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Complaciendo a mi esposa...

en Trios

Una noche después de que transcurrieron unos 10 días del relato anterior, desperté a media noche y encontré a Patricia mirándome fijamente mientras yo dormía, cuando la miré fingió dormir enseguida, y yo cobardemente me dispuse a seguir durmiendo; transcurridos unos minutos, Patricia dijo:

Me sigues queriendo a pesar de todo?– Sentí un estremecimiento, abrí nuevamente los ojos, y con el corazón en la mano le contesté: - Jamás me he sentido tan enamorado de ti como ahora.

Se quedó callada nuevamente por unos minutos, antes de volver a preguntar:

Estás seguro? Me sigues queriendo todavía?. - Esta vez, la miré y la besé antes de contestarle.

Te adoro -dije, y pensé que con eso la convencería, pero ella preguntó:

Y que sientes ahora por Ana Luisa?

Esta vez me quedé callado un rato antes de contestar:

Una gran admiración por la forma como maneja su vagina.– Y a continuación me reí de mi broma. Patricia no lo hizo, solo me miró y dijo:

Amor, quisiera que hablemos en serio sobre todo lo que pasó, tengo mucho miedo de que nuestro matrimonio se haya dañado por todo ello y quiero que hablemos para que eso no suceda. Hasta ahora siempre que hemos tenido problemas los hemos solucionado hablando, y quiero que lo hagamos ahora.

Me puse serio y le respondí:

Bueno, el hecho de que quieras hablar a mi me tranquiliza, pues quiere decir que quieres salvar nuestro matrimonio y que quieres seguir conmigo, no?.

Patricia me miró sin decir nada, como tratando de adivinar lo que yo sentía o pensaba. Yo continué:

Amor, mis sentimientos hacia ti no han variado en lo más mínimo. Talvez ahora te admiro más que antes, si eso es posible. Porque por primera vez vi que hiciste exactamente lo que querías, sin dejarte limitar por los prejuicios o la falsa moral. Y por la forma como te conozco, se que debiste hacer uso de tu mayor fuerza de voluntad para sobreponerte al miedo que sé que sentías. Pero lo hiciste, fuiste tú misma, y disfrutaste ese momento como tú querías. Eso para mí es algo digno de admiración, sin importar si lo que hiciste estuvo mal o bien, en ese momento estuvo bien para ti, lo viviste y lo disfrutaste…… Es lo que cuenta.

Me escuchó en silencio y contestó:

Hablas como si solamente yo hubiera hecho el amor con otra persona, y me hace sentir mal escucharte decirme esas cosas; no te olvides que tú hiciste exactamente lo mismo, así que no trates de desviar el meollo del asunto hacia lo que yo sentí o siento en este momento. Tú hiciste el amor con otra mujer, y lo disfrutaste como sé que nunca antes disfrutaste conmigo; y yo quiero saber como afectó ese hecho a lo que sientes por mí.

Me di cuenta que durante todo aquel tiempo, mi mente había estado ocupada únicamente pensando y analizando las imágenes de mi mujer con la verga de Marcelo dentro de ella; y muy poco en lo que yo había hecho con Ana Luisa. Patricia tenía razón, me estaba yendo por la tangente.

Mis sentimientos hacia ti no han variado amor, lo único que ha cambiado es que ahora tengo un gran miedo, porque ahora que has probado lo que es hacer el amor con otro hombre, me compares y yo salga perdiendo en la comparación, y eso haga que poco a poco la imagen que tienes de mí disminuya a tus ojos y finalmente yo te pierda. Es todo…, en verdad estoy aterrorizado con la idea de que puedas dejarme.

Patricia me miraba intensamente mientras yo hablaba, luego se quedó callada por unos momentos, cerró los ojos y suspiró profundamente; cuando los abrió me miró fijamente y dijo:

Es maravilloso como nos sintonizamos cuando hablamos con el corazón…. Yo siento lo mismo que tú. Te vi reaccionar con Ana Luisa como jamás lo hiciste conmigo, y la forma como la cautivaste con tu suavidad, hizo que sienta unos celos tremendos, y tengo miedo de que ya no gustes de mí; que quieras volver a hacer el amor con ella y nuestros momentos de amor sean ahora aburridos para ti.

Y ahora que lo pienso mejor, creo que estoy siendo injusta contigo, te estoy acusando a ti de algo que también he estado haciendo yo: rememorando todo lo que te vi hacer con Ana Luisa, y consumiéndome por los celos; mientras que minimizaba o no daba importancia a como debió afectarte ver todo lo que yo hice con Marcelo.

Entonces ambos nos dimos cuenta que todo ese tiempo, mas que pensar mal del otro, ambos estábamos paralizados por los celos, pensando que el otro pudiera haberse entusiasmado más de lo debido con su pareja ajena.

Nos miramos unos momentos y luego casi simultáneamente sonreímos, nos abrazamos y besamos con alivio. Patricia dijo:

Júrame que nunca me vas a dejar, que no me vas a cambiar por Ana Luisa.

Te lo juro, jamás lo haría, Ana Luisa es muy linda y tiene lo suyo, pero no hay otra mujer como tú. Yo nací para ti. – Y después de una pausa continué: - De verdad, no te gustaría tener para ti la enorme verga de Marcelo, en lugar de contentarte con "Tribilín"?.

Patricia sonrió y dijo:

Para mí una verga como la de Marcelo es riquísima por el morbo que provoca; es un morbo parecido al que sientes cuando ves una película pornográfica, solo que mucho mas intenso, ya que no necesitas conformarte con imaginarla, sino que la estás sintiendo en ese momento. Pero al igual que las películas pornográficas, supongo que me aburriría con el tiempo, y por eso es bueno verlas solo de vez en cuando!!!….. En cambio tú en realidad lograste impresionar a Ana Luisa, y no dudo que ahora no solo le gustas físicamente como antes, sino que además tocaste su corazón, y eso me asusta mucho.

Mi mente se congeló en la frase que dijo Patricia: "… solo de vez en cuando!!!!", y no pude evitar sentirme nuevamente inseguro.

Por la comparación que haces de la pornografía, quieres decir que quisieras repetir la experiencia?, te gustaría volver a hacer lo que esa noche?.

