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La chica de la tienda

en Hetero: General

A los 35 años un hombre siente que ha vivido y que tiene mucha experiencia, pero la verdad es que aún falta un enorme camino por recorrer y que el conocimiento que falta es inmenso, eso le pasó a Alejandro el personaje de esta historia

Alejandro es un joven rubio, de 1.80de alto, su cuerpo ya no era atlético sin llegar a ser gordo era medio pesado ya que se le empezaba a hacer panza, sin llegar a ser muy guapo tenía su pegue, además debido a su trabajo fue cambiado de domicilio a una nueva colonia lejana de sus conocidos y familiares, o sea era el nuevo.

A sus 35 años creía haber vivido de todo pues de más joven había sido muy mujeriego y un parrandero de primera y tenido demasiado sexo con muchas mujeres, hasta que conoció a una con la cual quedaría prendido de su hermoso cuerpo y bello rostro.

Recién instalado en su nueva casa salió a comprar cigarros a la tienda de la esquina y al entrar en ella es donde conocería a Elizabeth.

Él entró y no había nadie por lo que grito

Alejandro – Buenas tardes!!!

Elizabeth – Ahorita lo atiendo (se escuchó detrás de una cortina)

Alejandro se asomó por inercia detrás de la cortina y no dio crédito a lo que vio, ella estaba subida en una escalera acomodando mercancía y llevaba un vestido corto y entallado, sin duda eran las piernas más perfectas que había visto, aquella chamaca tenía unas pantorrillas de ensueño, carnosas y sensuales acompañadas de unos muslos divinos, dos extremidades perfectamente construidas, las cuales terminaban en unos glúteos redondos y carnosos e increíblemente bien parados en los cuales se marcaba perfectamente una tanga, de inmediato el pene de Alejandro se tornó erecto, ella iba volteando su rostro (el cual era divino era morena de labios carnosos y ojos claros) y después ya lindo cuerpo, como erótico epilogo sus agresivos pechos apuntaban directamente hacia su atónita cara que demostraba que la dueña de ese bello cuerpo era una chamaca de 20 años

Elizabeth – Perdón pero tenía que acomodar las latas

¿Qué va a llevar?

Alejandro – Unos cigarros

Elizabeth - Aquí tiene son veinte pesos

Alejandro – Gracias tome

Con el sólo sentir el roce de la mano de ella al entregarle el dinero y recibir los cigarros el cuerpo de Alejandro de electrizó.

Al llegar a su departamento entró temblando como un adolescente virginal que muere por tener sexo y pensando..... "Coger con ella ha de ser divino" y sin pensarlo comenzó a tocarse por encima del pantalón para luego hacerlo por debajo y poco a poco comenzar a masturbarse (hacia años que no lo hacía), al recorrer las imágenes de ella en la escalera y sentir escalofríos Alejandro se vino de manera descomunal.

Dicen que el ocio es el origen de todos los vicios y eso es una gran verdad, como no tenía nada que hacer se plantó afuera del establecimiento con la esperanza de ver a aquella sensual criatura.

Alejandro – Tengo que estar ahí cuando cierren la tienda para seguirla y ver donde vive

Salió ella e inmediatamente una señora de edad cerró la tienda, Alejandro anhelaba seguirla disimuladamente. Para contemplar el par de sensacionales nalgas que tan eróticos pensamientos desataban en su interior, verla caminar resultaba un espectáculo atrayente y lascivo, mientras debajo de su pantalón su miembro volvía a crecer, la tela de su falda se pegaba a sus perfectas nalgas haciendo más lujurioso el andar de ella. Alejandro la intentó abordar cuando una voz masculina lo regresó a la tierra.

Voz de hombre – A ver a que hora?? (El tipo era como de 20 años, fornido, alto y la verdad era guapo)

Elizabeth – Perdón Pablo pero Doña Caro cierra tarde

Pablo – OK. Te ves hermosa, ¿Vamos al parque a hacer aquello que nos gusta?

Elizabeth – claro que sí pero no debemos tardarnos

Una intención de vouyerismo orilló a Alejandro a seguirlos ya que sentía que tenía la oportunidad de verle algo, su premio fue ver el pecho de fuera del sostén y dentro de la boca del muchacho. Pablo lamía sus tetas con ganas haciéndola suspirar y levantaba poco a poco la falda. El calor corporal de Alejandro y su pene aumentaron cuando Pablo llevó una mano al muslo descubierto de Elizabeth tratando de llegar a su panocha.

La húmeda vagina de Elizabeth era presa de su tanga por lo que Pablo la retiró y olió la velluda hendidura que derramaba jugos y olores exóticos y eróticos. Pablo estaba excitadísimo ya que se le marcaba el bulto, pero de repente se paró en seco y corrió hacia Alejandro sin darle tiempo de correr.

Pablo - ¿Qué se te perdió pendejo?

Alejandro – Eh!!!

Pablo – Maldito enfermo!!!

