miprimita.com

La primera vez sin él presente CAPITULO 1

en Interracial

LOS ANTECEDENTES DE ESTAS VIVENCIAS ESTAN EN LOS RELATOS "VIAJES DE NEGOSCIOS Y PLACER" EN LA CATEGORIA DE INTERCAMBIOS

 La tarde pasaba tan lenta como el resto de la semana, era viernes y faltaban un par de minutos para las siete, sentada delante del ordenador en mi despacho cavilaba sobre qué hacer esa noche sola en casa, cenaría ligeramente y me acostaría para quedarme dormida viendo la televisión a la espera del día siguiente en que esperaba el deseado regreso de Alberto después de un viaje de más de una semana por el sudeste asiático. Anhelaba  el momento de tenerlo entre mis brazos y resarcirme de la falta de sexo por su ausencia. Un aviso de correo electrónico me despertó de mis pensamientos, era Alberto que en un e-mail me hacía saber que estaba en un aeropuerto de China , todo iba bien, el viaje había sido un éxito, llegaba a Madrid el sábado a primera horas de la tarde en vuelo desde Paris, tenía muchas ganas de estar conmigo y pedía que fuera a esperarlo al aeropuerto. En una postdata añadía que Arkia estaba en Madrid y adjuntaba su número de teléfono por si aprovechando el viaje deseaba verla.

Arkia es aquella mujer con la que tanto Alberto como yo tuvimos recientemente una aventura durante un intercambio de parejas en un hotel en Lyon. Algunas veces en los preámbulos de nuestras relaciones hemos recordado aquel episodio y los dos coincidimos que fue gratificante ya que yo disfruté con ella y con su novio y mi marido con ella, aunque Alberto me echaba en cara que yo no había sido muy amable con ella. Fue mi primera experiencia sexual con una mujer y debo reconocer que me gustó pues además de placer sentí cierto morbo. Marqué el número escrito en la pantalla y escuché la voz de Arkia al otro lado del auricular:

-Dígame

-Hola, ¿eres Arkia?

-Si, ¿con quién hablo?

-Hola, soy Marta, la mujer de Alberto

-¡que sorpresa!, ¿dónde estás?..... yo estoy en Madrid

-Me lo ha dicho Alberto que  me ha dado tu número de teléfono, él está de viaje, vuelve mañana y pienso esperarle en el aeropuerto, si lo deseas nos vemos mañana que estaré por Madrid pues Alberto no llega hasta el mediodía

-y ¿por qué no nos vemos esta noche y cenamos juntas?

-Todavía estoy en el despacho y ya es muy tarde para viajar a Madrid pues no tengo nada preparado

-Yo  tengo trabajo hasta las diez y si espabilas puedes estar en Madrid a esa hora

-Bien, lo pienso y te digo algo aunque sea a través de un mensaje

Miré el reloj, eran las 19,16, busqué por internet los horarios del ave y compré un billete para el tren que salía a las 20,02 y llegaba a Madrid a las 21,07. Salí a la calle, busqué un taxi y fui a la estación. Durante el viaje pensé que posiblemente me había precipitado, solamente llevaba un bolso sin nada de ropa de recambio, ni tan siquiera un neceser. Cuando pisé la calle ya en Madrid cogí un taxi y fui al Corte Inglés, compré una bolsa de viaje, un neceser completo, dos braguitas y dos sujetadores. Salí nuevamente a la calle y llamé a Arkia. No estaba lejos pero decidí ir a su encuentro en taxi, en el trayecto  pensé en que no había reservado habitación para dormir. Paró el taxi justo delante de unas galerías comerciales que parecían ser muy lujosas, busqué el local en reformas y entré.  Era evidente que estaban en obras por los materiales que se observaban, en uno de los rincones cuatro operarios rodeaban a Arkia que estaba dando instrucciones, su cabeza sobresalía por encima de ellos y su voz aunque débil se podía escuchar desde donde yo estaba pues el silencio era absoluto. Dio unas últimas instrucciones y se acercó,  su rostro reflejaba una amplia sonrisa, me dio dos besos

-Me alegro que hayas venido, ¿Qué tal estas?

