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El Coleccionista

en Control Mental

Aclaración sobre mis otras series:

 

Se que mucho de mis lectores se preguntarán por qué sigo escribiendo nuevas historias teniendo algunas series sin finalizar. Entiendo las quejas y os aseguro que no me he olvidado de ellas, la segunda parte de The Fuckbook y la cuarta de Al volver del instituto serán publicadas pronto, pero estos relatos son mi válvula de escape, escritos al calor de momentáneas fantasías y vivencias en los escasos tiempos libres que deja un trabajo de profesora. Dicho con otras palabras, escribo cuando me siento de ánimo, si me lo tomara como un deber me temo que bajaría la calidad que tanto me exijo. Espero sepáis disculparme y disfrutéis de este nuevo Relato.

 

EvaDoll

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Era un día soleado y cálido, de esos que invitaban a disfrutar del cesped que a entrar en un aula, quizá por eso el campus parecía estar tan lleno. Desperdigados por entre los espacios verdes que rodeaban a los antiguos y majestuosos edificios había cientos de personas, pero Eva no era una de ellas.

 

La chica hacía poco que había superado la veintena, era algo alta para su sexo, tenía un rostro ovalado, de rasgos suaves, nariz recta y unos incitantes labios carnosos, sus ojos eran de color miel y su cabello rizado se situaba en algún punto entre el castaño y el rubio, variando en función de la luz; respecto a su cuerpo, exuberante era la palabra que lo definía, le sobraban algunos kilos, si, pero estos le sentaban de maravilla pues su cuerpo estaba lleno de amplias curvas, empezando por sus amplios pechos, sus anchas caderas, sus carnosas nalgas, sus muslos... uno podía perderse en aquel mar de curvas, y muchos de lo que la veían pasar lo hacían. No en vano los vaqueros ajustados y la camiseta de Metállica que llevaba marcaban sus curvas, pero sin enseñar nada.

 

Yendo en contra de la mayor parte de estudiantes, Eva subió las escaleras que llevaban al edificio del rectorado. Mentiría si no dijese que estaba nerviosa, pero también estaba satisfecha. Era probable que se metiese en un lío pero lo había hecho por defender sus principios. Había sido hacía unos cuantos días, en una conferencia. No era la primera vez que tenía un choque con el vicerrector Savir pero si había sido la primera vez que había discutido sus ideas retrógradas y machistas en público, simplemente no había podido aguantar mas otro comentario sobre a donde le correspondía estar a la mujer ¡y encima muchas de las profesoras, incluso las jóvenes, asintiendo y riendo como bobas!

 

Había sido una buena respuesta, incluso le habían aplaudido, pero después Savir le había citado en su despacho, y ella no sabía que iba a pasar.

 

No pudo evitar aliviarse al ver a su hermana Helena y a la compañera de piso de ambas, Leticia, esperándole a la entrada del edificio. Eva había salido a su padre inglés, pero su hermana era como su madre. Casi dos cabezas mas pequeña que su hermana y con el cabello de un castaño mucho mas oscuro, ambas contrastaban. Helena era una fanática del deporte y años de natación y artes marciales habían torneado su cuerpo hasta darle una silueta envidiable. Sus piernas eran un pecado, largas y prietas, acabadas en el suave corazón invertido que eran sus nalgas. Su vientre era también duro y marcado, como los de un anuncio, y aunque tanto deporte había hecho que su pecho fuese casi testimonial, seguía siendo bastante bonito. Además era guapa, tenía un rostro alargado y sutil, de grandes ojos claros bastante expresivos, habría podido ser una modelo de no ser por el problema de acné que tenía.

 

Leticia, por su parte, contrastaba con ambas. Con la piel muchísimo mas oscura que sus compañeras era casi tan exhuberante como Eva siendo apenas un poco mas alta que Helena. De caderas marcadas y buen pecho, su rostro era algo cuadrado, enmarcado por un pelo rizado color caoba y decorado con varios piercing en la nariz y las orejas. Tenía mas éxito con los chicos que ninguna de las otras pero era mas por su aspecto incitante y lo lanzada que era, por no decir guarra, no en vano hacía ostentación de su cuerpo vistiendo provocativamente. Aquel día no era una excepción, unos anchos pantalones de hippie y una corta camiseta de tirantes dejaban poco a la imaginación.

 

Eva sonrió al ver a su compañera. Ambas se habían acostado una vez estando borrachas y había sido una buena experiencia. De vez en cuando repetían, nada serio, solo sexo.

 

-Que, ¿esperando a ver la ejecución?- bromeó la rubia al verlas.

-No te iba a dejar sola, ademas puede que necesites salir de este problema chupando pollas y ahí entrare yo al rescate- rió Leti.

 

-Si, eres toda una experta- dijo Helena con su tono siempre frío, sin levantar la vista del móvil. Eva no se extrañó, su hermana siempre había sido una borde, aunque tuviese un buen corazón nunca dejaba de transmitir esa imagen de dureza.

 

-Que encanto- respondió la rubia con ironía -¿vienes o no?-

 

-Paso, he quedado-

 

-Vale, si me matan dile a mama que la quise-

 

La atlética joven ni se molestó en mirar atrás mientras su hermana y su amiga entraban en el edificio.

 

-¿Follando también es tan siesa?- preguntó Leticia.

