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La Primera Vez De Lucia

en Hetero: Primera vez

   La suave brisa veraniega acaricio mi rostro, haciéndome erizar la piel y sentir un leve cosquilleo.

   Cerré los ojos para poder disfrutar esa hermosa sensación y no pensar en lo que iba a hacer. Era ahora o nunca. Tenía que aprovechar que mis padres estaban de viaje.

   Camine al espejo y contemple mi cuerpo totalmente desnudo, con algunas gotas de agua que me habían quedado de la ducha.

   Mis pequeños pechos redondeados se elevaban con cada aspiración que hacía, viendo como mis pezones se endurecían ante la leve brisa.

   Mi cuerpo flaco y pálido se hacía ver en el reflejo. Mis caderas algo marcadas, apenas si se notaban. Mi concha totalmente depilada para la ocasión, sin ninguna marca de algún pelillo, al igual que todo mi cuerpo.

   Acomode una silla frente al espejo y me senté en ella, abriéndome totalmente de piernas.

   Pude observarme con deseo. Con deseo de sexo.

   Empecé a acariciar mis pechos suavemente, mientras que mi otra mano empezó a acariciar mi clítoris.

   Imágenes de escenas sexuales pasaban en mi cabeza, ya sea de fantasías o de videos porno que había visto en la internet (videos caseros para ser exactos), en donde yo era la protagonista. Era yo a la que más de 2 hombres penetraban. Y yo gozaba, llegando a un orgasmo con cada pasada de alguno de ellos.

   Podía sentir como mi mano se humedecía. Mientras que mi dedo que acariciaba mí clítoris se aceleraba más y más con las escenas que estaba viendo.

   Me gustaba tanto lo que sentía cuando me acariciaba el clítoris, que paraba al sentirlo un poco molesto. Pero luego volvía con los movimientos, que me hacían gozar.

   Pequeños suspiros salían de mi boca entreabierta, mientras que mi lengua remojaba mis labios partidos por la sequedad.

   Los movimientos se hicieron más frenéticos y sentía algo raro que venía de mi parte intima.

   Las piernas se me cerraban automáticamente, pero yo las volvía abrir. Mis dedos se me acalambraban. A lo que yo paré para cambiar de mano, ya que me había cansado un poco.

   Seguí con los movimientos. En un momento, era tanto la agitación de mi mano, que sentí como si me hubiera hecho en cima. Soltando un grito de placer.

   Agotada agache mi cabeza, mirando como de mi vagina, salía un líquido, manchando toda la silla.

   Algo agitada, cogí el teléfono y mande un mensaje de texto “Estoy lista, puedes subir”

   Una vez que lo envié, a los 2 minutos subió Edgar, mi novio, por la ventana.

_Amor… eres hermosa_ dijo mirándome de arriba abajo.

_Shh, no hables. No viniste para esto.

_ ¿Estás segura?

   Lo mire fijamente a los ojos, y hable con todo mi corazón.

_Nunca estuve tan segura de algo.

   Edgar me abrazó y nos empezamos a besar apasionadamente… pero no era eso lo que queríamos.

   Tome su mano y la puse en mi vagina. Empezó a mover mis labios vaginales, haciéndome soltar pequeños gemidos.

   Me tomo en sus brazos y me acostó en la cama. Se puso encima vio y me siguió besando. Pero volvió a posar su mano en mi concha, acariciando mi clítoris que estaba súper sensible.

   Yo me agitaba debajo de él. Pero eso no lo paró. Agarré su remera y se la saqué con su ayuda, dejando ver su hermoso torso algo marcado por estar horas en el gimnasio. Luego él se sacó el pantalón, quedando solamente con el bóxer puesto, donde se podía ver su erecto pene.

   Automáticamente lleve mi mano y la empecé a acariciar torpemente. A lo que él cerraba los ojos, abriendo la boca.

_Espera Lucia_ dijo tomando mi mano que intentaba entrar en el bóxer_ lo principal eres tú, así que lo haremos a mi modo ¿ok?

   Yo asentí pero sin sacar la vista de su pene.

   Volvió a besarme, continuando con las caricias en mi clítoris. Luego bajo a mis pechos, mordiéndolos y pellizcándolos. Haciendo que me retuerza de placer. Cuando vio que mis pezones estaban rojos y algo doloridos, bajo su rostro para besar mi panza.

   Mi respiración se entrecortaba, con cada 1 mm que baja su rostro. Ya quería que llegara ahí abajo. Pero estaba demorando demasiado.

_Por favor_ susurré, casi suplicándole.

   El se rió, pero sacio deseo. Cuando sentí su aliento en la entrada de mi vagina, mi cuerpo tembló por completo. El segundo orgasmo estaba cerca. Él lo sabía, ya que lentamente me beso en el clítoris. Haciendo que una gran descarga de jugos vaginales salieran de mí.

   Mis piernas se cerraron, atrapándolo a él. Que con su lengua, lamia mi clítoris, prolongando mi orgasmo. Cuando sentí que estaba totalmente seca, por así decirlo; abrí de nuevo las piernas. Dejando libre a Edgar, que no paraba de lamer mi clítoris.

   Luego empezó a lamer la entrada de mi vagina, mientras que un dedo, se adentraba en mí fácilmente, ya que estaba muy lubricada.

   Al principio no sentí nada. Pero luego pude notar como algo pequeño entraba y salía en mí. Así estuvo un momento, hasta que trato de meter 2 dedos, que con mucho esfuerzo logro hacerlo.