Patricia captó perfectamente mi miedo, se mordió los labios un momento y contestó:

La única forma de que recuperemos nuestra confianza es diciéndonos completamente la verdad Si!!! me gustaría volver a vivir parte de lo de esa noche.

Mi corazón se quería salir de mi pecho. Ella siguió:

Fue demasiado intenso como para querer negarlo; pero soy sincera cuando te digo que difícilmente me enamoraría de Marcelo, y te cambiaría por él. Es simplemente que esa noche disfruté como nunca lo había hecho antes; y eso no tiene nada que ver con el gran amor que siento por ti.

Estoy segura que tú te diste cuenta de que prácticamente desde que me metió su verga la primera vez hasta cuando me desplomé, estuve literalmente en un solo orgasmo?. Fue increíble, y por supuesto que quisiera volver a sentir todo aquello.

Se quedó callada unos momentos y me preguntó:

Puedo contarte algo mas?

Me quedé helado, pues lo primero que me vino a la mente fue que iba a confesarme que se había vuelto a acostar con Marcelo. Tragando saliva hice un gesto afirmativo.

Ayer me masturbé recordando aquella noche

Sentí un alivio tremendo, y ella continuó:

Pero para que te des cuenta de que no es lo que piensas: durante el tiempo que duró, mi mente recordaba esa enorme verga entrando y saliendo de mí, recordaba su textura, esa sensación de llenura en mis entrañas. Pero en ningún momento recuerdo haber evocado el rostro o algún gesto de Marcelo; él no me importa en absoluto.

Me reí quedamente y amargamente:

Pensé que ibas a contarme que te acostaste con Marcelo…

Patricia me miró, y me dijo:

Tengo que confesarte que ganas no me han faltado, pero nunca haría eso sin tu consentimiento.

Me quedé pensando algo, y me atreví a preguntarle:

Crees que hemos roto nuestros votos de fidelidad?.

Definitivamente no. Tú no me has traicionado, porque nunca me engañaste ni hiciste nada a mis espaldas. Y yo tampoco lo he hecho, porque cualquier cosa que yo haya hecho fue con tu consentimiento.

En ese caso hagamos otro juramento. Es evidente que a ambos nos gustó la experiencia; pero tenemos un miedo tremendo a perder al otro. En mi caso, tú eres la única mujer con la que podría vivir, compartir mis ideas, frustraciones, hacer planes, disfrutar los triunfos y lamentar los fracasos. Incluso tener esta clase de conversaciones; como tú dices, con el corazón sintonizado.

Y continué:

Personalmente a mi me gustaría tener más experiencias de este tipo, pero no solamente con Ana Luisa y Marcelo, sino talvez buscar otras parejas…

Hice una pausa para ver la reacción de Patricia, solo pude ver una pequeña y pícara sonrisa en su rostro, que me confirmó que también había pasado esa idea por su cabeza.

Pero jurémonos que nunca lo haremos, jamás sin el conocimiento y consentimiento del otro. Nunca buscaremos por cuenta propia una aventura, sin que el otro participe de alguna manera. Te parece?.

Patricia sonrió y dijo:

Camilo, yo Patricia juro por el cielo que nos cobija y por mi vida misma, que jamás tendré relaciones sexuales con otra persona, si es que tú no estás perfectamente al tanto de lo que va a suceder. Hago este juramento por la firme convicción que tengo de que te amo, y que eres el hombre con quien quiero vivir hasta el fin de mis días.

Sonreí y contesté a mi vez:

Yo Camilo, juro por el cielo que nos cobija y por mi vida misma, que jamás me acercaré a otra mujer con intenciones sexuales sin el conocimiento y autorización de mi dulce esposa; dueña de mi corazón y en quien deposito mi amor y mi confianza eterna.

Patricia se rió con ganas.

Te das cuenta que acabas de limitar tu campo de acción –dijo sin dejar de reírse.

Porqué dices eso –pregunté.

Porque en tu juramento dijiste: "que jamás me acercaré a otra mujer", lo cual quiere decir que nunca tendrás relaciones con otro hombre.

Me extrañó su comentario:

Acaso crees que me acostaría con otro hombre? –pregunté- No te imagino tampoco a ti con otra mujer –agregué.

Bueno en mi caso, una de las cosas que recuerdo haber disfrutado mucho aquella noche, era la lengua de Ana Luisa en mi clítoris, mientras tú me dabas por atrás y yo se la mamaba a Marcelo, recuerdas?.

Claro que me acordaba:

Pues me agradó tanto, -siguió Patricia- Que…….. la verdad me gustaría probar un poco más de eso –hizo una pausa y me di cuenta que estaba algo turbada, pero continuó- Por eso en mi juramento me referí a propósito a "otra persona"-Y se rió con esa picardía que tanto me gustaba.

Me reí también de buena gana pero agregué:

Pero también juraste que solamente lo harías con mi consentimiento, así que de todas maneras estás en mis manos.

Manos que hace rato estaban ya acariciando sus senos, sopesándolos sobre su pijama. Patricia también se había encargado de despertar a Tribilín. Siempre sonriendo ella dijo:

Mmmm tienes razón, pero si eres complaciente conmigo y me das permiso, prometo pasar por alto la "imprecisión" en tu juramento, y dejarte disfrutar de la verga de Marcelo cuando me lo pidas.

Yo abrí mucho los ojos, ya que nunca se me habría ocurrido semejante barbaridad; viendo mi reacción, se rió y se recostó completamente boca arriba. Me incliné y besé su boca muy profundamente, dando inicio a nuestro propio juego.

Seguí acariciando sus bellos senos, dejándolos salir al exterior y viendo que estaba con los pezones erguidos, empecé a acariciarlos y a jalarlos suavemente como se que a ella le gustaba.

Patricia no pudo evitar el comentario:

No son tan deseables como los de Ana Luisa, verdad? –Lo dijo con un destello de celos inconfundible.

No tan deseables –Admití- Pero mucho mas hermosos, sugestivos y acariciadores –completé.

Patricia me miró y preguntó:

Qué hace Ana Luisa mejor que yo?

Solamente una cosa –Dije inmediatamente. Y procedí a describirle la increíble fuerza con que aprisionaba el pene con su vagina.

