Solo tú me hiciste gozar con el placer del dolor
Caperucita cogió el pañuelo rojo que llevaba al cuello, y se lo puso a modo de venda, privando al lobo del sentido de la vista.
-Chupalo.-Le ordené metiéndoselo en la boca. El lo chupaba, pero no como yo quería, así que empecé a follarle la boca con el, causándole arcadas, y haciendo que babeara.