-Bien, he venido porque mañana llega Alberto y así le esperaré en el aeropuerto, hace unas horas por email me ha dicho que  estabas aquí y después de hablar contigo he pensado que era buena idea adelantar el viaje  y poder cenar juntas pues en casa no sabría que  hacer y la espera se me hubiera hecho larga, ya sabes hace una semana que no veo a mi marido y estoy impaciente por tenerlo a mi lado nuevamente.

-Me alegro que hayas venido, lo sé todo pues Alberto ha estado con Aníbal que me dio tú teléfono pero no he podido llamarte porque tengo mucho trabajo y la inauguración es el próximo jueves, pensaba llamarte mañana y así hubiera os hubiera podido ver a los dos.

-Por cierto, no tengo reservada habitación ¿por aquí cerca encontraremos algún hotel o en el tuyo mismo?

-De ninguna manera, estoy en un aparthotel  y puedes pasar la noche allí, es aquí cerca, podemos ir caminando

Insistí sin mucha convicción en buscar una habitación pero zanjó el tema. El paseo duró no más de diez minutos en que habló sobre las obras de la tienda. El aparhotel era un edificio muy lujoso, subimos al apartamento que era un estudio de un amplio salón con una pequeña cocina y un cuarto de baño. Ya allí preguntó si me apetecía salir a cenar a lo que contesté que no llevaba ropa adecuada e inmediatamente propuso encargar una cena de sushi pues cerca había un restaurante japonés que lo hacía exquisito y ella lo había encargado alguna noche. Asentí, lo pidió por teléfono y dijo que en una hora podríamos cenar. Nos sentamos en un sofá y hablamos de todo un poco. Pasada media hora me preguntó si deseaba asearme y contesté que de buena gana me daría una ducha, me acompañó al aseo y dijo: tú misma.  La bañera era grande, de hidromasaje, tardó en llenarse unos minutos durante los cuales pensé que no sabía qué hacía allí y si realmente era dueña de mis decisiones, dejándome llevar por instintos desconocidos. Entré en el agua, apreté el botón del hidromasaje, cerré los ojos y me hundí hasta dejar solamente mi cara fuera del agua. La puerta estaba entre abierta y escuché voces, pensé que era el repartidor del restaurante, cuando me disponía a salir del agua entro Arkia, se desvistió lentamente mientras yo la observaba, su extrema delgadez no evitaba que luciera un cuerpo precioso, su cadera se marcaba perfectamente entre las piernas y la cintura delgadísima, los pechos eran pequeños y de las aureolas de color rosado sobresalían  pezones totalmente erectos. Era altísima, entró en la bañera, se sentó enfrenté y abrió las piernas quedando mis pies entre sus muslos que en más de una ocasión cerro hasta aprisionarlos y el contacto me producía una sensación extraña. No hablábamos, ella mantenía su mirada fija en mi y en su rostro se reflejaba una suave sonrisa que ocultaba algo que yo no quería comprender. Por un momento me sentí ridícula en aquella situación y pensé que hacia yo totalmente desnuda en aquel lugar delante de otra mujer, tuve la tentación de huir pero había un deseo oculto que lo impedía,  Las burbujas y remolinos del agua hacían que el agua chapoteara sobre nuestros cuerpos y el color caoba de la piel de Arkia se distinguía bajo el agua mucho más que el blanco de mi piel. Fue ella la primera en incorporarse y la visión de su cuerpo erguido  me produjo la sensación que yo era una gacela a punto de ser devorada por una pantera negra, clavé la vista en su pubis y aprecié claramente el color rosado de sus labios vaginales que resaltaban claramente entre la oscuridad de la piel que los rodeaba.

