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Arte Viviente

en Fetichismo

Traducción libre del original Living Art:

http://www.lisacorsets.com/tighttales/Guest/art/art-1.html

Capitulo 1

¡Dios!, pensó Jane ¿Qué demonios estoy haciendo aquí?

Aunque no era tanto dónde estaba como qué iba a hacer. Iba a lucir/vestir/sufrir uno de los vestidos fetichistas más increíbles jamás creados. Jane sabía, por su trabajo, que era un diseño realmente espectacular. Trabajaba como periodista freelance. Había empezado como un trabajo a tiempo parcial en el que enviaba artículos sobre moda, clubs y literatura fetichista a revistas más o menos especializadas.

Hacia unos seis meses había dejado el que era su trabajo principal y había decidido centrarse por completo a su carrera como periodista. Todo había empezado razonablemente bien, pero de repente fue como si hubiera agotado todos sus recursos. No había conseguido que uno solo de sus artículos fuera publicado en dos meses. Su situación económica empezaba a ser desesperada, y tanto el banco como su casero, que estaba amenazándola con el desalojo, se lo habían recordado. Jane había decidido buscar material nuevo, y tras hacer varias llamadas había conseguido, o más bien rogado, algo de dinero de su compañero de piso para coger un ferri hacia Holanda.

Después, lo que prometía ser un buen viaje con dos aún mejores entrevistas se desmoronó. El club fetichista del hombre al que iba a entrevistar había sido clausurado la noche anterior tras un problema con drogas. El dueño del local podía o no estar detenido, no lo sabía. Lo que sí estaba claro es que Jane no había podido encontrarlo, así que la historia estaba descartada. La otra entrevista, con el director de ventas de una gran compañía de moda fetichista, se había ido a pique después de que la pusiera en evidencia y llamara a la revista a la que se suponía que representaba. Al descubrir que era una farsante la había acompañado fuera de la oficina. Estaba claro que ese día las cosas no le habían ido nada bien.

Tras caminar un rato, sin saber qué hacer y decepcionada, Jane cruzó la calle y entró en una cafetería para tomar un té. Se sentó en una mesa a beberlo y a reflexionar. Su mirada vagó por la sala hasta que un hombre que estaba leyendo el periódico en una esquina le llamó la atención. Tenía la sensación de que le conocía, ¿pero quién era? Rebuscó en su mente unos momentos hasta que su nombre le vino a la cabeza. ¡Era Dak Halson, el famoso artista fetichista!

"Igual este es mi día de suerte", pensó. Entonces recordó que Dak Halson era famoso por mantener su privacidad y no ofrecer entrevistas nunca, el único momento en el que se mostraba públicamente eran sus espectáculos en la sala de exposiciones. Jane no estaba segura de fuera su a conseguir algo, pero tenía que intentarlo, sino, el viaje habría sido una enorme pérdida de tiempo.

Se levantó con decisión y caminó hacia su mesa, deteniéndose ante él hasta que la miró. Antes de darle tiempo a reaccionar, exclamó:

-¡Señor Halson!, buenos días. Siento molestarte pero soy una de tus mayores fans, y me preguntaba si me concederías un poco de tiempo para hablar sobre tu trabajo.

Halson elevó su mano hasta que ella calló y dijo lentamente y con claridad:

-Eres una reportera, y yo no doy entrevistas. ¡Largo de aquí! – Y volvió la vista a su periódico.

Jane no dijo nada inmediatamente, aturdida ante su seca reacción. Estaba desesperada y tenía que conseguir una historia que llevar a Londres o su casero la echaría de casa. Necesitaba agarrarse a algo, lo que fuera.

-Solo estoy empezando como reportera, por favor, dame una oportunidad - Suplicó.

-¿Cuánto mides?- Inquirió Halson levantando la mirada de nuevo.

-1.72

-¿Cuáles son tus medidas y tu número de pie?-Continuó Dak

-95, 65, 95 y el número 39

-¿Sueles usar corsés ¿

-Sí, bastante a menudo.- Respondió Jane, al fin y al cabo estaba hablando con quien estaba hablando. En realidad tenía uno y alguna vez se lo había puesto, pero desde luego no con la regularidad que seguramente buscaba. No acababa de entender el por qué de esas preguntas, pero al menos él le estaba prestando atención.

Dak se inclino hacia ella con un interés repentino y preguntó:

-¿Cuál es la menor cintura que has conseguido?

