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Jugando con mi perrito (1)

en Dominación

Hoy me había levantado con ganas de jugar. Llevaba varias semanas sin ver a mi perrito y la verdad es que le extrañaba, tenía ganas de jugar sí, pero de jugar con él.

Me levanté de la cama y me metí en la ducha, y empecé a enjabonarme el cuerpo, prestando especial atención a mis pechos, que para ese entonces ya estaban bien duros y con los pezones bien firmes, los acariciaba lentamente, dando suaves pellizcos en los pezones.

Mi respiración aumentó de ritmo, baje mis manos, y empecé a acariciar mi clítoris, me sentía cada vez más caliente, así que decidí parar y reservarme para después.

Cogí un conjunto de encaje negro ajustado, que realzaba mis atributos de mujer, me puse un vestido ajustado encima, escotado y cortito. Me maquille sutilmente, ya que a mi perrito le gusto más al natural, me subí a mis tacones y me dirigí a su oficina.

Probablemente no me esperaría allí, ya que siempre que voy le aviso, pero hoy me apetecía sorprenderle, quería ponerle nervioso, se que no le gusta jugar en el trabajo, pero a mi me encantaba.

Había conseguido ligarme a su jefe, con lo cual tenía libre acceso a toda la oficina, podía ir cuando quisiera, y pasearme por donde quiera.

Cuando llegué a la oficina, estaban todos en una reunión, así que me paseé entre las mesas de los trabajadores, sentándome en la de mi perrito, quería dejarle algo para que supiera que andaba por allí, así que desaté la cinta roja que llevaba en mi muñeca y se la dejé encima de la mesa, junto a una nota en la que ponía:

Ya sabes lo que tienes que hacer, cuando te de un toque al móvil te quiero en 15 minutos en el despacho de tu jefe”.

Me levanté y fui al despacho del que se supone era mi novio, pero que yo solo estaba utilizando para poder jugar con mi perrito y asegurarme de que no corría riesgos. Como tenía una copia de la llave, decidí entrar y esperarle dentro, me senté en su silla y me puse a echar un ojo a los papeles que había por allí encima, nada interesante a simple vista, en esas estaba cuando entro Javi, mi novio, y me miró sorprendido.

Era un chico joven, bastante atractivo, pero que no me despertaba interés ninguno, demasiado dominante y a mi me gustaba mandar.

-Hola princesa, ¿qué haces por aquí? -Se acerco a mi para darme un beso.

-Hola cielo, pues nada que me levante juguetona, y vine a jugar contigo -Le dije sonriendo, poniendo cara de viciosa mirándole a los ojos directamente.

Me agache frente a él y le desabroché la bragueta del pantalón, pasandole la punta de mi lengua por encima, dándole pequeños mordisquitos, haciendo que se endureciera bajo mi boca. Me separe con la escusa de quitarme algo de ropa, aprovechando el momento para darle un toque a mi perrito, me había quitado la americana y el vestido, quedando solo con los tacones y el conjunto de ropa interior, eso hacía que Javi, quisiera saltar encima de mi y follarme allí mismo, pero mis planes eran otros.

Retire las cosas de encima de la mesa hacia un lado, y poniéndome a 4 patas de espaldas a la puerta, volví a acercar mi boca a la polla de Javi, esta vez metiéndomela entera en la boca. Así estuve un rato, esperando que llegara mi perrito, quería que me viera así abierta, que viera mi culo, ese que tiene tantas ganas de follarme, y que se muriera de envidia por no poder hacerme nada.

 

En esas estaba, yo chupándole la polla con ganas a Javi, haciendo que gimiera de placer, cuando escuché como tocaban a la puerta, pero Javi no lo escuchó y yo me hice la loca, hasta que la puerta se abrió, momento en el que aproveche para meterme la polla hasta el fondo, apretándola suavemente con mis labios, y jugando con mi lengua alrededor, consiguiendo que se corriera en mi boca.

-Perdone, señor Javier, estuve tocando la puerta pero no contestaba y por eso abrí.-Se excusó mi perrito torpemente, “sorprendiéndonos” en plena acción.

Yo me gire y poniendo la cara más viciosa que pude, me quede mirándole, mientras me tragaba la leche, relamiendome, todo en cosa de segundos, después me baje de la mesa, fingiendo estar muerta de la vergüenza y tapándome con mi americana.

-Ya puede ser algo importante el motivo por el que interrumpas, aunque de todas formas ya tendremos tu y yo una charla después.-Javi estaba realmente enfadado – sal ahora mismo de mi despacho, luego te busco.

-Si señor.- Fueron las únicas palabras de mi perrito.

En el fondo me sentía mal, ya que eso lo había propiciado yo, pero poco me importaba, se que ahora tenía que tener la polla bien dura, al recordar mi culito a 4 patas cuando había abierto la puerta, o mi cara al verme tragar la leche de su jefe, y por eso merecía la pena todo.

Una vez nos quedamos solos en el despacho, me empecé a vestir.

-Amor pobrecito, no seas muy duro con él, fue sin querer – Me acerqué melosa a él, para intentar rebajarle la bronca a mi perrito y que no quedara en nada grave. -Anda, te espero por aquí hasta la hora de comer, y comemos algo juntos... -susurro acercándome a él, mordiéndole el lóbulo de la oreja- y de postre puedes comerme a mi.

-Me pasaría la vida comiéndote princesa. -Susurro rodeándome con sus brazos.

“Perfecto, ya se le pasó”-Pensé.

