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Karla...

en Hetero: Primera vez

Karla.

Un día, muy temprano, fui a su casa con un ramo compuesto de todas sus flores favoritas y un libro de poemas, ella ama la poesía.

Me recibió ella. Su ropa era entallada y se veía exquisitamente delgada. Su hermoso cabello oscuro descansaba hecho rizos en su bonita espalda femenina, que erguida alzaba ese hermoso par de senos redondos y formados, deliciosos a primera vista; con sus anchas caderas seguidas por un trasero redondito y respingon, y unas piernas simplemente perfectas. Se veía maravillosa en esa ropa ajustada. Me quede boquiabierto.
- ¡Hola mi amor! - Me saludo al abalanzarse sobre mí.
- ¿Hola, que haces? - Le pregunté.
- Trato de servir para algo. - Me respondió con una sonrisa.
- Te traje algo. - Le dije al tomarla de la cintura y llevarla a un sillón de la sala; ella solo reía.
- Cierra los ojos – Le dije.

Tome un pañuelo que traía en mi bolsillo y le vende los ojos, el juego había comenzado. Tomé una flor y la fui pasando por todo su rostro, inmediatamente identifico el aroma, <<Es una rosa>> me dijo. Entre risitas inocentes me dijo que lo hiciera de nuevo. Tomé otra flor y se la pase de nuevo por todo el rostro, <<Es un clavel>> dijo esbozando una sonrisa. Seguí con este juego hasta que solo me quedo una <<¿Y esta?>> le pregunté al pasarla por todo el rostro, pero esta vez, baje a su cuello y luego continué en los hombros, entonces, note que sus pezones se iban haciendo cada vez mas notorios en su camiseta y se marcaban, dándome a entender que se estaba excitando. Se quito el vendaje y tomó la flor con su mano, rodeándome el cuello mientras me besaba lentamente; fue un beso muy largo. Me acomodé de modo que pudiera estar lo más cerca de su cuerpo. Le correspondí con otro beso dándole pequeñas mordidas suaves en sus labios y cuello varias veces, sintiendo como vibraba; yo ya estaba excitado y quería que ella también lo estuviera.

Así estuvimos como 15 minutos hasta que, inesperadamente, ella metió una mano en mi camisa y la puso sobre mi pecho. Me besaba con tal pasión que hizo que mi miembro creciera. Al sentirlo en sus nalgas, ella solo sonrió y me siguió besando, moviendo sus caderas  disimuladamente. Mi pene reaccionó poniéndose más duro, que se notaba en el pantalón; ella lo vió y puso su mano en mi pene apretándolo. Entrados en la pasión, le quité el suéter y volví a sus labios, mientras con mis manos acariciaba por encima de la blusa sus senos y su vientre. Estuve masajeándolos un rato y pude notar como se estremecía; su respiración se hacia mas agitada. Lentamente fui descendiendo a su cintura y con la otra mano acariciaba sus delicados muslos aun sobre los jeans. Estaba seguro que esta vez iríamos más allá. Fundidos en aquel interminable beso, coloqué una mano sobre su rodilla izquierda y lento fui abarcando su muslo, pero esta vez, ya sobre su conchita, que acaricié por encima del jeans mientras mi otra mano bajaba hasta sus nalgas; todo su cuerpo vibraba y su respiración se hacia cada vez mas agitada. Cada contacto que se iba haciendo mas profundo generaba en ella un pequeño gemido.

Me quité la chamarra y la camisa;  tomé su mano para recorrer con ella mi pecho, froté mis pezones con la yema de sus dedos y luego la posé sobre mi paquete encerrado en el pantalón.

Ella comenzó a moverse mas rápido sobre mi pene, rodeando mi cuello con sus brazos, enviando calor a nuestros cuerpos. Entonces, se quitó la camiseta, quedando su cuerpo semidesnudo y lleno de frío, su piel no tardó en enchinarse y temblaba cada vez mas, al parecer eso la excitaba pues no oí queja alguna de su parte. Yo seguía jugando con todo su cuerpo.  Le correspondí con otro beso dándole pequeñas mordidas suaves en sus labios varias veces, bajando con mis labios a su cuello y pecho; besé sus pezones rosados y sumamente erectos que se hacían notar sobre sus senos.

