miprimita.com

Soy una esclava en el extranjero - 2

en Interracial

Hola de nuevo, aprecio mucho los comentarios que hicieron de mi primer relato, así que aquí les sigo contando la experiencia que viví estando en un país extraño en casa de un hombre que creía conocer bien, pero que cambió mi vida…

La semana siguiente a la primera noche que Gerson, el mulato colombiano, disfrutó de mi cuerpo, fue un periodo de adaptación. Primero, tenía en mi mente tantas cosas ya que estando siempre acostumbrada a ser una “niña de papi” consentida y que siempre obtenía lo que quería, tuve que convertirme prácticamente en una sirvienta de la casa. Cuando llegábamos de la universidad, inmediatamente imponía su autoridad sobre mí, y me obligaba a lavar su ropa, limpiar su departamento, sus trastes, preparar la comida, en fin, me trataba como quería, siempre con la amenaza de que si no me gustaba lo que hacía, me echaría a la calle.

La única diferencia entre el trabajo que yo realizaba y el que comúnmente realiza una empleada doméstica, era que al final del día tenía que cumplir con mis obligaciones sexuales hacia él.

Es decir, no le bastaba con humillarme y tratarme como una esclava, sino que descargaba su energía sexual mientras yo hacía mis quehaceres. La primera noche de esclavitud me pidió masturbarlo con mis manos. La primera vez que se la jalé recuerdo que lo estaba haciendo bien, ya que él tenía los ojos cerrados y respiraba rápidamente, indicación de que estaba a punto de eyacular. De repente me pidió que alternara el masaje manual con unas lamidas con mi lengua en la punta de su pene. Tímidamente realicé unos cuantos lengüetazos para cumplir sus órdenes, pero no terminó ahí.

Yo quería acabar lo más rápido posible por la humillación que sentía al obligarme a hacer eso, pero al mismo tiempo el pedazo de carne morena tan duro que tenía entre mis manos se veía y sentía delicioso: caliente y pulsante, brillante por el lubricante que salía de la punta. Estando distraía por esos pensamientos cometí el error de tirar muy fuerte de la piel de su pene, lo cual provocó que él me gritara obscenidades, a las que respondí. Él simplemente me calló la boca dándome una cachetada no muy fuerte pero que bastó para hacerme llorar como una niña pequeña. Él se limitó a terminar de masturbarse encima de mí, tapé mi cara con mis manos pero él jaló de mis cabellos para obligarme a poner mi cara enfrente de su miembro inflamado, llenándome las mejillas, mis labios y mi cabello de esperma calientísimo y espeso.

Él: Mira que te  gusta así putita, mira cómo estás, arrodillada para recibir mi leche caliente.

Eso me calentó la sangre bastante, ya que prácticamente se estaba burlando de mí en mi cara, intenté levantarme y regresarle la cachetada, pero él usando sus fuerzas tomó mis muñecas en sus manos enormes y me propinó otra cachetada que me dejó tirada en el suelo definitivamente. Esa noche lloré como hacía tanto tiempo no lloraba, porque me di cuenta que me estaba transformando en una niña llorona y débil, una esclava sumisa.

A la mañana siguiente invertí mucho tiempo para maquillar lo mejor posible el golpe que me dio, ya que mi ojo derecho estaba algo hinchado, y debido a esa tardanza él se fue sin avisarme a trabajar, dejándome la única posibilidad de irme en autobús, teniendo que caminar una gran distancia para llegar a la universidad.

Estando en el trabajo pensé un montón de cosas, ideas y posibilidades para escaparme de esa vida a la cual no estaba acostumbrada, pero recordando la manera tan dura y firme que me trataba, noté que la humedad de mi vagina aumentaba considerablemente… me estaba convirtiendo en una masoquista, el placer que obtenía era derivado de los maltratos que me daba.