Jane se percató de que esa era una pregunta importante. Su corsé podía estrecharse hasta alcanzar una circunferencia de 55 centímetros y ella nunca había bajado de ahí. De hecho se sentía tan incómoda que nunca lo llevaba completamente atado, pero respondió:

-45 centímetros.

-Una pena.- dijo el mirándola decepcionado- El resto de tus medidas son perfectas, pero necesito a alguien que pueda atarse mucho menos que eso.

Tras esas palabras volvió la vista a su periódico. Jane pudo ver como se le escapaba la oportunidad de las manos. Así que rápidamente añadió:

-Bueno, estos días la he reducido a 45 con facilidad así que debería poder bajar de ahí si lo intento.

Dak pareció volver a prestarle atención.

-¿Segura? Me alegraría muchísimo si fueras capaz… mi modelo se ha puesto enferma y necesito una sustituta para una presentación que hago esta noche.

Jane respondió que estaría encantada de poder ayudarle siempre que le permitiera escribir sobre él.

-Por supuesto.- dijo él - Mira, te vestiré para el espectáculo en el club The Hood y entonces tendrás todo el tiempo que quieras para entrevistarme, ¿está bien?

Jane no podía creer su buena suerte, eufórica, asintió rápidamente sin saber en lo que se estaba metiendo.

Así que allí estaba, en su estudio, llevando sólo sus medias y contemplando su nueva creación mientras Dak hablaba por teléfono. Al entrar lo había llamado su vestido "estatua viviente" y no estaba bromeando sobre la parte de la estatua. No creía que fuera a ser capaz de moverse ni un milímetro cuando estuviera ahí dentro. Todo estaba hecho de brillante PVC blanco, que destellaba bajo las luces del estudio.

Primero había unas botas que parecían ser lo suficientemente largas como para alcanzar la entrepierna. Con cordones por delante y por detrás y ballenas de plástico, al estilo de los corsés, eran como unos zapatos de ballet con un tacón de aguja de 17 centímetros. Jane se fijó en que la parte inferior de la puntera y el tacón estaban hechos de acero y tenían un pequeño agujero en el medio.

Junto a las botas había un par de guantes de PVC, también con ballenas y que debían de llegar hasta los hombros. Tenían el mismo tipo de doble lazada que las botas desde las muñecas y una única a través del interior de la palma y en cada dedo.

La siguiente prenda permanecía en pie por sí sola sin deformarse. Era un corsé con un aspecto muy pesado y rígido. Era muy largo, Jane creyó que cuando se lo pusiera correría desde su cuello hasta sus caderas. Se podían ver las ballenas recorriéndolo bajo el tejido, y en la cintura parecía no haber separación entre ellas. Eso sin mencionar que la cintura era diminuta, no aparentaba más de 40 cm. El corsé para el cuello era extremadamente alto y estrecho y en torno al pecho había un espacio vacío hasta el cuello.

El último artículo era un vestido estrechísimo, trabado, de manga larga y cuello de cisne para cubrir el corsé por completo y también con una apertura en torno a los pechos. El vestido tenía una cremallera por detrás desde arriba hasta el bajo de la falda, que parecía ser más abajo de los tobillos.

Una vez más Jane pensó en qué estaba haciendo allí, pero sabía que había gente confiando en que ella consiguiera esa historia, la mayoría de ellos esperando que ganara el dinero para poder pagarles. Entonces Dak volvió.

-Bien, vamos a empezar. Este vestido está diseñado para ser atado en varias fases durante un periodo de tiempo hasta que finalmente cada parte de tu cuerpo esté sujeta e inmovilizada y tú te conviertas en una escultura viviente.

Antes de que se desvistiera Dak había maquillado toda su cara con una pintura densa y blanca, y sólo sus pestañas, cejas y labios de brillante negro. También había atado en un moño tirante su pelo y lo había cubierto con una especie de gorro de baño blanco también de PVC

-Bien-dijo-empezaremos con las botas, siéntate ahí y te las pondré.

Cada una de las prendas tenía lazo de sobra para aflojarlas tanto como fuera posible. Tras soltar los larguísimos cordones, Dak introdujo con facilidad las dos botas y las subió hasta la unión de sus muslos con las caderas. Primero ajustó la parte de atrás de las botas con mucha suavidad e hizo un nudo. Eran suaves y parecían ajustarse a su piel de esa forma en que lo hace el PVC. Entonces empezó a tirar con severidad de la lazada sobre sus pies. Jane no dijo nada, pero hizo un gesto de dolor cuando sus dedos fueron apretados en la extrema posición a la que le obligaban las botas. Sus pies fueron forzados a curvar el empeine hasta la posición en-pointe, que tiraba de sus músculos, no estaba acostumbrada a arquearlos tanto.

