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Tres hermanas (un golpe de suerte)

en Hetero: General

TRES HERMANAS (UN GOLPE DE SUERTE)

El sol se había perdido en el horizonte, paulatinamente los animales comenzaban a dar señales de vida en la pradera saliendo del refugio que los protegiera de un día insoportablemente caluroso. Los árboles apenas oscilaban por una tenue brisa que se había levantado permitiendo al fin disfrutar un poco de aire.

La casa, una casa de madera con techo a dos aguas era poco menos que un horno y la galería cubierta por un alero en toda su extensión era el punto de reunión familiar en las noches de verano.

El poco fresco que podía haber esa noche solo era posible capturarlo bajo esa galería en donde el sol tenía el acceso sumamente dificulto al estar orientada hacia el oeste por lo cual durante los atardeceres una hilera de añosos eucaliptus formaban una barrera natural contra sus rayos.

Era viernes, y como todos los viernes Manuel, un agradable hombre de campo que pasaba la mayor parte de su vida dedicado a sus animales, había asistido a la reunión semanal en el club donde se juntaban para comenzar cenando y prolongar la velada hasta altas horas de la noche bebiendo copiosamente y jugando barajas y dados.

En la cocina Carmen tenía todo encaminado para que pronto las mujeres de la familia disfrutaran su cena tras la cual seguramente se quedarían conversando de asuntos femeninos por tiempo indeterminado.

-Mamá, falta mucho para cenar? Estamos muertas de hambre! – Sonó la voz de Guada, la más inquieta de las gemelas quien junto con Noelia (la otra gemela) y Daniela, la mayor de las tres hermanas quien acababa de cumplir los diecinueve y con ello dar por finalizado su primer noviazgo oficial, estaban parloteando bajo el alero balanceándose lentamente en las hamacas que su padre había construido para ellas cuando aún eran unas niñas.

De eso ya habían transcurrido unos cuantos años durante los cuales Daniela se había transformado en una hermosa joven, algo delgada de largos cabellos castaños y ojos color miel, y aunque de piel blanca su rostro siempre tenía el color que delataba largos paseos bajo el sol. Su cuerpo era el de todo una mujer, sin ser exuberante sus curvas eran lo suficientemente notorias en su largo vestido ceñido a la cintura como para arrancar miradas

lascivas a su paso en cada una de sus visitas al pueblo.

-Guadalupe, cuantas veces te he dicho que no debes gritar de esa manera! Todavía falta un poco, tengan paciencia! – Bramó Carmen completamente transpirada desde la cocina donde el calor era realmente insoportable.

-Dani , sabes que Noe ha conocido a un chico en el baile de la escuela? – Dijo Guada intencionadamente para provocar el enojo de su gemela.

-Cómo es eso hermanita, que todavía no me entero?

El pecoso rostro de Noelia se puso colorado como un tomate. Tenía pena de contarle a su hermana mayor lo que para ella era todo una novedad en su vida, un chico, bailar abrazados bajo la luz tenue del salón, esa presión tan extraña en su vientre cuando sus cuerpos dejados llevar por el instinto adolescente se estrecharon al oír la primera balada de la noche. Luego

caminaron de la mano hasta llegar a metros de la casa sin haber cruzado la hilera de árboles

para volver al abrazo sin más música que algún pájaro trasnochado, los labios del chico buscaron los de Noe quien solo atinó a cerrar sus ojos hasta sentir como la presión de la lengua hacía que sus labios se separaran y dejaran que se introdujera en su boca para entrelazarse con la suya. Nuevamente el abrazo se hacía más intenso y volvía a sentir esa presión en su vientre. Interrumpió el beso para preguntar qué era "eso" y el joven la separó un poco para dejar ver el prominente bulto que se formaba en lo más alto de su pantalón.

Volvieron a besarse y abrazarse con mayor intensidad y ya las manos del chico no se contentaban con acariciar la espalda de Noe bajando suavemente por sus nalgas firmes de colegiala sobre la suave tela del vestido. Presionó suavemente cuando Noe notoriamente sonrojada lo interrumpió: - Debo entrar a casa! – Y con un último beso en los labios se despidió y echó a correr hacia la casa.

-Maldición Guada, que no puedes mantener esa bocota cerrada! – Le contestó mientras la taladraba con su mirada.

-Anda, niña , si no quieres no me cuentes, pero si algún día necesitas preguntarme algo ya sabes que puedes contar con tu hermanita mayor.

Y realmente era la única opción que tenía, tanto Guada como sus amigas deberían tener la misma o tal vez menor experiencia que la suya, aunque adornada con tanta palabrería cada vez que se juntaban para hablar de "hombres" que para eso sí que Guada era mandada a hacer "que se la he visto a tal tío" , "que tal otro me propuso tal cosa..." pero la realidad era que el sexo en la vida de las gemelas estaba aún en estado potencial. Claro que ya sabían que un dedo descendiendo lentamente desde su monte de venus sintiendo la suavidad de su vello púbico hasta la entrada de sus vaginas saludando amablemente el inflamado clítoris al pasar les despertaría sensaciones indescriptibles y era Noelia quien lo había descubierto primero una noche del verano anterior. No pudiendo reprimir sus jadeos y tras varias noche de practicarlo Guada no pudo más con su curiosidad por lo que hacía su hermanita. Así fue como aprendió a hacerse su primer dedo.

-Noe, qué pasa que estás tan agitada? – Preguntó pícaramente Guada abriendo el juego intuyendo que su hermana podría suministrarle un conocimiento interesante.

Noelia sentada en el borde de la cama de su hermana y Guada con su bombacha baja más allá de sus rodillas, sus muslos separados y su mano que guiada por la de su hermana subía y bajaba por su raja hundiendo su dedo índice. Se excitó tremendamente al sentir como su dedo se empapaba de sus jugos y ahora era ella quien arrastraba la mano de su hermana que presa de la excitación del momento había olvidado que Guada ya podía seguir solita.

Su dedo recorría desde el clítoris hasta hacer una leve presión en su ano. Y la explosión llegó, la velocidad del dedo se aceleró y cuando estuvo a punto masajeó su clítoris con frenesí. Despegó sus nalgas de la sábana, su cuerpo se tensó y comenzó a gemir desaforadamente, tanto que su hermana tuvo que taparle la boca para evitar un escándalo de proporciones.

