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Mi sobrina

en Jovencit@s

MI SOBRINA

Bueno, esto me ha sucedido hace días con mi "sobrina" Maria; entrecomillo lo de sobrina, pues ella realmente no tiene ningún tipo de vinculación ni biológica ni política conmigo.

Es hija de un vecino, con el cual me une una amistad muy antigua, fuimos juntos al colegio desde los 8 hasta los 19 años; después la vida nos separó, y lo que son las cosas, terminamos viviendo en la misma urbanización, a dos casas de distancia.

Ella es bajita para su edad, tiene 17 años y con la ropa que suele llevar, esconde bastante bien el cuerpito que tiene, pero en verano, con bikini, se aprecian unos pechos pequeños y un culito prieto y firme.

El trato conmigo es de absoluta familiaridad, cuando hace diez años nos mudamos, por la razón que sea, ella debió interpretar la familiaridad de sus padres y me adoptó como tío, ya que sus padres son hijos únicos.

Bueno, pues desde hace un par de años, tienen verdaderos problemas con ella, pues aunque durante la semana es recatada hasta cierto punto, los fines de semana, especialmente los viernes por la noche, le encanta salir con los amigos a hacer botellón, por lo que suele abusar bastante y llegar muchas veces pasada de copas; cosa que desagrada mucho a sus padres y a mi tampoco me hace mucha gracia.

Bueno, un viernes, estando solo en casa sobre las 3 de la mañana, medio dormido en el sillón, con la televisión encendida, sin ver nada en particular, noté que mi gato, que es un cojín y en cuanto me ve recostado, se me planta encima a dormir la siesta, pues faltaba, pensando que estaría fuera, salí al jardín a por el. Noté que en las rejas de fuera, algo se movía, me llevé una desagradable sorpresa, pues allí hecha un saco de patatas, estaba mi Maria, borrachita perdida.

La tomé en brazos y le metí en casa, esperando que nadie mas la hubiese visto, la deposité en el sillón un poco ladeada y fui a la cocina a preparar una infusión y mi pócima secreta contra el alcohol, vitaminas y analgésico de los inyectables, mezclados en un vaso, que sabe a rayos, pero te despierta enseguida.

Conseguí que se tomara todo y dejándola allí con un cubo al lado… por si las moscas, me senté en el sillón junto a su cabeza, a esperar que se despejara un poco y pensando en si convenía taparle la falta o contárselo a su padre.

Repare en algo obvio que por la urgencia no había visto; su ropa.

Vestía un top, mas una tirita de tela, ya que era escotadísimo, y por abajo, apenas le llegaba al ombligo, y una minifalda de vértigo, así como una botas altas con un tacón que parecía una daga; prendas que positivamente se que a sus padres le desagradaban, por lo que nunca salía de casa con ellas, pero se cambiaba en cualquier sitio (cosa que supe después).

Me dispuse a quitarle las botas y abrigarlas con un a manta, cuando al hacer lo primero, reparé en que debajo de esa mini-minifalda, no tenia otra cosa que un tanga finísimo, que no dejaba mucho a la imaginación, pero que en ese momento, por tener las piernas juntas, no dejaba ver mas que su depilado pubis.. en ese mismo instante, murió Maria mi sobrinita y apareció ante mis ojos Maria la hembra.

Me quedé allí helado, sintiendo que una erección me iba cambiando los sentimientos hacia ella.

Me sentí mal conmigo mismo, una chiquilla confiada, indefensa, abrumada por el alcohol, que podría hacerle lo que me diera la gana, porque no creo que recordase nada.

Los últimos principios que me quedaban, me llevaron a levantarme y alejarme hasta el sillón cercano, desde allí solo la veía desde la cabeza… y para mi desesperación, a través del amplio escote de su top le veía perfectamente sus pechos, ligeramente caídos por la posición, con unos pezoncitos rosados, casi sin aureolas, de un rosado mas tenue aún, casi vaporosos.

NO sabia que hacer, No sabia que pensar, solo mis dudas morales y una erección que se estaba haciendo irresistible.

Me decidí, me senté en el borde del sofá, junto a su cintura, coloqué mi mano sobre su tripa, notaba su respiración tranquila, el analgésico debía estar haciendo efecto, su corazón revelaba calma, su cadencia era tranquila, desde luego, para estar bebida, no notaba ningún tipo de alteración.

Despacio, fui subiendo mi mano por su tripa, parando cada poco a comprobar si se despertaba… llegué al borde del top.. nada, quieta, me envalentoné y avancé lo que a mi me pareció un gran trecho… topé con la base de sus pechos… en ese momento mi corazón estaba totalmente loco, allí, medio sentado, con una ninfa a mi alcance, la mano izquierda a punto de cruzar algo prohibido.. me armé de valor y subí las adorables cuestas de su pecho izquierdo, debajo notaba su corazón, con el mismo ritmo templado de antes, nada temía ella, nada esperaba.

