miprimita.com

Masoca y/o sado

en Sadomaso

MASOCA Y/O SADO

Soy Luvna, una experta en suministrar placer y dolor a quien me lo solicite; hoy recibía a una pareja que volvía a visitarme (ver mi relatos “ansiedad de latigazos” y “látigos y cruz”), Ana María y Andrés, eran unos jóvenes profesionales; ella era una joven muy bonita, vestida con una remera y un mini short muy ajustado de cuero negro y calzando unas zapatillas de danzas de lustroso cuero del mismo tono.

Le hice notar a Ana María que llevaba las zapatillas que habitualmente usábamos mi asistente Zintia y yo; me informo que Andrés le había regalado varios pares y que ya los había ablandado a todos.

Ana María, que es masoquista nos sorprendió diciendo  que antes de comenzar con su larga sesión de castigo, si Andrés lo deseaba, podía hacernos una demostración de sus habilidades con las zapatillas. Andrés rápidamente contestó: Si amor, estoy deseando escuchar el chasquido de las suelas sobre mi carne y sentir el calor del cuero sobre mi pene. Andrés se había convertido en un adicto al castigo del pene, en esta forma peculiar; quincenalmente Ana María le azotaba la pija, normalmente no muy severamente pero a veces Andrés pedía mayor crueldad, llegando a dos horas de tormento, a brotar sangre y eyaculaciones; hasta que en  un par de oportunidades tuvo que solicitar clemencia.

Ana María le ordenó: Desnúdate y tírate en el suelo de espaldas. Con presteza Andrés se quito la ropa y se acostó; su pene, circunciso tenia ya una media erección; Ana María comenzó a acariciarlo, pisándolo con las zapatillas e imprimiendo un movimiento de rodillo, luego se descalzó y siguió acariciando el pene con la parte interior de las zapatillas; lograda una perfecta erección le ordeno a Andrés que tomara las zapatillas y limpiara a fondo las suelas con su lengua. Las zapatillas eran como las nuestras, de media punta, suave cuero y suela entera.

Mientras Andrés saboreaba el olor del cuero, Ana María saco de su bolso un par de sandalias de suelas chatas y tiras finitas y se las calzó; luego anudo firmemente en la base del pene un largo  cordel de tiento de cuero, hizo una lazada y la ajustó en la corona del glande; tensó el tiento y sonrió satisfecha; fricciono el pene con abundante vaselina a fin de lubricar la piel y hacerla mas resistente. Observando detenidamente se veían vestigios de moretones tanto en el cuerpo como en el glande causados por castigos anteriores.

Ana María le ordeno a Andrés que se colocara delante de la cruz de San Andrés y a Zintia que lo amarrara, que le colocara un almohadón entre la espalda y la madera y acercara el caballete para inmovilizar el pene.

Zintia realizo el pedido, sujetó  a Andrés en la X, colocó el almohadón que hacia adelantar las caderas exponiendo bien al miembro a castigar y acerco el caballete que serviría para apoyar el pene de forma que recibiera todo el impacto de los golpes.

Ana María amarró el extremo del tiento al caballete; el pene quedo tenso, comprobó su dureza, el glande con su lazada rodeando su corona se destacaba del cuadro. Le indicó a Andrés que llevara la cuenta de los azotes y dijera “quiero más”, luego blandió una zapatilla, se la hizo besar y comenzó a castigarlo.

