miprimita.com

Federico (5: Timida lluvia de vacaciones)

en Hetero: General

Es un placer saludarlos una vez mas, amigos lectores. He aquí la continuación de mis anécdotas personales. Espero que perdonen mi retraso; pero en lugar de dar tontas explicaciones, permítanme seguir deleitándolos con mi vida.

Como recordaran; después del cumpleaños de Lili, mi trabajo aumentaría al encontrarme solo por una semana en lo que se refiere a las cuestiones laborales. Doña Agustina y Josefa se encontraban de vacaciones, y no me había quedado mas remedio que el de realizar el trabajo de los tres; eso era porque necesitaba el dinero.

Sin embargo; gracias a que las alumnas también se encontraban de vacaciones, y algunas de ellas se habían retirado, mi trabajo no se complico en ningún momento. Inclusive tenia mucho tiempo libre, el cual aprovechaba para pasear por las instalaciones del centro educativo, y contemplar de vez en cuando a alguna de las muchachas que salían en ropas ligeras debido al calor. Aunque no siempre amanece soleado, pues precisamente al segundo día de mi semana solitaria empezó una lluvia torrencial que mantenía a las alumnas dentro de sus habitaciones y a mi con una "calentura" en el cuarto de empleados que no podía aliviar.

Me gusta mucho la lluvia, pero cuando me arruina mi oportunidad de ver a alguna de las alumnas con ropas veraniegas, o incluso el poder ver a Amanda con dichas ropas, me pone de mal humor. Hasta que escuche un leve toquido en la puerta del cuarto de empleados.

-¿quién es?- pregunte sin animo alguno, pero nadie me respondió. Entonces me levante de la silla en la que me encontraba y fui a abrir la puerta.

-ho...hola, Qui...Quico- me saludo una suave vocecilla que titiritaba de frió frente a mi.

-¡Lici!- grite sorprendido al ver a la pequeña con un vestidito blanco sin mangas que se le pegaba al cuerpo por la humedad y que se transparentaba, dejándome ver su lindo cuerpecito y sus braguitas amarillas; además tenia unas sandalias que dejaban al descubierto sus desnudos piecesitos. Pero no perdí tiempo y la hice pasar; le quite el vestido mojado, sin malas intenciones, y la cubrí con un suéter que había traído por casualidad, y que apenas le cubría sus braguitas mojadas. -¿qué haces aquí?, ¿por qué saliste con esta lluvia?- le pregunte muy preocupado.

-Lo que pasa.....(achis)- intentaba hablar, pero no podía evitar los pequeños estornudos ocasionales.

-ven aquí, nena- le decía cariñosamente mientras la sentaba en mis piernas y la abrazaba para que se le quitara el frió.

-gracias...- decía un poco mas cómoda.

-no debiste salir con toda esta lluvia, y menos sin ningún impermeable- la regañaba suavemente como un padre regaña a su hija.

-es que se fue la luz en la habitación- comenzó a explicarme con sus lindos ojitos negros mirando a los míos. –y como Lili se fue con su hermana al zoológico....me dio un poquito de miedo estar sola....y...y.

-no digas mas, corazón- la detuve al sentir como sus palabras se iban arrastrando por el llanto. –no te preocupes, yo estoy aquí para protegerte- le dije mientras el daba un beso en la frente.

-gracias- me dijo mientras se acomodaba en mi regazo y se quedaba profundamente dormida.

Su belleza infantil se veía sobresaliente; con su cabello mojado y su carita soñadora, me inundaba de alegría al tener su liviano cuerpecito entre mis brazos.

Después de un rato la tome entre mis brazos, la cubrí perfectamente con el suéter para que la lluvia no la mojara y la lleve rápidamente a su habitación. Entre lentamente entre las penumbras, cuidando mis pasos para no tropezar, y deje suavemente a Lici sobre su cama. Ahí me quede durante un rato hasta que las luces iluminaron el cuarto. Su hermoso rostro enternecido, iluminado por la luz, me mantuvo mirándola con éxtasis. Mi verga empezó a aumentar de tamaño mientras veía como la pequeña se acomodaba bellamente sobre su cama, buscando el calor de sus sabanas y descubriéndose inconscientemente sus infantiles piernas, mostrándome aquellas bragas mojadas que marcaban perfectamente su pequeño conejito.

