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La historia de Aldebaran

en Control Mental

LA HISTORIA DE ALDEBARAN

(INTRODUCCIÓN)

El hombre nos apunta con un arma, en realidad esta parece de juguete, pero mi experiencia con armas me indica que nunca debo confiar. Desire se esconde a mi espalda, creo que si por ella fuera estaría frente a mí cubriéndome del asaltante, pero actúe con serenidad y logre ponerla a mi espalda. No es necesaria la violencia pero estudiando la situación con cuidado tengo por lo menos cinco formas de neutralizar a este sujeto, una es mortal, tres son dolorosas y la tercera...

- Bien amigo, imagino que tú lo que quieres es dinero. Pues no lo tendrás.- le digo esto mientras lo miro a los ojos el trata de gritar para imponer sus ordenes, pero yo grito a su mente y por un momento parece confundido, aprovecho este momento y me acerco un paso a el. Cuando se da cuenta levanta su arma y aunque desorientado, atina a apuntarme al pecho, Dessire lanza un grito ahogado y trata de jalarme de regreso. Simplemente me suelto de su pequeña mano con rapidez y ahora estoy justo a diez centímetros del cañón del revolver.

Ahora que lo veo de cerca me doy cuenta de que es una pistola de salva modificada para disparar balas calibre 22, no es muy potente pero a esta distancia puede ser letal, afortunadamente yo también. – En realidad tu no quieres disparar amigo, solo quieres algo de comer, un lugar donde dormir y quizá una familia – mientras digo esto lo observo con cuidado, mas parece un indigente que un asaltante, largos cabellos sucios caen cubriendo parte de su rostro, su piel quemada por los elementos y maltratada por la vida lo hace de edad indefinible, pero seguro que tuvo mejores días, creo que hasta tuvo una vida olvidada ya por el vicio y por la demencia que muestran sus ojos. – No, no dispararas, entrégame tu arma... ¡AHORA! – Alzo la voz para darle la última orden, por un segundo me parece que va a disparar pero finalmente y con el pulso tembloroso me entrega el juguete asesino al mismo tiempo rompe en llanto y se recarga en mi, llora por una vida perdida y casi olvidada. Le doy un billete de cien pesos y le ordeno que busque un trabajo por la mañana, aunque sea cargando bultos en el mercado. – Aún puedes rehacer tu vida amigo, vete en paz. – El vagabundo desaparece entre las calles oscuras no sin antes voltear y musitar un trémulo "gracias". Unos segundos después una bofetada me hace ver estrellas, mi novia esta frente a mí y mientras algunas lagrimas brotan por sus ojos su voz quebrada por la emoción me reclama. - ¡Idiota! ¡Te pudo matar! Eres un... un... - su insulto se ahoga en llanto y por segunda vez en la noche alguien me abraza para llorar, pero este cuerpo es más cálido y mejor recibido que el otro.

 

Caminamos un largo rato sin decir palabra, sé que quiere hablar pero presiono suavemente sus pensamientos para evitarlo por lo menos un instante. Llegamos a su departamento y por fin suelto el control, ella se queda un momento ante su propia puerta que ya esta abierta y me encara - ¿qué fue lo que le hiciste a ese hombre?- sonrío y contesto –nada ¿ o viste que le hiciera algo?- ella se enfurruña.

Me encanta cuando se enoja su pecho sube y baja agitado moviendo ese par de senos que me enloquecen, miro de nuevo su figura recortada contra la puerta. Viste un pantalón deportivo muy ajustado que cuando camina me muestra el cielo de sus nalgas, la camiseta ajustada no es envidiosa a la hora de mirar sus pechos y su rostro moreno y algo altivo se enmarca con un cabello oscuro y muy rizado. -¡Carajo! ¿Qué no se puede hablar contigo? Sabes que te amo pero siempre haces cosas raras, aunque a veces no puedo recordar que cosas... y ese es parte del problema ¿qué me haces? ¿Quién eres?- ahora esta algo asustada, mas asustada que cuando el ladrón salió de la oscuridad y nos apunto con el arma, mas asustada que cuando creyó que el hombre dispararía sobre mí. Me teme. No la culpo pero no es momento de que sepa... no ahora. – No hice nada y de echo no paso nada- al decir esto la sujeto por los hombros en una especie de abrazo para atraparla, que no desvíe la mirada, que este cerca de mí lado. – Yo... yo... estoy confundida... - - no, solo estas cansada pero estas en mis brazos amor, puedes relajarte. – Caminando lentamente la introduzco en su propia casa, ella tiene la mirada fija en mi, me mira con amor de mil vidas pasadas, hombre mujer, mujer hombre. Todos ellos me han amado y a todos ellos yo he amado.

Dejo la puerta abierta, no me importa si alguien nos ve, me arrodillo ante ella y lentamente bajo su pantalón, trae puesta una tanga de algodón que apenas cubre su sexo, la huele como si fuera una bebida embriagante, ella es mi licor, deslizo la prenda y frente a sus piernas tostadas por el sol introduzco mi lengua entre el la pequeña mata oscura que cubre su sexo. Mis manos se aferran a sus nalgas y la escucho gemir, la beso y la mordisque, ella no es dueña de su voluntad pero la dejo sentir, empujo sus caderas a mi rostro y acelero mi trabajo al tiempo que una de mis manos sube por debajo de su camiseta y acaricia la tela y la piel en sus senos y mi otra mano busca el calor de su ano, cuando lo encuentro la penetro con un dedo y ella gime mas fuerte y mas llena de placer. Como no la dejo mover sus manos aprieta sus puños hasta que sus nudillos se tornan blancos y ya no gime, grita y suplica. -¡Tómame! ¡Quiero ser tulla! – Esta escena se ha repetido entre ella y yo en cientos de vidas, es nuestro destino... pero esta vez será diferente, no la tomare hasta que todo este arreglado, no me entregare a ella hasta que termine con todo lo pendiente... la amo, siempre la he amado.

- Ahora no pequeña, tú estas cansada, le digo mientras continuo mamando los dulces líquidos de su ser, hablo no desde mi mente, sino desde mi corazón y ella escucha. Ella gime en un orgasmo, siento sus piernas temblar, me aferro a ellas y por fin dejo que mueva sus manos, me jala el cabello para pegarme mas aún a su cuerpo. Me levanto mientras paseo mi lengua por su vientre, por sus pechos ahora casi desnudos por la acción de mis manos y me encuentro con su boca y a pesar de que su mirada esta ausente, me besa y compartimos los dos el sabor de su vagina. A una orden mía cierra sus ojos y su cuerpo queda algo flácido aunque no caído, en mis brazos. La levanto en mis brazos y la llevo semidesnuda a su recamara, la dejo sobre las cobijas y susurro unas palabras de amor y de olvido en su mente. Salgo y cierro todas las puertas.

La noche me envuelve con un manto frío y mientras camino me detengo un momento frente a un aparador para encender un cigarro largo y aromático, la luz del encendedor se refleja y miro mi propio rostro y si observas con cuidado veras tristeza, deseo y también amor en mis ojos... Me llamo Aldebaran y tengo una historia que contar... ¿quieres oírla?