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Desenlace de La primera vez.... Capitulo 2

en Trios

Salí en su busca, le vi donde habíamos quedado, estaba de pie leyendo un periódico, le miré unos segundos intentando esconderme entre la gente, hice un esfuerzo y eliminé de mi cara cualquier signo de preocupación, aceleré los pasos y me fundí con él en un fuerte abrazo buscando su boca con la mía, oí su voz “Hola cariño”, se me rompió el alma y las lágrimas se me saltaron. Me miró a los ojos extrañado pues ambos estábamos acostumbrados a ausencias por viajes de trabajo, yo intenté disimular y forcé una sonrisa mientras le decía:  “no pasa nada, te he encontrado a faltar y se me ha hecho muy largo”. Comenzamos a caminar arrastrando la maleta para ir a buscar el tren, Alberto comentó que quería llegar pronto a casa pues el viaje había durado casi treinta horas.

Ya en nuestra ciudad un taxi nos dejó a la puerta de nuestra empresa pues debíamos recoger mi coche. Camino a casa sonó mi teléfono, como yo conducía contestó Alberto poniendo el  manos libres:

-Si, dígame

-Hola, soy Arkia, ¿Qué tal, Alberto?, ¿Qué tal el viaje?, Esta mañana me ha llamado Anibal y me ha dicho que todo ha ido muy bien, y tú ¿Cómo estás?, debes estar cansado.

-Si, estamos llegando a casa y tengo ganas de ir a dormir pues estoy reventado y tú ¿Qué tal por Madrid?. Ya debes estar a punto de acabar. ¿por qué no vienes mañana y hablamos?, solamente tienes una hora de viaje si coges el ave…

-Me haría ilusión, si Marta está de acuerdo voy allí, luego envío un wastsApp y confirmo la hora.

-Te esperamos, cuando sepas la hora de llegada nos lo dices,y venimos a buscarte a la estación, besos de Marta y míos.

-Igualmente, hasta mañana.

Escuché la conversación en silencio y cuando terminaron de hablar le dije a Alberto que yo había pensado dedicar todo el día a nosotros, contestó que teníamos mucho tiempo, ya en casa comimos un bocadillo y Alberto me dijo  que dormiría un rato pues estaba muy cansado por el largo viaje. Me senté ante  la televisión a mirar una película. Pasaban minutos de las cinco de la tarde. A las diez subí a la habitación, en la mesita de  noche había un tubo de pastillas para dormir, Alberto estaba sumido en un profundo sueño. Decidí volver a mirar la televisión hasta que me quedé dormida en el sofá.   Me despertó el teléfono, lo cogí y antes de contestar vi que eran las ocho de la mañana pasadas,  mis suegros que venían a casa a vernos pues marchaban por un viaje del Inserso aquella misma mañana y hacía días que no nos habían visto. Subí a avisar a Alberto, todavía dormía, le besé, me abrazó e intentó  desvestirme pero tuve tiempo de darle la noticia y al unísono nos dijimos que eran muy inoportunos. En mi teléfono Arkia me hacía saber que llegaba a las 12,45 en un tren ave.  

Llovía a cantaros, Alberto se quedó en el coche y yo entré en la estación, después de esperar unos minutos vi aparecer a Arkia, vestía unos tejanos tan apretados que exageraban aún más su extrema delgadez, una cazadora de piel color salmón y unas botas que le llegaban hasta las rodillas. Los hombres que se cruzaban con ella giraban la cabeza y pensé que debía ser más por el exotismo que por la belleza. El pelo lo llevaba recogido en una trenza que dejaba caer sobre su pecho. Nos besamos, preguntó por Alberto y corrimos hacia el coche. Ella se sentó delante, besó a Alberto que propuso dar una vuelta por la ciudad en coche e ir a comer a un restaurante ya que había pedido mesa durante la espera.

La comida transcurrió entre comentarios referidos al viaje de Alberto y futuros negocios que habían conseguido atar tanto Aníbal como él mismo.  Después del café como el mal tiempo continuaba y Arkia no cogía el tren hasta las siete de la tarde yo propuse ir a nuestra casa para que la conociera.

