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Recuerdos de un adolescente precoz

en Jovencit@s

Tenia once años cuando unas fiebres altas me postraron en la cama y me hicieron delirar, mi tía, muy preocupada, llamó al doctor que, después de reconocerme, la tranquilizó:

-Su sobrinito ya es un hombre, en algunos chicos el proceso de desarrollo es vertiginosamente rápido y virulento y David es uno de esos casos. Pronto pasaran las fiebres, deben de alimentarle bien se ha quedado muy débil y ha perdido mucho peso.

Era cierto, di un estirón de mas de diez centímetros, me quede en los huesos, tenia las tetillas sensibles hasta el dolor, la voz mas grave, la epiglotis bien visible y, lo descubrí con asombro y miedo, el estirón no solo había afectado a mi cuerpo en general, mi polla parecía otra, mas larga, mas gorda y emitiendo un olor "muy especial" que en un principio me preocupó mucho teniendo en cuenta mi estado febril.

El doctor levantó las sabanas, me bajo el pijama, tomo mi polla con la mano y comenzó a examinarla

-La naturaleza ha sido generosa con David –le dijo resuelto a mi querida tía y tutora y dirigiéndose a mí me preguntó -¿Te molesta? Mientras bajaba el pellejo de mi prepucio todo lo que dio de sí

-Un poco –le conteste tímido y azorado

Habrá que repetir esta operación que estoy efectuando de bajarle el pellejillo todo lo posible, es muy posible que acabe cediendo y nos evitemos una operación de fimosis –le dijo solemne a mi tía que observaba intranquila la operación.

La fiebre desapareció y recupere mi vigor y energía habitual y un apetito que sorprendía a mi tía y a las sirvientas, en especial a Dolo, mi tata.

Eran tiempos de un solo baño a la semana, que compartía con mi primo Isaac, en una amplia tina de madera, mi tía Ana nos bañaba a los dos juntos. Las diferencias físicas entre mi primo y un servidor eran notorias, a pesar de que el era un año mayor. Yo era mas delgado y mas alto, el era mas regordete y rechoncho y desnudos durante el baño las otras diferencias eran bien visibles, mi pene, que siempre ha sido del agrado de las señoras que lo probaron, era casi el doble de tamaño del suyo y el vello comenzaba a oscurecer mi pubis y mis pelotas. Mi tía sacó primero a Isaac de la tina, lo secó y lo llevó a la habitación a vestirlo, dejándome dentro del agua solo. A mí me sorprendió pues siempre nos secaba juntos. A los pocos minutos apareció de nuevo, ordenó que me incorporara, me cubrió con una toalla y como quien no quiere la cosa tomo mi verga con la mano y comenzó a bajar el pellejo de mi prepucio como le aconsejó el doctor. La reacción fue inmediata, una de las erecciones más violentas que recuerdo en toda mi vida, mi tía enrojeció pero disimulo el rubor que le producía mi reacción física, inmutable me preguntó:

-¿Te duele?

-Un poco tía –le conteste entre el temor y la vergüenza

Mi tía subió el pellejo y lo bajo otro poco, repitió varias veces el movimiento, cada vez conseguía bajarlo mas, lo había hecho media docena de veces solo cuando me dio una especie de mareo y unas extrañas ganas de orinar, gemí, estiré todo mi cuerpo y varias gotas blancuzcas, casi transparentes, asomaron en la punta de mi polla a la vez que sentía un extraño placer distinto, nuevo, inenarrable.

Mi tía Ana me abroncó indignada.

-¡Eres un cerdo! –Lávate el pito, te secas y te vas a vestir a tu cuarto –me ordenó tajante, yo me quede con la verga goteando, hecho polvo, muerto de vergüenza y con un inmenso complejo de culpa. Me había corrido por primera vez.

La vida tomo otro cariz para mí en la casa familiar, el instinto animal imagino. Espiaba, sin saber muy bien porque, a todas las mujeres de la casa. Mi tía Ana, que rondaba los cuarenta años y que era realmente hermosa, la tata Dolo también cercana a los cuarenta y mi favorita, mi prima Rebeca, Rosario, la veterana cocinera, y Carmen, su poco agraciada hija. Mi padre vivía en la capital dedicado a los negocios y, según me enteré mas tarde, a la buena vida, eran tiempos oscuros en España y mi padre, considerado un liberal (que no un rojo) había tenido que largarse a Madrid tras varios encontronazos con las fuerzas vivas del pueblo. Todo a pesar de ser una de las familias mas conocidas y pudientes de la localidad, oficialmente eran motivos políticos aunque yo no sabia que significaba eso en aquellos momentos. Mi madre había fallecido cuando yo apenas tenia tres años.

Mi primo Isaac, mellizo de Rebeca, era muy envidioso, a sus trece años "aun no había desarrollado" era regordete y más bajo que yo y abrumado por los comentarios tipo "David ya es un hombrecito" no paraba de hacerme preguntas que a mi me parecían absolutamente impertinentes.