Al ver que ella respondía a mis actos acariciando mi pene y mi cuerpo, le dije – Vamos a la recámara –.  Ella se levanto inmediatamente y la cargue hasta su cama.

Estando ahí los 2 de pie, la besé acariciando su espalda; la fui llevando hacia la cama hasta que se sentó y luego al acariciar sus tetas la acosté para colocarme arriba de ella. Continuamos besándonos; le desaté los tirantes de la espalda que le sujetaban el top y con movimiento lento le fui quitando la ropa que cubría sus tetas para enseguida besar su pecho, tetas y pezones. Karla se encontraba muy excitada, me apretaba contra su cuerpo con fuerza, buscaba mis labios como desesperada para darme un beso interminable. Con mis dos manos tomé los jeans y seguí con la vista todo el camino desde su cintura hasta lo delicado de sus tobillos. Me retiré un poco para observar la maravilla que tenia para mi, la inocencia que empezaba a perderse en ese escultural cuerpo, mordiéndole los labios y entrecerrado los ojos en cada movimiento. Con el pene erecto hacia arriba, lo puse a la altura de su panochita haciendo movimientos hacia arriba y hacia abajo frotando el área de su clítoris; los gemidos de placer salían de sus labios, su cuerpo jadeaba y su respiración era rápida y ardiente, pidiéndome que la hiciera mía.

Se sentó en la cama un instante para quitarme el pantalón, mi pene se veía erecto detrás de la trusa que lo aprisionaba; se volvió a recostar y yo encima de ella. Usaba una tanguita blanca muy pequeña que solo cubría la rayita de sus labios mayores. Coloqué mi pene en su conchita y sentí como se acomodó entre sus labios mayores. Frotaba mi pene contra su clítoris; ella movía su cadera a mi ritmo gimiendo cada vez más fuerte y presionando con fuerza mi cadera contra su cuerpo;

Con mis labios baje de nuevo hasta sus hermosos senos con los pezones rosaditos, duros como rocas, que me hacían suponer su calentura. Se los besé, los mordí, y los chupé, cosa que la hacía estremecerse; y, al contacto, escuché sus gemiditos ahogados y nerviosos. El movimiento de su cadera se hizo más intenso y vino un grito de placer en el orgasmo; ella seguía moviéndose después del orgasmo y yo la seguí mientras chupaba sus labios; vino otro orgasmo y su grito fuerte se ahogó en mi boca; su movimiento fue disminuyendo hasta que se detuvo; puse mi cabeza al lado de la de ella y nos quedamos descansando, reponiéndonos del gozo y disfrute sexual; era un momento exquisito estar los 2 casi desnudos tocando nuestros cuerpos erizados por la excitación.

Entonces fui en busca de su tesoro. Le quité la tanguita que estaba mojada por el líquido de sus orgasmos. Le abrí las piernas y las puse sobre mis hombros; presencié frente a mí su hermosa vagina rosada. Estaba mojada, rasurada por completo, era hermosa, mucho mas que las que había visto antes; rocé mis labios con sus labios mayores y se sentía suavecito, terso. Abrí sus labios mayores, ahí estaba su clítoris hinchado, ella de nuevo dejó salir un suspiro; con mis labios tomé la punta del clítoris y lo empecé a chupar; el cuerpo de Karla de inmediato reaccionó, con gritos entrecortados contorsionando su cuerpo, apretando sus labios para acallar un poco sus gritos, su respiración a medias y jadeante; bastante líquido caliente brotó del orificio de su vagina bañando sus nalguitas, los cuales tomaba avidozamente; su sabor era dulce como ella. Estaba completamente a mi merced, me había dado la autoridad de hacer con ella lo que deseara, y yo estaba comiéndome su dulce vagina, lamiendo su clítoris, haciéndola gozar.

Aunque continuaba gritando de éxtasis y moviendo su cuerpo de un lado a otro, yo no dejaba de chupar, morder y succionar su vagina; deseaba que disfrutara al máximo nuestra primera vez.
- ¡Ahhh! ¡Ssssíiiiii! ¡Sssssigue, Gabriel, sssigue! ¡Gabrieeeeeeeel!  ¡Aaaaaaahhhhh! – Gritaba ella excitadísima.