Ana María empezó a azotar en forma no muy fuerte el cuerpo del pene, se escuchaba un chasquido firme, seguido de la cuenta de Andrés, quien  parecía disfrutar mucho. Cuando la cuenta llego a veinte golpes, el sonido del chasquido aumento, estaba azotando con más fuerza, siempre el cuerpo del pene. Andrés continuaba la cuenta y gozaba; los golpes iban a la parte superior del tronco de la pija y también a la cara inferior; en el golpe cuarenta Andrés comenzó a sentir un ardor en la zona; cuando se escucho –cincuenta quiero mas-, Ana María dijo: Que goces y lo disfrutes mi amor y el próximo azote explotó sobre el glande; Andrés gruñó –cincuenta y uno quiero mas -, la punta de cuero de la zapatilla restalló sobre el glande; a veces los golpes eran de lleno y otras solamente la puntera restallaba sobre la piel. Los azotes siguieron cayendo sobre el glande, Ana María sabía donde castigar;  la lazada alrededor de la corona del glande se ajustaba más a causa de los golpes. El glande siguió recibiendo su atención especial hasta que la cuenta dijo – cien finalizó la tanda -. Amor mío, has gozado, te ha gustado el castigo? Creo que me siento bien haciéndolo y que puedo mejorarlo. Si contesto Andrés,  he disfrutado cada golpe, pero si lo puedes mejorar hazlo. Bueno dijo Ana María, en la tanda siguiente me empleare a fondo, mi zapatilla será la antorcha que encienda tu pene, hare que sea realmente inolvidable y siempre la recuerdes.

Ana María desató el extremo del tiento del caballete, lo acercó y apoyo el pene sobre la tabla de forma que quedara firmemente reclinado en su lecho de madera; luego tenso el tiento y lo aseguro en el caballete; luego dirigiéndose a Andrés le dijo: Ahora empieza el castigo fuerte; ya que hoy es una sesión especial, me dirás cuantos azotes quieres recibir; te recuerdo que no habrá clemencia hasta completar la cantidad que elijas. Andrés respondió gritando: Quiero recibir 100 golpes fuertes de zapatilla y que despellejes mi pija. Ana María cambio la zapatilla por otra menos flexible, a fin de obtener golpes más contundentes, la acercó para que Andrés la besara.

Comenzamos dijo Ana María y revoleando su brazo descargo la zapatilla con fuerza sobre el cuerpo del pene; se escuchó un sordo chasquido, Andrés se retorció y dijo – uno quiero mas -; esta vez la suela restalló sobre el glande, se escuchó un quejido de dolor –dos quiero mas -; a medida que el castigo avanzaba, los quejidos de Andrés se convirtieron en gritos de dolor y de placer. Ana María lo azotaba con fuerza y crueldad, se ensañaba con el glande, golpeándolo varias veces seguidas. Te agrada Andrés? Sientes los golpes más fuertes y el cambio de zapatilla? Si respondió estoy gozando a pleno. El ritmo del suplicio lo marcaba Andrés, pues llevaba el conteo, pero la fuerza era el brazo de Ana María, que había sorprendido a Luvna. Cuando el conteo llego a 50 hizo una pausa e invito a Luvna a comprobar los efectos del suplicio. El pene se veía fatal, tenía una descomunal erección, el glande, hinchado y de color morado parecía a punto de reventar; tanto éste como el cuerpo del pene estaban salpicados de pequeños hematomas que se encontraban bajo la piel, a punto de quebrarse. Luvna opinaba que se debería dar por terminado el castigo; Ana María le pregunto a Andrés; este contesto en un grito: Continúa tu labor mi amor, hazme saltar sangre, recibiré los 50 golpes restantes, utiliza el látigo y la sandalia, 30 golpes de látigo y 20 de sandalia. Te dejaremos descansar veinte minutos y luego te castigaré como lo pediste, sin derecho a clemencia, sentenció Ana María. Seguidamente buscó en su bolso el látigo para azotar penes; tenia un corto mango de 20 cm y cuatro finos ramales de cuero trenzado de 30 cm de largo rematados en apretados nudos; se descalzó y escogió la sandalia mas flexible, luego le informó a Andrés que el castigo con el látigo seria con el pene en tensión como al comienzo; los golpes de sandalia se asestarían con el pene sobre la madera del caballete. Ubico el pene  en tensión y con el tiento amarrado al caballete, se podía azotar con el látigo toda la extendió de la pija. Comprobó la erección, el pene por efecto del tiento y la lazada que rodeaba al glande, por los golpes recibidos y la excitación de Andrés era una roca, Ana María lo acaricio repetidamente con las colas del látigo, se lo acerco a Andrés para que lo besara y descargo el primer azote; los ramales dieron de lleno sobre el cuerpo del  pene, Andrés gritó de dolor – uno quiero mas -; esta  vez los nudos restallaron sobre el glande, el cuerpo de Andrés se convulsionó, se retorció en sus ligaduras, aspiro profundamente y dijo – dos quiero mas -; se escuchó un corto zumbido, el chasquido del cuero sobre la carne y un alarido de Andrés; los ramales se habían enroscado en el cuerpo del pene, los nudos habían impactado de lleno sobre él; - tres quiero mas -. El castigo avanzaba lentamente, Andrés demoraba el conteo, los azotes eran muy dolorosos,  aunque el pene estuviera en el aire, la fuerza de las colas del látigo al castigar era mucha, y además el estado de esa pija muy castigada lo potenciaba mas, 30 golpes de látigo eran demasiados. Ana María azoto con fuerza el glande, Andrés se demoro en el conteo; Ana María dijo: Mi amor ya sabes que en esta sesión no hay clemencia, tú lo aceptaste – veinticinco te azotaré más -. Los últimos cinco golpes Ana María los descargo con furia, Andrés daba alaridos de dolor, se tomaba un tiempo para inspirar y seguía el conteo lentamente.