Dak continúo ajustando los lazos, ciñéndolos con fuerza por encima de sus tobillos. Cuando llegó a sus rodillas las ballenas forzaron a sus piernas a enderezarse. Intentó doblarlas para aliviar la tensión, pero encontró que apenas podía moverlas. A medida que Dak alcanzaba sus caderas podía sentir la carne de sus muslos siendo presionada y empujada hacia arriba. Entonces llegó arriba del todo e hizo un lazo con los cordones sobrantes, el lazo se extendía tanto que incluso caía por el suelo. Jane nunca había sentido sus piernas tan apretadas, ni sus vaqueros más ajustados se acercaban de lejos a aquello. No era doloroso, pero si le resultaba incómodo. Dak le pidió que se pusiera en pie, aunque tuvo que ayudarla ya que ella ya no podía doblar las piernas. Trató en vano de equilibrarse en las punteras de bailarina.

-Ahora voy a ajustar los lazos de detrás-Explicó.

Jane no podía dar crédito a sus oídos. Tenía de ser imposible apretar más las botas, sus piernas estaban rígidas ya y sentía perfectamente la presión que ejercían sobre sus músculos, de hecho casi le asustaba que pensara continuar tensándolas. Dack empezó de nuevo desde abajo, justo en el nacimiento de los tacones, y empezó a estirar de los lazos flojos.

-Dos líneas de cordones permiten apretar más las botas - Comentó -, además, con uno solo la fricción con la piel es mucho mayor.

A Jane no le costó creerle al sentir la tensión aumentando lenta e ininterrumpidamente. Sus rodillas fueron sujetas con más rigidez si era posible y podía sentir como si su piel ardiera de la presión. Cuando por fin Dak terminó pudo ver que un rollito de carne había sido empujado por encima de las botas a sus caderas. Dak cogió unas tijeras y cortó los metros de lazo sobrante.

-Bien, dijo.-Prueba a caminar un poco para acostumbrarte a ellas

Jane intento caminar pero casi cayó al suelo, ya que no podía mover las piernas en absoluto. Con cierta fascinación comprobó que la única manera de avanzar era haciendo oscilar sus piernas desde la cadera y colocando un pie justo delante del otro, lo que era dificilísimo en las botas de ballet. ¡Si prácticamente no se podía sostener en pie! Tuvo que agarrarse a una silla para guardar el equilibrio, además le dolían las puntas de los dedos, que estaban sosteniendo prácticamente todo su peso. Dak fue hacia una mesa y cogió una cámara.

-Jane, ¿te importa si saco unas fotos? Puedes cubrir tu pecho si quieres.

Ella asintió e ingenió una pose tan bien como pudo para mantenerse en pie y cubrir su pecho con los brazos cruzados. Dak disparó todo un rollo de película en torno a las botas, desde todos los ángulos y centrándose en detalles.

-Ahora los guantes- dijo cogiendo lo que más bien parecían unos tubos rígidos de la mesa.

Con ellos completamente abiertos ayudó a Jane a ponérselos y subirlos hasta los hombros. Entonces empezó a atar cada uno de los dedos desde la punta a la base.

-Siempre hay que empezar a atar desde las extremidades hacia el cuerpo o surgirán problemas.- Explicó Dak

Jane no sabía nada sobre eso, estaba impresionada de cómo sus dedos, uno a uno, se tornaban rígidos, como si les hubieran atado un palo de chupachups a cada uno. Dak sólo tensó el guante lo suficiente para ajustarlo, porque, según afirmó, sino las manos habrían empezado a doblarse sobre sí mismas. Una vez llegó a la muñeca del primer brazo volvió a tirar con fuerza y de nuevo Jane pudo sentir la carne de su brazo siendo forzada con dureza hacia arriba. Al terminar repitió el proceso que había seguido en sus piernas y empezó a tensar los cordones de la parte superior desde la muñeca. No estaba segura de si podría o no mover sus dedos, además, era como si hubiera perdido la sensibilidad por completo, apenas sentía los dedos del diseñador, únicamente la presión creciente ascendiendo lentamente hasta sus hombros.. Cuando Dak terminó, sus brazos colgaban a los lados rectos y completamente estirados hacia abajo, con cada dedo encorsetado tenso desde sus manos.

