Hicieron un círculo sobre ella y empezaron a tocarle los pechos que estaban hipersensibles con las cadenas. Como si hubiese sido una lectura de su pensamiento, apareció Tron de nuevo entre el circulo. En sus manos de nuevo aquel monstruoso vibrador de cabezal cilíndrico.
Suma Infidelidad y BDSM. Es una versión libre de una de mis tardes más apreciadas. Sonia vuelve a la aventura. En tres capítulos, espero que os guste.
Los pezones ya estaban enhiestos por el frío y la excitación. Con lo cual Tron ordenó a uno de sus vasallos que se los pinzara. Éste recogió dos pinzas de un clavo que había en la pared y se aproximó a ella que mantenía los pechos aplastados y rebosantes en el potro.
Los dos mirones poco agraciados estaban en unos sofás en la parte inmediata posterior a la barra, sin quitarle ojo, claro, con aquella toalla que apenas cubría entre su pecho y su pubis montada en sus tacones que le hacían unas piernas de infarto, era como para no perderle ojo.
Caminó solo con sus medias y tacones hacia las taquillas, el vestido y el sujetador en una mano. Al llegar los dejó en la taquilla y le pidió a una de las chicas una toalla.
Estaban en esa fase de plenitud, ambos querían mantener el fuego sexual y trataban de alimentarlo con fantasías. Para ella, una de las inconfesables era sentirse y verse como una meretriz en la calle, buscando compañía de pago.
Sonia no se levantó aquella mañana como una mañana más. Su marido la había dejado en la cama a primera hora para irse al trabajo, una día más el había posado sus manos, como descuidado, en su culo y ella se había hecho la dormida esperando a que se le pasara el calentón matutino.
Estaban de acuerdo en hacerlo y ella quería tener una tarde de morbo con su negro que al final se convirtió en una experiencia a tres