Poema a Gatacolorada
Dejo planear mi mente,
hoy no quiero pensar
del mundo soy ausente,
sólo deseo volar... volar.
En un paraíso me hallo...
¡Cuán grata es esa morada!
Dulce hogar para este yayo,
al final de su larga estrada.
De alegría y contento estallo.
La diosa: una gata colorada,
montada en un caballo bayo;
llega desnuda a mi alborada,
una mañana fastuosa de Mayo,
entre claveles y rosas bañada,
contempla atónito este lacayo,
la flor más hermosa y aromada.
No sé si estoy despierto o deliro,
me oprimió contra mi almohada,
huye de mi corazón un leve suspiro
al ver mi alma ante ella atrapada
entre diamantes, perlas y zafiros.
Mis labios irritados se desparraman,
Buscando los ojos donde me miro;
¡lágrimas mis fanales derraman!
Al despertar de este ideal retiro.