- ¿Qué has hecho para que te crezca tanto la minga? ¿Por qué mi mami ya no nos baña juntos?

Le rehuía y evitaba.

Nuestra casa estaba en las afueras del pueblo, la construyó mi abuelo a principios del siglo XX y había vivido tiempos mejores, era el típico caserón de familia rural acomodada de la época, mas de cuatrocientos metros cuadrados de planta y dos alturas más un ático palomar que acabó convertido en nuestro cuarto de juegos. Un patio de luces interior alrededor del que transcurría la vida de sus habitantes, salón, cocina, despensa y habitaciones de la servidumbre en la planta baja. En la segunda planta ocho habitaciones para la familia de las que ahora ocupábamos solo cuatro, una para mi tía, otra para mi prima Rebeca y otra para el pesado de Isaac. La mejor, la de mi padre, que también era biblioteca, permanecía cerrada.

La sensación de haber eyaculado ante el involuntario estimulo de mi tía me fascinó y a pesar de todos los tabúes y advertencias de condenación eterna a quien tocara sus partes pudendas, por parte de sacerdotes y profesores, prevaleció el instinto. En la soledad de mi habitación manipulé, tímidamente al principio, mi polla, y conseguí repetir, aunque no con tanta intensidad, el efecto que mi tía había provocado en la tina, me corría como un bendito. En pocas semanas, y tras haber intercambiado opiniones e informaciones con alumnos de cursos superiores en el colegio y con algún que otro mancebo de los que hacían servicios esporádicos en la mi casa, me había convertido en un empajillado recalcitrante y todo un experto en masturbación. Días había que me hacia mas de media docena de pajas y quedaba extenuado.

En mi nueva faceta de espía tenia los sentidos abiertos y preparados para todo, una sonrisa, una pantorrilla al descubierto, un escote generoso o una conversación entre señoras eran para mi un mundo nuevo e interesante y motivo de inspiración para una buena paja. Así fue como escuché a mi tía referir el episodio de la tina a Dolo.

-Este niño lleva la misma carrera que el padre, te lo digo yo –le decía

-No sea usted tan estricta, la criatura no tiene culpa, es la edad y la naturaleza que se manifiesta.

-Seguro que nos traerá problemas.

-No se preocupe señora, yo me encargare de su aseo y le liberare de tan indigna tarea.

-¡Muchas gracias Dolo! No sé que haría yo sin ti.

Dolo era mi yaya, desde pequeñito se había encargado de mi cuidado, me quería, tenia pasión por mí y tras el incidente de la tina con mi tía fue la encargada de bañarme, siempre solo, jamas volví a compartir el baño con mi primo Isaac, parecía que yo fuera un enfermo contagioso que pudiera contaminarle. Dolo andaba por los treinta y ocho años y tras mi tía, ocupaba el segundo lugar en el escalafón de la casa, era una mujer risueña y simpática, bastante atractiva para su edad y para lo trabajada que estaba. Su simpatía era desbordante. Larga melena castaña clara, piel blanca, ojos verdes, abundantes pechos y trasero, fuerte y corpulenta, siempre con una sonrisa en sus labios, era el alma de la casa.

El antaño odiado baño semanal se había convertido, para mí, en el momento mas anhelado de mi existencia, Dolo me enjabonaba con cariño, un estilo totalmente opuesto al aire casi marcial de los baños de mi tía Ana, se esmeraba especialmente en mi pene y mis pelotas, cada vez más morenos y peludos, sin inmutarse por la tremenda erección que me ocasionaban sus toqueteos. Después me enjuagaba con mimo, me secaba y comenzaba el ritual de la bajada del prepucio hasta que me corría vivo, Dolo miraba atentamente mi verga, resoplaba y aumentaba el ritmo y la determinación aprovechando el momento de mi eyaculación para bajar el pellejo al máximo sin ocasionarme mucho dolor. ¿Dolor? ¡Que coño dolor! Solo recuerdo placer, el mas exquisito de los placeres. Sus manipulaciones fueron tan eficaces que al cumplir los doce años la cabeza de mi polla estaba descubierta y había adoptado la forma de champiñón que tiene ahora, recuerdo las molestias que el roce de los slips me ocasionaban en punta de la verga que antes había estado cubierta y también las inesperadas, y a veces, inoportunas erecciones que me causaba.

En el colegio los juegos entre los amigos, salvo el fútbol, habían adquirido un papel secundario, era el recién descubierto sexo lo que nos volvía locos a todos, los comentarios sobre si una chica había tocado la verga de un compañero por encima de la tela del pantalón, tirar el lápiz al suelo para verle las bragas a la señorita Luci, la más hermosa de las educadoras, o, con el mismo propósito, situarnos adecuadamente, a ras de suelo, para observar a las niñas saltar la comba. Así es como me enteré de que mi querido primo Isaac se dedicaba a hacer pajas a los chicos que le regalaban los cromos que le faltaban para la colección de la Liga de aquel año. No lo creí, hasta que escondido tras un árbol pude ser testigo de cómo le hacia, con bastante esmero y practica, una paja a un compañero de curso. Mas tarde descubrí que lo de los cromos era solo un pretexto, que con la debida insistencia hacia pajas encantado, le gustaba.