Me acerque lentamente hacia la niña y me senté en su cama tratando de no despertarla con el movimiento; coloque mi mano sobre su cadera, cubriendo el tirante de sus braguitas húmedas y bajándoselas delicadamente mientras acariciaba su suave piel sin que la pequeña se diera cuenta. Era tan hermoso ver a la pequeña con las bragas hasta los tobillos mientras su tierno conejito estaba expuesto frente a mis ojos. Mi mente ya no razonaba; la excitación era la dueña de mis movimientos, y era la misma excitación la que me hizo abrirle suavemente las piernas hasta poder ver mejor aquella vagina preadolescente, mientras su delicado anito me llamaba a lamerlo.

Volví a ver el tierno rostro de Alicia. La pequeña empezaba a recuperar el tono rosado de sus mejillas gracias al calor de la habitación; le quite sus lindas gafas, que arroje en la cama de Sofi, y con sus piernitas sobre mis hombros acerque mi boca a sus delicadas hendiduras hasta que empecé a percibir sus infantiles aromas.

-¿qué vas a hacer?- me preguntaba a mi mismo mientras el perfume de aquel conejito me trastornaba los sentidos. –es una pequeña. Esta indefensa. Te puedes meter en problemas- me seguí repitiendo todo eso. Y es que era verdad. La pequeña estaba dormida; completamente a mi disposición, y yo, sin pensarlo ni un segundo, iba a saborear las mieles de la niña.

-¿qué pasa?- pregunto Lici medio despierta cuando se dio cuenta de que mi aliento caía suavemente sobre su conchita. -¿qué haces...Quico?.

-nada, nena, nada- le dije mientras la acomodaba nuevamente sobre la cama, aun con las bragas hasta los tobillos. –¡no tienes frió?.

-ya no....- me respondió mientras se sentaba en su cama y me miraba con alegría. –gracias por el suéter.

-no me agradezcas- le dije –además, tu lo necesitabas mas que yo.

-¡que bien!...ya hay luz- comento entusiasmada, mientras se sentaba en la orilla de la cama y sus braguitas, que estaban en los tobillos, caían al suelo. -¿qué....por que no tengo bragas?- pregunto, pero en cuanto se dio cuenta de mi mirada estiro el suéter para poder cubrir su conejito. Sus mejillas se pusieron coloradas mientras sus ojitos negros veían el suelo.

-todavía estas mojada...- le dije ya entrado en razón. Me levante, fui al cuarto de baño y regrese con una toalla decorada con personajes de películas infantiles. –no te muevas, ahorita te voy a secar el cabello- le decía mientras le ponía la toalla en la cabeza y secaba su brillante pelo negro con suavidad.

-gracias, jijiji- decía alegremente –ya estoy bien.

-bueno, debo retirarme- le decía a la pequeña mientras miraba por la ventana la torrencial lluvia que golpeaba en los cristales. –que tal si ocurre algo y yo no estoy.

-¡no...por favor!- me pidió rápidamente la tímida infante –me da miedo quedarme sola. ¿Qué tal si se va la electricidad?...quédate conmigo, porfis.

-esta bien, Lici- le dije con aire paternal –pero solo hasta que regrese Lili, ¿esta bien?.

-si, gracias- me dijo aliviada, con una tímida sonrisa que me enterneció mucho.

Durante varios minutos estuve con la pequeña, platicando sobre sus exámenes o alguna de las tantas películas que ve una niña de diez años. Vimos la televisión durante un rato hasta que me di cuenta de que Alicia había dejado al descubierto su lampiño conejito, poniendo mas atención en el programa que estaba viendo que en mi mirada fija en su conchita.

-Oye Lici- intente llamar su atención, pero la tele fue mas adictiva. -¿cómo a que hora regresara Liliana?.

-no se- me respondió sin dejar de ver la televisión –solo me dijo que su hermana la llevaría al zoológico y después a la casa de sus papas, pero no se a que hora regresaran.

-¿a casa de sus padres?- pensé. –Eso quiere decir que tal vez no regresen esta noche- comente en voz alta.

-¿tu crees?- me pregunto Alicia con algo de tristeza, dejando de lado el programa de la tele y fijando toda su atención en mi. –pero no quiero estar solita.