En cambio Daniela era la más experimentada de las hermanas, con tres años más que ellas, había vivido cosas que las gemelas recién comenzaban a imaginarse. Días atrás había terminado con su novio quién por lo único que quedaría en sus recuerdos era por haber sido el primer hombre en su vida. Que va, que el chaval lo único que sabía era que tal cosa iba en tal sitio, que había que moverla de adentro hacia fuera y que cuando iba a correrse debía salirse más veloz que un rayo para evitar hacerle un crío. Luego de esto Daniela debía recordarle que aún faltaba algo con lo cual conseguía que el muchacho arrimara sus narices a su cueva y torpemente con su lengua lograba proporcionar algo de placer a la joven.

Pero ella deseaba algo más. Algunas de sus compañeras de curso ya habían probado lo que era estar con un verdadero hombre y Daniela estaba deseosa de experimentarlo.

-Quieres que te lo cuente así vas con el chisme a mamá! –La acusó sin imaginar las dudas que su hermana mayor podría despejarle acerca de los hombres.

-Niña! Eso es lo que eres, una niña! En cambio yo... –Daniela se hacía la interesante con aires de superioridad tratando de captar la confianza de Noelia.

-Tu qué? Es que acaso ese gilipollas...

La discusión prometía ponerse de lo más acalorada cuando entre las sombras apareció una silueta humana que ya había traspasado la línea de árboles que separaba la casa del campo.

El hombre se acercaba hacia la casa a paso lento pero la oscuridad de la noche no permitía identificarlo con claridad.

Cuando avanzó unos pasos más y estuvo a pocos metros de la galería el grito de las jóvenes fue casi al unísono. Un hombre alto, avanzaba hacia ellas completamente desnudo.

Las chicas se levantaron asustadas para correr hacia el interior de la casa pero cuando emprendían el recorrido hacia la puerta el ruido de un golpe seco las detuvo.

Aún temerosa fue Guada la primera en volverse a ver:

-Chicas! Miren!

El hombre yacía en el suelo. Se había desplomado al pie de los dos escalones que separaban el piso de madera de la galería del verde césped donde había quedado tendido el desconocido.

A esta altura las cuatro mujeres ( Carmen había salido advertida por los gritos de sus hijas) observaban a un hombre desnudo con caras de desconcierto.

La preocupación de la madre de las niñas contrastaba con la curiosidad de las gemelas buscando ver "algo" que aún no podían ver oculto por la posición en la que el hombre había caído, de costado y con la pierna que quedaba arriba encogida tapando su virilidad. La penumbra de la noche tampoco ayudaba demasiado.

-La verdad que no está nada mal – pensó Daniela agachada frente al hombre y tocando uno de sus hombros – pero qué mierda estoy pensando si no sé si está vivo o muerto!

-Hijas, traigan algo para iluminar! – Ordenó Carmen quién recién lograba recuperarse de la sorpresa.

Daniela corrió presurosa hacia la casa y las mellizas junto a su madre intentaban recostarlo sobre su espalda para poder examinar mejor su cuerpo y observar si era posible alguna herida causante del mal estado del hombre.

-Al menos respira – Se alegró Carmen arrodillada.

Llegó Daniela con el farol y por fin podían verlo con claridad. Boca arriba, sin nada que se interpusiese entre su cuerpo y los ojos desorbitados de las gemelas, el tipo se exhibía en toda su extensión. Las miradas centradas en su pene inerte mostraban la curiosidad satisfecha de las hermanas menores de la familia.

-Mira Noe! No me hubiera imaginado que fuera así! – Le susurró Guada al oído.

-Yo tampoco – Respondió esta pensativa recordando el bulto que le mostró Joaquín la noche del baile – No puede ser que "eso" forme semejante bulto – Se dijo pensativa, la dura presión que hacía en su pubis la entrepierna del chaval no concordaba con el miembro aparentemente blando que tenía ante sus ojos.

Daniela, que ya conocía lo que era una polla hecha y derecha, la estudiaba con mayor conocimiento imaginando que aquello que veía podría ser realmente imponente en estado de erección. Entrecerró brevemente sus ojos imaginando el miembro erecto del hombre entre sus manos, acariciándolo... Cuando la voz de su madre la despertó de sus fantasías:

-Hijas, debemos examinarlo para saber si está herido! – Gritó Carmen quien de momento parecía ser la única preocupada por la salud del hombre.

-No pareciera, pero revisemos – Contestó Daniela comenzando con el farol a recorrer todo su cuerpo mientras su madre agazapada lo observaba minuciosamente.

-No encuentro nada! –Decía Carmen al concluir la revisión de la parte frontal del hombre.

-Yo tampoco veo nada – Acotó Guada, quien miraba atentamente.

-Ayuden a incorporarlo un poco para revisar su espalda.

Las gemelas colocaron sus manos entre el suelo y la espalda del hombre y haciendo un gran esfuerzo lograron separarlo algo del suelo, viendo esto Carmen las ayudó hasta dejarlo prácticamente sentado.

-Daniela, ilumina aquí! – Carmen señalaba la espalda.

-Mamá, pesa mucho! Ufff! – Noelia ya daba señales de no poder soportar mucho tiempo más el peso que estaba soportando.

-Solo un poco más! Ahí! – Le pidió a Daniela que iluminara la cabeza del hombre. –ahí! Tiene una mancha de sangre!

Efectivamente los cabellos del hombre estaban pegoteados por la sangre que comenzaba a secarse aunque seguía emanando levemente de su cuero cabelludo. Al bajar el farol también observaron el césped teñido de rojo oscuro.

-Debemos llevarlo a la casa para poder limpiarle la herida y ver que tan importante es!

-Sí mamá, Noe, Guada, ayúdennos! – Gritó Daniela buscando cual sería la mejor manera para trasladar al corpulento hombre lo cual iba a ser una tarea bastante complicada.

Las gemelas, una a cada lado, Carmen de los hombros y Daniela por las piernas, cogieron al hombre y con gran esfuerzo lograron introducirlo en la casa.