Mi prima Rebeca era preciosa, ojos azules, rubia luminosa como había pocas en España en aquella época de oscuridad, siempre nos sentimos cercanos, provocando los celos de su hermano Isaac, siempre la vi como un compañero de juegos mas hasta que escondido, furtivo, tras un sillón, escuche las confidencias de tía Ana a Dolo en la sala de costura

-A Rebeca ya le han venido sus días.

-Es una mujercita preciosa ¿Cómo se lo tomó?

-Bien, menos mal que te hice caso a ti en vez de al cura y le conté en su momento todo lo que debía saber al respecto.

-Hizo usted bien, estos tiempos acabaran siendo historia y la gente volverá a ser libre de hacer lo que quiera. No entiendo a esos tipos con sotana que hablan de lo que no saben. Aunque alguno hay que si que sabe mas de la cuenta.

-No sigas por ahí Dolo. Ya estamos bastante señalados en el pueblo con estas cosas. Si el alcalde o el cura se enteran de que haces este tipo de comentarios vas a tener problemas

-Disculpe señora.

-Ahora lo que hay que hacer es estar muy pendientes de David, no me fío un pelo de mi sobrino. El otro día Carmen me dijo que lo había visto tonteando con la hija del molinero que le lleva por lo menos cinco años. Hay que acabar con los roces con su prima antes de que las cosas lleguen a mayores.

Efectivamente Pepa la hija mayor del molinero era mi objetivo, vivía cerca de casa, como yo era huérfana de madre y su padre pasaba prácticamente todo el día en el molino mientras ella cuidaba de Antonia y Adela sus hermanas de trece y once años. Pepa era una veterana, tenia diecinueve años, había crecido silvestre y sin complejos y aceptaba masturbar a los chicos a cambio de algunos regalos triviales. No era lo que se dice una chica apetecible, enclencle, con poco pecho, siempre llevaba el mismo vestido. Tímidamente comencé el acercamiento, tras escuchar los comentarios de alguno del pueblo de lo bien que Lola la meneaba. Era vox populi, Lola era novia de un agricultor con pocas luces y estaba deseando casarse para abandonar su triste situación familiar, también era ese tipo de mujer a la que su naturaleza caliente y efusiva traicionaba y yo un joven de buena familia de trece años, acuciado por sus urgencias corporales, supe ganarme sus favores. Fue la primera vez que tuve consciencia de las diferencias sociales, lo que para mi tenia poco o nulo valor para Lola era un Universo de ilusiones, así fue como experimenté una paja en condiciones y a conciencia, Lola era una maestra en el noble arte de la masturbación y la primera mujer que alabó las excelencias de mi polla, su dureza, su textura y su tamaño, me sentaba en el único sillón de su casa mientras sus hermanas jugaban fuera de la casa, me desabrochaba los pantalones cortos, me bajaba los slips y mi verga aprecia esplendorosa, empalmada, Lola la meneaba suave al principio, me tenia pillado el ritmo, era la dueña de mi eyaculación, me corría cuando ella quería, apretaba mis pelotas, las sobaba, bajaba el ritmo ante la inminencia de mi corrida y resoplaba, resoplaba igual que Dolo cuando me bajaba el prepucio después de mis baños, ya no era necesario, la cabeza de mi polla afloraba todo el día y el pellejo ya no la cubría pero Dolo seguía con sus manipulaciones. Hasta que Lola se afanaba y apretando el tronco de mi verga la agitaba con fuerza y energía para conseguir una copiosa corrida, ya no eran las gotas blancuzcas de mis primeras corridas, ya eran eyaculaciones que salpicaban a mas de un metro. Lola lamía glotona los restos de semen de su mano mirándome con unos ojos que aun hoy están clavados en mi memoria

-¡Ay David! Tienes la polla más bonita de to el pueblo –me decía Lola

Pero a mí los trabajos manuales con mi polla ya me sabían a poco, ya sabia lo que era follar, todos lo sabíamos, algunos fabulaban con que lo habían hecho, hablaban de chupar las tetas de las mujeres, de follarlas por el coño que se ponía mojado y sabia salado, de que a las mujeres, que eran unas guarras, lo que mas le gustaba era que le dieran con la lengua en el coño. En mi mente preadolescente un cumulo de sensaciones se agolpaban y pensaba, ya, como pienso ahora, que nada que de placer es una guarrería y que satisfacer a una mujer es lo más hermoso que hay en el mundo.

Mis avances con Lola iban parejos a mis avances con Dolo, cada vez tardaba mas tiempo en correrme, controlaba mas mis reacciones y las "bajaditas de pellejo" de Dolo tardaban mas tiempo y Dolo cada vez resoplaba mas cuando lo hacia.