-No te preocupes, Lici- le dije para reconfortarla –yo te haré compañía toda la noche si es necesario.

-¿en serio?, ¡GRACIAS!- grito entusiasmada mientras me abrazaba, de tal manera que el suéter se le subió por encima de sus lindas nalguitas y para que no se lastimara yo la abrace con una de mis manos en su colita.

La suavidad de aquellas nalguitas me calentaron como aceite hirviendo mientras mi mano recorría suavemente aquel paraíso infantil. Pero lo que me dio fiebre fue el hecho de que la pequeña misma se acomodara de tal forma que mis manos abarcaran toda la superficie de su trasero.

-¿te gusta, Lici?- le pregunte extasiado mientras la veía con sus ojitos cerrados.

-se siente rico- me decía mientras se aferraba mas a mi cuello con su lindo abrazo.

Mis manos recorrían la redondez de su colita mientras mis dedos hurgaban, de vez en cuando, sus pequeños orificios expuestos para el deleite personal. Sus brazos apretaban mi cuello con mas fuerza mientras le besaba su carita; su respiración se iba agitando cada vez mas fuerte y su temperatura había aumentado hasta el punto en que Alicia ya no tenia el control de su cuerpo.

-¿po...podríamos intentar lo de la otra vez?- me pregunto mientras mis dedos rozaban su delicado ano.

-¿estas segura?- le pregunte. A pesar de mi tremenda excitación, sabia que intentar penetrar a la tímida niña seria bastante difícil.

-s...si- respondió algo agitada –intentare aguantar.

-bueno....intentare hacerlo suavemente- le respondí al ver sus ojitos negros; su decisión era absoluta.

Delicadamente la acosté sobre su cama; le levante sus curveadas e infantiles piernas hasta dejar expuestos una vez mas sus preciosos orificios, y con un movimiento rápido me saque la verga a través del cierre del pantalón.

Mi pené se veía algo monstruoso; con sus nueve pulgadas de largo por seis de ancho, mas el color rojizo que había obtenido con la excitación de hace rato, parecía fuera de este mundo. Palpitando por el exceso de sangre, la mas leve brisa lo acariciaba como un par de delicadas manos; y estaba apuntando directamente al conejito de Alicia.

-antes que nada, Lici- le dije al ver que se había cubierto la cara con sus manos, tenia miedo. –intentare dilatar un poco tu vagina, ¿esta bien?.

-s...si- respondió casi en un susurro. Sus mejillas estaban rojas por la tremenda excitación que debió tener en esos momentos, pero aun así intentaba relajar un poco su cuerpo.

-bueno....ahí voy- fue lo ultimo que alcance a decir. Lentamente volví a colocar sus piernas sobre mis hombros, acercando mi boca a su conchita, y empecé a lamer de aquella vaina diminuta que tenia la pequeña entre las piernas. El olor que desprendía era un suave perfume infantil que trastornaba mis sentidos conforme mi lengua jugueteaba con sus labios vaginales, deteniéndome ocasionalmente en ese pequeño bultito que debía ser el clítoris pero que, para una niña de su edad, apenas se divisaba en su vagina. Mi lengua humedecida con su néctar recorría desde su rosado anito hasta aquel precioso ombligo que se ocultaba bajo el suéter de lana; haciendo una sutil parada dentro de su conejito.

Puede resultar algo depravado la forma en la que estaba recorriendo las partes privadas de la dulce y tímida Alicia, pero la excitación me tenia dominado. Quería seguir, seguir y seguir sin detenerme; mientras mi verga pedía a gritos poder sentir aquella suave piel; poder profanar la cuevita que la ultima vez no lo acepto.

-que....que rico- decía la pequeña mientras mi lengua entraba y salía de su conchita.

Hasta que con una súbita sacudida, la pequeña Alicia empezó a bañarme la cara con sus mieles impúberes; mojando su tierna vagina; respirando débilmente; mirando como mi cara estaba mojada por su néctar.

-perdón...- me dijo la pequeña en un susurro casi inaudible.

-no te preocupes, corazón- le dije con una sonrisa. –Pero ahora me toca a mi.

-¿qué cosa?- pregunto la pequeña. Pero antes de poder escuchar una respuesta, la senté en la orilla de la cama y coloque mi palpitante verga frente a sus labios de niña.

