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Mi Paquete Anal

en Sexo Anal

Mi Paquete Anal.

El grupo de mis paquetes había aumentado, eran tres los paquetes que animaban mi vida sexual, haciéndola emocionante, divertida y extremadamente placentera. Y pensar que cuando me separé de mi marido, me preocupó por un momento el futuro de mi vida sexual. Hasta el momento de la separación, le había sido fiel a mi ex y solamente había estado con dos hombres antes que él. Por lo que no podía decir que tenía una dilatada experiencia con los hombres, pero en el último año, me había gozado la virginidad de dos jovencitos y había encontrado a un adulto contemporáneo que complacía mis peticiones más alocadas.

El Paquete XXL, quien además era el tío más cercano de mis paquetes jóvenes, el Paquete Nuevo y el Paquete Plus. A veces, era difícil encontrar un equilibrio en mi relación con estos tres paquetes, todos menores que yo, dos estaban al tanto de mis relación con los demás, pero el Paquete Nuevo, no se había enterado de que, gracias a él, su familia tenía una gran cabida en mi vida.

Durante la semana, mi tiempo era para mis dos hijos preadolescentes, pero desde el viernes en la noche mi tiempo me pertenecía y lo repartía entre los paquetes. Desde que me tatuó, el Paquete XXL se había convertido en un amante fijo, era muy atento, alegre y aventurero, pero sobretodo, era muy apasionado. Además, comprendía mis escapadas con sus sobrinos, eso era muy importante. Quería que mi vida sexual fuera variada, en ese momento de mi vida necesitaba evitar la rutina a toda costa.

XXL llegó ese viernes a las nueve de la noche, lo esperé con unos ricos perros calientes, su comida preferida, cerveza fría y mis tetas al aire. Estaba cansado, había estado tatuando todo el día, su trabajo es sumamente artístico y muy laborioso, se toma mucho tiempo con los clientes y su salón siempre estaba lleno, pero los fines de semana se tomaba un descanso, conmigo. Después de comer, le quité las botas Dr. Marteen, le quité los bluejeans rotos y desteñidos, le quité la franela blanca manchada de tinta de diferentes colores, me quité mis pantys con encaje y me metí con él en la piscinita de mi patio, hacía calor, el baño lo revitalizaría y yo tenía las herramientas para relajarlo.

Cuando se sintió un poco más relajado nos besamos, nuestras lenguas penetraban nuestras bocas, pasando saliva de una lado a otro, de vez en cuando le mordía suavecito un labio y él me apretaba una de mis gordas tetas, luego comenzó a besarlas, metía mi pezón generoso en su boca y lo lamía mientras me pellizcaba suavecito el otro pezón, cuando lo tenía bien duro se lo metía a la boca y repetía el proceso, por supuesto, eso me ponía sumamente caliente, mi totona se alborotaba, preparada para la acción.

Le pedí que se sentara en las escaleritas de la piscina, tenía el webo totalmente duro, además de los piercings en las tetillas, tenía cuatro piercings en la verga, dos dyndoes cerca del glande y dos hafadas en el escroto. Todos cumplían la misión de prolongar su placer y, por ende, el mío, a mi me gustaba sentir el frío metal en la lengua, en mis tetas y en mi totona. Primero, lamí sus tetillas, metía mi lengua en el arito y lo halaba levemente, él gemía suavecito y me apretaba las tetas, luego seguí lamiendo su barriga peluda hasta que llegué al ombligo, metí mi lengua y la moví en círculos, él sólo gemía, tenía los ojos cerrados para apreciar todas las sensaciones, su webo estaba muy duro y caliente, su glande completamente rojo.

