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En unos XV años

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En unos XV años

Tenía 24 años en ese entonces. Una prima me invitó a sus quince años. En esa fiesta habría montón de mujeres, todas entre 14 y 15 años. Claro yo no iba a desaprovechar esa oferta. Así, me dispuse y preparé mis mejores ropas para ese evento. Fui vestido con un traje negro, camisa blanca, zapatos negros y una corbata acorde a la fiesta y a mi personalidad.

Primero asistí a la misa de mi prima, donde di el primer vistazo al material femenino, el cual se veía de buena calidad, de ahí al salón de fiestas. Llegados al lugar pude apreciar lo hermosa que se veía mi prima: su gran vestido blanco con un súper mega escote al frente, parecía que sus enormes tetas cual globos, se saldrían en algún momento, pero no. Aquel vestido le reafirmaba su buena silueta: una cintura bien moldeada y unas tremendas chichis. Conforme avanzaba la fiesta, yo bailaba y bailaba con cuanta mujer podía, en su mayoría amigas de la escuela de mi prima.

De un momento a otro di con la mujer indicada, Marla. Ella estaba de súper fábula: vestido azul a rayas pegadito a su cuerpo, sujetándose por unos listones a su cuello dejando su espalda descubierta, cabello negro lacio a media espalda, ojos negros bien coquetos, labios carnosos, su blanca piel y unas tetas que le eran bien sostenidas por su vestido. El vestido le llegaba hasta las rodillas, dejando ver una parte de sus hermosas y bien torneadas piernas. En fin todo un bizcochote con quien podría bailar cachondamente por el resto de la noche, bueno eso pensé en aquel momento. Bailé con ella un buen rato, las rolas típicas de una fiesta mexicana, pero de buen ambiente. Con el ajetreo del baile pude ver cómo se meneaban sus chichis bajo su vestido, de un lado para otro, arriba abajo. De un momento a otro cuando la canción cambió a una de esas en las que uno tiene que pegar cuerpo con cuerpo, llevé mi mano derecha a su cintura y la acerqué a mí.

Le restregué mi paquete a su pubis, bajando más la mano hasta una de sus nalgas y así lo hice también con la otra nalga. Mis manos habían sentido la firmeza y carnosidad de sus nalgas, ella rápidamente dijo – Oye qué haces!? Y le contesté – Disfrutando de la fiesta! ella – Pero así no! yo le dije – Sólo me guío por la música y me dejo llevar por el ritmo. Acaso tú no te dejas ir por la música? Y ella contestó – Pues sí! De esta forma seguimos bailando juntos, hasta que pude acercarme más y darle un beso. Ella reaccionó alejándose un poco e insistí con uno más, esta vez sin oponerse. Sabía que ya avanzado hasta aquí, debía aprovechar un poco más la situación. Estábamos bailando de esta forma en la pista entre muchas personas más y la fui llevando a una de las mesas que estaban vacías. Nos sentamos y le dije que estaba muy guapa, que no había conocido a una chava como ella, respondiéndome con un gracias. Una vez más la besé, esta vez con más fuerza, nuestros labios hicieron un gran clic! Le besé sus labios de forma muy apasionada, su cuello con un aroma que me derretía, toda su linda cara. El sonido de aquellos besos hacía hervir más mi sangre. En uno de tantos impulsos mi mano izquierda la coloqué sobre su chichi derecha. Así estuvimos un buen rato sentados besándonos, dirigí el acto cayendo hasta el piso y meternos bajo la mesa. Dicho y hecho iba a disfrutar el resto de la noche, especialmente con ella.

Ya bajo la mesa, con mi mano derecha fui subiendo la falda de su vestido, hasta dejar descubierto su calzoncito que más bien era un bikini tanga color blanco. Mi pene en ese entonces cobró rigidez y longitud, lo restregué más hacia su zona púbica. Por suerte los manteles de las mesas llegaban hasta el suelo y nadie nos vería. Los listones que sostenían su vestido atado a su cuello los desamarré, fui bajando lentamente su vestido, ella se dejó hacer sin decir nada, y yo suspiré a decir – Te necesito, a lo que ella reaccionó abrazándome hacia su rebozante pecho. Sus tersos y firmes pechos sostuvieron mi cara, ah! me sentí en la gloria! Su vestido lo tenía recogido alrededor de su cintura. Besé el surco que hay entre sus tetas y seguido lamí, lamí y relamí sus redondas chichis, tal como se haría con nuestro helado favorito. Después de lamérselos, continué hacia sus pezones, más erguidos y tiesos como el chupete de un bebé. Ese color entre rosado y café que atrajo como un imán, mi lengua y labios. La succión fue pronta y muy fuerte, hasta hubo parte de su chichi qué cupo dentro de mi boca. Para ese entonces, ya no quería estar saboreándome sólo una de sus tetas, quería las dos.

Acomodé mis manos al contorno de sus pechos, juntándolos, haciendo que sus pezones estuvieran lo más junto posible y disfrutar al doble, ella y yo. Súbitamente ella dio un gemido muy fuerte, tuvo su primer orgasmo con aquel agasajo sobre sus tetas. Por suerte como la música estaba a todo volumen, su gemido pasó desapercibido. Eso me prendió más, así que bajé mi rostro a su vagina e inicié un cunnilingus. Con sus piernas bien abiertas para permitir el paso de mi lengua, lamí y chupé su clítoris, hasta que de nueva cuenta le saqué otro orgasmo, esta vez gritó. Por suerte, ni quien se diera cuenta.

Ahora que su entrada vaginal estaba más que lubricada y mi pene enclaustrado en mi ropa interior, me bajé el pantalón y boxer, dejando ya respirar y estirarse a su máximo mi pene todo rojo por la cantidad de sangre acumulada. Marla al verme desnudo sólo atinó a decir – Wow, con cuidado que soy virgen! Y yo diciéndole – No te preocupes, que ya estás bien lubricada y no te va a doler.

Dicho y hecho, sin pensarlo dos veces, que se la meto de jalón y otra vez! que le vino otro orgasmo! Yo me sentía maravillado, le provoqué tres orgasmos antes de follármela. Como estábamos en posición misionera, yo llevaba el ritmo de todo, Marla me seguía el paso moviendo rítmicamente su pelvis, para una mejor penetrada. Ella para sentirse más cómoda cruzó sus piernas, dejándome atrapado. Qué excitación! Eso me prendió más y le di más fuerte a la cogida. Llevados por tal frenesí, podía ver cómo abría sus ojos ampliamente cuando le metía la verga hasta el fondo y sus bellas chichis moviéndose como gelatina. Estuvimos haciéndolo hasta que ambos llegamos al orgasmo, y qué orgasmo! Lo tuvimos al mismo tiempo. Después de tan grandiosa cogida nos estuvimos besando y acariciando.

Nos vestimos, salimos de la mesa y arreglamos bien, para así evitar las sospechas de lo que aconteció. Al despedirnos al final de la fiesta me presentó a su familia, asistió con su madre y su hermano menor. No podía creerlo! Fue a la fiesta con su familia y yo como si nada me la tiré estando su madre en la fiesta. Nos dimos un pequeño y corto beso en los labios y ahí terminó todo.