Salimos de la bañera y me alargó un albornoz,  ella se vistió con una  camiseta que le cubría hasta medio muslo. En la estancia sobre la mesa había una bandeja repleta de sushi, una cubitera con dos botellas de vino y cuatro velas encendidas que iluminaban la habitación junto con la tenue luz de una lámpara de pie en un rincón. Se sentó frente a mí y comenzamos a comer de la bandeja de sushi. Ella lo hacía con palillos chinos, yo lo intenté pero desistí porque no sabía utilizarlos provocando su risa. La comida era abundante y el vino exquisito. Hablábamos,  más ella que yo,  de diferentes cosas hasta que  cogió una pieza de sushi con los palillos y la acercó a mi boca,  la cogí entre mis dientes y dijo que así me gustaría más. Hasta ese momento no había notado que nuestras rodillas se rozaban y tuve una sensación extraña, me acercó a la boca otra porción que sujeté entre los labios durante un largo instante antes de engullirla, nos miramos fijamente a los ojos, una de sus rodillas se abrió camino entre mis muslos, el ambiente se caldeaba, se levantó de la silla y acerco su boca a la mía y la recibí sin hacer nada por evitarlo como si estuviera embobada, nuestros labios se unieron en un largo beso, abrí el albornoz y mis pechos quedaron al descubierto, me cogió de las manos y me llevo hasta la cama mientras las dos nos liberábamos de la ropa, abrazadas nos dejamos caer sobre la cama,  con las lenguas luchando entre ellas para saber cual de las dos llegaba más al fondo que la otra.

No sé cuánto tiempo estuvimos así pero fue el suficiente para pensar que estaba engañando a Alberto sin poder evitarlo, el deseo de sentir placer me superaba y no intenté evitar que Arkia iniciara el recorrido por mi cuerpo con su boca. Se detuvo en mis pechos y se adueñó de ellos besando y mordiendo suavemente mis pezones. Estaba totalmente entregada  y simplemente deseaba no dejar de sentir cada una de las sensaciones que ella me hacía llegar. Cerré los ojos, era la primera vez que  estaba en aquella situación con otra mujer y no sabía de que manera reaccionar, su boca continuó el recorrido hasta llegar a mi entrepierna y noté  el roce de sus labios en mí vulva que ya se humedecía, abrió el coño con su lengua y  la recibí con mucho agrado, notaba como poco a poco se abría paso como si fuera un pene , lamió los labios vaginales, buscó el clítoris y suavemente lo succiono suavemente.  Mi vagina se inundó de jugos mezclados con su saliva, los movimientos de la lengua eran delicados y el placer comenzaba a ser intenso, notaba que  los poros de mi piel se abrían y el sudor me producía una sensación de calor, mis manos acariciaban su piel muy  diferente a la del resto de mis amantes anteriores,  era una sensación extraña que aumentaba todavía más mí placer,  todo explotó sin previo aviso y un cúmulo de espasmos recorrieron mi cuerpo acabando en un orgasmo sin fin que me provoco una eyaculación como jamás había sentido. Arkia mantuvo su lengua en mi interior moviéndola nerviosamente y dándome la sensación que pretendía recoger los jugos que yo dejaba ir.