 

-Seguro que es de las dominantes-

 

Ambas rieron mientras se internaban en el silencioso edificio. El despacho de Savir estaba bien internado en el edificio, aislado del posible ruido del exterior. Al parecer tenía incluso su propia secretaria “custodiando” la entrada al despacho. Eva se fijó en ella, no era muy alta y tenía la piel tan oscura como el propio Savir. Sus rasgos eran claramente extranjeros, la chica no pudo situarlos pero creyó intuir algo de india en ella. Su cuerpo, delgado y bien formado, quedaba tan solo insinuado bajo el conjunto ejecutivo negro que llevaba, a juego con el del hombre. Era muy guapa, con unos labios suaves y unos ojos oscuros. El pelo corto, a lo garçon, y el piercing en la nariz le daban personalidad y aumentaban su exotismo. Sin embargo cuando se fijó algo mas en ella Eva notó algo raro, estaba sentada frente al ordenador no miraba a ningún sitio, ni se giró cuando ambas se acercaron, tenía la mirada perdida en la nada, y sus ojos estaban como apagados, sin vida. Sin embargo su sonrisa era lo mas extraño. Sus finos labios estaban extendidos en una mueca sumamente artificial que dejaba al descubierto sus blancos dientes, era como una pose, digna de un anuncio pero que parecía forzada, a pesar de lo cual no se alteró en ningún momento.

 

-Uh, hola, tenía una cita con el Doctor Sav...-

 

-Le está esperando- le cortó la joven abruptamente, con una voz de marcado acento extranjero, pero inexpresiva.

 

-Uh...vale- aquella tipa era realmente rara.

 

-Te espero aquí- dijo Leti levantando ambos pulgares -suerte-

 

Tomando aire, Eva entró en el despacho. Este era grande, el mas grande que había visto nunca, de hecho. Dos grandes estantes llenos de gruesos volúmenes flanqueaban las paredes. El suelo estaba cubierto de lujosas alfombras persas que, junto con la gran cantidad de espadas, estatuas y otros objetos históricos le daban al despacho un aire especial, exótico, una cueva del tesoro en pleno siglo XXI. Los muebles eran de caoba, labrados exquisitamente. Era un lugar impresionante.

 

El Doctor era el perfecto complemento para sus despacho. Por mas que le pesase a Eva tenía que admitir que era un hombre atractivo. Aún a pesar de superar la cincuentena mantenía un encanto varonil y emanaba una envidiable seguridad en si mismo. Estaba fumando un grueso habano cuando Eva entró. La chica no pudo evitar sentirse... diseccionada bajo la atenta mirada de los oscuros ojos del hombre, odiaba esa mirada, era como si ella no fuese mas que un trozo de carne.

 

-Buenos días- dijo con frialdad, haciendo sonreír al viejo profesor.

 

-Buenos días, siéntese por favor- su voz era melodiosa, con ese acento tan musical.

 

-Esto es por lo del otro día ¿no?-

 

-Directa y al grano- Savir soltó una risita, expulsando el humo por la boca -me gusta-

 

-Eso no es una respuesta-

 

Otra risita -no, no lo es, mi impaciente alumna... y brillante, por lo que veo en tu expediente- añadió removiendo algunos papeles -cumples los requisitos para entrar mi colección-

 

Eva soltó un bufido -¿Su colección?-

 

Savir volvió a sonreír mientras sacaba un extraño aparato de un cajón, dos extraños auriculares que, para extrañeza de la rubia, se colocó en los oídos. Acto seguido pulsó un botón del teclado que tenía sobre el escritorio.

 

La chica no tuvo tiempo de reaccionar. Un extraño sonido, como de estática, fue emitido desde una serie de altavoces disimulados por todo el despacho. Un dolor agudo y penetrante, como ningún otro que Eva hubiera sentido antes, le atravesó los oídos y anidó en su cabeza hasta el punto de que la vista se le nubló mientras las lagrimas se deslizaban por su rostro.

 

Para cuando el dolor amainó Savir no estaba frente a ella. Con sorpresa notó sus callosas manos colocándole algo a ella en el oído. No tardó en darse cuenta de que debían de ser pequeños auriculares para así poder quitarse el los suyos, que solo lo escuchase ella.

 

Eso fue justo antes de darse cuenta de que no podía moverse.

 

Estaba completamente paralizada, inerme sobre la silla, con la cabeza cayendo pesadamente sobre uno de sus hombros. Cada vez que movía los ojos un terrible dolor la punzaba desde detrás de las cuencas y apenas podía respirar, estaba inmóvil, congelada y a pesar de que el instinto le gritaba que saliese de allí corriendo... no podía moverse, y el frío del pánico no tardó en invadirla.

 

-¿No es maravilloso lo que la tecnología puede hacer?- susurró el profesor acariciando su rizado cabello -Un frecuencia determinada que superponga a determinadas ondas cerebrales y de repente gran parte de tus funciones motoras se desactivan, y te conviertes en un maniquí-

 

Ahora su risita resultaba mucho mas ominosa.

 

Sus fuertes manos pasaron de su cabello a su inerme rostro, acariciándolo con dulzura... antes de propinarle un fuerte golpe con el revés de la mano. El calor inundó su rostro y le enrojeció los pómulos. Por mas que tratase de moverse...no podía.

