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Soy una esclava en el extranjero - 1

en Interracial

Hola este es mi primer relato, el primero de muchos que planeo ir publicando, ya que me encanta la idea de compartir mis experiencias más placenteras con más personas y también leer sus opiniones.

Me llamo Claudia, soy una mujer originaria de México, no me considero una mujer muy atractiva, ya que soy un poco chaparrita (1.55 m), mi piel es blanca y mi cabello café claro y rizado, muy largo. Siempre he vivido traumada con mi cuerpo, ya que soy llenita, aunque puedo decir que procuro resaltar mis atributos más llamativos, o sea, mis pechos, los cuales son grandes y bien formaditos, aún a mis 32 años de edad se mantienen en buena forma.

Precisamente el resaltar mis atributos me llevó a tener una relación interracial por primera vez, ya que estuve algún tiempo realizando una estancia por razones de estudio en los Estados Unidos de América, y fue ahí en donde conocí a un chico colombiano llamado Gerson, un hombre que cambió mi vida totalmente.

En esa época yo tenía 30 años y él 29, y vivíamos en un complejo de departamentos que se podría considerar lujoso, y debido a eso la renta era algo elevada. Él se encontraba a 10 departamentos de distancia de mí, y no lo conocí hasta que me lo presentó un amigo de la universidad a donde asistía. Después de un montón de convivencias en casa de mis amigos nos fuimos conociendo poco a poco, y sobre todo coincidimos en una cosa muy importante para nosotros: Nos encanta bailar, específicamente salsa. Pero yo sentía otro tipo de atracción hacia ese hombre, más allá de la amistad. Él era muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada, era jovial, muy alto para mí (si recuerdo bien medía cerca de 1.85 m), su piel es negra y brillante, y sobre todo es un hombre atlético que se mantiene muy en forma, todas esas características me hacían voltear muy seguido a observarlo y consecuentemente a desearlo.

Nuestra pasión por el baile nos permitía de pasar mucho tiempo junto, prácticamente todos los fines de semana salíamos a centros de baile y ritmos latinos, en donde dábamos rienda suelta a nuestras ganas de bailar. Así se pasaron 4 meses de mi vida en otro país, hasta que un problema económico se presentó y en mitad de mi estancia me las vi muy difícil para poder pagar la renta del lugar donde vivía, hasta que finalmente tuve que recurrir a Gerson para pedirle ayuda y que me ayudara a saldar mi deuda.

Él accedió a ayudarme de muy buena gana, y de hecho me sugirió una mejor solución: Me planteó la posibilidad de vivir con él y compartir el departamento, ya que así podríamos ahorrarse él mismo la mitad de su renta y yo tendría dónde vivir cerca de la universidad. La idea me pareció excelente en ese momento, pero nunca me pasó por mi mente todo lo que ocurriría detrás de la puerta de su departamento.

Las primeras dos semanas fueron muy agradables y nuestra convivencia era sana, ya que platicábamos hasta altas horas de la noche y pasábamos ratos enteros bailando y él me enseñaba nuevos pasos de baile que practicábamos juntos. Debido al tipo de roce humano que experimentábamos, la tensión sexual iba aumentando poco a poco, y lo inevitable sucedió una noche que estábamos pasados de copas, y él decidió enseñarme a bailar “bachata”. La bachata es un baile extremadamente sensual e íntimo, y claro, la inocente de mí no sabía de qué se trataba, hasta que accedí a que él me enseñara los pasos necesarios para bailarla. Aún recuerdo esa noche con mucho detalle:

Yo: Ahora qué tengo que hacer para bailar bachata?

Él: Tú no necesitas hacer nada linda, déjamelo todo a mí.

En ese momento, él puso su mano derecha en mi cintura, y empujó su pierna dentro de las mías, haciendo que yo experimentara una sensación deliciosa, muy placentera y excitante. Él notó la excitación en mi cara, y siguió llevándome en los pasos para seguir frotando su pierna entre las mías, con cada paso que dábamos me excitaba cada vez más, yo sentía la humedad mojando mis panties (cabe mencionar que esa noche yo usaba una faldita ligera y que me llegaba hasta la rodilla).

Poco a poco me dejé llevar por su fuerza y maestría para bailar, y no me di cuenta que llegamos hasta la recámara, en dónde él cerró la puerta tras de nosotros y nos encerramos para bailar en la intimidad. Ambos ya sudados y algo cansados, decidimos descansar en la cama, nos recostamos uno al lado del otro, mientras que mi humedad combinada con mi sudor iba poco a poco llenando el ambiente:

Él: Creo que me pasé un poco en el baile, espero no haberte hecho sentir mal, pero solamente contigo he disfrutado tanto de bailar de esta manera.

Yo: Yo nunca había bailado así, fue algo muy bonito y me gustó mucho.