Andrés pidió agua para beber y que le refrescaran la cabeza, pues quería estar lucido para disfrutar el final del castigo; luego dijo: Cariño azótame como nunca, que salte la sangre, puedes comenzar.

Ana María acomodo el pene sobre la tabla del caballete y amarró la punta del tiento dejando la pija perfectamente fija sobre el madero y bien expuesta para recibir los 20 golpes de la sandalia, estaba muy excitada, era la primera vez que lo castigaba tan cruelmente. Al principio cuando Andrés le compro las zapatillas y luego le pidió que le azotara el pene, se había negado, la insistencia y el poder brindarle el placer que solicitaba(ella lo entendía muy bien) hicieron que terminara aceptando. Fue un largo aprendizaje; desde ablandar las zapatillas para lograr flexibilidad, las horas practicando los golpes de zapatilla, látigo y sandalia, siguiendo la guía de Andrés. Hasta que llegó el día de estrenarse castigando la pija de Andrés. Él la fue llevando, indicándole las formas de castigar, tipo de golpe, intensidad y ritmo  a fin de provocar el mayor dolor; Ana María que era muy perfeccionista se convirtió en una aventajada alumna, aprendió rápidamente y hoy lo estaba demostrando.

Ana María estudio el pene detenidamente: Presentaba una descomunal erección e hinchazón; el tronco tenia tres marcas en forma de rayas producidas por los finos ramales del látigo, asimismo en toda su extensión especialmente en el glande se observaban varios puntos negros, producidos por el impacto de los nudos de cuero, había algunos donde los nudos habían golpeado en el mismo lugar varias veces, y estaban a punto de sangrar. La piel brillaba intensamente, las venas hinchadas sobresalían, había recibido un castigo intenso, era alocado los golpes de la suela que estaba por propinarle; pero recordó que habían acordado que ella siempre tenía que obedecer los deseos de Andrés. El castigo con la suela tenia generalmente efectos devastadores, debido a que el miembro se encontraba firmemente apoyado sobre la tabla, y que la suela de la sandalia era de mayor espesor y menos flexible que la de las zapatillas, por lo que los golpes eran mas fuertes, generalmente bastaban pocos golpes para hacer sangrar y finalmente se trataba de un pene ya muy castigado por zapatillas y látigo.