Lici me miro un poco avergonzada, pero después de un rato tomo mi pene con sus manitas; unas manitas que apenas rodeaban mi verga las dos juntas y que no cubrían ni la mitad del largo de mi falo. Empezó a realizar aquellos típicos movimientos que sus amiguitas le habían enseñado hacer, tocando con delicadeza el glande. Era una sensación maravillosa el sentir aquella suave piel sobre mi verga.

Estaba en éxtasis total cuando sentí como la cálida saliva de la niña empezaba a recorrer el grueso tronco de mi pene; moviendo su pequeña lengua desde la base de mi verga hasta el glande, donde se detenía para saborear el liquido preseminal que salía a borbotones de mi miembro; humedeciendo cada centímetro de mi falo sin dejar el mas mínimo rincón sin saborear.

El placer me tenia poseído. No todos los días una pequeña de 10 años te lame la verga con destreza profesional; y las caricias de su lengua me hacían estallar aun mas cuando se metía mi verga en su boquita. Mirarla con sus lindos labios rodear mi verga me hizo chorrear toda la leche que se había acumulado por semejantes caricias.

Mi semen salía sin detenerse; inundando la boca de Alicia, la cual se saco mi pene de la boca para no ahogarse, escurriendo la mayor parte de mi leche varonil sobre sus piernas y ensuciando el suéter que le había prestado.

-pe...perdón, te lo he ensuciado- me decía la pequeña mostrándome las partes del suéter en las que el semen había caído.

-no te preocupes por eso, Lici- le decía mientras me agachaba frente a ella y le acariciaba las piernas, esparciendo el semen que había caído en ellas. –tu te ensuciaste mas.

-¿en serio?- me dijo con una sonrisa. Miro sus piernas y, como yo, se esparció el semen con las manos para luego saborear los restos de mi leche.

-parece que sigue lloviendo- le comente al ver que la lluvia caía aun con mas fuerza que cuando ella llego a mi presencia.

-tienes razón- dijo cuando miro la ventana.

-mejor te das una baño para no enfermarte- le dije, recordando que se había mojado por ir a buscarme y que con el cambio de temperatura se podría enfermar.

Rápidamente fui al cuarto de baño y llene la tina con agua caliente; eche los perfumes que Lili había utilizado cuando me bañe con ella y llame a la pequeña.

-Lici- le dije desde el cuarto de baño –ya esta lista la tina para que te bañes.

-sip, gracias- me dijo desde la entrada del baño. Se veía preciosa con el suéter apenas cubriendo su cuerpecito.

-bueno- le decía –limpiare la habitación mientras tu te bañas; si necesitas algo me avisas.

-sip, gracias- me decía con inocencia.

Fui hacia donde se encontraban las camas de las niñas y revise donde había caído mi semen para poder limpiar. Mire la cama de Alicia; estaba mojada con mi leche y la miel de la pequeña, haciendo que las sabanas se volvieran algo pegajosas, por lo que las quite aventándolas hacia un bulto de ropa sucia que había en una esquina de la habitación. Saque del armario otras sabanas limpias y tendí la cama. Limpie el piso donde había caído mi semen y termine de limpiar aquella habitación en menos de diez minutos.

-Qui...Quico- escuche la tímida voz de Lici que venia desde el baño.

-¿qué pasa, Lici?- pregunte al llegar hacia su presencia. La linda niña no se había metido aun a la tina del baño, ni siquiera se había quitado el suéter y me miraba tímidamente con las manitas apretando la parte baja de aquella prenda con que la había cubierto.

-es...es que- agacho la mirada –me da miedo bañarme.

-¿qué te da miedo bañarte?- pregunte algo conmovido, pero a la vez intentaba controlarme la risa por lo gracioso de aquel comentario. -¿y entonces como le haces....?

-es que siempre me baño con Lili o Sofi- se apresuro a decir.

-¡Ah...ya entiendo!- dije al entender lo que pasaba –nunca te has bañado solita.

Lici solo afirmo con la cabeza. Era un amor la pequeña e incluso hasta la fecha sigue siendo un amor; con su timidez e inocencia desbordante, parece una muñequita.

-bueno....- le dije con cariño –yo te baño.

-gra...gracias- me respondió. Se acerco a la tina y se quedo ahí, esperando que yo hiciera algo.

