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Sexo con mi prima la Punkita

en Jovencit@s

Sexo con mi prima la punkita

No fue difícil colarme en la fiesta punk que se celebraba en una de las residencias del sector. Con mis 30 años y la pinta rockera que me gastaba para los conciertos pude aparentar ser un "punk curtido". Pagué el boleto de entrada, el improvisado portero me dejó entrar sin preguntas.

Me encontraba en esa sala llena de adolescente y jovenzuelos newpunks no porque me gustara su musiquilla de Good Charlotte, sino mas bien para hacerle un favor a mi tía. Al parecer mi descarriada prima se había ido para esa fiesta sin pedir permiso. Mi tía es permisiva y la deja salir al cine y rumbas, pero es que este apartamento tiene mala fama en cuanto a "fiestas se refiere". Y no era para menos. Una banda de rockeritos azotaba las cuerdas de las guitarras mientras el vocalista gritaba algo que no se entendía, mientras unos fans agitaban la cabeza y se empujaban insistentemente. Eso no me molestaba. Lo que me incomodaba eran las mesas con rayas listas para ser aspiradas. También eran de cuidado los numerosos sofás con gente dándose más que simples caricias. Realmente nada de aquello me sorprendía ni me alteraba, había visto de eso y más, pero lo que me preocupaba era imaginar a mi primita de 15 años en un ambiente como ese.

Fue en uno de los muebles esquineros, en un rincón con poca luz, que divisé a Carla. Me costó reconocerla con todo ese maquillaje blanco y negro en el rostro. El cabello negro caía bañando sus hombros desnudos. Los senos, y solo los senos, cubiertos por un top negro, dejando al descubierto su bello abdomen, piercing umbilical incluido. Una falda corta, también negra, descubría sus blancos muslos hasta la rodilla, donde terminaban las botas de cuero, si adivinan, también negras.

A su lado, y demasiado cerca, tenía a un tipo de edad indefinida, aunque no era ningún jovencito. Su cabello era un mohicano pintado de verde. Ataviado casi como yo, chaqueta y botas de cuero negro y jeans desgastados. Con desdén le metía la lengua en la oreja a mi prima, mientras con su mano derecha le toqueteaba los senos. Carla, con los ojos cerrados se dejaba lamer, y con su mano izquierda acariciaba por sobre el pantalón el bulto del tipo.

Me propuse no más de un minuto. De un tirón aparte a mi prima a un lado. Me senté entre ambos. Con una mano le apreté los huevos al tipo. Con la otra le coloqué la navaja en el cuello. Un par de palabras. Una mirada fea. Un cagón de mierda. Se paró y se fue tropezando. Mucha droga. Cuarenta y siete segundos. No pensé que fuera tan fácil.

Encendí un cigarrillo mientras mi prima me formaba un alboroto. Que ya no era una niña, que a sus quince años ya era una mujer, que follaba con quien quisiera, que se sabía cuidar, etc. Yo fumaba y la miraba, era la primera vez que la veía así, vestida de punk, toda sexi, como una zorrita, nunca antes la había visto como mujer. Trataba de calmarla. Le ofrecí un cigarro para que viera que yo no era tan cerrado. Lo aceptó y bajo el tono. Pero seguía quejándose. Intentaba convencerla de irnos cuando paso lo inesperado. Llegó Sarita.

Sara Méndez, diecisiete años, piel blanca, cabello alborotado negro con mechas rojas, pecas, muchas pecas, bella. Amiga de años de Carla y de la familia. A ella si la había visto más que como una amiguita, es más, era una de mis fantasía secretas. Deduje que se había ido con mi prima a la fiesta. Se tiró a mi lado donde antes estuviera el punk. Me saludó con besito en la nariz y un "¿quién eres?" mientras reía y me acariciaba el pecho con su mano derecha. Al parecer el exceso de alcohol no le permitía reconocerme. Le eché un vistazo rápido, vestida de colegiala con la camisa blanca desabotonada, una corbata negra le baja del cuello al ombligo torciéndose entre sus prominentes senos, Minifalda roja a cuadros, medias de rayas multicolores hasta las rodillas.