 

-Ahhh... no sabes cuanto llevaba deseando hacer eso- continuó mientras sacudía la mano -respecto a tu pregunta, si, cumples las condiciones para engrosar mi colección de zorras arrogantes puestas en su sitio. Chula, insolente, sieeempre con ese aire de superioridad encima... y ahora mirate, si, eso, vamos a mirarte-

 

Eva intentó chillar cuando alargó sus manos hacia el pero todo lo que salió de sus labios fue un patético sonido y un hilito de saliva, algo que provocó la hilaridad de su captor. Era como una pesadilla, estar atrapada dentro de tu propio cuerpo, como una mera espectadora. El dolor y aquel maldito ruido le nublaban la mente, impidiéndole pensar con claridad.

 

Con mano experta Savir guió las manos de su alumna hasta su nuca, donde permanecieron inmóviles. Era como mover a una muñeca, una muñeca de carne. Teniendo ahora el trabajo libre le subió la camiseta negra hasta el cuello, dejando al descubierto sus grandes pechos embutidos en la prisión del sujetador. Era una visión estupenda, aquellos orbes suaves y atrayentes de la talla 110, comprimidos y alzados por el simple sujetador negro

 

-Siempre provocando con este par... esto también lo he deseado mucho tiempo- sus manos se introdujeron bajo el sujetador, jugueteando son sus tetas, acariciándolas, apretándolas y pellizcándole los pezones hasta que empezaron a endurecerse.... todo sin que ella pudiera moverse lo mas mínimo, contemplándolo todo, impotente, incapaz de hacer nada salvo chillar, gritar e insultar en su mente... ¿qué le había hecho?, ¿qué estaba pasando?, ¿iba a violarla? Miles de preguntas se agolpaban en el interior de su miente mientras su exterior continuaba igual... paralizado.

 

-Oh... que traviesa- dijo el profesor mientras atrapaba con sus manos el piercing que atravesaba el pezón derecho de su inerte alumna -seguro que en el fondo deseabas esto-

 

Sus rudas manos continuaron deslizándose por su cuerpo mientras el se inundaba con la fragancia del cabello de Eva, deslizando su rostro por el expuesto cuello antes de hundirlo entre sus pechos...

 

Cuando se separó de ella las miradas de ambos, profesor y víctima se cruzaron durante unos instantes. La lujuria que brillaba en sus ojos le provocó un escalofrío, pero para su sorpresa se alejó de ella y caminó de nuevo hacia su escritorio.

 

-Traela- fue todo lo que dijo por el interfono.

 

Pocos segundos después las puertas del despacho volvieron a abrirse. La bella secretaria de Savir se había desprendido de toda su ropa y entró al despacho ataviada tan solo con unas opacas medias de seda, un liguero y sus vertiginosos tacones. Leticia, en cambio, estaba totalmente desnuda a excepción de el collar de cuero que quedaba unido a una cadenita de metal con la que la secretaria la guiaba, como si fuera una perra.

 

Los ojos de Eva se abrieron como platos al ver la desnudez de su amiga, pero aquello no era lo mas escalofriante. En el rostro de su amiga y ocasional pareja había aparecido la misma sonrisa artificial, los mismos ojos vidriosos y la misma mirada perdida que antes lucía la secretaria...

 

Mecánicamente, las dos sonrientes mujeres caminaron hasta quedar junto al amo, quien sonrió al verlas.

 

-No te sorprendas, tu amiga lleva siendo parte de mi colección desde... ¿desde cuando, esclava?-

 

-Un año, tres meses, doce días, diez horas, veinte minutos y treinta y tres segundos- respondió Leticia al instante, sin dejar aquella escalofriante sonrisa... aquello había sido poco después de que ambas entrasen en la universidad, constató Eva con cada vez mayor desesperación.

 

-¿Ves lo sencillo que es todo?- dijo Savir mirando a su paralizada alumna -yo pregunto, ella responde, yo ordeno, ella obedece, sin responder, sin sarcasmos, un cuadro en blanco para que yo lo pinte, un trozo de carne para que yo lo moldee a mi gusto, obediencia pura, libre de responsabilidades, del peso de las decisiones... así es mucho mas feliz, y tu también lo serás-

 

Otro lastimero e incoherente gemido se escapó de entre los labios de Eva, por los cuales hacía tiempo que la saliva se derramaba hasta caer en sus pechos. Eso combinado con la mirada anhelante que dirigió a su antigua amiga hicieron intervenir al profesor.

 

-No te molestes, esta vacía- dijo mientras jugueteaba con el rostro de Leticia, haciéndole poner caras con las manos -ya no es tu amiga, es mi esclava-

 

Para probarlo, Savir dijo unas palabras en un idioma que Eva no entendió. Las otras mujeres, en cambio, si parecieron hacerlo puesto que ambas se giraron apenas las palabras hubieron salido de los labios de su amo. Moviéndose al unísono con una precisión inhumana que cualquier militar hubiera envidiado, Leticia y la secretaria cogieron a Eva y la hicieron arrodillarse en el suelo, moviéndola como una muñeca.