Volví a acercarme a ella, la mire a los ojos con una sonrisa y le quite el suéter. Su cuerpecito se veía delicioso; sus pezoncitos rosados estaban erectos, tal vez por el frió o por la excitación; la tome de una mano, ayudándola para entrar en la tina de baño y la senté en aquella mezcla de perfumes.

-bien, empezare por aquí- le dije alegremente mientras tomaba un poco de shampoo y le lavaba su lindo pelo negro que le llegaba hasta el hombro.

-yo...yo puedo hacerlo- me decía colocando sus manitas sobre su cabeza y tallando suavemente su cabello.

-bueno- le dije con una sonrisa –entonces yo tomare esta esponja.

-jijiji- reía la niña cuando empecé a tallar delicadamente su cuerpo con la esponja, acariciando varias veces aquellos pezones infantiles que me atraían mucho. –Me haces cosquillas.

-¿ya terminaste con tu cabello?- le pregunte al ver que ya estaba mas relajada que hace rato.

-sipi- me dijo con ternura –pero....

-¿qué pasa, Lici?- le pregunte al ver que dudaba de algo. Me acerque para ver que le pasaba y entonces la pequeña me salpico con el agua enjabonada, mojando gran parte de mi camisa.

-jijiji- reía sin parar la infante mientras veía como intentaba secarme, algo que era muy difícil. –¡caíste!

-jajaja, pequeña traviesa- le decía entre risas. Me acerque a ella y entre los dos empezamos a arrojarnos agua el uno al otro. Hasta que al final quede mas mojado que cuando corrí bajo la lluvia.

-ya te mojaste todo- comento la niña al ver toda mi ropa húmeda.

-tienes razón, creo que ahora me tendré que bañar contigo, jajaja- le comente en broma.

-bu...bueno, esta bien- me dijo la pequeña con las mejillas rojas, tomando muy en serio mi comentario.

-no...yo...solo estaba....y luego....-volví a tartamudear al ver la reacción de la niña, pero por otro lado quería entrar con Alicia. -¿estas segura?

-sip- asintió la pequeña mientras se enjuagaba el pelo aun enjabonado.

-es...esta bien- le dije mientras me quitaba los zapatos.

Rápidamente me desnude frente a la pequeña, la cual observaba el agua de la tina con las mejillas rojas y una mirada tímida. Me acerque a la tina; Alicia se puso de pie para dejarme entrar. Su cuerpo mojado con el agua caliente se veía precioso, me recordaba a Liliana igualmente cubierta con la espuma del jabón, parecía que estaba cubierta con grandes cantidades de semen.

Me senté dentro de la tina y Lici se sentó sobre mi, colocando mi verga nuevamente endurecida entre sus piernas de modo que me apretaba suavemente el pene con sus muslos.

-¿estas bien?- le pregunte mientras cubría sus pezones con mis manos y ella había cerrado los ojos, afirmando sin decir una sola palabra.

Tal vez algunos pensaran que ese debió ser el momento en que por fin penetre a la pequeña, pero en aquel instante un aire fetichista me inundo el cerebro. Algo que no he podido explicar hasta el día de hoy en que escribo sobre este suceso; y es que, antes de profanar su conejito, tenia las ganas de hacer algo que intentare explicarles de tal forma que ustedes lo disfruten. Quería disfrutar de la pequeña, así como Lili y Sofi disfrutaron de mi verga sin dejarme reaccionar.

Tome un poco de jabón liquido, un jabón que usan algunas señoras para bañar a sus bebes y que casualmente las niñas lo tenían entre sus perfumes para baño; coloque un poco del susodicho jabón en mis manos y empecé a frotar mis manos sobre el cuerpo de Alicia con gran suavidad. Mis manos iban de sus lindos pezoncitos hasta su pequeño ombligo, donde se detenían para juguetear un poco con el; luego las fui bajando hasta su conejito donde acaricie suavemente, metiendo en ocasiones las puntas de mis dedos dentro de aquella pequeña cuevita.

-que rico...- decía la pequeña mientras mis dedos hurgaban sin permiso dentro de su conchita.