-A la habitación de huéspedes! – Carmen ya sabía donde recostarlo. La habitación que permanecía en desuso la mayor parte del tiempo solo era habitada una vez por año cuando la hermana de Manuel los visitaba para las Pascuas.

Con una mano Daniela corrió las cobijas hacia los pies de la cama y luego las mujeres depositaron al hombre sobre el lecho.

-Traigan gasas, alcohol y vendas! – Carmen se disponía a curarlo y observar que tan fuerte podía ser el golpe debido a que el hombre permanecía en un estado de inconsciencia que le preocupaba.

Comenzó a curarlo con la ayuda de Daniela quien le sostenía la cabeza para facilitar la labor de su madre mientras las gemelas embobadas no despegaban la mirada del miembro adormecido entre las ingles.

-Podrían taparlo, no? – Las regañó su madre sólo por el hecho de dar el ejemplo ante sus hijas que disfrutaban del espectáculo mientras ella se preocupaba por la salud del hombre.

-Mamá, no habría que buscar al doctor? – Propuso Daniela viendo que la situación escapaba de sus conocimientos.

-Hija, en estos momentos debe estar tan borracho como tu padre, además a estas horas de la noche.. – Carmen no permitiría que ninguna de sus hijas saliera sola a buscar al médico y tampoco dejaría a sus hijas solas con un desconocido que en cualquier momento podría despertar. – Al parecer la herida no es demasiado profunda, quizá esté conmovido por el golpe y de un momento a otro despierte.

-Si tu lo dices, mamá...

-Hijas, dejémoslo descansar un rato mientras cenamos, que ya casi la comida está lista.

Tal vez solo necesite un poco de reposo.

Allí lo dejaron tendido en la cama solo cubierto por las sábanas debido al intenso calor que hacía y abrieron la ventana para permitir el ingreso de una suave brisa que en las noches de verano solía levantarse.

Ya sentadas en la mesa el clima era distendido.

-Has visto Dani como Noe le miraba la cosa al hombre? – Aprovechaba Guada que su madre aún permanecía en la cocina ultimando los detalles para la cena.

-Tu tampoco te has quedado corta! Te lo comías con tus ojos! – ahora bajando el tono de voz y acercando su cara a la de las gemelas- Para ser sincera creo que más que "cosa" tiene una "cosota" – Desatando la risa de sus hermanas ante el gesto elocuente que hacía con sus manos.

-De qué se están riendo? Tenemos a un hombre herido en la habitación y les da un ataque de risas?

-Nada mamá –Se apresuró Daniela a responder fijando su mirada en sus hermanas- Cosas de niñas!

La cena transcurría con calma salvo el oportunismo de Guada quien a cada descuido de su madre se las ingeniaba para decir algo referente al atractivo hombre que yacía a metros de ellas.

Y la verdad que les había resultado atractivo. Durante la vorágine de la situación cada una a su manera se había encargado de observar los atributos físicos del individuo siendo Carmen la más cuidadosa en no dejar advertir sus pensamientos. Pero el tipo le resultaba guapo por demás, unos diez años menor que ella , bien parecido y con un físico bien marcado, contrastaba con el de su marido quien ya reflejaba el paso del tiempo y comenzaba a pagar el precio de tanta comilona regada de vino.

El físico de Carmen estaba perfectamente conservado a sus cuarenta y pico. Con las lógica influencia de la ley de gravedad en sus senos y glúteos, estos se conservaban mucho más firmes que en otras mujeres de su edad. Y ese cuerpo necesitaba más atenciones que las que le prodigaba su marido para seguir conservando ese aire de juventud. La sola idea de que ese perfecto desconocido con un físico atlético podría suministrarle todo el éxtasis que con su esposo desde hacía algún tiempo se le venía negando la perturbaba por completo.

-Mamá, qué es lo que pudo haberle ocurrido? –Preguntó Noelia rescatando a su madre de sus pensamientos.

-Ummm...... , no lo sé hija, seguramente fue atacado pero el modo en qué apareció es extraño...

-Extraño para Guada que nunca había visto un... –Las palabras de Daniela fueron interrumpidas abruptamente por su madre con una mirada fulminante.

-Jovencita! Deberías avergonzarte de hablar así de tu hermana. – Con estas palabras Carmen daba por cerrado el tema.

 

La mañana de aquel viernes había transcurrido con la tranquilidad habitual. La presencia de forasteros en el pueblo era habitual. No era extraño ver aparecer hombres de a caballo por la polvorienta calle principal del pueblo. Mucho de ellos llegaban al pueblo para comprar provisiones, otros para vender sus mercancías, otros visitaban el banco, también algunos solo estaban de paso utilizando los servicios del viejo hotel para reponerse y continuar su viaje.

El hombre había salido del banco y luego de montar su alazán se alejaba a paso lento del pueblo. Las alforjas alojaban la totalidad del dinero que había recogido y se disponía a regresar a su estancia.

A lo lejos otro jinete avanzaba al trote en dirección contraria en un caballo negro azabache.

A metros de cruzarse este último casi detuvo su marcha casi como si esperase a que el alazán avanzase hacía su posición.

El hombre se quitó el sombrero saludando y como respuesta recibió idéntico gesto del otro jinete. Boquiabierto quedó al observar la rubia melena ensortijada que escondía el sombrero de la joven quien con la mirada le demostró lo atractivo que le resultaba.

Se saludaron, se miraron, se presentaron y siguieron conectándose con sus miradas. Luego de apearse, cogieron las riendas de sus caballos y comenzaron un paseo que los dirigía a la margen del río.

Luego de conversar largo rato y de enterarse que la joven venía de un largo viaje desde un pueblo lejano también notó que estaba hambrienta.

-Tengo algunas provisiones y pensaba en almorzar antes de emprender el regreso.

-Ohh! Eres muy amable! Pero antes debo refrescarme un poco. – Le decía mientras dirigía su mirada hacia el río.

-Perfecto, mientras tu te aseas voy a preparar la mesa! – Dijo en tono de broma.

Eligió un fresco lugar a la sombra de varios árboles los cuales prácticamente formaban un cerco brindándole al sitio una intimidad particular.

Luego de tender una chaqueta a modo de improvisado mantel y colocar unas provisiones levantó su mirada y a lo lejos, a metros del agua la joven se aprontaba para su baño.