Después de eso, decidí acostarme boca abajo para descansar un poco mi espalda, y escuché que él entró a bañarse, y escuchando el sonido de la regadera me arrullé en un sueño profundo, del cual me desperté ya que sentí unas manos grandes y fuertes masajeando mis nalgas.

Cuando volteé a ver, Gerson estaba detrás de mí con su cuerpo desnudo y aún húmedo después de bañarse, con su gran miembro moreno apuntando hacia mi entrepierna. Yo sentí una mezcla extraña de sentimientos, primero miedo porque en su cara vi las ganas que tenía de arrancarme la ropa de golpe y tomarme, y al imaginar eso, me excité y sentí una oleada de electricidad recorrer mi cuerpo y empecé a temblar. Mientras eso pasaba por mi cabeza, él abría mis piernas lentamente y me bajaba los panties mojados. Me acomodó con mis caderas un poco levantadas y metió un dedo en mi vagina lentamente, sintiendo el interior de la misma, con cada movimiento de su dedo dentro de mí me mojaba cada vez más, y empezaba a gemir. Cuando él me escuchó gemir, sacó su dedo e introdujo su virilidad tan dura como una roca en mi cueva húmeda, yo sentí que la cabeza me daba vueltas ya que poco a poco sentía más placer con cada embestida que me daba.

Así estuvo dándome duro durante unos 10 minutos, hasta que decidió recostar su cuerpo enorme en el mío, con lo cual me forzó a abrir más las piernas y entró mucho más en mí. La verdad eso me dio mucho sentimiento ya que me imaginé que así se sentía una mujer violada, abierta sin previo aviso, pero noté que me mojé mucho más, ya mis jugos manchaban la sobrecama. Fue en ese momento, también sin previo aviso, que él introdujo su dedo pulgar en mi ano, me tomó completamente por sorpresa, me dolió mucho al principio y dejé escapar un gritito de dolor, lo cual excitó más a Gerson porque me dio más duro que antes.

Yo no aguanté mucho tiempo más, tuve mi primer orgasmo en mucho tiempo, mis caderas se movían completamente ajenas a mi voluntad, con cada movimiento sentía el roce de la cabeza de su pene rozando mi punto G, lo cual me provocó un placer increíble:

Yo: Gerson sácamela… auch!... por favor me está doliendo mucho…  AAAYYY!... estoy muy sensible por dentro…

Él: Todavía no acabo linda, todavía falta lo mejor.

Yo intentaba sin éxito sacar su pene usando los músculos de mi vagina, pero él apoyaba su peso en mí, lo cual lo excitaba más ya que era más duro el roce por dentro de mí. Finalmente, me di por vencida y relajé mi cuerpo, me sentí violada en esos momentos, ya que él abusó de su fuerza y me usó para poder terminar. Cuando lo hizo, sentí cómo su miembro pulsaba y eyaculaba su semen caliente dentro de mí, nunca nadie había hecho eso en mí, nuevamente tuve sentimientos encontrados de tristeza, excitación, humillación, placer.

Al terminar, simplemente se volteó en la cama y se echó a dormir, dejándome con su esperma resbalando entre mis piernas y una lágrima de tristeza brotando de mis ojos, me sentí un objeto desechado.

A la mañana siguiente, él me obligó a tomar una pastilla anticonceptiva de emergencia, lo cual yo rechacé completamente, ya que me di cuenta que era un mujeriego y estaba más que preparado para este tipo de encuentros ocasionales. Me hizo sentir peor, pero al final accedí a tomarla ya que amenazó con botarme de su departamento:

Él: Si quieres seguir viviendo aquí tienes que seguir ciertas reglas en adelante.

Yo: Gerson por qué me haces esto? Por qué de repente cambias tanto tu manera de ser?

Él: Este soy yo realmente linda, no me digas que no te gusta lo que tienes…

Yo: Bueno, la verdad me sentí muy mal pero me gustó mucho a la vez, porque yo…

No me dejó terminar mi frase. Me tomó entre sus brazos y me dio el beso más apasionado e íntimo que había experimentado hasta ese momento. Me llevó a la cama y me dejó acostdaa, mientras él se preparó para irse a la universidad. Yo no quise salir ese día, no sabía qué pensar, qué decidir, por un lado tenía una vida cómoda y accesible que iba de acuerdo a mis posibilidades económicas, y por otro tenía que ser una esclava sexual para poder mantener ese estatus.

Finalmente me decidí por vivir con él lo que me restaba de mi estancia, ya que no tenía otra posibilidad a mi alcance, pero el precio que tuve que pagar fueron una serie de humillaciones, obligaciones y servidumbre sexual hacia él. Pero ese es material para relatos siguientes, los cuales iré publicando si este les parece de su agrado. Espero sus opiniones.