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Te imagino

en Hetero: General

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Escucho las gotas de la lluvia que golpean  mi ventana, me levanto de la cama y abro la cortina y para sorpresa mía, te veo reflejada en el vidrio de la ventana, como si estuviera una cámara grabando tu habitación. Te miro abrigada, acurrucada, pronuncio tu nombre. Despiertas por el calor de la primavera nocturna. Tientas tu cama, miras alrededor, y me buscas, pero no me ves. Te pones de pie y te diriges a la ventana, observas el panorama de  esa noche desolada, esperando verme. 

Te miro sentada frente a la ventana, con una ropa ligera, solamente un camisón a medio abotonar, y un atrevido pero, sensual panty con encajes de color rojo para avivar los colores de la noche, tu cara demuestras impaciencia pues quieres que llegue físicamente a verte. Sé que estás excitada por tenerme, y para sentirme cerca, lees día y noche nuestros relatos, que hablan de las ilusiones de nuestros encuentros.

Pasan los minutos de tortuosa espera y me imagino que sobre tu mente rondan pensamientos salvajes, atrevidos, eróticos, sensuales. De tanto imaginar tu cuerpo comienza a sudar pues lo que imaginas poco a poco lo comienzas a sentir y más si presientes que te estoy viendo a través de la ventana.

Ya de tanto desespero, tus traviesas manos cobran vida, ya no responde a su dueña y comienzan a surcar tu piel y recorren cada milímetro de tu majestuoso cuerpo, acariciando una tu cuello delicado y exquisito, y la otra roza los linderos de tu cuerpo atravesando tu perfecta silueta, recorriendo tu estrecha cintura y llegando a los linderos  de tu traviesa prenda. Tu cuerpo responde a las acciones y,  comienzas a sudar, a contraer los músculos, a respirar agitadamente y emitir sonidos y suspiros de placer.

Cada vez más excitada tus manos suben rápidas y fuertes a tomar tus hermosos senos, las dos joyas de tu cuerpo, los aprietan fuerte, haciendo que en tus piernas sientan lo ardiente y tu intimidad reviente sus fuentes del placer y broten tus preciados jugos.

Tu mano izquierda, la menos pervertida se queda en tu seno derecho, acariciando tu pezón con tus dedos índice y pulgar, jugando atrevida y brutalmente con él, haciendo círculos, dando leves pellizcos y tomándolo todo en tu mano, apretando para dar olas de erotismo y de placer a tu cuerpo, mientras, la mano derecha la más pervertida, va abriéndose paso por tu estómago avanzando como una fiera por su presa, cautelosa y muy peligrosa. Atraviesa tu abdomen, lugar donde a su paso provoca leves movimientos y profundas exhalaciones de placer, se acerca a tu clítoris. Luego tu mano acaricia tu vulva y su panti ya mojado le estorba, juega con tus labios vaginales tocando suavemente el inmenso valle del placer que se forma.

Tu cuerpo sede tras las ganas, las ganas de introducir tus dedos en tus entrañas. Para así terminar de calentar tu noche húmeda y fría, ya que tu hombre, tu caballero, todavía no ha llegado.