"¿No lo sabes estúpida? Es mi primo" dijo Carla molesta. Sarita continuaba riéndose. "Hola primo de Carla, ¿quieres bailar?" y seguía riéndose estúpidamente. Noté un olorcillo a monte en su aliento, parece que había fumado hierba también. De pronto su mano bajó de mi pecho hasta mi pene. Carla sorprendida abrió los ojos y la boca atónita. Yo me también me sorprendí, pero lo que me sorprendió más es que no hice nada al respecto.

Sara me apretaba y masajeaba el bulto mientras reía y me mordía la chaqueta, mi pene comenzó a reaccionar. Mi prima me hablaba con la mirada, esperaba que yo hiciera algo al respecto. Me divertía que alguien que hace un minuto hablaba de libertinaje sexual cambiara de postura tan radicalmente. Tuve entonces un momento de conciencia. Como mi brazo derecho quedó atrapado bajo el cuerpo de Sara, intente separarla con mi mano izquierda. Ella tomó mi mano y se la llevó a los pechos, inmediatamente me clavó un beso con lengua y todo. Separó sus labios de los míos y sin dejar de mirarme a los ojos me dijo "yo se que me deseas primo de Carla, ¿quieres bailar?. El momento de conciencia se fue al cuerno. La traje hacia mí y la besé salvajemente en la boca, luego en el rostro, la oreja, el cuello. Ella aprovechó y liberó el pene, que ha estas alturas ya estaba erecto y listo para la guerra.

Fue mientras Sarita se entretenía acariciando mi miembro que recordé que mi prima estaba allí sentada a mi lado. Dejé de succionar el cuello y la miré. Su rostro no expresaba nada. Solo estaba allí observando como su amiga del alma le propinaba una paja a su primo. Sara volvió a reír "¿qué te pasa marica?" le dijo, le clavo la mirada y sin apartarla se agachó y le dio una lenta pero deliciosa lenguetada a la cabeza de mi pene. Carla me miró. Parece que ella tampoco me había visto a mi de otra manera que no fuera su primo, hasta ahora. Acto seguido Sara comenzó a mamarlo mientras me masturbaba. Volvió a mirar a Carla "Carlita ¿quieres bailar?" mas risas "bailemos", y siguió mamando. Yo me encontraba tieso, disfrutando la felación, pero a la expectativa de cómo fuera a proceder mi primita. Fue entonces cuando pasó lo inesperado (mentira, yo lo estaba deseando), Carla se inclinó un poco y tocó el miembro con su mano.

Sara rió más que nunca. Tomó aire y ayudó a Carla, ambas me aferraban la paloma. Sus manos subían y bajaban lentamente. Las dudas de Carla al parecer se estaban disipando mientras colaboraba en la masturbación. Yo les acariciaba las espaldas. Las empujé levemente por las nucas. Ambas comprendieron mi deseo. Se agacharon y lamieron. Una lengua subía mientras la otra bajaba. Los ríos de saliva corrían y humedecía la pelambrera de mis bolas. En un momento las lenguas se encontraron justo sobre el glande. Sara y Carla se unieron en un profundo beso, del cual mi pene fue partícipe.

Tiré mi cabeza hacia atrás, no podía creer aquello. Volví a mirar. Carla absorbía con decisión, mientras Sara se había puesto en pie y se movía al ritmo de la música de la banda, muy pop por cierto, nada realmente punk, para mi disgusto. Mientras danzaba se levantaba la minifalda para que pudiera verle las pequeñas pantaletas que tenían un texto en letras amarillas "cógeme". Nunca me hubiese imaginado que esta niña fuera tan puta. Se dio media vuelta con la falda arriba, puede ver el hilo de la pantaleta perderse entre dos nalgas firmes y voluptuosas. Comprobé lo duras que las tenía. Le metí mano, las amasé, palpándolas a conciencia, le di una sonora cachetada. Sara rió otra vez.

Aparté a mi prima y de un jalón me senté a Sara sobre la verga. Ella movió hacia un lado la pantaleta, se acomodó la polla entre sus labios vaginales y... se dejó caer. Dio un gritico y luego se rió. Sosteniéndose en mis rodillas comenzó a subir y bajar, a meterse y sacarse el pene. Mientras tanto yo besaba a Carla y para que no se enfriara le introduje los dedos por debajo de la falda de cuero, aparte como pude la pantaleta y comencé a masturbarla.

