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Andrea y el vecino

en Autosatisfacción

Autor: Salvador y andrea

Andrea y su vecino mayor de edad

Le he visto nuevamente. Nos encontramos en el ascensor y se acercó a mí, como acostumbra hacerlo, pues sabe que me pone nerviosa. Me preguntó por el colegio y se interesó por saber cómo me iba en los estudios, pero todo sin dejar de mirar mis senos. Yo estaba toda colorada, sintiendo el peso de su mirada y porque me di cuenta en ese momento que no había abrochado los dos botones superiores de mi blusa, debido a lo cual mostraba más de lo que la prudencia aconsejaba. Y él estaba encantado con mi descuido pues sus ojos no se apartaban de mi pecho.

Me preguntó si saldría con mis padres en el viaje de fin de semana largo, a lo que le respondí que tenía demasiado que estudiar y me iba a quedar en casa.

"¿Solita"

Me preguntó con intención. Me puse roja como tomate y asentí.

"Si necesitas algo, yo estaré también solo en casa"

Me dijo sonriendo y se despidió con una última mirada a mis senos.

Mientras se alejaba yo respiraba con fuerza, notando que mis pezones se habían endurecido producto de la excitación que me produjo el breve momento a solas con mi vecino, en el ascensor. Es que estos encuentros, que hacía ya un tiempo habían dejado de ser casuales, fueron creando poco a poco una relación entre los dos, en que nunca se dijo nada directamente pero que en el aire se respiraba la atracción mutua. Si, mutua.

Era evidente que yo le gustaba. Me di cuenta de inmediato, cuando me percaté de sus insistentes miradas a mis senos, a mis piernas y a todo mi cuerpo, cuando me veía venir y las sentía cuando me alejaba. Su manera suave, su voz cautivante, fueron tendiendo una red a mi alrededor y pronto sentí que el deseo de encontrarme con el en esos breves instantes hacía que me pusiera nerviosa esperando sentir cerrarse la puerta de su departamento para salir del nuestro para encontrarlo "casualmente" parado frente a la puerta del ascensor. Me miraba desde que salía de nuestro departamento y seguía mis pasos hasta que llegaba a su lado, donde con una sonrisa amplia me saludaba, a lo que respondía con timidez.

Su nombre es Salvador. Es un hombre de 69 años, según comentaron mis padres en alguna oportunidad. También dijeron que vivía solo, pero recibía constantemente visitas de muchachas jóvenes. Mi padre lo dijo con cierta envidia y mi madre en tono de reproche. Yo escuché y me interesé por ese hombre de pelo negro, de aproximadamente 1,70 mts, de contextura normal, ni gordo ni flaco, siempre sonriendo y seguro de si mismo. Me pareció atractivo y concluí que no era raro que sus visitas fueran muchachas jóvenes pues en general era atrayente. Y para una muchacha de 18 años no pasaba desapercibido que ese hombre exhalaba un aire de erotismo que hacía mirarlo con cierta morbosidad. Muchachas jóvenes. ¿Qué hace con ellas a solas en su departamento? Pero no recordaba haberlo visto nunca con compañía. ¿No serían cuentos? ¿Por qué el énfasis con que mi madre mostró su molestia cuando comentó que siempre recibía muchachas jóvenes? Que mi padre sintiera envidia me lo explicaba pero la molestia de mi madre no lograba explicármela.

Lo cierto es que la compañía de ese hombre siempre me dejaba excitada, como ahora, ya que de un tiempo a esta parte, cuando el se iba, yo empezaba a imaginarme siendo una de sus visitas y ahí en su departamento, a solas con él, toda la mujer escondida en mi cuerpo de muchachita salía a relucir y toda mi morbosidad se liberaba, imaginándome haciendo cosas que nunca antes imaginé.

Lo cierto es que ese hombre me producía calenturas que solamente podía calmar cuando a solas en mi cuarto acariciaba mi cosita con los ojos cerrados, y poniendo el rostro de Salvador a todas mis fantasías.

Estaba segura que este fin de semana mi vecino intentaría algo conmigo. Me lo dijeron sus palabras en el ascensor y la mirada mucho más intensa que en otras oportunidades.