En ese caso, déjame practicar –Dijo. Y acto seguido se levantó, me hizo acostar boca arriba y empezó a dar uno de sus increíbles tratamientos bucales a Tribilín.

Tampoco pude evitar el comentario.

Tampoco es como el "monstruo", no? –Refiriéndome al pene de Marcelo.

Patricia levantó la vista y dijo:

Como dijo Ana Luisa, Tribilín es del tamaño perfecto, tanto para una zorra como ella, como para una dama como yo. Además, lo único que tiene Marcelo de ventaja sobre ti, es su enorme bulto. Por lo demás eres el amante perfecto, amor mío.

No me convenció mucho su respuesta, más que nada por la descripción que había hecho, del morbo que le provocaba la herramienta de Marcelo. Pero se encargó de acallar cualquier vestigio de celos con lo que siguió haciendo.

Empezó, acariciando mis muslos sin tocar a Tribilín, solamente se acercó a él lo suficiente para dejarme sentir su aliento; luego, me pasó suavemente la lengua por los testículos. Esto me hizo arquear la espalda, levantando las caderas para ofrecérmele con más vehemencia. Tomó mi verga y se la pasó lentamente por todo su bello rostro, podía verlo ya congestionado por la excitación, de cuando en cuando sacaba la lengua y me lamía a lo largo de mi inflamado miembro. Esta mujer tenía la virtud de enloquecerme.

A continuación se incorporó un poco y acarició a Tribilín con sus lindas tetas, elevando mi temperatura aún más, para luego metérselo lentamente en la boca; era una de las cosas que más me agradaba: ver desaparecer centímetro a centímetro mi verga en sus lindos labios, pues lo hacía despacio, muy despacio, tomándose su tiempo, y mirándome a los ojos para ver el efecto que me causaba.

Me chupó, lengueteó, y acarició por unos minutos para luego levantar la cara y mirarme con los ojos encendidos por el deseo.

Ahora permíteme practicar amor mío, quiero ser la mejor zorra que te haya tocado, y a partir de hoy tú me vas a enseñar todo lo que te guste que te hagan otras mujeres –Me dijo, mientras se montaba a horcajadas sobre mí.

Se sentó sobre mi erecto pene, también lentamente y echando la cabeza para tras, para también ella disfrutar del intenso placer que sentía al ser poseída.

Cuando estuvo completamente ensartada empezó una suave cabalgata diciendo:

Que rico!!!. Ya me hacía falta sentirte en mí.

A continuación pude sentir como a medida que se balanceaba, su vagina empezó a presionarme tal como le había descrito que Ana Luisa hacía.

En verdad es una delicia, como es que nunca antes se me había ocurrido, Uhhh –

Supongo que la misma fricción que yo sentía, le producía también a ella igual intensidad de placer.

Poco a poco fue aumentando su ritmo, mientras yo me sujetaba firmemente a su deliciosa cintura. Y cada vez que se elevaba, yo la hacía bajar cada vez con un poco más de fuerza, produciendo un intenso placer en cada embestida.

Espera!!!!!- Le dije.

Ella se levantó y por señas le indiqué que se pusiera en cuatro, a lo que accedió gustosa. Me puse detrás de ella y abrí con ambas manos sus deliciosas nalgas y con mi erecto miembro rocé su clítoris, cosa que sabía le encantaba, y que por el profundo suspiro que dejó escapar, pude darme cuenta le seguía encantando. Después de unos momentos taladré su vagina sin encontrar ninguna resistencia por los abundantes flujos que la inundaban. Empecé a moverme vigorosamente con la aprobación de mi linda esposa….. Como me gustaba aquella deliciosa grupa; su trasero en esa posición semejaba un corazón invertido, cuyo vértice era la estrechísima cintura que tanto me gustaba. Que culo tan lindo tenía mi adorable mujer.

Esa noche volvimos a tener nuestro orgasmo simultaneo; algo que habíamos aprendido a lo largo del tiempo. Parecíamos conocer exactamente el grado de excitación del otro sin que mencionáramos palabra alguna. Cuando noté que los jadeos de Patricia, después de pasar por una etapa de mucha sonoridad, poco a poco iban bajando sus decibeles y pasaba unos instantes en que parecía contener la respiración, para luego dejar escapar un gritito intenso y ahogado, signo inconfundible de un orgasmo bien logrado. Para ese momento ya yo había inundado con mi semen su deliciosa cavidad.

Se dejó caer suavemente en la cama y yo me dejé caer con ella sin separarme, con mi pene todavía ensartado en su vagina, nos quedamos dormidos casi de inmediato. Yo personalmente me dormí profundamente con la tranquilidad de haber recobrado a la parte de mi Universo que había creído perdido por unos días.

Los días que siguieron fueron maravillosos, parecíamos haber recobrado toda nuestra felicidad habitual. Pero empezó a picarme el gusanito de las ganas de probar la manzana prohibida nuevamente, y a pesar de la supuesta confianza recientemente recuperada, no me atrevía a planteárselo a Patricia.

Una noche estaba con insomnio pensando en esos temas, mientras Patricia dormía plácidamente (según yo); cuando de pronto escuché su dulce voz que dijo:

Yo también quiero!!!!.

Por un momento me asusté, pero inmediatamente me recuperé y fingiendo demencia pregunté:

Que quieres amor mío?- .

Pues eso mismo que estás pensando, pedazo de hipócrita.- Y se volvió a mirarme con una sonrisita en el rostro.

La miré unos momentos divertido y con algo de culpabilidad en la voz dije:

Perdona por no habértelo dicho directamente, siento que estoy faltando a nuestro propósito de total sinceridad.

Mi miró unos instantes y me dijo:

No te preocupes, me pasa lo mismo; supongo que es difícil acostumbrarse a este nuevo tipo de sinceridad.- Y continuó: - En qué haz pensado?-

Bueno, la verdad no he pensado en nada en particular; es solamente las ganas de repetir algo de esa noche.

Estoy igual, pero no quisiera repetir lo mismo, es decir tu con Ana Luisa y yo con Marcelo; no creo que sería igual de intenso.

Me quedé pensando unos minutos y le propuse:

Que tal si esta vez solamente invitamos a uno de ellos para hacer un trío?

Y supongo que pensaste que sería Ana Luisa, no?