Tomo la sandalia por el talón y la acerco para que la besara, luego se coloco al costado, hizo que la punta de la suela rozara el cuerpo del pene, alzo el brazo y lo descargo con violencia, la suela golpeo de lleno al cuerpo del pene, Andrés grito y se sacudió –uno quiero mas-, el brazo repitió la operación anterior, se oyó el chasquido, un grito animal y –dos quiero mas -; por tercera vez la sandalia golpeo el mismo lugar, la piel se abrió y empezó a brotar sangre –tres quiero mas-; ahora la sandalia chasqueo con fuerza sobre el glande ,Andrés sintió una quemadura en el cerebro, el grito de dolor no salió de su garganta, el cuerpo se convulsiono, -cuatro quiero mas -; la suela restallo con mas fuerza sobre el glande, la piel se quebró y broto la sangre, Andrés pronunció un quejido ininteligible y dijo – cinco quiero mas -; la sandalia impacto de lleno nuevamente sobre el glande, haciendo saltar mas sangre, ésta comenzó a salpicar a Ana María;  el cuerpo de Andrés se retorcía como una lombriz, emitió un quejido y después de una pausa – seis quiero mas -. La sandalia continuó sus viajes siempre golpeando con ferocidad, Andrés siguió el  conteo hasta el golpe catorce, luego sin perder el conocimiento se sumergió en un sopor, cerró los ojos e inclinó su cabeza, Ana María dijo –quince te azotare mas – el cuero chasqueo sobre la piel, la sandalia estaba empapada de sangre, el cuerpo de Andrés apenas se movió; Ana María con toda responsabilidad le azoto cinco veces con la misma fuerza y ferocidad que los anteriores, -veinte terminado el castigo-.

Ana María desato el tiento, retiró la lazada de la corona del glande y desato la base del pene, luego lo lavo y lo unto con cremas especiales.

Ana María dirigiéndose a Luvna dijo: Estoy recaliente, muy excitada, el haber castigado a mi amor delante de ustedes me ha puesto a mil; quiero empezar mi sesión castigo lo antes posible, quiero mi goce. Luvna le contestó: Si has tomado los medicamentos que te envié, quieres conocer el menú de tu castigo? No quiero disfrutarlo a medida que se presenta y comenzar; le contesto Ana María. Bueno desnúdate y tiéndete en el potro que ya comenzamos.

Ana María se desnudo totalmente mostrando un cuerpo perfecto, unas piernas largas bien torneadas, pies grandes con arcos perfectos, uñas pintadas de negro, pulsera en el tobillo izquierdo y anillo en dedo mayor del pie derecho; el culo bien parado con el pubis depilado, unas tetas medianas, en donde se advertían los pezones endurecidos por la excitación. Caminó con elegancia hasta el potro, se detuvo un momento a observarlo y después trepó con agilidad y se acostó en él. Su ansiedad era muy grande, nunca había probado el potro, eran tormentos nuevos que le provocarían dolores nuevos y goces nuevos. Rápidamente Zintia le separó las piernas y le colocó unas esposas de cuero, asegurando sus tobillos a las esquinas del potro; luego puso una manea de cuero a las muñecas y la fijo al cable de tracción del potro. Luvna ordeno, dadle tensión, Zintia acciono las palancas y el cuerpo de Ana María se fue estirando, se escuchó un quejido; mas tensión ordenó Luvna, esta vez se oyó un grito de dolor, el cuerpo de Ana María se cubrió de sudor; ténsalo al máximo ordeno Luvna; Zintia acciono las palanca hasta lograr que el cuerpo quedara en el aire, Ana María sintió que se romperían sus articulaciones, gritó fuertemente de dolor y goce. Ahora te explicaré la siguiente fase, dijo Luvna: Cubriremos con cera caliente tus genitales y una vez fría, la quitaremos con golpes de fusta y también utilizaremos el latiguillo que usaste para el  pene de Andrés. La cera no provendrá de velas, eso es un juego de niños, usaremos una mezcla de cera y parafina calentada en un recipiente a una temperatura justa como para producir quemaduras pero no graves. Toda esta explicación había calentado al máximo a Ana María; su clítoris era una roca, sus labios vaginales estaban empapados de jugos; Zintia se acercó con el recipiente humeante, tomo una porción del liquido con un cucharon y la descargo sobre el clítoris; un grito aterrador retumbó en la sala, el cuerpo de Ana María se retorció en sus ligaduras. Luvna verificó que el  clítoris estuviera totalmente cubierto, entonces indico a Zintia que continuara con los labios vaginales; ésta lo hizo en dos partes a fin de prolongar el tormento; Ana María estuvo a punto de perder el conocimiento, en el último cucharón de cera casi no gritó, una baba salía de su boca y sus ojos estaban cerrados.