Y sin mayores palabras Pablo le soltó un derechazo a Alejandro que lo mandó al suelo

Pablo – Maldito perverso!!!

Elizabeth – Pablo no le pegues!!!

Alejandro trató de defenderse de las patadas que le acomodaban sin embargo era más lento que Pablo y aunado eso estaba el coraje de que un chaval de 20 años le estaba pegando, de no ser porque Elizabeth interfirió le hubiera ido peor a Alejandro

Elizabeth – Déjalo, no ves que ya le pegaste

Pablo – Lárgate antes de que te termine de arreglar tu asunto, y si nos vuelves a espiar te va a ir peor

Los golpes de Pablo y el hecho de que Elizabeth supiera que la panza que se le formaba no lo dejó moverse para evitar los golpes lo atormentaron durante todo el día siguiente al suceso vergonzoso.

Para evitar a Elizabeth y que se la cayera la cara de vergüenza frente a ella Alejandro realizaba hasta la más mínima compra en el supermercado de la siguiente colonia. Habían pasado dos semanas del incidente y estando en el pasillo del supermercado escuchó un hola!!!, al levantar la cara la vio y quiso que se lo tragara la tierra.

Elizabeth - ¿Por qué ya no ha ido a comprar a la tienda?

Alejandro no sabía ni que decir ni donde voltear

Elizabeth – Tan mal lo traté el otro día

Alejandro – No para nada, claro que no

Elizabeth – Entonces, ¿Por qué me tiene abandonada?

Su cándida voz y mirada mermaron la pena que sentía

Alejandro – No fue mi intención

Elizabeth – Bueno, pues ya acabé mis compras, espero verlo por allá

Alejandro – Te lo prometo

Por la pena que sentía y la belleza del rostro de Elizabeth ni se fijó en su lindo cuerpo, al caminar rumbo a las cajas para salirse la contempló y al ver como se movían sus caderas se empalmó de nuevo, era un hecho sus nalgas lo volvían loco. Al otro día iría por cigarros

Alejandro – Buenos días!!!

Elizabeth – Adelante, buenos días

Que bueno que viniste, necesito que me hagas un enorme favor

Alejandro – Lo que sea, sólo pídelo

Elizabeth – Me acompañas atrás de la cortina para acomodar el bulto

Caminaron hacia atrás de la cortina, ella vestía una vestidito entalladito rosa de tirantitos y de falda corta, sus tetas se marcaban divinamente enormes ya que no tría sostén, con tan sólo verla caminar, Alejandro se sentía acalorado

 

Alejandro - Que bulto quieres que mueva

Elizabeth – El tuyo....

Diciendo eso se levanto el vestido y de inmediato se descolgaron sus redondas tetas y esos dos pezones cafecitos que le apuntaban, al levantar la parte de arriba de su vestido obvio que la parte de abajo se levantó dejando ver su tanga amarilla, el pito de Alejandro se ponía duro y la vagina de Elizabeth despedía olores y se mojaba y palpitaban desde los vellos hasta su rosa clítoris

Elizabeth – Te traje para que veas bien lo que no pudiste la otra noche

¿Te gusta?, ¿quieres ver más?

Alejandro – Claro que sí

Ella se bajó la tanga y se volteó dándome la espalda y se empinó

Elizabeth - ¿Cómo ves mis nalgas y mi ardiente hendidura?

Alejandro – Ardiente y riquísima

Alejandro casi enloquece cuando ella al darse la vuelta lo mostró su panocha escoltada por una maraña de pelos y extremadamente mojada, al abrirse ella misma los labios vaginales, el pene de Alejandro estaba en toda su erección, ella estaba deseosa se le veía en su cara

Una voz de afuera en el local los regresó a la realidad

Voz afuera - ¿Quién atiende?

Elizabeth – Ya voy , un minuto (voz entrecortada)

Ella en lo que se acomodaba la ropa le dijo a Alejandro en el oído "¿Puedo ir a tu departamento esta noche?"

Alejandro – Claro que sí, es el Edif. Rojo de la esquina en el # 309

Elizabeth – Ok. Quédate aquí, yo te aviso cuando puedas salir y nadie te vea

Alejandro estaba extasiado por lo que había visto y se empalmaba con el solo pensar lo que le esperaba en la noche.

Alrededor de las 23:30 , Alejandro estaba impaciente y por su cabeza pasaban varias ideas...

 

 

 

Alejandro – Hace rato que debieron de haber cerrado la tienda

Jamás en mi vida estuve tan caliente

¿Habrá ido ese wey por ella?

Es inútil esperar, ya no vino

Estaba apunto de acostarse cuando sonó la puerta, salió corriendo de la recamara con tan sólo los boxers como vestimenta, y al abrir la puerta sintió que llegaba al cielo, ahí estaba ella, vestía un short muy corto de color lila el cual le hacía conjunto con el top que era del mismo tono y de dimensiones minúsculas, Alejandro se percató de que no llevaba sostén y que hacia frío ya que los erectos pezones de Elizabeth se marcaban en el top que parecía iba a estallar.