Me coloqué en cuatro a su lado, mi culo estaba cerca de su cara, de vez en cuando me mordía una nalga sin presionar. Dejé de jugar con su ombligo y lo lamí a todo lo largo el tatuaje tribal que adorna su bajo vientre, dándole un aspecto masculino y salvaje, allí me esperaba su rico y gordo webo. Ya estaba húmedo, su glande brillaba, lo lamí levemente, pasando rápidamente mi lengua como si estuviera probando una chupeta, él comenzó a acariciar mi raja mojada, con uno de sus dedos callosos, primero suavemente, luego más rápido, cuando estaba bien mojado lo pasaba desde mi totona hasta mi culo y se detenía allí, en mi gran culo virgen.

Lo acarició, abriéndose paso entre mis nalgas carnosas, eso me calentó de tal forma que metí de una vez su webo en mi boca, lo metía y lo sacaba procurando no tocarlo con los dientes, sólo con los labios y con mi lengua, cuando llegaba al glande, lamía los piercings y mordía suavemente la piel de la base del webo. Entonces él metió dos dedos en el ojo de mi culo, los detuvo, volví a meter su webo a mi boca y comenzó a mover sus dedos en círculo dentro de mi culo, lentamente, pero presionando, mientras acariciaba mi raja con el pulgar.

Yo lamí su verga, la saqué y la metí, varías veces, él me penetraba el culo con sus largos dedos, estábamos a mil, sus gemidos y los míos crecían así como nuestros movimientos, sus dedos en mi culo lejos de molestarme, me excitaban mucho, sentí como se arqueaba y ya iba a soltar toda su leche, pero yo no quería que sacara sus dedos de mi culo hasta que yo terminara, así que prolongué un poco más la felación, sentía un gusto dulzón en mi boca, pero no quería tragarme su leche, aun no estaba preparada, él apuró el ritmo en mi culo y acabé ruidosamente, mientras el rociaba su leche en mis tetas.

Después de ese delicioso polvo, nos remojamos un poco más y nos fuimos a descansar a mi cuarto, como estábamos solos permanecíamos desnudos, a él le gustaba tanto como a mí andar al natural, disfrutaba airear sus carnes y ver las mías. Pusimos un concierto sinfónico de Yes en el pantalla plana y nos arrellanamos en mi gran cama. XXL se durmió casi de inmediato, yo vi un poco más del concierto y me provocó fumar uno de mis cigarrillos mentolados. Salí al balconcito de mi cuarto, en la ventana del frente estaba el vecino mayor, el papá de mis paquetes jóvenes y el hermano mayor de XXL, él me observaba desde el segundo día que se mudaron a la casa de al lado y esa noche seguía con su costumbre.

Definitivamente, no habría exhibicionistas si no hubiera mirones, él disfrutaba viendo y, para qué negarlo, yo no me negaba a mostrar, es más, me sentía halagada, siendo una gorda cuarentona, no tenía mucho chance de mostrar, lo mejor era que yo también veía. El vecino, se paró con un interior blanco frente a la ventana, una luz tenue iluminaba la habitación del frente, aun así, podía ver muy bien que en su entrepierna se dibujaba su paquete preparado para salir. Él fumaba un habano, cuando me vio se quitó el interior y, por fin, pude ver el paquete mayor, ya lo tenía parado, su verga se dibujaba erecta a través de la ventana y semejaba un gran sable preparado para conquistar nuevos mundos.

Enseguida me mojé, era el paquete más grande de los paquetes que había conocido, me quedé por unos momentos apoyada en la barandita de acero inoxidable. Él me miraba, esperando, inhalando su habano lentamente, tocándose el paquete con parsimonia, yo me limité a mirarlo mientras me acariciaba una teta. Cuando el ritmo de sus sacudidas creció, encendí otro cigarrillo y me senté en la sillita de mimbre que estaba en el rincón del balcón. Él se colocó de lado para que admirara su paquete en toda su dimensión, sin duda alguna, él tenía el paquete mayor de esa familia.

