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Quiere aprovechar su vicio como prostituta

en Hetero: Infidelidad

 

Otra aventura

 

Estaban en esa fase de plenitud, ambos querían mantener el fuego sexual y trataban de alimentarlo con fantasías. Para ella, una de las inconfesables era sentirse y verse como una meretriz en la calle, buscando compañía de pago.

Y por fin decidieron cumplirla. Ella se lo dijo así:

  • Quiero verme como una puta, me pone calentísima. Pero quiero que estés cerca y puedas intervenir en cualquier momento. Voy a intentar que al menos cinco o seis tíos paguen por este cuerpo.

Aprovecharon un fin de semana en el que él estaba de vacaciones en verano y se acercaron hasta el centro de Madrid, por las calles de la Ballesta y alrededores se concentraba un variopinto y multirracial mundillo de mujeres, algunas mejor, otras peor, que entregaban sus cuerpos por dinero. Así es que ella se vistió para la ocasión y se lanzaron a la aventura.

Un vestido muy corto blanco, con un escote pronunciado pero sin llegar a ser escandaloso era la prenda principal, sus zapatos de tacón altísimo, y un bolso crudo, completaban su atuendo de prostituta por un día. Debajo tan solo un tanga minúsculo y un sujetador blanco para que no se le transparentara demasiado. Realmente él la veía impresionante y su deseo crecía por minutos.

Aparcaron cerca del lugar. Ella le dio un beso a su pareja y se bajó decidida a pasar unas horas de excitación y placer que esperaba se hicieran inolvidables. Sentía que las piernas no la sostenían de los nervios. Se iba a convertir en aquello que había deseado tanto tiempo, y la excitación crecía desde su clítoris, tremendamente excitado y sensible en esos momentos, hasta sus pezones, y de ahí hasta la nuca donde un agradable cosquilleo le hacía cerrar los ojos tras las gafas de sol que se los ocultaban.

Paseó un poco por la zona hasta que encontró un lugar menos ocupado,y no resultó fácil, porque cada diez metros parecía que hubiese una mujer a la busca. Se ubicó y contempló el panorama, había varias mujeres en los alrededores, pero desde luego ninguna como ella, a pesar de estar muy provocativa, era la que menos de las que veía, algunas prácticamente enseñaban los pechos y casi todas tenían los cachetes del culo a la vista de los potenciales clientes.

Se pasó la mano por el pelo, y empezó a observar a los hombres que circulaban por allí. La mayoría tenía una edad que bien podría estar en la de los jubilados, por supuesto nada de cuerpos deseables o apetitosos, pero eso también la ponía mucho, para cuerpo ya tenía el de su pareja y en todo caso siempre podía encontrar en los clubes swinger a quien se la ventilase con cuerpo de adonis, pero ahora no podía pensar que por allí pasase ningún cuerpazo, así es que decidió concentrarse y disfrutar con lo que le llegase.

Su falta de práctica la ponía en desventaja, mientras que sus compañeras prácticamente le tiraban los tejos a cualquiera que pasara por allí, ella apenas si se movía, y los escasos clientes pasaban y apenas si se fijaban en ella. Al cabo de casi 20 minutos de estar en su lugar un hombre algo más bajo que ella se paró enfrente. Era canoso y regordete, de unos 58 a 65 años, bien vestido pero sin elegancia. La cara no estaba mal, parecía simpático por la sonrisa que llevaba. Ella le sonrió. El tipo lo interpretó correctamente y se cambió de acera y se acercó a ella.

  • ¿Qué tal? - Le soltó al tenerla cerca

  • Aquí llevando la mañana, contestó ella sintiendo que las fuerzas le volvían tras un mínimo desfallecimiento de gusto.

  • ¿Estás aquí como las demás? - El tipo era prudente, vaya que metiera la pata.

  • Pues sí, intentado sacarme unos eurillos para la economía familiar.

  • ¿Y cuánto es?

  • Pues depende de lo que quieras. Un completo con penetración con condón y algunas caricias son 30 euros y lo que cueste el sitio.

  • Pufs eso es muy caro para mí. Le soltó el tipo

  • ¿Pues cuánto estabas dispuesto a poner?

  • No sé, lo más que puedo es con 20 euros, voy escaso de pasta este mes.