Salí del despacho de Javi y me dirigí a la mesa de mi perrito, me incline hacia delante, poniéndole las tetas a centímetros de su cara y mordiéndome el labio le dije:

-El jefe te espera en su despacho, en cuanto salgas de allí te vas al baño de las mujeres, entras en el cubículo del fondo, y te pones esto -Le dije mientras le pasaba una pequeña bolsa -quiero que me esperes de espaldas subido de rodillas a la taza, con las manos en la espalda separando tu culito y la cabeza agachada. -Sonreí, me gire y me marché, moviendo el culo de forma insinuante.

Mientras, baje a la cafetería a tomarme algo fresquito y a coger del coche un bolso algo mayor, con unos juguetitos que me vendrían perfectos para lo que tenía en mente.

Una hora después, sabiendo de sobra que mi perrito llevaría rato esperándome, subí de nuevo a las oficinas. Y entre en el baño de mujeres, prestando atención notaba una respiración agitada, el simple echo de imaginar ahí a mi perrito, esperándome, con mi tanga puesto hizo que se me mojara el coñito. Me mire en el espejo, retocandome el peinando, haciéndole sufrir y entre en el cubículo.

-Hola perrito, ¿me esperabas?- Me le quede mirando detenidamente, la imagen era de lo más excitante, expuesto ante mi, me puso a mil. Me acerque a el, para que notara mi respiración contra su piel.

-Si ama. -Se notaba que estaba nervioso.

-¿Te gusta llevar el tanga que ha usado antes tu ama, y que esta mojadito de ella?-Mientras le susurraba eso contra su nuca, llevé una de mis manos a su polla. La tenía dura.

-Si ama, lo he reconocido en cuanto lo he visto.

-Tengo ganas de follarte, y que luego me comas el coñito y me corra en tu cara.

-Sus deseos son ordenes ama.

Rebusqué en el bolso un vibrador.

-Chupalo.-Le ordené metiéndoselo en la boca. El lo chupaba, pero no como yo quería, así que empecé a follarle la boca con el, causándole arcadas, y haciendo que babeara. Una vez estaba bien lubricado, le metí la puntita en su culo,y encendí el vibrador al máximo, haciendo que gimiera como la perrita que era. Lo deje así unos segundos y se lo metí entero dentro.

-Ponte de pie y quitate el tanga, y pobre de ti que se salga el vibrador. -Me retiré para dejarle espacio, al levantarse sus piernas temblaron, llevaba mucho rato arrodillado. Se quito el tanga y me lo entregó. Como se le había salido un poco el vibrador, se lo empujé hasta el fondo haciéndole gemir.

Até sus manos en la espalda, unidos a sus huevos, es decir que no podía mover los brazos, sin pegarse un tirón de huevos. Lo puse contra la puerta del baño y me puse el arnés con una buena polla de plástico. Esta no pedí que la lubricara, quería que le doliera. Le saqué el vibrador, y segundos después ya estaba haciendo presión, entro fácil, me encanta follarle, así que ya tengo a su pobre ano acostumbrado.

Empecé a follarle el culo, mientras tanto, agarraba su polla y le pajeaba, a ratos lento, a ratos más deprisa. Así estuvimos por un rato, hasta que escuche:

-Ama permiso para correrme.

Y no, todavía no se podía correr, le dije que no, que aguantará, y seguí follándolo y pajenadole unos minutos más, llevándole al límite.

Le saqué la polla de plástico, para sustituirla por una bala vibradora, se la metí bien dentro de su culo, me senté en la taza del váter y le ordene comerme el coño.

Sabía como me gustaba, así que empezó pasando su lengua por mis labios vaginales, separándolos lentamente, cuando mi clítoris quedo a la vista, se tiro a él, a devorarlo, succionaba con ganas, mientras le daba toquecitos con la lengua, yo estaba muy excitada, y con esas atenciones que estaba recibiendo mi coñito no iba a tardar mucho en correrme.

Mientras tanto iba jugando con las velocidades de vibración, haciendo que la polla de mi perrito estuviera cada vez más dura, y ya goteara gotitas de líquido pre-seminal.

Cuando estaba apunto de correrme en su boca, le ordené parar, y saqué de mi bolso una mordaza, que tienen una polla a la altura de la boca.

-Follame perrito.

Como podía, de rodillas sin poder aguantarse con las manos, empezó a follarme con ganas, aproveche para poner la bala vibradora al máximo, sabiendo que no podía hablar, y en consecuencia no podía pedirme permiso para correrse, así que no lo haría. Yo estaba al máximo, y la imagen de mi perrito, follandome, atado, y con la polla bien dura, hicieron que me corriera mordiendo mis labios, intentando callar los gemidos que se me escapaban.

Cuando me relaje, le quité la mordaza y le desaté, pero la bala seguía metida en su culito, vibrando al máximo.

-Has sido un buen perrito -Le sonreí dulce, y le acaricié la cabeza. -Ponte de pie.

Me obedeció, y su polla quedó a centímetros de mi cara, pasé la puntita de mi lengua, lentamente, recogiendo las gotitas que salían de ella. La recorrí entera con mi lengua, me la metí en la boca, jugué con mis labios por su puntita, la mordí suave, hasta que mi perrito no aguantó más.

-Permiso para correrme ama.

-Todavía no perrito, toma -le di mi tanga- pontelo, vístete y baja al restaurante de la esquina, de que llegues te sentarás en la mesa de alado de tu jefe y mía. Ten el móvil cerca, sigue las indicaciones, y más tarde podrás correrte...

Dicho esto le bese suavemente en los labios, resiguiendolos con la punta de mi lengua, me baje el vestido, me acomode el pelo, guarde todo dentro del maxibolso que llevaba y salí a retocarme en el espejo.

-Por cierto, pobre de ti que te corras, o te saques lo que llevas en el culito.-Dicho esto salí del baño, camino al despacho de mi novio, sin tanga, y con los muslos llenos de mi corrida.