Detecté un leve dejo de celos en su tono de voz, y contesté:

De hecho pensaba en que fueran dos veces, una vez con Marcelo y otra con Ana Luisa, y si estás de acuerdo, en ese orden.

Me miró fijamente y me besó diciendo:

Perdóname, creo que me dejé llevar por los celos por un momento- Se acurrucó en mi hombro y me preguntó – Porqué quieres que sea en ese orden?-

Pues justamente porque no quiero que hayan susceptibilidades de celos o algo así entre nosotros. Considéralo como un voto de confianza hacia nuestro nuevo acuerdo de honestidad.

Pues acepto gustosa tu proposición, pero estás seguro que no vas a sentir celos cuando me veas con Marcelo?

Pues claro que estoy seguro que voy a sentir celos. Pero también estoy seguro que vas a disfrutar nuevamente como una verdadera zorra, y solo de pensarlo mira, "Tribilín" se despierta inmediatamente.

Pensé que inmediatamente bajaría su mano y se apoderaría de mi erecto pene. Pero en lugar de eso me dijo:

No quiero que sientas celos, solo te amo a ti.

No es algo que yo pueda evitar; pero simplemente quiero confiar en ti y lo voy a hacer. Por otro lado, también debes estar conciente que vas a pasar por lo mismo cuando invitemos a Ana Luisa.

Se quedó pensando y dijo:

Lo sé, y creo que te entiendo; también voy a sentir celos, pero también quiero confiar en ti.

Nos miramos por unos minutos y dije:

No se hable más, voy a hablar con Marcelo para ponernos de acuerdo.

Parece que das por hecho que va a aceptar.

Y tienes acaso alguna duda?- Le contesté. – La última vez quedó tan deslumbrado contigo, que va a querer hacerlo mañana mismo.

Y no me equivoqué, Marcelo recibió mi llamada jubiloso:

Que tal hombre… pensé que la habían pasado tan mal con nosotros que no nos volverían a hablar.

Todo lo contrario….; pero comprenderás que siendo nuestra primera vez, era necesario un tiempo para ajustarnos. Pero ahora estamos bien, y dispuestos a repetir la experiencia si a ti te parece bien.

Estupendo!!!!- casi gritó – Ana Luisa va a estar feliz cuando le diga; que te parece si lo organizamos para este fin de semana?

Pues… habíamos pensado que en esta ocasión seas solamente tú quien se nos una….. Si estás de acuerdo claro.

Hubo un momento de silencio en la línea. Pero a continuación dijo:

Qué diablos !!!!!. De acuerdo, pero con una sola condición. Que Ana Luisa no lo sepa; si tengo su palabra cuenten conmigo.

Me sorprendió su condición, y creo que se dio cuenta de mi sorpresa porque dijo:

Lo que pasa es que si se entera, la voy a pasar muy mal. Pero con tal de disfrutar de Patricia una vez más, y por favor disculpa la sinceridad, estoy dispuesto a correr el riesgo.

Entendí que entre ellos no había tanta confianza como la que intentábamos cultivar Patricia y yo, por lo que simplemente le di mi palabra. Quedamos de acuerdo que sería el siguiente viernes por la noche en nuestra casa. Nos encargamos de enviar a nuestros hijos a dormir en casa de mi hermano que tiene niños de la misma edad, se divierten muchísimo juntos y siempre están dispuestos a visitarlos.

Cuando llegó el día Patricia estaba muy nerviosa; incluso tuvo un par de accidentes leves en la cocina que para colmo la retrasaron poniéndola aún mas nerviosa. Cuando Marcelo llegó, ella apenas había terminado la cena y entró corriendo a ducharse y cambiarse. Mientras tanto yo recibí a Marcelo; nos servimos un trago, puse algo de música suave y empezamos a charlar de cualquier cosa mientras esperábamos. Yo empezaba a sentirme algo incómodo con la situación, pues las imágenes de Marcelo poseyendo a mi mujer la última vez, empezaban a repasar mi mente con las consabidas consecuencias.

Por suerte esto no duró mucho, Patricia salió realmente esplendorosa, traía un nuevo vestido negro muy ceñido de la cintura para arriba y que se anudaba directamente al cuello, dejando su espalda completamente desnuda y adelante con un generoso escote que mostraba parte de su hermoso pecho. El vestido bajaba vaporoso a partir de su cintura acentuando aún mas su espectacular figura; si "Tribilín" se sobresaltó viendo aquel monumento de mujer, imagínense el estado en que quedó Marcelo; quien apenas logró articular algo que pareció un saludo.

Mi esposa volvió a sorprenderme, porque aquella mujer que minutos antes era un manojo de nervios, ahora sin decir absolutamente nada, se acercó a Marcelo y le plantó un tremendo beso que apenas le dejó respirar.

Esta vez el que se quedó mudo fui yo viendo a mi mujer actuar así, sentí que mi corazón se saldría de mi pecho viendo esa escena. Se separó de Marcelo, le miró a los ojos y acto seguido le dio la espalda, se dirigió a mí y esta vez el receptor del beso fui yo; y lo hizo de una forma tan apasionada que entendí que mientras se vestía, había estando haciendo cerebro sobre lo que iba a pasar, calentándose de tal manera que tuve la seguridad de que nadie iba a cenar esa noche. Por los celos que me corroían sentí una desesperación tremenda y correspondí a su beso con tal fuerza que estoy seguro le hice daño, pero mi miedo a perderla era tan grande que no podía controlarme.

Mientras me besaba sentí como sus manos empezaron a aflojar mi cinturón, me bajó el pantalón, los calzoncillos y me empujó al diván; acto seguido se arrodilló y empezó a darle a mi hinchado pene ese tratamiento que tanto me enloquecía; después de unos minutos en que como siempre me dio un adelanto del Paraíso, tomó mi mano y me la puso en "Tribilín", y empezó a masturbarme con mi propia mano. Entendí que quería que me siguiera masajeando.

Cuando lo empecé a hacer, volvió su atención a Marcelo que no sabiendo como actuar, simplemente se había sentado y nos observaba sin atreverse a actuar. Patricia lo levantó, lo besó y sentándolo junto a mi, le dio el mismo tratamiento que yo había recibido; extrajo la enorme verga ya inflamada, la misma que recibió caricias muy parecidas a las mías, e instantes después también hizo que él se masturbara.