Ahora sí, Karla se desataba en gritos conforme las caricias eran mas profundas. Su conchita era más que hermosa, pura, sin un vello, dos labios vaginales gruesitos que exploraba con la lengua.
-¿Te gusta esto, amor?- pregunté. Simplemente asintió con la cabeza, la echó para atrás y cerró los ojos mordiéndose los labios.

Después de que su cuerpo se relajó y estuvo tranquila, recorrí su cuerpo con mis labios y me acosté arriba de ella abrazándola; nos besamos de nuevo y con mis manos acariciaba todo su cuerpo, y cuando pasaba por su entrepierna, se estremecía y movía sus caderas muy lentamente, sabía que esta vez, era el turno de que la penetrara; tanto ella como yo estábamos desesperados por que llegue ese momento. Sin despegar mis labios de su cuerpo y mientras le seguía besando los pechos, le metí un dedo en la vagina, después dos, y al final tres.
- ¡Ahhh! ¡Ssssíiiiii! ¡Sssssigue! ¡Aaaahh! ¡Aaaaah!-

Karla se estremecía bajo mi cuerpo. Su conchita virgen me estaba llamando, su humedad me atraía irrefrenablemente. Luego, así como estábamos, ella me quitó la trusa que estaba un poco mojada y mi pene rozó la entrada de su concha. Ella lo tomó con su mano haciendo movimientos como si me estuviera masturbando, saliendo de la punta hilos de líquido; acariciaba mi pene desde la cabeza bajando hacia mis testículos.

- Prométeme que vas a ser valiente, si te duele mucho, yo paro. Lo último que quiero es hacerte daño. ¿Está bien? –Le   pregunté.
- Si... – Me respondió casi en un sollozo.

Había visto demasiado como para no saber lo que hacía. Karla era un trozo de cielo, una Venus adolescente, un regalo de Dios.
Ella de nuevo abrió sus piernas. Separé sus piernas y coloqué mi pene en la entrada de su vagina, ella lo deseaba tanto como yo. Primero, comencé a frotar la punta de mi miembro en su entrada que me esperaba, estaba deseosa por sentirme dentro de ella. Sabía que me pedía que la penetrara en ese momento y lo hice; lentamente introduje mi miembro. Me incliné hacia adelante para besarla, moviendo un poco mi cadera para penetrarla, y cuando apenas tenía metido el capullo, Karla ahogó un gritito de dolor y entonces sentí la barrera que separa a la adolescente de la mujer. Con un leve empujón, el himen se partió y mi aparato empezó a entrar lentamente. El orificio de su vagina era estrecho, le dolía aun estando muy lubricada. Le chupe sus pezones y acaricié sus piernas hasta excitarla, y luego sus labios para no gritar, pero sus lágrimas no las podía ocultar.

- ¿Te duele mucho?- le pregunté,
- Sssí... - dijo entre sollozos.
- ¿Quieres que la saque? - le pregunté, pero como única respuesta me rodeó con sus piernas y me atrajo hacia ella. Las lágrimas brotaron nuevamente, y yo me sentí culpable. Pero aquella sensación, la de su vagina virgen envolviendo todos y cada uno de los centímetros de mi miembro, era maravillosa. <<Ahora>> me dijo después de un rato, entonces yo comencé el mete-saca, y ella continuaba abrazándome con fuerza con manos y piernas, yo también la abracé fuerte; supe al momento que ella también disfrutaba. Su vagina se había amoldado a mi pene y ahora gemía de placer. Las lágrimas se habían secado y Karla ahora sólo tenía voz para el placer. La besé como a ella le gusta, sus ojos, sus labios, y sus tetas; me moví un poco para sacar mi pene y le dolió, esperé un rato más mientras la seguía besando.

