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Un día de trabajo

en Voyerismo

Me encontraba en un pueblo de la zona centro, esperando a un cliente con el que había quedado y me acababa de llamar para decirme que en lugar de vernos a las 12 de la mañana, que tendría que ser a las 6 de la tarde porque le había surgido una urgencia.

Era un martes de mediado del mes de Julio. Otro día, o con otro cliente, me habría ido y habría quedado para otra fecha. Pero ese día no tenía nada más que hacer y me corría prisa ver a esa persona. Estaba a 60 km de Madrid, podría volver por la tarde, pero entre unas cosas y otras, y como tenía el portátil y un USB con conexión a internet, decidí buscar un sitio para trabajar, comprar algo para comer en algún bar e ir a algún merendero, encontrar una sombra y esperar allí. Estaba a cinco kilómetros del Pantano de San Juan seguro que habría algún sitio agradable. Llegué sobre la 12:30 a un merendero, con sus banquitos de madera. Busqué una sombra, saqué el portátil y me dispuse a leer el correo electrónico. A los 15 minutos, me di cuenta de que no era tan buena idea. La sombra y mi vestimenta (pantalón largo y un polo), no eran muy apropiadas y el calor apretaba. Me acordé de que en el maletero del coche llevaba la mochila-raquetero con la pala de pádel. Qué bueno hubiese sido tener un bañador. Miré en la mochila por si había algún pantalón corto, pero no... sólo había una toalla. Se me ocurrió una idea. Miré en internet por si acaso había alguna zona nudista en el pantano. Me sonaba haberlo visto alguna vez. Busqué y busqué y por fin encontré en una página naturista unas indicaciones. Y encima no me pillaba lejos. Me metí en el coche y seguí las indicaciones. No tardé ni 20 minutos en encontrar el sitio. Dejé el coche junto a unos contenedores que indicaba la página web que había consultado y me dirigí por el camino que me decía. Era una veredita en bajada. En pocos minutos llegué a la orilla del pantano. Era una especie de calita de unos 10 metros de larga. Había alguna cala más cerca de esta, pero en la que me puse yo era la que mejor acceso tenía al agua, y mi intención era bañarme. No había nadie, así que no pude comprobar si era zona nudista o no, pero bueno como era entre semana, si a esa hora no había nadie, no creo que fuese a ir mucha más gente ya. Me coloqué más o menos en medio. Saqué de la mochila la toalla de una marca de whisky, la extendí y me comencé a desnudar. Me fui directo al agua, me pegué un chapuzón rápido y me quedé de pie para secarme. En ese momento apareció una pareja por el camino. Obviamente me vieron inmediatamente, estaban a poco más de 4 metros de mí. El chico miró a ver donde se ponían pero la chica vi, aunque llevaba gafas de sol, que no apartaba la vista de mi polla. Nos dirigimos un “hola”. Se pusieron a mi derecha, en uno de los extremos, pero claro, estaban muy cerca, porque tampoco había mucho sitio y yo me había plantado en el centro. El chico iba con un bañador azul de esos de pata y una camiseta y la chica iba con una minifalda vaquera y una camiseta amarilla muy fina, que delataba por el movimiento de sus pechos que no llevaba nada debajo. Me tuve que sentar en la toalla porque se me empezó a poner la polla dura. Me puse mis gafas de sol, cogí unos papeles como para leerlos, pero lo que hacía es observar a mis nuevos compañeros de “playa fluvial”. Iban preparados para pasar el día, llevaban sombrilla y una neverita. Colocaron la sombrilla, pusieron la nevera debajo y extendieron sus toallas. El chico se desnudó rápidamente. Era moreno, mediría 1,80. Con buen cuerpo, se ve que se cuidaba. Su pene era como el mío o algo más largo. Tendría unos 40 años o treinta y muchos. Esta moreno sin marcas, con lo que supuse que hacía nudismo de vez en cuando. La chica era alta también, alrededor del metro setenta y cinco. De pelo castaño. Buen cuerpo. Se dio la vuelta y me miró, y después se despojó de la minifalda, dejando al descubierto un bikini amarillo de esos que se atan a los lados. Yo estaba expectante, porque a través de la fina camiseta amarilla se podía ver perfectamente los pezones. Se la marcaban, con lo que no llevaba nada arriba, por un momento rebuscó en la mochila y pensé que iba a coger el top del bikini, pero no. Colocó sus manos a los lados de la camisa y de frente a mí se quitó la camiseta dejando a la vista dos pechos naturales, de una talla 90 o 95 copa C. Bien puestos, con caída natural. Dos pezones grandes y oscuros. Se levantaron los dos y se dirigieron al agua. La chica tenía un cuerpazo. A parte de sus preciosas tetas que se movían mientras caminaba, tenía una cintura estrecha y unas caderas preciosas, y cuando se dio la vuelta pude ver que la braguita del bikini era un tanga que por detrás era un pequeñísimo triangulo. Su culo era precioso, redondo, sin celulitis. Sus piernas se las veía bien torneadas. Tendría treinta y pocos años. Me quedé observando ese culazo. Tenía marcas de haber tomado el sol con bikini y lo tenía algo blanco. Las tetas sin embargo las tenía más morenas, sin marcas. Así que supongo que hacía siempre topless, y usaba braguita debajo y alguna vez tanga. El baño fue rápido y salieron deprisa, hicieron lo mismo que yo, se secaron de pie. Yo me había recostado boca arriba, mi pene que se había quedado algo morcillón y estaba haciendo con que leía unos documentos. Supongo que la chica pensó que no la veía y mientras hablaba con su chico, no quitaba ojo de mi rabo. Y yo tampoco de sus tetas.