Luego se levantó, se retiró unos pasos hacia atrás con lentitud y nuevamente me sorprendió cuando empezó a moverse suavemente al ritmo de la música, estaba haciéndonos un Streap Tease!!!. Se soltó el lazo que sujetaba su vestido en el cuello, y lo sostuvo con un brazo para que su pecho no quedara completamente expuesto. Siempre bailando, bajó un zipper que el vestido tenía a un lado de sus lindas caderas, cuando lo hubo abierto del todo, nos dio la espalda moviéndose muy sensualmente y muy despacio, y luego simplemente bajó los brazos y el vestido cayó completamente a sus pies, dejándonos ver un espectacular trasero apenas cubierto con un hilo dental negro, y con un liguero también negro que sostenían unas medias negras hasta la parte superior de sus muslos. En este momento dejó de bailar y se quedó quieta, de espaldas a nosotros, con los brazos y la cabeza abajo, y apoyando el peso de su hermoso cuerpo en una de sus piernas.

La vista era digna de plasmarse en un monumento al erotismo; su estrechísima cintura contrastaba enormemente con sus hermosas y grandes nalgas. Los ligueros, todos sabemos la sensualidad que tienen esas antiguas prendas femeninas. Marcelo se estaba masajeando su enorme verga en forma vigorosa, estoy seguro que no se daba cuenta lo que hacía, simplemente su libido reaccionaba al espectáculo que estaba contemplando.

Yo me había quedado quieto y estaba con la boca abierta por la sorpresa, sin embargo tenía una de las erecciones más fuertes que recuerdo. Jamás mi mujer me había brindado semejante espectáculo; y yo realmente estaba disfrutando el momento tanto o más que el mismo Marcelo.

Patricia se dio la vuelta poco a poco, levantó la cabeza, nos miró con los ojos encendidos de pasión y dijo:

Esta es mi noche, y me van a dejar hacer lo que yo quiera, estamos?.

Su voz era algo ronca por la excitación y vibraba extrañamente. Se acercó y se sentó entre nosotros. Alargó sus manos y nos agarró los miembros a ambos y empezó a masturbarnos, mientras nosotros nos dejábamos hacer. Ella cerró los ojos y se mordía los labios mientras nos masajeaba. Tomé su pezón y empecé a masajearlo a lo que Patricia respondió con un suspiro; viendo su reacción Marcelo hizo lo mismo, ella respondió cerrando con fuerza sus piernas; la obligué a abrirlas nuevamente y me puse a masajear su clítoris, esto provocó una nueva reacción de placer en ella. Marcelo en cambio la besó en la boca mientras seguía acariciando su pezón.

Estaba tan excitada que nos apretaba nuestras vergas al punto de lastimarnos. Luego se levantó y se arrodilló junto a Marcelo con clara intención de mamar su enorme verga, pero con su trasero orientado hacia mí. Me di cuenta que Patricia no quería que me sienta excluido en ningún momento y que me estaba invitando a que haga algo mientras se dedicaba a su tarea.

Me arrodillé detrás de ella con la intención de metérsela inmediatamente, así que con su ayuda le despojé del hilo dental; pero cuando quise penetrarla me esquivó indicándome que no lo deseaba todavía. Por tanto me dispuse a acariciar su vulva por detrás. Mientras Marcelo viraba ya los ojos por el placer que le producía la suculenta mamada que Patricia le estaba dando. Yo enloquecía cada vez mas viendo el delicioso trasero de mi mujer, sin poder clavársela ahí mismo. Me arrodillé para intentar chupar su clítoris, pero en esa posición no me era posible. Así que hice algo que nunca antes había hecho. Le empecé a dar lengua a su ojito del ano; mi mujer no pudo evitar soltar la verga de Marcelo y dejar escapar un grito, con el que me autorizaba a continuar.

Que sensación mas deliciosa tener a los lados de mi cara esos dos enormes globos de carne que son las lindas nalgas de mi mujer, si a ella le gustó la novedad, yo estaba fascinado con ella. Habíamos practicado sexo anal varias veces, ya que nos agradaba sin que fuese una práctica permanente en nuestras rutinas. Pero nunca le había hecho una mamada a su ano y la verdad nos gustó muchísimo a ambos. Pasé mi lengua por los alrededores y en su culito mismo por un buen rato; mi mujer gemía todo el tiempo aunque con la boca llena por la enorme verga de Marcelo.

Luego escuché a mi mujer que dijo con un grito ahogado por el placer:

Méteme la verga!!!!-

Me levanté y puse a "Tribilín" a la entrada de su vagina, y pude penetrarla con suma facilidad por lo excitada que estaba. Ella empezó a mover sus caderas, señalándome que quería movimiento, así que empecé a bombearla con fuerza, sabía que en esa posición le gustaba sentir mis testículos golpeando contra su clítoris; casi enseguida sentí una de sus eyaculaciones (por lo visto se había excitado muchísimo), sin por eso dejar de moverse. Después de un momento, se levantó y se montó sobre Marcelo de frente a él; aunque su movimiento al levantarse fue algo brusco, al momento de ubicar la enorme herramienta en su entrada, lo hizo con cuidado; luego se dejó caer muy despacio y durante el tiempo que duró la penetración ella mantuvo la respiración hasta que su rostro enrojeció; cuando tuvo dentro esa enorme verga, exhaló el contenido de sus pulmones y apretó las mandíbulas mientras su vagina se acostumbraba al grosor que la poseía; después de un momento abrió los ojos y comenzó una cabalgata muy vigorosamente, y lanzando gritos de pasión muy fuertes; no pudiendo evitar la curiosidad y me incliné a ver la verga de Marcelo penetrando la rica vagina de mi mujer y no me equivoqué, seguía eyaculando. Era realmente increíble.

Por un rato ella se olvidó de mí, pero dándose cuenta que me había dejado de lado, me pidió que me acercara para mamarme mientras cabalgaba a mi amigo. Pero como Marcelo intentaba chuparle las tetas en esa misma posición, resultaba algo incómodo; por lo que hice que Marcelo se deslizara un poco hacia abajo, y yo me senté sobre el espaldar de la butaca y con Marcelo entre mis piernas. De esa manera Patricia solo tenía que inclinarse un poco hacia delante para mamarme, y facilitaba las caricias de Marcelo en sus senos.

