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Prima ganosa y primo ponedor

en Amor filial

Este lugar me parece perfecto para confesar lo que jamás ha sabido nadie. El encuentro que tuve hace un par de años con quien pasé buena parte de mi infancia, Joel, mi primo. Desde que tengo memoria y hasta sus 15 años, Joel  vivió conmigo y mis padres; asistimos a los mismos colegios y había fungido como un hermano mayor, me cuidaba y estaba al pendiente de mí, a pesar de que sólo me llevaba 4 años.

Cuando estaba por terminar la secundaria, mis tíos decidieron mandar a Joel a un internado en San Francisco, así que por 9 años dejé de verlo. Poco después de mi cumpleaños número 19 mis papás me dijeron que Joel regresaría de forma definitiva y que se establecería en un departamento cerca de nuestra casa, estaba emocionada pero después de tanto tiempo me parecía un poco extraño ya que esporádicamente habíamos hablado por teléfono o intercambiado pequeños mails.

Ya había terminado mi primer semestre en la universidad así que pasaba gran parte del tiempo en casa. Una tarde, mi papá llegó a la casa llevando consigo a Joel. Fue un gran impacto! Estaba muy cambiado, más alto que mi padre, un bronceado increíble, extrañamente atlético, cabello perfectamente despeinado pero muy pulcro al mismo tiempo. Después supe que su físico se lo debía al entrenamiento de fútbol americano que había llevado por años.

-Rox! Creciste muchísimo, eres una chica muy linda. Qué gusto volver a verte! Me dijo mientras me abrazaba.

Ciertamente había cambiado. Con la misma delgadez de siempre ya tenía el cuerpo de una mujer, senos discretos pero muy firmes, nalgas paraditas, pequeña cintura y ahora se notaban más mis piernas largas, el maquillaje de mi cara destacaba mis labios bien formados y gorditos.

Sentí una tensión difícil de describir. Me agradaba volver a verlo pero sentía una presión extraña en mi vientre, sentir sus brazos rodeándome me hizo contraer mi cuerpo, como cuando recibes un golpe. Su torso se sentía duro y caliente, sumado al aroma que despedía, Joel simplemente me encantó. Y evidentemente me sentía culpable.

Un par de días pasaron y un viernes por la noche Joel estaba de nuevo en mi casa. Mis padres lo habían invitado a cenar “en familia”. Comí lo más rápido que pude y subí a mi recámara para cambiarme, una fiesta me esperaba. Hacía poco que mi novio me había cortado, así que me vestí para deslumbrar, elegí un minivestido negro con un solo tirante, diminutas bragas del mismo color para que no se notaran, no me puse bra pero si unos tacones rojos.  Cuando estuve lista, los tres estaban en la sala y mi mamá me preguntó;  “Cariño, no te parece un poco revelador ese vestido?”

Joel le contestó “Deberías ver lo que se ponían las chicas en mi antigua universidad, tía. Creo que Roxana se ve fabulosa”

Mi papá agregó “Ese no el punto. Roxana, no está bien que manejes tú sola por ahí con esa cosa que le hace falta tela. Cámbiate por favor”

Evidentemente me enojé, me hacía quedar como una niña, “Sólo porque voy sola? No seas machista!” En ese momento Joel propuso una solución “Tío, qué te parece si voy a dejarla y cuando ella decida regresar paso por ella”

“Es un abuso, primito. Mejor ven a la fiesta conmigo” Sugerí.

Ya en el auto yo manejaba. Como los asientos son algo chaparros el vestido comenzó a subirse por mis piernas y noté como Joel las miraba sin discresión cuando me veía con la vista fija al frente. No hice nada por llevar el vestido a su lugar, me gustaba la forma en cómo concentraba su vista en mí, me hacía sentir deseada. Me ponía a pensar que fuera mi primo, una parte de mí me decía que esas provocaciones estaban mal. Sin embargo estaba segura en que no llegaría más lejos.

En el camino no recuerdo de qué platicábamos. Yo insistentemente recorría con la mano el cinturón de seguridad, lo separaba de mis senos un poco y lo regresaba justo a la mitad de mi pecho. Constantemente mojaba mis labios. Todo lo hacía gracias a los nervios. Hasta que en un alto voltee a verlo y sin quererlo bajé la mirada, mis ojos se centraron en su entrepierna por unos segundos, distinguí un bulto inclinado a la izquierda. Levanté la mirada y mis ojos se cruzaron con los suyos, la mantuve fija un corto tiempo y la pena me invadió.