Ya  en nuestro domicilio nos sentamos cómodamente Arkia en una butaca y Alberto y yo compartíamos un sofá,  reiniciamos la conversación del restaurante. Alberto dijo estar agradecido a Aníbal porque le había presentado futuros clientes y en muchos momentos le había hecho de traductor. Cada vez que se nombraba a Aníbal, Arkia añadía que tenía muchas ganas de verle y que ya podía haber venido hasta Madrid acompañando a Alberto que contestó que había sido imposible pues debía viajar urgentemente a Uruguay. Propuse tomar algo y Arkia dijo que le gustaría probar vino de la comarca, mi marido fue a buscar una botella a la bodega.  Cuando nos quedamos solas Arkia me preguntó si ya había contado a Alberto lo ocurrido la noche del viernes a lo que contesté que no. Ella sonrió y dijo que había hecho bien ya que solamente había sido un buen rato que habíamos pasado las dos que no tenían por qué saberlo nuestras respectivas  parejas.

Alberto llenaba las copas cuando Arkia recordó lo ocurrido durante el viaje a Lyon y dijo que si Anibal estuviera presente lo repetiríamos pues más de una vez le había dicho que había sido una experiencia muy agradable. Me quedé blanca y la sangre dejó de correr por mis venas, Alberto sin cortarse lo más mínimo dijo que pensaba lo mismo y en ese momento me besó en la boca poniendo una de sus manos entre mis muslos. Yo estaba ofuscada y el enfado era tal que intenté desembarazarme del acoso de mi marido, busqué con la mirada a Arkia que reía con una fuerte carcajada mientras decía que si no nos habíamos hartado la noche pasada. Alberto contestó que había dormido toda la noche por el cansancio y por la mañana sus padres le habían fastidiado el plan, yo me esforzaba en calmar a Alberto que comenzaba a estar muy excitado, sus dedos hurgaban mis bragas y su boca apretaba cada vez más la mía. Pensando que Alberto optaría por parar me rendí y dejé de luchar.

No fue como yo había pensado y los dedos de mi marido ya habían alcanzado el interior de mi vagina moviéndose nerviosamente dentro de ella, sus dientes mordían mis labios notando que otros mordisqueaban mis pezones por encima de la ropa. Hice un último esfuerzo por parar la escena pero pronto comprendí que había llegado demasiado lejos, cuatro manos me magreaban y el placer que me daban iba in crescendo. Poco a poco me iban desprendiendo de la ropa que me cubría, ahora era la boca de Arkia que estaba unida a la mía y su lengua jugaba entre mis dientes, Alberto me besaba el cuello y sus dedos ya se habían adueñado de mi vagina que comenzaba a estar húmeda, no pude evitarlo y totalmente entregada acepté la propuesta de mi marido para subir los tres a nuestro dormitorio, yo estaba tan caliente que tomé la iniciativa en tomar el camino de la planta superior.

Cuando llegamos a la cama ya estaba totalmente desnuda, Alberto y Arkia lo hicieron apresuradamente, me tumbé boca arriba con las piernas colgando por uno de los lados, las abrí  tanto como pude y me ofrecí a cualquier de los dos amantes. Fue Alberto quien clavó su lengua en mi pubis y tuve la sensación de que había iniciado un viaje en busca de placer. Mis ojos estaban fijos en un punto del techo que desapareció cuando uno de los muslos negros de Arkia pasó durante un segundo por encima de ellos, el coño de Arkia completamente cerrado rozaba mi boca y con mi lengua lo fui abriendo poco a poco. Sujeté sus muslos, levantaba levemente mi cabeza para penetrarla mejor, se mezclaban flujos y saliva y reconocí el olor que había disfrutado la noche del viernes. Sentía la lengua de Alberto paseándose en mi interior y como hacía cada vez más grande la cavidad de mi vagina hasta que encontró el clítoris que succionaba suavemente, esto me ayudó a encontrar más rápidamente el clítoris de Arkia al que dediqué el mismo trato que recibía el mío. Llegó el primer orgasmo de las dos mujeres casi al mismo tiempo y dejamos de jadear para buscar juntas dar placer al amante que compartíamos.