Comencé a bombear dentro de ella, y ensalivé su cuello y cuando pude, me apoderé de sus pechos. Cada que encajaba mi pene en la concha de Karla, ella gemía y la cama se movía hacia delante rechinando también; los gemidos de aquella adolescente me excitaban cada vez mas. Sostuve su culito y lo manoseé tanto como pude, eran unas nalgas grandes y redondas que bailaban con el frenético compás de nuestro actuar.
 - ¡¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡¡¡Aaaahh!!!! ¡¡¡Ssssssiiiii!!! ¡¡¡¡Sssiiigue!!! ¡¡¡Aaaah!!! – Gritaba ella en un desesperado frenesí.

Haciendo movimientos de penetración de mi pene en su vagina, sus líquidos combinados con sangre salían en abundancia mojando todo; por la lubricación en exceso cada penetración era más y más profunda y placentera, su vagina y mi pene se hacían más sensibles al roce en cada penetración; el sonido que hacían nuestros cuerpos al chocar y el líquido en cada fricción era excitante.

Ella en su excitación empezó a emitir gemidos más fuertes anunciando un orgasmo; su vientre ardía, su cuerpo se movía en exceso, y vino su orgasmo con una descarga de líquido ardiente que bañó mi pene y testículos. Ya no aguantaba más quería venirme dentro de ella, mi pene estaba muy erecto, quería desahogarme; se lo dije y ella aceptó, tomó mis testículos con su mano masajeándolos, la excitación era tal, que mi cuerpo estaba caliente, sentía que me venia y le dije << Me voy a venir >>, en ese momento mi pene tomó más erección y descargué todo mi semen dentro de ella, sintiendo como algo me quemaba por dentro mientras salía el semen por mi pene; brotaba y brotaba semen que deposité en su vagina; ella volvió a tener otro orgasmo cuando sintió los chorros de semen caliente en su vientre; me acosté encima de ella atrapándome con sus piernas, con mi palpitante pene adentro de su vagina. Nos besamos con pasión un largo rato.

Deseamos tener otro orgasmo así que baje mis labios hasta sus pechos y chupe sus pezones succionándolos, acariciaba sus piernas; con el pene erecto hice penetraciones lentas porque la excitan. Su boca se abrió un poco dejando escapar tenues gemidos de placer; sus ojos, con una miraba penetrante, brillaban reflejando amor, pasión, excitación, lo que su corazón y su cuerpo sienten. Me abracé a ella y me gire para ponerla encima de mí sin sacarle mi pene; lentamente empezó a subir y bajar, haciendo que mi miembro apareciera y desapareciera dentro de ella. Su melena negra y olorosa caía por todas partes sobre mi rostro. Puse mis manos en sus pechos y empecé a sobárselos con ganas, mientras ella se entregaba a mí. De un momento a otro noté que los quejidos y jadeos nuevamente aumentaban de volumen.

Ella solo se estiraba, gemía, se frotaba los senos, luego, con sus manos recargadas en mi pecho, subía y bajaba su cuerpo que estaba conectado a mi pene, gozaba todo el acto. Sensualmente arqueaba sus caderas para sentir mas el impacto mientras la bombeaba
- ¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Aaaah!- Gritaba mientras se retorcía sobre mí. Yo subía y bajaba mis manos nuevamente sobre su cuerpo. Recorría sus piernas y luego subía hasta su cintura, su vientre y sus senos. Ella también frotaba mi pecho, mis brazos, mi estómago.

De pronto aumento la velocidad; sentía su estrecha vagina humedeciendo mi cuerpo, era toda una mujer, de eso no cabía la mas mínima duda. Entonces, ella empezó a gemir más y más,
- ¡Ahhh! ¡Siiii! ¡Aaaaah! ¡Aaaahh! ¡Aaaahhh! ¡Aaaaahhhhh! ¡Dioossss!- Ella aumentó la velocidad aún más y comenzó a gritar y a rasguñar mi pecho.

Muy lentamente, deslizo sus manos y se inclino, de modo que sus senos caían libremente sobre mí, sus labios apenas rozaban los míos y su respiración agitada bañaba todo mi rostro, viendo sus ojos cerrados, en una expresión de profundo éxtasis. Mis manos, posadas en su cintura, bajaron hasta sus nalgas, sosteniéndolas para impulsarla hacia mí, haciendo que la penetración se hiciera más fuerte y placentera.
- ¡¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡¡¡Mmmmmmh!!!! ¡¡¡Ssssssiiiii!!! ¡¡¡¡Sssiiigue!!! ¡¡¡Aaaah!!! - Los gemidos que eran suspiros se hicieron más intensos.