 

No...no...” fue todo lo que su mente aturdida por el dolor logró articular mientras la movían. Una vez arrodillada, Leticia empezó a desabrocharle el pantalón mientras la secretaria dirigía sus manos al rostro de Eva. Como si fuera una muñeca hinchable, tiró de su barbilla para abrirle la boca y acto seguido le pinzó la lengua con los dedos, sacándosela fuera para evitar que el amo se rozase con sus dientes.

 

Estaba allí arrodillada, con la camiseta subida y los pechos desbordándose de su prisión de tela, mientras dos mujeres le desabrochaban el pantalón y empezaron a acariciar su sexo. Daba igual lo mucho que tratara de moverse, de chillar, de revolverse, no podía luchar contra su propia mente. Miró con desesperación a Leticia, tenía que despertar,¡tenía que ayudarla! Pero su amiga no estaba, y todo lo que recibió fue esos ojos vacíos que ni parecían ser conscientes de su presencia y aquella sonrisa forzada.

 

Sin embargo, pronto dejó de fijarse en su amiga. Savir se había desprendido de su chaqueta y había dejado al descubierto su enorme miembro, oscuro, erecto, mas grande que cualquiera que Eva hubiera visto... y apuntando hacia ella.

 

Mientras las dos esclavas jugueteaban con su coño, Savir empezó a deslizar su falo por el rostro de la exuberante alumna, sin que esta pudiera hacer nada para impedirlo. Allí, atrapada en su propio cuerpo, sin poder moverse, las sensaciones parecían ser el doble de intensas: el embriagador olor a hombre de Savir, el tacto de su duro miembro contra su piel, el frío en sus pezones, las sorprendéntemente hábiles y coordinadas caricias de las dos esclavas... Un escalofrío recorrió la espalda de Eva cuando se dio cuenta de lo mucho que aquello se parecía... a sus fantasías.

 

Cuando pareció haber tenido suficiente juego, Savir musitó otras palabras, haciendo que Leticia y la secretaria aferrasen a Eva de la nuca. La empujaron hasta que engulló el miembro del amo por completo, hundiendo su nariz entre aquella mata de cabello oscuro. Nunca había sido capaz de devorar a un hombre tan grande pero la parálisis parecía haberle quitado el reflejo de las arcadas, y pronto aquellos veintitantos centímetros estuvieron alojados en su garganta. Allí permaneció unos interminables instantes, mientras las dos chicas de piel oscura deslizaban su lengua por los testículos y los mas recónditos pliegues del hombre que las dominaba a las tres... eso no les impidió, sin embargo, tirar de su inmóvil compañera, moverla como si fuera una muñeca hinchable, un mero agujero con el que rodear aquel oscuro falo.

 

La movían con energía y ritmo, haciendo que Savir le follase la boca mientras ellas estimulaban sus zonas mas sensibles. La estaban... usando, como si fuese poco más que una de esas vaginas enlatadas, y ella no podía hacer nada. La constatación de lo inútil de sus esfuerzos la relajó un poco, ya lo decía aquel refrán inglés ¿no? “Cuando la violación es inevitable, relájate y disfruta”, solo era para no sufrir, se dijo a si misma, luego... luego cuando saliese de aquello iba a denunciarlo, iba a... a luchar... pero algo muy dentro de ella sabía que estaba viviendo una de esas fantasías sobre las que tanto escribía, y ese algo era lo que hizo que su sexo empezase a humedecerse bajo el ataque de aquel par de expertas manos.

 

Eva no fue capaz de ser consciente del tiempo que pasó mamando aquella polla, tragándosela hasta el fondo y haciendo que grandes cuajerones de babas se deslizaran por su barbilla y cayeran sonoramente sobre su expuesto pecho, que pronto empezó a erguirse y adquirir un incitante tono rosado a medida que la excitación se hacía incontenible. Ella no era la única, al parecer, puesto que hacía tiempo que Savir suspiraba y gemía con fuerza. Sin poder contenerse más, la aferró de los cabellos con su fuerte mano y la levantó de un tirón, arrojándola sobre la mesa de caoba con un fuerte empujón. Cayó inerme sobre el mueble, con sus pechos aplastándose contra la fría madera mientras Savir daba nuevas instrucciones.

 

Sin perder en ningún momento su sonrisa de muñeca, Leticia obedeció y trepó a la gran mesa, separando sus piernas. El campo visual de la inmóvil Eva quedó ocupado por la entrepierna y los muslos de su mejor amiga. No era la primera vez que tenía aquella visión pero si era la primera vez que se excitaba tanto al ver aquella vulva, brillante por el sudor y los fluidos, apenas cubierta por una línea de fino vello cobrizo y coronada por aquel clítoris argollado, que se desplegaba ante ella como una flor lista para el placer.

 

La pobre Eva no tenía control sobre su lengua pero aquello no pareció importarle a la hippie, que, sin mirarla siquiera, aferró del pelo a su amiga con ambas manos y empezó a restregarle el rostro contra su sexo. No fue algo sutil, se limitó a frotar su inerme cara contra aquel coño candente y húmedo, impregnando su nariz, sus pómulos, sus labios con el producto de su excitación...

 

A aquel océano de sensaciones pronto se le sumó el frío que atacó sus nalgas cuando, de un tirón, la controlada secretaria le bajó los vaqueros y las bragas hasta las rodillas. Sus muslos brillaban a medida que los fluídos de su coño se desparramaban libremente por ellos. Un suave sonido ahogado se le escapó cuando sintió el tacto de una atrevida lengua en el asterisco que se escondía entre sus grandes nalgas.