Un día, de pie en la tina, mientras Dolo resoplaba y meneaba mi verga con maestría me arme de valor y le toque las tetas sobre su camisa temiendo una reacción adversa, no fue así, a Dolo se le encendió la mirada.

-¡Mmmmmmm ¡ Esto tenia que pasar algún día –me dijo y acto seguido se desabrochó la camisa, se quitó el sujetador y me enseño sus maravillosas tetas, grandes, muy grandes, un poco caídas, blancas como su piel y con pezones gordos y oscuros que contrastaban con su piel y lo parecían mas, se puso de pie y tomándome de la cabeza acerco mis labios a sus pechos que chupé y amase con ansia en una reacción natural mientras ella seguía pajeándome, me corrí como no me había corrido antes, entre los gemidos de gusto de Dolo. La "bajada del pellejillo" se había acabado, aquello eran palabras mayores.

-Mi niño, esto debe de quedar entre nosotros, si tu tía se entera me echa de la casa y me quedaría en la calle desamparada.

-Yo ya soy un hombre Dolo, yo no te dejaré en la calle, esta casa será mía algún día y no le permitiré, ni a mi tía ni a nadie, que te trate mal.

Dolo me abrazó, fue en abrazo plano de ternura, cariño y un poco de pasión.

A partir de ese día y para evitar las sospechas que podía acarrear un baño que durara demasiado Dolo esperaba a que todos en la casa durmieran y subía a mi habitación donde, sentada al borde de mi cama, me pajeaba mientras piropeaba mi verga y se dejaba tocar las tetas, comencé a identificar la erección de sus pezones con la excitación que le producía manipular mi polla, los saboreaba, nunca he vuelto a probar pezones mas sabrosos, y me corría en una pañuelo de lino que ella colocaba sobre la cabeza de mi polla cuando intuía que mi corrida estaba próxima. Todas las noches Dolo me pajeaba, ella le llamaba "el desahogo de mi niño".

Los avances con Dolo eran parejos a los avances con Lola, mi objetivo era follarme a la hija del molinero, no tenia experiencia alguna ni sabia como lo podría conseguir pero intuí que si la manipulación de mi polla me resultaba tan placentera a ella le debía de resultar igual de placentera la manipulación de su coño. Tras varias sesiones intentando llegar a su sexo mientras Lola me masturbaba y resoplaba lo conseguí y, a pesar de que ella cerraba sus piernas con fuerza, pude llegar hasta sus bragas y sobarle sobre la tela, me sorprendió el calor que desprendía su sexo, fue suerte, sus labios del coño eran abultados y el surco que se dibujaba entre ellos notorio, solo tuve que seguirlo con la yema de mis dedo, a los pocos minutos el apretón de las piernas de Lola se había aflojado y me dejaba tocarla sin oponer resistencia, baje un poco sus bragas y, por primera vez, palpé un coño de mujer en mi vida, la experiencia me resulto placentera y confusa, la impresión de pasear mis dedos sobre los pelos pegajosos de su pubis y llegar a su coño chorreante sin saber como debía de actuar a continuación me tenían trastornado, la intensidad de la paja, que Lola me hacia, disminuyó. En un momento dado Lola tomo mi mano y puso mi dedo índice sobre un pequeño bultito que coronaba los exuberantes labios de su sexo y moviendo su mano sobre mi mano dibujo círculos sobre el, se olvido de mi verga que palpitaba de emoción y comenzó a gemir de seguido, estiró sus piernas, cerro sus ojos y estuvo unos segundos como ausente, su néctar fluyó a raudales. Había conseguido arrancarle el primer orgasmo de mi vida a una mujer. No me lavé las manos en todo el día, furtivamente la llevaba a mi nariz cuando nadie me veía, me quede prendado con el olor a coño que emanaban mis dedos. Una fragancia maravillosa que capturó mis sentidos, sus emanaciones causaban erecciones automáticas en el que esto escribe y las siguen causando

Aquella noche espere ansioso la visita clandestina de Dolo a mi habitación y cuando me quitó el pijama y comenzó a pajearme ofreciéndome sus pechos, el mas mágico alimento degustado en mi existencia, mi mano se deslizó en su entrepierna y poco a poco llego a su coño, Dolo nunca se oponía a mis iniciativas, no las propiciaba pero no se oponía, así que cuando localicé aquel bultito que meses después, merced a un libro de la biblioteca de mi padre, supe que era su clítoris, se tumbó junto a mi en la cama y se dejo hacer mientras me masturbaba y le chupaba las tetas, a diferencia de Lola, Dolo no desatendía mi verga cuando se excitaba, la apretaba a tope, como queriéndola exprimir. Guiado por el instinto, tras su orgasmo, deslice mi dedo entre los labios de su sexo y este entró sin dificultad en su coño, Dolo pegó un pequeño brinco, me abrazó con ternura y me dijo:

-Estas en una edad en la que la curiosidad lo puede todo, ya es hora de que veas, examines y sepas como se debe de tratar el coño de una mujer –y dicho esto se desvistió coqueta a la luz de una vela. Mi verga reaccionó de forma inmediata, Dolo estaba de pie totalmente desnuda ante mí, los pelos de su pubis eran más oscuros que los de su cabeza, muy abundantes, tapaban a mi vista su raja. Dolo se sentó en el sillón con las piernas abiertas y me hizo señas para que me acercara, de rodillas, postrado ante mi diosa, me mostró su sexo, me dejó mirarlo a placer mientras se abría los labios del coño dejándome ver su insondable agujero, yo acerqué mi rostro para no perder detalle y los maravillosos efluvios de su sexo me capturaron, recordé las frases de mis compañeros "lo que mas le gusta a las mujeres es que le pasen la lengua por el coño" y como hipnotizado acerque mis labios a su joya, saqué tímidamente mi lengua y con ella transité por el surco que los labios de su coño me ofrecían.

-¡Ay mi niño! Tienes el don de saber lo que las mujeres necesitamos a cada momento –me dijo y moviendo mi cabeza guió mi lengua hasta su clítoris, fue fácil deducir que aquel era el centro de su placer, sus gemidos, que intentaba reprimir y su respiración ronca y agitaba me lo indicaban, me fascinó el sabor de su sexo, la densidad de su jugo, lamí con ansia su clítoris, me aventuré a penetrarla con la lengua y repetí la operación cuando vi que era de su agrado, volví a su clítoris hasta que Dolo, apretando mi cabeza contra su sexo, hasta casi asfixiarme, descargo su néctar en mi boca y se corrió viva.

Se quedó como inerte unos minutos, que yo aproveché para seguir lamiendo, manipulando y observando detenidamente, sin perder detalle su coño. Sus labios no eran tan abultados como los de Lola, eran finos, casi como una herida sonrosada entre sus piernas, los pelos de su pubis aparecían pegajosos y húmedos. Una visión celestial.

-¡Ay mi niño! Has conseguido hacerme gozar como pocos hombres lo han hecho. Te mereces un premio. Para mí será un honor ser tu primera mujer –y se incorporó del sillón para dirigirse a la cama, donde desnuda y con las piernas abiertas, ofreciéndose, me hizo señas para que me acercara.

Yo no sabia muy bien que esperaba Dolo de mi, ella despejó mis dudas, me colocó sobre ella, entre sus piernas y tomó mi verga llevándola hasta la entrada de su gruta, con un movimiento de caderas se ensarto toda mi polla, después apretando mis nalgas me pegó a ella. Que deciros, amigos y amigas, de las sensaciones que inundaban mi espíritu, el calor de su coño apretando mi polla, el olor de su cuerpo transpirado, el sabor de sus pezones duros y enhiestos, instintivamente comencé a culearla, a bombear verga en su coño, me corrí en cuestión de segundos pero seguía follandola, el vigor de mi polla no se veía afectado por las eyaculaciones, no se el tiempo que estuve penetrándola, al menos me corrí tres veces en su interior, el coño de Dolo apresaba mi verga con exquisitos movimientos de sus, intuía sus clímax, sus orgasmos, su respiración arreciaba, sus abrazos eran mas intensos y culminaban con unos segundos de extraña y abandonada quietud. Fue maravilloso. ¡Ahora si que era un hombre! Me habia estrenado con una mujer mas de veinte años mayor que yo.

-Tengo que irme, hemos hecho mas ruido de la cuenta. ¡Dios mío! Espero que nadie se haya enterado. Ya sabes que debes de respetar nuestro pacto de silencio. No caigas en el error de los patanes de pregonar sus conquistas, el mejor amante es el mas discreto. Mañana cuando vuelvas de clase hablaremos, hemos transgredido algunas normas que no se deben incumplir. Todo esto me lo decía mientras limpiaba mi polla con el pañuelo de lino y se vestía con inusual rapidez.

Me dejó solo en mi habitación inmerso en múltiples cavilaciones sobre la nueva situación vivida, antes de dormirme me hice dos pajas rememorando los intensos momentos que habíamos protagonizado.

Me levanté con una erección de cojones, igual mi santa tía tenia razón y al igual que mi padre no tenia remedio. Después de comer Dolo entró en mi habitación mientras estudiaba matemáticas, me besó en la boca dándome su lengua, flipé, me encanto sentir su pasión en mis labios y me dio algunas instrucciones sobre como debíamos conducir nuestra relación en el futuro.

-Debes de jurarme total discreción Davicillo

-Te la juro Dolo –hubiera jurado lo que ella quisiera

-Dos cosas más. Lo primero es que no debes volver a correrte dentro, ayer estaba acabando mis días y no estaba fértil pero aun así estaré con las carnes abiertas hasta que me vuelva a bajar el periodo, si hubiera estado en mi periodo fértil seguro que me preñas viva, debes de correrte siempre fuera. Además esto no puede ser todos los días porque, en ese caso, no tardaran en descubrirnos, subiré lunes, miércoles y viernes a tu habitación y te masturbare para que te desahogues como hasta ahora, pero rapidito y sin desbocarse que conozco a los hombres, y el sábado, como tengo las llaves, a partir de las dos de la mañana, entraremos en la habitación de tu padre que es la mas apartada y que como esta sobre la despensa no corremos el riesgo de que nadie oiga el ruido de la cama y estaremos juntos hasta que comience a clarear y yo me vaya a mi habitación.

