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Unlitled, capitulo uno el dragón de la cueva

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Hubo una era en la que Gaia era la que dominaba, las selvas cubrían el 90% de la superficie terrestre, los hombres debían recorrer grandes distancias contados a caballo haciendo tintinear alegremente su armadura, y si de casualidad, se encontraba en su camino a otro andante caballero, se libraba una feroz batalla que solo podía terminar con la fértil tierra bañada en sangre, y con un cuerpo envuelto en su coraza metálica abonando la tierra, eran tiempos en los que el valor de un hombre se media por su coraje y por su valentía, no por los millones que tuviera. Mas ni siquiera el mas valeroso de los caballeros, ni el mas astuto y osado, era papaz de enfrentarse a la oscura cueva donde se escondía un fabuloso tesoro, oh si, el tesoro era enorme, suficiente para comprar un país entero y gobernarlo a gusto por muchos años, pero llegar a el era imposible, pues era custodiado por el mas fiero de los dragones. Aquellos valientes (o estúpidos) que se atrevían a ir en su búsqueda, y habían sobrevivido al tratar de robar el tesoro decían que era enorme como un castillo, de feroces ojos rojos y negras escamas duras como el diamante, su enorme hocico, provisto de dientes tan grandes y puntiagudos, en los que se podría ensartar fácilmente un hombre, era capaz de escupir fuego en tales cantidades que derretía las rocas, por lo que su guarida era un volcán subterráneo, creado únicamente con su aliento.

Así vivía solo el enorme dragón custodiando su tesoro y cumpliendo su deber, durante años, muchos caballeros trataron de hacerse con el, y aun mas fueron las personas que lloraron observando el horizonte en espera del valeroso jinete que jamás volvería, y si de casualidad lo hacia, jamás volvería a ser el mismo, por lo que al pasar de los años nadie mas lo intento.

Es por esto, que al pasar de los años, el dragón se aburría, rumiando su ira contenida, sin tener una lucha con la que distraerse, ni nadie con quien charlar, más fiel a su deber, nunca se movió de allí, aunque pasaban años sin que ningún caballero intentase de nuevo volver.

Fue una oscura noche de tormenta cuando ocurrió, nuestro dragón dormitaba plácidamente cuando un extraño ruido lo puso en alerta, no eran los metálicos pasos que acostumbraba oír antes de cada batalla, era un sonido mas suave, como si caminasen descalzos, pero una persona muy ligera de estatura, pero como? Acaso ahora, en vez de un gallardo caballero andante se atrevían a enviar a un niño a derrotarlo? Bueno, pues si así era el no tendría consideración, comenzó a escupir fuego, quede tanto tiempo contenido, formo de inmediato un rio de lava que cortaba la retirada del intruso, se levanto en toda su envergadura y se presto a atacar. En vano busco, más no vio a nadie que huyera o gritara de terror, que pasaba? Acaso lo había soñado? No, imposible allí estaba, podía sentirlo, mas no verlo, aunque el dorado fulgor de la lava iluminaba todo el recinto

-          Sal de allí –trono entre perplejo y furioso – se que viniste por mi tesoro y morirás por ello

-          No se de que tesoro me hablas – contesto una dulce voz – vine aquí por error y no merezco que me ataques

-          Muéstrate

-          No, tu me mataras, y me comerás, solo quiero irme, pero el rio de lava que has formado no me lo permite – dijo la voz con un dejo sollozante

-          Lloras? Tu, inmundo humano usurpador, vienes a mi guarida para robas, y ahora quieres huir, para lo cual tratas de conmoverme con lagrimas? Sal de allí y enfrenta tu muerte, sal para que pueda incluir tus huesos a mi colección de tontos que, como tu se atrevieron a enfrentarme

-          Humano? – respondió la voz – yo no soy humano, ni ladrón, ya te lo dije me perdí, y por eso no merezco morir, por favor no me hagas daño y déjame ir

Ante estas palabras el dragón quedo perplejo, no era un humano? Por fin un animal del bosque? Quien seria? En todo caso, aunque quisiera, no podría irse, ya que el rio de lava tardaría semanas en solidificarse, por lo que le hizo saber esto a su visitante, con lo que se intensificaron sus lagrimas

-          Oh triste destino, por que me juegas tan malas pasadas? Por que me traicionas así? Solo busco un refugio y en vez de eso la muerte me reclama

-          No, espera – se apresuro a declamar el dragón – si lo que dices es verdad y no eres un vulgar humano no he de lastimarte sal por favor, tratare de ayudarte

-          No, no confío en ti, y en mi escondite me quedare

Ante estas palabras el dragón bajo la cabeza y suspiro amargamente, después lograría convencerlo de salir, tendría tiempo de sobra, y escondites no habían muchos.

  Los amplios escalones del castillo retumbaban con el eco de sus pasos, por donde quiera que pasaba, todos los caballeros le reverenciaban, mas el, en su inerme orgullo no les hacia caso, los ignoraba como los mediocres y cobardes que eran, ya que ninguno había sido capaz de ganar guerras como el lo había hecho, ninguno había podido derrotar tantos monstruos como el, y ninguno había hecho tantos meritos al valor como el los había hecho, era por eso que era el favorito del rey, el único caballero que contaba con el favor de su majestad para hacer cualquier cosa en el reino, y aquel que enviaban a las mas difíciles y largas búsquedas, ya que siempre podían contar con que el regresara, así pues, avanzaba por los pasillos del castillo, observando los imponentes paisajes que allí se veían, era una vista hermosa, y jamás se llegaba uno a acostumbrar a ella, así pues se tomo unos segundos para admirarlos de nuevo, y siguió su camino, pues tenia una importante reunión que no podía aplazar, subió escaleras, atravesó amplios corredores, y paso de largo a muchas personas, que, al verlo pasar murmuraban entre si o lo saludaban con gran respeto, era pues, una persona muy famosa en todo el reino, tanto por sus hazañas como por su favoritismo del rey, llegó por fin a una gran puerta de madera tallada, con el símbolo del reino en ella, y con un leve suspiro la atravesó, allí, frente a el estaba su rey, junto con sus consejeros, y algunos magos y videntes  del reino, era en verdad una reunión extraña, pero para nuestro noble caballero, ya estaba acostumbrado, pues con estos personajes el rey trataba de resolver el mas grande dilema que lo aquejaba, avanzo lentamente hasta llegar a los pies del trono, y allí se inco de rodillas y bajo su cabeza en señal de profundo respeto

-          Me mando a llamar mi señor?

El rey levanto la mirada y vio al noble caballero a sus pies, y una sonrisa, y un suspiro de alivio cruzo su rostro

-          Oh lord grimer, por fin has llegado, necesito que vayas en una búsqueda imposible, pero únicamente tu puedes realizarla, escúchame bien, y comprenderás por que ni siquiera todo el ejercito del reino podría realizar esta labor.