Inmediatamente supe que estaba llegando a otro orgasmo, y entonces, en un acalorado actuar, dejó escapar el torrente de placer que había acumulado durante la excitación; sentí su líquido caliente bañar mi pene lo que me hizo tener mi orgasmo eyaculando dentro de ella, haciendo penetrar más mi pene para sentir mayor placer. Compartíamos un hermoso orgasmo y mi semen escurría hacia su vagina y recorría todo mi miembro; sus gemidos se iban haciendo más silenciosos hasta convertirse en tenues suspiros. Ella aun continuaba moviendo lentamente las caderas y gozando de cada momento.

Se quedó en silencio con los ojos cerrados mientras acariciaba su espalda y su cabello. Saqué mi pene erecto lentamente de su vagina y su cuerpo se estremeció dando un suspiro; ella se tendió sobre mí, apoyando su cabeza en mi hombro. Estábamos sudando y aun agitados, me abrazó de la cintura y se aferró a mi. Yo cerré los ojos por un momento, nos besamos; estuvimos acostados abrazados por un buen rato recuperando el aliento. Para los minutos siguientes su cuerpo vibraba y se entregaba a cada capricho mío. Nos besamos apasionadamente. Fue un beso largo, esta vez, revoloteaba su lengua entre mis labios, entrelazándose con la mía; después de un rato, nos quedamos dormidos, abrazados y desnudos.

Ese día, durante dos horas y media fornicamos como animales, para ella era la primera experiencia y creo que sentía lo erótico de la situación. Al cabo de unas horas, casi las 6, la sacudí un poco para despertarla. Nos vestimos y fuimos de nuevo a la sala, donde le estuve leyendo poemas hasta que llego su padre.

Cuando abrí los ojos, note que aún me encontraba en su habitación. Ella yacía todavía desnuda junto a mí, lo que me lleno de una extraña paz y tranquilidad. Coincidimos en torno al mismo fuego, y pronto establecimos una extraña conexión, casi sin hablar, sintiendo una atracción magnética que rebasaba las palabras.

Luego de esa primera conexión sutil, de atreverse a mirar en los ojos y encontrar las pupilas, de permanecer juntos sin decir nada, se dejo llevar por el misterio de estar cerca y pronto aceptó que formáramos una unión irrompible. Nos amábamos con demasía.  Recostada allí, observaba su cuerpo desnudo con su cabeza sobre mi hombro, proporciones casi perfectas que no se perdían para nada. Con mis manos acariciaba su tersa piel y su sedoso cabello. Su piel aún olía a perfume del día anterior. Apenas con las yemas de mis dedos, rozaba sus brazos, su cintura, sus piernas. Al contacto, mi miembro cobro vida de nuevo y se coloco entre sus piernas en una erección. Se que lo sintió, de lo contrario, no hubiera pegado sus nalgas sobre mi pene.

Acariciaba sus senos, su vientre y rozaba su vagina. – Buenos días. – Me dijo, entonces se volteó y su rostro quedó frente al mío, nuestros labios apenas y se tocaban. Sonreímos y nos fundimos en un interminable beso. Así estuvimos cerca 15 minutos, besándonos, explorando nuestros cuerpos con la mirada y con las manos. Tocando cada centímetro del cuerpo de ambos.

- Me voy a dar una ducha, cielo. - Me dijo. Al levantarse, las sábanas cayeron al suelo y noté lo erecto de sus pezones. Estaba hermosa.

Recogí la ropa mientras me encontraba mirando la puerta del baño cuando apareció la cabecita de Karla por la misma.
- ¿Es que piensas quedarte ahí? – Pregunto  Aquello fue la señal que necesitaba. De un momento a otro, estaba de pie, aún desnudo, con intención de retomar el asunto que tenía entre manos, que no era otro que la propia Karla, las nalgas de Karla y los pechos de Karla. Karla estaba demasiado buena, es verdad. Sus proporciones eran perfectas, y además es preciosa de la cara.