No comentamos lo sucedido, llegamos a la fiesta, le presenté a algunos amigos y cada uno tomó su rumbo. No le costó trabajo socializar con las chicas que ahí estaban y al paso del tiempo me preguntaba una y otra vez qué me estaba pasando, sentía celos. Así que decidí no decirle a nadie y comenzar a beber.

Me alejé un poco, me fui a una esquina del jardín y de pronto un tipo muy guapo se me acercó, comenzamos a coquetear hasta que él intentó besarme. No lo dejé, así que me besó en la mejilla. Me alejé de él pero insistía demasiado, Joel se dio cuenta, se acercó a nosotros y le pidió que se mantuviera lejos de mí.

“Por qué me dejaste solo primita? O me estás evitando? No se te olvide que estoy para cuidarte de esos patanes”

“Cómo sabes que era un patán?”

“Porque soy hombre, sé lo que los hombre piensan cuando ven a una mujer como tú”

“Cómo yo?”

“Sí, una mujer sola bebiendo de más”. Se acercó más y al oído continúo “con esa ropa, ese cuerpo, con esa cara” lo dijo que un tono algo sucio, pero me gustó.

“Joel, creo que el patán eres tú. No se te olvide qué somos”

“A ti ya se te olvidó. Me dejaste recorrer con la mirada esas lindas piernas, sin disimular viste mi paquete, te encelaste de tus propias amigas y estás pensando lo mismo que yo”

“No tienes ni idea. Puedo tirarme a quien yo quiera en esta fiesta”

“Así que mi primita está pensando en sexo”. Mientras lo decía pasó su mano por mi espalda desde arriba hasta el comienzo de mis nalgas. Me moví, no quería que siguiera, ese pequeño roce me estremeció. Era él o el mes que había pasado sin sexo. Joel pasó su mano por mi cuello y mi hombro desnudo.

Antes de que dijera cualquier cosa elevé el rostro y aún con tacones mis labios llegaron a su barbilla y en esa posición le dije “Estás loco si crees que algo va a pasar entre nosotros”. En ese momento tomó mi mano derecha y la llevó a su entrepierna. “Pregúntale a él” me dijo, sentí  un bulto grande que presioné instintivamente. Intentó besarme pero le dije que no, podían vernos.

Salimos de la fiesta, nos dirigimos a su depa, Joel manejaba. Me  sentía emocionada, muy excitada y culpable al mismo tiempo, no salía de mi cabeza que había crecido con Joel. Él quitaba de mi mente esos pensamientos cuando pasaba sus grandes manos por mis piernas, las metía entre mis piernas de vez en vez, sin llegar a tocar mi vagina; cosa que deseaba.

Llegamos al estacionamiento, Joel me quitó el cinturón de seguridad y salió de inmediato. Tomé unos segundos para pensar por última vez pero él ya estaba abriendo mi puerta. En el elevador me tomó por la cintura y mi respiración aumentó en intensidad. “Primita, dime si estás nerviosa o caliente” me dijo.

“Estoy… yo…” Balbuceaba. Sin esperármelo, Joel metió la mano debajo de mi vestido y sintió mis bragas mojadas. Aún no habíamos hecho nada y estaba totalmente húmeda.

“Mmm, eres una caliente. Niña cachonda, esto te va a encantar!”. Llegamos al décimo piso, me hizo entrar al lugar abrazándome, él estaba pegado a mis nalgas. Cerró la puerta e inmediatamente se lanzó a mis labios. Ahí estaba, con poca luz besando apasionadamente a mi primo, esperando ansiosamente recibirlo entre mis piernas.

Contra la pared me faltaba el aire. El tamaño de su torso era enorme a comparación del mío, recargó su cuerpo al mío y entre los besos y la excitación se me dificultaba respirar pero no podía parar. La intensidad de sus caricias era imponente, prontamente introdujo dos dedos a mi vagina, no me dolió, estaba escurriendo. Eso me hizo abrazarlo con una de mis piernas.

Me la sacó, por primera vez la vi. Era considerablemente grande y gruesa a diferencia de las que conocía, obscura, circuncidada, con una cabeza prominente, completamente dura, además toda depilada. “Me vas a quitar bien el pantalón o la vas a ver solamente, Rox?”. Le quité el pantalón, estaba hincada con ese pene frente a mí “Dame una mamada, primita”.