Sin mediar palabra comenzaron a besarse tiernamente, y al cerrar la puerta usaron sus lenguas para devorarse mutuamente y caminar sin voltear a la recamara, al encontrarse las lenguas se sentían en el paraíso, al terminar ese primer instante ella se separa poniendo las manos en el pecho de Alejandro para guardar la distancia

Elizabeth – Sólo estaremos juntos esta vez...

Cuando salga de aquí no quiero que vuelvas a buscarme

Alejandro – Pero...

Elizabeth – Mi novio me engañó hace unos días y quiero vengarme de él

Esa es la razón por la que estoy aquí, no lo tomes a mal, eres guapo pero....

Alejandro – No digas más

Sí así debe de ser que así sea

En seguida Alejandro le retiró el top y contempló esas bellas chiches que se le sacudían y disfrutaban de la libertad

Los apachurró con una libidinosidad y excitación que la hicieron respirar de manera entrecortada, Alejandro tenía urgencia por probar esa rica vulva de la emergían líquidos sexuales que le comenzó a bajar el short y las bragas al mismo tiempo que se arrodillaba, al quedar frente a su rica y peluda paloma un rico olor lo motivo aún más

Alejandro – estás muy buena, quiero probarte

La aventó hacia la cama y sujetándola del culo hundió su cara en medio de aquella candente vagina tan sensual y sabrosa, era una imagen cachonda, la lamía como desesperado, incluso hasta los pelos llegó a probar, ella le acariciaba el pelo y le empujaba para que succionara todos sus pliegues ardientes...

Elizabeth – quítate el bóxer y acuéstate que quiero besar todo tu cuerpo

 

 

Él lo hizo de inmediato y ella se echó sobre su cuerpo y le beso toda la oreja desde el lóbulo hasta lo más recóndito poniendo a mil a Alejandro que pensaba... "Esta escuincla me está enseñando que la sangre joven tiene mucho que enseñar a los viejos, fui un imbécil en pensar que soy experto "

Ella fue bajando poco a poco por el pecho de él mientras lo pajera rápidamente, al llegar a los huevos los succiono de tal manera que quedaron ambos en la boca de ella y en ningún momento dejó de menear aquél trozo de carne que de repente desapareció casi por completo ya que estaba en la boca de Elizabeth, ella hacía que apareciera y desapareciera porque movía la boca tan rápido que Alejandro no daba cuenta de lo que pasaba, ella degustaba ese pene, lo probaba con la lengua recorriéndolo desde la base hasta la cabeza dándole besos durante el recorrido.

Alejandro – Me vengooo!!!!

Elizabeth – No importa échamelos papito .....

Elizabeth se engulló mis huevos mientras le llenaban su cara de semen, pero sólo por un momento de un golpe se volvió a meter el pito en la boca y con su mano exprimía el tronco tragándose lo que quedaba, ambos cuerpos estaba sudorosos pero no se despegaban, ella no sacó de su boca para ponerlo duro y él trataba de agarrar su segundo aire para penetrar ese hermoso cuerpo.

Ella se hizo a un costado de él para secarse la cara con un pañuelo en lo que Alejandro se empalmaba de nuevo.

Elizabeth se acomodó de tal manera que toda su panocha quedaba a merced de él y abriéndosela con los dedos ...

Elizabeth – Ven papi, ya dámelo

Alejandro – Es un placer perrita

Preso del erotismo su pene resbalaba lascivamente buscando el fondo de esa joven gruta, la pared vaginal estaba lejos pero sus paredes se amoldaban al miembro, aquél pene se movía incontrolablemente dentro de esa cueva húmeda llevándolos a conocer es placer carnal

Elizabeth – Sigue, uff, que rica pinga

Alejandro – Está ardiendo tu panochita

Alejandro se quitó para que ella se subiera en él, dándole la espalda lo cabalgaba frenéticamente y se movía en círculos llegando al placer extremo, él la hizo un poco hacia delante y la penetró más rápido y fuerte, su pene salía y entraba con fluidez y tenía una vista de ese hermoso y grande trasero siendo penetrado

Alejandro – No puedo más

Y entonces se vino llenándole con grandes chorros de semen la concha, al levantarse Elizabeth le escurría de la vulva líquido blando de Alejandro y chorro de su panocha.

Ella comenzó a vestirse sin mencionar nada.

Alejandro – Eres grandiosa

Elizabeth – Eres un buen amante

Terminó de vestirse y salió de la casa dándole un beso en la frente. Alejandro se quedó estático y dubitativo, en su cabeza pasaban ideas e imágenes que lo dejaban incrédulo

Alejandro – Elizabeth se entregó a mí por despecho, pero aún así estoy agradecido porque me enseñó que aún no sé nada y me brindó la experiencia más erótica de mi existencia..