Sara no dejaba de moverse, por momentos no subía y bajaba, sino que se quedaba con la paloma toda adentro y se movía circularmente, restregándose. Yo la nalgoteaba para que acelerara. Sentía aquel chocho cada vez más caliente, me estaba quemando la punta del pene, lo que me indicaba con sus gemidos que estaba por acabar. Yo estaba concentrado en no derramarme, no quería perder la oportunidad de poseer a mi prima. Tomé las caderas de Sarita y comencé a darle durísimo y rápido. Hasta que no la sentí acabar no me detuve. Me le inqué a fondo. Sarita culminó su orgasmo dejándose caer sobre mi. Le obsequié un beso al que se unió Carla. Era demasiado.

Me saqué a la chica de encima y tomé a Carla por una mano. Ella se paró frente a mi. Me terminé de bajar los pantalones hasta los tobillos para estar mas cómodo. De pie, Carla observaba la verga enrojecida se levantó la falda y se quitó las pantaletas. Las de ella eran pequeñas y negras como toda su ropa. Noté que había gente que observaba de reojo lo que hacíamos, pero no se involucraban, en los demás sofás también se desarrollaban historias similares.

A una señal, Carla se colocó sobre mi con sus rodillas apoyadas a los lados de mis costados. La falda se le subió y pude ver su cosita perfectamente depilada. Me ensalivé los dedos y me dediqué a lubricarle la entrada. Recorría todo aquello, el morbo que sentía de cogerme a mi prima hacía que la polla casi se me reventara. Sin embargo lograba contenerme. Sarita se incorporó. Mamo por unos instantes mi verga erecta y luego la colocó apuntando al coño de Carla. Esta se dejó caer lentamente. Poco a poco iba entrando toda en su interior. Hasta que finalmente la tuvo toda adentro. Carla y yo no dejábamos de vernos a los ojos, como si aún no creyéramos que todo aquello estaba pasando. La risita estúpida de Sara se dejó escuchar nuevamente. mi primita se apoyó con sus manos en mis rodillas e inició los movimientos de vaivén sobre mi verga. Sara se colocó detrás de ella le subió el top, liberando los hermosos y redondos senos de Carla. Se besaban, podía escuchar sus besos, la saliva, el choque de lenguas.

Yo me movía cada vez más rápido. Me apoderé de esos senos que nunca antes había deseado. El pene entraba y salía, entraba y salía una y otra vez. La tomé por las caderas y me recosté del mueble para poder penetrarla mejor. Una de las manos de Sara se deslizó y le masturbaba el clítoris sin dejar de besarla. Carla gemía.

Aceleraba más y más. La abracé y la traje hacia mí. Ella brincaba desesperada al tiempo que Sara y yo le apretábamos y mordímos los pezones. "estoy acabando" casi gritó. Me aferré a sus nalgas para tener control total de los movimientos. Frenéticamente taladré, duro y rápido sin compasión. El orgasmo azotó el cuerpo de mi primita de quince años. Me detuve un momento con el miembro metido a fondo, hasta que ella terminó de disfrutar las sensaciones que la invadían.

La desmonté y la obligué a ponerse de rodillas en el piso junto a Sara. De pie, me masturbé hasta que fluyeron los chorros de semen sobre los rostros de las chicas. Jamás olvidaré la imagen de esas dos punkitas con sus bocas abiertas, recibiendo mi esperma, chupando, recogiendo cada gota, lamiéndose los rostros mutuamente.

Veinte minutos más tarde estaba dejando a mi prima en su apartamento. Dejándole claro a mi tía que era una fiesta sana, sin drogas fuertes aparte de cigarrillos, poco alcohol. La convencí de que no se dejara llevar por las pintas extravagantes de los chicos punks. Pero que para que estuviera tranquila, yo estaba dispuesto acompañar a Clara cada vez que ella quisiera ir a una fiesta de esas.

Salí de las residencias y me quedé pensando en la experiencia vivida con mi prima la punkita, y en Sarita, quien se había quedado en la fiesta, alegando que la noche aún era joven. Será que... regreso a la fiesta?

Satirock