Sus vaqueros yacían cuidadosamente doblados y su camisa en ese instante abandonaba su cuerpo. Sus cabellos descendían por su espalda hasta el momento en que se inclinó para quitarse su última prenda. La redondez de sus glúteos enmarcaba lo que a lo lejos se divisaba como una sombra entre sus piernas. Su vulva recubierta por un suave vello castaño se ofrecía a lo lejos para el regocijo de su mirada.

La dejó terminar de desnudarse y caminar hasta sumergirse en el agua del tranquilo río que en esa zona se ensanchaba formando una especie de lago enmarcado por numerosos sauces que vertían sus ramas sobre la orilla.

Se acercó sigilosamente para no privarse del hermoso espectáculo que ya había comenzado.

Disfrutó viendo cómo el agua que la joven vertía con sus manos mojaba su cabello. Su piel se erizó al ver caer infinitas gotas sobre los pechos de la rubia muchacha excitando sus rosados pezones que comenzaban a endurecerse. Sus pechos rozaban la perfección de la redondez, de tamaño aceptable, sobresalían enaltecidos por lo estrecho de su cintura hasta donde su cuerpo era cubierto por el agua.

Detrás del árbol que lo ocultaba permitiéndole disfrutar de la erótica función su cuerpo comenzaba a excitarse más de lo que esperaba por lo que se dispuso a ponerle fin a esa situación, al fin y al cabo se consideraba un caballero y no quería desdibujar esa imagen.

Comenzó a caminar hacia el río intentando hacer el mayor ruido posible para que la chica lo oyera y se sumergiese hasta el cuello ocultando todos sus encantos.

Ella al notar su presencia lejos de ocultar su cuerpo bajo el agua miró hacia la orilla.

-El almuerzo está servido! – Dijo él intentando disimular esa mezcla de nerviosismo y excitación que lo envolvía.

-Eso puede esperar! Ven a refrescarte un poco! – Le respondió la rubia levantando sus brazos haciendo balancear graciosamente sus pechos que al instante cautivaron la mirada del hombre.

El tipo quedó estupefacto – Pero si esta belleza podría tener a cuanto hombre quisiese... debo estar en mi día de suerte- pensó ya que esta invitación parecía acercar notoriamente su objetivo.

De espaldas al agua se despegó velozmente de sus ropas y dando un brusco giro corrió hasta zambullirse.

Nadó un poco, se sacudió la cabeza y al abrir los ojos ella permanecía allí observándolo con deseo. Le clavó su mirada mordiéndose su labio inferior. El cabello mojado caía sobre sus hombros. El bajó su mirada encontrando sus pezones que ya se encontraban completamente rígidos. Volvió a subir su mirada para encontrarse con la de ella. Era el momento de avanzar. Se deslizó lentamente abriéndose paso en las calmas aguas hasta llegar a casi unir su cuerpo al de ella. Intensificó su mirada y fue ella la que con un corto pasó diluyó la estrecha distancia que los separaba. Le envolvió la boca con sus labios y ahora mordía los del hombre quien de momento atinó a rodearla con sus brazos a la altura de la cintura apretando su cuerpo contra el de la muchacha.

Le devolvió el mordisco y jugueteó con su lengua, se la mordió suavemente, sus manos ya disfrutaban de las firmes nalgas que un rato antes había conocido a la distancia.

Se las sobó con lujuria, las presionó atrayendo el sexo de la mujer hacia su prominente erección. Liberó su lengua para inclinarse y dirigirla hacia los pezones, jugueteó con ellos, los mordisqueó suavemente arrancando los primeros gemidos de la rubia. Ella lo rodeó con sus piernas e inclinó su cuerpo hacia atrás dejando sus cabellos flotar en el agua para facilitar el estímulo que el hombre le prodigaba a sus ardientes senos.

Ella se incorporó y ahora era su cuello el que recibía el calor de la boca de su amante.

El liberó una mano asiendo su pene hasta apoyar su glande en la entrada de la vagina donde lo dejó unos instantes presionando levemente para que el orificio fuese reconociendo a su visitante. Fue ella la que de un solo movimiento de caderas permitió que el miembro se deslizara hasta el tope. Sintió sus nalgas chocar contra los testículos. Comenzó a subir y bajar lentamente, le devolvió los mordiscos en el cuello y las orejas que el respondió con potentes movimientos pélvicos que clavaban su polla en lo más profundo de su cavidad.

El la tomó de los hombros y la reclinó hacia atrás. Apoyó la palma de su mano sobre su pubis y con su dedo pulgar comenzó a masajear suavemente su clítoris. Ella reaccionó aumentando la presión de sus piernas intentando sentir al máximo el pene que se alojaba en su coño. El dedo acrecentó la intensidad de sus caricias, ella arqueó su espalda, elevó su vientre y aflojó sus piernas. Se dejó envolver por el orgasmo que electrificó su cuerpo. Las paredes de su vagina se contraían y relajaban frenéticamente y los suaves gemidos se transformaron en aullidos de placer que sacudieron el monótono silencio que los rodeaba.

La dejó flotar unos instantes permitiendo que se recuperara y la cogió de una mano emprendiendo el camino hacia la orilla. Ella se recostó mirando el cielo con sus piernas abiertas invitando a continuar al hombre en la búsqueda del placer.

El se inclinó sobre ella apoyando sus rodillas entre las bronceadas piernas de la joven.

Estaba a punto de penetrarla cuando el sol se oscureció. Sintió el golpe seco en su cabeza... y nada más.

-Maldita perra, solo debías distraerlo... y te lo terminas cepillando! – Le recriminó su cómplice. – Anda vístete, cojamos el dinero y larguémonos de aquí!

Cuando abrió los ojos se sentía completamente aturdido, dificultosamente pudo incorporarse y comenzó a desandar su camino hacia la arboleda. A su paso no había rastros de sus ropas, mucho menos entre los árboles quedaban rastros de sus pertenencias, ni caballo ni dinero ni nada...

No se sentía capaz de andar demasiado, sus piernas le flaqueaban, el mareo lo atormentaba y la oscuridad comenzaba a envolverlo.