Una vez se secaron se tumbaron en sus toallas. Se comenzaron a dar crema. Me quedé pensativo… no me había percatado que yo ni me había dado ni me había traído. De eso siempre se encarga Natalia, pero esta vez no estaba. Me di cuenta que me iba a quemar. Mientras yo pensaba esto, no me percaté que había dejado mi posición de disimulo como que estaba leyendo, y ahora estaba mirando directamente a la chica. Cuando volví en si, ella me estaba mirando mientras se extendía crema en sus tetas. Se las sobó a conciencia mientras nos mirábamos. Mi pene empezó a crecer y me tuve que poner boca abajo, mientras pude observar un esbozo de sonrisa en la cara de ella, como de haber conseguido su objetivo.

Pasado un rato decidí bañarme para refrescarme antes de comer. Me levanté de la toalla y justo mis compañeros de playa habían decidido lo mismo. Como la zona de acceso era aún más reducida, nos unimos en la orilla. Nos pusimos a hablar de lo normal, que qué calor, lo buena que estaba el agua. Nos presentamos, él se llamaba José Luis y su novia Sara. Me dio la mano, con dos besos a Sara, que me plantó sus tetas en mi pecho, así que mi polla intentó recobrar vida y tuve que hacer esfuerzos…

Me dijeron que eran de Madrid y que se habían acercado a pasar el día. Yo les comenté que estaba aquí por casualidad, por un plantón que me había dado un cliente y con el calor que hacía lo único que se me había ocurrido era esto. Y como no tenía bañador, sólo una toalla, que había encontrado en internet que se podía hacer nudismo y que como lo hacía con mi chica en cuanto teníamos ocasión, pues que me había plantado con la toalla y un bocadillo ahí. Sin crema, ni bañador, ni nevera, ni sombrilla… José Luis muy amablemente me invitó a comer con ellos y que me dejaban crema solar que me iba a quemar. Así que nos dimos un baño, juntos. Yo no perdí detalle de Sara. Estaba buenísima. Tenía un cuerpazo y lo sabía. No ocultaba en ningún momento sus tetas, incluso se movía bruscamente para que se moviesen sus amigas.

Coloqué mis cosas junto a las suyas y nos dispusimos a comer tal como estábamos. Me dieron una cerveza, comí de su tortilla y sus aperitivos mientras charlábamos. No quitaba ojo a las tetas de Sara y yo veía como ella miraba mi aparato de vez en cuando. Como les había contado lo de que hacía nudismo en cuanto podíamos… resulta que coincidíamos en muchas cosas. Nuestras chicas hacían topless siempre en la piscina y playa. Y si íbamos a la playa hacíamos nudismo. Por ejemplo mi chica usa tanga algunas veces en la playa, mientras que Sara dice que también lo usa en la piscina pública en Madrid y siempre en la playa. Y por el contrario, mi chica (Natalia) hace topless con amigos delante, mientras que Sara dice que no. Que nunca lo ha hecho delante de amigos. Eso oído de su boca mientras estaba en tetas me excitaba más. José Luis me contó que no entendía a veces a Sara, que por ejemplo no la importa ponerse en tanga en Madrid y luego viene a un pantano a 60 km de casa y la primera vez no se puso ni en topless, por si la iba a conocer a alguien, y que luego hasta la tercera vez no se desnudó completamente. Y prosiguió, y hoy no se ha quitado lo de abajo porque estabas tú (refiriéndose a mi) y la parte de arriba del bikini no se la ha puesto, porque no se lo ha traído. Ella le miró como matándole por contar eso, y mirándome me dijo que eran manías, que no sabía porqué pero…