Al fin llegué a su pezón, le di un leve toque, muy suave, retiré la mano, nada pasó, todo estaba en calma.

Volví a tocar, esta vez ya decidido, no había vuelta atrás, si se despertaba, ya no había explicación posible, posé toda mi mano sobre su pequeño seno.. su corazón seguía tranquilo, marcando el ritmo de mi avance. Retuve la mano durante un tiempo que se me presentó eterno. Es tacto era suave y cálido, la piel parecía de satén, subí otra vez la mano, le di un suave roce a la cima de aquel pequeño mundo.. como un pequeño volcán, enseguida respondió, casi me asusta de la rapidez de su erección; en ese momento luchaba con dos, mis genitales estaban locos, su pezón también; moví la mano, ya sin miedo, el otro pezón igualó a su hermano con la misma rapidez.

Con cuidado, saqué la mano y con toda la suavidad de que fui capaz, y ya confiado con ambas manos, levanté la breve prenda, lo justo para descubrir ambos pechos; me quedé allí admirándolos, preciosos, no se que otra cosa decir, pero no me extraña que alguna vez han caído reyes e imperios por alguna mujer; ahí estaba rendido yo, admirando aquellas dos pequeñas maravillas, y mas arriba un rostro adorable con una boca menuda y preciosa, con los cabellos sobre sus ojos.

No se cuanto tiempo pasé allí contemplándola.

Al fin, decidí que había que cruzar otra línea prohibida, bajé la mano y rocé.. solo rocé su breve tanga y bajo ellos sus pequeños labios, me sobresaltó su reacción, abrió las piernas. El susto fue de tal categoría, que me puse en pié como un resorte, no se que sentirán los infartados, pero a mi el corazón casi me sale por la boca.

No había razón para tal; solo se había recolocado, ahora estaba completamente boca arriba, ahora podía ver como el tanguita se incrustaba en su cuevecita, podía ver incluso parte de sus labios internos.

Pensé en arrancarle la prenda y penetrarla ferozmente, cruzaron por mi cabeza mil imágenes de sexo desatado, solo veía una rayita roja rodeada de excitante carne, de ahí para arriba, mi mundo no existía, solo aquel cuadro.

No pude mas, no podía mas, no podía hacerle nada, me fui al piso de arriba y acabé con mi excitación. Al cabo de un rato bajé, mas sereno, pero al verla, otra vez comenzó mi volcán interior.

Seguía en la misma posición, el top y la falda levantados, las piernas abiertas, los pechos al aire, parecía yerma, pero esa idea la desmentía el leve subir y bajar de su respiración, le toqué la frente, su temperatura era estupenda.

Me senté otra vez, de nuevo, mi cuerpo empezó a pugnar con la idea de aprovechar el momento, pero esta vez, con decisión puse una mano sobre su leve monte de Venus, la otra sobre su pecho; notaba allí de nuevo su corazón, parecía no haber pasado el tiempo, su ritmo era el mismo, acompasado, tranquilo.

Comencé a mover mi mano, rozándola apenas y al mismo tiempo, bajándola hacia el punto secreto. Noté que se alteraba su respiración, que su corazón aumentaba los latidos, nunca antes había notado palpitar un sexo, como en aquel.

Llegué a un leve abultamiento de su piel, allí estaba el pequeño tesoro, suave, cálido húmedo, metí la mano bajo la tela y lo toqué directamente, estaba listo, el cuerpo le había estado enviado señales a un cerebro dormido, pero solo la conciencia faltaba allí, el cuerpo respondía.

La miré a la cara noté que sus ojos se movían bajo sus párpados, no me importó, miré sus pechos, los pezones ya estaban totalmente erectos, los pechos inflamados, no se veía la aureola, estaba totalmente excitada.

Bajé la mano mas aún, su cuevita estaba allí calida chorreante y abierta, esperando.

Toqué sus bordes, suaves, acogedores, moví mi mano, me llamaba, metí un poco el dedo, su corazón comenzaba a ir muy rápido, su respiración se aceleraba, la cara comenzaba a tomar un color rojizo, excitado.

Seguí hacia dentro ya tenia una falange dentro, tuve que moverme para alcanzar mejor, mas dentro… mas dentro… de repente no pude mas, había llegado al fondo y el dedo no estaba completamente dentro…¡¡¡aun era virgen!!!.

Me quedé paralizado, solo se me ocurrió seguir moviendo el dedo adentro afuera, dando suaves vueltas por sus henchidas paredes, de pronto oí una voz, ronza por la juerga y el alcohol:

Me gusta mucho, sigue.

Me quedé paralizado, a tal punto que mis manos quedaron en su sitio; la miré, ella sonrió:

Nadie me ha tocado como tu.

Durante un segundo solo vi unos ojos que me miraban, nada mas y al cabo de esa eternidad, la dejé, la cogí por los brazos y la besé