Cuando la cera estuvo fría Zintia busco el pequeño látigo usado en el pene de Andrés y una flexible fusta de cuero con alma de acero y rematada en dos trencillas de 15 cm terminadas en pequeños nudos; se ubicó al pie del potro y a una señal de Luvna comenzó a castigar con la fusta, alternativamente los genitales, arrancando los trozos de cera; Ana María gritaba, si castígame con fuerza; después de 50 golpes de fusta mas de la mitad de la cera había sido quitada; tomo su lugar Luvna blandiendo el pequeño látigo, empezó a azotar furiosamente el clítoris hasta retirar toda la cera, luego siguió con los labios haciendo lo propio; todos los genitales se encontraban inflamados y de un color rojizo; Ana María seguía bramando de goce y dolor.

Zintia libero a Ana María del potro, le coloco un collar con una correa y muñequeras y tobilleras de cuero terminadas con argollas para enganchar, luego le calzó sus zapatillas de danzas y aviso a Luvna que la esclava estaba lista para proseguir su castigo.

Ahora serás azotada como nunca lo has sido, le anunció Luvna, realizaremos la sesión en el parque y será muy cruel, ya me has dicho que no te importan algunas cicatrices mas. Ana María respondió que ansiaba recibir una buena dosis de látigo y que ya que Andrés había recibido su castigo “sin clemencia” ella también  quería ser  azotada sin derecho a clemencia. Luvna le dijo que las cantidades sugeridas eran: 100 azotes con un single tail corto; luego 60  latigazos con un bullwhip fino y largo y finalmente 30 ó 40 golpes con “la lengua” según ella lo considerara. Asimismo le aviso que serían todos golpes fuertes sin misericordia y destinados a causar el mayor daño posible. Ana María dijo con firmeza Si quiero recibir este castigo sin derecho  a clemencia y aunque pierda el conocimiento. Perfecto dijo Luvna; Zintia ve a traer los látigos y dáselos a Ana María para que los lleve hasta el parque, sé que le gusta tomar contacto con ellos.

 Zintia trajo los látigos  uno, de mango corto, compuesto por una cola de cuero trenzado de un metro de largo terminada en una azotera de 40 cm; otro era un autentico bullwhip;  una flexible trenza de cuero marrón de 2.25 metros de largo, con un grosor medio en su parte anterior y terminada en una delgada y afilada azotera de 60 cm de cuero muy elástico; el último era el látigo de Luvna; una trenza flexible de cuero negro, de canguro, de 2,25 metros de largo, un poco mas gruesa que el pulgar en su comienzo y afinándose hasta llegar a la azotera que era la lengua propiamente dicha, consistía en un trozo de cuero muy flexible de 65 cm de largo, arrancando con un ancho de 2 cm y se afinaba hasta la punta en donde media 5 milímetros; el espesor era de 1 cm.; era una azotera pesada, especial para arrancar piel y tajear.

Le entregó los látigos a Ana María y tirando de su dogal  salimos al parque; nos recibió un esplendido sol; caminamos hasta un claro en donde se encontraba un árbol con una cuerda que colgaba de una rama; Zintia ubico a Ana María, que mostraba una gran excitación, debajo de la cuerda y aseguro las muñecas y tenso la cuerda; le coloco una barra espaciadora en los tobillos y le separo las piernas al máximo, luego con un par de estacas los aseguro al piso, luego aviso a Luvna que ya estaba lista para ser azotada.

Bueno Ana María recibirás 100 azotes del látigo  corto, la mitad en el frente y el resto detrás; la sorpresa es que serás azotada por Andrés quien ha estado tomando lecciones con nosotras. Apareció Andrés blandiendo el látigo y mientras acariciaba con el cuerpo de su novia le decía: te castigaré como te gusta, sentirás el placer a través de la fuerza de mi brazo, te haré gritar de dolor y gozo. Ana María le contesto: Solamente te pido que me castigues con la misma crueldad y ferocidad con la que yo emplee en azotar tu pija.