  • Pues si estás interesado, lo que si te digo es que lo que yo te doy no te lo dará nadie por aquí, no soy una profesional, vengo hoy por una necesidad urgente, pero no me verás mucho por aquí.

  • ya, si por eso me he fijado en ti, no eres igual que las otras, tienes más estilo, y se nota que no eres profesional de esto.

  • Pues si consigues esos diez euros de más te puedo demostrar que lo valgo.

El tipo le costaba hacerse a la idea, pero parecía que lo de no ser una profesional le había tocado. Pero empezó a caminar calle abajo.

 

Ella cavilaba mientras tanto; “no voy a bajar por menos de los 30 euros” que se mojen un poco si es que de verdad los valgo.

Mientras se acercó otro, este era de peor pinta, tenía una barriga que le precedía, y una barba de dos días que no le gustaba, el tipo al acercarse al menos olía bien.

  • Hola, ¿cuánto llevas?

  • -Pues 30 y yo me hago cargo de la cama.

  • Pues me parece bien

Bravo. Este sí que iba al grano, pero ella cuando accedió se quedó un poco cortada, no le había preguntado ni el servicio ni lo que quería, ni nada. Se extrañó.

  • ¿Qué es lo que quieres que te haga?

  • Pues una mamada y una follada, que te parece.

  • Pero con condón, claro.

  • Si, por supuesto, repuso el tipo.

Y allá que se encaminó ella hacia la sauna cercana, el tipo se le colocó al lado, y le rozó con descaro el culo, ella se sentía en las glorias, transportada a otro mundo, el gusto empezó a llamar desde abajo, desde las entrañas.

Mientras se acercaban a la sauna veía las caras de envidia de sus ocasionales competidoras que le ponían una cara de envidia y de desprecio por haberles robado al primer cliente de la mañana.

Sus tetas empezaron a sentir un cosquilleo al entrar en la sala de relax cercana, pidió una habitación y el hombrecillo mal encarado que atendía el mostrador les pasó una sábana y una toalla, envueltas en celofán, y dos sobres de jabón del tipo de hotel, y una llave, mientras les decía:

  • Son seis euros los quince minutos, habitación 14

  • Ella pagó, y recogió la llave, mientras el tipo echaba mano a la sábana.

Entonces recordó que tenía que avisar a su pareja para tener el control de la situación y además calentarlo. Iba a marcar cuando se encendió la pantalla de su teléfono, era él.

  • Ya te he visto, ahora deja el teléfono descolgado que yo controle lo que pasa en la habitación, habla con naturalidad y no en murmullos o no me entero de nada.

  • Vale cielo, luego nos vemos, dijo ella simulando que cortaba, pero dejando el teléfono en la mini mesita que había en la habitación donde ya habían entrado.

Su pareja al otro lado, sudaba, de placer y de la emoción de saber que iba a poder escuchar en primera instancia lo que pasara en la habitación donde ella iba a darle rienda suelta a su fantasía.

La habitación no podía ser más inhóspita y cutre, pero era lo que había y ella se preparó para cumplir como la mejor. Le pasó un sobre de jabón al tipo y le dijo,

  • por favor utiliza el lavabo, y vamos a empezar. Antes, si no tienes inconveniente me pagas,¿ vale?

  • Por supuesto

El tipo sacó la cartera y puso un billete de 20 y dos de cinco sobre la cama, ella los cogió los metió al bolso y estiró la sabana, mientras se quitaba el vestido.

Al volverse el tipo no pudo menos que exclamar

  • ¡Vaya cuerpazo que tienes!

  • ¿Ves como merecen la pena los 30 euros?. Vamos allá.

Entonces se acercó al tipo, bajó sus manos por la espalda de él y sentándose en la cama se acercó a su barriga y le dio dos mordisquitos mientras una mano sopesaba la herramienta de aquel fulano, que iba tomando vida propia. No era un dotado en ningún concepto, pero se iba a ganar paga de puta.

El tipo acercó la polla queriendo que se la mamara, pero ella le dijo

  • No, ponte en forma y te pones el condón y entonces te la mamo

  • Vale

No tardó mucho, ella se puso insinuante encima de la cama, y el tipo se masturbó un poco y se le puso tiesa rápido, apenas si tenía 15 centímetros, eso no la iba a rellenar, pero daba igual, era por dinero, el placer, era ganar el dinero con su coño.