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Esperó a sentir abrirse su puerta y salió. Iba al supermercado a comprar pan para el desayuno. Desayuno a solas, sin sus padres que habían partido de madrugada. El estaba esperando, vestido informalmente. Quedó maravillado con el espectáculo de mis piernas descubiertas. Es que esa mañana elegí un top negro y un pantaloncito de jeans infartantes. Me encanta vestir seductoramente y sentir las miradas de los hombres a mis piernas, y a mi culin. Sé que soy hermosa, a qué negarlo. Por eso sabía que Salvador quedaría encantado con mi forma de presentarme para entrar con el al ascensor y estar ahí algunos instantes solamente para los dos.

"Estás increíblemente preciosa, Andrea"

"Gracias. ¿Sabe mi nombre?"

"Tu nombre y mucho más"

Callé, completamente colorada. Entramos a la casa. Se situó frente a mí. Hoy no se puso a mi lado. Me escrutó completamente, paseando su mirada por mi cuerpo, devorándolo. Sentí que me estaba excitando. Es que estaba segura que de alguna manera ese hombre iniciaría su conquista ahora, en el ascensor.

"Estás cautivante, Andrea"

"Muchas gracias", respondí con un hilo de voz. Era evidente que Salvador, con sus audaces maneras tenía el control de la situación.

"¿Vas a bañarte en la piscina más tarde?"

"Creo que sí. Hace calor"

"Una buena oportunidad para usar mis anteojos de largavistas"

No pude responder. Mi confusión por la intención de sus palabras me impedía articular palabra. Es que su departamento quedaba justo frente a la piscina y su indirecta resultó ser demasiado directa y sugerente.

"Te dije ayer. Cualquier cosa que necesites, estaré a tu disposición"

"Muchas gracias"

"Si gustas, después de la piscina puedo convidarte con un refresco"

"Gracias, pero…."

"No se diga más. Prepararé un jugo especial para ti. Es una receta secreta"

"Es que…"

"No te preocupes, que no te voy a raptar, niña"

Me sentí emocionada por tratarme como a una niña y sin dudarlo le respondí "Bueno"

"Estaré esperándote, Andrea"

Se quedó parado a la entrada del edificio, solazándose con mi cuerpo mientras yo caminaba rumbo al supermercado. Me sentía feliz sabiendo que su mirada estaba posada en mi trasero, que movía con toda la intención que era posible para excitarlo. Y estaba segura que lo estaba consiguiendo.

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Mi bikini me hacía lucir todo el cuerpo de manera exquisita. Las dos tiritas de color negro que casi no dejaban nada a la imaginación mostraban mis formas que ante el espejo se mostraban exquisitas, con unos senos llamativos pro su tamaño, un par de globos de atraían las miradas varoniles. Y mis piernas, gruesas y con unos muslos que hacían pensar en el paquetito que apenas se ocultaba bajo la tela. Y mi trasero, mi orgullo, paradito y lleno, era un digno marco a tan bello conjunto de formas. Me sentía orgullosa del espectáculo que el espejo me devolvía. Sabía que Salvador tendría un espectáculo increíble cuando estuviera en la piscina.

Después de un par de chapuzones, decidí ir a tomar el sol, tirada a un costado de la piscina. Era hora de darle el espectáculo a mi vecino. Me puso los lentes y recibí las caricias del sol sobre mi cuerpo, previamente cubierto de crema contra el sol. Mientras extendía la crema en mis muslos, por la parte interior, levanté la vista y ví sus anteojos de largavista, clavados en mi cuerpo. Me recosté y abrí ligeramente mis piernas, de frente a su ventana, donde estaba segura que mi vecino debía estar con su verga parada por la visión de mi cuerpo hice a un lado el bikini y empese a mostrale mi tesorito aun puro y rosado pase mi dedo sobre mis labios húmedos y me lo meti a la boca sin apartar la vista de mi vecino . Durante una hora pudo recorrer cada centímetro de mi cuerpo, por delante y detrás. Quería que mi cuerpo fuera devorado por las miradas morbosas de mi mi vecino. Y sabía que la visión de mi trasero era un espectáculo digno de ver . Y el no se lo perdería.

Cuando creí llegado el momento adecuado, me levanté y me dirigí a mi departamento, caminado sinuosamente, con provocación a mi escondido observador.

Cuando salí del ascensor, él estaba en la puerta de su departamento. Esperándome.

Había llegado el momento de la verdad.