Yo para romper el hielo la dije que a las 5 o así me iría y podría quitárselo todo. Que además ese cuerpo había que lucirlo. Ella me miró, se sonrojó y dijo que ya vería.

Una vez terminamos de comer, recogimos todo. José Luis dijo que se iba a echar un poco la siesta en la sombrilla, y yo dije que me iba a bañar y luego tomar el sol si me dejaban algo de crema. Sara me dijo que por supuesto y que se venía a bañar conmigo. Ella se metió primero, dejándome ver su precioso culo y ese tanga perdiéndose entre sus nalgas ya que yo iba detrás. No sé el qué, ni como lo hizo pero se resbaló dio un paso para atrás y apoyó su culo casi desnudo en mi polla morcillona, y al intentar sujetarla mi mano izquierda agarró su hombro izquierdo pero mi mano derecha se plantó en su pecho derecho… Nos miramos según estábamos, y el primero que pidió perdón haciendo indicaciones de mi mano en su teta fui yo, pero ella enseguida me dijo que la perdonase yo a ella que era la que se había resbalado y casi me tira. Mi pene empezó a cobrar vida, y ella lo vio riéndose, así que me metí de golpe en el agua.

Una vez dentro del agua, nos metimos hasta la cintura, y estuvimos hablando, porque ella me preguntó si a mi chica no le daba vergüenza que la viesen los amigos en tetas. Así que yo la dije que no, que la daba igual y que yo incluso había hecho nudismo con alguna amiga de mi chica o alguna pareja de amigos, y que al final da igual… nos salimos y nos dirigimos a las toallas.

José Luis seguía dormido, o eso parecía, porque tenía puestas las gafas de sol y no le veía los ojos. Y su polla estaba algo morcillona, con lo que no sé si es que se hacía el dormido o es que estaba soñando con algo caliente.

Nos tumbamos uno al lado del otro. Sara cogió el bote de crema y empezó a darse por las piernas, la tripa y otra vez sobándose las tetas. Así que yo me di crema como pude y me puse boca abajo para ocultar otra vez la erección. Sara me miró y me dijo que me había dado muy mal la crema por la espalda y se ofreció a dármela ella. Así que se incorporó a mi lado, y por el rabillo del ojo veía esas tetazas bambolearse mientras repartía crema en mi ancha espalda de nadador. Me dio bien en los hombros y luego fue bajando casi hasta el culo, y una vez que llegó me dijo que se me iba a quemar también, y le dije que ahora me daba. Pero ella contestó que si quería ella me daba también en el culo… me quedé un poco perplejo y antes de decir nada, ya estaba ella con sus manos en mi culo dándome crema. Obviamente, la situación era excitante, José Luis parecía que seguía dormido y su novia me estaba sobando el culo a un metro de distancia de él. Así que mi polla estaba a punto de reventar y aunque estuvo un buen rato, se me pasó volando. Una vez terminó ella volvió a tumbarse en la toalla, y se puso también boca abajo.

Yo cortésmente me ofrecí a darla crema, creyendo que iba a rechazar la oferta, además tenía el pene en su máxima expresión e iba a dar el show si me incorporaba. Pero ella dijo que si no me importaba… así que no sabía cómo hacerlo. Le dije que ahora mismo. Esperé a ver como se colocaba, y tuve suerte y puso su cabeza apoyada mirando en dirección contraria, con lo que me levanté, me puse de rodillas a su lado, y comencé a repartir la crema en su espalda hasta llegar al tanga. Me recreé un poco por los costados, notando los laterales de sus tetas. Y en esto que giró su cabeza y la puso mirando a mí, con lo que su cara miraba directamente a mi pene empalmado y a escasos 30 centímetros. Me puse nervioso, pero era mejor actuar con normalidad. Y como había terminado, retiré mis manos, cerré el bote de crema, pero Sara me indicó si no me importaba que la diese crema también en el culo.