La estaban lubricando. Iban a follársela, por detrás. Su coño se contrajo de nuevo con antelación mientras la experta esclava hacía su trabajo, pero Savir no iba a tener mucha paciencia.

 

Pronto la cálida y húmeda lengua fue sustituida por la dureza de Savir. No fue dulce, ni cariñoso. Se abrió paso hacia su interior, forzando y venciendo toda resistencia, llenándola. La brusca embestida la hizo chillar, al menos todo lo que podía chillar en su estado, también la empujó aún mas entre las piernas de su amiga, quien hizo todavía mas fuerte su presa sobre el cabello y empezó a frotar con un ritmo frenético, en busca del orgasmo. La otra esclava no se quedó quieta, moviéndose felinamente se situó entre las piernas de Eva, introduciéndole sus largos y finos dedos en el coño mientras alternaba su lengua entre el clítoris de la indefensa chica y el miembro de su amo.

 

Pero la sensación que le provocaba Savir ahogó todas las demás. El fuego que se extendía por sus entrañas con cada embestida, aquella sensación de estar...llena, las contracciones de su interior pidiendo mas y mas, aquel dulce dolor que se extendía con cada impacto, llegando incluso a impregnar con algo de sangre la enorme herramienta de su nuevo amo... no fue sutil ni atento, la estaba poseyendo, la estaba usando, por detrás, como a un animal, como... como en sus mas oscuras fantasías.

 

Su coño se había convertido en un torrente y aunque era incapaz de mover la boca de sus labios, que chorreaban saliva y flujos de Leticia, empezaron a escapar incoherentes bramidos de placer.

 

El profesor imponía un ritmo difícil de seguir, penetrándola con fuerza, con ritmo, sin piedad, usándola como un agujero, un recipiente, “una muñeca” pensó Eva ¿acaso no era en lo que se había convertido al quedar paralizada? ¿y por qué aquel concepto la excitaba tantísimo?

 

La hija de puta de la secretaria sabía donde tocar y el coño de la rubia se contraía con fuerza alrededor de los tres o cuatro dedos que le había metido. Leticia aullaba como una loca mientras frotaba la cara de su mejor amiga contra su coño como si fuera una toalla, sin importarle lo mas mínimo que apenas pudiese respirar o acabase haciéndole daño, y entre tanto Savir la aferraba de las caderas con aquellas manos de hierro y la hacía suya, poseyéndola como nadie lo había hecho antes, dándole a cada embestida un significado.

 

-Esto es por provocarme siempre con esas tetas tuyas, esto por ser una perra insolente, esto por lo de la conferencia...-

 

Eva se corrió al mismo tiempo que Leticia. La hippie morena le llenó la cara con sus fluidos, impregnando su rostro, su cabello, su boca... ella hizo algo similar con la secretaria, que recibió sus fluidos como si fueran una cascada.

 

Savir aguantó un poco más. Cuando sintió el clímax acercarse salió de Eva y la tiró al suelo, sentándola contra la mesa para poder derramar su semilla sobre su paralizado rostro. La calidez de la espesa corrida deslizándose sobre su rostro era deliciosa, y abundante, chorreón tras chorreón le impregnó el rostro, el cabello, las tetas... cuando hubo acabado, y su respiración recuperó algo de normalidad empezó a restregarle el miembro, aún duro, por el pelo, utilizándola como un trapo con el que limpiarse.

 

Cuando terminó se separó unos pasos de su alumna, contemplando su obra.

 

-Limpiadla- fue todo lo que dijo. Pronto las dos morenas estuvieron agachadas junto a Eva, deslizando sus lenguas sobre su ruborizada piel, devorando hasta el último rastro de la lefa de su señor, sin dejar de sonreír y con aquellos ojos vidriosos que miraban al vacío aun cuando tenían el rostro de la alumna a escasos centímetros.

 

Perdida en la dulce sensación de aquel par de bellezas limpiando el semen que la cubría y provocando húmedos ruiditos, Eva no se dio cuenta de que Savir había desaparecido de su campo visual hasta que escuchó su voz.

 

-Bienvenida a mi colección-

 

El súbito pinchazo de una aguja en el cuello fue su siguiente sensación, y luego, el abrazo del sueño.

 

 

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Cuando Eva abrió los ojos la gran cantidad de luz la deslumbró. Le dolía todo el cuerpo y se sentía entumecida. Al intentar moverse un pico le recorrió todo el cuerpo y la cabeza no paraba de darle pinchazos... No veía bien, tras el shock inicial al abrir los ojos todo pareció apagarse, era como si tuviera puesta unas gafas de sol o un velo gris, pero cuando movió torpemente sus manos para quitárselo se dio cuenta de que no tenía nada puesto. El miedo instintivo a haberse quedado ciega la hizo chillar pero pronto la alegre voz de Leticia la calmó.