No me dejó ponerle ningún inconveniente, me beso apasionadamente y abandonó la habitación.

Eran las cinco de la tarde cuando estaba enfilando, a hurtadillas, a ver a Lola, ahora era un iniciado, algo me decía que Lola sabia lo que era follar y para evitarse complicaciones no se me había puesto a tiro pero ahora, ahora yo sabia de que iba la vaina y tenia claro, como que me llamo David, que mi polla entraría en su coño esa misma tarde.

Le lleve un frasco de colonia medio lleno que robé en el aseo de mi tía, tenia tantos que creí, y acerté, que no se daría cuenta. Cuando Lola vio mi regalo sus ojos se encendieron de agradecimiento, se llevo una gran sorpresa cuando la tomé en mis brazos y la bese rico con lengua, se dejó hacer, ella tomo mi polla sobre los pantalones pero yo ya había bajado sus bragas y la había empujado al sillón, antes de que reaccionara ya estaba entre las piernas de Lola comiéndole el coño, intento zafarse pero yo era un animal en celo estimulado por la fragancia de su coño húmedo, en un minuto sus intentos de zafarse desaparecieron, al poco estaba desparramada en el sillón, con las piernas bien abiertas y disfrutando de la comida de coño, Lola no era tan hermosa como Dolo pero tenia algo, uno noseque que me atraía mucho, localice su clítoris, lo lamí, abrí los labios de su coño y lo penetre con la lengua, estaba próxima a correrse, yo me había bajado los pantalones y los slips y tenia la verga, bien dura y gorda al aire, me incorporé y antes de que ella reaccionara le había metido la polla hasta las pelotas, Lola grito de dolor e intentó, de nuevo, zafarse y evitar que siguiera penetrándola pero no tenia espacio físico para hacerlo, pegaba grititos de dolor y gusto y no encontré ningún obstáculo por el camino, efectivamente no era virgen.

-¡Despacito David! ¡Despacito que me partes! Tu polla es mucho mas gorda que la de Rosendo

Ya no se quejaba, disfrutaba de la penetración, mire hacia abajo y pude ver su coño peludo, sus labios grandes bien abiertos tragándose toda mi polla, así estuvimos unos minutos pero no conseguía correrme, la posición era en extremo incomoda, ella sentada en el sillón y yo sobre ella follandola.

-Vamos a cambiar de posición David –me dijo

Yo no sabia bien que quería decir y con mucho recelo se la saque, gran sorpresa me llevé cuando Lola se quito el vestido, quedando desnuda y pude ver sus pequeñas tetas con el pezón enhiesto. Me dio la espalda y se arrodillo en el sillón, su abultado coño sobresalía entre sus delgados muslos. Dudé. Lola tomando mi verga con su mano y apuntándolo entre los labios de su coño acabo con mis dudas, empuje y los labios de su coño se abrieron y se tragaron toda mi verga hasta las pelotas, le penetré y comencé a bombearla suavemente como ella me había pedido.

-¡Ay que polla mas buena tienes! -Me decía –ahora ya estoy bien mojadita y me he acostumbrado a lo gorda que es ahora me la puedes meter con mas fuerza.

No me corté, comencé a follarla rico y cañero, me corrí vivo en su coño pero la verga seguía dura como una piedra, quería seguir follando, Lola desmadejada gemía y gozaba como loca.

-¡Si si si! ¡Qué polla tienes! Me llega toda dentro

Yo dale que te pego en pleno mete y saca, Lola abandonada al placer y yo superconcentrado en follarla e intentando darle el máximo de gusto (sabia que esta era la formula mágica para que me dejara repetir)

Los gemidos de Lola eran ya continuados grititos de placer, un rayo de luz invadió mi cerebro y una corriente de placer mi espina dorsal, me corrí como nunca me había corrido, llenándole el coño de leche adolescente. Lola gemía y resoplaba de gusto empujando hacia atrás para sentirse penetrada hasta las bolas, se me quedo la vista en blanco. Cuando reaccione vi en la ventana de la casa a Antonia y Adela, sus hermanitas, que no perdían detalle, habían sido espectadoras privilegiadas del polvazo que Lola y yo nos acabábamos de pegar, cuando Lola se dio cuenta se desprendió de mi verga y se puso el vestido rápidamente, yo me subí los slips y los pantalones, con la polla goteando leche todavía, y salí a toda hostia de la casa.

En mis oídos retumbaban las palabras de Antonia:
-Se lo voy a decir a mi padre y os vais a enterar.

