Pervertida por mi perro Duffy (parte 2).
Antes que nada quisiera agradecer a todos aquellos que me han escrito,
por el relato anterior, y los mail enviados.
Han transcurrido mas de dos años desde aquella experiencia con mi perro
Duffy, relación que duro un período bastante breve. Duffy se había convertido en
mi amante canino, en cada momento en que quedaba sola, los que no fueron tantos.
Un día mi madre salio, estaba tan deseosa de tener sexo que busque a Duffy para
que me cogiera, me desnudé, estaba por penetrarme, cuando sorpresivamente, abre
mi mamá, la puerta de mi cuarto.
Se podrán imaginar la situación, no supe que decir, mi madre saco al perro y
cerró la puerta sin decir palabra, quedé totalmente
angustiada y sola en mi habitación.
No salí hasta la hora de cenar, mi padre no parecía saber nada de lo sucedido,
pero mi madre no me hablaba. En ese período Duffy desapareció, cosa que me
angustio mucho. Así transcurrieron varios días, hasta que decidí hablar con
ella.
Le dije que en el momento que me iba a bañar, me agache para tomar los
calcetines, cuando el perro me montó, y que me asuste pensando que me mordería
si intentaba quitarlo. No sé si lo creyó o no, pero sirvió para que nuestra
amistad se reanudara.
Tiempo después conocí a un señor de unos 50 años, con el que entable una
relación, era muy bueno y me trataba muy bien. Un día me propuso si quería
cuidar a su perro, ya que era camionero y debía de hacer un viaje de 3 o 4 días,
que me pagaría por mi servicio. Le comenté que lo pensaría.
Por supuesto que al otro día le dije que sí, mi único problema era que decir en
mi casa. Estaba mas que entusiasmada, podría llevar a cabo las fantasía que
había tenido en esa época de abstinencia.
Comenté en casa que una amiga me invitaba a su casa a pasar un fin de semana, no
gusto demasiado a mi madre, pero a pesar de ello lo permite.
Llegó el día esperado y después de darme las llaves y explicarme donde era fuí a
su casa. Era una casa chica con un gran parque y pocas viviendas cercanas.
Al llegar el perro me empezó a ladrar, era un pastor alemán negro, traté de
entablar amistad, hablándole y acariciando su cabeza, su hocico busco mi
entrepierna, cosa que me alegró, era una señal de reconocimiento. Entré a la
casa, dejé mis cosas, le dí de comer y agua, movió su cola como señal de
agradecimiento.
Ya había anochecido, estaba cansada y con hambre, encendí la salamandra y
preparé algo para cenar, mientras miraba televisión.
El calor del ambiente y mi cansancio, hizo que me quedara dormida, horas después
me desperté, sin saber bien donde estaba, Duque me trajo a la realidad al sentir
su lengua lamer mi mano, acaricie su cabeza de manera automática. Tenía ganas de
orinar, me levanté para ir al baño, Duque me siguió, me bajé los pantalones y
tanga hasta los tobillos, mientras lo hacia, me miraba atentamente desde la
puerta. Lo llamé, se acercó, y apoyó su cabeza sobre mi falda, abrí mis piernas
lo que pude, para ver su reacción, me olió primero para continuar con su lengua,
lamiendo mi vagina húmeda, producto de mi flujo y el orín, lo que no pude
contener un extremecimiento.
Me levanté del excusado, y su lengua seguía
friccionando mi cavidad, me quité el pantalón y mi tanga, tirándome boca arriba
sobre la cama, y abriendo totalmente mis piernas, entregándole mi sexo a esa
excitante lengua.
Esas intensas lamidas me transportaban deliciosamente, me levanté y terminé de
quitarme el resto de mi ropa, abracé a Duque para sentir sobre mi desnudo
cuerpo, su pelaje.