 

-Tranquila- dijo sin que pudiera verla -la primera vez las pantallas oculares siempre tardan en adaptarse-

 

¿Pantallas...? Eva no tenía ni idea de a que se refería pero pronto lo averiguó. Una sensación punzante, eléctrica, nació en el interior de su cabeza y de nuevo volvió a quedar deslumbrada. Pronto pudo ver donde estaba, era una habitación totalmente blanca, como la de un hospital, aséptica. Estaba en una camilla, desnuda, solo ahora fue consciente del frío que sentía ¿qué le habían hecho?

 

A su lado estaba Leticia, sonriente. Estaba completamente desnuda a excepción de un excitante conjunto de lencería: dos vertiginosos tacones, dos medias negras de seda con detallados estampados sujetas por un liguero y dos largos guantes de terciopelo que le llegaban hasta la mitad del brazo. Sobre su oscura piel resaltaba el código de barras tatuado justo encima del pubis, algo que Eva nunca había visto.

 

-¿Qué...?- musitó mientras intentaba levantarse con torpeza.

 

-Shhh, quieta- respondió su mejor amiga mientras la obligaba a seguir sobre la camilla. La miró a los ojos y durante unos instantes su rostro se volvió inexpresivo.

 

-Eva-Doll, Activar HUD- dijo con una voz monocorde, desprovista de toda emoción.

 

La reacción que aquellas palabras provocaron en Eva fueron sumamente perturbadoras. La chica... “escuchó” una voz dentro de su cabeza, como cuando pensaba, pero no era la voz de sus pensamientos, era un voz fría, mecánica... “ACTIVANDO HUD”.

 

Al instante otro calambre recorrió su cuerpo, sintió un pinchazo y vio aparecer algo ante sus ojos...

Eran unas letras blancas, como de ordenador, superpuestas a su visión, como si en vez de ojos tuviese... pantallas. Las palabras de Leticia cobraron un ominoso sentido mientras las letras aparecían ante sus ojos ¿o sería mas correcto decir “en” sus ojos?

 

CARGANDO HUD”

 

Cuando la barra de progreso se completó la habitación se iluminó. Era como en una especie de videojuego. El contorno de la camilla, las esquinas, la puerta, incluso de los espejos que había incrustados en las paredes y que no había advertido antes, quedaron resaltados con una luz blanca y suave. Cuando se irguió y vio sus propias piernas estas también tenían su contorno delimitado por una brillante línea verde, al igual que sus manos.

 

Tras unos segundos observándose los dedos demarcados por aquel extraño resplandor, miró a su amiga, confusa y mareada. En cuanto el atractivo cuerpo de su amiga entró en su campo visual quedó enmarcado por la misma luz verdosa. Parecía algo sacado de una película de ciencia ficción. Cada pocos segundos una luz blanquecina barría sus ojos de arriba a abajo, renovando los contornos y ajustándolos a los cambios de perspectiva... al principio era desorientador pero pronto se dio cuenta de que era una ayuda increíble. Si esa tecnología se aplicara a cirujanos, microscopios... pero no era el caso.

 

A los pocos segundos de mirar a Leticia una... ventana, como la de un programa de ordenador “apareció” junto a la cabeza de su amiga, presentándole a Eva una foto de carnet de su amiga, con aquella sonrisa vacía y los ojos vidriosos, además de alguna información, que no entendió del todo:

 

Denominación: Leti-Doll Número de Serie: 0000345 Modelo: Fembot-3”

 

Había otra barra de carga junto al letrero “Accediendo a registros” cuando se completó nuevas imágenes aparecieron en la ventana, imágenes de su amiga... estaba igual de vestida que ahora pero se encontraba cabalgando una polla con desenfreno mientras chillaba todo lo que las otras dos vergas que atendían con su boca le permitían.

 

-Así verás a todas las piezas de la colección- le dijo su amiga, sonriente -si quieres cerrarla solo tienes que pensarlo-

 

Eva frunció el ceño y se concentró en la ventana de información. Desapareció al instante.

 

-¿Qué... qué me ha hecho?-

 

-¡Ahora eres parte de la colección!- dijo como si fuera motivo de jolgorio -una Fembot-5, ¡eres un modelo mas moderno que yo!-

 

La risíta tonta de su amiga, la naturalidad con la que hablaba de... eso hicieron que en el rostro de Eva apareciese una expresión de miedo e incomprensión.

 

-Ven, te lo enseñaré- dijo cogiéndola del brazo y haciéndola levantarse. El súbito movimiento la mareó pero no pudo resistirse a la firme presa de su amiga. Para cuando quiso darse cuenta la había arrastrado frente a un espejo. Al parecer estaban dispuestos para que, jugando con los reflejos, pudiese verse la espalda.

 

-Mira, te han metido un chip en el cerebro- dijo Leti levantándole el cabello con la mano y permitiendo a Eva verse la nuca, surcada por una cicatriz -El chip te controla, como a todas las de la colección, te dará las órdenes, es sencillo, si no las cumples te castiga, si las cumples, te recompensa-

 

El shock de aquella cicatriz, de aquella violación de su cuerpo solo se acrecentó por el tono trivial y alegre de su amiga ¡Le habían lavado el cerebro!, ¡como podía...!

 

Un súbito latigazo de dolor nació en su cabeza y recorrió todo su cuerpo, haciendo que se tambalease.