Empezamos, lleva la cuenta y di – mas látigo -; Andrés comenzó por la espalda desde el primer azote Ana María comenzó a quejarse; cada latigazo dejaba su marca, algunas en relieve, de color rojo tornándose a morado; Andrés iba formando un dibujo de marcas entretejidas, completando la espalda el culo y las piernas; cuando Ana María decía –veintiocho mas látigo – antes había gritado de dolor y placer y su cuerpo se arqueaba en sus ligaduras; el chasquido del cuero en la carne se hacia repetitivo, Ana María gritaba: Gracias amor sigue así con fuerza, siento un indecible ardor como un fuego en mi  espalda. Cuando llego a los cincuenta latigazos el dibujo se había completado, en algunas de las intersecciones de las rayas se formaban puntos sanguinolentos, el color de la zona era rojo morado. Andrés se situó frente a Ana María que le dijo: Amor azótame como los hiciste atrás, despelléjame las tetas, hazme arder la concha. Andrés para dar una buena dirección a sus golpes tomaba el extremo del látigo con la mano izquierda y revoleaba el brazo y en determinado momento soltaba la cola que partía velozmente a su blanco. Va dijo Andrés y el látigo impacto en la zona del estomago, -uno mas látigo -; un seco chasquido y el cuero mordió el mismo lugar; -dos mas látigo -; esta vez la cola dejo sus marca sobre los muslos; -tres mas látigo- cuando Ana María dijo – quince mas látigo -, le suplicó: Amor mió, castígame las tetas y la concha, no soporto mas la espera. El látigo comenzó a visitar las tetas, dejando su roja marca en cada viaje; -veinticinco mas látigo – un chasquido seguido de bramido de dolor, el cuero había mordido un pezón - veintiséis mas látigo – el chasquido y el grito de dolor, la cola del látigo impacto en la concha; Ana María disfrutó los 50 latigazos suministrados por su novio, mirándole a los ojos mientras la castigaba; había conseguido lo que se propuso en un comienzo; ser azotada por su novio. Al terminar la tanda delantera se encontraba en el mismo estado que la posterior, destacándose las tetas que habían recibido un especial castigo. Andrés, amor mío me has castigado con la ferocidad debida, te has convertido en mi verdugo; ahora debes violarme. Andrés que no había eyaculado, tenía una impresionante erección sumada a la inflamación producida por los golpes recibidos; se destacaba el tamaño del glande; lo apoyo en la entrada vaginal de Ana María, quien también tenia una gran inflamación y una buena cantidad de flujo. Rápidamente la penetró totalmente, las caderas de Ana María empujaban hacia adelante; Andrés hizo una pausa y después empezó a bombear lentamente, el orgasmo para ambos llego rápido, Andrés se descargo largamente dentro de ella.  

Zintia tomó el bullwhip y se acercó a Ana María y le dijo: Bésalo, especialmente la cola del látigo quien será la que te brinde el placer que buscas; te daré 60 latigazos fuertes, aunque no los resistas; ella sabía que la cola del látigo largo viaja a altas velocidades y que su impacto causa un altísimo dolor; Zintia era una artista en el manejo del bullwhip y tenia frente a si una hermosa joven a quien castigar.  Te colocare un mordillo para evitar que te muerdas la lengua; le puso un mordillo de caucho no muy ajustado para que pudiera gritar algo; le aviso que ella llevaría la cuenta y que estaba lista para empezar. A Ana María se le hicieron horas el tiempo que Zintia demoró en desenrollar el látigo, tomar la distancia, ubicarse detrás y avisar el comienzo; ansiaba recibir el castigo de esa fina azotera en un látigo largo; sabia que las colas delgadas producen un dolor muy intenso; de pronto escucho: Va el primero; oyó un zumbido y sintió una fuerte quemadura en la espalda, uno dijo Zintia, lentamente llevó el látigo hacia atrás y lo proyecto con violencia hacia adelante, la azotera rodeo el cuerpo de Ana María, su extremo impacto en el pecho derecho, un grito gutural salió de la garganta de Ana María; Zintia sonrió y dijo dos. El castigo avanzaba con lentitud, Zintia le daba tiempo a recuperarse de cada golpe, pero a partir de los veinte azotes el cuerpo de la castigada se retorcía, a veces era presa de convulsiones y gritaba de dolor y placer. La delgada azotera cumplía su tarea con precisión caía sobre el entretejido realizado anteriormente por el  látigo de Andrés, e iba desmenuzando la piel y escoriándola, era un proceso muy doloroso.