Miré su cuerpo, sus senos, su vanita, sus piernas, mi pene estaba ya muy erecto.... camine hacia ella y la abracé y así por nuestros cuerpos, caía el agua, que limpia y lava...el agua que nos protegía del frío.....

Tomé el jabón y empecé con infinita lentitud. Enjaboné su espalda, sus glúteos, sus senos, su vientre; metí el jabón y mis manos entre sus piernas, tocando su vagina y lavaba sus jugosas nalgas y sus piernas. Luego, su vagina mojada de excitación, nuevamente sus pechos y sus axilas. Ella me miraba como hacía una tarea amorosa, mirándome con detención

No hablábamos, solo nos tocábamos y nos amábamos con la mirada. Dejé caer el jabón en la bañera y la abracé. Nos besamos con pasión. Nuestras lenguas revoloteaban en nuestras bocas. A cada momento, sentía sus senos presionados contra mi pecho. Mis manos, que posaban en su cintura, fueron bajando lentamente hasta encontrarse con sus nalgas. Las masajeaba tiernamente, metiendo la mano por detrás de su vagina.

Me senté en la bañera y luego Karla se acurrucó sobre mí, dándome la espalda. Pasé mi mano derecha por su mejilla y cuello, diciéndole lo suave que tenia su piel, Karla solo sonreía. La estreché más y empecé a besarle el hombro derecho, al hacerlo ella temblaba. Comencé a enjabonarla de nuevo y cuando le quité el jabón del cuerpo, volteo su cara y me ofreció sus labios, los cuales yo recibí afectuoso. La besaba suavemente, primero su nariz, sus mejillas, sus ojos y finalmente sus labios. Me gustaba sentirla temblar ante esta caricia.

Retomando el jabón, comencé a pasarlo por sus brazos, sus axilas, el cuello y su espalda; al recorrer todo su cuerpo con el jabón, la respiración de Karla se empezó a acelerar y los jadeos se hacían más notorios. Mi miembro comenzó a erectárse y se alojaba en la rayita que divide las redondas y paraditas nalguitas de Karla; ella solo arqueaba las caderas una y otra vez, haciendo contacto con mi pene varias veces.

Me detenía para enjabonarle los senos, los masajeaba mientras besaba lentamente su cuello y sus hombros. Sus pezones comenzaron a endurecerse y cuando los tomé con los dedos, ella dio un brinquito; tomé de nuevo el jabón, pasando por sus pechos y su vientre, pero esta vez, recorría hasta su entrepierna y llegaba hasta las nalgas; Karla abría sus piernas para enjabonarla mejor, y al sentir sus dedos enjabonando su panochita, se recargo mas sobre mí, quedando mi miembro erecto en su espalda y al sentirlo, soltó un pequeño gemido. Con los dedos busqué su pequeño clítoris y comencé a frotarlo suavemente; ella solo recargó su cabeza en mi pecho y se empujo hacia atrás, tratando de sentir mi miembro en la espalda. El cuarto de baño se había llenado de vapor, junto con los gemidos y sollozos de Karla. Sin dejar de besarnos, llevé de nuevo mi mano derecha directamente a su entrepierna y comencé a acariciar sus pequeños labios vaginales, ella separaba las piernas para permitirme mejor acceso. Su clítoris estaba muy duro y podía sentir lo caliente que tenia su vagina. Con un dedo en su clítoris y otro tratando de meterlo en su pequeño hoyito vaginal, ella cerro pronto sus piernas, quedando mi mano entre ellas; Karla emitía gemidos de placer desapareciendo bajo la espuma y apareciendo de repente, uniéndonos en un largo beso, cálido, suave, mientras recorría con sus manos todo su cuerpo, y cuando pasaba por su entrepierna, se estremecía y movía sus caderas muy lentamente, sabía que esta vez, era el turno de que la penetrara... otra vez.