 

ERROR” la fría voz volvió a resonar en el interior de su cabeza, acompañando a aquel dolor gélido y agudo “FORMAR PARTE DE LA COLECCIÓN ES UN PRIVILEGIO”

 

-Formar parte de la colección es... un privilegio...- repitió Eva, aturdida por el dolor, sin saber muy bien por qué.

 

-Te lo dije- dijo Leti con una risita -no te resistas, es genial, no hay responsabilidades, ni decisiones, es la verdadera libertad-

 

-¡Esto no es libertad!- gritó Eva, desesperada.

 

ERROR”

 

Esta vez el dolor la hizo caer de rodillas. Desesperada, dolorida, y ausente de toda salida, empezó a llorar, provocando que su amiga se arrodillara junto a ella.

 

-Sshhh, tranquila- dijo abrazándola -¡Es genial, ya lo verás!, al principio yo también lloraba pero mirame ahora-

 

Leti-Doll no acabó de entender porque su amable sonrisa hizo sollozar aún mas a su amiga, pero aun así le llevó un dedo a sus carnosos labios.

 

-Shhh, para, para tonta, si el chip detecta mucha resistencia asume el control, como cuando estábamos en el despacho, ¿recuerdas? Es genial, te vuelves como una marioneta ¿sabes? Y se te ponen esos ojos y esa sonrisa tan hot... pero al principio duele así que no querrás eso ¿verdad?-

 

Eva miró a su sonriente compañera y tomó aire, negando con la cabeza.

 

-Vale, pues entonces relájate, ya veras como lo disfrutas tonta-

 

De nuevo volvió a tirar de ella para levantarla. Eva se dejó guiar, abrumada por la situación. Tenía que mantener la calma, seguirles la corriente para evitar que la acabaran matando de dolor, hasta que pudiera... hasta que pudiera... decidió desviar su atención, antes de que el chip volviera a castigarla. En lugar de eso se centró en cosas mas inmediatas.

 

Leticia, moviéndose sobre sus stilettos negros con una gracia que Eva no habría podido sospechar de alguien que siempre iba descalza o en sandalias, la guió, tirando de ella hasta la siguiente habitación. Esta era tan aséptica como la primera. Estaba presidida por un pedestal sobre el que en un principio creyó ver a otra mujer, sin embargo el “aura” blanca que la delimitaba la definía como un objeto.

 

Su amiga prácticamente la arrastró hasta el pedestal, permitiéndole ver con claridad que era lo que había en el.

 

Era... ella. Una réplica de la propia Eva, perfecta en todos los detalles, pensó con asombro la rubia al ver como incluso los lunares de su piel estaban en el sitio correcto. Sin embargo estaba claro que no era algo...vivo, la textura de la piel, aunque engañosa, daba una sensación plastificada, sensación que se acrecentó al tocarla. Así mismo su rostro estaba desprovisto de toda vida. Era un maniquí, una muñeca, en el sentido mas literal del término. Iba ataviada con el mismo uniforme que Leti y estaba unida al pedestal por una barra de metal cromado que se introducía en su coño, del cual chorreaban algún tipo de fluidos a pesar de que estaba claro que era una muñeca...

 

-Es una Fembot-1- dijo Leti con una sonrisa -las mas simples y baratas, las hacen con nosotras como modelos- la morena miró a ambos lados antes de hablar bajando la voz, como si fuese a revelar un travieso secreto -La última vez que el amo me usó me dijo que había mas de tres mil personas follándose réplicas mías ¡¿te imaginas?!- a juzgar por su tono y por como se mordió el labio al decirlo la mera idea la excitaba.

 

Eva se quedo boquiabierta contemplando a su réplica, sin acabar de asumir la idea de que su cuerpo iba a ser comercializado como juguete sexual por todo el mundo.

 

-Esta esta aquí solo para que pudieran hacerte el uniforme a medida, venga, ¡vamos a ponértelo!- la vivaz morena se subió al pedestal y empezó a desvestir a la muñeca.

 

-¿un...uniforme?-

 

Esta vez fue la fría voz de su interior la que respondió.

 

TODAS LAS PIEZAS LLEVAN UNIFORME”

 

-Todas las piezas llevan uniforme- repitió Eva en voz baja e inexpresiva mientras empezaba a ponerse las escasas piezas que Leti iba desabrochando de su réplica y pasándole. No se resistió, cualquier cosa era mejor que ir desnuda. La ropa le sentaba como un guante, era la primera vez que llevaba ropa hecha a medida y la sensación de comodidad le provocó un cierto alivio, aunque cuando se enfundó en los tacones pasó a sacarle casi dos cabezas a su amiga.

 

UNIFORME COMPLETADO”

 

Esta vez la voz no liberó dolor alguno. Un inesperado y profundo orgasmo la hizo cerrar los ojos mientras sus caderas y rodillas temblaban como un flan, liberando gran cantidad de fluidos que se deslizaron hipnóticamente por la oscura superficie de las medias de seda.

 

-Te lo dije- Leticia soltó una risita musical -obedecer es placer-

 

-Obedecer es placer- respondió automáticamente la aturdida Eva. Sumida en los estertores del placer, no se resistió a que su amiga la arrastrase frente a uno de los espejos y le diera la vuelta.