Estuvimos en esa posición por varios minutos y lo único que podía ver con claridad era el rostro congestionado por el placer que mi mujer tenía. Después de un momento, me pidió:

Lámeme nuevamente el culo.

Yo me dispuse a obedecerla, Patricia se inclinó mucho mas para facilitar mi tarea; pero cuando abrí sus lindas nalgas, recién me di cuenta lo cerca que estaba maniobrando la verga de Marcelo del lugar donde iba a aplicar mis caricias. Después de dudar un momento, y oyendo los jadeos de excitación que mi mujer echaba, me puse a la tarea; en cuanto Patricia sintió mi lengua en su ano lanzó un tremendo grito, y tuvo una nueva eyaculación que esta vez pude apreciar en primer plano. Esta reacción hizo que perdiera mis escrúpulos y me dedicara ya sin más recelos a mi tarea.

Esta vez, no solo pasé la lengua alrededor del ano, sino que la endurecí a manera de un pequeño pene y empecé a penetrarla, aunque resultaba difícil por la posición desde arriba en que me encontraba. Patricia gritaba como una loca poseída; estaba seguro que estaba nuevamente en otro de esos orgasmos constantes que me había descrito.

Aunque ella lo niega riéndose mucho cuando se lo pregunto, estoy casi seguro que lo hizo a propósito. En uno de los mete-saca de Marcelo, ella se separó más de la cuenta, de tal forma que en la siguiente embestida, la enorme verga de Marcelo se salió de la cavidad de mi mujer y me golpeó el rostro, y como tenía la lengua afuera incluso se llevó una involuntaria lenguetada de mi parte, sin que yo tenga tiempo de evitarlo. En ese momento y por la excitación que todos teníamos, no pensé en lo que eso implicaba, sino que sin perder tiempo, agarré la verga de Marcelo con mi mano y la orienté nuevamente hacia la vagina de mi mujer y seguimos en ese fantástico juego por varios minutos mas. Supongo que fue mi primer contacto homosexual.

Si me preguntan el estado de mis celos en ese momento, tendría que contestarles que honestamente me había olvidado por completo de ellos; mi mujer era una muy bien lubricada máquina de sexo que disfrutaba cada caricia que recibía. Si por un momento los celos trataban de filtrarse en mi mente, simplemente recordaba la analogía que Patricia había hecho con la pornografía, y de alguna manera suprimía cualquier vestigio de inseguridades. Estábamos disfrutando sexo de primera, y solo eso, sexo de primera.

Patricia se levantó y me hizo recostar en el sillón en una posición similar a la que tenía Marcelo, se sentó sobre mí dándome la espalda, lo cual siempre me ha gustado porque me permite apreciar en un primer plano maravilloso las contorsiones del hermoso trasero de mi mujer. Solo que Patricia se había propuesto sorprenderme una vez más; pues se puso la punta de mi verga en la entrada de su ano, disponiéndose a introducírselo. Por la cantidad de saliva con que yo había lubricado su delicioso culo, "Tribilín" no tuvo mayor problema en abrirse paso en su estrecho esfínter. Aunque de todas formas le produjo algo de dolor, pues lo hizo despacio y a su ritmo para controlar la penetración. Como siempre la vista del trasero de mi mujer y esta vez siendo penetrada por el culo (nunca lo habíamos hecho en esa posición), era totalmente fuera de este mundo.

Pidió a Marcelo que se suba al sillón y empezó a mamársela nuevamente, de lo cual él por supuesto, pedía limosna. Ella empezó a saltar cada vez con mas fuerza; la tremenda cabalgata que me estaba dando, la estrechez del ano de mi mujer y sus gritos ahogados por la verga de Marcelo, hacían que yo vaya perdiendo poco a poco el control y sentía que pronto iba a estallar en un tremendo orgasmo; sobretodo cuando pude sentir sobre mis testículos la húmeda calidez de los flujos de mi mujer que continuaba eyaculando. Lo que era realmente increíble, pues las pocas veces que en nuestra historia sexual había logrado eyaculaciones, eran como un solo golpe donde arrojaba una gran cantidad de líquido. Esta vez era un flujo constante, no tan fuerte como las otras veces, pero constante; lo cual me daba una idea cercana de la forma tan tremenda como estaba disfrutando y eso, por supuesto, me hacía sentir muy feliz.

Le dije a Patricia:-

Amor estoy a punto de explotar. Ya no puedo mas..

Me contestó:

Aguanta un poco más!!!

Le hizo algún gesto a Marcelo que no alcancé a distinguir, pero que obviamente él entendió claramente; pues se bajó del sillón. Patricia se inclinó hacia atrás y se apoyó completamente en mí, levantó sus pies para apoyarlos en mis rodillas; Marcelo se paró delante de nosotros y le clavó la verga a mi mujer en su vagina, mientras yo la penetraba por el ano. Nueva sorpresa!!!.

Patricia me comentó luego que esa era otra de sus ocultas fantasías que había planeado traer a la realidad para esta ocasión. Ser penetrada por dos vergas al mismo tiempo, una por el ano y otra por el culo (solo le faltaba una para mamar según me comentó riéndose…. Se imaginan????).

Como había dicho antes Marcelo era un metedor y a eso se dedica cuando está con una mujer, y esta vez no fue la excepción. A pesar de la tensión en que debía tener sus piernas en esa posición, se dedico a perforar a mi mujer muy vigorosamente, y me tomó unos minutos tomar el ritmo, al final solamente me quedé quieto, pues sus embestidas lograban el suficiente movimiento de vaiven necesario para que mi verga entre y salga del culito de mi mujer.

Por supuesto, era imposible evitar sentir su enorme verga a través de las membranas del cuerpo de Patricia; y que nuestros escrotos entren en un contacto durante el tiempo que duró esa posición. A pesar de que lo quiera negar (talvez por mis tontos escrúpulos hacia la homosexualidad), me produjo también un raro, culpable y agradable placer.