Acercó su boca a la mía,  tenía un sabor dulce,  pensé que sabía diferente a  cuando besaba a Alberto después de que él me hubiera comido el coño  e instintivamente deseé devolverle  el placer que ella me había dado. Fui directamente a buscar su coño, separé sus labios vaginales con mis dedos y la penetre con la lengua. Se distinguía claramente el color rosado del interior de su coño entre la piel oscura de su entrepierna que estaba depilada totalmente, era la primera vez que lamía un coño y imité lo que ella me había hecho a mí unos instantes antes. Movía la lengua lentamente y dejaba ir saliva para lubricarla pues tuve la sensación de que no lo estaba suficientemente. Arkia apenas se movía, cogió mi cabeza con sus manos y dirigía mis movimientos en busca del máximo  placer, pensé que ella era una experta en esta situación y decidí relajarme para que ella me guiara en busca de su propio placer, yo ponía toda mi energía en la lengua y cuando encontré su clítoris inmovilizo mi cabeza , lo lamí, lo mordí suavemente, lo succioné y lo presioné con la lengua.  Arkia  jadeaba,  se movía epilépticamente sujetando mi cabeza cada vez con más fuerza mientras mis manos paseaban nerviosamente por su vientre y sus tetas que apenas se distinguían a no ser por los pezones tenían la dureza del mármol.  No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo tenía problemas para respirar por la falta de aire,  mi cara se impregno del líquido vaginal que dejaba ir Arkia y que tenía el mismo sabor dulce que había notado en su boca unos instantes antes, tembló  con fuertes espasmos y violentamente apartó enérgicamente mi cara de su entrepierna. Fue ella quien se movió para colocar su rostro frente al mío, me abrazó estrechándome entre sus brazos, me ofreció sus labios, los recibí con agrado, cerró los ojos y durante un largo instante repase su cuerpo con la vista mientras pensaba en lo que acababa de suceder, había disfrutado del cuerpo de una mujer por la que no era consciente de tener sentimiento alguno y el único remordimiento que tenía lo provocaba el recuerdo de mi marido.

Recordé a Alberto y tuve una sensación extraña, no sabía si sería capaz de contárselo cuando lo tuviera delante, pero asumía la obligación de hacerlo pues de lo contrario la confianza mutua entre los dos se quebraría,  yo le amaba tanto que no deseaba vivir con esa angustia. Las caricias que había compartido con Arkia eran tan diferentes a las que compartía habitualmente con Alberto que no tenía fuerzas a renunciar a ellas. Con Arkia compartía placer, con Alberto compartía además sentimientos. Me mentalicé que estaba viviendo una nueva experiencia y no tenía fuerzas para renunciar al placer que estaba sintiendo, Estos pensamientos desordenados los interrumpió Arkia:

-¿ que piensas?

-En Alberto, contesté rápidamente

-Dentro de unas horas volverás a verlo y seguro que sabrás recuperar el tiempo perdido

-No sé si sabré explicarle todo esto

-¿Sé lo tienes que contar?, esto es solo sexo, es un divertimento que nos debíamos desde la primera vez que nos conocimos y que ambas deseábamos hacer realidad, por lo menos yo y creo que tú también, no conozco a Alberto lo suficiente pero creo que si decides contárselo lo entenderá y más si le haces ver que como te he dicho solo ha sido sexo y después le compensas, ya sabes cómo son los hombres, buscará una compensación y deseara que le des tanto placer como me estás dando a mí.

Mientras hablaba acercó sus labios a mí cuello hasta rozar la piel, por un instante pensé en rechazarla pero  buscó el lóbulo de mi oreja  lo mordió suavemente  lo que hizo que  decidiera seguir entregándome,  enérgicamente me colocó  boca abajo y sus dedos dieron comienzo a un suave masaje de mi columna vertebral todo ello sin dejarme de besar la oreja. Recorrían lentamente mi espalda llegando hasta el comienzo de los glúteos, su boca inició el mismo recorrido, separó mis piernas hasta juntarse con los dedos y su lengua buscó mi ano, noté que lo humedecía  con saliva e inició un suave masaje circular, todo era lento,  la sensación de placer recorría todo mí cuerpo, su lengua parecía crecer cada vez más dentro de mí y  entraba y salía como si fuera un falo.  Me gustaba lo que sentía y estaba disfrutando ya que era una sensación diferente a cuando hacía el amor con Alberto,  la suavidad, la delicadeza, el olor de los cuerpos frotándose, era todo tan delicado que el deseo estaba más en esperar a que llegara el momento máximo del clímax que en ir en su búsqueda, no había prisa, todo llegaría en su momento.  Mi entrepierna estaba mojada y la vagina abierta del todo supuraba líquido seminal sin parar,  me di la vuelta y quede mirando el techo, Arkia se sentó encima juntando nuestros dos sexos e inició un movimiento lento de atrás a delante provocando  el roce de los órganos sexuales de ambas. Al principio el roce apenas se apreciaba pero poco a poco la presión se hizo mayor y el contacto hacía que los labios vaginales se frotaran con más fuerza. Las dos nos esforzábamos en regalarnos placer, yo levantaba la cadera y ella empujaba hacia abajo como si intentáramos penetrarnos la una a la otra, nos mirábamos fijamente a los ojos y sin hablar sabíamos que ambas llegaríamos al éxtasis juntas, nos entregábamos  con el deseo de disfrutar al máximo y de alargar la sensación de placer el máximo tiempo posible. Arkia sonreía ligeramente y su cara reflejaba claramente que deseaba darme el máximo placer posible y yo la correspondía manteniendo fijamente mi mirada en ella agradeciéndoselo. Su trenza se movía de un lado a otro, mis manos apretaban sus caderas hacia abajo, los vientres estaban mojados y su roce producía el sonido de un chapoteo.  Fue ella quien aceleró el ritmo y gritó rogándome que no parara, la obedecí e hice lo mismo que ella hasta que ambas fuera de control entre jadeos y movimientos descontrolados provocados por el placer que nos regalábamos gritamos al unísono que no podíamos más. Se dejó caer sobre mí y tuve la sensación de recibir la última gota de placer que nos  quedaba por compartir, su cuerpo era tan ligero que apenas notaba su peso, nos besamos tiernamente y ella se quedó dormida entre mis brazos.

