miprimita.com

Él no sabía que era virgen y me llevó a Cuerna

en Hetero: Primera vez

Ésta es mi segunda entrega y decidí que sería sobre mi primera vez. Aún estaba en la preparatoria y no llegaba a los 18 años, a esa edad me caracterizaba por un cuerpo muy delgado pero que resaltaba por las curvas de mi cuerpo; que aunque no eran de gran tamaño, lo parecían quizá por mi fisonomía.

A mi novio de ese entonces, Dante, le gustaban mis tetas, era lo primero que tocaba cuando empezaba a subir la temperatura, decía que eran del tamaño ideal porque cabían perfectamente en sus manos.  Y he de confesar que a mí me gustaba cómo las presionaba y la a veces loca forma de besarlas.

Dante, era estudiante de filosofía, tenía 24 años, y muchas habilidades: besaba riquísimo, me hacía sentir muy segura, le encantaba la fiesta y ya me había tenido mucha paciencia con esto del sexo. Comúnmente la pasábamos en su casa, ya que siempre estaba sola. La mayoría de las veces pasábamos de los besos a caricias, a despojarnos de la ropa y al sexo oral con una rapidez sorprendente. Siempre que iba a su casa me preocupaba por llevar ropa interior linda y provocadora.

Sin embargo, cuando estábamos a punto de coger como se debe, me echaba para atrás. Lo empujaba delicadamente y le decía “Dan, hoy no va a ser el día”. Él respondía “Como quieras, pero no me vas a dejar así nena. Me encanta venirme contigo”. A continuación comenzaba a masturbarlo o le daba una mamada hasta que terminaba, después de todo él me enseño a chupar vergas y siempre me gustó… esa mirada que  un hombre lanza cuando de unos labios ve entrar y salir su pene me excita mucho, me invita a seguir.

También he de confesar que me gustaba su imagen, se preocupaba moderadamente por su ropa y su look generalmente desaliñado le daba un encanto particular. Sus manos, su espalda ancha, su altura y no resistía esa barba a medio crecer raspando mi piel.

Entrando la primavera, un fin de semana de mayo, Dante me invitó a la casa de sus papás en Cuernavaca. Un fin de semana en un lugar caluroso, con piscina, jacuzzi al aire libre… y  varios de sus amigos. Un viernes pasó al colegio por mí, me llevó a mi casa para que me cambiara el uniforme, recogiera mi maleta y tomamos carretera. En el camino encontramos a sus amigos y sus novias. Ocasionalmente acariciaba mis piernas que se encontraban desnudas debido al corto vestido verde que llevaba, un par de veces metió su mano debajo de éste y me hizo saltar.

A eso de las 7 pm llegamos a su casa. Inmediatamente le indicó a la persona que cuidaba la casa que si todo estaba en orden se fuera. Así que había mucha comida y litros de alcohol. Dante me llevó a la habitación principal, todo estaba decorado en blanco. Al centro una cama king size que tenía de frente una pequeña mesa con un par de sillones, además una vista increíble desde la terraza del lugar.

Dejó nuestras maletas sobre la cama y me dijo “Es el vestido o eres tú? Sabes lo que me haces pensar con ese vestido? No hubiera traído a los vagos de allá abajo.” Yo sólo me reí y le pedí que bajáramos.

Dante me tomó fuertemente de un brazo y luego de la cintura, me acercó a su cuerpo y dijo molesto  “No me entendiste? Carajo, ya no me puedes tener así, Roxana! En fin, si quieres cámbiate, o no, o haz lo que quieras.”

Yo me sentí culpable, muchas veces había fantaseado con Dante dentro de mí pero todavía no le había dicho que era virgen… tampoco él lo había preguntado. Así que hice lo que cualquier mujer haría, usar mi cuerpo para contentar a mi chico.  Alcancé a jalarlo del brazo antes de que saliera, con la voz más tierna que pude y esa mirada que é no resistía, abrí la boca “Dan, párale. No me hables así, obvio te entiendo, sólo quiero que me veas espectacular y no me has dado tiempo de arreglarme” Me paré de puntitas frente a él, besé su cuello y acerqué completamente mi cuerpo al suyo.