Su desparpajo me retó, su hermano estaba acostado en mi cama y él lo sabía, abrí mis piernas y comencé a tocar mi raja depilada, lentamente, al mismo ritmo que él se pajeaba, poco después, él se tocó una tetilla y yo comencé a tocarme el pezón, él sacó su lengua y me la mostró, yo metí mi pezón en la boca y me lo chupé, entonces el ritmo de sus sacudidas aumentó y yo me metí un dedo en la raja….. Un habano y tres cigarrillos después ambos terminamos y nos dirigimos una sonrisa de despedida.

Cuando entré al cuarto, XXL y su webo estaban despiertos, por supuesto lo había visto todo, que mirones eran en esa familia. Pero no hizo ningún comentario, me recibió con un beso apasionado, cada vez que me besaba, su lengua recorría mi boca sin tocarme los dientes, nadie me había besado así, era un beso posesivo, pero le daba a mi lengua libertad para actuar. Me besó los lóbulos de las orejas, me lamió el cuello, mientras me acariciaba la raja mojada por el pajazo que me acababa de dar, después se concentró en mis tetas, le encanta jugar con ellas, las chupó, las lamió, las beso, las mordió suavecito. Y yo me volví a calentar.

  • ¡Cógeme! -Le pedí calladito al oído

No se hizo de rogar, se fue hasta mi totona, tenía el webo tan duro que pudo golpearme varías veces el monte de Venus, justo donde lucía el tatuaje que él me había hecho, levantó mis piernas rollizas y las puso sobre sus hombros, luego colocó su verga en mi raja, yo estaba impaciente, pero él se tomó su tiempo, me acarició la raja mojada con la gorda cabeza de su webo varias veces, comenzaba en el huequito del culo y subía hasta mi vagina abierta, pero no me penetraba.

  • ¡Cógeme, me estás volviendo loca! –Solicité en voz más alta.

Entonces metió toda su verga de golpe, no pude evitar el grito de placer que salió de mi garganta, era más de media noche, me imagino que desperté a algún vecino, pero en ese momento yo sólo quería sentir su webo bien adentro, en mi totona. Él bombeó su verga, lentamente primero, poco a poco fue aumentando sus embates, me rozaba el clítoris y llegaba hasta el útero, me penetraba cada vez más salvajemente, apretando mis tetas, pellizcando mis pezones, cuando estábamos a punto de terminar me pegó dos nalgadas leves.

  • ¿Tu eres mía? –Preguntó impaciente
  • Sí, sí, sí, sí, sí –Respondí al ritmo de sus embestidas

Me apretó muy duro los gordos muslos y terminamos con un grito salvaje en dúo. Se corrió abundantemente dentro de mí, esperó un poco y sacó su webo aun chorreante, para llenar mi tatuaje con su leche caliente, me lo restregó por la totona, agarrándola sin apretarla. Luego se recostó a mi lado y me siguió besando.

  • Quiero algo tuyo que nadie ha tenido y que sea solo mío. –Me pidió un rato después.
  • ¿Cómo algo mío? –Pregunté suspicaz
  • Algo de tu cuerpo

Lo único que permanece virgen es mi culo, pensé, mientras le daba un piquito en los labios.

  • ¡Quiero tu culo! Que sea sólo mío – Me solicitó besándome.

………………………………………………………………………. Permanecí en silencio por unos minutos, verdaderamente tenía muchos prejuicios con respecto al sexo anal, pero …… ¿Qué era lo peor que podía pasarme?

  • Dame tiempo para prepararme –Le pedí
  • No te preocupes mi gorda, yo te preparo bien – Me contestó sonriendo.

A mitad de la semana siguiente me llegó una invitación para asistir a la primera fiesta formal de los cadetes de la Academia Militar. El sábado siguiente me encontré en la camioneta de mi vecino el Paquete Mayor, acompañados con el Paquete Plus y el Paquete XXL, tenía una sensación muy extraña, de una u otra forma había tenido algún encuentro sexual con cada uno de esos hombres y eso me excitaba, además, XXL acariciaba una de mis piernas debajo de la falda, mientras el Paquete Mayor veía de cuando en cuando por el retrovisor.