Patricia estaba literalmente en otro mundo. Estoy seguro que por unos segundos tuvo una especie desmayo provocado por el placer que sentía, pues después de pegar un tremendo grito inicial, se calló con la boca abierta y su cuerpo se aflojó por completo. Estuve a punto de detenerme, cuando de pronto sentí una explosión de líquidos mojándome los testículos acompañado de un nuevo y gutural grito que marcaba el final de lo que ella describe el orgasmo más increíble de su vida. Esto hizo que yo también inunde sus intestinos con mi semen sujetándome a su cintura con tal fuerza que dejé marcados mis dedos en ella.

Nosotros nos desmadejamos por completo, pero increíblemente Marcelo no había logrado su orgasmo, la resistencia que tenía era algo impresionante. Por lo que cuando Patricia abrió los ojos, me miró con una enorme sonrisa de satisfacción, y me besó profundamente; se encontró con la mirada suplicante de Marcelo clavada en ella. Patricia le sonrió, e incorporándose hizo que se recostara y sujetando la enorme herramienta con su mano, se volvió hacia mí y con una pícara sonrisa me preguntó:

Me ayudas?.

Habiendo recuperado los cinco sentidos y sin la influencia de la pasión, le sonreí y le contesté:

Lo siento amor, ya tuve suficiente del monstruo por esta noche.

Ella lanzó su dulce risita y me contestó:

Pues tú te lo pierdes.

Y acto seguido, le dio a Marcelo un tratamiento mucho mejor del que le había dado hasta entonces, lamiendo sus bolsas (donde había rastros de sus propios líquidos), chupando los testículos suavemente, subiendo por el tallo de la enorme verga, metiéndosela a la boca hasta donde le daba su escasa capacidad comparado con la enorme herramienta. Marcelo solo gemía, tenía los ojos en blanco y finalmente se incorporó y pidió a Patricia que se ponga en cuatro, ella por supuesto le complació y en cuanto lo hizo le clavó la enorme herramienta sin miramientos en su vagina, Patricia lanzó un tremendo grito no sé si de dolor o de placer, pero por sus gestos y gemidos posteriores pude darme cuenta que se había encendido su termostato nuevamente y estaba disfrutando como una perra.

Marcelo la bombeaba con tal brusquedad que ella no dejaba de lanzar unos grititos que me confundieron y estaba a punto de pedirle a Marcelo que tomara las cosas con calma, cuando de pronto Patricia gritó:

MAS, DAME MAS VERGA ANIMAL HIJO DE PUTA, MUEVETEEEEE.. AAAAAH.

Marcelo le preguntó:

Te gusta mi verga, verdad perra?

SIIIII, me gusta muchísimo, métemela, métemela, no dejes de hacerlo, sigue, sigue, sigue, mas fuerte…… Ahhhhhhhh

Marcelo escuchando aquello aceleró aun mas su ritmo, si eso es posible, hasta que de pronto se separó, dio la vuelta a mi esposa, sujetó su cabeza con ambas manos, impidiéndole que se mueva a unos 10 centímetros de su verga, y explotó. El primer disparo fue a estrellarse en la mejilla de mi mujer, pero los siguientes entraron directamente a su boca, y los últimos resbalaron hasta sus senos. Cuando Marcelo soltó su cabeza, se dejó caer sin fuerzas en el sofá, mi mujer lo miró por unos segundos ylo siguió hasta allí, tomó su todavía semi-erecto miembro y siguió lengüeteando golosamente el glande de aquel enorme pene, hasta que quedó completamente flácido; Marcelo la miraba dejándose hacer, luego la atrajo hacía sí y la besó dulcemente probando sus propios jugos.

Las reacciones vulgares de mi mujer no me afectaron en lo absoluto, pues las consideraba parte del juego y la pasión despertada; pero este último gesto de ella si me dolió y mucho, pues obviamente nada tenía que ver con pasión, sino que pude percibir algo así como cierta complicidad y entendimiento entre ellos….. Yo solamente miré, y callé…. Pero el miedo invadió nuevamente mi corazón.

Habían pasado alrededor de una hora y media desde que Marcelo llegó, y nadie tenía el menor apetito, así que nos aseamos, nos vestimos, tomamos un par de tragos más y Marcelo se despidió completamente agotado, pero con una sonrisa como pocas veces yo le había visto. Nuevamente se despidió sugiriendo repetir otra vez el encuentro, con nuestra cordial y distante aceptación.

Cuando nos acostamos, Patricia se acercó a mí y me preguntó:

Como te sentiste?

Pues excitado como un animal en celo. Y con los celos queriendo saltar, pero bajo control, si es que te refieres a eso…

Gracias amor mío – Me dijo besándome profundamente- Esta noche ha sido inolvidable; no solamente por lo bestialmente placentero que fue, sino porque en realidad, no sentí ningún rastro de celos de tu parte, y eso hizo que me sintiera cómoda y pueda disfrutar realmente a fondo.

Le correspondí el beso y le dije:

Sin embargo, debo confesar que me sorprendiste varias veces esta noche…. Me pareció que incluso ya habías preparado alguna especie de libreto y lo seguías con total seguridad; como si lo tuvieras todo planeado paso a paso. Me equivoco?.

Me porté como una puta, verdad?.... ahora me está entrando la vergüenza - Me contestó riéndose, y continuó- ….Tanto como planeado no. En realidad durante toda la tarde no sabía como íbamos a empezar siquiera y estaba completamente aterrada. De lo único que estaba segura era que quería experimentar la doble penetración que me hicieron casi al final, aunque tampoco tenía idea de como iba a proponerlo siquiera, sin morirme de vergüenza.

Fue mientras me duchaba y me vestía que resolví dejar los temores a un lado; tomar el toro por los cuernos y lanzarme a la primera como lo hice; aunque siempre con un tremendo miedo a que tú reacciones mal. Por eso puse especial cuidado en que no te sientas ignorado por mí en ningún instante.

Si, me di cuenta y te agradezco mucho que lo hayas hecho así.

Tonto, eres lo que más me importa. Así que como te decía, lo único que planee en ese instante fue el ataque inicial y el streap tease. El resto fue dándose por sí solo. Incluso tú me facilitaste las cosas cuando empezaste a lamerme el culito, para llevar a cabo mi fantasía. Así que gracias por estar tan inspirado.