Así pasaron los días, noche tras noche me usaba para satisfacer sus necesidades sexuales, hasta que llegó el primer fin de semana como esclava de él. Mi sorpresa fue al ver lo que traía cuando regresó de compras del centro de la ciudad:

Él: Mira mi putita lo que te compré…

Era un disfraz de sirvienta, de los que visten las mujeres para cumplir las fantasías de sus hombres, pero él me lo compró al 2 tallas menores que la mía, provocando que al ponérmelo me quedara extremadamente justo, con la consecuencia de que mis pechos, mis caderas y mis nalgas quedaran muy marcadas. Yo nunca pensé vestirme de esa manera, al verme en el espejo me gustó lo que vi, era una esclava y una zorra completa, de pies a cabeza, en ese momento me dispuse a hacer el quehacer vistiendo esas ropas por la casa. Está de sobra decir que a él le encantaba verme así, su sirvienta personal vestida sensualmente y provocativa, yo me mojaba simplemente al ver su expresión y cómo tomaba su pene erecto, mostrándomelo mientras yo recogía la basura y el polvo.

De pronto, al estar recogiendo la basura recién barrida, me tomó con fuerza por mi cintura, yo me sorprendí porque pensé que había hecho algo que no le agradó, y noté que mi sexo ya estaba muy húmedo. Para mi sorpresa, simplemente me ordenó recostarme boca arriba en la cama y que abriera lo más que pudiera mis piernas con mis manos. Él solamente necesitó hacerme a un lado la tanguita para entrar lentamente en mi cuevita y llenarme con su gran verga morena, enorme y dura como siempre. Se empezó a mover y poco a poco aumentaba la velocidad, yo emitía quejidos de placer mezclado con dolor, eran sensaciones que ningún otro hombre me había provocado. Mi excitación alcanzaba niveles enormes al sentir su respiración agitada en mi cuello, nuestro sudor mezclándose con mis jugos vaginales, la sensación de plenitud como mujer se apoderaba de mí y me olvidaba por unos instantes de lo mal que me trataba aquél macho dominante.

Eran tan fuertes sus embestidas que sentía cómo estremecía la cama, y por dentro mis entrañas eran empujadas por la enorme cabeza suave y redonda de su pene, mi imaginación voló unos instantes y pensé en todas las noches de placer que podría darme ese hombre, por lo que crucé mis piernas alrededor de su cintura para tenerlo lo más adentro posible de mí:

Yo: Mmmhhhhh… aaahhhh… MMMHHHHH… qué rico Gerson dame más… DAME MÁS!!!

El escucharme gritar provocó que redoblara sus esfuerzos para tomarme, colocó sus manos en mis piernas y las abrió hasta un ángulo al que yo nunca había podido abrirlas, multiplicando el placer que yo sentía en esos momentos. Me sentía tan abierta, tan vulnerable, tan sumisa, mi vagina emitía una gran cantidad de fluido, yo lo veía porque cada vez que sacaba su pene éste salía cubierto de una capa espesa de lubricante femenino. Luego de darme unos cuantos minutos más así de duro, eyaculó una cantidad enorme de esperma dentro de mí.

Al terminar simplemente sacó su miembro y se levantó de la cama, me quedé sorprendida porque yo no había llegado al orgasmo y esperaba que él me hiciera el favor de al menos masturbarme con sus manos, pero simplemente volteó a ver los trastes sucios en el lavabo:

Él: Te falta lavar eso, cuando termines podrás dormir.

Yo: Sí… claro… enseguida.

Con mi cabeza agachada me dirigí rápidamente al lavabo para cumplir mi última obligación del día, para así poder descansar, no sin antes dirigir una mirada traviesa y furtiva hacia él, mordiendo mi labio inferior:

Yo: Sus deseos son órdenes… amo.

En su cara se reflejó una sonrisa y la lujuria, alcanzó a darme una gran nalgada antes de dirigirse a la cama para dormir. El saber que me tenía a su merced lo excitaba mucho, y a mí me encantaba ser el objeto a usar.

Al regresar a la cama con él me masturbé pensando en lo que me había hecho, mojé de nuevo la sobrecama y descansé tranquilamente a su lado. Mi dueño, mi macho dominante, mi amo…

Espero sus opiniones sobre mis relatos, si les siguen gustando iré publicando más, recuerden que todo esto es real, fue una experiencia única la que viví… si son mujeres, les recomiendo ampliamente el probar a ser sumisas, les encantará.

Hasta pronto!!!