Llegamos al Gran Salón de la Academia, pero no ubicábamos al Paquete Nuevo hasta que se paró frente a nosotros, estaba más alto y más corpulento, de su pelo largo y alborotado sólo quedaba el recuerdo, se veía regio en ese elegante uniforme azul. Nos abrazó a todos, aunque, secamente, los cadetes estaban rodeados de su familias y daban muestras de cariño a sus madres y hermanas, me imaginé que yo era la parte materna de la suya, ya que su madre estaba fuera del país. La seriedad del Paquete Nuevo se había acentuado, tenía cierta majestad en su uniforme de gala, aunque se notada algo ansioso.

Cuando comenzó la música, me invitó a bailar, me extrañó, él no bailaba, pero en la Academia también los enseñaban a bailar. Aun tenía cierta torpeza, sobre todo cuando apretaba mi espalda.

  • Necesito tirar, necesito tirar contigo porque si no voy a explotar –Me dijo entre dientes.

Salimos furtivamente del salón, se metió en el asiento trasero de la camioneta y se escondió, conduje hasta el hotel que quedaba muy cerca. Al bajarnos del carro me pidió que me quitara las pantaletas, las olió profundamente y las metió en un bolsillo del uniforme. Ya dentro nos encontramos con la sorpresa de que el ascensor no estaba funcionando, porque se acercaba la hora del racionamiento de electricidad, así que fuimos rápidamente hacia las escaleras,

En un rincón solitario, antes de llegar a las escaleras, el Nuevo me pegó contra la pared y me besó con desesperación, atrapando mis labios entre los suyos, me aprisionaba las tetas con rudeza, me subía la falda y acariciaba con fuerza mi totona, su premura me excitaba y me apresuraba a mi también, en medio de la pasión, él vio una puerta abierta y me guió hacia allá. Era una especie de depósito lleno de toallas blancas con el logo del hotel bordado, el Nuevo me empujó contra la fila más cercana, mi cara quedó pegada a las toallas olorosas a suavizante barato, me subió la falda y sin mediar palabra, me poseyó allí mismo, su verga perforó mi totona ansiosa mientras me amasaba las tetas y besaba mi cuello.

Debía aprovechar el poco tiempo que tenía, así que su webo de carajito, horadaba mi totona con fuerza, cuando estábamos a punto de venirnos, comenzó a sonar su celular, se aferró más duro a mis gruesas caderas y bombeó con rapidez hasta que su leche me regó por dentro calentando mi interior con esa fuerza tan propia de él. Era inevitable, tenía que regresar a la Academia, por lo menos pudo echar una tiradita y drenar toda esa tensión acumulada con un buen polvo.

Al poco rato su familia y yo regresamos al hotel, me quedé en una habitación con XXL, nos echamos un buen baño y nos acostamos a ver TV mientras esperábamos a que nos dejaran sin electricidad. XXL estaba extraño, no sonreía como de costumbre.

  • ¿Estás cansado? –Me atreví a preguntar
  • No ¿Ya pensaste mi propuesta de la semana pasada? – Me preguntó seriamente.

Lo besé como toda respuesta, él me correspondió con la alegría a la que me tenía acostumbrada, recorrió mi cuello con sus labios, lamió mis pezones hasta ponerlos duros, luego los chupó con delicadeza y dedicación, mientras sus manos jugaban con mi raja haciendo que fluyeran mis jugos. Unos minutos después, lamió mi amplia barriga, haciendo un lento barrido con su lengua alrededor de mi ombligo, me abrió más las piernas y sus dedos se mojaban de los jugos de mi raja y bajaban hasta el ojo de mi culo, lubricándolo, no podía negarlo, mi culo respondía cada vez mejor a sus caricias.