Eso fue suficiente para que me besara como nunca antes. Introdujo su lengua con algo de violencia, apretó fuertemente mis nalgas debajo del vestido. “Esa forma tuya me calienta”. Dante me cargó y me lanzó a la cama, se puso sobre mí y lo abracé con mis piernas de forma instintiva. Pero tocaron la puerta, le pedí que para ante la insistencia; los amigos estaban teniendo problemas con el jacuzzi y decían cosas que no logré entender.

Dante se paró con una erección, entre abrió la puerta y les dijo que esperaran. Saco de su maleta unas bermudas, se quitó los jeans y el bóxer; quedé encantada con la vista, tanto que estuve a punto de lanzarme a tocarlo pero prontamente se cambió de ropa. Tendida en la cama espere 5 minutos, controlando la ansiedad de masturbarme. No llegó y preferí cambiarme.

Seleccione un bikini chiquito, la escaza tela azul que cubría lo necesario, estaba sujeta por apenas unos hilitos. Encima opté por un vestido del mismo color, corto y strapless. Un pareo y una toalla, antes de salir me arreglé un poco el cabello y el color de mis labios. En el jardín estaban las 3 chicas con snaks y varias botellas. Así que empezamos con la fiesta nosotras solas, luego de algunas rondas de shots ya había perdido mi vestido, opté por usar el pareo mientras las demás se quedaron en traje de baño. Cuatro chicas un poco borrachas, bailando solas animó a los hombres.

El jacuzzi por fin funcionó y las 4 parejas nos metimos. Continuamos bebiendo por algunas horas pero poco a poco cada uno de nosotros hizo su fiesta a parte. Estaba muy mareada, le pedí a Dante ayuda para salir del jacuzzi, él salió primero y me dio la mano, de inmediato sentí su mirada. La reacción de mis pezones a la temperatura era obvia, mojado el bikini parecía más pequeño. Como Dante no encontró la toalla me abrazó, recorrí su espalda con un dedo y le pedí que me llevara a la habitación.

Cuando me di cuenta ya estábamos en ella. Dante cerró la puerta en un segundo, al siguiente nos estábamos besando, mordía mi cuello y su barba raspaba mis hombros. Tocó todo mi cuerpo, con más pasión que gentileza, de pie no dejaba de tomarme de las nalgas. Las presionaba contra su cuerpo, nos dirigimos hacia la cama, antes de acostarnos se separó de mí, volteó mi cuerpo de espaldas al suyo y dirigió su boca a mi cintura… fue bajando mientras una de sus manos acariciaba mi vagina.

Eso fue más que suficiente para hace que mis rodillas temblaran. Incliné mi cuerpo hacia su cara, la fricción de su lengua, su barba, me calentó muchísimo. Dante introdujo uno de sus dedos a mi vagina y me hizo gemir, lo movió dentro y se me salió un “Cógeme ya”  Quizá era el alcohol, pero todo lo que deseaba era sentir una verga, la suya, dentro de mí.

“Rox!! Me encantan tus gemiditos pero ese cógeme… Creo que va a valer la pena la espera”  Parada al pie de la cama, Dante jaló  uno de los hilitos de la parte de abajo del bikini, éste cayó inmediatamente al piso. Me sentó en la orilla de la cama, él se hincó y abrió mis piernas. Pasó un dedo por los labios “Así, bien depilada es como me gusta más”. Me masturbó un poco y luego comenzó a chuparme, me mojé enseguida. Su lengua intentando llegar más allá, la forma en como la frotaba con el clítoris me encantó.

