Yo no quiero sino tus caricias por la noche. Sólo sé dormir si antes hemos hecho el amor. Eres mi píldora para conciliar el sueño.
Llegas, te acuestas, me abrazas, me desnudas y me tocas. Se te pone dura, durísima. Y a mí mojado, mojadísimo.
Los jadeos llenan la oscura habitación. Gimo mientras me penetras. Gimo al ritmo de tus acometidas.
Y luego me llenas con tu río blanco.
A veces nos dormimos perteneciendo aún el uno al otro, con tu pene dentro de mí, hasta que se sale tras empequeñecer.
Luego, caigo en un profundo sueño que empieza con tu aliento en mi nuca y tus brazos fuertes.