Comenzó a vagar, se adentró en un campo y caminó, no tenía noción del tiempo, hasta que llegó a una hilera de árboles, la atravesó y vio a tres muchachas...

Finalizada la cena las cuatro mujeres entraron al cuarto donde descansaba el hombre. Permanecía dormido pero parecía respirar normalmente.

-Dejémoslo descansar y vayamos a dormir que ya hemos tenido suficiente por hoy – Decía Carmen con el ceño fruncido – Todavía debe regresar su padre y habrá que ver como se lo toma.

-Se lo tomará como todo lo que se habrá tomado esta noche! – Intentó hacerse la graciosa Guada.

Silenciosamente abandonaron la habitación y se repartieron en sus respectivas alcobas para descansar.

Carmen había caído rendida en su lecho. Pocos segundos le había llevado conciliar el sueño.

En su cuarto Daniela repasó los atípicos sucesos acaecidos esa noche, recorrió mentalmente el cuerpo del hombre palmo a palmo. Recordó su mano posada en aquella imponente masa muscular. No podía quitarse la visión de aquella verga, la imaginaba completamente erecta.

Cerró sus ojos y la imagen cobró mayor nitidez. Presionó con fuerza los párpados y emitió un profundo suspiro. Tres dedos unidos burlaron la tímida resistencia del elástico de sus braguitas y el del centro se deslizó por su raja hasta llegar al perineo y al iniciar el camino de regreso aumentó la presión separando los labios mayores hasta llegar a su clítoris. En su recorrido había recolectado los tibios jugos que comenzaban a fluir. Se detuvo jugueteando unos instantes en su zona de mayor sensibilidad y comenzó a emitir unos gemidos apagados sin borrar de su mente el tieso miembro viril que había desatado su excitación.

Inició una leve presión con la yema de su dedo hundiéndolo en la entrada de su vagina. Introdujo su dedo hasta el nudillo y comenzó a deslizarlo en un ida y vuelta que se aceleraba junto a los latidos de su corazón. Se volteó quedando con su cara presionando su almohada. Sus rodillas presionaban con fuerza el colchón y sus nalgas se elevaron levemente. Su dedo volvió a su clítoris y el volcán hizo erupción. Se contorsionó hasta casi llevar sus muslos hasta su rostro. Pequeños hilos de lava blancuzca se concentraron en la parte baja de su ropa interior. Un último temblor la llevó al relajo que marcaba el final de su orgasmo. Sus piernas se extendieron y se durmió.

En la habitación contigua las gemelas no podían pegar un ojo. Los momentos vividos hacía solo unos instantes marcaban uno de los sucesos más excitantes en sus vidas.

Su curiosidad se sentía completamente perturbada. La curiosidad que comenzaban a despertar los hombres en sus vidas.

Luego de un rato oyeron ruidos en la entrada de su casa y atestiguaron la llegada de su padre a casa. Estaba tan ebrio como ellas suponían y tan pronto ingresó en su habitación no supieron nada más de él.

-Noe! Puedes dormir?

-Eso intento! – Mintió Noelia quien colmaba sus pensamientos con la imagen de su visitante.

-Es qué no puedo pegar un ojo! – Guada quería expresar abiertamente la excitación que la embargaba.

-Inténtalo y déjame dormir.

-Viste el cuerpazo que tiene! – Prosiguió haciendo oídos sordos a su hermana.

-Cállate!

-Vamos que he visto como mirabas entre sus piernas!

-Ehhh....

-Sí, y bien que te ha gustado. – Guada tenía a su hermana acorralada. Luego de un breve silencio prosiguió – No te gustaría verlo bien de cerca sin nadie que moleste?

-Estás loca!

-Anda, vamos a verlo! Ya están todos dormidos!

-Te digo que no! – Concluyó Noelia con firmeza.

-Pues tu te lo pierdes! Yo iré ahora mismo! – Y saltando de su cama encendió una vela y salió del cuarto.

Noelia oyó desde su lecho como se abría la puerta del cuarto de huéspedes. Respiró profundo y se dispuso a dormir. Con lo que no contaba fue con el abrupto regreso de su hermana.

-Noe, Noe, tienes que venir!

-Qué pasa? – Preguntó con fastidio.

-Ven, ven, es que está...

A esta altura Noelia era arrastrada de un brazo por su hermana. Prefirió no resistirse porque seguramente despertarían a alguien.

Al entrar al cuarto Guada acercó la vela a la cama:

-Lo ves?
El rostro de Noelia contemplaba boquiabierto el pico elevado marcado en las sábanas a la altura del pubis del hombre.

-Guau!!!

-Quiero verlo! – Guada moría de curiosidad y su excitación comenzaba a dispararse.

-No, niña! Vámonos de aquí! Puede entrar alguien!

-Papá llegó borracho como una cuba, mamá parecía agotada y a Dani la oí hacerse un dedo por lo que debe dormir plácidamente.

Noelia comenzaba a transpirar mirando a su hermana gemela. El camisón blanco de suave algodón comenzaba a pegarse a su cuerpo.

Guada la buscó con la mirada pidiendo su aprobación y ante un sutil gesto que ella interpretó como un sí dirigió su mano izquierda hacia la sábana que cubría al hombre.

Juntó aire y la deslizó lentamente hasta la cintura. Sonriendo miró a su hermana queriendo jugar con su impaciencia. A esta altura ambas morían por ver el miembro erecto del hombre.

Con un solo movimiento terminó por descubrirlo como si descubriera una estatua en un acto de homenaje a un prócer. Y allí estaba, tieso a más no poder, apuntando levemente al torso de su dueño.

A las gemelas los ojos se le salían de sus órbitas.

-Mira Noe! Que grande se le puso!

En ese instante Noelia encontró la explicación del bulto que le había enseñado Joaquín días atrás. El muchacho se había excitado con ella. Pero ahora el que se encontraba excitado era el pene del hombre tendido frente a ellas.

-Entonces eso... –Noelia detuvo sus palabras concluyendo sus pensamientos sin expresarlos.

-Te animas a tocarlo? –Preguntó pícaramente Guada.

-Ni loca! –Respondió instintivamente Noelia aunque se moría de ganas por hacerlo. Recordaba la sensación del bulto de Joaquín apoyándola y deseaba avanzar un poco más.