Se acercó de nuevo a él poniéndose en cuatro sobre la cama, acercó su boca a aquella extraña polla y se la metió de golpe en la boca, un par de chupetones y el tipo estaba pidiendo que parase o se iba a correr, así es que se cambió de posición, se tumbó boca arriba y se abrió el coño, y le dijo

  • Y a qué esperas a follarme, si mi coño está loco por que se la metas?

  • Al tipo hablarle un poco subido de tono ya lo desquició

  • Joder que puta más buena eres. Y además eres española, no como todas estas sudacas que hay fuera, y las españolas sí que follan bien.

Se tumbó encima de ella, apenas si se la podía meter pero en un par de arreones el tipo puso los ojos en blanco y se empezó a correr con unos gritos que ella tuvo que pedirle que bajara el volumen. Ella ni se había enterado de aquello, el coño lo tenía ardiendo, el clítoris excitado e hinchado pero no podía correrse con el tipo porque se le quedó la polla floja al instante, así es que se recompuso como pudo, le dio al tipo un par de caricias, y le dijo,

  • bueno, pues espero que te haya gustado y quieras repetir más tarde si te apetece.

  • Ojalá, voy a llegarme al cajero a ver si puedo permitírmelo, porque merece la pena follar contigo.

  • Gracias.

El tipo fue rápido, se metió los pantalones y salió pitando a la calle.

Ella se arregló un poco, se repintó los labios, y al ponerse el vestido se dio cuenta de que sus pezones ya estaban pidiendo guerra, no había estado mal el debut, ahora a culminar la faena.

Salió del local y se puso de nuevo las gafas mientras caminaba de nuevo enseñando su cuerpo como mercancía para los espectadores de la zona.

Se ubicó en otro lugar, el anterior se lo había ocupado una mulata con unas tetorras que asomaban por encima del vestido y que tenía pinta de no querer mucha competencia cerca.

Sentía un gusto suave, que la estaba dominando, sentía el placer de tantas mujeres que desean ser libres y vivir de su cuerpo y ella lo estaba haciendo esa mañana, se sentía plenamente dichosa y ya se había metido 24 euros limpios en el bolso. Aquello era una gozada, que además le estaba dando satisfacción a su pareja, que discretamente seguía vigilándola para que no hubiese ningún problema.

 

Vio acercarse al primero de sus interlocutores aquella mañana, el que no quiso pagar la cifra que le pidió. De nuevo sonrió al llegar a su altura.

  • Hola, aquí he vuelto, no te he visto hace un rato

  • He estado dando una vuelta y tomando un café, mintió ella, para no explicitar su trabajo.

  • Pues que me he decidido y que quiero hacerlo contigo por los treinta euros.

  • Ea, pues no hay más que hablar, vámonos a disfrutar

El tipo parecía nervioso, o al menos más que ella, que ya se postulaba como una experta tras su primer polvo de puta.

Al igual que el anterior, mientras se acercaban al local de camas, le pasó un brazo por la espalda cogiéndola por la cintura.

  • Estás como un tren, le espetó

  • Pues eso que no me has visto en mi salsa, ahora verás.

El encargado del local, la miró con agrado, esta si que era una puta con estilo, dos polvos en menos de media hora, iba camino de ser la mejor puta de la zona. Le volvió a dar la misma habitación y las correspondientes sábanas y toallas, con su jabón, y le guiño un ojo.

Ella se sonrió y el hombrecillo mal encarado del mostrador le hizo un gesto de que a la salida hablaban. Ella asintió y se fue pasillo adentro con su cliente.

Pasó el trámite del lavado de bajos del mismo y el pago sin más dificultad, y una vez desnudo el tipo se sentó en la cama en el centro y le dijo:

  • Bueno, a ver qué mercancía ofreces princesa, que sales muy cara.

Ella, se irguió un poco más sobre los zapatos y sacó su exuberante pecho, y se contoneó en un par de pasos por la habitación, mientras se manoseaba el cuerpo. Sentía que el placer que no le había llegado en la primera vez, seguía ahí, a flor de piel, y de nuevo notaba como se le aflojaban un poco las piernas.

Se levantó el vestido y se quedó en tanga y sujetador, el tipo bufaba en la cama con un nabo que empezaba a tomar forma y que parecía que podía estar mejor que el anterior, aunque no podía verlo bien porque el tipo se ponía las dos manos en el pubis.