Joél prendió la luz y yo obedecí. Lamí el tronco, de principio a fin varias veces. Recorrí con mi lengua la puntita mientras mis ojos buscaban su cara, la metí poco a poco en mi boca, mamé la cabeza. “Debes ensayar mucho prima, síguele que la chupas delicioso”. Movió su pelvis de atrás hacia el frente, su verga cada vez entraba más profundo, intentaba hacerme hacia atrás pero Joel colocó sus manos en mi nuca.

“Anda Rox, respira y deja que entre más. Consiente a tu primo.”

No podía hacer que su verga entrara más, la sentía casi en la garganta y me provocaba arcadas. Empezaron a salirme lágrimas y Joel dejó de insistir. “Roxy, no te voy a hacerla pasar mal. Aunque tengo que confesar que así, hincadita, con el rojo de tus labios corrido, me hacen pensar en hacerte kinky stuffs”.

Me puse de pie y quise bajar el cierre lateral de mi vestido. Joel no me dejó “No nena, ese es mi trabajo” Me cargó y me llevó hasta su habitación, me lanzó a la cama y se me cayó uno de los tacones. “Póntelo, quiero cogerte con tacones”. Una vez más lo obedecí.

Le quité la playera y empezamos a fajar nuevamente. Velozmente me quitó el vestido, ya desabrochado, lo deslizó por abajo y lo lanzó. Me encontraba únicamente en bragas sobre la cama, Joel sólo me miraba desnudo.

“Por qué no me tocas, Joel? No te gusta lo que ves?”

“Me encanta lo que veo, estas preciosa. Voy a hacer más que tocarte!”

“Entonces agarra un condón y ven a meterme ese pedazo de carne” Y abrí las piernas.

“Eres una puta y me encanta”

Inmediatamente de un tirón me arrancó la braga y me montó. Sin pensarlo la metió toda, volvió a dolerme. Esta vez Joel no paró, en cada embestida que me daba se me salía un gemidito, era de dolor y de placer. Estaba locamente excitada, muy caliente de sentir ese gran peso sobre mi cuerpo, el contraste de mi piel poco bronceada con la suya. Los gemidos se hacían pequeños gritos, no podía quitarle las manos de encima, había comenzado a rasguñar su espalda.

Joel seguía cogiéndome, me tomaba de los hombros como si intentara que llegara más adentro. “Estás riquísima, aprietas bien rico”. Me tomó de la cintura, se detuvo un momento, subió sus manos hasta mis tetas, las presionó y se acercó a besarlas, hasta que las succionó una y otra vez, las chupaba sin descanso y apretaba los pezones con sus dedos. Me generaba dolor, pero me gustaba.

Volvió al mete-saca de su pene, pero más lento. Estaba de rodillas, con mis nalgas descansando en sus muslos, casi me cargaba a su antojo. Colocó uno de sus dedos sobre el clítoris y no lo separó hasta que tuve un orgasmo .Gemí como pocas veces. “Te vienes delicioso, Rox” me dijo,  me dio una pequeña cachetada y me besó. Me encantaba sentir su lengua dentro de mi boca.

Me puso de perrito, antes de que me penetrara tocó, golpeó y besó mis nalgas. Era casi como una película porno, pero no me desagradó, él me usaba a su antojo y eso me prendía. No era gentil y aún así me gustaba, me daban ganas de más.

“Te voy a hacer mi perrita, primita” Y comenzó con las embestidas. Entraba y salía a una velocidad siempre constante, me tenía bien sujeta de las tetas hasta que bajo las manos a mi cintura, ya que me tenía así, sentía que su verga llegaba más profundo que nunca. El control de mi cuerpo dejó de pertenecerme.

No sé si mi cuerpo se movía a su antojo o se acoplaba perfecto al de él, su mano bajo a mi vagina. No dejó que descansara mi clítoris, enloquecí… “Joel, así. No pares. Cógeme más. Dame bien fuerte”. Dejé de gemir y comencé a gritar.

Cada vez sentía más de su peso, estaba cansada y me acosté completamente. Eso fue suficiente para que el dejara ir toda su fuerza, me penetraba como se le antojaba. Joel gemía y empezó a hablar en inglés “Little bitch. I'm going to fuck you as no one else. Kinky bitch, you have a tasty pussy”.  

Tirada en la cama recibía una y otra vez su verga. Estaba cansada pero quería más. Mis gemidos delataban lo bien que me la estaba pasando. Tuve un orgasmo más y luego Joel se vino. Dejo su pene dentro por un momento y luego se recostó a mi lado.

“No quiero que te vistas. Sólo ésta noche déjame seguirle. A ti también te gustó”