Sin esperar demasiado, mis manos buscaron sus genitales, donde ya asomaba su
roja punta, continué suavemente, Duque parecía entender que pasaría, se volcó,
abriendo sus patas como esperando más, seguí mi labor, hasta hacerla aparecer
totalmente, era grande, más que la de Duffy, sentía como mi vagina sequía
humedeciendose. Sin pensarlo comencé a besarla y en breves minutos ya la tenía
en mi boca, mamandosela con desaparición.
El solo hecho de estar sola sin la tensión de que alguien pudiese aparecer
sorpresivamente, me liberaba totalmente para entregarme a realizar cualquier
cosa.
La lamia suavemente, disfrutando de esa voluptuosa verga, que ya segregaba su
cálido flujo, continué un breve rato más, no quería que eyaculase, cada tanto
sentía su lengua en alguna parte de mi piel, como agrediendo lo que le estaba
proporcionando.
Me coloqué en cuatro a la espera de su reacción, su lengua bañó mis cavidades,
golpee mi nalga, como Indicándole que debía de hacer, no fue necesario
repetirlo, de un salto se apodero de mi cuerpo, apenas se apoyo en mi espalda,
emprendió su traqueteo, hasta que después de varios intentos, introdujo su
tronco de carne en mi cavidad, con un empuje rápido y violento.
Su protuberancia genital chocaba contra los labios de mi vagina, que impedían su
total intromisión. Pero su grueso aparato seguía perforando una y otra vez, y mi
placer no se detenía, sentía como me quemaba mi sexo, completamente lleno, por
esa masa de carne, llevándome a un éxtasis jamás sentido.
Estaba en un estado de paroxismo total, ya no pensaba, la totalidad de mis
sentidos estaban compenetrados en esa vehemente cogida, hasta las arañadas que
me efectuaba el perro, me producían placer, la transpiración comenzó a bañar mi
cuerpo. mientras las gotas de su baba, mojaban mi espalda.
Mis gemidos sumados a los jadeos del perro invadían la habitación, sentía que me
poseía de una manera satánica y despiadada, sus patas me aferraban fuertemente,
mientras su miembro, se agitaba dentro de mí, friccionando las paredes de mi
vulva sin ningún tipo de reparo, ni delicadeza, creo que de haber querido
liberarne, habría sido imposible.
El perro empujaba cada vez mas prendiéndose a mi cuerpo y yo, levantaba mi culo
para darle mas cabida a que introdujese la totalidad de su miembro, sentía que
me poseia, que mi cuerpo era de su propiedad, era algo tan patético.
La fricción de su aparato contra las paredes de mi vulva, era cada vez más
intensa, me aterraba su nudo, aunque la deseaba, cuando intentando acomodarme
para no perder el equilibrio, la secuencia de enviones hizo que su bulto
obtuviese su propósito. En ese momento de total placer, algo pareció partirme,
pequé un grito, en el instante que mis labios inferiores cedieron, para
introducirse el extremo de su bola, en segundos parecía hincharse en mi
interior, como tomando posesión de todo el espacio, que mi vulva permitía. Los
roces se aplacaron para sentir el palpitar de esa verga, estimulando mi punto G,
dando llegada a una serie de alucinantes orgasmos, mientras no dejaba de
temblar, disfrutando ese momento que realmente con palabras no se puede llegar a
describir.
Pero faltaba lo mejor, al eyacular su leche, vibré como una hoja, al sentir su
flujo invadir mi útero. El dolor que por momentos me ocasionaba, se fusionaba
con mi placer, produciendo un goce indescriptible. Esa morbosidad de sentirme la
hembra de ese animal, me llenaba de excitación, sentía que me transportaba.
Su voluminoso miembro quedó prisionero en mi interior, quedando fusionados, y
asi permanecimos durante varios minutos. Al despegarse de mi, un copioso chorro
de leche fué vertido de mi vagina, mientras su lengua lamía ese néctar blanco.
Bastante agotada por lo sucedido, me tiré sobre la alfombra. Evidentemente me
quedé dormida, cuando una lengua sobre mi rostro me despertó, me sobresalté,
pero rápidamente entendí que ocurría, lo abracé y jugué con él, nunca había
tenido un despertar de esa índole. Su lengua lamia mi cuerpo, posiblemente por
las mezcla de olores, producto de su esperma adherida a mi piel. No esperé
demasiado, quería sentirlo de nuevo, me coloqué en posición para recibirlo,
montandome, sín esperar demasiado.