Se despojó de la tanga, enseñando su coñito depilado y ligeramente hinchado de excitación, mientras se echaba mano al sujetador para desabrocharlo el tipo se le acercó por detrás y se lo quitó sin problema.

Al darse la vuelta casi se desmaya de la impresión, lo que el fulano estaba tapando con las manos era una polla monstruosa, aquello superaba todas las expectativas que ella se hubiese hecho, no había visto tamaña deformidad en un pene nunca. Era rugosa, con un tronco que podía perfectamente llegar a los 20 centímetros, y con un glande que era una seta de generoso tamaño. Además estaba brillante y dura, el tipo resoplaba y se la cogía diciendo:

  • ¿Qué, te gusta?

  • No está mal, trató de disimular ella, porque no sabía si aquello le iba a entrar o no.

  • Pues ve dándole cariñito a mi amigo, que está deseando de verte tu coñito abierto.

Ella se tumbó boca arriba en la cama mientras el tipo se abalanzaba frenético sobre ella, le manoseaba las tetas, el vientre, le pasaba la mano por el pubis, todo muy deprisa, muy excitado, lamía el cuerpo de ella como si le fuera la vida en ello, y ella discretamente alargó la mano hasta cogerle aquel miembro enorme, que aún había crecido más con todos los sobeteos. El pene palpitaba con vida propia, y a ella empezó a darle una mezcla de gusto y miedo de tener que follarse aquello. El tipo al verse agarrrado se puso de rodillas en la cama y se lo acercó a la boca, ella le pidió el condón, y una vez puesto, empezó a morderlo por los lados, hizo un intento de metérselo en la boca pero era muy difícil. El tipo se agitaba como queriendo follarla por la boca, y al final, en uno de los movimientos ella sintió como el glande se introducía de un golpe, le llenaba la boca y estaba con la mandíbula casi desencajada. El tipo estaba orgulloso de su polla y lo demostraba.

  • Qué putilla, como te gusta, ¿eh?, esta polla solo se pone dura con tías buenas y tu lo estás, vaya cuerpo que tienes pedazo de puta.

Contrariamente a lo que hubiera pensado se sintió más excitada cuanto más duro le hablaba aquel tipo.

  • Mmmmm, apenas si podía articular nada así es que eso es todo lo que dijo,

Mientras sentía como el primer orgasmo le llegaba sin quererlo, dulce, desde dentro, con intensidad inusitada, bañando su coño de flujo lubricante. Su cuerpo se preparaba para acoger a tan enorme visitante.

Entonces se retiró de su boca y la cogió por las tetas, se las apretaba y desapretaba con saña, como con coraje, y luego cuando ella estaba sentada junto a él, la empujó para tumbarla de espaldas de nuevo, entonces le dijo

  • Ábrete de piernas putona que te vas a enterar de lo que es un hombre de verdad.

Ella trató de abrirse al máximo, lubricada estaba por el orgasmo pero ni con esas iba a resultar fácil. El tipo se encajó en su pubis, y empezó un roce de la polla con la entrada de la vagina que al subir le rozaba el clítoris. Las primeras oleadas de gusto empezaban a llegar y no se resistió, al asalto embravecido del fulano que seguía lubricando con escupitajos en su coño la entrada para permitir apoderarse de su cueva.

En un momento el tipo se apalancó contra ella, le apretaba el pecho mientras con su mano derecha trataba de colocar la polla en su sitio ideal, ella lo sintió casi como cuando tuvo el primer parto, la dureza del glande contra la boca de su coño, y como empezaba a hacer presión, le dolía y le gustaba, era una mezcla extraña en la que el placer ganaba al dolor.

Entonces sucedió, el tipo en un movimiento tan certero como rápido se la metió de una vez y ella sintió como si la hubieran desgarrado entera, un mugido de placer salió de la boca del tipo que se mezcló con el grito de ella.

  • Vamos puta, disfruta de una polla de verdad

  • Aaaahhhh, era lo único que podía articular ella

En dos minutos el vaivén del tipo la tenía totalmente empalada y entonces sucedió lo más extraordinario del mundo, frente al dolor inicial, ahora era un placer el que se apoderaba de ella absolutamente descontrolado. Sería por el dolor que le hacía el glande en el fondo de su vagina, o las apreturas de la gruesa polla contra las paredes de su coño, pero sea lo que fuera, el placer ya no tenía límites.