Me costó dormir, volví a pensar como explicar  lo sucedido a Alberto y hasta donde debían llegar los detalles que debía darle, tomé una decisión y eso me  relajó algo,  después recordé los instantes de máximo  placer que había sentido durante la última hora. Acerqué mi cuerpo al de Arkia para buscar el contacto de su piel y me entregue al sueño. Me despertó el sonido del móvil, era Alberto para decirme que en tres horas estaba en Madrid,  ya estaba en el aeropuerto de Paris. Le dije que yo estaba ya en Madrid y que nos veríamos en Barajas, para terminar con un “te quiero”. La habitación estaba a oscuras y me extraño que Arkia no se hubiera despertado, con la mano palpé la cama pero no había nadie, encendí la luz y comprobé que estaba sola, sobre el escritorio estaba bien colocada la ropa que llevaba el día anterior y sobre ella una nota con un escrito. “ Estoy trabajando, cuando despiertes llámame, ha sido maravilloso, Arkia”. El carmín de unos labios estaba estampado en el papel.

Marqué su número y contestó inmediatamente:

-Buenos días dormilona, ¿ya has despertado?

- hace un momento me ha despertado Alberto que ya está en Paris y en menos de tres horas llega a Madrid.

-Te he visto  tan dormida que no he querido despertarte, supongo que has visto la nota, solamente quería decirte que lo de esta noche me ha parecido maravilloso y espero que pienses lo mismo. Ya sabes que estás como en tu casa y haz todo lo que creas necesario, llámame cuando Alberto  llegue a Madrid para saludarlo. Te quiero.

-Gracias por todo y colgué.

El “te quiero” que dijo con cierto tono de broma no me sentó nada bien e hizo que viniera a mi memoria el compromiso de explicar lo sucedido a Alberto, durante el trayecto al aeropuerto la cabeza no dejó de darme vueltas y mientras esperaba la llegada del avión era tal mi angustia que se me saltaron algunas lágrimas. A pesar de estar convencida que estamos muy unidos y nos amamos profundamente  temía la reacción de Alberto y que lo ocurrido en las últimas horas influyera negativamente en nuestro matrimonio. Había actuado de manera precipitada y ahora no sabía calibrar las consecuencias. Mi mente había olvidado cualquier rastro del placer que mi cuerpo había recibido por parte de Arkia, a la que empezaba a odiar. Estaba tan sumida en mis pensamientos que el sonido del móvil me asustó, era Alberto: “Hola cariño, ya estoy en el aeropuerto y tú ¿Dónde estas?.

Marta