Volví a untarme jabón en las manos, esta vez el recorrido fue por su espalda; acaricie su delgado cuello infantil y recorrí su espalda hasta tocar aquel delicioso y muy sensible orificio, su anito, metiendo uno solo de mis dedos, resbaloso por el jabón, y recorriendo todo lo que podía en un ritmo de mete y saca.

-se...siente...muy...rico- comento la pequeña entrecortadamente mientras mi dedo entraba y salía de su chochito.

-ahorita sentirás mas rico, nena- le decía sin poder aguantarme la excitación.

Mientras una de mis manos se entretenía con el chochito de Alicia, con la otra tome mi verga y la empecé a frotar suavemente sobre el conejito de la niña, el cual se había sonrojado por los frotes sexuales.

-que...rico- decía Lici. Tomo mi verga entre sus manitas y ella misma se la empezó a frotar sobre su vagina, dejándome libre la mano.

Con la mano libre tome una de las piernas de Alicia y la levante para que sus delicados orificios sintieran mejor los roces de mi verga y mi dedo. Al mismo tiempo, con la mano libre enjabonada, acariciaba su pierna fuera del agua que se veía preciosa.

Alicia seguía con los ojos cerrados, pero eso no evito que siguiera frotándose mi pene en su conejito o que se sacara mi dedo de su anito. Su pierna fuera del agua seguía recibiendo mis caricias, pero su otra piernita no pudo controlarse con el delicioso orgasmo que tuvo la pequeña y sin querer quito el tapón de la tina; el agua empezó a disminuir rápidamente, y para cuando me di cuenta para colocar de nuevo el tapón, el agua ya había bajado mas de la mitad.

La niña estaba recuperándose de su ultimo orgasmo, respirando suavemente sobre mi cuerpo con mi imponente verga aun entre sus piernas y mi dedo había salido expulsado por el espasmo de la pequeña.

-¿estas bien, Lici?- le pregunte abrazándola con uno de mis brazos mientras que con el otro seguí tallando sus piernitas.

-s...si- me respondió. Y a pesar de el cansancio que la infante había acumulado, parecía que todavía tenia ganas de continuar con el baño.

Yo sin pensarlo un instante mas y con media verga saliendo del agua, volví a continuar con lo que estaba haciendo. Enjabone mis manos con el jabón liquido y empecé a recorrer el cuerpo de Lici, acariciando mas suavemente sus pezones y su ano, mientras que la pequeña volvió a su faena con mi verga sobre su conejito.

Cuando sentí las suaves manitas de la pequeña sobre mi verga, tome sus piernas con mis brazos y las levante para que su vagina sintiera aun mejor el calor de mi verga y la carita de Lici quedara frente a la punta de mi falo; hasta que empecé a salpicar nuevamente el interminable chorro de leche que cayo directamente en la carita de la infante, salpicando sus mejillas y escurriéndose sobre su pecho medio mojado. Y con el aire fetichista de hace rato, esparcí por todo el cuerpecito de la niña mi semen caliente. Dándole a probar de mis manos aquel liquido blanquecino, a lo cual la pequeña empezó a saborear con gran avidez, sin dejar rastro alguno de mi leche sobre mis manos.

-¿estas lista, Alicia?- le pregunte, esperando que la pequeña se diera cuenta de lo que pensaba hacer.

-s...si- respondió suavemente, mas por el cansancio que por la timidez.

Tome a la pequeña de la cintura y la coloque con el rostro frente al mío. Le sonreí para calmarla un poco y apunte mi verga hacia aquella cuevita que no me permitió el acceso la ultima vez. Lici se aferró de mi cuello como lo había hecho Lili, y con los ojos cerrados espero a que yo comenzara con la profanación de su tesoro.

La punta de mi verga empezó a abrirse paso entre sus labios vaginales y lentamente comenzó a entrar en aquella hendidura infantil; entrando lentamente con dificultad mientras la niña se aferraba con mas fuerza a mi cuello, lastimándome levemente.

-¿estas segura de querer continuar?- le pregunte a la infante al ver que de sus ojitos empezaban a escurrir lagrimas por el dolor, pero ella solo me afirmo con la cabeza soportando el dolor.

Seguí introduciendo un poco mas mi verga hasta que toque el himen de la pequeña pero en lugar de atravesarlo rápidamente, como con Lili y Sofi, saque lentamente mi verga de su vagina y la abrace algo preocupado.