Con paso felino me acerqué a mi vecino, que me sonreía complacido entonces decidí jugármela yo ya deseaba tener una verga en mi cosita tal ves esta era la oportunidad .

¿Qué hay de ese jugo prometido?

Me miró con asombro. La mujer que tenía delante era muy diferente a la tímida muchachita vestida en uniforme colegial con la que compartía el ascensor todas las mañanas. Ahora tenía ante él a una mujer segura de si mismo, que sabía lo que quería y que obtenía lo que deseaba. Su mirada, su sonrisa y sus palabras destilaban seguridad. Salvador no salía de su asombro.

Pasé por su lado y entre a su departamento. Al hacerlo, deliberadamente mis senos se pasearon a un par de centímetros de su rostro. Me divirtió ver la expresión de su cara cuando mis dos pechos se detuvieron un instante ante sus ojos que, incrédulos, no podían dar crédito a lo que tenía tan cerca.

Fui y me senté en el sillón, cruzando mis piernas. El continuaba parado en la puerta, mirando mi cuerpo, mis piernas, mis senos, mi expresión divertida en el rostro. Era todo un espectáculo verlo tan sorprendido y confundido.

"¿tengo sed Salvador?"

Me preparo una bebida de menta y licor muy deliciosa tomo asiento a mi lado me acomodo cruzando mi pierna mostrando mi muslo y me pregunta que tal me va en el colegio le digo que bien, empiezo a mover mi pierna y toma mi tobillo y me dice que linda pierna me ve como si me desnudara con la vista se acerca a mí y su mano acaricia mi muslo siento sus fuertes manos como aprietan mi muslo de arriba hacia abajo tocando mi rodilla estoy nerviosa y me dice tranquila mi niña no pasa nada sé que lo deseas, no solo lo deseo estoy mojada de la emoción en tener a un hombre que desea joderme bajo la mirada y noto como su verga está a full con un movimiento me toma de las caderas y me pone sobre sus piernas me besa en la boca es la primera vez que me besan con tanta pasión siento como me invade su lengua hasta dejarme sin aliento una mano curiosa toma mi culo y me acerca a él siento como su verga se posa sobre mi conchita mojada y deseosa de ser reventada hace a un lado el bikini y manosea mi nalga se acerca a mi oído y me dice que rica estas putita mientras me lo dice me besa el cuello y asoma un dedo a mi ano yo empiezo a mover mi cadera frotando mi concha con su verga él se acuesta en el sofá quedo sobre el con una mano abro el cierre de su pantalón Salvador está viéndome con deseo me dice que no tiene condones, conteste no te preocupes y disfruta es la primera vez que acaricio una verga estaba caliente y salía un olor que encendía mi deseo lo acaricio con mis manos y se pone mas duro me lo acomodo queda entre mi sexo lo único que lo separa en mi bikini empieso a moverme para adelante y atrás unos gemidos invaden su apartamento siento sus manos intrusas tomándome se la cintura mientras yo lo veo a los ojos y me quito el top dejando mis tetas al aire Salvador estaba maravillado viendo mis tetas que rica estas putita y empieza a comerme las tetas mi cadera sigue frotándolo le esto haciendo una paja con mi concha.

Salvador ha sido suficiente me paro y acerco mi sexo a a su boca y me lo empieza a comer siento como me muerde los lavios de mi concha con cada mordida arranca un gemido de mi ser me besa los muslos y mi sexo escucho que me dice que rico dulce asi estuvo comiendo mi sexo por 15 min hasta que no aguante y mi babita empieza a salir mi mojarle la cara.

Me corri como nunca lo había hecho se levanta del sofá yo quedo con el cabello despeinado sudada y con olor a sexo me dice andreita hija todavía no es tiempo de cogerte primero disfrutare tu cuerpo antes de poder hacerte mujer asi que esto es el comiezo de nuestra aventura me besa en la boca siento algo de sabor a mi babita.

Me levanto del sofá buscando mi bikini solo encuentro mi top salvador tomo la parte de abajo y me dice esto es un premio y se lo pone en la nariz y lo huele esto me lo quedo salgo de su apartamento desnuda corriendo hacia el mio con el tenemos que alguien me vea asi por el pasillo.

Gracias a todos por sus comentarios han sido muy agradables y esta aventura continuara

andrea