de la chupeta rota. Aquello fue suficiente. Kandy, caminado con sus rodillas, alcanzó al payaso, y con sus jugosos labios arropó la chupeta de carne que le ofrecía el comediante. Aquello fue hermoso, comencé a masturbarme de nuevo.

La boca de la Baby subía y bajaba, descubriendo y tapando incesantemente el pene que cada vez se ponía mas tieso. El payaso estaba en un gozo total, instintivamente llevó sus manos a la cabeza de la chica, la tomó por los moños, y comenzó a tirar y empujar, mientras gemía de placer. Kandy chupaba y chupaba, mientras los dedos de su mano derecha se apoderaban de su clítoris, masturbándose.

El payaso le dio un tirón tan fuerte que Kandy cayó sentada hacia atrás a casi un metro de distancia, aún no se había recuperado de la sorpresa cuando Afrobozo – así supe luego que se llamaba – se le fue encima. Con destreza se montó las piernas de la chica sobre sus hombros, con las manos se sujetó a las nalgas de Kandy, y con pura puntería metió su verga – ahora descolorida – en el chorreante chocho de Kandy. Un solo empujón fue suficiente, la chupeta de carne entró toda. La Baby volvió a llorar, pero esta vez de placer. Afrobozo no se hizo rogar, y comenzó el deseado mete-saca, cada vez más violento, tan violento como el pajazo que me estaba yo proporcionando. Acabé otra vez.

Alrededor de 10 minutos estuvieron en esa posición, me daba deleite viendo aquello, la penetración, el sudor, las lamidas, las tetas bailando bajo la playera... la playera?, eso debió preguntarse el payaso, porque en un arrebato le desencajó el miembro, para de un tirón subirle la playera y dejar en libertad los hermosos, grandiosos, bellos, preciosos y redondos senos de Kandy; para que decir la de mordiscos y chupones que le dio el payaso a ese par de tetas, daba gusto ver como casi se atragantaba intentando – en vano – meterse una teta entera en la boca, mientras ella le sorbía una vez más la polla.

El payaso – que era de tratos bruscos – abandonó de golpe los pechos mordisqueados, la tomó con violencia por un moño y por un brazo y la obligó a ponerse en cuatro patas. Por un momento me sobresalté, pero me quedé tranquilo al ver que a la Baby no le molestaban esos tratos, mas bien como que le gustaba, porque lejos de quejarse, gemía, se echó hacía atrás, para abrazar con sus nalgas el pene empegostado. Afrobozo se dejó acaricias por esos fabulosos glúteos durante un buen rato, con la cabeza tirada hacia atrás y la lengua afuera. La envidia me mataba, se me paró otra vez, ya saben como es.

Kandy, urgida como estaba, se cansó de acariciar el pene, ella quería penetración, acción, mete-saca. Con su mano izquierda alcanzó la polla y se la colocó en la entrada de su húmedo cubil. El payaso reaccionó, se aferró con fuerza a las nalgotas y empujó. Ambos gritaron, yo también, pero ni se enteraron. Comenzó el bombeo desesperado en busca del orgasmo. Afrobozo parecía un león en celo, empujaba con fuerza, como una máquina destructora, golpeaba con sonoras cachetadas las nalgas que se le ofrecían. Kandy rugía, batía su cabeza de un lado a otro, como loca. Yo me daba durísimo, pero durísimo, ya me dolía la verga, pero no podía quedarme así.

En mi desvarío noté como el payaso babeaba abundantemente, ríos de saliva caían sobre la Baby. Afrobozo recogió parte de las babas con dos dedos y se los metió a la chica por el culo. Kandy pareció no enterarse hasta que los dedos estuvieron completamente hundidos en el hoyo. Cuando intentó decir algo, el payaso sacó su polla del cuerpo de la chica, pero apuñalarla nuevamente, esta vez por la entrada trasera. Esta vez hubo más dolor, pero Kandy tuvo que acostumbrarse rápido, porque la paloma que le estaba cogiendo el culo no descansó ni un instante, y de tres empujones se alojó por completo en su nueva casa.

Kandy chillaba de dolor y placer simultáneamente. Los embates eran duros y rápidos. El payaso atacaba sin piedad, atrapando las tetotas con ambas manos, y dejándole marcas de tigre en la piel. mete-saca mete-saca. Las pelotas rebotaban de las nalgas, demasiado rápido, demasiado violento. Acabé por tercera vez. Afrobozo tampoco pudo más. Sacó su miembro con violencia, de un empujón tiró a la Baby boca arriba y le clavó la vagina nuevamente de un golpé, mientras disparaba chorros de esperma. Su grito fue desgarrador. Kandy no dejó de moverse, atrapó al payaso con sus piernas y de dos embates que se dio ella misma alcanzó el tan deseado orgasmo. Ambos cayeron como muertos sobre la paja del granero...

Para cuando recuperé el conocimiento ya los dos amantes se habían ido. Salí a hurtadillas, era de madrugada, el circo había cerrado. Me fui maldiciendo mi suerte, sin saber a donde había ido aquella mujer fabulosa, pero con una sonrisa por haber presenciado todo aquello, una escena que nunca iba a olvidar, una escena que sería la primera de otras que vendrían, pero esas son otras historias.

SatiRocK