-no, mejor no- le decía al ver que la pequeña empezaba a sollozar. Y es que Alicia era un poco mas niña que sus amiguitas; si se me dificultaba introducirle mi verga, lastimándola, seria peor al romper su botón de flor.

Alicia respiraba un poco mas tranquila después de que su conejito se sentía liberado de aquel pedazo de carne que le había introducido. La volví a colocar con mi verga entre sus piernitas y la abrace.

-¿por qué no me lo hiciste?- me pregunto un poco preocupada la niña –yo hubiera aguantado.

-no te lo hice porque te iba a lastimar mucho- le dije con sinceridad y aire paternal –tal vez cuando sea mas grande.

-pero...-quería reclamar, pero no pudo por su naturaleza tan tímida.

-ya, no te preocupes- le dije –ya será otro día.

-pero es que yo quería, en serio- siguió diciéndome.

-mira, Lici, intentare algo que no le he hecho a Sofi y a Lili- le dije al ver la decepción de su rostro y con una sola idea en la cabeza.

-¿de que se trata?- me pregunto algo confusa.

-intentare meterte mi pene en tu colita- le dije acariciando su cabeza.

-pe...pero- se asusto un poquito.

-no te preocupes- le dije –como estuve metiendo mi dedo en tu anito, mas el agua caliente, tal vez sea menos doloroso.

-es...esta bien- me dijo resignada pero con decisión en sus palabras.

-bueno, aquí voy- le decía mientras la sujetaba de la cadera y la levantaba, apuntando mi verga a su exquisito ano.

Lentamente fui acercando la punta de mi verga a su anito, separando sus nalguitas con el grosor de mi falo. Mi verga empezó a introducirse suavemente dentro de aquel pequeño orificio. Pensé que al ser el ano, seria mas difícil que con la vagina de la niña, pero mi pene fue entrando con gran suavidad.

-que...que rico- decía Lici al sentir como la mitad de mi verga ya estaba dentro –se siente calientito.

-¿estas bien, Lici?- le pregunte asombrado por la reacción.

-s...si- se siente bonito- me dijo entre suspiros.

Aquella respuesta me animo a continuar; saber que la colita de la pequeña podía aguantar el enorme tamaño que tenia mi pene en esos momentos me hizo intentar metersela completa, pero reaccione rápidamente para no lastimarla. Tal vez el conejito de Alicia no podía aguantar la intrusión de mi verga pero su chochito se amoldaba lentamente al grosor de mi pene, apretándolo suavemente.

-bueno...aquí voy- le dije a la niña y empecé con el ritmo de mete y saca.

-que...aaaahh...que rico- decía Lici entre pequeños gemidos que denotaban su placer al sentir como mi verga iba entrando y saliendo de su ano.

Tome sus piernas con las manos y las levante para que su colita disfrutara mas el embate de mi verga. La pequeña se aferró a mis brazos para no caerse completamente sobre mi hinchado pene. Su vagina estaba escurriendo mieles que se escurrían hasta su colita, cubriendo mi verga con su tibieza. El ritmo sexual se hacia cada vez mas rápido y la excitación de la pequeña llego a su clímax cuando vi como su vagina estaba escurriendo chorros de su miel que caían sobre el agua caliente, haciendo que yo también eyaculara dentro de su tibio orificio hasta que los dos quedamos exhaustos.

-que...rico- decía la pequeña con la respiración un poco agitada.

La levante de la cintura para sacar mi verga de su chochito, el cual empezó a escurrir la leche que tenia dentro, y la volví a sentar con mi verga flácida entre sus piernas.

-bueno, creo que ya debemos bañarnos- le comente.

-Si...- dijo la pequeña en un susurro.

Volví a llenar la tina con agua caliente y bañe a la pequeña con la esponja.

-ahora ve a secarte, Lici- le dije mientras la ayudaba a salir de la tina del baño y yo me lavaba el cuerpo para después salir.

-gracias por bañarte conmigo- me agradeció la pequeña cuando estuve fuera de la tina, pero antes de que pudiera decir algo me abrazo; sus pequeñas manitas rodeaban mi cintura y mi verga sentía el cálido y húmedo pecho de Lici.

-no, hay de que- le dije al ver su tierna mirada dirigiéndose a mi.