- Esto es maravilloso- Dijo Dak, encantado de ver su obra tomando forma.- Ahora puedes mover tus brazos para ver cómo lucen.

Jane lo intento y lo encontró realmente extraño ya que todo el movimiento venia desde su hombro, encontró que sus bíceps y tríceps ya no tenían ya ningún poder. Sus brazos y manos permanecían en el mismo ángulo y no podía girarlos en las muñecas ni en los codos. Era como si sus brazos ya no fueran realmente partes de su cuerpo, ya no le obedecían, y no servían prácticamente para nada. Además sus extremidades estaban empezando a dormírsele y apenas podía sentirlas. Tanto la dura presión de las ballenas como el propio hormigueo que comenzaba a sentir se encargaban de anular prácticamente cualquier otro estimulo. Dak colocó otro rollo de película en la cámara y empezó a sacar fotos de sus brazos desde todos los ángulos, primero zooms y después vistas generales de la espalda de Jane. Cuando se dirigió hacia el frente, Jane recordó con susto con que no podía cubrir su pecho completamente ya que no podía girar los brazos más que por el hombro así que optó por cruzarlos ante su pecho. Dak sonrió y se agachó, disparando hacia arriba para respetar lo que ella no quería que se viera en las fotos.

Dak dejo la cámara y se giró hacia el corsé. Soltó los corchetes de la pesada parte de delante hasta el corsé del cuello. Mientras lo hacía Jane se observó que también había cordones sobre los hombros y pregunto por qué.

-Cuando estés totalmente atada hasta alcanzar los treinta y cinco centímetros la parte superior de tu cuerpo subirá hacia fuera del corsé. Los lazos en los hombros me permiten empujarlo otra vez hacia abajo para lograr la compresión que busco.

Jane sólo pudo asentir ante esto, sus pensamientos se habían detenido en la primera parte de la frase. TREINTAY CINCO CENTIMETROS, pensó, no puedo lograr eso. Pero después de un momento se dio cuenta de que no tenía otra opción, o lo intentaba y me desmayaba, que sin duda lo haría, o se marchaba en ese mismo momento y perdía una de las mejores entrevistas que iba a conseguir en su vida.

A Jane le pareció que Dak levantaba el corsé con esfuerzo. Cuando estuvo a sus espaldas pidió que se colocara los brazos detrás y hacia abajo. Jane cumplió la orden y y abriendo el corsé por completo, el hombre deslizó las sisas por los brazos hasta sus hombros, como si fuera un abrigo.

-Dios, pensó Jane entonces- esta cosa es mucho más pesada de lo que parece.

El inesperado peso del corsé le hizo tambalearse. Trató de avanzar las piernas como lo habría hecho normalmente para guardar el equilibrio, pero entre la puntera de ballet, los tacones de aguja y sus piernas rígidas, se encontró a punto de caerse y dando tumbos hacia adelante como un robot de una película de los años 50. Dak saltó hacia ella y la sujeto rápidamente. Cuando ya había vuelto a su precario equilibrio, caminó hasta colocarse de frente a ella y comenzó a cerrar los corchetes. A medida que los ataba de abajo hacia arriba el corsé para el cuello se movía también, y estaba ya al mismo nivel que su nariz. Viendo una salida observó:

-Dak, no sé si esto es mi talla. El corsé de cuello no me va a valer, va a llegar por encima de mis ojos.

Dak retrocedió inmediatamente para comprobar el nivel y regreso a atar la delantera con calma.

-No, está bien- Respondió, sencillamente- Con el corsé de cuello puesto tu barbilla debería estar inclinada unos cuarenta y cinco grados hacia arriba.

Jane pensó sobre eso, y al no encontrar ningún argumento razonable trato de relajarse a medida que la parte delantera del corsé se cerraba abrazando su torso. Entonces se percato de que en su interior era suave y fresco, no como su propio corsé, que estaba relleno de algodón y siempre se sentía cálido y bastante áspero.

-Dak- Llamó-, este corsé se siente como s estuviera relleno con goma.

-No es goma- reveló- es un nuevo material plástico parecido al teflón que debería ayudar a que el corsé se amoldara a tu cuerpo. Debería hacer más fácil atarlo hasta los 35 centímetros.

Allí estaban esas palabras otra vez. Jane se estremeció y guardó silencio de nuevo.