-Yo sí! –Dijo Guada dirigiendo la punta de sus dedos al miembro tieso que se le ofrecía.

Lo tocó con timidez retirando abruptamente sus dedos como quien toca a un perro sin saber si lo va a morder.

-Anda niña! Si le tienes miedo! –Rió Noelia.

Guada la miró con odio no tolerando la afrenta y decididamente se concentró en el pene del hombre.

Ahora sí con la yema de sus dedos lo recorrió desde el capullo hasta la base subiendo y bajando varias veces acariciándolo. –Qué duro lo tiene! No puede ser que este tipo esté inconsciente, solo debe estar dormido. –Pensó.

Noelia miraba atentamente sin perder detalle de lo que sucedía. Mentalmente le pedía a su hermana que continuara. Su sudor iba en aumento junto a su excitación.

Ahora Guada rodeaba el mimbro con toda su mano. El grosor del mismo no permitía que llegaran a unirse sus dedos índice y pulgar. –Qué gruesa y caliente la tiene!

Presionó con su mano estrechando el incompleto círculo que formaba y moviéndola hacia abajo lentamente liberó el glande notoriamente inflamado. Creyó advertir un leve movimiento pélvico en el hombre pero su ascendente excitación no le permitió detenerse en ese detalle.

Comenzó a menear su mano arriba y abajo –Mira Noe! Así es como los chicos se hacen las pajas! – Y si hubiera dirigido la vista hacia su hermana hubiera advertido también como se las hacen las chicas. Su mano derecha había levantado su camisón y se había introducido dentro de sus braguitas. Su dedo corazón hurgaba entre sus labios mientras no perdía detalle de la actividad de su gemela.

-Mmmmmm! –Fue la única respuesta que obtuvo de Noelia.

Siguió masturbando el miembro con denodado esmero y el efecto que provocaba en el cuerpo del hombre era cada vez más notorio. Pequeños temblores en la zona pélvica eran cada vez más frecuentes.

-Ven Noe! Hazlo tú también! –Le dijo a su hermana para luego dirigirle la mirada y observar como mordiéndose el labio inferior estaba a punto del orgasmo. Noelia cerró sus ojos apretó sus piernas aumentando la presión de su mano en su vulva y en medio de un leve temblor emitió un gemido apagado.

-Mira que resultó putilla mi hermanita! –Pensó Guada.

Noelia abrió su ojos y se posó frente a su hermana del otro lado de la cama.

Ahora ambas muchachas frotaban el miembro del tipo. Agachadas hacia la cama apoyadas sobre un brazo seguían con su labor acercando su rostro para ver el espectáculo en primer plano.

El mundo para ellas había desaparecido, solo se concentraban en su labor cuando una tenue presión en sus cabezas les hizo dar un leve respingo.

Las manos del hombre estaban sobre sus cabezas y aumentaban su presión dirigiendo los rostros de las gemelas hacia su miembro. Ellas se dejaron llevar hasta unir sus labios al tronco erecto que las esperaba. Lo mordisquearon con sus labios. Era hora de poner en práctica todo aquello que habían oído de boca de sus amigas.

Fue Guada la primera que con su lengua recorrió el glande. Noelia ahora también con su lengua recorría el tronco hasta su base. Las manos del hombre acariciaban la cabeza de las gemelas indicando satisfacción con la actividad bucal de las hermanitas.

Noe detuvo a su hermana con una mano y se apoderó del glande del hombre. Guada la miraba mientras su mano buscaba su entrepierna.

Noelia le pasó su lengua un par de veces y redondeando sus labios comenzó a introducirse el miembro en su boca.

Llegó a sentir el glande dentro de su boca, le dio unos golpecitos de lengua y comenzó a mamarlo haciéndolo entrar y salir de su boca estrechando el orificio que formaban sus labios. Sintió con sorpresa como la mano del hombre guiaba su boca hacia la de su hermana la cual la recibió entreabierta producto de la excitación que sus dedos en su clítoris le provocaban. Disfrutó el suave roce de sus lenguas y al instante era guiada nuevamente al pene inflamado. Volvió a introducirlo en su boca, esta vez todo lo que pudo ayudada por el empuje de la mano en su cabeza.

-Ah! Ah! Ah! Ahhhhhhhhhhh! –Guada se contorsionó frente al miembro mamado por su hermana.

Sus gemidos incentivaron más a Noe en su labor quién acrecentó el ritmo de su boca.

Tras su orgasmo, Guada se dedicó a pasear la punta de su lengua por los testículos. Creyó sentir como estos se preparaban para iniciar su descarga.

Miró a Noe como seguía mamando con furia. Contempló como el cuerpo del hombre comenzaba a tensarse.

Noelia sintió como el primer chorro de semen llegaba a su paladar. Sus ojos desorbitados reflejaron el momento del comienzo de la eyaculación.

El hombre retiró de un solo movimiento la boca de Noe y dirigió la de Guada quien engulló el glande para recibir el resto de la descarga en su boca.

Lo saborearon mientras el hombre acariciaba suavemente sus cabellos. Se miraron y pasando sus lenguas por sus labios tragaron toda la leche que ocupaba sus bocas.

Dirigieron sus miradas al hombre justo en el momento en que este cerraba sus ojos.

Parecía que volvía a quedarse dormido. Un frío sudor cubría su cuerpo. Volvieron a cubrirlo con la sábana y regresaron a su cuarto. Sin decirse nada se acostaron cada una en su cama y se durmieron.

Los pensamientos confusos se sucedían en su mente. En un mediodía soleado estaba haciéndole el amor a una hermosa mujer de cabellos rubios y súbitamente un par de adolescentes de rojizos cabellos le obsequiaban una mamada de antología. Pero qué había sucedido entre tanto? El dolor de cabeza se intensificaba.

Los recuerdos del banco y la aparición de la rubia mujer le proporcionaron un leve indicio de lo sucedido. Volvía a sentirse débil. Cualquiera que fuese el esfuerzo que le había insumido su percance sumado al que alimentó la lujuria de las gemelas lo dejaron exhausto.

Debía descansar.

Había transcurrido gran parte de la noche aunque aún faltaría una hora para el amanecer.