Me reí, la besé y le dije:

De nada amor mío. Por ti fui capaz hasta de lamer la verga de Marcelo, así que imagínate si no estoy dispuesto hacer lo que sea por ti.

Abrió mucho los ojos y riéndose me preguntó:

Que hiciste que cosa?????

No te hagas la inocente, sé que lo hiciste a propósito; pero no me importa, ya te lo dije.

Te juro mi amor, que no sé de que me hablas. Cuéntame, en qué momento sucedió que no me di cuenta????.

No te hagas la loca, sé que lo planeaste por el comentario que me hiciste la otra noche.

Te juro que no…. Anda, cuéntame….

Tanto lo negó que casi me convenció, así que le describí lo que sucedió. Ella se rió tanto que hasta se sujetó el vientre. Yo fingí enojarme. Cuando se calmó me dijo:

Gracias amor, sé que tienes tus escrúpulos al respecto y si no le diste importancia en ese momento es porque querías que yo lo disfrutara. Te adoro por eso. –Y me plantó un sonoro beso en la mejilla. –Luego añadió- Pero más que nada te agradezco el otro gesto, el de volver a orientar la verga de Marcelo para que me penetre nuevamente. Si hiciste eso es porque realmente confías en mí. No?

La miré amorosamente y le dije:

Claro que sí mi vida. Confío en ti totalmente y quería darte el mejor polvo de tu vida y creo que lo tuviste, verdad?.

Sip, el mejor sin lugar a dudas….

Nos abrazamos muy rico y nos quedamos rememorando cada quien lo suyo. Dudé un poco antes de decir:

Juramos ser sinceros y tengo que decírtelo; sí hubo algo que me incomodó.

Patricia me miró extrañada y me preguntó:

- Qué cosa?

Pues, fue el gesto final, ese beso que se dieron tú y Marcelo al final. Sentí que ese ya no era parte de la pasión, pues tanto Marcelo como tú ya lograron sus tremendos orgasmos; sentí que representó algo más para ustedes….. Puedes decirme porqué lo hiciste y que fue lo que sentiste?

Patricia, se quedó callada un momento eterno, para mí. Luego sin mirarme dijo:

Tengo que admitirlo; sí sentí algo diferente….. Y para que veas que quiero ser completamente honesta contigo voy a describírtelo lo mejor que pueda.

No solamente fue el beso…..; cuando Marcelo me pidió que me ponga en cuatro y me la metió por detrás, noté que no estaba buscando terminar y simplemente disfrutar su orgasmo; sino que se estaba preocupando por mí; él quería hacerme disfrutar y eso me hizo sentir especial…De hecho logré otros dos orgasmos mas, claro que no tan intenso como los anteriores, pero fue muy especial

Esta vez alzó sus ojos y me miró directamente:

Sentí agradecimiento por eso. A qué mujer no le gusta sentirse especial para alguien?. Y me hizo sentir así…. Por eso, cuando él terminó quise alargar un poco mas ese bonito sentimiento y lo seguí hasta el sofá y continué mamando su rico miembro; me encantó sentir como se iba suavizando en mi mano y mi boca.

Cuando alcé la vista, vi me estaba mirando y cuando me atrajo a sí para besarme; correspondí a su beso con mucho agrado; sin pasión, tienes razón, pero con un sentimiento algo raro pero muy agradable para mí.

Mientras hablaba, sentí que mi boca se secaba; cuando terminó solamente la miré sin decir nada. Ella bajó la vista y dijo:

Perdóname, si eso te hizo sentir mal; no pensé que hubieses captado eso. Pero de todas formas todo queda allí. No creas que eso sea algo que vaya a hacer que me entusiasme con Marcelo; simplemente se portó lindo conmigo y yo tuve la reacción natural a ese gesto.

Yo pregunté:

Y como puedo estar seguro que no pasará nada más entre ustedes?. Ahora ya no fue sexo simplemente, y por supuesto que me asusta lo que pueda venir después.

Pues para que te tranquilice te contaré algo mas… Cuando acompañé a Marcelo a la puerta me pidió que nos veamos otra vez, solamente él y yo.

Hizo una pausa para ver una reacción de mi parte que no llegó.

Le contesté, que no tuviera esperanzas que pasara algo así; que lo único que podía esperar era que volviéramos a reunirnos contigo y Ana Luisa. Seguramente lo dije con bastante seguridad, pues no insistió y se despidió cortésmente.

Me quedé callado.. Me dí cuenta que Patricia estaba siendo sincera conmigo y eso me tranquilizaba mucho, aunque no aliviaba del todo los temores. Así que exhibí la mejor de mis sonrisas y la besé, dejando por zanjado el asunto:

- Me alegro que disfrutaras tanto, es lo que quería para ti. Cuantos orgasmos alcanzaste???

Sentí que respiró con alivio, me devolvió la sonrisa y contestó:

- No tengo idea, pero fue una bestialidad. Estuvo riquísimo……Pero ahora te toca a ti…

La miré divertido:

De veras estás dispuesta a seguir adelante con Ana Luisa?

Fue el trato, no? Además, tengo que seguir tu ejemplo y demostrarte que te adoro tanto que también estoy dispuesta a hacer lo que sea para que mi hombre sea feliz.

Gracias –Le dije besándola- Pero esta vez si no me atrevo a tomar la iniciativa, así que creo que te tocará hacerte cargo. De acuerdo?

Completamente mi señor,. Deje todo en mis manos, yo le conseguiré a usted a esa zorra para que se la coma a placer. –Dijo, usando un gracioso tono de sumisión- Aunque sugiero dejar pasar unas cuantas semanas para recargar baterías; y para que me alivie el dolor de mis partes que quedaron bastante adoloridas, debo decir.

Ja, ja, ja. Claro amor mío. Tú me dirás cuando, estoy en tus manos. Ahora si durmamos un poco, porque también estoy agotado, y aunque ardo de ganas de hacerte más cariñitos en tus partes adoloridas, dudo que "Tribilín" esté de acuerdo.

Pobrecito - Dijo y lo acarició suavemente.

Luego me besó dulcemente, susurró a mi oido:

Gracias por todo mi amor, te adoro por todo lo que hiciste por mi esta noche

Se acurrucó en mi hombro y se durmió con una adorable sonrisa de satisfacción en el rostro.