Se puso encima de mí y sin despegar mis labios de su cuerpo y mientras le seguía besando los pechos, le metí un dedo en la vagina, después dos, y al final tres.
- ¡Ahhh! ¡Ssssíiiiii! ¡Sssssigue! ¡Siiii! ¡Aaaahh! ¡Aaaaah!- Karla se estremecía inclinada sobre mí; había llegado al orgasmo. Luego, con mis labios recorrí sus senos que estaban frente a mi, su cuello y finalmente sus labios; mi pene rozó la entrada de su concha.

- ¡Ahhh! ¡Ssssíiiiii! ¡Sssssigue, Gabriel, sssigue! ¡Gabbrieeel! ¡Gabrieeeeeeeel! ¡Aaaaaaahhhhh! – Gritaba ella excitadísima. Karla estalló en un violento orgasmo.

Ella de nuevo abrió un poco sus piernas, y empezamos a besarnos desesperadamente. Primero le acerque la punta de mi pene a su vulva y con ella le acaricié el clítoris, con lo que se removió de placer y luego empecé a introducirle la punta. Ella cerro los ojos y se mordió los labios, mientras yo seguía empujando mi verga hasta que de golpe entro la cabeza y ella dio un grito, no se si fue la sorpresa o placer.

Karla comenzó a jadear y a moverse sensualmente sobre mi aparato, entonces comencé una lenta y rítmica penetración, un delicioso y lento vaivén, empujando fuertemente sus caderas; primero muy despacio, pero cada vez con mas intensidad. Al principio, sus jadeos eran apenas audibles, pero conforme iba aumentando el ritmo de mis embestidas, sus jadeos comenzaron a aumentar en intensidad hasta casi convertirse en gritos. Realmente ella estaba disfrutando del sexo y yo de ella, el placer que me proporcionaba esa mujer era incomparable, supe al momento que ella disfrutaba de nuevo. Su vagina se había amoldado a su pene y ahora gemía de placer. 

Me abracé a ella. Acariciaba sus pechos, que se mecían con cada movimiento. Los sobaba con ganas, los besaba y mordisqueaba sus pezones pero sin llegar a lastimarla, mientras se entregaba totalmente a mis caricias. La tome de la cintura y la empuje fuertemente hacia mí, deteniéndose de la bañera. Karla se movía lentamente, se contoneaba con sutileza, sensualidad y erotismo.

De un momento a otro noté que los quejidos y jadeos aumentaban de volumen,  y pude sentir que se estremecía.
 - ¡¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡¡¡Aaaahh!!!! ¡¡¡Ssssssiiiii!!! ¡¡¡¡Sssiiigue!!! ¡¡¡Aaaah!!!

Ella gemía de placer con cada embestida que ella misma se propinaba al descender por mi aparato y con cada empalada, mi placer crecía al extremo; la bañera se movía hacia delante rechinando también. Sostuve sus nalgas y las manoseé tanto como pude, eran unas nalgas grandes y redondas que bailaban con el frenético compás de nuestro actuar.

-¡¡¡Sssssi, sssi, sssi!!!- Gritaba ella, - ¡Ahhh! ¡Siiii! ¡Aaaaah! ¡Aaaahh! ¡Aaaahhh! ¡Aaaaahhhhh! ¡Dioossss! - Karla llegó a otro orgasmo, mientras la bombeaba rápidamente; sus flujos se mezclaron en un mar de placer, erotismo y lujuria. Realmente estaba aguantándome todo lo que podía, pues quería darle el mayor placer posible. Abrió los ojos y ví su carita extasiada, era obvio que estaba gozando tanto o más que yo.

En esa pausa ella se dejo caer en mis brazos y allí descansamos los dos desnudos y abrasándonos con una sola cubierta, la luna que era cómplice de nuestro deseo.

- ¡Karla, sí! ¡Me voy ¡Me voooooooy!- Gemí, y antes de eyacular, saque mi miembro de aquella gruta y me corrió sobre su estomago. Sensualmente la tomó de la cintura y la traje a mí. - Te amo, Karla. –
- Yo también te amo, muchísimo.

Un beso culminó nuestro acto, así como estábamos, nos quedamos abrazados un buen rato, sintiendo como el vapor y el agua caliente nos envolvían, preguntándonos si era posible que alguien más estuviera haciendo lo mismo que nosotros en ese mismo momento.

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