Y se transformó en una gata salvaje, subió los tobillos y se enganchó con ellos a la cintura del tipo, y mientras los brazos, antes desmadejados encima de la cama, lo abrazaron por la espalda y empezaron a atraerlo contra ella, subía su pubis hasta chocarlo con la base de la polla aquella, el tipo sonreía, sabía que le había dado en el punto exacto, y dejó que ella también se corriera de forma brutal, mientras le arañaba la espalda y le susurraba en el oído.

  • Te gusta ¿eh puta?, te gusta, no lo niegues

  • Que si me gusta, no, es lo siguiente, dame polla, cabrón, dame polla, que me corroooooo

Y así en esas estaban cuando empezaron los dos a correrse mutuamente en el otro. La leche que el tipo tendría acumulada desbordó el condón porque ella se notaba el resbalar de aquel espeso semen por sus muslos, era fantástico, único, inexplicable, y sobre todo, maravilloso. Ese era el placer que ella quería, el salvaje, sin tapujos, sin tabúes, sin inhibiciones. Se sintió totalmente feliz y desmadejada en aquella cama cutre, pero donde aquel tipo la había rellenado como nunca lo habían hecho.

El tipo se levantó se sacudió la polla encima de sus pechos, dejando caer aún una buena cantidad de semen algo más líquido, que ella se restregó entre las tetas, y se bajó de la cama.

Ambos entraron en un silencio cómplice, el tipo terminó de arreglarse y salió de la habitación sin decir más que un lacónico “adiós, ya nos vemos”, a lo que ella respondió con una gesto de la cabeza simplemente.

Miró el reloj y vio que casi agotaba los 15 minutos reglamentarios. Entonces sintió unos ligeros toques en la puerta, abrió y allí estaba el encargado del local.

  • Hola ¿qué deseas?

  • Nada, es que como te he visto nueva quería decirte que el local esta a tu disposición y que tenemos precios especiales para las que tienen muchos clientes, que parece que tu vas camino de ser la reina de la calle.

  • Ah, gracias, muy amable, pero no creo que este muchos días por aquí.

  • No eres profesional, ya se nota, pero estas como un tren y eso la gente lo quiere. Y si quieres incluso yo mismo te puedo apañar algunos trabajos a buen precio, claro que yo también cobro mi comisión. – Dijo el mercachifle con una sonrisa ladina en los labios.

Ella se quedó pensativa un instante, mientras calibraba aquella oferta, estaba a medio vestir, pero aún no se había puesto el vestido así es que estaba tremendamente sugerente con el sujetador y el tanga. No hacía falta ser muy lince para saber que clase de “comisión” quería el tipo.

  • Vale, pero la comisión te la pago cuando tenga el cliente.

  • Me parece justo. Pues entonces no te vayas muy lejos que tengo un cliente de 60 euros el polvo, eso sí, a este hay que darle al menos media hora de entretenimiento, la cama esta vez corre de mi cuenta y te pasaré a una de las suites.

  • Vale, voy a salir a tomarme un café y vuelvo.

 

Con el coño aún escocido de la polla del último cliente se dirigió un poco dolorida al café que había enfrente de la sauna, allí estaba su pareja en una mesa, se sentó en la del al lado.

  • ¿Cómo estás?

  • Hecha una reina, amor, me han metido la polla más grande que recuerde en mi vida. Eso me ha debido de dejar el coño un tanto abierto, porque ahora mismo no me lo siento.

  • Bueno, ¿quieres que nos vayamos?

  • Que va, ya llevo cuarenta euritos en el bolso, y el dueño de la sauna me ha propuesto a un cliente de 60 euros, pero con media hora, dice que luego debo pagarle la comisión “en carne” así es que por lo menos me quedan 45 minutos por aquí. ¿Te imaginas?, 100 euros en poco más de una hora de trabajo real. Y limpios.

  • Bueno ¿entonces quieres que me quede?

  • No hace falta, puedes darte una vuelta y luego me recoges, cuando te de un toque será que he acabado con el cliente y al de la sauna me lo despacho en 10 minutos.

  • OK.

 

Terminó el café que había pedido y cruzó de nuevo la calle hacia su garito. Abrió la puerta y esperó a que llegase el dueño. Se acercó baboso, y le dijo,

  • Sígueme, el cliente llegará en unos minutos.