   Yo acariciaba salvajemente mis pechos, y trayéndolo a Edgar a mí. No quería que esta sensación acabe nunca. Estaba en el cielo.

_Por favor Edgar. No aguanto más, quiero sentirte dentro de mí.

_Todavía no estás lista, si lo hago ahora, te dolerá. Y no queremos eso_ habló, sacando su cara de mi vagina, con los labios manchada de mis jugos.

_A la mierda el dolor. Necesito algo dentro de mi ahora_ logre decir, llegando al éxtasis del 3 orgasmo.

   Edgar siguiendo mis caprichos, se abalanzo a mi rostro y me empezó a besar. Una cosa era olerme, otra era sentirme. Saborear ese gusto amargo me encantaba.

   Podía sentir a Edgar en todos lados, su calor, su pene más erecto que nunca, franeleándose a mi vagina, excitándome más.

   Edgar se paró y se saco enfrente de mis narices su bóxer, quedando totalmente desnudo, mostrándome su pene que debía medir unos 20 cm, no muy ancho y con ningún pelo. Agarró un preservativo y se lo puso.

   Mire con nerviosismo ese pene que dentro de unos segundos estaría en mí.

_Tranquila… ya verás que entrara todo_ rió al ver mi expresión.

   Yo hice lo mismo. Si a él no le importaba… a mí tampoco.

   Volvió a ponerse encima de mí. Besándome nuevamente. Y podía sentir su pene cerca de mi vagina, tocando mi clítoris.

_Edgar… no seas malo con migo_ él pudo ver mi sufrimiento, y no aguanto.

   Se acamo y agarró mis piernas, haciendo que rodeara su cintura, colocando su pene en la entrada de mi vagina. Me miro fijamente a los ojos y dijo.

_Puede que te duela como puede que no. No creo que te duela ya que estas mojadisima_ rió_ eso es bueno.

   Poco a poco empezó a penetrarme. Primero no sentí nada, pero luego, pude notar un dolor punzante, solo apenas lo sentía, ya que estaba tan lubricada, que no tardo en entrar la mitad de su pene. Donde se detuvo.

_Ok amor, ahora si te va a doler_ me previno.

   Respire hondo y asentí para que siguiera.

   Con un golpe seco y rápido, rompió mi himen. Penetrándome por completo.

   Sentir como me rompía por completo por dentro. Ese dolor jamás lo olvidare. Pero era un nuevo comienzo, deje de ser una niña de 16 años a una mujer. Que a partir de ahora podía disfrutar de su vida sexual con su novio sin ningún problema.

   Edgar se quedó un segundo, viendo mi expresión y pidiéndome perdón por que me haya dolido.

_No… te preocupes, ya paso… solo… dame un…. Segundo_ hable entrecortadamente_ ¡No lo saques!_ grite, cuando vi que estaba retirando su pene_ costó mucho que entrara, todavía esto no termina_ respire hondo y luego lo volví a mirar_ vale, ya estoy mejor_ le sonreí para alentarlo y que no se sintiera mal.

   Él hiso lo mismo y luego poso su mirada en su pene y mi vagina.

   Muy despacio empezó un vaivén. Observando mi rostro, para ver si iba bien o no. Eh de admitir que los primeros minutos sentí dolor, pero no tanto.

   Ese dolor paso a placer, y mis grititos de dolor se volvieron gemidos.

   Edgar acelero el ritmo, haciendo que me volviera cada vez más loca.

   Acariciaba mi clítoris y tocaba mis pechos ya que no sabía qué hacer. Estaba demasiado excitada, tanto que tuve mi tercer orgasmo.

   En ese break le propuse que cambiemos de posición, ya que pude notar lo incomodo que estaba. Él acepto y se sentó en la cama. Yo encima de él. Cabalgándolo.

   Él observaba mis pequeños peños y los apretaba. Mientas que yo agarraba con fuerza su pelo castaño, y le clavaba mis uñas en su espalda.

   Los gemidos de Edgar fueron cada vez más fuertes, por lo que supuse que estaba por venirse. Acelere mi ritmo, mientras él me agarraba del culo, ayudándome a hacerlo lo más rápido posible.

_Amor… ya no… aguanto más_ logro decir, entre gemidos.

   Yo trataba de hacer lo más rápido posible. Pero sentía que me venía con él.

   Mis músculos se contrajeron y mi vagina se dilató, atrapando por completo el pene de Edgar, sintiendo como algo caliente salía de mí. Pero no era la única que gritaba. Edgar se había corrido conmigo.

   Me quede sentada un segundo, para recobrar el aliento. Al igual que él.

   Nuestros cuerpos transpirados y pegajosos estaban unidos. Nuestra respiración se fue tranquilizando, escuchándose como respirábamos.

   Me bajé de él y me acosté boca arriba en mi cama, mirando el techo. Edgar se quedó un segundo allí. Se saco el preservativo y se fijo que no se hubiera roto. Lo dejo con el empaque y lo puso encima de mi mesita para luego tirarlo. Se volteo a verme y me sonrió.

   Yo hice lo mismo y me acomode, cosa que quedáramos los dos de costado, mirándonos.

_Gracias por regalarme tu virginidad Lucia, no sabes lo importante que es para mí.

_Para mí también Edgar. Siento que una nueva etapa nació entre nosotros dos. Te Amo.

_Te Amo.

   Me tomo dulcemente y me beso en los labios.