Apenas dormí aquella noche, era jueves y ni tan siquiera tuve el consuelo de la visita de Dolo para desahogarme, la vergüenza, el miedo al escándalo y a la bronca de mi tía me abrumaban. Una autentica pesadilla. Jodida sociedad conservadora que sataniza el placer haciéndonos sentir culpables.

En el colegio, a la hora del recreo Antonia, que tenia mi edad y estaba en mi curso solo que en otra clase, porque en aquellos tiempos los sexos estaban separados en la escuela, se acercó a mi, su actitud de infantil complacencia, habitual en ella durante las visitas a su hermana había dejado de existir.

-Esta tarde te esperamos en casa a las cinco de la tarde. Mi hermana quiere hablar contigo y como no vayas le contaré todo a mi padre y se va a liar.

Por un lado respiré, la noticia no había trascendido, por otro seguí invadido por la inseguridad y el nerviosismo.

A las cinco de la tarde intranquilo y circunspecto estaba sentado en el sillón de la casa del molinero, Lola esgrimía una singular cara de pena y preocupación. Adela y Antonia, de pie, con los brazos cruzados, expectantes. Adela, la hermana menor acababa de cumplir los doce años, era la mas delgada de las hermanas y también la más fea, morena con el pelo enmarañado, siempre andaba lloriqueando y enfadada con su hermana Antonia que parecía hija de otro padre, pelirroja, pecosa, con cara de pilla y traviesa y un cuerpo proporcionado para sus trece años, sus tetas, mayores que las de su hermana Lola eran lo mas llamativo de su físico.

-He estado hablando de lo de ayer con mis hermanas y he llegado a un acuerdo, si tu aceptas no le dirán nada a mi padre de lo que vieron.

Yo estaba dispuesto a cortarme el dedo meñique si era necesario para que el escándalo no trascendiera.

-Si esta en mi mano aceptaré.

-Nosotras también queremos aprender y participar en la follada y compartir los regalos que le haces a mi hermana, el otro día la muy guarra nos pegó dos bofetadas porque nos echamos de la colonia que le regalaste.

Me quedé patidifuso, miré a Lola que me devolvió resignada la mirada.

-¡Vale! ¡Acepto!

El miedo al escándalo y el consecuente castigo se habían convertido en un inesperado premio. Disimulé mi sonrisa de plenitud, alivio y alegría.

-¡Ya te estas desnudando que te queremos ver! –ordeno Antonia

Allí estaba yo, desnudo, con la verga encogida, mientras las tres hermanas me observaban detenidamente.

-¡Sientate! –volvió a ordenar Antonia y yo obedecí como un corderito y dirigiéndose a Lola espetó de nuevo -¡Enséñanos como se hace!

Lola se arrodilló entre mis piernas y comenzó a pajearme, sus hermanas se quitaron los vestidos y las braguitas, recosidas y con agujeros, y se quedaron en pelotas, sentadas en los reposabrazos del sillón, observando como Lola me meneaba la verga sin perder detalle, Adela era igual de delgada que su hermana Lola, sus pechos apenas eran un minúsculo montículo y su raja estaba cerrada y sin pelos, Antonia era otra cosa, su coño, de labios gruesos y abultados como los de Lola estaba coronado por un tenue bigotito pelirrojo, sus blancos pechos pecosos coronados por un pezón rosáceo apuntaban al cielo, era con diferencia la mas atractiva y hermosa de las tres. Me armé de valor y dirigí mis manos a sus coños, Antonia aceptó de buen grado, Adela dejó las piernas cerradas hasta que vio la reacción de su hermana y las abrió, me sentí como un rey, Todos desnudos, localicé el clítoris de Antonia y lo sobé con esmero, en pocos segundos estaba bien mojada y dispuesta, Adela se dejaba hacer pero no era tan receptiva a mis caricias, pasaron casi cinco minutos hasta que aprecie algo de humedad en su raja imberbe.

Antonia apartó la mano de Lola de mi verga y se apropió de ella, lo hacia como había visto hacerlo a su hermana, con energía, con aplomo, sabiduría innata. Lola se sentó en una silla y comenzó a masturbarse. Adela gemía de placer, los labios de su coño se habían abierto y destilaban su néctar preadolescente, incapaz de controlar mis reacciones me deje llevar y solté mi corrida en la mano de Antonia. Inesperadamente Adela se arrodillo ante mí y tomando mi verga lamió los restos de mi corrida mientras su hermana Antonia lamía el semen que deposité en su mano. Lola con falso enfado increpó a Adela:

-¡Adela no seas guarra eso no se hace!

-Pos bien que se la chupas tú al Rosendo cuando viene borracho y no se le empalma –le contesto descarada, volviendo a sus lamidas y chupando la cabeza de mi polla. Creí que iba a desfallecer de gusto con las caricias de la lengua de Adela. Estaba disfrutando de mi primera mamada.

Hermosa adolescencia, mi verga permanecía dura y desafiante a pesar de mi reciente eyaculación.