Sus rápidos movimientos, y sus fuertes investidas,
no dejaban de producirme nuevos dolores, que soportaba y a la vez disfrutaba.
Era un animal que me cogía por instinto, era su perra, gozaba conmigo como yo
con él. Mi cuerpo se sacudía al unisono de sus empellones. Eran como descargas
eléctricas por todo mi cuerpo, no podía dejar de jadear y gritar de los espasmos
que me originó, estaba fuera de sí, hasta mis tetas parecían que explotaban.
Realmente me había transformado, en su sumisa perrita, dispuesta a que hiciese
de mí cualquier cosa, con tal de disfrutar del placer que me proporcionaba.
Tras esa fogosa cogida, me levanté agotada, para bañarme, y despejarme un poco,
aunque me agradaban esa mezcla de olores que mi cuerpo exhalaba.
Después de desayunar y darle de comer a Duque, decidí dar un paseo y recorrer el
lugar. Caminaba con Duque, cuando se aproximó otro perro, y se olieron con el
mío, era mas grande y daba la sensación que se conocen.
Nos comenzó a acompañar en nuestra caminata, al decidir regresar, nos acompaño
hasta la casa.
Sin pensarlo demasiado lo invité a entrar, les dí agua y de comer. Almorcé y me
acosté, al levantarme aún permanecía en casa, a lo que me alegré.
Lo acaricie igual que a Duque, sentí como un escalofrío, algo me invadió,
juguetee con ambos, no quería que mi perro se pusiese celoso, era divertido
hacerlo con los dos, hasta que mi imaginación empezó a funcionar.
No sabia bien que quería hacer con ambos, y por otra parte evitar una mala
reacción de Duque, aunque aparentaba se llevaban bien.
Jugué con ellos, sentía como sus hocicos humedos se introducian en mi falda,
tratando de oler mi sexo, que yá empezaba a mojarse, producto de ese juego, me
quité mi tanga y se las dí a oler, así lo hicieron, hasta que la tomaron con sus
dientes para terminar destrozandola.
El juego siguío, se me abalanzaban, me tiraba sobre ellos, estaba excitada, comencé a tocar sus genitales, para ver aflorar sus rojas puntas. Me quité la pollera y me volqué sobre la alfombra, Duque buscó mi vagina para lamer, a lo mismo que el otro perro, abrí mis piernas, entregando mi sexo a esas lenguas.
Pero deseaba sentirlas en todo mi cuerpo, me quité el resto de mis prendas, busqué algo dulce ,aplicandolo sobre mi desnudo cuerpo, y gozar de sus lamidas sobre mi piel. Así lo hice, me devoraban con sus lenguas, acelerando mis pulsaciones, comencé a friccionar sus genitales, donde rápidamente surgieron sus puntas rojas. Quería que ese perro (al que bauticé Duffy) me poseyera, pero temía la reacción de mi perro.
Me coloqué en posición de perrita, sin mayor espera Duque me montó, y su verga se adueño de mi vagina, tras una rápida eyaculación, se bajo para darme una lindas lamidas, a lo que Duffy lo imitó.
Me mantuve en esa posición, para ver la reacción
del otro perro, golpeé mis nalgas, para incitarlo a que me cogiese. Despues de 3
o 4 montadas y ayudandolo a que asertara en mi cavidad vaginal, otra voluminoso
verga, visitaba mi útero. Del nerviosismo, o la emoción de hacer real mis
fantasias, comencé a temblar, eso parecia incitar a Duffy, por que sus
movimientos, eran más intensos, sentía su roce cada vez mas penetrante, que con
dureza glopeaba sobre mis gluteos. Cuando sentí por la grieta de mi vagina,
entró su gruesa verga, para terminar dilatandose en mi interior, mi ano se
dilataba y contraia, al sentir su bola crecer presionando mi vagina, una
agradable presión me hacia contraer con fuerza, provocandome multiples
sensaciones.