Daniela caminaba hacia el hombre desnudo que se encontraba de espaldas. Al llegar a él, giraba hacia ella y la joven dibujaba una mueca de espanto al ver esa cabeza sin rostro...

-Ah! –Daniela interrumpió su grito al despertar de su pesadilla.

Intentó volver a dormirse pero solo logró que su inquietud se acrecentara. La imagen del hombre, pero ahora la del hombre que había aparecido frente a su casa volvía a su mente con toda nitidez. Estaba ansiosa por constatar la marcha de su recuperación. Y de volver a ver su cuerpo desnudo, a acariciarlo. La idea de volver a masturbarse fue desechada de inmediato.

-Iré a ver como se encuentra. –Pensó. Salió sigilosamente de su cuarto. La casa estaba en calma. El silencio solo era interrumpido por algún ave nocturna que a lo lejos canturreaba.

Al abrir la puerta de la habitación lo encontró tendido en la cama tal cual lo habían dejado la noche anterior.

Recorrió la cama de una punta a la otra tentada de correr las sábanas que impedían ver su objeto de deseo.

-Debo estar loca, maldita sea, pero es tan apetecible! –Y lentamente las sábanas iniciaron el mismo recorrido que horas antes habían recorrido de la mano de su hermana menor.

Lo admiró con sus ojos desde la punta de sus pies, deteniéndose unos instantes en su miembro que yacía en estado de reposo, continuó ahora pasando la palma de su mano por los pectorales hasta llegar a su boca acariciando con la yema de su dedo índice sus labios notando que se encontraban notoriamente secos. Se inclinó y posó levemente sus labios.

-Te traeré un poco de agua. –Susurró con voz protectora sin saber si podía escucharla.

Volvió de la cocina con un vaso y lo apoyó en la mesita de noche donde había dejado apoyada una vela al ingresar al cuarto. Pasó una mano debajo de la nuca e intentó incorporar un poco su cabeza. Con su otra mano dirigió el vaso hasta la boca del hombre y lo inclinó hasta que el agua hizo contacto con sus labios. El abrió sus ojos y se encontró con la mirada de Daniela quien le obsequió una dulce sonrisa.

-Debo haber muerto y este debe ser el cielo. –Pensó. –Aunque más bien debe ser el infierno con las dos diablillas que me visitaron antes...

Se sentía sumamente mejor. Las horas de sueño le habían devuelto gran parte de sus fuerzas. En su mente comenzaban a aflorar los sucesos del día anterior pero la mirada de Daniela lo distrajo de sus pensamientos.

-Cómo te sientes?

-Creo que bien... –Fueron las primeras palabras que salieron de su boca.

-Qué te ha sucedido?

-Unos bandidos... –Improvisó completamente avergonzado por haber caído en la trampa que le habían tendido la rubia y su secuaz.

-Ya, que te han atacado y te han dejado desnudo! Espero que no hayan abusado de ti!

-Eso sí que no! –Exclamó defendiendo su virilidad comenzando a pasar sus dedos entre los largos cabellos de la chica. -A propósito antes de que me dieras el agua sentí algo húmedo en mis labios.

Sabía perfectamente que la presencia de Daniela en el cuarto no obedecía estrictamente a la preocupación por su estado de salud. Al fin y al cabo las gemelas lo habían dejado tapado y ahora su cuerpo estaba en exhibición.

Daniela le respondió con una leve sonrisa algo cohibida por la aseveración referente al beso.

-Si resultaras la mitad de puta de lo que fueron las otras dos! –Pensó antes de aferrarse al rostro de la joven y hacerle estremecer los labios con un beso.

La separó para ver la reacción en su rostro. Estaba completamente entregada.

-Me volví loca desde el primer momento en que te ví! –Exclamó antes de atacar los labios que instantes antes la habían besado.

Se fundieron en un beso acalorado. Sus lenguas no se dieron tregua. El comenzó a besarle el cuello. Le desabrochó los dos botones que cerraban el escote de su camisón y llegó a mordisquearle un hombro. La abertura de la prenda le permitía apreciarle los pechos desde un plano poco convencional y prefirió verlos del modo más habitual.

Tomó el camisón por su parte inferior y poco a poco lo fue elevando. Primero aparecieron las bragas ante sus ojos. Ella ayudó elevando sus brazos y en instantes el camisón descansaba al pie de la mesita de noche.

La recostó sobre la cama, le acomodó la cabeza sobre la almohada y tras un breve beso comenzó a descender por su cuello mientras ella inclinaba su cabeza hacia atrás para ofrecerlo mejor. Se relajó y se dispuso a gozar del momento que tanto anhelaba.

El llegó con sus labios hasta los senos juveniles de Daniela oprimiendo suavemente el delicado pezón. Recorrió con su lengua la rosada areola y ella comenzó a dar señas de su placer.

-Ahh! Ahhhh! No te detengas! –Le suplicaba en el justo instante en que él levantaba su mirada para observar el placer que se reflejaba en el semblante de la joven.

Continuó su camino posando sus labios en el abdomen, introdujo la punta de la lengua en el ombligo disparando un respingo en la chica. Se arrodilló y con ambas manos aferró el elástico de la ropa interior. Comenzó a deslizarla por los muslos. Ella elevó sus piernas y las bragas terminaron su recorrido frente a la mirada del hombre quien las entretuvo entre sus manos. Las olió. La mezcla de olores del fluido emanado durante el solitario orgasmo que había disfrutado horas antes sumado al de los jugos que su vagina comenzaba a soltar conformaban un aroma embriagador para un macho en celo.

Ella se regocijó viendo como él se excitaba, bajó su mirada y un pene completamente erecto apuntaba en su dirección. Cerró los ojos y se dejó hacer.

Sintió la lengua humedeciendo aún más su vulva. Los dedos abrieron sus labios y la lengua ascendiendo hasta el clítoris terminó de separarlos por completo. Se detuvo allí hasta sentir como se endurecía.

-Ay! Ahh! Mmmm! –Ella comenzaba a retorcerse de placer. La punta de la lengua comenzaba a escarbar en la entrada de su gruta dejándola bien empapada. Dos dedos comenzaron a follarla mientras la punta de la lengua volvía a hacer de las suyas con el clítoris.