Me tendí totalmente sobre la cama, abrí las piernas cuanto pude y con la mirada invité a Arkía a comerme el coño mientras Alberto ocupaba ahora la posición anterior de ella. Arkia jugaba con sus dedos dentro de mi vagina y Alberto me había penetrado la boca con su pene erecto y se movía con cuidado para no golpear mi cara, yo disfrutaba sabiendo que estaba dando placer al hombre que amaba y con las manos le pellizcaba los pezones con cierto sentimiento de rabia por tenerlo que compartir, el me miraba a los ojos fijamente en acto de agradecimiento. Arkia ya había metido la lengua y la paseaba por toda la cavidad con una lentitud pasmosa, nuevamente volví a pensar que era una experta en estas artes. Alberto mantenía un ritmo monótono y mi lengua se entretenía en su glande cuando este llegaba a los labios en el momento que salía de la boca solo para volver a entrar. Me notaba el clítoris duro y cada golpe de la lengua de Arkia me producía un placer indescriptible que se hizo seguido cuando la lengua lo presionó de manera continuada. El orgasmo llegó y con él una secreción de jugos que expulsé con gran fuerza.

Alberto sin duda notó lo que acababa de pasar y decidió dejarse ir, dejó de moverse, cerró los ojos y  chorros de semen llenaron mi boca mientras me esforzaba en tragarlos para no dejar que ninguno se escapara. Los tres nos dejamos caer sobre la cama y nuestra respiración rompía el silenció que reinaba en la habitación. Recobramos fuerzas y fue Alberto el primero en tomar la iniciativa, con cierto esfuerzo levantó el cuerpo de Arkia y lo colocó a cuatro patas situándose detrás de ella, sin contemplaciones la penetró por el coño y ella gritó quejándose de la falta de delicadeza de mi marido, el mete y saca dio comienzo a ratos lentamente y otros con violencia. Yo miraba la escena y pellizcaba los pezones de Arkia al mismo ritmo que las embestidas, cuando eran suaves yo pellizcaba suavemente y cuando eran violentas pellizcaba sin ningún miramiento. Deseaba hacer pagar a Arkia tener que compartir mi marido con ella pero también un sentimiento extraño  me hacía sentir el deseo de complacerla como hacía ella conmigo. Acariciaba su piel oscura y suave con las palmas de mi manos y me producía placer, miraba los ojos de Alberto que expresaban que estaba próximo a alcanzar el punto máximo del éxtasis, fue en este momento cuando me abalancé sobre él, le cogí la polla con mi mano dirigiéndola hacía mi cara que recibió el impacto de chorros de semen. Arkia  besó mi boca,  después la frente y  mejillas como si deseara sentir el sabor del fruto de la pasión que había provocado que Alberto nos regalara.

Las dos mujeres estábamos abrazadas con los cuerpos totalmente pegados y las bocas unidas en un interminable beso, las miradas fijas la una en la otra concediéndonos un descanso. Alberto agotado yacía a nuestro lado suspirando con una respiración fuerte y entrecortada. Pasamos los tres así algunos minutos hasta que Arkia se movió para colocarse estirada boca abajo encima del colchón, abrió las piernas y me cogió la cara hasta situarla sobre su nuca, entendí su deseo de que la besara y así lo hice. Lentamente recorrí su espalda con la lengua hasta llegar a las nalgas, el color negro hacía que brillaran por el sudor, del valle que formaban las nalgas al juntarse se distinguía claramente un pozo  color rosado del que manaban jugos blanquecinos y un poco más arriba un punto más negro que estaba casi cerrado. Humedecí mis dedos en la zona rosada y los llevé al punto  oscuro acariciándolo lo más suavemente posible, poco a poco el pozo se iba abriendo e invitaba a que lo penetrara con la lengua tal como hice, jugué en su interior moviéndola nerviosamente dejando ir saliva para lubricarlo. Arkia se movía evitando que mi lengua saliera de su cuerpo, las dos estábamos sintiendo placer que nos regalábamos sin miramientos, pensé en Alberto y que él también tenía derecho a participar en el juego, me incorporé, cogí a mi marido de la mano e hice que me sustituyera encima de Arkia que ya mostraba los orificios completamente dilatados.