Cuando su esperma vertío sobre mi interior, con su botón abrochado a mi vagina,
ja enorme latia en mi ser totalmente inundado, y ese botón que me tenia
aprisionada era delirante, estaba tan llena que tenia la sensación que mi vagina
se expandió como si fuese una bolsa de plástico que la van llenando de liquido
caliente mas de lo que su capacidad aguanta, el placer que experimentaba era
infinito, indescriptible, no podia compararlo con nada conocido.
Fue una avasallante y frenética cogida, con un
desenlace agotador, y mas que satisfecha por lo que me proporcionaron. .
Después de tantas incursiones, a mi pobre vagina, sentía algo de dolor producto
de una inflamación que se me había producido, notaba mis labios vaginales
bastante dilatados, pero mi ultimo día, y quería disfrutarlo hasta el último
momento. Me abrí de piernas para que la lengua de Duque, aplacara mi ardor, pero
más que hacerlo, aumento mi excitación, al colocarme en posición de perrita, su
lengua barría mis cavidades, me enloquecía. Como era de esperar, me monto, no
hice demasiado esfuerzo por quitarlo. Me encantaba, ser asediada, y nuevamente
me entregué.
Me apreso como las veces anteriores, para iniciar ese bombeo violento sentía
como la punta de su miembro, chocaba contra mi culo tratando de encontrar mi
cavidad, para penetrarme, esos impetuosos intentos hicieron que insertara en mi
ano, no era esa mi intención, pero fue un instante de curiosidad, tiempo
suficiente para sentir su barbara penetración, no pude contener un grito de
dolor. Que eso no detuvo al animal, hasta me dio la impresión que eso lo ínsito
a acelerar su bombeo. Era doloroso, pero mi calentura, superaba a cualquier
dolor. Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, era tan grande mi
necesidad de que me penetraran, que lo soportaba. Lo sentía entrar dolorosamente
centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que cada vez más
enrojecido por ese taladro de carne, el esfínter parecía latir para tolerar
mejor la incursión.
Cuando al fin terminó de entrar su totalidad, sentí que se dilataba,
fundamentalmente su bola, tenia insertado la totalidad de su miembro en su
máximo estado, dejando sus genitales pegados a mi ano. Era feroz sentir su falo
metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme .Los movimientos
cesaron, acomodandose, amoldando mi recto a ese volumen. disfrutando su aparato
en mi interior. Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no
dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que
súbitamente un cálido liquido fue eyaculado en mi recto. Gritaba como sacada,
ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhale, gemidos y gritos
de placer hasta mi último aliento, cuando un maravilloso orgasmo inundo mí ser.
No tarde en tener un segundo, al percibir el
esperma de mi perro colmando el recinto de mi recto. Era todo tan delicioso, que
si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad,
manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo.
El perro se giro hasta que quedamos culo con culo, mientras el otro perro lamia
la zona apresada, cada tanto sentía unos leves chorros de su leche que evacuee,
acompañada con otros orgasmos que seguía produciendo.
El perro intentaba desprenderse, al que tomándolo de sus patas traseras impedía
que se moviese, para no sentir dolor.
Después de 15 minutos o mas pudimos separarnos, realmente estaba algo asustada
por esa nueva experiencia, pero me agrado mucho. Estaba extenuada, y muy
satisfecha, así que me quede tendida y me dormí junto a mis amantes caninos.
A mas de un año de aquella experiencia, no niego que me excita recordarlo, pero
creo que fue algo enfermizo. Al llegar a concretar mi fantasía, me entregué
integramente a esos perros, dándoles mi cuerpo para que gozaran con el, lo mismo
que yo con ellos, mientras me sentía poseída y hasta violada, por ellos,
durmiendo desnuda con ellos. No me bañaba para que mi cuerpo impregnado con su
semen seco, mi orín y mis flujos, fuesen captados por sus sensibles olfatos y
despertara su instinto sexual.