Sus caderas empujaban y se retraían acompañando el movimiento de los dedos hasta explotar.

-Aaahhhh! Aaaaaaaaahhhh! –Gimió ante el rostro de satisfacción de su amante.

Ella se recobró luego de unos instantes y busco desesperada el miembro del hombre. Lo masturbó lentamente asegurándose que estuviera listo para penetrarla. Se inclinó y lo ensalivó tras engullirlo un par de veces y tras esto se recostó abriendo sus piernas tanto como pudo. El se lanzó sobre ella apoyando el glande entre los labios que delimitaban el ingreso al conducto vaginal. Dejó que el coño se acostumbrase al calor de su polla. Ella presionó los glúteos del hombre y el pene se deslizó hasta el fondo de su cavidad.

-Qué delicia!

El comenzó a entrar y salir, intercalando estocadas profundas con otras superficiales, luego movió su pelvis en forma circular dejando a Daniela al borde de un nuevo orgasmo.

Se detuvo y con un además le indicó a Daniela que se colocara boca abajo.

Volvió a penetrarla e introdujo su mano debajo del cuerpo de la chica buscando su clítoris.

-Ughhh! Aahhhh!

Un nuevo orgasmo se apoderaba del cuerpo adolescente de Daniela. Sin esperar a que éste terminase él dirigió una mano de ella para que continuase trabajando su clítoris.

Levantó su torso intentando no dejar de penetrarla y dirigió un dedo al orificio anal empapado por el sudor y los jugos de la chica. Presionó sobre el contorno del agujero y siguió hundiendo la yema del dedo notando como el esfínter se dilataba.

Introdujo lentamente el dedo mientras Daniela se seguía masturbando en una seguidilla de pequeños orgasmos.

El primer dedo entró con facilidad. Al comenzar a introducir el segundo ella sintió algo de dolor y él se detuvo.

-No te detengas!!! –Le suplicó decidida a soportar lo que fuera. El placer recibido superaba con creces el dolor que sentía en su ano.

Luego de ensalivar el orificio volvió introducir el primer dedo que entró con facilidad. El segundo se fue abriendo paso con algo de dificultad pero lentamente se deslizó hasta hacer desaparecer su nudillo dentro del estrecho canal.

Los dejó descansar unos instantes para luego comenzar un movimiento de entrada y salida para avisarle al ano de Daniela lo que vendría.

Se arrodilló retirando los dedos del agujero para darle una última mirada a ese hermoso culo antes de penetrarlo. Se inclinó, le paso la lengua por última vez y ascendiendo con sus besos por la espalda de la chica hasta llegar a su nuca ayudó a su glande a posarse en la entrada del culo.

Presionó suavemente comprobando que el esfínter tenía la suficiente elasticidad para recibirlo y el glande entró sin problemas.

-Ahhhh! –Daniela lanzó un gemido mezcla de placer y dolor. Su rostro estaba completamente colorado y sus dientes apretados a más no poder.

Luego de unos instantes logró relajarse un poco. –Sigue, por favor no detengas.

El volvió a empujar y logró introducirla otro tanto. Ella respiraba aceleradamente por su nariz. Otro empujón y llegó a desaparecer poco más de la mitad de su miembro dentro de ese culo que estaba perdiendo su virginidad.

-Uuuggggg! –Otro gemido de Daniela denotaba que se sentía completamente colmada.

El volvió a masajearle el clítoris mientras el ano se acostumbraba. Ella relajó nuevamente su rostro y ahora su boca lanzaba suaves soplidos.

Con leves movimientos de su pelvis, él comenzó a mover su pene dentro del culo de la joven para aumentar paulatinamente el ritmo al mismo tiempo que crecía la intensidad de sus caricias en la vulva de la mujer.

-Ayyy! Ahhh! Aaaahhhhhhh! –Los gemidos de Daniela casi semejaban un llanto, un llanto de placer, de éxtasis.

El ritmo de las penetraciones se acrecentó y ella estalló en un nuevo orgasmo que rápido se encadenó a otro.

La presión que recibía su glande fue suficiente para colmar su excitación. Abruptamente detuvo sus estocadas. –Uuggggg! –El clímax había llegado. Una estocada profunda y el semen comenzó a brotar almacenándose en lo más profundo de las entrañas de Daniela.

Se dejó caer sobre ella sin dejar de penetrarla y le besó dulcemente la nuca, los pómulos. Ella volteó y sus lenguas juguetearon un instante fuera de sus bocas.

Instantes después yacían los dos de costado, cara a cara, en el más completo silencio.

A lo lejos se oyó el canto de un gallo. Algunos pájaros comenzaban su matutino concierto y comenzaba a percibirse cierta claridad.

-Debo volver a mi cuarto. –Recogió sus ropas y comenzó a vestirse. Al agacharse para colocar sus bragas él vio un hilillo blanco fluyendo de su ano. Terminó de arreglarse el camisón y salió. Al llegar a su cama cayó rendida y al instante se durmió.

El sol brillaba en lo alto y el calor comenzaba a hacerse sentir aunque apenas faltaba un rato para las ocho. La primera en despertarse fue Carmen. A su lado Manuel parecía desmayado. Su aroma confirmaba que el alcohol bebido la noche anterior brotaba por sus poros.

Salió de su cuarto. La casa estaba en calma. Abrió la puerta de la habitación de las gemelas. Dormían plácidamente con sendas sonrisas en sus rostros. La imagen de su hija mayor también irradiaba felicidad en su semblante.

-Veré como se encuentra nuestro huésped. –Pensó antes de bajar el picaporte de la puerta.

Asomó su cara dentro del cuarto y enseguida desanduvo su camino golpeando puertas y sacudiendo al resto de la familia.

-No está! No está! –Una a una las chicas se fueron despertando con caras de desconcierto.

-Qué pasa mamá?

-No está! El hombre se ha ido!

Ante semejante alboroto apareció Manuel en ropa interior ante la mirada atónita de sus hijas.

-Papá! –Exclamó Guada comenzando a reírse. Enseguida sus hermanas se sumaron al concierto de carcajadas.

-Carmen! Mujer! Donde has puesto las ropas que traía puestas anoche??????

FIN