No dude la oferta, así que como pude eché crema en el culo, y con una mano levantaba las tiras del tanga y con la otra repasaba ese culazo. En una de estas veces que levante una de las tiras, se desató el nudo. Intenté atarlo, pero no lo conseguía. Y Sara me dijo que no me preocupase, y que si no me importaba desatar el otro nudo y quitarla el tanga. Yo ya estaba a punto de correrme y ella mirándome el rabo. Así que, hice lo que me pidió, desaté el otro nudo, ella levantó un poco la cadera y yo tiré del tanga, dejando ver ese precioso culo y, por supuesto su coño. La muy zorrilla tenía las piernas algo abiertas y se apreciaba su vagina. Volví a darle crema, y al separarse los cachetes la podía ver su ano y su coño perfectamente. Luego seguí por las piernas y después me tumbé boca abajo en mi toalla. Ella me estaba mirando y me dio las gracias por el masaje. Yo la dije que de nada, que el placer había sido mío, y ella con cara de pilla y guiñándome un ojo, me dijo que ya había visto que me había gustado darle crema por como estaba mi entrepierna.

Cerré un poco los ojos para ver si me relajaba y se me bajaba el empalme, eso si, de perdidos al río, me puse boca arriba para lucir bien la polla. Me tuve que quedar transpuesto unos minutos. Cuando desperté Sara se había puesto boca arriba y estaba girada hacia mí, para ponerse de frente al sol. Con las piernas ligeramente abiertas, mostrándome su sexo completamente expuesto y cubierto únicamente por una pequeña tirita de pelo pelirrojo.

Me estaba mirando descaradamente, y al ver que abría los ojos me preguntó si me apetecía un baño. Yo sin quitar los ojos de su chochito, le dije que sí. Miré a donde estaba José Luis y seguía igual, con las gafas puestas.

Al meternos en el agua, me pidió que fuese primero para apoyarse luego ella y no caerse en la piedra, como casi lo hizo la vez anterior. Así lo hice, pero según estaba descendiendo de esa piedra resbaladiza, Sara me empujó. Me resistí un poco y conseguí darme un poco la vuelta y agarrarla por los brazos, pero caímos los dos para atrás. Sus pechos terminaron en mi cara y ella al intentar incorporarse una vez en el agua fue a poner unas de sus manos en mi pene. Eso ya dio pie a jugueteos en el agua, aguadillas o ahogadillas como dicen en otros sitios, subirla a hombros, cogerla en brazos y hacer que de la voltereta… obviamente todo eso iba acompañado de tocamientos de culo, de tener sus tetas casi en mi boca su pubis a 30 cm de mi cara, de rozar con ella mi, otra vez erecta polla, contra su culo y su pubis y algún que otro tocamiento suyo en el paquete… Cuando estábamos inmersos en estos juegos, de repente escuchamos la voz de José Luis que decía “ten cuidado no me la ahogues”… y se empezó a reír…