 Iban treinta azotes y la voz de Luvna dijo: Córtala Zintia hazle brotar algo de sangre para nuestro deleite. Los próximos diez latigazos fueron imprimiendo el efecto retroceso al látigo; varios abrieron la piel y brotó la sangre .Cuando quedaban pendientes unos diez latigazos, Ana María dejo de gritar, se le aflojaron las piernas y quedo colgando de los brazos, Zintia la castigo hasta que la cuenta dijo sesenta, terminada la tanda. El cuerpo de Ana María era un verdadero espectáculo; sobre el entretejido realizado anteriormente se habían instalado las marcas de la azotera del bulllwhip; unas prolijas rayas en relieve, algunas rojas otras violáceas, algunas por la piel rota destilaban sangre.

Ana María se repuso y pidió media hora de descanso antes de continuar su castigo sin derecho a clemencia; Luvna dijo que bastarían 30 golpes con la lengua para dejarla deshecha, la castigaría solamente con 20 azotes que serían mas que suficientes. Ana María insistió en recibir 30 latigazos y así lo tuvo que aceptar Luvna. Esta tomo “la lengua” y acercándose a Ana María para que la besase le dijo: Bésala ya la conoces y ella conoce tu carne, te azotare todo el cuerpo; yo llevare la cuenta, tu goza a tu manera. Desenrosco la negra víbora sobre el pasto, la lengua quedo pronta para partir a su blanco; Luvna dijo Va y con un seco movimiento de su brazo hizo que “la lengua” chasqueara sobre el culo de su victima dejando una raya ancha con relieve; se oyó un fuerte grito y el cuerpo de Ana María se retorció; uno dijo Luvna; luego de un silbido se escucho un chasquido seguido de un grito bestial, la azotera había cruzado la espalda, dejando su marca y tajeando unos 15 cm de donde empezó a brotar sangre, el cuerpo de la victima empezó a convulsionar; dos y Luvna hizo una pausa antes de castigar nuevamente dibujando una cruz con el azote anterior, abrió la piel y apareció la sangre. Luvna azoto todas las partes del cuerpo, hizo que el látigo chasqueara varias veces sobre las tetas abriendo heridas. Después de 22 latigazos Ana María entro en un sopor, no gritaba ni se quejaba, al recibir los latigazos su cuerpo apenas se movía, sus esfínteres se habían aflojado. Luvna profesionalmente completo a conciencia los azotes hasta completar los 30, “la lengua” rompió la piel y abrió la carne en  las 8 ocasiones, termino  diciendo 30 finalizó el castigo.

Ana María estaba cubierta de sangre desde los hombros hasta los pies, había sido azotada a conciencia, los diferentes látigos habían desmenuzado su piel y abierto sus carnes; Zintia la desato y le informo que tenia un descanso de media hora antes de continuar; Ana María pidió que le alcanzaran los látigos para limpiarlos con su lengua, Zintia se los acercó y prolijamente a lengüetazos fue limpiando las colas de cada instrumento especialmente al bullwhip y “la lengua”, hasta dejarlos sin rastros de sangre y piel; luego Zintia loa repasaría con pomada especial, como lo hacia después de cada sesión.

Bueno esclava ha terminado tu descanso, Zintia la hizo incorporar y tirando de la correa la hizo caminar hasta otro claro en el parque, haciéndola acostarse sobre el pasto en un determinado lugar; le separó piernas y brazos y luego pasando unas estacas de acero por las anillas de muñequeras y tobilleras la dejo firmemente estaqueada en el suelo. Luvna le dijo: Ana María, tu nuevo suplicio ya ha comenzado, te proporcionará dolores y sensaciones que nunca has experimentado, seguramente serán de tu agrado,  para esa te di la medicación que tomaste; estas acostada a dos metros de un hormiguero de hormigas carnívoras también llamadas hormigas de fuego; es cuestión que las exploradoras detecten la cantidad de sangre que te cubre para que convoquen sobre tu cuerpo al hormiguero entero, ellas te brindaran entretenimiento y placer .Dado que estamos en una sesión “sin clemencia” deberás permanecer 7 minutos a partir de la primera mordida de hormiga, recién ahí Zintia te liberara.