-¡Chúpale bien que ahora me tiene que follar a mi! –Alentó Antonia a su hermana

Mire a Lola que seguía masturbándose viendo la escena y que me devolvió la mirada, de nuevo resignada. Me puse de pie, Adela seguía mamándome la verga, solo el capullo, ya que apenas le entraba en su boquita. Antonia se arrodillo en el sillón en la misma posición que estaba su hermana cuando nos sorprendieron en plena follada, la vista era magnifica, las nalgas redondas de Antonia se erguían majestuosas, entre sus muslos los gruesos labios de su coño destilaban humedad llamando a gritos a mi verga para ser penetrado. Mi polla parecía que iba a reventar ante la vista que se me ofrecía, la ávida mamada de Adela acrecentaba la sensación, Lola sin dejar de tocarse el coño se levanto, me tomo de la polla y me condujo hasta la mágica entrada a la gruta del placer de su hermana, paseaba la punta de la verga por toda su raja, el trasero de Antonia se movía al ritmo intentando capturar mi polla en su coño, Lola le dio una nalgada, Antonia se quedó quieta y mi verga comenzó a avanzar con cierta dificultad en el coño de Antonia, la cara de Adela apenas diez centímetros de mi polla observaba atentamente la operación, Antonia no mostraba el mas mínimo miedo a ser desvirgada, su hermana Lola me pedía calma para que la penetración fuera lenta y menos dolorosa,, conseguí ingresar la cabeza de mi polla en el sonrosado coño de la pelirroja hasta toparme con el obstáculo de su himen. Hacia un suave mete y saca, la cabeza de mi verga salía y se volvía a perder en el interior de Antonia, Lola tomó el vestido de su hermana, lo enrollo y poniéndolo en su boca le dijo:

-¡Muerde fuerte guarra te ha llegado la hora! –y haciéndome una señal me indico que se la metiera hasta las entrañas

Las piernas me temblaban de gusto y tensión, empuje con todas mis fuerzas, sentí un extraño calor y la rotura del obstáculo, mi verga ingresó entera, hasta las mismas pelotas, en el coño de la sensual adolescente.

-¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh! ¡Que dolor! ¡Mas partio!

La presión del coño recién estrenado fue un aliciente insalvable para mi autocontrol, me corrí vivo en su interior, la sangre virginal mojaba mis pelotas y se deslizaba por el interior de sus muslos. Adela se tocaba su raja con la cara cada vez mas cerca del sexo de su hermana.

-¡Te la ha metido toda por el coño niña! ¡Que cabrón¡ ¡Te ha follao toa! –exclamó

Lola tomó un viejo paño de cocina y limpió la sangre de los muslos de su hermana y de mis testículos, mi verga se relajo un poco pero no perdió su dureza, sentía las paredes de la vagina de Antonia aprisionándola, ella respiraba casi ahogada y sollozaba casi en silencio.

-¡Ahora follala despacito! –aconsejó Lola

Comencé un suave mete y saca, con bastante dificultad, la estrechez de su coño retenía mi verga, Antonia se quejaba y bufaba, su hermana Lola metió la mano entre sus piernas y comenzó a estimularle el clítoris, los movimientos reflejos de los músculos de su vagina eran una delicia, los toqueteos de su hermana hicieron efecto, la humedad del coño de Antonia aumentó, mi verga empezó a deslizarse en su interior con menor dificultad y Antonia comenzó a ser receptiva a la follada

¡Ahora si! ¡Ahora me da gusto la polla! ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Bombeé verga en el angosto coño pelirrojo por espacio de unos diez minutos, Lola seguía masturbándola y la pequeña Adela le sobaba las tetas, estaba en el paraíso cuando Adela dio la voz de alarma.

-¡Niña! ¡Niña! ¡Que ya viene papa!

Saque la verga del coño de Antonia aturrullado, sin saber que hacer, roja de sangre. Lola me dio mis ropas en un hatillo y me hizo salir por la puerta del patio trasero, desnudo, escondido tras un árbol me vestí mas mal que bien y dominado por el nerviosismo llegue corriendo, extenuado, a mi casa.

Cuando llegué a casa Dolo sospechó que algo raro me ocurría, al principio, al verme tan desaliñado creyó que me había peleado con alguno de los chicos del pueblo, en mi habitación, con el pestillo echado, me sinceré con ella y le conté toda la verdad de lo que me había ocurrido con las tres hermanas. Entre la indignación y la risa Dolo fue mi cómplice, ocultó mis calzoncillos y pantalones ensangrentados para lavarlos discretamente, me llevo al baño y me lavó la verga y me mando acostar diciéndole a mi tía que estaba con un poco de fiebre.

Esa noche recibí la visita de Dolo en mi habitación y a pesar de que no era sábado follamos suave y lento, disfrutándolo, mis fuerzas estaban al limite, con susurros me pedía detalles de todo lo ocurrido en el desvirgue de Antonia, cuando se corrió me abrazo con ternura y me dijo cariñosa:

-¡Eres igualico que tu padre!

Agradezco sus comentarios

mrlaverga@hotmail.com