Tuve que apartarme rápidamente de aquel abrazo para que mi verga no volviera a estallar; después tome una toalla y seque a Lici para luego secarme yo también; y cuando estuvimos secos los dos, tomada de mi mano, lleve a Lici hacia donde estaban las camas y nos sentamos en la suya.

-ve a vestirte, para que te puedas dormir- le dije cuando me di cuenta de que eran las nueve de la noche.

-¿y tu no te vas a vestir?- me pregunto al ver que seguía cubierto con la toalla.

-yo no puedo porque mi ropa esta mojada- le respondí inteligentemente – pero lo haré cuando se seque. Ahora ve a vestirte.

Alicia se dirigió hacia el armario a buscar su ropa, mientras que yo estaba viendo la televisión.

-Ya esta- comento Lici al salir del armario. Se había puesto el lindo camisón de tirantes rosa con el que la había conocido y unas braguitas blancas con un moño en el frente.

-que linda te vez, Lici- la halague –ahora ven a dormirte.

-Si- comento alegremente la niña mientras se acercaba a su cama y se metía entre sus sabanas.

-bueno- comencé –yo dormiré en la cama de Sofi para....

-duérmete conmigo- me pidió Alicia sin dejarme terminar la frase.

-esta bien- le dije con una sonrisa. Me acerque a su cama, me metí bajo las sabanas y, como había obtenido mucha confianza con Lici, me quite la toalla que cubría mi verga y la arroje a un bulto de ropa sucia que había en una esquina.

-Gracias, Quico- me agradeció la pequeña mientras se acercaba a mi, ponía una de sus manitas sobre mi pecho y se acomodaba para poder dormir.

Durante un rato estuve mirándola. Cuando se quedo totalmente dormida me levante, sin despertarla, para apagar las luces. Luego regrese, me acosté junto a ella colocando su cálida manita sobre mi verga e intente conciliar el sueño mientras respiraba el suave perfume que tenia la pequeña.

Al día siguiente, viendo que eran las siete de la mañana y que seguía lloviendo, me levante cuidadosamente sin molestar a Lici; tome mi ropa, que ya se había secado, me vestí y me senté en la cama de Sofi para poder contemplar la hermosa carita soñadora de Alicia.

Después de un rato, como a las nueve, escuche que abrían la puerta bajándome de mi nube de ensueño.

-¡Ya llegue!- grito una vocecilla con mucha energía.

-no grites- reprendió otra hermosa voz al entrar. -¿Federico?

-¿Quico?, ¿qué haces aquí?- pregunto Lili al momento de entrar con su hermana. Como tenían puestos unos impermeables no sabría decirle como iban vestidas.

-bueno...yo...es que...y luego- tartamudee al creer que seria descubierto.

-ya entiendo- tomo la palabra Lili –Lici tuvo miedo de quedarse solita y te pidió que te quedaras con ella, ¿verdad?

-si....si, tienes razón- le dije un poco aliviado.

-que lindo eres con ellas, Federico- me alabo mi amor platónico –serás un buen padre.

-gracias- conteste algo nervioso –bueno, ya me tengo que ir, nos vemos.

-Adiós- me despidieron las dos con alegría.

En cuanto salí de la habitación de las niñas rápidamente me dirigí al cuarto de empleados donde descubrí que, sobre la mesa y echo bola, se encontraba el vestido que tenia puesto Lici el día de ayer. Lo extendí y lo coloque sobre una silla para que se secara bien.

-se lo llevare mas tarde- me dije – pero antes debo avisar a mi casa el porque no llegue.

Pues hasta aquí termina esta parte de mi historia, queridos lectores. Espero que la disfrutaran. Tal vez se preguntaran porque empecé de esta forma este relato, pero no creo que les interesara lo que hacia antes de que llegara Lici al cuarto de empleados; pero por si se lo preguntan, debo decirles que me estuve aburriendo todo el tiempo sin hacer nada.

Por ultimo. Quiero agradecer sus muestras de apoyo, ya que eso me anima a continuar con las anécdotas de mi vida. Y para el que me pidió un relato sobre tío-sobrina déjeme decirle que ya lo he enviado, pero no se cuando lo publicaran.

Y ya saben; espero sus comentarios, opiniones, criticas constructivas o, como este amigo, peticiones de relatos por si les gusta mi estilo. Nos vemos.