Ana María se encontró presa de una gran excitación, ya no sentía dolores ni del potro ni de los látigos que la habían acariciado; un dolor nuevo se presentaba para probarlo; como sería, como lo resistiría. En unos quince minutos tuvo la primera mordedura, sintió como si le apoyaran un hierro al rojo vivo, grito con todas sus fuerzas, Zintia activo el cronometro, las picaduras empezaron a sucederse, cada vez eran mas, siempre la misma sensación que le llegaba hasta el cerebro; ella arqueaba su cuerpo con violencia, gritaba, empezaba a convulsionar, eran innumerables las hormigas que la estaban mordiendo de pronto Zintia soltó las estacas y rápidamente la llevó y la arrojo dentro de una pileta de natación.

Cuando las hormigas dejaron de morderla, Zintia la sacó de la pileta, Luvna le dijo: Te secaras al sol, te colgaremos de la cruz un par de horas; Ana María asintió con alegría y pidió una cruz con un cornu pues quería ser empalada también; Luvna sonrió y le dijo: Eres una masoca sin límites, si tenemos cornu simple y doble, cual prefieres?; mi vagina ha recibido suficiente castigo hoy; prefiero un cornu anal –así lo dispondrá Zintia asintió Luvna.

A lo lejos se veía la cruz plantada en un claro del parque; era una cruz baja de manera que los pies del condenado quedaran a menos de un metro del suelo, Ana María presa de una gran excitación estaba cubierta de sudor; Zintia la acerco a la cruz que tenia una pequeña plataforma alrededor. Zintia había colocado el cornu, un falo de goma de regular tamaño bien lubricado. Subieron a la plataforma, la hizo apoyar de espaldas en la cruz, le levanto un brazo y aseguro el broche de la muñequera a una argolla fijada en el madero; hizo lo propio con el otro brazo y le introdujo la punta del cornu en el ano; satisfecha aseguro los broches de las tobilleras a una argolla que pendía en la parte inferior del tronco de la cruz, las piernas le quedaron flexionadas pues la argolla estaba colocada mas arriba a propósito; Ana María había quedado perfectamente crucificada.

Descendió de la plataforma y a una orden de Luvna la retiro rápidamente; Ana María grito fuertemente al quedar colgada de sus brazos, el cornu la enculo rápidamente y con gran dolor ;al tener las piernas flexionadas y unidas por lo tobillos las rodillas se encontraban bien separadas, exponiendo bien el sexo, pudiéndose observar como el cornu la había empalado por el culo. Si se afirmaba sobre sus pies lograba salir un poco del falo y al aflojarse el cornu se enterraba completamente; este movimiento le proporcionaba un inmenso placer

La esclava comenzaba a sufrir los efectos de la crucifixión; además del impiadoso sol que la quemaba y deshidrataba su cuerpo con rapidez, y la debilidad producto de los castigos recibidos, el colgar de las muñecas hacia que el cornu la empalara hasta el final, dificultaba su respiración, debiendo tratar de asentarse sobre sus pies a fin de aliviar el peso sobre sus brazos; sentía la boca seca y su cuerpo cubierto de sudor

Ana María estaba destruida, no sabia como haría para soportar esta ultima media hora en la cruz, su aspecto era dantesco; el rostro demudado por el prolongado dolor, los labios resecos e hinchados, el cuerpo sucio y plagado de insectos, las tetas y el cuerpo sangrando El calor y el sol la habían deshidratado, los variados y prolongados castigos la habían debilitado, le costaba respirar y ya no tenia fuerzas para levantarse apoyándose sobre sus pies. Sentía que estaba a punto de perder el sentido, se deleito recreando los tormentos que había padecido, entró en un sopor y termino adormeciéndose.  

Comentarios y sugerencias a: luvna32@yahoo.com.ar