Avanzaron por el pasillo, ella sintiendo como de nuevo le volvía el morbo, al cruzar las habitaciones y escuchar los jadeos y grititos que salían de las habitaciones, sus compañeras se afanaban en ganarse su sueldo.

Llegaron al final del estrecho túnel y desembocaron en un ensanche con tres puertas, el dueño eligió la central, y la abrió.

  • Pasa, en nada estará aquí el cliente, recuerda, al menos media hora, salvo que lo agotes antes, je je je.

  • Aquí lo espero.

La “suite”, era tan solo una habitación similar a las otras pero más espaciosa, su plato de ducha, su cama, que el tipo ya había preparado, y dos mesitas en vez de una, la cama que quizás si era algo mayor que las otras. Eso sí, se dio cuenta de que había música, y un par de espejos, uno de ellos colocado sobre el techo. El color de las paredes era tirando a almagra, y la temperatura era agradable, probablemente allí si había aire acondicionado. Se sentó en la cama a esperar al cliente “caro”.

NO hubo de esperar mucho, cuatro minutos más o menos más tarde sonaba la puerta.

  • Adelante, indicó ella

  • Gracias,

Dijo entrando un sesentón bien trajeado, tipo ejecutivo, de buena planta, “el que tuvo retuvo”, pensó ella, se levantó y se fue hacia él, le lantó dos besos en las mejillas se presentó y tras el preliminar del pago, que cumplió religiosamente en 60 euros. El tipo se despojó de la chaqueta y la corbata, y se sentó con ella.

  • No se equivocaba Carlos (debía de ser el nombre del dueño), eres preciosa, y estás como un tren de mercancías. – La halagó

  • Gracias, tu también estás muy bien.

Se acercó hacia ella y la cogió de la cintura, la levantó de la cama, y se acercó a ella de frente, ella se dejó hacer. Al tocar sus cuerpos se dio cuenta de que el tipo ya estaba excitado y eso le agradó. Se dejó manosear ampliamente mientras el la rodeaba y trataba de besarla, mientras ella se resistía al beso, (eso no lo quería). Las manos se movían con maestría, acariciando cada rincón sensible de su cuerpo, que despertaba de nuevo a la lujuria.

Se fue abandonando a las sensaciones y empezó a disfrutar del momento, aquel hombre era un experto moviendo su lengua tras su cuello y poco a poco la desvisitío sin que ella fuera consciente de su desnudez. Solo cuando sus pezones acabaron atrapados y mordidos suavemente por su boca, sintió un nuevo timbrazo que terminó de acelerar la llegada del primer orgasmo que baño la mano de él colocada estratégicamente en su pubis para ir franqueando el camino. La puso en cuatro, con las rodillas cercanas al filo de la cama, mientras él, de pie, fue agarrándola de la cintura y arrimándole su nabo totalmente enhiesto y listo para la batalla. Ella iba a susurrar lo del condón, cuando en un movimiento casi automático él hizo un gesto y le puso a ella uno en la boca ya desfundado.

  • ahora pónmelo con la boca.

Era su primera vez, pero se afanó y al final lo consiguió mientras el se entretenía manoseando sus pecho colganderos. Cuando lo tenía colocado el la empujó algo bruscamente sobre la cama, y le pidió, más bien le ordenó, que se abriera de piernas. Luego se acopló entre ellas y le embistió provocando que ella se corriera de nuevo al cabo de un rato, y el con ella, dejándose caer sobre su pecho.

- ha sido fantástico me ha gustado mucho.

- pues a mi ni te cuento. Eres un hombre de los que ya no quedan.

- Aduladora, eres muy amable, me gustaría invitgarte a cenar y luego irnos a mi hotel para cerrar la noche.

- Pues no te digo que no, déjame un teléfono, y te aviso.

- Perfecto.

Salió de la suite y le dejó diez euros a su protector ahora, este le guiñó un ojo y le dijo que ya tenía nuevos clientes para ella, pero ella se zafó del marcaje y le dijo que por ese día había acabado, que los pasar para el día siguiente.

Así que se fue contoneándose para el bar donde su pareja la esperaba, allí le contó lo que había pasado y le dijo que se estaba pensando lo de la noche. (Pero eso será un nuevo capítulo de la historia)