La polla de Alberto estaba flácida, me la llevé a la boca y no tardo en alcanzar su máximo esplendor, la cogí con las manos y la lleve hasta el ano de Arkia, mi marido la penetró reflejando en su cara un gesto de esfuerzo que provocó quejas de Arkia que gritó de dolor seguido de jadeos y suspiros. Yo miraba la escena y disfrutaba con todo lo que estaba pasando, con una mano acariciaba la cabeza de Alberto y con la otra sujetaba fuertemente la trenza de pelo de Arkía estirándola hacía atrás mientras ella seguía con jadeos pidiendo cada vez más. Ella me miraba de tal manera que me hizo dudar si era de un modo desafiante o por agradecimiento al permitirle disfrutar de mi marido, los dos sudaban y buscaban llegar a sentir el máximo  placer, Alberto tenía el rostro  encendido y las venas del cuello a punto de explotar, yo solamente mirando estaba a punto de sentir un nuevo orgasmo. Todo quedó inmóvil, Arkia parecía haber perdido el sentido, Alberto en estado catatónico se vaciaba del poco semen que aún le debía quedar después de tantas corridas y yo me ayudaba de los dedos para alargar al máximo el orgasmo que estaba sintiendo.

Los tres dábamos muestras de agotamiento, la mujeres fuimos las primeras en buscar la ducha, mientras caía el agua nos acariciamos y juntábamos los labios en tímidos besos, reíamos ambas y yo solo pensaba en lo disfrutado durante la última hora, Arkia me dijo sentirse feliz de haber vivido esta experiencia y  pensaba que Alberto y yo éramos una pareja maravillosa, le contesté que era una amante muy sensual que sabía dar placer tanto a una mujer como a un hombre pues lo había visto en la cara de Alberto. En momento alguno hice referencia a Anibal.

Mientras Alberto se duchaba nos vestimos y decimos que yo la acompañaría a la estación a buscar el tren.  Ya en el salón los tres juntos tomamos una última copa de vino mientras comentábamos cosas sin importancia sin hacer referencia a lo sucedido momentos antes. Arkia se  despidió de Alberto con besos en las mejillas y uno suave en los labios que yo observé con total tranquilidad. Seguía lloviendo a mares, durante el viaje a la estación Arkia me preguntó si después de lo ocurrido todavía tenía pensado explicar a Alberto lo ocurrido la noche de Madrid y contesté riendo que se lo haría saber por escrito, ella no me creyó y me dijo que estaba loca. Yo le pregunté si ella le explicaría a Anibal lo de aquella tarde y su respuesta fue:  “definitivamente estás loca”.

Ya en la puerta de la estación la lluvia seguía cayendo con fuerza y el ruido que producía al chocar contra el techo del coche retumbaba en nuestros oídos, paré en una zona de carga y descarga junto enfrente de la puerta principal, los vidrios estaban entelados por dentro y no podíamos ser vistas desde el exterior, ella me cogió por la nuca y las dos acercamos nuestras bocas hasta juntarlas, las lenguas chocaron y mezclaron la humedad, tuve la sensación de que el gesto me gustaba.

Salió del coche, cerró la puerta y antes de ponerlo en marcha ella tuvo tiempo de pasar la mano por el cristal para apartar las gotas de lluvia y dejar sus labios marcados. La pantalla de mi móvil se encendió era un mensaje de Arkia: “recuerda que ha sido solo sexo”. Pensé en el beso de la despedida  y la sensación que me había producido.

Entré en casa, besé a Alberto que miraba un partido de futbol por televisión y me dedicó una sonrisa llena de picardía, le dije que iba escribir un rato en el ordenador, entendió el recado y  contestó que  enviara el relato sin que lo hubiera leído pues ya conocía el final de la historia. Pensé que seguro sabía el final pero no el principio.

Tal como me ha pedido enviaré los relatos sin que antes Alberto los haya leído, posiblemente algún día escribiré una nueva experiencia,  será la mejor señal de que mantenemos encendido el fuego de nuestra pasión y que ha aceptado la parte de lo sucedido que no conocía como lo que realmente ha sido:” solamente ha sido sexo”

Marta y ¿Alberto?