 

-Esto te gustará-

Curiosa, Eva se giró para ver lo que hacía su compañera esclava. Tenía una serie de brillantes botones de metal y una cincha negra. Antes de que pudiera reaccionar, la chica atravesó la piel de la espalda de su amiga a la altura de su vientre, dejando enganchado la pequeña pieza metálica. Eva dio un respingo pero para su sorpresa no sintió dolor ni salió sangre.

 

-No me ha dolido...-

 

-No te puede doler a menos que el amo lo ordene, tonta, además estás hecha de silicona, o de algo parecido...-

 

-¡¿QUÉ?!-

 

-Claro- dijo Leticia como si fuera obvio mientras continuaba enganchándole los tachones -el amo no solo te moldea la mente sino también el cuerpo, es uno de sus mayores inventos, ¿te suenan de algo los nanorobóts?-

 

Eva fue a responder algo, a chillar, tenía ganas de sacudir a su amiga, de hacerla despertar pero recordó las frías descargas de dolor que la habían azotado hacía escasos minutos...

 

-¿Cómo es lo que dice...? ah si, “capaces de construir cualquier cosa desde los átomos hacia arriba”- soltó una de sus risítas -o de cambiarlos y convertirlos en otra cosa, ¿tiene sentido, no?, ¿qué sentido tiene una esclava si envejece? Por eso somos todas sintéticas-

 

La rubia sintió como se mareaba ante la magnitud de las revelaciones que su amiga le soltaba sin parar, sin embargo tuvo poco tiempo para pensar. Tras engancharle todos los tachones Leticia le anudó entre ellos la cinta negra que había cogido, creando sobre la piel el efecto que tendrían las cuerdas de un corsé...

 

COMPLEMENTO INSTALADO”

 

El chip le recompensó el atrevimiento con otro orgasmo, aún mas potente. Las preocupaciones y nervios de Eva parecieron escapársele por entre las piernas. Ella había tenido muchas relaciones, varias parejas, no se preciaba de ser una inexperta en el campo del sexo pero aquellos clímax eran superiores a nada que hubiera vivido antes... era como si todas sus luces se encendieran a la vez.

 

Duró minutos. Cuando acabó la chica estaba casi sin respiración, mirándose en el espejo mientras su sonriente amiga la miraba.

 

-Estas genial- dijo dándole una sonora cachetada en las nalgas.

 

Confusa, aturdida y, sin poder evitarlo, deseosa de experimentar de nuevo aquel placer, Eva se dejó hacer. Leticia revoloteaba a su alrededor parloteando sin cesar y maquillándola como una muñeca. Sin que la rubia se moviese lo mas mínimo, le pintó los labios de un rojo carmín que contrastaba fuertemente con lo pálido de su piel. La profunda sombra de ojos acentuó el color miel de sus ojos y le dio un aspecto felino... salvaje. A cada paso de maquillaje que completaba era recompensada con un orgasmo que le quitaba cada vez mas gansa de resistirse. Para cuando le colocó un collar de cuero al cuello con su nombre serigrafiado en una plaquita metálica, Eva había quedado reducida a una muñeca caliente, incapaz de pensar en nada que no fuese obtener más de aquel placer divino.

 

-Ya estas casi lista- dijo Leticia a su excitada amiga, que parecía hipnotizada por su propio reflejo, con una sonrisa perversa en el rostro -Eva-Doll, iniciar test de coloración cutánea- su voz volvió a sonar monocorde y ausente de toda emoción, como cada vez que hablaba no a Eva sino a la máquina que ahora regía su vida.

 

Al instante una sensación electrizante recorrió su cuerpo. Para su sorpresa y excitación, Eva vio como su piel era recorrida por un brillante haz de luz y...cambiaba de color. Su habitual palidez pasó a convertirse en un suave tostado primero y en un envidiable moreno después. Uno a uno, el chip fue probando todas las tonalidades grabadas en su memoria, diseñadas para poder satisfacer a cualquier cliente. Desde una palidez extrema al color propio de una mujer africana, Eva se vio a si misma cambiar a gran velocidad, tan solo para vivir luego un proceso similar pero esta vez con colores de fantasía, azules, verdes, rojos... incluso tonalidades metálicas o marmóreas que las hacían parecer robots o estatuas. Cualquier fetiche podía ser satisfecho por las piezas de la colección.

 

Leticia se mordió el labio al verla cambiar.

 

-Instalar plantilla cutánea 00023A- dijo, y al instante la piel de Eva se tornó de una exquisita palidez surcada por innumerables pecas rojizas. Incluso sus pezones, antaño de un marron fuerte se habían convertido en un rosa que pedía a gritos ser mordido.

 

-Iniciar test de coloración de cabello y ocular- ordenó Leti, provocando un proceso similar pero esta vez lo que cambiaba de color eran su cabello y sus ojos... también en esto Leticia impuso sus gustos. Para cuando hubo acabado, el cabello de su amiga era de un rojo oscuro muy atrayente y parecía mas una turista de los países del norte antes que alguien de aquel país mediterráneo. Su palidez aun mas marcada acentuaba mucho mas la sombra de ojos y la intensa mirada de sus ojos dorados... ahora parecía una mirada de cazadora.

 

Satisfecha con su trabajo, la morena atrajo el rostro de su amiga hacia ella. Ambas se fundieron en un cálido beso lésbico, que resonó por toda la habitación.

 

-Vamos- le susurró Leti al oído -el amo tiene que verte-