Parece ser que ya se había despertado y llevaba mirándonos un buen rato. Nosotros fuimos a salir, pero yo con mi erección decidí esperarme. Sara si que salió y se fue hacia las toallas. Llegó donde estaba José Luis, y se tumbó sobre él, cogió el bote de crema y se puso a dársela. Al rato cuando ya pude salir me acerqué a las toallas. Sara estaba dándole crema pero estaba muy centrada en su pene y en sus huevos. No era una masturbación en toda regla pero José Luis estaba empalmadísimo. Un rabo de unos 18 centímetros estaba totalmente tieso entre las manos de Sara, que con una mano subía y bajaba velozmente, mientras con la otra le masajeaba los huevos. Yo llegué y me tumbé en mi toalla, con total normalidad, boca arriba, mirándoles. Pero Sara siguió a lo suyo como si nada, mientras José Luis me miraba y se reía. Cuando ya llevaba un rato, Sara me miró y me dijo que si yo también quería crema, con lo que asentí con los hombros y ella se levantó, dejando con la polla totalmente tiesa a su pareja, al que no parecía importarle lo que pasaba. Mi masajista, se sentó sobre mis piernas, dejándome ver su coñito y una vista frontal de sus tetas. Tomó el bote y empezó a extenderla por mis hombros, mi pecho y luego mi tripa. Tocando mi polla que estaba empalmada y reposaba sobre mi ombligo. Cuando terminó esto, retrasó su posición sobre mis rodillas, pudiendo sentir en algún momento la humedad de su sexo sobre mis piernas. Una vez colocada, cogió más crema y sin cortarse un pelo la repartió sobre mi polla y mis huevos. Masajeó bien mis testículos y hacía pasadas sobre mi cipote. Pero al final se centró en mi polla. Echó bien de crema, así que su mano subía y bajaba sin esfuerzo. Sus tetas botaban con el vaivén de sus brazos. Mientras me extendía la crema, me miraba fijamente a los ojos y después se iba a buscar con la mirada a su novio, que no perdía detalle de lo que me estaba haciendo su chica. Sara continuó con mis piernas, pero volvía otra vez a mi polla. Llegó un momento en que avisé a Sara que parase o me iba a correr. Pero en lugar de parar, cogió mi polla justo a la altura del glande y aumentó el ritmo haciendo que sus tetas botasen ante mi atenta mirada. Avisé que la corrida era inminente y toda la leche fue a parar sobre mi pecho y sus manos, que seguían con su movimiento de sube y baja hasta que empezó a perder erección y se relajó.

Sara se incorporó y se tumbó en su toalla, después me miró y señalando el bote me indicaba que ahora la tocaba a ella ser embadurnada de crema, menuda putilla. Yo miré a José Luis, pero me dijo que ella me lo había dicho a mí, no a él. Así que me levanté y me dirigí hacia ella. Me coloqué a un lado suyo, dejando ver a José Luis, y comencé ponerla crema sobre la tripa, después por los hombros, bordeando sus peras. Fue ella la que cogiéndome las manos, me las colocó sobre sus tetas indicándome que me diese por todas partes a ver si se iba a quemar. Me centré en sus pechos. Duros, naturales. Con esos pezones marrones, grandes, empitonados. Eché más y los masajeé a conciencia, haciendo que mi polla empezase a cobrar vida rozando a Sara. Seguí sobándola las tetas, y ella parece que disfrutaba porque cerraba los ojos y hacia muecas de placer, cuando ya llevaba un rato decidí bajar a sus muslos, bordeando su sexo. Ella reaccionó doblando y abriendo un poco las piernas, ofreciéndome su entrepierna. Yo en cada pasaba me acercaba más a su sexo, mientras ella me rozaba la polla con su mano. Llegó un momento en que mi mano estaba completamente sobre su pubis. Poco a poco fui bajando hacía su vagina y ella abrió más aún las piernas. Eso ya me daba vía libre para tocar su clítoris e ir metiendo un poco los dedos en su coño. Seguí tocando su sexo y recorriendo concienzudamente con mis manos su pubis. Ella disfrutaba y seguía con las piernas abiertas, metía algún dedo de vez en cuando. En un momento dado gimió más fuerte indicando que estaba disfrutando de un pequeño orgasmo…

Pero miré la hora y ya iba tarde, eran casi las 5. Así que decidí despedirme de mis compañeros de playa y marcharme. Cuando acababa de salir de la “playa”, recibí la llamada de mi cliente anulando la visita. Con lo que decidí volver con José Luis y Sara. Al acercarme, pude oír gemidos. Me escondí tras uno matorrales y pode ver a Sara tumbada, siendo follada por detrás por su novio. Estaba relativamente cerca y podía ver como entraba y salía su polla del coño de la chica. José Luis la estaba diciendo que era una zorra, que le había puesto muy caliente viendo como me sobaba. Que menuda puta estaba hecha. Así me saqué la polla y me empecé a hacer una paja. La primera en correrse fue Sara que no paraba de pedir a José Luis que la follase más y más fuerte, José Luis siguió empujando hasta que sacó la polla del coño de su chica y se corrió sobre su culo. Yo seguía con mi paja, y ellos se levantaron y se fueron al agua. Supongo que para limpiarse un poco y yo continué mirando el manchado culo de Sara hasta que descargué la leche que me quedaba.

Aprovechando que estaban bañándose, salí de mi escondite y me marché, dando gracias a que mi cliente hubiese anulado la visita.