XXL siguió bajando hasta llegar a mi raja, me pidió que me colocara de lado y que abriera bien las piernas, le obedecí inmediatamente, estaba trémula del placer, a punto de terminar, tan sólo con sus caricias, cuando pasó su lengua por mi raja mis gemidos subieron en intensidad, un par de sus dedos, ya bien lubricados con mis jugos, se abrían paso sin dificultad por mi culo. Apenas rozó mi clítoris con su lengua, me estremecí de placer, emití un gemido más fuerte y mis fluidos mojaron su cara y las sabanas.

Terminé, pero él apenas había comenzado, con sus dedos pasaba los jugos de mi totona a mi culo, mojándolo, debo admitir que aunque estaba cansada, eso me interesó, mojaba mi culo y lo lamía con grandes lengüetazos que me hacían cosquillas y me llenaban de un placer que no había conocido hasta ese momento. En un momento, mi culo estuvo tan mojado como mi totona, XXL se levantó, buscó en sus pantalones y sacó un preservativo, me extrañó, no usábamos preservativos, éramos "casi" exclusivos, se lo colocó con presteza, luego sacó un tubito, se acercó a mí y me besó con sabor a mi totona.

  • Ya estás preparada, ahora relájate. –Me susurró al oído.

Pues parecía que sí, que ya estaba preparada, así que lo dejé hacer, seguí acostada de lado, él se acostó frente a mí, se dirigió hacia mi culo y me regó con un gel muy frío, luego me volvió a besar apasionadamente. Recorrió mi raja con su webo enguantado hasta llegar al ojo de mi culo, me sonrió y puso su glande allí, lentamente comenzó a meterlo, por un momento se detuvo para calibrar mi reacción, me dolió un poco, pero era algo manejable, más bien quería que lo metiera, me intrigaba saber qué tanto placer sentiría.

  • Mételo todo de una vez – Le pedí

Él me obedeció cuidadosamente, siempre mirándome ¡UUUYYY! ……........¡Que dolor tan delicioso!...................... Me dolía, sí, pero el placer que acompañaba al dolor era infinitamente superior. Él me miró y sonriendo comenzó a meter y a sacar mientras me chupaba las tetas. ¿Cómo explicarlo? Me ardía, me dolía y sentía ganas de sacarlo, pero inmediatamente quería que me lo volviera a meter, porque el dolor era tan placentero, que quería un poco más, él me acariciaba la raja a la vez que metía y sacaba su webo de mi culo grandote.

  • Quiero que me cojas de verdad, verdad. –Le dije apartándolo.

Me miró sorprendido, mientras me ponía en cuatro.

  • Soy tu puta, cógeme como solo un macho como tú puede hacerlo.

Y así lo hizo, me penetró el culo sin contemplaciones, mientras me pajeaba con sus largos dedos de artista del tatuaje, me agarraba la cadera con la otra mano, una corriente eléctrica recorría mis piernas, debilitándolas, pero me mantuve en cuatro, quería que termináramos así, él ya estaba a punto de terminar lo sentía en la fuerza de sus embestidas y yo quería estallar junto a él. De hecho, sus gemidos se acoplaron con los míos entonando un ritmo placentero. Terminamos juntos exhalando un sonoro suspiro, él sacó su webo de mi culo, se quitó el preservativo y regó toda mi espalda con un poderoso chorro de leche caliente.

  • ¡OOOHHH DIOOOS! –Grité al final.

¡UUUUFFFF! ………..Que cogida tan rica, cómo no lo había hecho antes. Me volteé y el cayó sobre mí, besándome largamente. Se veía radiante en el placer y yo me sentía placenteramente adolorida. Ahora mi culo sí era definitivamente de él.

  • Ahora sí, eres mía. Puedes seguir tirando con los demás paquetes, pero ese culo es exclusivamente para mí. –Me aclaró sonriendo.

Asentí complacida, tenía mi propio paquete anal.