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Con mi perro

en Zoofilia

La historia comienza una noche, muy tarde. Llego del trabajo, muy cansada, como todos los días. Pero lo raro fue que ni perro, un gran danés, que normalmente viene corriendo a saludarme cuando llego, ese día no apareció.

Lo llamo, pero, al ver que no aparece, me preocupo y empiezo a buscarlo. Lo encuentro tirado en el sofá, con los ojos muy tristes, como si algo le pasara. Apenas levanta la mirada. Pensé que tenía hambre, así que le llevo algo de comida. Pero ni siquiera se acerca a su plato.

No sé qué hacer por él.

Pasado un rato, decido acariciarlo por lo menos, para que sintiese el cariño que le tengo.

En cierto momento, sin querer paso mi mano muy cerca de su pene. Noto una leve reacción en él, como que le hace bien. Me pareció extraño que el roce de mi mano hubiese provocado esa reacción, así que pasé de nuevo mi mano cerca para ver si volvía a ocurrir algo y noto como empieza a crecer su polla, que se pone cada vez más y más grande. Yo, al ver su verga tan grande empiezo a sentir una atracción hacia su pene, algo que no había sentido.

Su verga comienza a enloquecerme, a llamarme, quiere que la toque, que juegue con ella.

Al principio me resisto a hacerle algo a mi perro, pero no puedo parar de pensar en ese pene, grande y caliente, que está frente a mí.

De repente, sin darme cuenta, lo agarro, lo aprieto y siento su calor. Juego, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Lo disfruto. Siento el deseo de saborearlo. Sin dudarlo lo toco con mi lengua, siento su sabor, me gusta. Me gusta tanto que me lo meto entero en la boca y lo chupo como nunca había chupado antes, porque mientras se la chupo siento como mi vagina se va humedeciendo, que pide sexo con ese pedazo polla que tiene mi perro.

Empiezo a tocarme el coño mientras mi boca no para de lamer.

Empiezo a desnudarme y siento la necesidad de sentirlo dentro mío, hasta que llega el momento en que no aguanto más. Comienzo a metérmelo. No me puedo creer que lo que estoy haciendo. Me niego. Pero al empezar a sentirlo dentro mía no dudo en seguir. Me duele. Sigo metiéndomelo, aunque es una polla muy grande, enorme. Es la más grande que me he metido. Eso me excita mucho.

El perro se levanta y comienza el mismo el mete saca, rápido, frenético, con brusquedad, doloroso y excitante a la vez. Mientras él hacía su parte, yo gemía y me tocaba el clítoris.

Esta fue una de mis mejores experiencias.