Tuve que recostarme, no controlaba mi cuerpo. Apretaba su cabeza con mis piernas, me arqueaba constantemente, llevaba una de sus manos a mis tetas, apretaba mis pezones. Entre gemidos que trataba de ocultar, sin éxito alguno le dije “Dante, ven a la cama conmigo ya”

Él respondió “Uy, la niña fresa por fin me lo está pidiendo. Sólo porque me encantas te voy a hacer caso, pero nada de morderte los labios nena, me prende escucharte”. Recorrió la cama, yo lo seguía con la mirada, él aún estaba en ropa interior y noté una prominente erección; intentó destenderla pero lo evité.

“No Dan, quiero verte haciéndomelo”

“Haciéndotelo?”

“Quiero verte cogiéndome”  M e acerqué a él y le quité el bóxer.

Lo demás pasó muy rápido. No vi de dónde sacó un condón, se lo puso y me dio un pequeño empujoncito. Inconscientemente acostada, abrí las piernas y toqué mis senos “Así, Rox”.  No me penetró, rozó su pene por toda mi vagina, hasta que por fin se la agarró y la dirigió a mi entrada, que ya estaba muy mojada, deseándola.

Me la metió un poquito pero algo la detuvo. “Estás muy apretadita, Rox”. Yo subí mis piernas un poco más y lo abracé con ellas a la altura de su cintura, mis manos estaban en sus nalgas, incitándolo a que me penetrara. No tenía miedo, ni estaba nerviosa, estaba tremendamente húmeda. Hizo un intento más y lo mismo “Roxana, eres estrecha o eres virgen?”

Sin esperar a que contestara, Dante regresó su mano a mi vagina. La sintió bien mojada, caliente y metió un par de dedos sin problema; pero su verga no entraba completamente. Creí que inmediatamente se le quitarían las ganas, pero al contrario. Me do un beso lleno de pasión que terminó mordiéndome, bajo y chupo mis senos un rato más, los mordía y apretaba los pezones. Escuchaba su respiración más profunda y más rápida, me enloquecía su cuerpo sobre el mío.

Estaba ahí, sobre la cama, esperando a que me hiciera lo que quisiera. Sin notarlo, Danto intentó de nuevo penetrarme, lo logró rápidamente y de una sola embestida, no pude evitar un grito profundo, casi no me dolió pero sentía que algo dentro de mí se contraía.  Se quedó inmóvil un momento, “Eres estrecha, te mojas riquísimo y gracias a mí ya no eres virgen. Ahora sí te voy a dar la cogida que pediste, pequeña provocadora mentirosa”

Las palabras me hicieron contraer mi cuerpo, Dante soltó un gemido y empezó a moverse. La metía y la sacaba cada vez con más velocidad y fuerza. Agarré el edredón de la cama, la energía que sentía no salía por ningún lado. Sólo le decía que continuara “No pares, Dan” “Así” “Me pones a mil”. Y entonces toda esa energía salió. En un ratito tuve un orgasmo, uno más. Dante no dejaba de darme. Sin sacármela, me tomó de la cintura, nos dimos la vuelta y me dejó arriba. Con sus manos me iba guiando, sentí que su verga llegaba más adentro y me senté en ella por completo.

La sensación me encantó, el me chupaba las tetas y yo sólo me movía de arriba abajo; hasta que Dante me tomó y me alzó un poco más, me dejó caer  y me abrazó para acercarme totalmente a su cuerpo que ya estaba sudoroso. Se vino.    Nos quedamos un momento abrazados.

No hubo rastro de sangre, ni dolor extremo, que quedé sintiendo algo que me quemaba muy dentro.

“Si ésta es tu primera vez quiero estar en todas las que siguen” me dijo Dante. “Te quieres bañar en tina o en regadera?”

“Me quiero bañar contigo”, respondí. Una vez más su lengua estaba entrando en mi boca y sus manos por todo mi cuerpo.

La noche no terminó ahí. Pero ésta historia sí, supongo que con esto es suficiente.

Y gracias a los que comentaron el anterior!!